CAPÍTULO 8 ¿MURIÓ JESÚS EN LA CRUZ Y SUBIÓ AL CIELO?
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
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CAPÍTULO 8 ¿MURIÓ JESÚS EN LA CRUZ Y SUBIÓ AL CIELO?

Si es cierto, como hemos mostrado en los capítulos anteriores, que Jesús estaba vivo cuando fue bajado de la Cruz ¿por

qué los primeros cristianos, como San Pablo y San Pedro, creen en su muerte en la Cruz? Es evidente por sus Epístolas que el punto principal de su predicación era su muerte en la Cruz y su resurrección posterior, como lo es actualmente en la mayoría de las sectas cristianas. Indudablemente es necesario describir con detalle este aspecto.

Los discípulos de Jesús lo abandonaron, y huyeron aterrorizados cuando fue arrestado, y no aparecen como espectadores cuando fue bajado de la Cruz ni cuando salió del sepulcro. Aunque no apareció en público por temor a ser detenido de nuevo, se reunió con sus discípulos solamente en secreto, o en lugares apartados. Si no los hubiera visto de nuevo, y de esta forma asegurado que había escapado de la muerte, su fe en su condición de Mesías podía haberse tambaleado, y se hubieran apartado al comprobar que aquel a quien habían considerado el Mesías Prometido de los judíos había muerto de una muerte “maldita”. Por tanto, se mostró a ellos para restablecer su fe vacilante. En realidad, su liberación de las garras de la muerte era una prueba realmente convincente en favor de su afirmación, y los fortaleció en la fe. Después de salir del país, despidiéndose de ellos en el mar de Tiberíades, como dice Juan, permanecieron firmes en la fe. Llegaron incluso a intentar

predicar su doctrina a los judíos, pero los judíos los persiguieron. Algunos fueron directamente ejecutados, y otros apedreados hasta morir. Los judíos rechazaron su afirmación, los increparon y se burlaron de ellos, afirmando que habían dejado a su Mesías morir de una muerte maldita. Los discípulos de Jesús no podían hablar de su escapatoria, por temor a una cruel persecución, por lo que es más que probable que ocultaran la cuestión y respondieran que Jesús había resucitado de entre los muertos, ya que los judíos estaban convencidos de que había muerto; y añadieron que había subido al cielo, con lo que querían decir que se había dirigido a un lugar seguro78.

No obstante, esta respuesta no podía satisfacer a los judíos. Ellos no lo habían visto subir a los cielos. Por tanto, creían que había muerto de una muerte “maldita”.

Además, su predicación, de acuerdo con las enseñanzas de su Maestro, quedaba circunscrita solamente a los judíos. Es evidente que no era fácil para los judíos creer en Jesús, teniendo en cuenta el humilde origen de sus discípulos, cuando ni siquiera el mismo Jesús pudo convencerlos. Por otra parte, los discípulos se veían en la imposibilidad de propagar su fe entre otras naciones, en primer lugar, porque estas no aceptarían la Ley Mosaica, y, en segundo lugar, porque Jesús les había prohibido predicar a los gentiles. En

  • El término “cielo” se utilizó queriendo indicar cualquier lugar elevado, como leemos, por ejemplo, en Éxodo 19-20, que el Señor bajó al Monte Sinaí, en la cima de la montaña, y habló a Moisés. Pero en el versículo 22 del capítulo 20, se usa la palabra “cielo” en lugar de la cima de la montaña. Además, en 89ª Ex. R. IXI leemos: “Antes de que Moisés ascendiera al cielo dijo que descendería en la mañana del cuadragésimo primer día” (Enciclopedia judía, sobre la palabra Moisés). Y en Éxodo 24-28 se afirma claramente que Moisés “entró en la nube que lo llevó hasta la montaña y Moisés estuvo en la montaña cuarenta días y cuarenta noches”. De la misma manera, Jesús fue llevado a la cima del Monte de los Olivos y una nube los ocultó a su vista. Como los discípulos lo vieron ascender a lo alto de la montaña según el uso antes citado dijeron que había subido al cielo.

estas circunstancias poco propicias, surgió un hombre llamado Saúl, conocido después como Pablo, el cual, sin ser uno de los apóstoles, declaró su derecho al apostolado en razón de una visión, sabiendo que de otro modo su reivindicación tenía muy pocas posibilidades de ser reconocida.

La visión de San Pablo

 La visión argumentada por él se menciona en los Hechos de los Apóstoles, capítulos 9, 22 y 26. Si leemos atentamente las distintas narraciones, las encontraremos llenas de contradicciones.

