XV LA ENFERMEDAD
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
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Durante su sermón del viernes 18 de noviembre de 1910, Hazrat Jalifatul Masihra expresó sus sentimientos en las siguientes palabras:

“Es mi intenso deseo ser capaz de observar que esta Comunidad ama a Al’lah, obedece a Su Mensajero Muhammadsa y comprende el Corán. Mi Señor, sin haberme sometido a ninguna prueba y sin que mediara mi petición, me ha concedido innumerables recompensas maravillosas. Él ha proporcionado todo para mis necesidades. Él mismo me alimenta, me viste y me da consuelo. Me ha dado casas, esposa, hijos y amigos sinceros y verdaderos. Me ha proporcionado un número sorprendentemente grande de libros, y me ha dado tiempo para estudiar y me ha dado salud, conocimiento y todo lo que era necesario. Ahora es mi deseo, y tengo gran esperanza de que mi Señor cumpla este deseo mío, de que haya gente entre vosotros que amen a Al’lah, adoren la Palabra de Al’lah que ha enviado a Muhammadsa, el Mensajero de Al’lah, que sean obedientes a Al’lah, y que sean verdaderos seguidores de Su Jatamun Nabiyyin. Que, hayan entre vosotros, quienes siguen el Sagrado Corán y la práctica del Santo Profetasa. Que, cuando me vaya de este mundo, mis ojos y mi corazón estén en paz gracias a vosotros. No os pido recompensas, ni necesito vuestras ofrendas. No deseo ni siquiera ser acogido por ninguno de ustedes. Todo lo que deseo de vosotros es que obedezcáis a Al’lah y que os convirtáis en los verdaderos seguidores de Muhammadsa, el Mensajero de Al’lah y transmitáis el mensaje: No hay dios aparte de Al’lah; en paz y amistad con todas las partes del mundo”.96

Después de la oración decidió hacer una visita a Nawab

Muhammad ‘Ali Jan, que había regresado a Qadian de Malirkutla el día anterior. Como la distancia era de alrededor de dos kilómetros y medio, decidió montar sobre una yegua, un animal poco astuto que alguien había regalado a su hijo mayor, ‘Abdul Ha’yyi, un niño de once años de edad. Al final de su visita, cuando estaba a punto de montar la yegua, una persona que estaba cerca, notando que los estribos eran cortos, se ofreció a bajarlos para adaptarlos a sus piernas, pero rechazó la oferta señalando que se habían ajustado a la medida de los niños y que no se debían cambiar. Montó y se alejó. Aquellos que lo vieron pasar notaron que, aunque la yegua iba rápida, estaba sujeto a su asiento con firmeza y parecía estar disfrutando de su paseo. Al entrar en la ciudad tuvo que atravesar un carril estrecho. En un punto del carril, la yegua se asustó de repente y sufrió una sacudida hacia la derecha; su pie izquierdo quedó atrapado en el estribo, y fue arrastrado en esa posición durante unos cuantos metros para luego ser despedido por el lado derecho sobre roca que sobresalía. Recibió varias lesiones leves y una herida grave en su sien derecha que sangró profusamente. Cuando se dio cuenta de lo que había sucedido, exclamó: -¡El elegido por Dios ha sido confirmado!- Esto se refería a un sueño del Mesías Prometidoas, en el que había visto que Maulwi Nur-ud- Dinra se caía de un caballo. Cuando vio este sueño, ningún áhmadi en Qadian poseía un caballo para montar. Dos de las revelaciones que había recibido podrían también referirse a este acontecimiento. Una era: “una segunda vida”; y la otra era: “parte de vida que había sido cancelada”.

Hazrat Jalifatul Masihra permaneció absolutamente tranquilo y no se sintió en absoluto agitado. Los primeros auxilios llegaron inmediatamente, y la lesión en la sien fue cosida sin anestesia. Aquellos que le trataron no percibieron tan siquiera el movimiento de un músculo durante sus intervenciones. Cuando la noticia del accidente se extendió, hombres y mujeres convergieron en su residencia, ansiosos por asegurarse de su bienestar. A los hombres les dijo que oraría por ellos; a las mujeres les envió un mensaje de que estaba en buena forma, y que no estaba ni preocupado ni asustado; debían volver a sus hogares, dejando sus nombres, y él oraría por ellas. Cuando le sugirieron que podían enviarle el médico más destacado de Delhi, su reacción fue: “Poned vuestra confianza en Dios. Mi confianza no está ni en los doctores ni en los médicos. Yo confío totalmente en Dios, y debéis hacer lo mismo.”

