XI EL SABIO CONSEJERO
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
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El motín indio de 1857, más tarde llamado la Guerra India de la independencia, había dejado a los musulmanes de la India desamparados en el foso de la miseria y del desaliento. La Compañía de las Indias Orientales, gobernante virtual de la India, consideró erróneamente que los musulmanes eran en gran medida responsables de los horrores del motín y deseaban vengarse de ellos. El último, y ciertamente el menor de los mogoles, que había sido pensionista de la Compañía, y era un mero títere que no tenía autoridad de ningún tipo, había sido forzado por los rebeldes a fingir simpatía por su causa. En la situación en la que se encontraba, le quedaban escasas opciones. Pagó pesadamente y trágicamente por su desgracia. Fue deportado a Birmania y terminó su miserable existencia en Rangún, donde fue enterrado.

Cuando residía en Delhi, al menos sirvió a los musulmanes de un lamentable recordatorio de su gloria pasada, y ayudó a mantener la ilusión de la existencia de un punto de encuentro social y cultural. Con su partida no quedó nada más que la desgarrada y trágica realidad. La religión y la cultura estaban en decadencia. Los teólogos musulmanes, en general, eran ignorantes, reaccionarios y oscurantistas.

Cuando la corona británica asumió la administración de la India Británica, las cosas comenzaron a mejorar, lenta y vacilantemente, pero los musulmanes continuaron en su situación desvalida y no pudieron sacar provecho de la mejora. Por consejo de Lord Macaulay, la lengua inglesa fue adoptada como medio para la educación superior en la India. Desafortunadamente, los teólogos musulmanes declararon que el aprendizaje del inglés era contrario al Islam. Esto impuso una nueva desventaja a los musulmanes, de modo que, mientras que los no musulmanes aprovecharon al máximo los servicios disponibles para la educación superior, los musulmanes cayeron progresivamente en declive. Además, su falta de conocimiento del inglés los descalificó para el empleo en las oficinas e instituciones del gobierno, que fueron monopolizadas por los no-musulmanes.

La falta total de liderazgo ilustrado era la privación más seria que padecían los musulmanes. En el último cuarto del siglo XIX, Sir Sayyid Ahmad Jan, que más tarde fue conocido familiar y cariñosamente como Sir Sayyid, diagnosticó que la necesidad más urgente de los musulmanes era la educación moderna, y se dedicó a cubrir esa necesidad tanto como pudo. Reunió alrededor suyo a un grupo de compañeros igualmente comprometidos e inspirados por los mismos ideales que él, y estableció una universidad para estudios superiores en ‘Aligarh que denominó Universidad Anglo- Oriental Muhammadan. Atrajo a estudiantes de toda la India y se convirtió en la primera institución educativa musulmana en el país. Estaba afiliada a la Universidad de Alahabad y más tarde fue establecida como la Universidad Musulmana de ‘Aligarh. El estímulo así provisto por Sir Sayyid se extendió también a otras partes del país, y los estudiantes musulmanes comenzaron a recurrir ávidamente a las instituciones locales de educación superior.

Maulwi Nur-ud-Dinra apreció la dedicación de Sir Sayyid por la causa de la educación musulmana, y contribuyó generosamente a su causa. Por su parte, Sir Sayyid apreciaba y valoraba mucho su cooperación. En una ocasión preguntaron a Sir Sayyid: -Cuando una persona analfabeta adquiere el dominio de la lectura y la escritura, se le conoce como una persona educada; cuando avanza en la adquisición del conocimiento, se convierte en filósofo; cuando domina los valores morales y espirituales se convierte en Sufi (místico); ¿Qué ocurre cuando un Sufi se eleva más aún?- Sir Sayyid contestó: -Se convierte en Nur-ud-Din.-45

Maulwi ‘Inayatur Rasul Chiryakuti era un teólogo erudito que dominaba el hebreo y el griego, y había estudiado profundamente las Escrituras judías y cristianas. Comentó a Sir Sayyid que, para el estudio comparativo de la Torah y el Sagrado Corán, se necesitaba un comentario sobre la Torah desde el punto de vista islámico, y se ofreció a compilar uno. Sir Sayyid aprobó el proyecto y escribió a Maulwi Nur-ud-Dinra solicitando su cooperación para llevarlo a cabo. Él se mostró de acuerdo, pero lamentablemente Maulwi ‘Inayatur Rasul fue, por alguna razón, incapaz de iniciar el proyecto y el asunto no fue más allá.

