XIII EL RANGO DEL JALIFA
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
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Cuando comenzó la institución del Jilafat se extendió la noción de que el Jalifa era un cargo puramente espiritual, y que la sucesión del Prometido Mesíasas en relación a la regulación de la comunidad y la administración de sus asuntos recaía sobre el Sadr Anyuman. El Sadr Anyuman era un cuerpo auto-renovable. Según su reglamento, aprobado por recomendación de Jawaya Kamal-ud- Din, una vacante entre los miembros del Anyuman, derivada de la muerte o renuncia de un miembro, se cubría con una nominación por la mayoría de los miembros restantes. De modo que, si un mínimo de ocho miembros, de un total de catorce, estaban de acuerdo, formaban una mayoría que podía perpetuarse cubriendo cada vacante con el nombramiento de una persona de ideas afines. Cuando falleció el Mesías Prometidoas, algunos de los miembros prominentes del Anyuman eran Maulwi Muhammad ‘Ali, Jawaya Kamal-ud-Din, Shaij Rahmatul’lah, el Dr. Sayyid Muhammad Husain y el Dr. Mirza Ya’qub Baig, los últimos cuatro pertenecientes a Lahore. El Presidente era Maulwi Nur-ud-Dinra y algunos de los otros miembros eran Sayyid Muhammad Ahsan, Sahibzada Mirza Bashir-ud-Din Mahmud Ahmad, Nawab Muhammad ‘Ali Jan y Jalifa Rashid-ud-din. Jawaya Kamal-ud-Din era el Secretario.

Cuando Hazrat Maulwi Nur-ud-Dinra se convirtió en Jalifatul Masih, una situación un tanto anómala resultó del hecho de que ahora era Jalifa, y por lo tanto Líder Supremo de la Comunidad, y también Presidente de la Sadr Anyuman. Irónicamente esta combinación adventicia fue aprovechada por el grupo mayoritario en el Anjman para crear confusión. Fomentaron la idea de que la presidencia del Anyuman era la verdadera fuente de autoridad en lugar del Jilafat. Ya en diciembre de 1908, en sus discursos en la Conferencia Anual, algunos de ellos destacaron la necesidad de la obediencia perfecta al Sadr-e-A’la (Presidente Supremo) y la plena conformidad con sus deseos. En las actas de los procedimientos del Anyuman, las directivas de Hazrat Jalifatul Masihra fueron referidas como las directivas del presidente. Esta anomalía se resolvió cuando en 1910 el Presidente y Jalifa renunció a la Presidencia alegando que ambos cargos no eran compatibles, y ordenó que Sahibzada Mirza Bashir-ud-Din Mahmud Ahmad fuera el Presidente del Anyuman. Pero para entonces la cuestión de la supremacía entre el Jalifa y el Anyuman ya había salido a la luz.

Después de esta digresión explicativa retornaremos al principio. Maulwi Muhammad ‘Ali, que posteriormente se convirtió en Amir del grupo disidente, no estaba convencido de que, tras la muerte del Mesías Prometidoas, fuera obligatorio jurar lealtad a Hazrat Jalifatul Masih, tal como escribió después:

“El Mesías Prometidoas murió en Lahore. Cuando su cuerpo llegó a Qadian, Jawaya Kamal-ud-Din me dijo en el jardín que se había propuesto que Hazrat Maulwi Nur- ud-Dinra fuera su sucesor. Luego me dijo que también se había propuesto que todos los áhmadis le juraran lealtad. Sobre esto le comenté que no era necesario. Sólo los nuevos miembros del Movimiento tenían que realizar el juramento de lealtad, y eso fue lo que se estableció en Al-Wasiyyat. Sigo opinando que los que juraron lealtad al Mesías Prometidoas no están obligados a jurarle lealtad a nadie más. Sin embargo, acepté el compromiso para mantener la concordia en la comunidad”.60

Teniendo en consideración esta distinción, parece que, al

menos en esa etapa, se sintió inspirado por un ferviente espíritu de obediencia, como lo atestigua el siguiente planteamiento expuesto en su folleto Un anuncio muy importante:

“Hay otro sistema de fidelidad vigente entre los Sufis que se llama Compromiso de Arrepentimiento. Una persona que realiza este juramento se somete a las órdenes de su preceptor. Este es el mismo el propósito que tiene el juramento de lealtad al Santo Profetasa o al Mesías Prometidoas. Pero este juramento no tiene ninguna relevancia sobre el Jilafat de ninguno de ellos. Este es el juramento que aquellos de nosotros que somos miembros del Movimiento realizamos de la mano de Hazrat Jalifatul Masihra, y en virtud de este juramento todos estamos obligados a obedecer todas las órdenes de Hazrat Jalifatul Masihra, incluyendo aquellas que se refieren a la doctrina. Esta promesa tenía por objeto fortalecer nuestra relación espiritual con Dios, sacar provecho de la asociación con personajes tan sagrados como Hazrat Jalifatul Masihra, y de inclinarnos ante su profundo aprendizaje y su gracia. Para este propósito es necesario que el discípulo se arroje ante su preceptor como un cuerpo sin vida y le entregue todos sus deseos; y no que el preceptor afirme que algo es correcto y apropiado, y el discípulo declare que el preceptor no ha comprendido el asunto y que él mismo lo entiende mejor. Después de realizar el juramento tal actitud equivaldría a ser impertinente con Hazrat Jalifatul Masih, y sería una burla del propósito del juramento.” 61

En vista de esta declaración, se deduce que Maulwi Muhammad ‘Ali aceptó plenamente las siguientes afirmaciones positivas de Hazrat Jalifatul Masih:

  1. Yo declaro bajo juramento en el nombre de Al’lah que es Él quien me hizo Jalifa.
  2. ¿Quién tiene ahora el poder de privarme de la túnica

del Jilafat?