La lesión de su sien se convirtió en una úlcera permanente y su enfermedad se prolongó durante varios meses. No fue hasta el 19 de mayo de 1911, seis meses completos después del accidente, cuando pudo ir a la mezquita y dirigir la oración del viernes, pero incluso eso le suponía un sobresfuerzo. Sin embargo, durante su larga convalecencia se mantuvo completamente ocupado, y mostró un ejemplo muy elevado de devoción al deber. El 29 de noviembre de 1910, publicó un mensaje a la Comunidad, en el que dijo:

“La prueba por la que estoy pasando ha hecho posible la manifestación de numerosos aspectos de la compasión, la misericordia y la gracia Divina. Al’lah, el Exaltado, me ha mostrado la devoción de los corazones de muchos a quienes amo. Hay algunos de quienes no era consciente de cuánto amor sienten por mí y por sus compañeros de la comunidad. La forma en que me han servido día y noche durante mi enfermedad es una indicación del grado de su devoción, a través de la cual Al’lah ha manifestado sus cualidades. Es una prueba del cuidado de Dios a este ser humilde. Estoy muy agradecido con todos aquellos que han demostrado su simpatía por mí en mi estado actual.

Mi corazón está en reposo. Nadie es tan querido para mí y es amado tanto por mí como Dios, ni hay quien me ayude y me apoye como Él hace. Él me ha concedido Su gracia y Su beneficencia en mi presente situación, sin límites. Él me ha provisto de donde nadie puede concebir. Incluso ha hecho prescindibles los medios visibles de mi subsistencia que era mi profesión de médico, y me ha provisto a través de medios encubiertos. No estoy en deuda con nadie por la provisión que ha llegado a mi casa en estos días: Estoy en deuda sólo con Al’lah. Todo esto puede parecer muy extraño a los ojos de los espectadores”.97

En diciembre de 1910, comentó en una ocasión:

“La enfermedad constituye una prueba múltiple. Los gastos aumentan, los ingresos disminuyen, y uno se vuelve dependiente de los demás. Mi medio de subsistencia visible era mi práctica como médico, y ahora ha quedado suspendida a causa de mi enfermedad. Aquellos que no conocen mi verdadera situación imaginaban que tal práctica era el medio de satisfacer mis necesidades, y que Dios la ha suspendido ahora. Mi esposa me dijo hoy que no le quedaba dinero y me dijo: “Nunca pensaste en la enfermedad. Durante la enfermedad uno puede quedarse sin provisión incluso para las necesidades básicas de la vida. Le dije que la actitud de mi Dios para conmigo no era así. Yo habría guardado dinero si no tuviera plena confianza en Dios.”

Resultó que, sin que él lo supiera, habían llegado dos órdenes de pago por valor de ciento veinticinco rupias que esperaban ser entregadas. Cuando le dijeron que habían llegado, se sintió profundamente conmovido y alabó a Dios con devoción, y comentó: “Esta es la gracia de mi Dios Todopoderoso. Él ha demostrado que me provee sin necesidad de que ejercite mi habilidad como médico, de una manera que no se puede concebir. Mi esposa es incapaz de apreciar esto, siendo débil. Mi fe es fuerte. Mi Señor siempre me trata de este modo.”

Estas manifestaciones de la providencia de Al’lah continuaron llegando por todas partes. Un día dijo a Shaij Muhammad Taimur que debía hacerse un informe de todos los gastos en que había incurrido durante su enfermedad respecto a los medicamentos, vendajes, etc. y que el monto total debía ser reembolsado con su dinero disponible. Comentó: “Mi Señor me provee. No deseo estar en deuda con nadie. Me ha prometido que cubrirá todas mis necesidades.”