Sir Sayyid era, en cierto modo, un libre pensador. Sostenía que la súplica para el logro de un propósito concreto era sólo un tipo de adoración y un ejercicio espiritual que no contribuía al logro del propósito específico que el suplicante tenía en mente. Tampoco creía en la posibilidad de la revelación verbal. Según él, lo que se describía como revelación verbal no era más que un pensamiento inspirado. El Mesías Prometidoas, a sugerencia de Maulwi Nur- ud-Din, refutó estas dos nociones como erróneas en su folleto Barakatud Du’a, donde observó que al proponer estas ideas, Sir Sayyid estaba, en realidad, proponiendo interrumpir por completo la relación entre el Creador y Sus criaturas. Se ofreció a demostrar la aceptación de la oración a Sir Sayyid. Atrajo su atención respecto a su profecía sobre Pandit Lekhram, que estaba basada en la oración. Su cumplimiento demostraría tanto la aceptación de la oración como el hecho de la revelación verbal. También citó sus propias experiencias en ambas. Envió una copia de Barakatud Du’a y de su libro Izala’i Auham a Sir Sayyid, quien le escribió una carta de agradecimiento y le pidió que orara por él.

Hacia el final de su vida, Sir Sayyid quedó profundamente afectado por la deslealtad y la deshonestidad de un empleado no musulmán que traicionó su confianza, y desvió una gran suma de dinero que Sir Sayyid había recaudado para la promoción de proyectos benéficos. Ese impacto, según su hijo, Justice Mahmud, Juez del Tribunal Superior de Alahabad, probablemente aceleró su fin. Antes de su muerte escribió a Maulwi Nur-ud-Dinra diciendo que sentía que nada podía lograrse sin la oración.

La Gran Conferencia de las Religiones, que había sido organizada por un número de representantes no-musulmanes, se celebró en Lahore del 26 al 29 de diciembre de 1896. Se propusieron cinco cuestiones para su discusión. El Mesías Prometidoas también fue invitado para pronunciar un discurso sobre el tema. No asistió él mismo, pero su discurso fue leído en la Conferencia por Maulwi ‘Abdul Karimra. Entre los seis moderadores de la Conferencia se encontraba Maulwi Nur-ud-Dinra. Le pidieron que presidiera la Conferencia el segundo día. Abrió la sesión con los siguientes comentarios:

“Si la misericordia y la gracia de Dios, y Su providencia que comprende a todos, y Su beneficencia particular que se concede a Sus siervos elegidos, no fueran para apoyar al hombre, este habría dejado de existir. Entre Sus favores que nos ha concedido en esta época, están los diversos medios de adquirir conocimiento, y los vastos tesoros de sabiduría que han sido puestos a nuestra disposición. La abundante cantidad de papel, la multiplicidad de imprentas, la organización de oficinas de correos para transmitir nuestros pensamientos a tierras lejanas a bajo costo, el sistema telegráfico, los ferrocarriles, los barcos de vapor y otros medios de transporte son todos debidos a la generosidad divina. Si el hombre no emplea estas bondades benéficamente y las desaprovecha, tendrá que rendir cuentas de ello y sufrirá el castigo. Si las usa benéficamente, se le multiplicarán. En mi juventud los libros se obtenían con dificultad; aquellos que los poseían eran reacios a prestarlos. Recientemente, las mejores publicaciones de Constantinopla, Egipto, Trípoli, Túnez y Marruecos se han hecho fácilmente accesibles sin ningún problema. Corresponde, pues, a cada uno de nosotros obtener el máximo beneficio, en este tiempo de paz, de estas bendiciones divinas.