  1. Por ejemplo, en el capítulo 9, versículos 3-6 leemos: “De repente le rodeó una luz venida del cielo, cayó en tierra y oyó una voz que le decía: “Saúl…” y los hombres que iban con él se habían detenido mudos de espanto, oían la voz pero no veían a nadie”; pero en el capítulo 22, versículo 9, afirma: “Los que estaban conmigo vieron la luz, pero no oyeron la voz del que me hablaba”.
  2. En los capítulos 9 y 22 afirma que una gran luz lo envolvió de repente, pero en el capítulo 26 dice que la gran luz lo envolvió a él y a los que habían viajado con él.
  3. En el capítulo 9 leemos que solo él cayó a tierra y los otros se detuvieron mudos de espanto, pero en el capítulo 26, versículo 14, afirma que todos cayeron a
  4. En el capítulo 22 dice que, a su pregunta de qué es lo que debía hacer, Jesús le respondió: “Levántate y vete a Damasco; allí se te dirá todo lo que se te ha asignado”. Cuando llegó a Damasco, un tal Ananías llegó a él y le dijo lo que debía
  1. En el capítulo 26, sin embargo, no menciona nada de esto. Por el contrario, dice que el mismo Jesucristo le dijo todas las cosas que debía

Con estas contradicciones presentes en la visión en la que basa su reivindicación de ser un apóstol, nos sentimos obligados a dudar de su realidad. Si admitiéramos que vio tal visión, una simple visión no puede constituir una base segura en la que fundar el derecho al apostolado. Sin embargo, abrazó el cristianismo en Damasco, y empezó a predicar inmediatamente en las sinagogas que Cristo era el hijo de Dios, confundiendo a los judíos que habitaban en Damasco, demostrándoles que este era el verdadero Cristo. Los judíos se confabularon para asesinarlo79.

Antes de que ocurriera esto, cuando Esteban fue lapidado hasta la muerte por de los judíos, él permaneció al lado, consintiendo su muerte80 y hubo una gran persecución contra la Iglesia en Jerusalén; y todos huyeron del país, excepto los Apóstoles81.

San Pablo se dirige a los Gentiles

 Por tanto, habiendo experimentado la persecución a manos de los judíos, dada la insistencia de estos en rechazar las afirmaciones de Jesús, e insatisfecho con el progreso lento y sin futuro del cristianismo, se retiró para estudiar su nueva situación a un lugar oculto de la región al sur de Damasco llamado Arabia82.

Su meditación le reveló una idea que no se le había ocurrido ni siquiera a Jesús. Consistía en que el cristianismo debería ser predicado a los gentiles. Tres años después de su conversión, visitó por primera vez Jerusalén con el fin de conocer personalmente a Pedro83. Intentó unirse al grupo de los discípulos, aunque al principio no lo aceptaron. A través de Bernabé se reunió con los discípulos y les habló de su visión, asegurándolos su sinceridad y predicando abiertamente en Jerusalén en nombre de Jesús.

Según su Epístola a los Gálatas, solo convivió con Pedro quince días, y no conoció a ningún otro discípulo aparte de Santiago84. Hasta este momento, todos los que habían huido fuera del país como consecuencia de la persecución que siguió a la muerte de Esteban, se habían dirigido a Fenicia, Chipre y Antioquía, predicando la palabra exclusivamente a los judíos85.

Para entonces, Pablo se había convencido de la imposibilidad de convertir a los judíos; por ello, decidió predicar abiertamente a los gentiles. Sin embargo, esto se oponía a las enseñanzas de Jesús, quien se lo había prohibido estrictamente a sus discípulos, diciéndoles:

“No acudáis a los gentiles ni entréis en la ciudad de los samaritanos, sino dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la Casa de Israel”86. Y también: “Solo he sido enviado a las ovejas perdidas de la Casa de Israel”87 y “no está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perros”.

Cuando los discípulos intentaron disuadirlo para que no predicara a los gentiles, afirmó que el mismo Jesús le ordenó en una visión que lo hiciera, mientras estaba en Jerusalén, con estas palabras:

“Date prisa y marcha inmediatamente de Jerusalén pues ellos (los judíos) no recibirán tu testimonio acerca de mí… Marcha, porque yo te enviaré lejos, a los gentiles”89.

A pesar de la oposición de los discípulos, continuó predicando a los gentiles y tuvo éxito en su misión. Los discípulos, que estaban siendo perseguidos implacablemente, terminaron por ponerse de acuerdo con él para que continuara su trabajo entre los gentiles mientras que ellos predicaban a los israelitas.

