Capítulo VII
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
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El tercer movimiento es el nacionalsocialismo. Éste mantiene como objetivo elevar el nivel de los pobres, y preservar y alentar el talento y la capacidad individual. Pero como los líderes del movimiento creen que el talento y la capacidad más elevada son el monopolio de su propio pueblo, su objetivo es mejorar al pueblo alemán, italiano y español a expensas de otros pueblos y naciones. El último en adherirse a este movimiento es Japón. Este movimiento está abierto a varias objeciones:

Su objetivo es mejorar los estándares nacionales a expensas de otros países y no es universal en su aplicación.

En segundo lugar, tampoco proporciona paz y satisfacción espiritual; al contrario, impone restricciones a la religión. La idea misma de la religión implica la idea de su fundamento en preceptos divinos; todas las limitaciones y restricciones que se le apliquen también han de imponerse por orden divina.

En tercer lugar, exalta al individuo indebidamente en contra de la sabiduría colectiva de la nación. Ocurre, a menudo, que la opinióndeunindividuo, pormuydistinguidoqueseasuintelecto, puede estar equivocada en relación con las opiniones colectivas de una nación o de un grupo, aunque el nivel del intelecto colectivo no sea tan alto como el del individuo en particular. El sistema ideado por el Islam para el servicio de la nación procura utilizar tanto al individuo como al intelecto colectivo. Pretende que el Jalifa (Califa), que a su vez es elegido, sea guiado por el consejo de los representantes de la nación; aunque si en alguna ocasión en particular él piensa que aceptar y seguir dicho consejo pone en peligro el interés nacional, tiene derecho a anular ese asesoramiento. Este sistema pone a disposición de la nación tanto la sabiduría colectiva del país, como el juicio del intelecto más sobresaliente de entre ellos. Pero el nacionalsocialismo lleva el principio individual al extremo. ¿No han vivido ustedes la experiencia de ocasiones en las que toda la aldea estaba equivocada y un anciano ofrecía el mejor consejo, o, al contrario, que los mayores pudieran estar equivocados y los jóvenes en lo cierto?

Todos estos movimientos poseen aspectos extremos que han llevado a las naciones a la fricción y al conflicto, y la guerra actual es el resultado de este conflicto. Los bolcheviques desean que sus teorías ganen aceptación universal, y su sistema se acate en todas partes. Los elementos socialistas de Inglaterra, Francia y los Estados Unidos están ansiosos por salvaguardar las fuentes de riquezaqueposeen, ynodeseancederningunadeellasa Alemania, Italia o España. La primera lucha tuvo lugar entre socialistas y nacionalsocialistas. Los socialistas querían conservar su riqueza y poder nacional, y los nacionalsocialistas deseaban drenar esa riqueza y poder hacia sus propias tierras. El bolchevismo fue el último en entrar en el campo. Llegado el momento, Hitler fue lo suficientemente listo para llegar a un cierto entendimiento con Rusia, ofreciéndole como soborno una participación en el botín, en el caso de derrota de las potencias occidentales. Rusia fingió dejarse engañar con la oferta y se llegó a una especie de acuerdo rápido, pero después del colapso de Francia, cuando Hitler había logrado hacerse dueño de la mayor parte de Europa, dirigió su mirada a Rusia impulsado por diversas consideraciones, la más importante de las cuales era su necesidad de petróleo, materias primas y otros suministros. Tuvo que aplazar la invasión de Gran Bretaña, y se hallaba ansioso de emplear su poderosa máquina de guerra para lograr otros objetivos. El objetivo principal en el que pensaba era la destrucción del bolchevismo. Por tanto, emprendió la invasión de Rusia, y así hizo posible la alianza entre el bolchevismo y las potencias occidentales. Ahora dos de estos movimientos están de un lado, y los nacionalsocialistas en el otro. Si la guerra termina con la victoria de las potencias nacionalsocialistas, los pobres de Alemania, Italia y España seguramente ganarán, pero el resto del mundo quedará mucho peor que antes. Es decir, la pobreza podría ser aliviada o incluso abolida en cuatro países, pero se intensificaría en todos los demás. Por otro lado, si la victoria es para los Aliados, algunos países podrán avanzar hacia la libertad política, y la India podría obtener algunas concesiones, pero en lo que respecta a la libertad comercial y económica, estos países tendrán que emprender una prolongada lucha para lograrla. Pues no sólo los viejos partidos conservadores y liberales se opondrán a esta libertad, sino que los propios socialistas también se opondrán ante el temor de que pueda reducir su propio nivel de vida. Sin embargo, no cabe duda de que muchos países estarán comparativamente mejor en el caso de una victoria aliada en lugar de una victoria de los países nacionalsocialistas.