La necesidad de la religión se ve enfatizada por la consideración de que la vida humana exige una regulación. El propósito de la ley es salvaguardar los derechos humanos. El derecho público sufre la limitación de que sólo puede castigar los delitos una vez que han sido cometidos; no tiene poder para erradicar sus causas. Por ejemplo, es posible que la ley castigue la violación; pero está fuera del alcance de la ley eliminar los malos deseos, o excluir a los compañeros viciosos, o controlar el ojo errante que incita a una persona a cometer esa ofensa. Es la religión la que nos impide hacer esto. Desprecia al mal. Ante el ojo de la religión un virtuoso y un vicioso no son iguales. No son iguales con respecto a sus creencias ni a su conducta; ni sus acciones producen resultados similares. Únicamente la religión puede impedir a una persona cometer, declarándolo ilícito, aquello que está fuera de la ley. Hay vicios que son condenados tanto por la razón como por la opinión pública, y tanto el gobierno como la sociedad los consideran inmorales, pero ni el gobierno ni la sociedad tienen el poder de erradicarlos obligatoriamente, como el consumo de licor o la mala conducta consentida entre grupos. Sólo la religión puede ayudar a erradicar tales vicios, no sólo condenándolos, sino restringiendo y controlando la tendencia del pensamiento y las fantasías que incitan a tales vicios. Así pues, como el hombre, que es un animal social, necesita una ley, la ley que cumple plenamente su propósito es la ley divina de la religión. Ninguna ley enmarcada ni siquiera por el gobierno más absoluto y dictatorial es comparable al poder y la capacidad de controlar las tendencias e inclinaciones humanas de la ley divina.

Por lo tanto, el estudio de la religión debe ser nuestra principal preocupación, no sólo con el propósito de salvaguardar el derecho público que está dirigido a garantizar la paz y el orden, sino también para protegernos contra cualquier otro tipo de daño. Debemos considerar cual es la mejor manera de satisfacer esta necesidad. Ahora que Dios nos ha proporcionado una gran diversidad de medios e infraestructuras para ayudarnos en esta empresa, sería ingrato por nuestra parte aprovecharlas y reflexionar sobre las leyes y las reglas de conducta que, bajo la guía divina, ha promulgado la religión y a la cual se ha subordinado nuestra conducta. Por lo tanto, nos incumbe estar atentos a la religión. Este es el propósito de esta conferencia”. 46

El último punto para la sesión de ese día fue la lectura del

discurso del Mesías Prometidoas, que más tarde fue publicado como La Filosofía de las Enseñanzas del Islam. Había anunciado por adelantado que Dios le había garantizado que su discurso sería aclamado como notablemente superior a todos los demás que se presentarían en la Conferencia. Desde el principio cautivo la atención del público. Al final de la sesión, solo se pudo completar la lectura de la respuesta a la primera de las cinco preguntas que se habían fijado como tema de la Conferencia, y la audiencia que había escuchado cautivada cada palabra insistió en que la Conferencia se prolongara otro día más allá de los tres días que originalmente se habían acordado para el evento, de modo que se completara la lectura de todo el discurso. En consecuencia, el Comité Ejecutivo de la Conferencia, apoyado por los moderadores, obtuvo el permiso del Anyuman Himayat-e-Islam para el uso de los locales por un día adicional, y solicitó al Presidente de la sesión que hiciera el anuncio necesario. Maulwi Nur-ud-Dinra cerró la sesión con estas palabras:

“Amigos míos, habéis escuchado la respuesta de Hazrat Mirza Sahibas a la primera pregunta. Todos estamos profundamente agradecidos a Maulwi ‘Abdul Karim Sahib por la excelente lectura de la misma. Ahora les transmito la buena noticia de que, en vista del afán y el interés que habéis mostrado por el discurso que acabáis de escuchar y, gracias a la recomendación especial de los moderadores y miembros distinguidos de la audiencia, el Comité Ejecutivo ha decidido prolongar la Conferencia un día más para que se pueda realizar la lectura del discurso de Hazrat Mirza Sahib”.47

El resto del artículo se leyó el 29 de diciembre.

Al final de la Conferencia, el Comité Ejecutivo pidió a los moderadores que hicieran algunos comentarios. En cumplimiento de esta petición Maulwi Nur-ud-Dinra afirmó:

“Yo doy testimonio de que no hay otro dios excepto Al’lah, Único sin copartícipes; y yo atestiguo que Muhammadsa es Su siervo y Mensajero;” y recitó:

“Di: Busco refugio en el Señor de los humanos, el Soberano de los humanos, el Dios de los humanos, de la maldad del murmurador tentador, que susurra en los corazones de los hombres, de entre los yinn y los humanos.” (114: 2-7)

E hizo un breve discurso que puede resumirse de la siguiente manera:

“El Santo Profetasa hizo que la afirmación de que él era un siervo de Al’lah, formara una parte inseparable del credo, para que los musulmanes siempre lo tuvieran en mente cuando dieran testimonio de la Unidad de Dios, y no cayeran en el error de asociar a ningún partícipe con Dios.