El 15 de diciembre de 1910, se informó que Hazrat Jalifatul Masihra estaba evolucionando favorablemente. No tenía fiebre ni tos. Todavía estaba muy débil, aunque había ganado algo de fuerza. Sus heridas curaban poco a poco; la del labio casi había cicatrizado, y ya no tenía dificultad para comer y hablar. Sufría de vez en cuando de insomnio. Le leían el Sagrado Corán todos los días, por la mañana y por la tarde. Comentaba ciertos puntos y ocasionalmente daba algunos consejos. Un musulmán europeo llamó para preguntar por su salud, y Jalifatul Masihra le habló con cierta profundidad sobre el Islam.

La Conferencia Anual se celebró el 25, 26 y 27 de diciembre de

  1. Hazrat Jalifatul Masihra se dirigió a la Conferencia en la tarde del 25 de diciembre, con el tema: “No hay dios salvo Al’lah”; y, de nuevo, en la tarde del 27 de diciembre, acerca de: “el arma de la oración”. En el curso de su segundo discurso comentó:

“Rogadme; Yo responderé a vuestra oración (40:61)”; es un arma, y es muy eficaz. A veces el que la maneja es débil, y repudia su eficacia. El arma de la oración ha sido descartada hoy por la humanidad. Los miembros de nuestra comunidad deben afilarla y hacer uso de ella. Deben orar constantemente, y nunca deben cansarse de la súplica. Estoy tan enfermo que nadie puede concebir cuánto tiempo continuaré sobreviviendo; por lo tanto, esta es mi última admonición: que junto con “no hay dios salvo Al’lah, afiléis el arma de la oración. No deben haber disensiones en la comunidad, porque cuando hay disensión en la comunidad, esta se convierte en sujeto del castigo divino; como dice el Sagrado Corán: “Mas cuando olvidaron todo aquello con lo que habían sido exhortados, salvamos a quienes prohibían el mal e impusimos a los transgresores un severo castigo a causa de las malas acciones que solían cometer”. (7: 166). Hasta ahora habéis sido salvaguardados de tal aflicción. Incluso la oración no sirve sin la gracia y la misericordia de Dios. Por lo tanto, os advierto:

Orad constantemente; repito: oremos constantemente para que la comunidad esté protegida de la disensión. El favor que Dios nos ha otorgado hasta ahora es el resultado de la oración. Orad por también mí para que mis coadjutores sean creyentes sinceros, sumisos a Dios, beneficentes, bondadosos, y no se me opongan. Que se me proporcionen predicadores que prediquen con convicción razonada, reconozcan la verdad, estén libres del materialismo y, junto con su sinceridad, sean conscientes del camino del Santo Profetasa.

Terminó con:

“Me debéis algunas obligaciones:

  1. Me habéis jurado lealtad y me debéis El que incumple un pacto se convierte en un hipócrita. Temo que alguien pueda convertirse en hipócrita por desobedecerme.
  2. Suplico con agonía por vosotros.
  3. Debido a mi enfermedad no puedo realizar la postración durante la Salat; sin embargo, he orado mucho y con sinceridad por vosotros durante las

Por lo tanto, en reconocimiento de vuestra obligación hacia mí, renunciad a toda discordia y disensión”.98

Al final de la Conferencia Anual, convocó a los presidentes y a las demás personas que ostentaban cargos en las filiales y les dijo:

“He pedido que vengáis ya que el año pasado me sentí molesto porque no os reunistéis conmigo, y me había propuesto que si tenía la oportunidad, os aconsejaría este año.

Nunca había concebido que sería el líder espiritual de una comunidad, pero cuando Dios lo quiso, de repente, me convirtió en uno. Vosotros ostentáis cargos en la comunidad, y no hay duda de que a menudo os enfrentáis a dificultades. Puede que alguien sienta resentimiento por no tener un cargo, y albergue rencor por esa causa. Mi propia actitud es que, si a la muerte del Mesías Prometidoas, su hija menor Amatul Hafiz hubiera sido elegida para sucederle, yo habría sido el primero en jurarle lealtad, y le habría obedecido igual que había obedecido a su padre, con la certeza de que las promesas de Dios se cumplirían también en sus manos. Mi propósito al decir esto es que nadie debe tener tales aspiraciones.