  1. Al’lah me ha hecho Jalifa por su propia Su voluntad y designio.
  2. Podéis atribuirme mil faltas, pero en realidad estaréis asociando las faltas al diseño de Dios que me ha convertido en Jalifa.
  3. Como Abu Bakrra y ‘Umarra, que Al’lah esté complacido con ellos, se convirtieron en Jalifas, de la misma manera Al’lah, el Exaltado, me ha hecho Jalifa después de Hazrat Mirza 62

En su Anuncio Más Importante Maulwi Muhammad ‘Ali declaró:

“Este santo Maulwi Nur-ud-Din, que se llama Jalifatul Masih, es el único que merece ser llamado así y hace justicia al verdadero significado de esa expresión”.63

Maulwi Muhammad ‘Ali quizá estaba sugiriendo que incluso si Maulwi Nur-ud-Dinra era reconocido como Jalifatul Masih en el verdadero significado de esa expresión, eso no implicaba que la institución del Jilafat continuaría después de él. No obstante, cualquier duda a este respecto fue resuelta por el Jalifatul Masih en su declaración:

“No se puede obtener ningún beneficio de esta controversia. Nadie te hará Jalifa, ni nadie puede convertirse en Jalifa durante mi vida. Cuando muera, solo Dios decidirá quien debe ser elegido. Y Dios mismo le elevará.”

Por lo tanto, se puede apreciar que la controversia que estaba generándo era sobre la institución del Jilafat. Los opositores de la institución inventaron otras diferencias doctrinales que utilizaron como argumentos y principios de su posición sobre esa cuestión. Sobre el asunto central, estaban dispuestos, no obstante y de mala gana, a reconocer como Jalifatul Masih a Hazrat Maulwi Nur- ud-Dinra. Debido al impacto de la muerte repentina de el Mesías Prometidoas, su compromiso era demasiado grande como para realizar un descarado giro de ciento ochenta grados. Habían atado sus propias manos con demasiada fuerza. Pronto se dieron cuenta de que habían cometido un error, y comenzaron buscar maneras que les ayudaran a revertir una situación difícil con la mínima pérdida de prestigio. Una confrontación directa con el Jalifa no sería tolerada por la mayor parte de la comunidad y, por lo tanto, sería imprudente. El Jalifatul Masihra estaba a punto de cumplir setenta años, y su salud no era muy buena. Pronto saldría a la luz la cuestión acerca de un Sucesor. Entonces dirigirían a la opinión de la Comunidad hacia el concepto de que la autoridad suprema estaba investida en el Sadr Anyuman y que el Jalifa era un preceptor espiritual puramente simbólico, con derecho al respeto y al honor en esa capacidad, pero sin ninguna autoridad. Estaban temerosos de que la sucesión pudiera ir a Sahibzada Mirza Bashir-ud-Din Mahmud Ahmad, de apenas veinte años de edad, un chico muy jóven, a quien el Jalifatul Masihra favorecía -creían que indebidamente- y por quien parecía tener un alto grado de estima. En vista de esta contingencia también estaban ansiosos de que la prioridad del Sadr Anyuman en sus relaciones con el Jalifa se estableciera con claridad.

Con este objetivo en mente, algunos de ellos no tuvieron escrúpulos incluso en pervertir una doctrina bien establecida. Argumentaron que era inútil citar el versículo 24:56 del Sagrado Corán y buscar un paralelo en el caso de Hazrat Abu Bakrra en apoyo del Jilafat, porque el Santo Profetasa ciertamente tenía Sucesores que eran Jalifas, pero el Mesías Prometidoas, que él mismo era sólo un Jalifa del Santo Profetasa, y no era un Profeta en su propio derecho, no podía tener un Jalifa. Por ejemplo, el Dr. Basharat Ahmad, que había sido signatario de la solicitud escrita presentada a Hazrat Maulwi Nur-ud-Dinra el 27 de mayo de 1908, para asumir el cargo de Jalifatul Masih, tuvo la osadía de escribir:

“Habíamos afirmado inequívocamente que Mirza Sahib no era un Profeta, sino sólo un Jalifa del Santo Profetasa. El Jilafat sólo puede seguir al Profetazgo, el Jalifa de un Jalifa carece de sentido”.64

Esta declaración era una contradicción directa de las afirmaciones positivas que, de vez en cuando, hacían las figuras principales del grupo al cual pertenecía el Dr. Basharat Ahmad; de hecho él mismo fue responsable de la afirmación:

“En resumen, habrán Profetas y Mensajeros, pero ellos serán seguidores del Santo Profetasa, y por lo tanto su rango de Mensajeros y Profetas no contravienen el Sello del Profetázgo”.