Los tres atributos de Dios establecidos en los versículos que he recitado, a saber, Señor de la humanidad, Soberano de la humanidad, Dios de la humanidad, tienen relevancia para las condiciones físicas, morales y espirituales del hombre. El Ser que nutre y sostiene el cuerpo, las facultades, y el alma del hombre, ha sido nombrado Señor (Rabb) de la humanidad; el que llama al hombre para dar cuenta de sus creencias físicas, morales y espirituales, de los pronunciamientos y las acciones, ha sido nombrado Soberano de la humanidad, y Él que es el verdadero objetivo y propósito, y el Ser deseado de los humanos ha sido nombrado Dios de la humanidad.

Así, Al’lah, tras recordar al hombre que Él es el Señor, el Soberano y su verdadero objetivo, propósito y amado, le advierte de que, al ser Su siervo, debe buscar la protección del Ser Perfecto y Santo en todos los asuntos de su provisión, gobierno y amor, como Señor de la humanidad, Soberano de la humanidad y Dios de la humanidad, contra la maldad del murmurador tentador, quienquiera que sea.

En los últimos cuatro días habéis escuchado varios discursos de diversos tipos. Algunos de ellos estarán basados en la verdad y fundados en la justicia, y algunos estarán llenos de falsedad, impostura y engaño. Por lo tanto, en cumplimiento de esta admonición del Sagrado Corán debéis buscar la protección del Señor de la humanidad, el Soberano de la humanidad, el Dios de la humanidad contra esos errores y dudas que pueden ser incitados por el propio discurso o por la forma de un malvado tentador. Tales dudas y recelos son como un perro fastidioso que está siempre listo para morder. Para salvaguardarnos contra el mal de dicho animal, tenemos que buscar la protección de su amo, porque si su amo está dispuesto a salvaguardarnos y lo escarmienta, no se atreverá a hacer daño a nadie. Por lo tanto, la búsqueda de la salvación del hombre contra la embestida de las dudas satánicas debe hacerse también mediante la búsqueda de la protección de Aquel que es el Señor y el Soberano y el verdadero amado de toda la creación”.48

La Filosofía de las Enseñanzas del Islam tuvo un tremendo

impacto en los círculos interesados en el estudio comparativo de la religión, y se ha convertido en un clásico.

En 1897, un joven llamado ‘Abdul Hamid, llegó a Qadian y se encontró con Maulwi Nur-ud-Dinra, presentándose como el sobrino de Maulwi Burhanud-dinra de Yhelum, un miembro muy respetado del Movimiento Ahmadía. Le recibieron con una gran amabilidad y hospitalidad. Dijo que creía en el Mesías Prometidoas y estaba deseoso de jurarle lealtad; pero el Mesías Prometidoas sentía que carecía de sinceridad, y se negó a aceptar su promesa. Se disgustó y se fue a Batala donde se encontró con varios misioneros cristianos, quienes le presentaron al Dr. Henry Martyn Clarke de Amritsar, que era un enemigo acérrimo del Mesías Prometidoas. El reverendo caballero lo persuadió para que hiciera una declaración jurada ante el magistrado del distrito de Amritsar afirmando que Mirza Ghulam Ahmadas le había enviado a Amritsar para matar al doctor Clarke arrojándole una piedra de gran peso. El magistrado del distrito de Amritsar envió la declaración jurada de ‘Abdul Hamid al magistrado de distrito de Gurdaspur, el capitán W. Douglas, para que tomara las medidas necesarias. El capitán W. Douglas convocó a ambas partes en Batala el 10 de agosto para el registro de las declaraciones de los testigos, uno de los cuales era Maulwi Nur-ud-Dinra. Hizo su declaración de una manera tan sencilla y directa que impresionó al magistrado del distrito. También se vio profundamente afectado por el aspecto patriarcal del venerado personaje y, después de que el testigo se retirara, comentó a su lector: “Si ese hombre dijera que él es el Mesías Prometidoas, consideraría su afirmación muy seriamente”.