Mi primer consejo es, y os ruego, en el nombre de Al’lah que os lo toméis en serio, ¡que ante las dificultades tengáis en cuenta las directivas divinas! No disputéis mutuamente, no sea que flaqueéis y perdáis la fuerza. Sed perseverantes; pues en verdad, Al’lah está con los perseverantes. (8:47). Al’lah, siendo el Creador de la naturaleza del hombre, sabía que existiría la disensión; por ello ordenó: Sed perseverantes; pues en verdad, Al’lah está con los perseverantes. Por tanto, en caso de que haya alguna disputa con el que ostente de un cargo, sed perseverantes. Al’lah apoyará al que se mantenga perseverante con el ánimo de complacerle.

Tengo derecho a amonestaros. Tras vuestro acuerdo en obedecerme en todos los asuntos buenos, os invito a que me obedezcáis en esto: evitad la disensión. Siempre que os encontréis con desacuerdos, caed en postración ante Dios para que os otorgue firmeza. No tengáis miedo de las dificultades; se encuentran presentes en cada situación. Yo tuve que encontrarme con las mías. Algunos miembros cayeron en el error, y fueron culpables de una gran impertinencia y falta de respeto; pero yo me contuve. No se dieron cuenta de lo que se debe al líder del movimiento. Tal falta de consciencia se debe a la falta de conocimiento. Pero Dios fue misericordioso; el mismo enderezó sus corazones. Los corazones están en las manos de Dios, y Él inclinó a todos ellos hacia mí, y así, ellos y nosotros, y la comunidad, experimentamos Su misericordia y beneficencia. Así que evitad las disensiones y persuadid a los miembros de la comunidad a que las eviten. Al’lah, el Exaltado, ha prescrito firmeza para tales ocasiones.

Otra cuestión acerca de la cual deseo llamar vuestra atención es que en algunos lugares donde hay sectores más numerosos de la comunidad, el ulterior progreso se ha vuelto lento. Yo conozco la razón de ello, y os exhorto a recurrir a dos remedios. El primero es que aquellos que ostentan cargos deben suplicar con agonía. Vosotros sabéis que en el momento de un eclipse de sol o de luna, se realizan unas oraciones especiales. El Santo Profetasa se sentía muy perturbado en el momento de un eclipse, aunque sabía que era un fenómeno natural, tal como se dice en el Sagrado Corán: “Para la luna hemos establecido fases” (36:40). Él sabía que durante un eclipse, la luz del sol o de la luna no disminuye, sino que queda enmascarada por el planeta tierra. Sin embargo, se sentía perturbado porque había sido encargado de transmitir un mensaje, y temía que se pudiera encontrar con algún obstáculo en su transmisión. Por lo tanto, en el momento del eclipse él suplicaba, daba limosnas, ofrecía sacrificios y liberaba esclavos.

Los estúpidos filósofos no comprenden este misterio; pero un profeta, pese a saber que él mismo está iluminado, aun así está temeroso de que su luz se obstruya, como la luz del sol y la luna se obstruye durante un eclipse. Por lo tanto, suplica y da limosnas. La entrega de limosnas es el segundo remedio para eliminar los obstáculos en el camino hacia el progreso. Tened en cuenta que cuando el progreso se ralentice, quienes ocupen cargos deben lavarse, suplicar durante la Salat, dar limosna y gastar personalmente en caridad, para que Dios se complazca en eliminar los obstáculos del camino del progreso. Yo os ordeno que deis limosnas, ya que la limosna y el gasto en caridad, apaga el fuego de la ira Divina.

Por último, deseo advertiros en contra de la sospecha en asuntos relativos a la administración de los fondos de la comunidad. Los que se ocupan de ellos aquí, en la sede, son honestos y dignos de confianza. Por lo tanto, no debéis sentir temor por ese aspecto. Yo también soy un fideicomisario respecto a todo lo que se me envía. Quiero aseguraros que Dios no me ha hecho avaricioso. No tengo deseos de tener dinero. Mi esposa recibe de mí un subsidio fijo. Tampoco tengo ningún deseo de grandeza.

