Capítulo XIV
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
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Evidentemente, por tanto, los medios adoptados en el tiempo del Santo Profetasa y los planes puestos en vigor por los cuatro primeros Jalifas (Califas) para poner en práctica las enseñanzas sociales y económicas del Islam hoy no resultarían adecuados. Por lo tanto, en esta época, es necesario que las enseñanzas islámicas adopten una forma práctica, que a la vez que proteja contra los defectos que he señalado en los otros movimientos, tenga éxito a la hora de dotar de recursos suficientes a quienes son responsables de poner en vigor los principios islámicos, que les permita crear condiciones de igualdad de oportunidades para todos, y satisfacer las necesidades legítimas de la población. Los Jalifas (Califas) interpretaron y dieron efecto práctico a las enseñanzas del Islam a este respecto conforme a las necesidades de su tiempo. Como ya he indicado, solía haber un censo regular en el tiempo de Hazrat ‘Umarra y se guardaba un registro de cada individuo. La tesorería islámica era responsable de las necesidades legítimas de cada persona. Originalmente, este sistema sólo se aplicaba a los que eran capaces de portar armas, pero Hazrat ‘Umarra reconoció que la responsabilidad del Estado se extendía también a las demás personas. Finalmente se hizo una disposición para todas las personas meritorias con fondos de la tesorería.

En resumen, los Jalifas (Califas) dieron cumplimiento a las enseñanzas islámicas según las circunstancias de su tiempo. Hoy la vida humana y la sociedad se han vuelto mucho más complejas, por lo que se requiere un nuevo sistema para hacer efectiva esta enseñanza. Para el establecimiento del nuevo sistema era inevitable que alguien, elegido por Dios, inaugurara un Nuevo Orden que pusiera fin a los dolores y miserias de la humanidad; una Orden, no del hombre, sino del Cielo, una Orden adecuada a las necesidades de los pobres, y capaz de restaurar la paz y la satisfacción de toda la humanidad. Cada persona que crea que el Santo Profetasa había profetizado el advenimiento de un Mesíasas y Mahdias, debe admitir que era la función del Prometidoas encontrar un remedio para el desorden, la agitación y la miseria que sufre el mundo de hoy. Ese remedio no debe sufrir los defectos que sufren el bolchevismo, el socialismo y el nacionalsocialismo. Debe permitir disponer de alimento, vestimenta, refugio, ayuda médica y medios de educación para todos, y, a la vez, salvaguardar a la humanidad contra el deterioro intelectual, el desaliento de los emprendedores y el esfuerzo individual, y de la tiranía y la explotación de un pueblo por parte de otro. En otras palabras, debe asegurar la paz y la buena voluntad entre naciones y clases, y también debe lograr encontrar recursos para satisfacer las necesidades de todos los individuos.

Por lo tanto, era el deber del Jatamul-Julafa8 idear un sistema de acuerdo con las enseñanzas islámicas, que fuese adecuado a las necesidades de la época, y pusiera fin a las miserias que el mundo está sufriendo. Como mostraré ahora, tuvo éxito a la hora de diseñar este sistema bajo el Mandamiento Divino.

Ya he explicado que los elementos esenciales del sistema económico y social islámico son: (1) que debe satisfacer las necesidades de todos los seres humanos; (2) que para intentar alcanzar el primer objetivo, no se debe debilitar el incentivo del esfuerzo individual y de los emprendedores; (3) que el sistema ideado debe ser voluntario, y no debe implicar la expropiación forzada o la confiscación; y (4) que el sistema no debe limitarse a un país o a una nación, sino que debe ser universal. Todos los movimientos que se están impulsando hoy están limitados en un aspecto u otro en su aplicación. Pertenecen a sectores de la humanidad. El sistema islámico no es nacional o sectorial, sino universal. La enseñanza islámica tiene en consideración los cuatro factores que acabo de mencionar. Cualquier movimiento, que se base en estos cuatro principios, será necesariamente más beneficioso y preferido frente a cualquier otro movimiento.