Otro testigo que fue interrogado el mismo día fue Maulwi Muhammad Husain de Batala cuya virulenta hostilidad hacia el Mesías Prometidoas era bien conocida. Su persistencia en hacer declaraciones falsas en los interrogatorios obligó al magistrado del distrito a hacer constar una nota en ese sentido, lo que hizo que su testimonio fuera inútil. Cuando salió de la corte, todos se apartaron de él con disgusto, de modo que ni siquiera pudo encontrar un lugar donde sentarse. Maulwi Nur-ud-Dinra, tras observar su extrema humillación, se compadeció de él, se le acercó, y, cogiéndolo por el brazo, le dijo: -Maulwi Sahib venga y siéntese con nosotros-.

En una audiencia posterior ‘Abdul Hamid se desmoronó y confesó que su primera declaración era falsa y había sido hecha bajo la instigación del Dr. Clarke y algunos de sus compañeros. El Mesías Prometidoas fue absuelto honorablemente, y aunque el Magistrado del Distrito le concedió permiso para que iniciara un proceso contra los principales testigos en su contra por perjurio y persecución maliciosa, declinó la oferta, señalando: -Mi caso está pendiente en el cielo, ¡no tengo ningún deseo de pasar mi tiempo persiguiendo a mis oponentes ante jueces terrenales!-

Más de un cuarto de siglo más tarde, mucho después de que el capitán Douglas se retirara del servicio y se estableciera en Londres, un servidor le llamó para que me contara su impresión del Mesías Prometidoas. Poseía un excelente estado de salud y estaba en muy buena forma. Tuvimos una larga charla. El resumen de lo que dijo fue: -En el momento en que Mirza Sahib entró en la corte y le vi, me di cuenta de que no era de este mundo. Su alma parecía estar en comunión con lo Divino. Aunque fue acusado de un delito grave, pude ver que no era capaz de tal cosa. Le di una silla y le pedí que se sentara en el estrado. Me impresionó su nobleza y su magnanimidad. Estaba convencido de la verdad de su afirmación de que él era un Profeta, y por eso he creído desde entonces que Muhammadsa era un verdadero Mensajero de Al’lah-.

Cabe señalar que algunos años después de su comportamiento escandaloso en el caso, ‘Abdul Hamid se arrepintió sinceramente del grave error que había cometido y se unió al Movimiento Ahmadía.

Un tal Sa’dul’lah de Ludhiana, que se convirtió al Islam desde el hinduismo, había incubado una amarga hostilidad hacia el Mesías Prometidoas, que expresaba a través de un lenguaje soez. Predijo que el Mesías Prometidoas moriría sin dejar descendencia, y que el movimiento fundado por él decaería después de su muerte. En respuesta a sus palabras, el Mesías Prometidoas anunció que había recibido la revelación de que el mismo Sa’dul’lah acabaría sin descendencia. En los años siguientes, el Mesías Prometidoas fue bendecido, y su progenie aumentó, pero Sa’dul’lah se quedó sólo con un único hijo, que ya era un joven adolescente en el momento de la revelación otorgada al Mesías Prometidoas.

Hacia finales de 1906, el Mesías Prometidoas presentó su profecía sobre Sa’dul’lah, entre otras muchas señales y profecías en un libro que estaba escribiendo, y enfatizó que ni Sa’dul’lah ni su hijo, que ahora tenía veintitantos años, tendrían descendencia. Un abogado bien conocido, que era miembro prominente del Movimiento Ahmadía, trató de disuadir al Mesías Prometidoas de que publicara esta profecía en particular, ya que temía que, de publicarse, Sa’dul’lah o su hijo o ambos podrían procesarlo por difamación. En respuesta el Mesías Prometidoas comentó:

“Considero que la acción correcta es mantener la palabra de Dios; su supresión sería pecaminosa e indigna. Nadie más que Dios puede hacerme daño. Ante la palabra de Dios, no tengo miedo de ningún daño por parte de la administración. Por supuesto, suplicaré a Al’lah, el Exaltado, que es la fuente de toda beneficencia y gracia, para que me proteja contra todo daño y aflicción. Sin embargo, si estoy destinado a sufrir de esta manera, estoy contento”.

