Capítulo XIII
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

Por lo tanto, en lo que se refiere al lujo y la indulgencia, el Islam consigue la igualdad al prohibirlos por completo. Es obvio que los Estados y sistemas que buscan proporcionar lujo y medios de complacencia a todas las clases, se hallan obligados a embarcarse en la explotación de sus vecinos más débiles. En contra de esto, los Estados que aspiran a estándares uniformes de vida sencilla, sólo tienen que persuadir a los sectores más ricos de su propio pueblo a adoptar normas de vida más simples. Es mucho más fácil hacer cumplir y mantener los estándares de una vida sencilla que poner límites al lujo y a la indulgencia. El nivel de igualdad que persigue el Islam es mucho más fácilmente alcanzable que las normas que se han fijado en las comunidades europeas y americanas. El Islam puede tener éxito en lograr la reconciliación entre clases y proporcionar estándares razonables de comodidad para todo el mundo, con mucho menos gasto que en el caso de otras comunidades. En una parte, el objetivo es proporcionar lujo tanto a los pobres como a los ricos; y en la otra, el objetivo es tomar medidas adecuadas para satisfacer las necesidades vitales de los pobres, y prohibir los lujos y los medios de indulgencia a los ricos. El Islam puede devolver la paz y el consuelo a la humanidad con mucho menos esfuerzo y gasto del que es posible, por ejemplo, para el cristianismo. El Islam prohíbe a los hombres el uso de la seda; prohíbe comer y beber en vasijas de oro y plata; prohíbe la construcción de edificios señoriales cuyo motivo es la ostentación. Del mismo modo, prohíbe a las mujeres musulmanas gastar grandes sumas en ornamentos. Hace que la bebida del vino, los juegos de azar y las apuestas sean ilegales. El objeto de estas prohibiciones es imponer normas de vida sencillas a los ricos para que puedan ser persuadidos a contribuir con su excedente al alivio de los pobres. Por otro lado, los pobres no tendrían ningún deseo de disfrutar de estos lujos, ya que carecerán de la tentación de imitar a los ricos en este aspecto.

Además, el Islam deja espacio para el esfuerzo individual, lo alienta, y busca inducir a los ricos, mediante la persuasión y la exhortación moral, a hacer contribuciones voluntarias para el alivio de los pobres. Ya he señalado los efectos dañinos que se derivan de la supresión o el desaliento del esfuerzo y la iniciativa individual, y también los que resultan de la desposesión violenta y obligatoria. La paz, el consuelo y la felicidad universales sólo pueden asegurarse bajo un sistema que mantenga vivo el esfuerzo y la iniciativa individuales, y asegure los medios adecuados para ayudar a los pobres por medio de la persuasión. Esto es lo que el Islam busca. Otros movimientos generalmente abogan por la captación obligatoria de todo el excedente de la riqueza. Pero aparte de la recaudación de los impuestos obligatorios, el Islam no permite la captación obligatoria. Recurre al método de la persuasión, que genera un aumento de la buena voluntad y el afecto entre los diferentes sectores sociales. Si un hombre rico es privado de su excedente de riqueza, no es probable que sienta mucho afecto hacia aquellos que son la causa de la desposesión de su beneficio, ni los pobres bajo tal sistema mantienen algún sentimiento particular de gratitud o afecto hacia los ricos. Si, por el contrario, una persona dedica voluntariamente su excedente de riqueza al servicio de la humanidad, sin duda que se sentirá inspirado por sentimientos de benevolencia y afecto hacia los demás, mientras que aquellos que se benefician de su riqueza sentirán, sin duda, gran estima y afecto por él. El propósito de este método es promover, a nivel universal, la buena voluntad entre los diferentes sectores de la humanidad.

El fomento del esfuerzo individual garantiza que todo el mundo perseguirá su propio objetivo particular u ocupación con diligencia, yestodebedarlugarauncontinuoprogresointelectual. El médico tratará de lograr el mayor éxito en el arte de curar, el ingeniero tendrá como objetivo superar continuamente a sus compañeros de profesión en su rama particular de la ingeniería, el fabricante tratará de mejorar sus métodos para asegurar el mejor rendimiento con el costo más bajo, y así sucesivamente. Si se convence a cada uno de ellos para que contribuya generosamente al servicio de sus semejantes, se obtendrán los fondos necesarios, manteniendo el progreso intelectual y sin causar ningún resentimiento ni amargura. El bolchevismo, como he dicho, tiende a detener el progreso intelectual, y el método de compulsión que emplea, crea amargura en los corazones de quienes son desposeídos de su propiedad. Por el contrario, si se permite y se alienta que todo el mundo ejerza su talento particular de la mejor medida posible: el médico en el arte de curar, el abogado en los tribunales de justicia, el ingeniero en las mil y una actividades que requieren del ejercicio de su habilidad, y se les pide voluntariamente que contribuyan con su excedente al alivio de sus hermanos menos afortunados, no experimentarán sentimientos de injusticia o de amargura, sino que sentirán satisfacción y felicidad de poder servir al bien de la humanidad. Esto mantendría la justicia y el reparto justo, y promovería la benevolencia y la buena voluntad en todas partes.