Por lo que respecta a la India, en varias ocasiones he expresado la opinión de que, en el caso de una victoria alemana, la situación sería mucho peor; y que una victoria británica seguramente conducirá a una mejora de los asuntos de la India. Algunos de nosotros podríamos pensar que si tenemos que permanecer como nación sometida, da igual que estemos subordinados a un poder o a otro, y, sin embargo, se trata de un pensamiento totalmente equivocado. Ya he tenido ocasión de señalar que las potencias más antiguas, que han disfrutado del dominio económico durante un largo período, han perdido ahora esa agresividad característica de las naciones que adquieren un nuevo poder. Es probable que estas nuevas naciones se abalancen sobre otras naciones como enjambres de langostas hambrientas, mientras que las potencias más antiguas ahora se asemejan a un viejo comerciante, que ha acumulado una gran cantidad de riqueza: es miserable y codicioso, pero puede que esté conforme con las cosas tal como son. En ocasiones, puede incluso que contemple sus posesiones con satisfacción, y renuncie al deseo de incrementarlas. Las potencias más antiguas pueden estar acercándose a una situación de superavit, mientras que los que luchan para obtener un nuevo poder han mostrado ciertamente ser muy codiciosos. Gran Bretaña ya goza de dominio sobre las partes más tentadoras del viejo mundo hasta los confines de China. Estados Unidos goza de dominio económico sobre el resto del mundo. Son como una persona que está plena hasta la saciedad, y la quien está tan bien alimentado no suele ser demasiado propenso al despotismo y a la tiranía. Si invitáis a esta persona a un plato de Pula’u7, disfrutará del plato con moderación, pero si se coloca el mismo plato ante una persona hambrienta, no sólo lo dejará limpio, sino que probablemente demande también parte de vuestra propia comida. Los alemanes, los italianos y los españoles están famélicos en este momento. Si llegan a la cima, buscarán grandes cotas de explotación, como lo hicieron los británicos cuando empezaron a dominar la India. Se sentirán inspirados por deseos similares, y someterán a otros países a una explotación despiadada durante uno o dos siglos. Los británicos, por otro lado, aunque todavía mantengan el deseo de explotar, tal vez muestren cierta conformidad con lo que ya han adquirido, por lo que su deseo de dominación y explotación puede verse atenuado, en ocasiones, por sentimientos de justicia y juego limpio, y puede que sean menos tiranos y prepotentes con sus súbditos.

Además, las potencias más antiguas normalmente no interfieren en los asuntos religiosos y, salvo casos extremos, o de necesidad política o económica, no aplican siquiera una presión secreta o indirecta en estos asuntos. Aquellos, por lo tanto, que tienen fe en Dios y en el valor de la Revelación Divina, y creen que es necesario actuar según las enseñanzas de Dios para obtener el pleno cumplimiento de la finalidad de la vida aquí y en el Más Allá, están más inclinados a preferir y desear la victoria de los occidentales sobre las potencias nacionalsocialistas, a pesar de que la actitud de las potencias occidentales hacia otras naciones es también, hasta cierto punto, egoísta y deja mucho que desear.

No debemos olvidar, sin embargo, que la victoria de las potencias occidentales significa necesariamente también la victoria del bolchevismo, y el bolchevismo es un enemigo aún mayor de la religión que los nacionalsocialistas. Con la victoria de los aliados, por lo tanto, el mundo se salvaría de los peligros del nacionalsocialismo, pero se iniciará una nueva lucha entre la religión y la incredulidad.

7   Plato indio de arroz frito cocinado con carne o curry de verduras.

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