Luego, alzando la voz, añadió: “Afirmo bajo juramento en nombre de Al’lah, el Poderoso, que Él no permitirá que este impío prevalezca contra mí, y salvaguardará a este siervo Suyo, que está buscando Su protección, contra su maldad afligiéndolo de alguna manera”.

Al oír esto Maulwi Nur-ud-Dinra se levantó y declaró:

“Así será: porque el Santo Profetasa ha dicho: A menudo sucede que cuando uno con el pelo desgreñado y el rostro cubierto de polvo hace una afirmación en el nombre de Dios, Él le da la razón”.49

A partir de entonces, el Mesías Prometidoas continuó su súplica y en dos o tres días recibió una revelación en las palabras del Hadiz al que había hecho referencia Maulwi Nur-ud-Dinra. Unos días después Sa’dul’lah murió a causa de la peste, el 3 de enero de 1907. Su hijo le sobrevivió durante casi medio siglo, y aunque se casó dos veces no tuvo ninguna descendencia. Eso puso fin a la línea de descendencia de Sa’dul’lah.

La partición de Bengala tuvo lugar durante los primeros años del siglo XX en el virreinato de Lord Curzon. Esta medida administrativa fue interpretada por los hindúes que había sido diseñada para socavar su posición de dominio en Bengala, y para fortalecer a los musulmanes en Bengala Oriental, y se sintieron muy agraviados. Su agitación contra la medida se extendió por todo el país y adquirió proporciones peligrosas. Se convirtió en una seria amenaza para el mantenimiento del orden público en varias regiones. En mayo de 1907, el Mesías Prometidoas hizo un anuncio público advirtiendo a los miembros de su Movimiento en contra de participar en la agitación. Para que se cumpliera el propósito del anuncio se celebró una reunión pública en Qadian, que también dirigió Maulwi Nur-ud-Dinra. Haciendo hincapié en la importancia de mantener el orden y cumplir con la ley comentó:

“Los más grandes beneficiarios de la administración británica del país han sido los hindúes. Tienen el dominio en todas partes. Cada año, propiedades por valor de decenas de millones pasan de manos de los musulmanes a manos de los hindúes. Todos los puestos superiores de la administración están ocupados por hindúes, y los musulmanes quedan relegados a empleos menores. En esta situación los hindúes deberían ser el grupo más agradecido y leal de la población. Pero desafortunadamente han demostrado ser muy ingratos. Sin embargo, esto no es sorprendente. Tienen la costumbre de asociar compañeros a Dios. No se puede esperar de alguien que se aleja de su verdadero Creador Beneficente y se inclina ante un ídolo de piedra que sea agradecido con un benefactor humano”.50

El 11 de febrero de 1906, el Mesías Prometidoas recibió una revelación:

“Habrá consuelo con respecto a la orden dictada en relación con Bengala.”

Fue publicado inmediatamente y sus oponentes le ridiculizaron y se burlaron de él, pero se cumplió sorprendentemente en 1911, cuando se anunció que se suspendía la partición de Bengala con motivo de la Coronación Durbar del Rey Jorge V celebrada en Delhi.

En junio de 1907, alguien escribió a Maulwi Nur-ud-Dinra planteando ciertas preguntas:

  1. ¿La condición de aquellos que no creen en el Mesías Prometidoas es igual a la de aquellos que no creen en el Santo Profetasa?
  2. ¿Cómo debe ser interpretado el Hadiz: ‘No hay Profeta después de mí’?
  3. Si un Profeta puede surgir en el Islam, ¿por qué Abu Bakr y otros no son Profetas?

Él contestó:

  1. El Sagrado Corán dice: “Éstos son los Mensajeros. Hemos hecho que algunos de ellos superen a otros (2: 254).” Si los Mensajeros no tienen el mismo rango, aquellos que no crean en ellos tampoco tendrán la misma condición a la que te refieres. Se puede deducir que el que no crea en el Mesías del Jatamal Ambiya’ es culpable de un mal mayor que uno que no cree en el Mesías de Moisés.

El Sagrado Corán afirma acerca de los creyentes “No hacemos distinción alguna entre ninguno de Sus Mensajeros” (2: 286). Estás tratando de hacer una distinción entre los que no creen en un Profeta portador de ley y aquellos que no creen en uno que no es portador de ley. No veo motivo por el cual se deba hacer una distinción.