8       Es decir, el Mesías Prometido y Mahdias, el más grande de los Suceso- res del Santo Profetasa que vendría en los últimos días.

Ahora voy a explicar cómo se ha cumplido este objetivo, y cómo estos cuatro principios se han desarrollado en el Nuevo Orden, cuyos fundamentos han sido establecidos bajo el Mandato Divino, y en estricta conformidad con las enseñanzas islámicas, por la persona designada por Dios para guiar a la humanidad en estos tiempos, y como delegado del Santo Profetasa. El bolchevismo, el socialismo y el nacionalsocialismo han surgido después de la Gran Guerra de 1914-18. Hitler, Mussolini y Stalin han subido al poder después de la última guerra. Todos estos nuevos movimientos, que dicen haber ideado nuevos planes para el alivio de la humanidad, surgieron tras las condiciones de 1919-

  1. El elegido de Dios, sin embargo, sentó las bases del Nuevo Orden en 1905 en su libro Al-Wasiyyat.

El principio fue establecido en el Corán en el versículo 2:196. En este versículo no se establecieron reglas definidas con respecto a las contribuciones voluntarias. Los musulmanes sólo habían sido advertidos de que, además del Zakat, tendrían que pagar otros impuestos, y hacer otras contribuciones, pero la cuantía de los impuestos y la forma que iban a adoptar no estaba prescrita. Si en algún momento el Estado islámico necesitaba un uno por ciento de la riqueza de la nación, el Jalifa sólo tenía que anunciar que el Estado necesitaba esta cantidad, y que los musulmanes debían contribuir a ella. Si, en cualquier otro momento, el Estado requería un dos por ciento, el Jalifa pedía a los musulmanes que contribuyeran con esa cantidad. El Santo Profetasa solía pedir contribuciones voluntarias de vez en cuando. Los Jalifas dieron efecto a las enseñanzas islámicas reservando para las necesidades de los pobres una gran porción de los tributos que se recibían para distribuir entre los ejércitos. A los soldados se les pidió que renunciaran voluntariamente a una parte de lo que se les debía en favor del alivio de la pobreza. El Mesías Prometidoas ha interpretado las enseñanzas islámicas según las necesidades de la época actual. Si el Estado islámico tiene que proporcionar alimentos, ropa, refugio, ayuda médica, y medios de educación a todos, debe disponer de recursos mucho más amplios que los que hubieran bastado en los primeros días del Islam. El Mesías Prometidoas, por lo tanto, anunció bajo el Mandato Divino, que Dios había ordenado que aquellos que desearan ganar hoy el Paraíso real, debían donar voluntariamente entre 1/10 y un 1/3 de sus propiedades y pertenencias. Continuó expresando que las propiedades obtenidas por este medio se dedicarían a fortalecer los cimientos del Islam mediante la propagación de las enseñanzas del Corán, la difusión de la literatura islámica y la creación de misiones islámicas. (Al-Wasiyyat, Condición No. 2).

También dijo: “Todo lo que esté relacionado con el fortalecimiento y propagación del Islam, en cuyos detalles sería prematuro entrar ahora, se logrará por medio de las propiedades así obtenidas” (Ibídem).

Es decir, este dinero se gastaría en lograr todo lo que es esencial para aplicar y poner en práctica las enseñanzas islámicas. Indicó que era prematuro describir estos asuntos en detalle, y que otra persona expondría los detalles cuando llegara el momento.

Esta es la Orden que fue establecida por el Mesías Prometidoas. Él especificó claramente que todos los asuntos relacionados con el fortalecimiento y difusión del Islam serían financiados con este dinero, pero que era prematuro entrar en detalles. Esto significa claramente que todos los objetivos que debían ser satisfechos con este dinero, no podían explicarse del todo en ese momento; pero que, sin embargo, pronto llegaría el momento en que el mundo clamaría por un Nuevo Orden. De todas partes se alzarían voces anunciando un Nuevo Orden. Rusia proclamaría dar al mundo un Nuevo Orden. Inglaterra presentaría un Nuevo Orden. Alemania e Italia anunciarían un Nuevo Orden. América proclamaría un Nuevo Orden. En ese momento, un sucesor del Mesías Prometidoas anunciaría desde Qadian: “El Nuevo Orden ya ha sido establecido en Al-Wasiyyat.” Si el mundo desea transitar por el camino de la paz y la prosperidad, la única manera de hacerlo es poner en práctica el Nuevo Orden establecido en Al-Wasiyyat.

