Capítulo X
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
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El tercer principio que el Islam enseña es que mientras que las naciones del mundo no estén listas para federarse en un Estado Mundial, debe establecerse un sistema de seguridad internacional que siga ciertas líneas prácticas. El Sagrado Corán dice:

Mas si dos grupos de creyentes luchan mutuamente, estableced la paz entre ellos; si, después de eso, uno de ellos trasgrede contra el otro, combatid al grupo trasgresor hasta que vuelva al mandamiento de Al’lah. Luego, si retorna, estableced la paz entre ellos con equidad, y actuad con justicia. En verdad, Al’lah ama al justo. (49:10).

Es decir, si dos o más Estados deciden combatir entre sí, el resto de los Estados tiene el deber de tratar de lograr un acuerdo entre ellos; pero si este esfuerzo fracasa, y uno de ellos comete una agresión contra otro u otros, entonces todos los demás Estados deben unirse para enfrentarse al agresor. Cuando el agresor haya sido derrotado, la disputa original deberá ser resuelta por los demás Estados sobre una base equitativa. No debe existir ningún intento de imponer sanciones al agresor como castigo por el inicio de las hostilidades, ni tampoco deben pretender los Estados intervinientes obtener beneficios para sí mismos. El acuerdo debe limitarse a la disputa original.

Este versículo contiene realmente una profecía. En el momento en que se reveló este versículo, no había grupos musulmanes que pudieran combatir unos con otros. El versículo sólo ofrece una provisión para el futuro. Las palabras luchar y transgredir indican claramente que los principios establecidos en este versículo se refieren a los Estados. Los principios que establece son los siguientes:

  • Si dos o más Estados se enfrentan entre sí, los demás Estados deben intervenir y tratar de obligar a los Estados en litigio a someter su controversia a arbitraj
  • Si alguno de ellos comete una agresión, todos los demás deben unirse para enfrentarse al agresor.
  • Cuando el agresor es derrotado, todos los Estados deben acordar los términos de la paz, y en este acuerdo no debe haber ningún elemento de venganza o castig
  • El asunto en disputa debe resolverse equitativament Puede ser que el Estado agresor estuviera realmente en su derecho. El mero hecho de la agresión no debe ser motivo para privarle de tal derecho.
  • La palabra “equitativamente” indica que los Estados intervinientes no deben buscar ningún beneficio para sí mismos a expensas del vencedor o de los

Este sistema de seguridad internacional se estableció en un momento en que nadie había comenzado a pensar en estas cuestiones. El significado de este versículo me ha sido revelado, y nadie puede negar que la verdadera exposición de un texto que detalla los límites de un sistema tan vital para la seguridad y la prosperidad de la humanidad, es únicamente función de los profetas y sus sucesores espirituales. Estos principios afectan a la seguridad de toda la humanidad, y seguirán siendo utilizados durante siglos hasta que las diferentes naciones de la tierra puedan participar en la creación de una Confederación Mundial. Expliqué estos principios en mi libro El Ahmadíat o el Verdadero Islam, publicado en 1924, y advertí que, a menos que la Liga de las Naciones siguiera las pautas que aquí se indican, fracasaría en su propósito principal; y este demostró ser el caso. Cuando fui a Inglaterra en 1924 para participar en una Conferencia de Religiones, se acababa de crear la Liga de las Naciones. Rusia y Alemania estaban entonces deseosos de convertirse en miembros de esta Liga. Señalé los defectos que tenía la Liga a la luz de los mismos principios a los que acabo de referirme. Dejé muy claro que, a menos que se mantuvieran estos cinco principios, la Liga estaba destinada a fracasar. Entonces declaré:

“Si se eliminan estos defectos, se podrá constituir una Liga de las Naciones de acuerdo con los principios establecidos en el Sagrado Corán. Sólouna Liga asíconstituida puede lograr algo benefi so, no una Liga que depende de la cortesía de las diferentes naciones para su propia existencia. “(Op. Cit., Pág. 337)

También, dije:

“Mientras la gente no se dé cuenta de que, tal y como exponen las enseñanzas islámicas, toda la humanidad es un solo pueblo; y que todas las naciones están sujetas a la ley del apogeo y la decadencia, y que ninguna nación ha permanecido siempre en la misma condición, será imposible establecer la paz. Debemos recordar que las fuerzas volcánicas que alzan y derriban a las naciones no han dejado de operar. La naturaleza sigue estando activa como lo ha estado a lo largo de los siglos. Una nación que trata a otra nación con desprecio inicia un círculo interminable de tiranía y opresión”. (Op. Cit., Página 360)

La gente en aquel momento parecía muy contenta y orgullosa de la constitucióndela Ligadelas Naciones. Insistí enquenosepodía garantizar la paz a menos que todos los Estados se impusieran la obligación de ir a la guerra contra el agresor, pero esta propuesta no resultó aceptable en ese momento. Se dijo que una obligación de este tipo sentaría las bases de la guerra y no de la paz. No sólo este principio, sino todos los demás principios islámicos que acabo de exponer, han sido rechazados durante este período por todos los nuevos movimientos que han surgido como base de un Nuevo Orden Mundial. Pero después de la desafortunada experiencia de los últimos veinte años, las naciones están comenzando a girar en la dirección indicada por el Islam. Muchas personas empiezan a abogar por el compromiso obligatorio de oponerse por la fuerza al agresor en el nuevo sistema de seguridad que se establezca después de la guerra. Ahora de nuevo declaro, que si este sistema de seguridad no se basa en los principios islámicos, terminará siendo un fracaso.

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