Hemos sido persuadidos a creer en el Mesías Prometidoas por el mismo proceso de razonamiento por el cual somos persuadidos a creer en el Sagrado Corán. Rechazar el razonamiento equivaldría a rechazar el Islam. Reflexiona sobre: Y cuando se les dice: “Creed en lo que Al’lah ha revelado”, responden: “Creemos en lo que se nos ha revelado”; pero no creen en lo que ha sido revelado posteriormente, aunque es la Verdad, que cumple lo que ya tienen. (2:92). ¿Por qué la paridad de razonamiento no conlleva el mismo resultado en ambos casos?

  1. El Santo Profetasa ha descrito al Mesías que iba a venir como un Profeta de Al’lah. El Mesías Prometidoas ha sido descrito de esta manera en las revelaciones que Dios le ha concedido.

Los Ahadiz hacen una distinción entre lo general y lo particular. Consideremos los siguientes ejemplos de lo general, que no excluyen lo particular: “Aquel que carece de integridad carece de fe, y aquel que falla en su promesa carece de religión; la Salat no se realiza sin recitar el Fatihah; no puede haber matrimonio sin el consentimiento del tutor; no hay lugar para la envidia entre dos personas.

Luego, en el Sagrado Corán se denomina al Santo Profetasa Jatamun Nabiyyin (Sello de los Profetas) y no Jatimun Nabiyyin (el último de los Profetas). El Sagrado Corán afirma que los judíos estaban matando a los Profetas.

¿Esto significa todos los Profetas, o algunos de ellos?

  1. Abu Bakrra no fue denominado un Profeta por Dios, y el Mesías Prometidoas si lo ha 51

La rama Wachchhuwali del Arya Samay en Lahore organizó una

reunión interreligiosa que se iba a celebrar los días 2, 3 y 4 de diciembre, en la que se iban a leer artículos sobre las Características de un Libro Revelado. Pidieron al Mesías Prometidoas que contribuyera con un artículo. Teniendo en cuenta la agresividad del Arya Samay, se mostró un poco aprensivo, pero cuando los organizadores le aseguraron que se mostraría respeto a los Fundadores de todas las religiones, y no se diría nada que pudiera ofender las susceptibilidades religiosas, aceptó aportar un escrito. Su artículo fue leído en la reunión, la primera mitad por Maulwi Nur-ud-Dinra y la segunda mitad por el Dr. Mirza Ya’qub Baig, de 6 a 10 pm el 3 de diciembre.

Hacia el final de la exposición, el Mesías Prometidoas había expuesto el texto de una serie de revelaciones que le fueron otorgadas en árabe. Pidieron a Maulwi Sahib que proporcionara su traducción en urdu. Debido al profundo respeto y elevada estima que sentía por su amo, comentó:

“Como el destinatario de las revelaciones no ha optado por proporcionar una traducción de ellas, siento que no me corresponde hacer una traducción. Sin embargo, como la audiencia considera que sería útil si yo ofreciera una traducción, procedo a hacerlo con el claro entendimiento de que mi traducción sólo puede exponer mi comprensión individual de tales revelaciones, que no es vinculante para su destinatario. Sólo él tiene el derecho a expresar su verdadera importancia”.52

El representante del Arya Samay leyó su artículo el 4 de diciembre, en el que desvergonzadamente injurió al Islam y a sus Santos Fundadores. Fue una actuación cruel y sin corazón, que sorprendió e indignó no sólo a los musulmanes, sino a todos los sectores decentes de la audiencia. Posteriormente, el Presidente de la sesión expresó su pesar por el hecho de que se hubiera leído en la reunión ese documento y afirmó que si hubiera conocido de antemano su contenido no habría permitido su lectura. Sin embargo, no hizo ningún esfuerzo por reprochar o detener al orador mientras leía el artículo, y el mal ya estaba hecho.

Cuando la delegación de Qadian regresó a casa y el Mesías

Prometidoas recibió un informe sobre la conferencia, su indignación fue extrema. Reprimió brusca y repetidamente a los miembros de la delegación por no retirarse de la reunión en el momento en que habían percibido la tendencia del discurso del orador Arya. Les recordó el mandamiento del Sagrado Corán:

“Él ya os ha revelado en el Libro que, cuando oigáis que son negados y escarnecidos los Signos de Al’lah, no os sentéis con ellos mientras no inicien otra conversación; ya que, de no hacerlo, seríais como ellos (4:141).”