Podemos citar otros casos como ejemplos. En 1903, en su declaración jurada como testigo en el caso de la calumnia criminal instituida por Maulwi Karam Din contra el Mesías Prometidoas, Maulwi Muhammad ‘Ali afirmó:

“El acusado Mirza Sahib declara ser un Profeta. Ha presentado su declaración en sus publicaciones. Él afirma ser un Profeta, pero no ha traído ninguna ley”.65

En el transcurso de un discurso recopilado en el Al-Hakam el 18 de julio de 1908, dijo:

“Cualquiera que sea la interpretación de este versículo (4:70) por parte de un oponente, estamos firmemente convencidos de que Dios puede hacer que cualquiera sea un Profeta, un Fiel, un Mártir o un Justo. Lo que se necesita es un buscador. Aquel a quien juramos lealtad era justo, un elegido de Dios y un Mensajero bendito. El espíritu de la santidad había alcanzado su clímax en él”.66

Dirigiéndose a un grupo reunido en Batala, Jawaya Kamalud-

din dijo:

“Un Profeta y Mensajero ha surgido en vuestro vecindario. Depende de vosotros aceptarle o rechazarle.”67

El Dr. Sayyid Muhammad Husain declaró:

“Estamos muy agradecidos a Dios de que el cumplimiento de la profecía del Mesías Prometidoas demuestra que la revelación que le fue conferida es la Palabra de Dios y que su destinatario fue un verdadero Mensajero de Dios. Al’lah ha aportado pruebas concluyentes.”

El Dr. Mirza Ya’qub Baig dijo: “Dios, de Su generosidad, envía a profetas, santos y justos en todas las épocas para iluminar a la gente de inteligencia ordinaria como nosotros”.

Maulwi ‘Umar-ud-din de Simla declaró:

“Nuestros oponentes han generado una gran controversia sobre la interpretación del Hadiz: ‘No hay profeta después de mí’. Lo recitan repetidamente en cada ocasión y sobre esta base afirman que la declaración del Mesías Prometidoas de ser un profeta es un engaño y un signo de incredulidad. Se han vuelto como los teólogos judíos. El significado del Hadiz es que no habrá profetas que traigan una ley nueva después del Santo Profetasa; Pero puede haber profetas que sean sus siervos”.68

El Paigham-e-Sulh, órgano del grupo disidente publicado en Lahore, hizo el siguiente anuncio en su edición del 16 de octubre de 1913:

“Ha llegado a nuestro conocimiento que algunos de nuestros amigos han sido engañados, y piensan que aquellos que están conectados con este periódico, o alguno de ellos, denigran el rango exaltado de nuestro maestro y guía Hazrat Mirza Ghulam Ahmad, el Mesías Prometido y Mahdias . Todos los áhmadis que están conectados de alguna manera con los Paigham-e-Sulh llaman a Dios como testigo, pues es muy consciente de los secretos de los corazones, y anuncian que atribuirnos tal cosa equivale a una grave calumnia. Creemos en el Mesías Prometido y Mahdias como el Profeta, Mensajero y Redentor de esta era”.69

Por lo tanto, la petición de que no haya Jalifa porque el Mesías Prometidoas no era un Profeta, era una mera pretensión; un argumento infundado. Pero cuando lo adoptaron hábilmente como una estrategia dialéctica, se convirtió en parte del credo de los opositores del Jilafat. Para ellos era más ventajoso repudiar el rango de profeta del Mesías Prometidoas. Concibieron que si dejaban de poner énfasis en ello, se eliminaría la principal barrera en el camino de la mayor parte de los musulmanes ortodoxos, que se identificaban con el Movimiento Ahmadía, y ellos y los que pensaban igual que ellos serían fácilmente aclamados como los líderes que estaban a la vanguardia del renacimiento espiritual e intelectual del Islam. Se basarían en las enseñanzas y la filosofía del Islam propuestos por el Mesías Prometidoas, pero no insistirían en que sus afirmaciones fueran aceptadas. Algunos de ellos, particularmente Jawaya Kamal-ud-Din, comenzaron a moldear sus directivas públicas en tal marco, y pensaban que estaban siendo abundantemente recompensados. Les llevó algún tiempo descubrir cuán tristemente equivocados estaban.

Sobre la cuestión del Jilafat, debería haber sido suficiente para ellos el hecho de que el Mesías Prometidoas, en sus escritos y discursos, de vez en cuando, hubiese hecho aclaraciones con respecto al Jilafat. Por ejemplo, sólo seis semanas antes de su muerte destacó en un discurso:

“Los Sufis han dicho que la persona que va a ser el Jalifa después de un Shaij, o Mensajero o Profeta es el primero al que Dios inspira para aceptar la verdad. La muerte de un Mensajero o Shaij es un terremoto severo, y es un tiempo de gran peligro. Pero Dios provee la tranquilidad a través de un Jalifa, y ese Jalifa revive y refuerza de nuevo el propósito del advenimiento del fallecido. ¿Por qué el Santo Profetasa no nombró a un Jalifa para sucederle? Era porque sabía bien que Al’lah mismo nombraría a un Jalifa, porque la designación de un Jalifa le pertenece a Él, y Su elección es irreprochable. Así hizo Jalifa a Abu Bakrra, tras haber sido el primero al que inspiró en su corazón la aceptación de la verdad”.70