El Mesías Prometido dice entonces: “Estos fondos también serán dedicados a asegurar el bienestar de los huérfanos y los necesitados que no poseen medios adecuados de subsistencia” (ibídem).

Más adelante dice: “Es admisible que el Anjuman, (es decir, la Asociación que administre estos fondos), incremente estos fondos a través de inversiones comerciales” (op. cit., Apéndice, Condición 9). Es decir, es permisible que el Anjuman, después de recaudar 1/10 o 1/8 o 1/5 o 1/3 de las propiedades de las personas, incremente los fondos a su disposición a través de inversiones. Continúa diciendo que la prueba para cada creyente consiste en que debe participar en este proyecto, y buscar la gracia especial de Dios por este medio. Anunció que sólo los hipócritas se mantendrían fuera de este sistema. En otras palabras, el proyecto es voluntario, pero es, al mismo tiempo, una prueba de fe. Si estáis desosos de ganar el agrado de Dios y merecer el Paraíso real, debéis hacer este sacrificio. Si, por el contrario, estas cosas no tienen valor para vosotros, podéis conservar vuestras propiedades en este mundo; ni Dios ni el Movimiento fundado bajo Su Orden tiene ningún interés en ellas.

Observamos cómo, bajo el sistema bolchevique, las personas son despojadas de sus propiedades por la fuerza. En contra de esto, el Mesías Prometidoas dice que, si una persona decide dejar el Movimiento en cualquier momento, la propiedad que ha donado le debe ser devuelta, porque a los ojos de Dios dicha propiedad no es aceptable y debe ser descartada (op. cit., Apéndice, Condición 12). ¡Qué gran diferencia hay aquí entre los dos sistemas! El sistema secular toma posesión de las propiedades de la gente por la fuerza y la violencia, pero el sistema que proclama el Mesías Prometidoas se basa en el sacrificio voluntario, de tal manera que, si un hombre se retira del Movimiento, cualquier propiedad que haya donado al Movimiento le será devuelta; pues no es aceptable aquello que se ofrece con reluctancia.

Esto muestra cómo el Mesías Prometidoas pretende alcanzar el mismo objetivo que el bolchevismo ha tratado de lograr de manera incompleta a través de una revolución sangrienta, promoviendo únicamente la buena voluntad y el afecto entre las diferentes clases. El bolchevismo defiende que los ricos deben ser desposeídos para que sus pertenencias puedan ser utilizadas en beneficio de los pobres. El Mesías Prometidoas siguiendo las enseñanzas islámicas, dice que, teniendo en cuenta las necesidades de la época, la gente debe entregar voluntariamente porciones sustanciales de su propiedad. Ha pedido un mínimo de 1/10 a cada persona, que se dedicará a la mejora de las condiciones de los huérfanos y los necesitados, y para la propagación del Islam y el fortalecimiento de sus estructuras sociales y económicas. Cada áhmadi, que participa en este sistema, por la causa de Dios, debe donar voluntariamente de 1/10ª a 1/3ª parte de su propiedad para el servicio del Islam y la humanidad, y redactar un testamento a este efecto.