Contrastemos esto con los sentimientos de una persona a quien el Estado le quita sus ingresos o bienes de forma obligatoria. No experimentará ningún sentimiento de benevolencia hacia los pobres. De hecho, siempre albergará en su mente sentimientos de injusticia, y siempre estará descontento y poco inclinado hacia un sistema que constantemente le somete a este trato. Por otro lado, no se generará en los pobres ningún sentimiento de gratitud al respecto. Se sentirán inclinados a pensar que el mero hecho de que un hombre sea rico, es muestra de que ha sido injusto y deshonesto, y que es bueno que se le prive de su propiedad excedente. Bajo un sistema voluntario, un hombre rico contribuye al alivio de los pobres sin que haya sentimientos de injusticia por un lado u hostilidad por el otro. Estos son reemplazados por la benevolencia y la buena voluntad.

Este es el método adoptado por el Islam. Fija impuestos para este propósito a través del Zakat y ‘Ushar, y luego los complementa con el mandato:

Y gastad en la causa de Al’lah y no os lancéis a la perdición con vuestras propias manos, y haced el bien; en verdad, Al’lah ama a quienes hacen el bien. (2: 196)

Es decir, además de los impuestos obligatorios, debéis contribuir voluntariamente, para aliviar a los pobres y evitar, si fracasáis en este deber, destruiros a vosotros mismos. Esto significa que los que tienen excedentes de riqueza no sufrirán ninguna pérdida real al contribuir al alivio de los pobres, pero si no lo hacen, finalmente serán destruidos. Este versículo habla claramente del destino de los aristócratas franceses y rusos. El fracaso de los ricos a la hora de cumplir voluntariamente con esta obligación conlleva, al final, su propia destrucción. La gente común se alzará y destruirá todo en su furia ciega. En el idioma del distrito de Shahpur dirían “haced las oraciones finales” sobre la riqueza de los ricos. Nuestro Jalifatul Masih, el Primero, solía explicar esto diciendo que, en el distrito de Shahpur, los campesinos acudían a solicitar préstamos del prestamista, y su endeudamiento aumentaba constantemente, hasta el punto de que todo el sector quedaba endeudado, y todos sus ingresos eran expropiados por el prestamista a fin de cobrar el interés generado por los préstamos. Cuando se llegaba a este estado, un gran terrateniente de la localidad reunía a los campesinos e indagaba cuál era el monto de su endeudamiento. Cada uno especificaba la cantidad por él adeudada, y el propietario entonces preguntaba si tenían algún medio o esperanza de reembolsarlo. Todo el mundo expresaba su incapacidad para hacerlo. Entonces se proponía que el asunto se resolviera “haciendo las oraciones finales”. Todos ellos oraban, y portando diversas armas iban a la casa del prestamista, lo mataban y quemaban todos sus papeles y sus libros.

Enesteversículo Diosordenaqueaquellosquetienenexcedentes deben emplearlos al servicio de la humanidad, y así salvarse de la destrucción. En otras palabras, el Islam permite la adquisición de riqueza por medios lícitos, pero prohíbe su almacenamiento, ya que esto conduciría en última instancia a la revolución y a la destrucción de la propiedad. El versículo entonces continúa diciendo:

Y haz el bien a los demás.”

Es decir, anima a los musulmanes a dar un paso más, reduciendo sus propias necesidades y gastando el dinero así ahorrado en servir a la humanidad. Entiende, sin embargo, que esto debe hacerse con alegría, y no por temor a que la riqueza excedente sea destruida de otra manera. El objetivo debe ser ganar el agrado de Dios. Si se sigue esta enseñanza para ganar el placer de Dios, se dará felicidad a los pobres, se salvaguardará a los ricos y se obtendrá el beneplácito divino. El versículo concluye:

En verdad, Al’lah ama a quienes hacen el bien.”

Es decir, no debéis imaginar que, al actuar conforme a esta enseñanza, se os está privando de la riqueza que habéis ganado legalmente. Esto, con el tiempo, demostrará ser una inversión provechosa que os hará ganar el amor de Dios, mejorará la sociedad en este mundo, y os asegurará vuestra recompensa en el Más Allá. En otras palabras, recibiréis comodidad y felicidad tanto aquí como en el Más Allá. Esta enseñanza protege, por un lado, el esfuerzo individual y la iniciativa, y asegura el progreso de toda la sociedad por el otro, siendo éste también el objeto declarado del bolchevismo.