Esta era una afirmación positiva de que un Jalifa le sucedería a

él mismo, y que la elección más probable sería la de Maulwi Nur- ud-Dinra, que fue el primero cuyo corazón había sido inspirado a aceptar la verdad. En cuanto a él, ya había afirmado:

“Él me aceptó sin vacilación en un momento en que iban a denunciarme desde todas las direcciones como un infiel, y muchos de los que habían hecho el juramento lo repudiaron, o se volvieron tibios y cayeron presa de la duda. Entonces fue cuando la carta de Maulwi Sahibra llegó en primer lugar a Qadian, y aceptó mi declaración de que yo era el Mesías Prometidoas. Escribió: Creemos y aceptamos, así que inscríbenos entre los testigos”.71

Por tanto, fue un deseo divino el que impulsó los corazones de todos aquellos que se reunieron en comunión espiritual en el jardín de Qadian en la tarde del 27 de mayo de 1908, para aclamar con una sola voz a Maulwi Nur-ud-Dinra como Jalifatul Masih, y le juraron lealtad, siendo los primeros de entre ellos los miembros del Sadr Anyuman que pronto iban a reivindicar la prioridad del Anyuman sobre el Jalifa. En esa hora de crisis se encontraron bajo la compulsión espiritual de confesar inequívocamente: “Sus órdenes serán tan vinculantes para nosotros como las del Mesías Prometidoas.” Ellos mismos se quedaron sin posibilidad de escapar. Era claramente la obra de Dios. Pero en poco tiempo comenzaron a buscar lagunas. La sofisticación reemplazó el celo y la sinceridad.

Cuando salió a la superficie su propaganda, aquellos que poseían

una visión espiritual se alarmaron.

Uno de ellos, Mir Muhammad Ishaq, hermano menor de Hazrat Ummul Mu’minin, un erudito ilustrado y una persona ejemplar, divina, piadosa y virtuosa, formuló una serie de preguntas a principios de enero de 1909 sobre la relación entre el Jalifa y el Sadr Anyuman, y las envió a Hazrat Jalifatul Masihra, pidiéndole que aclarara sus dudas. El Jalifatul Masihra envió las preguntas a Maulwi Muhammad ‘Ali y le pidió que sugiriera respuestas. Cuando el Jalifatul Masihra recibió sus comentarios, se sorprendió de su intención, la cual reveló que el escritor estaba de acuerdo con los disidentes que trataban de poner fin a la institución del Jilafat. Por ejemplo, escribió:

“No se deduce de la Directiva Testamentaria del Mesías Prometidoas que el Jalifa deba ser un individuo, aunque puede suceder en circunstancias especiales, como es el caso actual. De hecho, Hazrat Sahibas eligió el Anyuman como su Jalifa. No es necesario que un solo individuo sea el Jalifa”.72

En consecuencia, el Jalifatul Masihra ordenó que se hiciera un gran número de copias de las preguntas y se enviaran a las personas destacadas de la comunidad a las que pidió que enviaran sus respuestas antes de una fecha determinada y, además, pidió que se convocaran a los representantes de todas las comunidades en Qadian el 31 de enero para una consulta.

Cuando las preguntas llegaron a Jawaya Kamal-ud-Din en Lahore, convocó a los miembros de la comunidad para reunirse en su residencia, y los arengó acerca de que la comunidad se enfrentaba a una crisis que podría destruirla si no tenían cuidado; que el verdadero Sucesor del Mesías Prometidoas era el Anyuman, y que si esto no se establecía de este modo la comunidad corría peligro, y el Movimiento quedaría destruido. Pidió a todos los presentes que suscribieran una declaración al respecto. Sólo dos de ellos, Hakim Muhammad Husain Quraishi, Secretario del Anyuman local, y Babu Ghulam Muhammad, capataz del ferrocarril, se negaron a hacerlo, sobre la base de haber jurado lealtad a una persona que era mucho más sabia y temerosa de Dios que ellos, y que reverenciaba al Mesías Prometidoas más que cualquiera de ellos, y que obedecerían a todo lo que él pidiera.

Cuando las noticias de este encuentro llegaron a Qadian, Shaij Ya’qub ‘Ali ‘Irfani, Editor de Al-Hakam, convocó una reunión en su residencia en la que se hicieron discursos en apoyo del Jilafat y su alto estatus y se adoptó una resolución afirmando una leal devoción al Jalifa. De los presentes, cuarenta y dos en total, sólo dos se negaron a suscribirse a la resolución.

En la noche del 30 de enero, los representantes de la comunidad habían llegado a Qadian. La mayoría de ellos pasó la noche en oración y súplica en Masyid Mubarak, y el resto se unió a ellos antes del amanecer. Suplicaron con extrema agonía y angustia para ser guiados como si el Día del Juicio fuese a tener lugar a la mañana siguiente. Cuando se hizo la llamada para el servicio de la oración del amanecer, y todos habían llegado a la mezquita, los defensores de la supremacía del Sadr Anyuman, aprovechando el intervalo antes de la llegada de Hazrat Jalifatul Masihra, aprovecharon que los adoradores estaban esperando e insistieron en la validez de su tesis. A Shaij Rahmatul’lah se le escuchó exclamar: “Qué lástima que una minoría de malhechores esté intentando que el Jalifa sea un joven y así arruinar al Movimiento.”.

