La oración fúnebre
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

Cuando se presiente que la muerte está cercana, se recomienda la recitación del Sura Yasin (Capítulo 36 del Santo Corán). La razón de esta elección se debe a que el tópico que trata este Sura es de tal índole que alivia el sufrimiento de la persona agonizante y le otorga una especie de consuelo espiritual. También se debe recitar, en voz baja pero audible, el Kalima Tayyaba y el Kalima Shahada cerca de la persona en cuestión. Al producirse el fallecimiento, los que están presentes y quienes reciben la noticia posteriormente deben recitar:

Inna lil-lahi wa inna ilaihi ralliun.

Traducción:

Todos pertenecemos a Al-lah y a El hemos de retornar.

Los ojos del difunto deben cerrarse con la mano y se ha de colocar una franja de tela alrededor de su mentón y cabeza para mantener su boca cerrada. En lugar de lamentarse, conviene mantener la calma y la paciencia y atender el funeral y los preparativos del entierro.

El cuerpo debe ser bañado del siguiente modo:

Se debe lavar el cuerpo tres veces con agua limpia fresca o tibia. El Santo Profeta (p.b.D.) solía introducir algunas hojas del árbol de Beri en el agua preparada para su lavado. En primer lugar deben lavarse las partes que se lavan durante el Wuzu o ablución, aunque no es necesario limpiar la boca u orificios de la nariz, ni los pies. A continuación debe ser lavado el cuerpo, primero la parte derecha y después, la izquierda. Las partes privadas han de permanecer cubiertas por un paño. Los varones sólo pueden ser bañados por hombres, y las mujeres sólo por mujeres. A continuación, el cuerpo debe ser envuelto en un sudario, que consiste por lo general una sencilla tela blanca.

El sudario de los hombres consiste en tres piezas de tela: la parte superior, que cubre la parte superior del cuerpo, la parte inferior, que cubre la parte inferior, y una sábana grande para envolver todo el cuerpo, desde la cabeza hasta los pies. Para las mujeres, sin embargo, se utilizan dos piezas adicionales, una para para cubrir el pecho y la otra, para la cabeza. El Islam prescribe que el entierro se prepare con la mayor sencillez.

El mártir no precisa baño ni sudario para cubrir su cuerpo. Debe ser enterrado con las mismas prendas que llevaba en el momento de la muerte.

Después de haber sido bañado y envuelto en el sudario, el cuerpo debe ser conducido a hombros al lugar destinado para la oración fúnebre. Tal oración se observa en un espacio abierto o en un lugar construido para tal propósito, llamado Llanaza Gah. Los asistentes al funeral deben disponerse en filas detrás del Imam. El número de hileras debe ser impar. El Imam debe situarse por delante de la primera hilera y en el centro, con el cuerpo del difunto en frente suyo. El difunto debe estar situado de forma que la parte derecha de su cuerpo apunte hacia la Kaaba.

El Imam comienza la oración diciendo en voz alta Al-lahu Akbar, es decir: “Dios es Grandísimo”. Sus seguidores lo repiten en voz baja. A continuación el Imam recita el Sana y el Sura Fatiha silenciosamente. Después dice Al-lahu Akbar sin levantar las manos, y sus seguidores lo repiten en voz baja. A continuación, la congregación recita conjuntamente el Darud silenciosamente. Seguidamente, el Imam dice Al-lahu Akbar por tercera vez y recita las oraciones específicas que se transcriben a continuación. El Imam dice Al-lahu Akbar por cuarta vez y, girando el rostro hacia la derecha, dice: Aslamo-aleikum wa rahmatul-lah, y después, girando el rostro hacia la izquierda repite lo mismo para marcar el final de la oración. Los seguidores hacen lo mismo. No hay Raku ni postración en la oración fúnebre.

También se puede ofrecer la oración fúnebre por el difunto in absentia, especialmente para la gente prominente, o en el caso de que muy pocos musulmanes hayan ofrecido la oración fúnebre original. La oración fúnebre de un musulmán es obligatoria para todos los musulmanes. Esta oración se llama Fard-i-Kifay. De esta forma, aunque la oración fúnebre sea ofrecida por un reducido número de personas, se considerará heberse ofrecido en nombre de todos los los musulmanes. El resto de la comunidad musulmana queda exenta, pues, de tal obligación.

Si el fallecido es adulto, hombre o mujer, se recita la siguiente oración:

Al-lahummagfirli hayyina, wa mayyitina, wa shahidina wa gaibina, wa saghirina, wa kabirina, wa zakarina, wa unzana. Al-lahumma man ahyaitahu minna faahyihi alal Islam wa man tawaffaittahu minna fatawaffahu alal-Iman. Al-lahumma la tahrimna allrahu wa la taftinna b’adah.