Me estoy acercando a mi final. Os deseo sinceramente lo mejor. Suplico constantemente en vuestro nombre. No he reservado ningún dinero para mis hijos. No recibí dinero de mi padre ni de mis hermanos; pero mi Señor me ha concedido mucho y sigue haciéndolo. Por lo tanto, desechad todos los malos pensamientos en este asunto. Cultivad el amor del uno por el otro, evitad la disensión, no penséis mal de nadie; si alguien se molesta con vosotros, sed pacientes, y constantes en la súplica.

Llevo un año queriendo deciros todo esto. Algunos podrían haber pensado que tenía algún motivo egoísta al desear que me vierais. No busco nada de ninguno de vosotros.

Mi nombre en el cielo es ‘Abdul Basit, que significa el siervo de Aquel que otorga vastas recompensas. Él me otorga todo lo que necesito. Él me concede todo lo que preciso. Grande es Su gracia sobre mí. Hace poco me caí de una yegua sobre la que montaba. Si me hubiera golpeado en un ojo, ¿de qué me hubiera servido? Pero fui salvado por Su gracia. Se han cometido muchos errores a lo largo del año que acaba de terminar, pero espero que por Su gracia, se eviten todos los errores durante el año que está a punto de comenzar”.99

El informe médico del 5 de enero de 1911 indicaba que las

lesiones de Hazrat Jalifatul Masihra se trataban diariamente durante los días de la Conferencia Anual, y que llevaba un vendaje, pero que desde entonces las heridas habían sanado, y se le había retirado el vendaje. Sus actividades durante la Conferencia y el gran número de visitantes que recibió, y con los que habló, le habían fatigado mucho. Dos de sus dientes que le causaban problemas fueron extraídos y tuvo fiebre durante dos días. “Su temperatura es ahora normal, pero sufre de dolor neurálgico de forma intermitente. Está alegre todo el tiempo y no muestra signos de tensión o de ansiedad”. Después de la extracción de sus dientes, comentó: -Todo dolor tiene su compensación. Ahora puedo beber y disfrutar del agua fría.-

Una semana más tarde se informó que todavía sufría de dolor neurálgico de vez en cuando, y que tenía una hinchazón dolorosa en la mejilla a consecuencia de la extracción de sus dientes.

El informe del 19 de enero indicaba que el dolor neurálgico continuaba ocasionalmente, y que una noche se sintió inquieto y con pérdida del sueño.

El doctor Mirza Ya’qub Baigra informó el 22 de enero de un buen progreso en todos los aspectos. El augusto paciente había descansado durante la noche y no tenía fiebre. Estaba ganando fuerza progresivamente. Cuando el médico estaba a punto de dejarle después de examinarle, preguntó al paciente si deseaba algo en particular. Su respuesta fue:

‘Todo el deseo de mi corazón es que Al’lah esté complacido conmigo. (Repitió esto tres veces) Deseo que vosotros continuéis siendo obedientes, y no os dividáis. No planteéis conflictos. Me he hartado del mundo. No tengo ningún deseo mundano. Todo lo que deseo es que cuando muera, el Señor esté complacido conmigo. Dile eso a todo el mundo. No tengo interés por el mundo. He recibido mucho y me han dado mucho, he gastado mucho y he dado mucho. No tengo otro deseo. A veces deseo salud, para que mi fe no se deteriore por una enfermedad prolongada. ¡Al’lah, te ruego que estés satisfecho conmigo!

Estoy ansioso por que no haya disensión en mi comunidad. El mundo no significa nada para mí. Me agradaría mucho que permanezcáis unidos. No puedo realizar la postración por mi enfermedad; sin embargo, suplico por vosotros durante la postración. He suplicado repetidamente por vuestro bien. No busco nada de vosotros, ni tengo ningún deseo mundano.

Mi Señor me provee abundantemente de maneras misteriosas, mucho más allá de mis necesidades. Cuidado con las diferencias y las contiendas. Si las evitáis, seréis grandemente bendecidos por Al’lah, y mantendréis vuestro honor y fortaleza; de lo contrario perderéis todo.

Nunca he emitido ninguna directiva por un motivo egoísta; todas han sido en cumplimiento de la voluntad de Dios. Sed diligentes en la Salat y suplicad constantemente. La Salat es la Oración.