Hazrat Jalifatul Masihra dirigió el servicio de oración y el silencio reinó sobre la congregación reunida. Durante la oración, después del Fatihah recitó el capítulo 85 del Sagrado Corán. Cuando llegó al versículo 11:

“Quienes crean la confusión a los hombres y mujeres creyentes y luego no se arrepienten, para ellos acaecerá, en verdad, el castigo del fuego;”

Su voz se rompió y la congregación quedó atrapada en un paroxismo de emoción. Repitió la recitación del versículo con voz entrecortada y la mezquita se llenó de gritos de lamentos y llanto de los fieles que estaban profundamente conmovidos. Todos los corazones parecían haber sido lavados y llenados de temor a Dios. La fe desinteresada tomó posesión total de ellos. Todo el mundo sintió que había presenciado una señal celestial. La oración terminó y el Jalifatul Masihra se fue a su casa.

Los disidentes se aprovecharon de esta congregación escarmentada, y Jawaya Kamal-ud-Din le dijo a un grupo de ellos que, al recitar repetidamente el versículo 85:11 en tonos agonizantes, el Jalifatul Masih había dejado muy claro que aquellos que no daban importancia al Anyuman, que el Mesías Prometidoas había designado como su Sucesor, y consideraban superior al Jilafat, eran culpables de desviar a la comunidad y sumirla en la confusión, y que sufrirían un castigo severo. ¡Cuán terriblemente equivocado estaba! Él y sus compañeros quedaron pronto desengañados. Siguiendo su ejemplo, el Dr. Mirza Ya’qub Baig se dirigió a Hazrat Jalifatul Masih y exclamó: “¡Felicidades! Ha quedado claro para todos que el Anyuman es el Sucesor. “

La respuesta que recibió fue: “¿Qué Anyuman? El Anyuman que consideras como Sucesor no vale nada.”

El emisario se fue cabizbajo. ¡Las cosas iban a complicarse aún más! Pero él y aquellos a quienes él representaba todavía no tenían ni idea de lo que estaba por venir.

El cuerpo consultivo, de aproximadamente doscientas cincuenta personas, fue convocado para reunirse en el techo descubierto de la mezquita. Hazrat Jalifatul Masihra llegó cuando todos estaban presentes, y fue invitado a ocupar un asiento que se preparó para él en medio del tejado. Pero él lo rechazó, y yendo hacia el norte, se puso de pie en la porción que había sido construida bajo la dirección del Mesías Prometidoas. El techo de ladrillo estaba al descubierto.

Algunos años después, Hazrat Jalifatul Masih II describió esta escena de la siguiente manera:

“Una persona mundana podrá pensar que una reunión de doscientas cincuenta personas sentadas en un suelo de ladrillo al descubierto parece extraña e irrespetuosa, pero los corazones de los participantes estaban llenos de fe, y creían firmemente en las promesas divinas. Ellos sentían que se habían reunido para determinar el futuro del Ahmadíat, del que dependía la paz y el progreso del mundo. Ese día se decidiría si el Ahmadíat mostraba ser sólo una de muchas asociaciones mundanas o, por contra, una asociación de los verdaderos seguidores del Santo Profetasa a través de los cuales el Islam resurgiría. Ese día determinaría el destino de la humanidad. Puede que hoy no nos demos cuenta de ello, pero en poco tiempo se apreciará cómo este desconocido movimiento religioso será mucho más eficaz para compaginar la revolución pacífica y espiritual en el mundo que los más formidables movimientos políticos”. 73

Hazrat Jalifatul Masihra comenzó a hablar. En tono grave y

medido señaló que Jilafat era un concepto religioso, indispensable para que la comunidad progresara. Dijo:

“Dios me ha dicho que si alguno de vosotros me abandona, Él me concederá otro gran grupo en su lugar. Así que no dependo de ninguno de vosotros. Tengo plena confianza en la gracia y la ayuda de Al’lah”.

Luego, refiriéndose a las respuestas dadas por Maulwi Muhammad ‘Ali y Jawaya Kamal-ud-Din, dijo:

“Me dicen que el único trabajo del Jalifa es dirigir las oraciones y las oraciones funerarias, realizar los matrimonios y aceptar las promesas de lealtad. Quien diga esto es un ignorante y un impertinente. Esa persona debe arrepentirse o se hará daño a sí mismo.”

Continuando con su advertencia, dijo:

“Me habéis herido gravemente a través de vuestra conducta, y sois culpables de despreciar el cargo del Jalifa.”