Abolición de la Ley Mosaica

Pablo se dio cuenta, además, que para conseguir el éxito entre los gentiles, debían modificarse las enseñanzas propuestas por Jesús y practicadas fielmente por él y sus discípulos. Vio que las ceremonias y ritos de la ley mosaica nunca serían aceptados por los que no eran judíos. Con su característico atrevimiento, declaró, pues, la abolición de la Ley con todas sus ceremonias y ritos, y dio un nuevo enfoque al cristianismo que se convirtió en un conglomerado de su propia activa imaginación, del pensamiento romano y la filosofía griega. Dice:

1.               Nadie será justificado ante Dios por las obras de la Ley, pues la ley no da sino el conocimiento del pecado.” “Porque pensamos que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la Ley.

  1. Pues el pecado no dominará ya sobre vosotros, ya que no estáis bajo la Ley.

3.               No desecho la gracia de Dios, pues si por la Ley se obtuviera la justicia, entonces hubiese muerto Cristo en vano.

  1. Conscientes de que el hombre no se justifica por las obras de la Ley sino solo por la fe en Jesucristo.

5.               He aquí, yo, Pablo, os dice que si os circundáis, de nada os aprovechará Cristo.

Estas enseñanzas eran muy diferentes de las de Jesús, el cual, durante toda su vida, actuó de acuerdo con la Ley. Poco tiempo antes de ser detenido por los judíos, Jesús celebró y comió la Pascua con sus discípulos96.

A un leproso al que había limpiado la lepra le dijo: “Vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio”97.

Les ordenó además que ofrecieran sus dones al altar98. Sus discípulos actuaron también según la Ley; la mujer que acudió con Jesús a Jerusalén preparó las especias y ungüentos y descansó el día del sábado, de acuerdo con el mandamiento99.

San Pablo, por lo tanto, no tenía ni el mandato ni el derecho de abolir o modificar los mandamientos de la Ley. No era el Mesías, ni un profeta, ni siquiera un apóstol. ¿Qué derecho, pues, tenía para afirmar: “Si os dejáis circuncidar, de nada os aprovechará Cristo”, mientras que el mismo Cristo100 y todos los Apóstoles estaban circuncidados? Jesús dice igualmente: “No creáis que he venido a destruir la Ley o los profetas. No he venido a destruir sino a cumplir”101. Y: “Más fácil es que el cielo y la tierra pasen, que no que caiga un ápice de la Ley”102.

La afirmación de Pablo de que un hombre no se justifica por las obras de la Ley es totalmente errónea. “Zacarías y su esposa eran ambos justos ante Dios, y caminaban sin tacha en todos los mandamientos y preceptos del Señor”103. Los Apóstoles de Jesús no mantenían la misma creencia. Por ejemplo, Santiago, el hermano de Jesús, dice:

“¿De qué sirve, hermanos míos, que alguien diga “tengo fe”, si no tiene obras? ¿Acaso podrá salvarle la fe? Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen de sustento diario, y alguno de vosotros les dice: “Id en paz, calentaos y hartaos”, pero no les dais lo necesario para el cuerpo ¿de qué sirve? Así también la fe, si no tiene obras, está realmente muerta… Ya veis cómo el hombre es justificado por las obras y no por la fe solamente… porque así como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta”104 .

Las enseñanzas de Pablo contra la Ley no fueron observadas en silencio por los Apóstoles y otras personas. Se alarmaron por la desviación, y algunos de ellos fueron de Judea al centro de trabajo de Pablo y dijeron a los nuevos conversos que, excepto mediante la obediencia fiel a la Ley y el escrupuloso cumplimiento de sus mandamientos, tales como la circuncisión al estilo de Moisés, no podrían salvarse105. Por consiguiente, surgió una gran tensión y discordia entre ellos y Pablo. Esto hizo que Pablo acudiera con algunos de su grupo a Jerusalén, en donde se celebró una reunión para estudiar la cuestión, a la que asistieron los Apóstoles, los ancianos y otros discípulos.

Siguieron unas discusiones violentas y encendidas. Para entonces, el trabajo de Pablo había conseguido progresos decisivos, y para los Apóstoles era casi imposible detenerlo. Por otra parte, los que predicaban a los judíos no conseguían progreso alguno, y se desesperaron poco a poco de una victoria contra el judaísmo. Bajo la influencia de estos dos factores, Pedro se levantó y apoyó las opiniones de Pablo. Al final, Santiago pronunció un discurso que terminó así:

“Mi opinión es que no molestemos a aquellos de entre los gentiles que se han vuelto a Dios”.