No multipliquéis las diferencias y las contiendas; han hecho un gran daño. Si surgen diferencias, mantened el silencio. Suplicad por vosotros mismos y por vuestros oponentes. Repetid con frecuencia: “No hay dios salvo Al’lah; Muhammadsa es el Mensajero de Al’lah”. Manteneos firmes en el Corán. Leed mucho y actuad conforme a él. En cuanto a mí, estoy complacido con Al’lah como mi Señor, el Islam como mi fe y Muhammadsa como el Mensajero. Con esto os encomiendo a Dios.” 100

Los informes médicos posteriores indican que Hazrat Jalifatul

Masihra continuó progresando lentamente hacia la recuperación completa de su salud. Todas sus otras lesiones habían sanado, pero la lesión en su sien derecha se había convertido en una úlcera. No tenía más opción que pasar los días en su sala de estar donde llevaba a cabo sus actividades y desempeñaba sus deberes en la medida de sus posibilidades. Daba lecciones e incluso ocasionalmente veía pacientes y les prescribía tratamientos. El 30 de enero convocó a Majdum Miyan Muhammad Siddiq con papel y materiales de escritura y le pidió que recitara el siguiente versículo del Sagrado Corán tres veces: “¿Acaso no les basta el que te hayamos revelado el Libro que se les recita? En verdad, en él hay misericordia y un recordatorio para el pueblo que cree. (29:52)”; y tras ello, le dijo:

“En este versículo Al’lah ha establecido todas las etapas para que un buscador de la verdad progrese. Él pregunta: ¿No es suficiente el Libro que hemos enviado a Muhammadsa para satisfacer todas las necesidades de los creyentes? Hay en él misericordia para ellos y todo tipo de admonición.

Estoy bien informado de los fenómenos de la naturaleza y de toda forma de visión, pero después de este testimonio divino, considero que el colmo de la ingratitud es recurrir a cualquier otro método para progresar espiritualmente. Los considero como una mímica teatral. Recordad esto, todos vosotros. Si surge en vuestras mentes alguna idea contraria a esto después de que me haya ido, buscad la guía diciendo: “No hay poder para hacer el bien y no hay fuerza para resistir el mal excepto el que emana de Al’lah, el Altísimo, el Más Grande”.

Considerad también otro testimonio divino que está en el mismo comienzo del Sagrado Corán, a saber: Yo, Al’lah, el Omnisciente, Alif Lam Mim. Afirmo que éste es un Libro perfecto; no hay duda en él; es una guía para los justos. (2: 2-3). Esto significa que el Corán proporciona la única manera de alcanzar la rectitud. Llamo vuestra atención hacia esto bajo la dirección Divina. Se relata en los Ahadiz que el Santo Profeta usó diversas fórmulas para buscar la protección de Al’lah, pero después de que los dos últimos capítulos del Sagrado Corán le fueron revelados, descartó todo lo demás y se limitó a ellos.

Un tercer testimonio es: Diles: “Yo sigo únicamente lo que me ha revelado Mi Señor. Éstos son Signos luminosos de vuestro Señor, guía y bendición para las gentes que creen”. Y cuando se recite el Corán, prestadle atención y guardad silencio, a fin de que se os muestre misericordia. (7: 204-205). 101

El 10 de febrero de 1911, Hazrat Jalifatul Masihra comentó lo siguiente a los que estaban en su compañía en ese momento:

“Grande es la gracia de Al’lah sobre mí. Él ha demostrado Su poder y Su cuidado por Su humilde servidor de maravillosas maneras en el transcurso de mi enfermedad. Me ha convencido nuevamente de la realidad de la aceptación de la oración. La súplica es una gran fuente de Su gracia hacia mí. Mi Señor me ha concedido grandes favores. Ojalá tuviera la fuerza para recitarlos en detalle. Hoy mismo he recibido la revelación: “Enriquéceme con Tu gracia, para que me sea suficiente y pueda prescindir de todo lo demás excepto de Ti”. Estaba sufriendo de insomnio. Los doctores me daban medicinas sin resultado. Anoche no tomé ningún medicamento y dormí durante cinco horas. Dios es un Rey poderoso; Él hace lo que quiere. Recordad esta advertencia mía. Tened fe en Al’lah, y mantened grandes esperanzas de ganar Su favor. No os desaniméis por las dificultades; están diseñadas para elevaros. Buscad la ayuda de Dios. Esto es breve y simple, pero es muy necesario. Recordadle, y no le descuidéis. Que Al’lah esté con vosotros, os proteja y os ayude. Amén.” 102