Explicó el status del Jalifa y la naturaleza y calidad de la obediencia que se le debe, de modo que no quedara duda alguna en la mente de nadie con respecto a lo que implicaba el juramento de lealtad. Condenó a los que habían sido culpables de deslealtad al Jalifa, y también expresó su disgusto con los que habían organizado, sin su permiso, una reunión de apoyo al Jilafat. Al final llamó a ciertos individuos para que expresaran sus puntos de vista. Sahibzada Mirza Bashir-ud-Din Mahmud Ahmadra y Nawab Muhammad ‘Ali Janra expresaron su total acuerdo con él, y explicaron que en ningún momento habían tenido una noción diferente. Jawaya Kamal-ud- Din hizo una declaración algo ambigua pero conciliadora”.74

Jalifatul Masihra entonces invitó a Maulwi Muhammad ‘Ali y a Jawaya Kamal-ud-Din a renovar su juramento de lealtad. Sugirió que se apartaran a un lado y decidieran si estaban dispuestos a hacerlo. También pidió a Shaij Ya’qub ‘Ali ‘Irfanira, que había organizado la reunión en apoyo del Jilafat, que renovara su juramento. Los tres aceptaron y la reunión terminó. El sentimiento general era de gran alivio porque se había evitado una grave crisis, y se había salvaguardado a la comunidad contra una seria amenaza de ruptura. Pero Maulwi Muhammad ‘Ali y Jawaya Kamal-ud-Din hervían con rabia reprimida. Tan pronto como bajaron del techo de la mezquita, se escuchó a Maulwi Muhammad ‘Ali decir a Jawaya Kamal- ud-Din en tono apasionado: “Hemos sido gravemente insultados y humillados por alguien que profesa guiar a la comunidad. No puedo soportarlo.”

Dos o tres días más tarde, Jalifa Rashid-ud-dinra, que era una personificación de la sinceridad y la lealtad, y de extrema inocencia, quien tenía un gran aprecio por Maulwi Muhammad ‘Ali y le consideraba un pilar fundamental para el Movimiento, se presentó ante Hazrat Jalifatul Masihra con gran perturbación, como si el cielo estuviera a punto de caer, y exclamó: -Nos amenaza una gran calamidad. Por favor, tome medidas inmediatas para evitarla.- Cuando le pidió que se explicara, dijo entre sofocos: -Maulwi

Muhammad ‘Ali dice que ha sido gravemente injuriado, y no puede seguir residiendo en Qadian. Por favor, haga algo rápidamente para disuadirlo, para que no se vaya.- Ante esto Hazrat Jalifatul Masih dijo: -Ve y dile a Maulwi Muhammad ‘Ali que no necesita retrasar su partida. Puede irse inmediatamente.- Jalifa Sahib se quedó estupefacto y murmuró: -Entonces temo que se produzca un gran daño.- Jalifatul Masihra replicó: -Doctor Sahib, le he dado mi veredicto. Si se produce algún mal, éste será dirigido contra mí. ¿Por qué te preocupas? Por favor, dile que si quiere abandonar Qadian, puede partir inmediatamente.-

Por tanto, parecía que Maulwi Muhammad ‘Ali y Jawaya Kamal-ud-Din renovaron su juramento de lealtad para plegarse a las circunstancias, pero que no tenían intención de cambiar su actitud. Pronto surgió una ocasión en la que su sinceridad se puso a prueba. Hakim Fadal Dinra de Bhera, una amistad cercana de Hazrat Jalifatul Masihra, había comprado una propiedad en Bhera a un precio muy bajo a un chiíta, que se lo vendió debido a unas dificultades temporales que tenía, y lo dejó como legado al Sadr Anyuman por su propia voluntad. El Anyuman decidió vender la propiedad. Cuando el vendedor original llegó a saber que la propiedad estaba a la venta, escribió al Jalifatul Masih, exponiendo los antecedentes de su venta de la propiedad a Hakim Fazal Dinra, y le pidió que le vendieran a él la propiedad en condiciones favorables. Jalifatul Masihra remitió su petición al Sadr Anyuman y ordenó que fuese considerada favorablemente. La respuesta del Anyuman fue que la propiedad sería puesta a subasta y su antiguo propietario podría pujar por ella en la subasta. No estaban dispuestos a hacerle un favor que pudiera ocasionar pérdidas al Anyuman. Hazrat Jalifatul Masihra consideró que esta actitud no sólo era carente de beneficencia, sino que era una afrenta hacia él, y expresó su desagrado contestando: -Haced lo que queráis; no quiero saber nada más del asunto.-

Cuando la pregunta volvió a surgir en una reunión de los dirigentes del Anyuman, el Secretario recordó a los dirigentes su responsabilidad ante Dios, y preguntó qué se debía hacer. Sahibzada Mirza Bashir-ud-Din Mahmud Ahmad sugirió que como Hazrat Jalifatul Masih deseaba que se hiciera alguna concesión al antiguo dueño de la propiedad, sus deseos debían cumplirse. El Secretario dijo que el Jalifatul Masih había dejado la decisión en sus manos, y leyó su memorándum; en ese momento, Sahibzada Sahib señaló que la carta expresaba disgusto y no permiso, y que debían cumplir con sus deseos. Se produjo una larga discusión durante la cual recordaron a Sahibzada Sahib repetidamente que tuviera en cuenta su responsabilidad ante Dios como fideicomisario, pero su opinión no cambió. Finalmente, se tomó la decisión por mayoría en contra de su petición.