Por último, se les escribió la siguiente carta:

“Los Apóstoles y los presbíteros hermanos saludan a los hermanos venidos de la gentilidad que están en Antioquia, en Siria y en Cilicia. Habiendo sabido que algunos de entre nosotros, sin mandato nuestro, os han perturbado con sus palabras, perturbando vuestras almas “y diciéndo que os circundéis y observéis la Ley… ha parecido bien al Espíritu Santo y a Nosotros no imponeros más cargas que estas indispensables: abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de la sangre, de los animales estrangulados y de la fornicación”

Cristo como sustituto de La Ley Mosaica

Cuando Pablo vio sus esfuerzos coronados por el éxito, al acordar que predicaría a los gentiles sin exigirles el cumplimiento de la Ley, mientras que los judíos quedarían obligados a un respeto minucioso de la misma, volvió a superar los límites fijados a sus actividades, y predicó la abolición de la Ley no solo para los gentiles sino también para los judíos, manteniendo que la fe en la sangre de Jesús había ocupado su lugar.

Así, dice:

“La Ley ha sido nuestro pedagogo hasta Cristo, para ser justificados por la fe. Mas, una vez llegada la fe, no estamos bajo el pedagogo”107 .

“Al llamar «nuevo» a ese pacto, ha declarado obsoleto al anterior; y lo que se vuelve obsoleto y envejece ya está por desaparecer”108.

Los discípulos de Jesús, después de haberse despedido de él, respondieron a los judíos que se burlaban de ellos y que afirmaban que habían hecho que su Mesías muriera de una muerte “maldita”, que había resucitado de entre los muertos. Pero su resurrección era difícil de demostrar. No hizo ninguna aparición pública y permaneció oculto todos los días que estuvo allí. Cuando emigró a otro país, afirmaron, metafóricamente, que había subido a los cielos. Esta respuesta era aún más increíble que la anterior e insatisfactoria para los judíos que habían pensado que había muerto de una muerte “maldita”.

Cuando Pablo proclamó la abolición de la Ley y absolvió a las personas de la necesidad de cumplirla, dijo osadamente a los judíos que era cierto, como decían ellos, que Jesús murió de muerte maldita “pero para rescatarnos de la maldición de la Ley, haciéndose él mismo maldición por nosotros, pues dice la Escritura: “maldito todo el que está colgado de un madero””109.

Ahora bien, entre los judíos estaba muy extendida la creencia de que los pecados se perdonan por el ofrecimiento de bienes y sacrificios de animales. Así, Miqueas, el profeta, dice:

“¿Con qué me presentaré yo a Yahveh, me inclinaré ante el Dios de lo alto? ¿Me presentaré con holocaustos, con becerros añojos?

¿Aceptará Yahveh miles de carneros, miríadas de torrentes de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi delito, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma?”110.

Pablo tomó esta creencia como base para la abolición de la Ley y dijo:

“Y ( Jesús) entró en el santuario con su propia sangre… consiguiendo una redención eterna para nosotros. Pues si la sangre de machos

cabríos y de toros, y la ceniza de vaca rociadas a los inmundos,

santifican para la purificación de la carne ¡cuánto más la sangre de Cristo, que por el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios, purificará de las obras muertas nuestra conciencia para rendir culto a Dios vivo!”111.

También dice:

“En Jesucristo tenemos la redención a través de su sangre e incluso el perdón de los pecados”112.

“Cristo murió por nuestros pecados”113.

Por lo que a los gentiles se refiere, ellos creían lo mismo respecto a sus dioses, según mostraré en el capítulo siguiente. Así, Pablo basó su predicación a los gentiles en la crucifixión y resurrección de Jesús, diciendo que Jesús, el Cristo, “había sido resucitado de entre los muertos de acuerdo con mi Evangelio”114.

“Y si noresucitó Cristo (de losmuertos), vacía es nuestra predicación y vacía también vuestra fe”115.

Dado que Pablo era romano116 y por sus viajes a Siria etc. conocía la mentalidad de los gentiles, basó su predicación en las ideas preexistentes de los gentiles, a fin de que pudieran asimilarla fácilmente.

Es evidente por el Nuevo Testamento que Pablo no conoció a Jesús, y que no estaba presente cuando fue crucificado, bajado y sacado del sepulcro, ni tampoco en la despedida a sus discípulos. Tres años después de su conversión, llegó a Jerusalén y permaneció con Pedro durante quince días. Después de catorce años volvió a Jerusalén para convencer a los Apóstoles de la verdad de la predicación.