Alguien preguntó a Hazrat Jalifatul Masihra el 27 de febrero de

1911, si las diferencias doctrinales entre ahmadíes y no ahmadíes eran cuestiones de principio o de detalle. Comentó que no era correcto que estas diferencias fueran cuestiones de detalle. Nuestro Salat se realiza de la misma manera que el suyo, no hay ninguna diferencia con respecto al Zakat, el peregrinaje o el ayuno. Considero que nos diferenciamos por una cuestión de principio, que puede describirse de esta manera. La fe requiere de la creencia en Al’lah, Sus ángeles, Sus Libros, Sus Mensajeros, Su medida del bien y del mal, y en la resurrección. Nuestros oponentes también profesan la creencia en todo esto, pero aquí es donde empieza nuestra diferencia. Nadie puede ser un creyente a menos que crea en los Mensajeros de Al’lah, en todos ellos, sin discriminación con respecto al tiempo o lugar. El rechazo de cualquier comisionado de Al’lah, hace que una persona sea incrédula. Nuestros adversarios rechazan la afirmación de Hazrat Mirza Sahibas de que fue comisionado por Al’lah. Esto no es una cuestión de detalle. El Sagrado Corán ordena: No hacemos distinción entre ninguno de Sus Mensajeros (2: 286). El rechazo del Mesías Prometidoas equivale a hacer tal distinción. Creemos en el Santo Profetasa como Jatamun Nabiyyin, como se le designa en el Sagrado Corán (33:41). Creemos que quien no lo acepta como tal es un incrédulo. Diferimos con nuestros oponentes en la interpretación de esta expresión, pero esa diferencia no tiene relevancia en relación a: “No hacemos distinción entre ninguno de Sus Mensajeros”. Por lo tanto, considero que hay una diferencia de principio entre los no ahmadíes y nosotros.

El mismo día escribió a Nawab Fatih ‘Ali Jan de Lahore prometiendo una contribución de mil rupias al Fondo de la Universidad Musulmana, y emitió la siguiente directiva a los miembros de la comunidad:

“Hay un programa para el establecimiento de una Universidad Musulmana en la India, y algunos de nuestros amigos han preguntado si deben contribuir a ella. Para información de los miembros de la comunidad se anuncia que aunque nuestro Movimiento tiene muchas necesidades especiales y los miembros del Movimiento tienen que hacer contribuciones sustanciales para cubrirlas, sin embargo, como el proyecto de la Universidad Musulmana es benéfico, considero necesario que nuestros amigos contribuyan en todos los sentidos a su promoción”. 103

A principios de abril de 1911, un diario musulmán de Lahore propuso que el cumpleaños del Santo Profetasa fuera celebrado a modo de fiesta, y la rama Simla de la comunidad pidió instrucciones a Hazrat Jalifatul Masihra con respecto a la propuesta. Respondió:

“Los Santos Fundadoressa del Islam señalaron sólo dos días de fiesta para los musulmanes, y el Viernes es también un día festivo. Cualquier otro festivo constituiría una innovación indeseable. Si lo hiciéramos así, la gente continuará añadiendo más festivos. Los ahmadíes entonces desearán celebrar los aniversarios del día en que el Mesías Prometidoas recibió su primera revelación, y el día de su muerte. Los compañeros del Santo Profetasa fueron devotos a él, pero no celebraron un tercer día festivo. El Mesías Prometidoas era el mayor enamorado del Santo Profetasa y si tal día festivo fuese permisible, lo hubiera celebrado. Tales sugerencias son insensatas, aquellos que las hacen sólo buscan popularidad; no están inspirados por ningún motivo espiritual”.