Traducción:

¡Oh Al-lah! Perdona a nuestros seres vivos y a nuestros fallecidos; a quienes de nosotros se hallan presentes y a quienes están ausentes; a nuestros jóvenes y ancianos, y a nuestros varones y mujeres. ¡Oh Al-lah! Otorga firmeza en el Islam a quienes de entre nosotros has otorgado la vida, y haz morir en la fe a quienes has causado la muerte. ¡Oh Al-lah! No nos prives de la recompensa relacionada con el difunto y no nos sometas a pruebas después de él (Ibn Maja Kitabul-Janaiz, Bab-ud-Dua fis-Salati ‘alal Janazah, página 107).

Oración por el niño varón fallecido

Al-lahummall-alho lana salafan waforatan wallalhu lana allran, wa zujran wall-alhu lana shafian wa mushafaan.

Traducción:

Oh Al-lah, haz que él sea nuestro precursor, y una recompensa y un tesoro para nosotros, y haz que sea nuestro defensor, y acepta sus súplicas.

Oración por la niña fallecida

Al-lahummallalha lana salafan wa foratan wazujran wa allran wa shafiatan wa mushaffiatan.

Traducción:

Oh Al-lah, haz que ella sea nuestra precursora, y una recompensa y un tesoro para nosotros, y haz que sea nuestra defensora, y acepta sus suplicas.

Después de la oración fúnebre, deberá trasladarse el cuerpo al cementerio para su entierro sin demora alguna. El ataúd debe ser transportado a hombros, y todos los que acompañan al féretro deben turnarse para transportarlo. Si la distancia es considerable, se puede utilizar un vehículo. Los acompañantes a la procesión del funeral deben mantenerse ocupados en el recuerdo de Dios e implorar el perdón por el difunto en voz baja.

La tumba puede consistir en una zona excavada que contenga a su vez un nicho en su interior para albergar el cadáver, o simplemente una zona excavada. No obstante, es esencial que la cavidad sea espaciosa y amplia. En casos extremos se puede enterrar a más de un cadáver en una misma tumba. Si el entierro en un determinado lugar es temporal o el terreno para tal efecto está expuesto a inundaciones, se permite utilizar una caja de hierro o de madera para proteger al cadáver de una rápida descomposición.

El cuerpo debe bajarse a la sepultura con cuidado y cautela. Cuando se introduce el cuerpo en la tumba, debe recitarse lo siguiente:

Minha jalaqnakum wa fiha nuidukum wa minha nujrillukum taratan ujra.

Traducción:

Os hemos creado de esto (polvo); a ello os retornaremos y de esto mismo os haremos resucitar finalmente.

Siguiendo la práctica del Santo Profeta (p.b.D.), la tumba se modela en forma de montículo. Cuando la ceremonia del entierro ha finalizado debe ofrecerse una oración silenciosa en congregación con las manos levantadas para implorar el perdón por el fallecido. Finalmente, el cortejo fúnebre debe abandonar el cementerio recitando lo siguiente:

Assalamu Alaikum wa inna insha Al-lahu bikum lalahiqun

Traducción:

Que la paz sea contigo y si Dios quiere nos uniremos sin duda a ti.

Deben ofrecerse condolencias a los familiares del fallecido. Es recomendable que los parientes cercanos o vecinos preparen comida, al menos una vez, para las personas que han perdido al ser querido.

No se debe dar rienda a las supersticiones. Las condolencias y el duelo se han de mantener durante tres días, tras los cuales se debe retornar a la normalidad. Sin embargo, el período de duelo para las viudas se prolonga hasta cuatro meses y diez días. Según el Santo Corán, este período es para estabilizar a las mujeres, tanto mental como emocionalmente, que sufren por lo general de mayor estrés que los hombres en situaciones similares, y necesitan la ayuda de quienes, a veces, abusan de su desamparo simpatizando con ellas en el momento en que son más vulnerables. Durante este período, la viuda no debe abandonar su hogar salvo en circunstancias inevitables, por ejemplo, en el supuesto de que fuera el único miembro que aportara ingresos familiares, podría salir solamente con el propósito de cumplir sus responsabiidades profesionales esencales, mas sin hacer vida social.

También debe abstenerse del empleo de maquillaje, así como de la utilización de prendas festivas o perfumes, o de la participación en ceremonias festivas. Durante este período ha de mantenerse ocupada en el recuerdo de Al-lah, mostrando paciencia y gratitud a su Creador.

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