Fue sólo después de muchos ruegos que su cólera se apaciguó y les perdonó su grave error. Sin embargo, apreció su encomiable espíritu de moderación en una situación tan difícil y provocadora. Posteriormente escribió:

“Si los piadosos musulmanes no hubieran tenido en cuenta las exigencias de su cultura, y no hubieran permanecido firmes bajo esta grave provocación en consonancia con la enseñanza del Sagrado Corán, y no hubieran suprimido su ira, sin duda la reunión habría terminado en un Holocausto como consecuencia de la grave incitación provocada por personas malvadas. Los miembros de mi comunidad que estaban presentes merecen mil elogios, ya que dieron un excelente ejemplo de autocontrol, y no pronunciaron ni una palabra cuando escucharon las frases dolorosas de los Aryas tan afiladas como las balas. Si no hubiera preparado a mi comunidad a través de repetidas y persistentes admoniciones de que debían permanecer siempre firmes bajo el más vil insulto, la reunión habría acabado en un baño de sangre. Fue mi enseñanza lo que les permitió controlar su ira”.53

Sardar Mihar Singh, un joven perteneciente a una respetable familia sij, se convirtió en musulmán y se unió al Movimiento Ahmadía. Su familia lo repudió y se volvió contra él. Adoptó el nombre de ‘Abdur Rahman. Maulwi Nur-ud-Dinra lo ayudó con sus estudios y cuidó de él. Desde el principio demostró su sinceridad, celo y seriedad, y Maulwi Sahib estaba muy complacido con él.

Jalifa Nur-ud-Din de Yammu, un Ghauri Pazan y buen amigo de Maulwi Sahibra desde sus días en Yammu, buscó su consejo sobre una pareja adecuada para su hija. Le sugirió que fuera el joven ‘Abdur Rahman. Al informarse de los detalles, los padres de la chica dijeron a Maulwi Sahibra que el joven era sincero y piadoso, pero no tenía familia ni perspectivas. Todo lo que tenía era una colchoneta, un aguamanil, un catre y su modesto estipendio como maestro. ¿Cómo podría mantener a una esposa? Su respuesta fue peculiar: -Si tu hija tiene la bendición de la buena fortuna, podrá llenar con su presencia una casa vacía; pero si carece de buena fortuna, hará que una casa llena parezca vacía-.

Los padres hicieron caso de su amonestación, la joven aceptó la propuesta y el matrimonio tuvo lugar. Fueron felices y bendecidos en todos los aspectos. La numerosa progenie de la pareja es testimonio de ello.

Maulwi Nur-ud-Dinra estaba deseoso para que los que vinieran a Qadian obtuvieran el máximo beneficio de su proximidad al reverenciado y exaltado Santo Fundador del Movimientoas. En uno de sus sermones hizo la siguiente exhortación:

“¿Cuál fue mi propósito al venir aquí? Tengo una casa muy cómoda en Bhera, y allí tenía a mi disposición todas las comodidades que deseaba tener. Aquí vivo modestamente en una casa de ladrillo cocido al sol, y he abandonado toda comodidad, ¿Por qué? Porque encontré que estaba enfermo, muy enfermo, que era indigente, muy indigente; que estaba afligido, severamente afligido. Así que vine aquí buscando un remedio para todos mis males. Si alguien viene aquí para observar y aprender de mi ejemplo, o para encontrar fallos entre los que aquí nos hemos quedado, está muy equivocado. Se engaña si considera a los deshonestos como un grupo, y los juzga de esta manera. Todas las amistades y relaciones que hay aquí, todos aquellos que han venido aquí, y se han ido de aquí, aquellos que se establecen aquí y viven aquí, han de estar subordinados y ser ejemplo de: “No hay Dios excepto Al’lah”. Si ese no es el propósito de acudir aquí,

¿para qué habéis venido? Tendréis mejor comida y mayor comodidad en vuestras casas que la que encontraréis en este lugar. Vuestra llegada aquí sólo quedará justificada si el propósito de todo lo que hacéis es para ganar el agrado de Al’lah”.54

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