Incluso si el mundo entero se uniera al Movimiento Ahmadía, el Mesías Prometidoas seguiría exigiendo a aquellos que son verdaderos creyentes, y que desean ganar el placer y aprobación de Dios, y heredar Su Paraíso, que entreguen de 1/10 a 1/3 de sus propiedades, para lograr los ideales establecidos por el Islam. Mediante este proceso, una parte sustancial de todas las propiedades privadas se adquirirá para los fines nacionales sin ninguna coerción o violencia; y el Estado islámico, en el transcurso de una generación, obtendrá el control de 1/10 a 1/3 de todas las propiedades privadas, dedicando este fondo al servicio de la humanidad. Tampoco debe olvidarse que este sistema no se limita a una sola generación. Cada generación sucesiva está obligada a hacer sacrificios similares. El sistema, que se basa en la voluntad de aquellos que desean ganar el agrado de Dios, se aplicaría tanto a las generaciones venideras como a la presente. La segunda, la tercera y la cuarta generación pasarán de igual modo a entregar partes sustanciales de sus propiedades al Estado, y en el transcurso de tres o cuatro generaciones, la mayor parte de la propiedad privada se pondrá a disposición del Estado. Suponiendo que el Movimiento se extendiera por todo el mundo y abarcara a toda la humanidad, la consecuencia inevitable de este sistema sería que, en unas pocas generaciones, la gente acabaría entregando la totalidad de su propiedad voluntariamente, y dedicándola gustosamente a fines sociales. Como, bajo este sistema, se protege la iniciativa y el emprendimiento individual, la gente tratará continuamente de adquirir nuevos bienes para ellos y para sus hijos, y de esta adquisición, de nuevo, entregarán voluntariamente de 1/10 a 1/3 para dichos fines sociales, y este proceso continuará repitiéndose, y en cada etapa aumentarán los recursos disponibles. Permítanme ilustrar esto con un ejemplo sencillo. Supongamos que un hombre tiene solamente Rs. 100 y él decide legar 1/5 de ellos al Estado. Cuando muera, se aportarán Rs. 20 al fondo y se entregarán Rs. 80 a su heredero. Si a su vez su heredero legara 1/5, Rs. 16 más irán al fondo al morir y Rs. 64 irán a su heredero y en el transcurso de 3 o 4 generaciones la mayor parte de esta cantidad original será transferida al fondo nacional. Lejos de necesitar de la opresión y el derramamiento de sangre que ha acompañado a la revolución bolchevique, este sistema, si fuera ampliamente aceptado, producirá la revolución deseada sin derramamiento de sangre ni desorden. Por el contrario, la pobreza desaparecería, se promoverían la buena voluntad y el afecto entre las clases, y, sin dañar la iniciativa y el emprendimiento individual, la mayor parte de la propiedad sería transferida al fondo nacional.

Una vez más, este sistema no quedaría limitado a ningún país o nación en particular, sino que al ser de carácter religioso, sería universal. Los socialistas de Inglaterra están, naturalmente, interesados en un sistema cuyos beneficios se limiten a Inglaterra. Los bolcheviques de Rusia prefieren un sistema que funcione en beneficio de Rusia. Pero el Movimiento Ahmadía es una religión, e invita a Rusia, Alemania, Inglaterra, América, Holanda, China y Japón a participar igualmente en este Nuevo Orden.

Los fondos recaudados por este medio no se gastarían en un país en particular, sino que se dedicarían al alivio de la pobreza y la angustia en todo el mundo.

En suma, todos estos movimientos seculares apoyan y fortalecen el nacionalismo, pero el Mesías Prometidoas ha ideado un sistema que tiende a promover la fraternidad universal. En Rusia, en la actualidad, un ruso se ve obligado a renunciar a su excedente para el beneficio de otros rusos, pero bajo este sistema un indio contribuye voluntariamente al beneficio de toda la humanidad, y lo mismo se aplica a un egipcio o un sirio. Esta es una distinción marcada entre las Nuevas Órdenes que estos movimientos seculares buscan promover, y el Nuevo Orden basado en los principios islámicos.