Cuando se informó del asunto a Hazrat Jalifatul Masihra, convocó a los administradores y ellos alegaron que la decisión se había tomado después de una discusión y consulta en la que Sahibzada Sahibra también participó. Llamó a Sahibzada Sahibra y cuando llegó, Hazrat Jalifatul Masih le preguntó: -¿Cómo es posible, Miyan, que mis directivas expresas se contravengan?- Él respondió: -Señor, no recuerdo ningún incumplimiento por mi parte.- -Había dado una directiva con respecto a la venta de la propiedad de Hakim Fadal Dinra en Bhera. ¿Por qué se ha desobedecido?- -Señor, no fui parte de la contravención. Insistí repetidamente en el cumplimiento de su instrucción, y había instado que su memorándum expresaba su desagrado y no su permiso.- El Jalifatul Masihra entonces se dirigió a los otros y dijo: -Decís de él que es sólo un jóven y, sin embargo, entendió a la perfección mi memorándum, y vosotros no lo comprendisteis.-75

Les amonestó detenidamente respecto a que la obediencia era una fuente de bendiciones, y que debían corregir sus errores, de lo contrario se desvincularían de la gracia de Al’lah.

El hermano menor de Hakim Fadal Dinra estaba dispuesto a pagar un buen precio por la propiedad, pero cuando se enteró de las diferencias entre Hazrat Jalifatul Masihra y el Anyuman, se retractó, y el Anyuman no tuvo otra opción que cumplir los deseos del Jalifatul Masih. Los fideicomisarios obstinados presentaron sus sentidas disculpas a Hazrat Jalifatul Masih, pero no hubo cambio en su actitud y su propaganda en contra suya avanzó rápidamente. En septiembre de 1909, anunció que si no había una mejora real en su actitud antes de ‘Idul Fitr, serían expulsados de la Comunidad. En esta situación los líderes del grupo presentaron una especie de disculpa, pero su actitud no mostró ninguna mejora real.

En su sermón con motivo de ‘Idul Fitr, del 19 de octubre de 1909, Hazrat Jalifatul Masih les amonestó una vez más. Entre otras cosas, señaló:

-No puede haber comunidad sin unidad y sin acuerdo. Hasta que no estéis unidos no podéis progresar.-

Después de referirse a Adánas, Davidas y Abu Bakrra como

vicegerentes, y a aquellos que se opusieron a ellos, afirmó:

Ahora soy vuestro Jalifa. Si alguien dice que Hazrat Sahibas no mencionó el nombre Nur-ud-Din en su Directiva Testamentaria, yo diría: Tampoco los nombres de aquellos a los que me he referido han sido mencionados en profecías anteriores.

Toda la comunidad me ha aceptado por consenso como Jalifa. El que actúa en contra de este consenso se opone a Dios, como dice el Sagrado Corán: …y sigue un camino distinto al de los creyentes, lo dejaremos continuar por el camino que ha elegido y lo arrojaremos al Infierno. (4:116). Entonces escuchad con atención: si actuáis en contra de vuestro pacto, vuestros corazones se llenarán de hipocresía (9:77). ¿Por qué os exhorto así? Porque hay algunos de vosotros que carecéis de entendimiento y repetidamente exhibís debilidad. No concibo que vuestro conocimiento sea mayor que el mío.

Afirmo con todo el énfasis del que soy capaz, y llamo a Dios por testigo, de que no me despojaré del manto con el cual Él me ha investido. Me ha nombrado para un propósito. No me importaría lo más mínimo si vosotros o el mundo entero se me opusiera. Cumplid con vuestro pacto, y pronto veréis lo mucho que progresaréis, y el éxito que tendréis. Tengo que decir estas cosas porque necesitan ser dichas. Él me ha asegurado que me apoyará. No os pido que renovéis vuestra promesa. Mantenéos firmes en vuestro primer compromiso, para no caer en la hipocresía. Si observáis alguna desviación en mí, tratad de corregirme a través de la oración, pero no alberguéis la idea de que podéis instruirme en el verdadero significado de un versículo del Sagrado Corán, o de un Hadiz, o de un pasaje de los escritos de el Mesías Prometidoas. Si alguno de vosotros piensa que soy vil, que implore para que Dios me quite de este mundo, y luego observad sobre quien se ejecuta la súplica.

Otro malentendido se refiere a la connotación de la expresión Ma’ruf (bueno). Se dice que el juramento les obliga a la obediencia sólo en lo que ellos consideran Ma’ruf. El Sagrado Corán usa también esta expresión con referencia a la obediencia debida al Santo Profeta (60:130). Entonces, ¿acaso han elaborado una lista de sus defectos? De la misma manera, el Mesías Prometidoas ha establecido la obediencia en lo que es Ma’ruf entre las condiciones de la promesa. Estoy exponiendo todo esto para protegeros contra el error.

Luego se dice que me reúno con todos sin reservas. Mi breve respuesta a los que me han jurado lealtad es la siguiente: Vosotros estáis bajo la obligación de seguir mis instrucciones; pero yo no tengo ninguna obligación de pediros instrucciones a vosotros. Tengo una gran aprensión de que no seáis probados. Que dejéis de estar de acuerdo es una contingencia más aterradora que la explosión de una bomba o un terremoto severo.

Es fácil pronunciar apresuradamente un sentimiento, pero es mucho más difícil retractarse de ello. Algunos de vosotros decís que no estáis tratando de limitar mi autoridad, sino que deseáis aclarar y definir la autoridad de mi Sucesor. Pero no reflexionáis sobre el hecho de que él puede ser más grande que Abu Bakrra y Hazrat Mirza Sahibas.