Podrá decirse: “Esto está muy bien como enseñanza, pero lo que queremos saber es si el Islam siempre ha tenido éxito a la hora de proporcionar alimentos, ropa, refugio, ayuda médica y medios de educación a los pobres. Si alguna vez ha conseguido asegurar estas condiciones, debemos saber cómo funcionó el sistema en la práctica”. En la respuesta a esto, es importante darse cuenta, en primer lugar, que una enseñanza sólo puede ser exitosa si es capaz de hacer frente a los problemas que surgen en cada época sucesiva. Debe poseer suficiente elasticidad para poder alcanzar el ideal que nos plantea según las circunstancias de cada época. Un sistema absolutamente fijo y rígido puede ser beneficioso en un momento o en un lugar, pero puede dejar de ser útil en otro momento u otro lugar. Debe ser capaz de adaptarse a las cambiantes circunstancias de la vida humana. Por elasticidad, sin embargo, me refiero a la elasticidad en la aplicación, no en cuanto a los principios e ideales.

Durante la etapa inicial del Islam, las enseñanzas sociales y económicas del Islam resultaron ser totalmente adecuadas a lo que se exigía de ellas. El Santo Profetasa no sólo insistió en mantener modos de vida sencillos, sino que, en cuanto los musulmanes alcanzaron el poder político, la historia es testigo de cómo las necesidades de los pobres se vieron cumplidas a través del Zakat complementado con las aportaciones voluntarias. En este sentido, los Compañerosra del Santo Profetasa solían, a menudo, hacer grandes sacrificios. Hadrat Abu Bakrra en una ocasión contribuyó con la totalidad de su propiedad, y en otra, Hadrat ‘Uzmanra contribuyó con casi todas sus pertenencias; de modo que de acuerdo con esta enseñanza, las necesidades de la gente quedaron satisfechas según las exigencias de la época.

Cuando, durante la época de los Jalifas, las fronteras del Estado islámico se hicieron más amplias, las necesidades de los pobres fueron satisfechas de una manera más organizada. En la época de Hadrat ‘Umarra se mantuvieron registros regulares de toda la población, y se satisficieron, para todos, las necesidades básicas de la vida, según unos baremos prefijados. De esta manera, todo el mundo, rico o pobre, estaba adecuadamente provisto, y los medios adoptados eran adecuados a las circunstancias de la época. La gente suele pensar que los bolcheviques inventaron el principio de garantizar las necesidades de la vida a cada individuo. Esto es incorrecto. Este principio fue establecido por el Islam, y se implementó de manera organizada en la época de Hazrat ‘Umarra. Bajo el sistema inicial introducido por Hazrat ‘Umarra, un niño que era amamantado no reunía los requisitos para recibir alguna ayuda. La tesorería era responsable de proporcionar ayuda al niño solo después de que dejara de amamantar. En una ocasión, una madre dejó de amamantar prematuramente a su hijo para poder obtener el subsidio de tesorería. Una noche en que Hazrat ‘Umarra hacía su ronda escuchó al niño llorar en una choza. ‘Umarra entró y preguntó por qué lloraba el niño. La madre le dijo, “’Umarra ha hecho una ley por la que se puede obtener una asignación para un niño sólo cuando deja de amamantar, por lo que he dejado de amamantarle para obtener un subsidio en su nombre; Hadrat ‘Umarra —él mismo relató este incidente— dice que, al oír esto, se sintió culpable de haber creado una ley que podría interferir seriamente en el desarrollo físico de la siguiente generación. Inmediatamente emitió un edicto por la que debía pagarse una asignación a cada niño recién nacido. Este era el sistema en la época de ‘Umarra y, de nuevo, era bastante adecuado, teniendo en cuenta las circunstancias de su época. Es cierto que en ese momento el abismo entre riqueza y pobreza no era tan amplio como lo es hoy. El Zakat, las contribuciones voluntarias hechas al Estado para este propósito, y la caridad privada proporcionaron un alivio adecuado y oportuno a los pobres. No había industrialización, y la competencia comercial no era tan aguda como lo es en los tiempos modernos. Los Estados poderosos no explotaban a los Estados más débiles como lo hacen hoy. El sistema que resultó adecuado en aquellos tiempos resultaría inadecuado e ineficaz actualmente. Pero esto no disminuye la excelencia de la enseñanza islámica sobre el tema. En aquel momento el objeto de esta enseñanza podía cumplirse por medio del Zakat y las contribuciones voluntarias, y no era necesario recurrir a nada más. Hoy día, el Zakat y las contribuciones voluntarias no parecen ser suficientes y se necesita algo más.

En la actualidad, el mundo se ha vuelto mucho más organizado, y los Estados se ven diariamente impulsados a adoptar políticas que les aporten un control cada vez mayor sobre la riqueza nacional. Si alguno de los movimientos sobre los que he llamado la atención llega a la supremacía, el resultado consecuente es que la riqueza individual se reducirá, y la mayor parte de la riqueza nacional acabará bajo el control del Estado. Los países en los que se originaron estos movimientos exitosos y sus aliados, podrán alcanzar mayor felicidad y paz, pero los demás países sufrirán la explotación y se enfrentarán a una mayor miseria y sufrimiento.

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