Bajo el sistema ruso se obligó a la gente a abandonar sus propiedades. Muchos abandonaron Rusia, y promovieron la agitación en contra del nuevo orden de ese país. No sintieron placer o satisfacción alguna después de tener que renunciar a sus propiedades para ayudar a los pobres. Cuando un ruso era desposeído de su propiedad, no se regocijaba, sino que volvía a su casa con gran angustia, y le decía a su gente que un gobierno tiránico lo había privado de su propiedad. Pero bajo este Nuevo Orden, un campesino que, por ejemplo, posee 10 acres de tierra, y declara en su testamento que uno, dos o tres de sus acres irán al fondo nacional, no se aflige cual si hubiera sufrido una pérdida, sino que va a visitar a su hermano al día siguiente, con gran alegría, y pide que le felicite, porque ha sido capaz de persuadirse a sí mismo para hacer esta disposición en su testamento, con el fin de ganar el agrado de Dios. En otras palabras, hacer esta provisión para los pobres no le causa aflicción ni pesar, sino que es algo que le proporciona un placer intenso, y además espera que otros allegados puedan hacer lo mismo, para que a su vez él pueda felicitarles. Cuando le informa a su esposa de lo que ha hecho, ella no maldice a las personas que privan a su familia de una porción de su propiedad, sino que experimenta una ola de emoción en la que la alegría y la envidia se mezclan. Mirará a su esposo con cierto anhelo en los ojos y dirá: “Dios te ha permitido hacerlo, pero yo no tengo ninguna propiedad mía, y no puedo hacer un testamento similar. ¿No me podrías transferir algo de tu propiedad para que también yo pueda participar en este proyecto?” Continuará usando su poder de persuasión, hasta que su marido acepte entregarle una porción de su propiedad, que también le permita legarla en su testamento. De esta manera, a partir de la porción adicional de la propiedad, un 1/10 o 1/8 o 1/6 se dona a favor de los fondos comunes. Cuando el hijo llega a casa y escucha que su padre y su madre han dispuesto tal voluntad, comienza a sentirse melancólico y le dice a su padre: “¡Que Dios te conceda una larga vida! No tengo ninguna propiedad mía. ¿Cómo podré hacer este fácil trato para ganar el placer de Dios? Si me permites tener también una parte de tu propiedad, yo también podría hacer lo que tú has hecho.” Si el padre siente simpatía por él, le permitirá también disponer de una parte de su propiedad, pensando que, al final, la propiedad pasará al hijo. El hijo hace un testamento al respecto, y de esta manera, otra porción de la propiedad se reserva para el fondo nacional. Si el padre no es fácil de persuadir, el hijo, de todos modos, hace un testamento por el que se compromete a transferir una parte de sus ingresos a lo largo de su vida al fondo nacional, y si muere poseyendo cualquier propiedad, el fondo nacional heredará la fracción que él haya especificado. En otras palabras, esto significa que cuando su padre muera, y él herede la propiedad de la familia, el “testamento” se aplicará a la herencia junto con cualquier propiedad que él mismo pueda haber adquirido, y de esta manera otra porción de la propiedad original pasa al fondo nacional.

Observamos diariamente que cuando el Estado aplica un impuesto, los que están obligados a pagarlo se sienten oprimidos, mientras que aquellos que están exentos experimentan un alivio. Los ricos se sienten molestos porque ahora tienen que pagar más al Estado, y los pobres están felices de que un poco más de la riqueza de los ricos se emplee en su beneficio. En nuestro sistema ocurre al revés. Cuando el sistema fue instituido por primera vez, se aplicó sólo a las propiedades y, por tanto, afectó sólo a las clases propietarias; pero aquellos en cuyo beneficio fue instituido este sistema, no sintieron alegría al observar que los miembros propietarios de la comunidad eran gravados por su causa. Al contrario, se sintieron angustiados por el hecho de que no se les permitiera participar en este sistema, cuya recompensa era el agrado y el paraíso de Dios. Se acercaron al Mesías Prometidoas y le pidieron que ideara algún medio por el cual también se les permitiera participar en el sistema. Finalmente, bajo la guía divina, les permitió aportar porciones determinadas de sus ingresos para el mismo propósito. De modo que, aunque al principio el sistema se aplicó sólo a las propiedades, a petición de quienes no poseían tales propiedades, se extendió a los ingresos y, por lo tanto, una parte de los ingresos corrientes junto con la propiedad, comenzaron a fluir hacia los fondos comunes.

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