La única razón por la que Pablo presentó la doctrina de la crucifixión y la resurrección fue la de convertir a los gentiles aboliendo la Ley para rescatarlos del pecado y librarlos de los mandamientos de la Ley. De entre los apóstoles que lo apoyaron y siguieron, adoptando su método de predicación, Pedro fue con el que vivió durante quince días. Sabemos por los Evangelios que Pedro era de naturaleza contradictoria y cambiante, y no era muy firme en su fe. En el Evangelio de Mateo leemos que dijo a Jesús:

“Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré”117.

Pero poco después, negó tres veces a Jesús y bajo juramento dijo que no lo conocía118.

El mismo Pablo es testigo de que Pedro era de fe débil. Dice:

“Mas, cuando vino Pedro a Antioquía, me enfrenté con él cara a cara, porque era digno de reprensión. Pues antes de que llegaran algunos del grupo de Santiago, comía en compañía de los gentiles; pero una vez que llegaron, se retraía y se apartaba por temor de los circuncisos. Y los demás judíos lo imitaron en su simulación, hasta el punto de que el mismo Bernabé se vio arrastrado por la simulación de ellos. Pero en cuanto vi que no procedían con rectitud, según la verdad del Evangelio, dije a Pedro en presencia de todos: “Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?””119.

No es pues increíble que un hombre como Pedro, bajo la influencia de Pablo, mostrara su creencia en la sangre de Jesús y

predicara contra las enseñanzas de su maestro, simulando haber tenido una visión como Pablo.

“Yél(Pedro) sintió hambreyquisocomer. Mientrasselopreparaban le sobrevino un éxtasis, y vio los cielos abiertos, y que bajaba hacia la tierra algo semejante a un gran lienzo, atado por las cuatro puntas, en el cual había toda clase de cuadrúpedos terrestres, y reptiles y aves del cielo. Y una voz le dijo: “Levántate, Pedro, mata y come”. Pedro contestó: “De ninguna manera, Señor; jamás he comido ninguna cosa común o impura”. La voz le dijo por segunda vez: “Lo que Dios ha purificado no lo llames tú común”. Esto se repitió tres veces, y aquel cáliz volvió a ser recogido en el cielo”120.

Si estas personas hubiesen reflexionado sobre este tipo de visiones, habrían sabido que la visión podría proceder de Satanás, o ser el resultado de sus propios pensamientos. Una visión contraria a la palabra de Dios no puede proceder de Él. Cuando Dios dijo a Moisés: “El cerdo es impuro para vosotros, no comáis su carne”121 la voz que oyó Pedro de que todos los animales son limpios era ciertamente la voz del diablo, no la de Dios.

En cuanto a Pablo, no podemos describirlo con más exactitud que con la que él mismo se describe. Dice:

“Con los judíos me he hecho judío para ganar a los judíos; con los que están bajo la Ley, como quien está bajo la Ley – aún sin estarlo -, para ganar a los que están bajo ella. Con los que están sin Ley, como quien está sin Ley, para ganar a los que están sin Ley”122.

Y por fin revela su secreto diciendo:

“Pero si con mi mentira sale ganando la verdad de Dios para gloria suya ¿por qué razón soy también yo todavía juzgado como pecador?”123.

Esta política de Pablo le hizo modificar las enseñanzas de Jesús y afirmar que no podía actuar de otro modo. A pesar de no ser un apóstol, se proclamó como uno de los apóstoles que vivieron con Jesús. Pedro, como he dicho antes, declaró explícitamente que Jesús, después de su resurrección, no se mostró en público, sino únicamente a los discípulos, y las cuatro narraciones de los Evangelios testifican lo mismo. Pero Pablo, para confirmar su apostolado, los contradice a todos, diciendo que Jesús fue visto por Pedro, después por los doce (cuando solo había once) y más tarde por unos quinientos hermanos, a continuación, por Santiago, después por todos los Apóstoles. Y por último fue visto también por mí”124.

Para agradar a los gentiles, Pablo y Pedro y quienes los siguieron, cambiaron la religión enseñada por Jesús. Creyeron en su crucifixión y resurrección, y en que fue “maldito” para rescatarlos de sus pecados. Enseñaron al pueblo que era suficiente que un hombre creyera en la sangre de Jesús para conseguir la salvación. Poco a poco, esta religión fácil, que debería ser denominada el paulinismo, se hizo cada vez más prominente hasta barrer cualquier vestigio de los principios enseñados por el fundador de lo que hoy se conoce como cristianismo.

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