Tenía en mente tomar hoy una decisión, pero Dios me ha disuadido de ello. Estoy abrumado por Su sabiduría y Su juicio. Aquellos de vosotros que sufrís de deficiencias debéis esforzaros por superarlas. No os expulso de la comunidad, ya que puede existir la oportunidad de que os deshagáis de vuestros malentendidos, y no quiero privaros de ello. Os exhorto a todos a erradicar cualquier sentimiento de rencor y envidia. Si surge un rumor relativo a temas de seguridad o amenazas, no debéis difundirlo; aunque si que podéis publicarlo en caso de que se confirme.

Os digo que tendréis que conformaros con todo esto, de buena o de mala gana. Si os sometéis voluntariamente, será mejor para vosotros. Os exhorto por vuestro bien. Que Al’lah, el Exaltado, nos ayude a vosotros y a mí a continuar caminando por el sendero de la guía, y nos dirija a todos a un buen fin”.76

El principal esfuerzo de los disidentes ahora estaba dirigido a

ganar popularidad entre los musulmanes ortodoxos a través de la propagación de la filosofía de los valores islámicos expuestos por el Mesías Prometidoas sin mencionar su nombre, y atenuando las diferencias que distinguen a los áhmadis de los no áhmadis. Algunos miembros del Movimiento comenzaron a verse influenciados por esta línea de pensamiento. Sahibzada Mirza Bashir-ud-Din Mahmud Ahmad, apreciando la gravedad del daño que podría derivarse de ello, tomó medidas para exponer el vacío y el peligro de la falacia que inspiraba esa línea, y así evitó que otros miembros del Movimiento la acabaran siguiendo.

El viernes 18 de noviembre de 1910, Hazrat Jalifatul Masihra cayó mientras cabalgaba en un potro, y sufrió varias heridas de las cuales una, en su sien derecha, era seria. Durante algunos días su estado fue considerado grave. Mientras se encontraba en esa condición, dijo un día al doctor Mirza Ya’qub Baig, su médico principal: -No tengo miedo de la muerte. Si, a tu juicio, mi condición es grave, puedes decírmelo con toda franqueza, de modo que pueda dictar ciertas instrucciones.- Le aseguró que no corría ningún peligro, pero que si su enfermedad empeoraba, él mismo se lo advertiría. Sin embargo, tan pronto como le dejó, y se unió a sus compañeros en las habitaciones de Maulwi Muhammad ‘Ali, convocaron una reunión, y solicitaron a Sahibzada Mirza Bashirud-Din Mahmud Ahmad que se uniera a ellos. Cuando llegó, Jawaya Kamal-ud-Din le explicó la situación en estas palabras:

“Hemos solicitado tu presencia porque nos han dicho que Hazrat Maulwi Sahibra está muy enfermo y débil. Aquellos de nosotros que somos de Lahore no podemos permitirnos el lujo de quedarnos aquí más tiempo, ya que tenemos que volver a Lahore. Hemos decidido reunirnos y acordar un plan para evitar cualquier riesgo o problema en caso de una emergencia. Queremos asegurarte que ninguno de nosotros desea ser Jalifa, ni tampoco Maulwi Muhammad ‘Ali”.

Maulwi Muhammad ‘Ali asintió, y Jawaya Kamal-ud-Din

continuó:

“No consideramos que nadie aparte de ti sea digno de ser Jalifa, y estamos todos de acuerdo en que tú debes ser Jalifa; pero te pedimos que no se tome ninguna decisión hasta después de nuestra llegada desde Lahore, por temor a que alguien dé un paso apresurado que pueda causar problemas. Se debe esperar a nuestra llegada.”

Sahibzada Sahibra le escuchó sin interrupción, aunque se sintió molesto por la insinuación que se hacía de que mientras ninguno de ellos deseaba ser Jalifa, él tuviera el deseo de ostentar la sucesión, y cuando terminaron comentó:

“Considero que incluso la discusión de esta cuestión, durante la vida de un Jalifa, sobre quién debe sucederle es pecaminosa, y mucho más la determinación de que un individuo en particular deba ser su sucesor”.

Habiendo dicho esto, les dejó con sus asuntos.

La lesión en la cabeza de Hazrat Jalifatul Masihra tardó en

recuperarse y se convirtió en una llaga. En la noche del 19 de enero de 1911, percibiendo cierta presión sobre su corazón, pidió papel y utensilios de escritura y escribió “Mahmud Ahmad” en un trozo de papel y lo guardó en un sobre y, al cerrar el sobre, escribió:

“Siguiendo el ejemplo de Abu Bakrra,” en árabe, y debajo de eso en urdu, “Jurad lealtad a aquel cuyo nombre está inscrito dentro del sobre”.

Confió el sobre a su discípulo favorito, Shaij Muhammad Taimur, y le dijo: En caso de mi muerte debe seguirse la instrucción contenida aquí.

Después de unos días, cuando mejoró su salud, pidió el sobre de vuelta y lo rompió. Maulwi Muhammad ‘Ali reconoció que fue dada esta instrucción, en su relato de estos acontecimientos en las siguientes palabras:

“He conocido a través de la autoridad más confiable, que en su directiva testamentaria de 1911, él escogió el nombre de Miyan Sahibra como el de su sucesor.” 77

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