Hazrat Jalifatul Masihra lideró, después de un intervalo de seis

meses, la primera oración de la tarde del viernes, después de su accidente del 19 de mayo de 1911. Fue una ocasión de gran regocijo para toda la comunidad. Posteriormente, durante un período bastante largo, asistió al servicio de la tarde del viernes en la mezquita, mientras que todos los servicios de oración, incluyendo el servicio de la tarde del viernes, continuaron bajo la dirección de Sahibzada Mirza Bashir-ud-Din Mahmud Ahmadra. En una ocasión Maulwi Muhammad ‘Ali le sugirió a Hafiz Raushan ‘Alira que le preguntara a Hazrat Jalifatul Masihra por qué, en presencia de teólogos mayores y más eruditos, había ordenado al joven Sahibzadara que dirigiera los servicios de la Oración. Hafiz Raushan ‘Alira hizo la pregunta, sin mencionar quién la había inspirado, y recibió la respuesta:

“El Sagrado Corán dice: En verdad, el más honorable de entre vosotros, a la vista de Al’lah, es el más justo de vosotros. (49:14). Nombra de entre toda la comunidad a alguien que sea tan justo como Miyan Mahmud Ahmadra.

¿Acaso debería nombrar a Maulwi Muhammad ‘Alira para dirigir los servicios de Oración y pronunciar el sermón?”

El gobierno británico anunció que se celebraría la Coronación Durbar en Delhi el 12 de diciembre de 1911, para proclamar a Su Majestad Jorge V como Emperador de la India. Hazrat Jalifatul Masihra pensó que era una buena oportunidad para solicitar al Rey Emperador, a través de Su Excelencia el Gobernador General de la India, que a los empleados musulmanes del Gobierno se les concediera un receso de dos horas el viernes para permitirles participar en el servicio religioso de la tarde del viernes. Para este propósito redactó un memorial, sobre el cual hizo el siguiente anuncio el 1 de julio de 1911: “El viernes es considerado como un día muy bendito en el Islam, y es considerado como una fiesta por los musulmanes. La asistencia durante la oración de la tarde del viernes es obligatoria, y se hace más hincapié en ella que la asistencia a la oración en los dos días de fiesta reconocidos. Se indica en el Sagrado Corán: ¡Oh vosotros, los creyentes! Cuando se haga la llamada a la oración del viernes, apresuraos al recuerdo de Al’lah y dejad todos los negocios. (62:10). Es por eso que desde el comienzo del Islam, el viernes se considera como una festividad en todos los países musulmanes. En la India también el viernes fue considerado como un día de fiesta durante siglos. El versículo que acabo de citar no permite que el servicio de la tarde del viernes se realice individualmente; la asistencia a la mezquita, la escucha del sermón y la participación en la oración congregacional son obligatorias.

El domingo es un día festivo por la religión del soberano, y el gobierno no permite dos días de fiesta en una semana. Por lo tanto, es necesario proponer algo que asegure el objetivo deseado por los musulmanes sin crear ninguna dificultad administrativa. Una forma fácil sería cerrar todas las oficinas, tribunales, escuelas, colegios, etc. durante dos horas en el momento del servicio de la oración del viernes, o permitir a los empleados y estudiantes musulmanes, que se ausenten por ese espacio de tiempo, para permitirles participar en la oración.

Una circular del gobierno a ese efecto puede ser emitida a todos los departamentos. Hemos preparado una circular para este propósito que se presentará al Gobernador General. Pero como el propósito es común a todos los musulmanes, consideramos necesario que antes de que se presente el memorándum, su propósito sea transmitido al público musulmán, periódicos y asociaciones, para que puedan prestar su apoyo mediante resoluciones, declaraciones, artículos, etc., y el gobierno, tras quedar convencido de esta necesidad de los musulmanes, realice la debida disposición para ello. Nos preocupa solamente que, como esta es una necesidad común de todos los musulmanes, la solicitud propuesta sea presentada al Gobernador General con el apoyo unánime de todos los musulmanes. No es nuestro deseo que sólo nosotros la presentemos. Como Dios nos ha inspirado a tomar la iniciativa, hemos presentado esta propuesta. Si una asociación o un organismo musulmán se oponen simplemente porque lo hemos presentado nosotros, nos echaremos atrás con mucho gusto, siempre que se adopte otro método apropiado para transmitir la solicitud al gobierno”. 104

Desde ‘Aligarh se recibió una sugerencia indicando que el

memorándum propuesto se presentara en nombre de la Liga musulmana de toda la India. Hazrat Jalifatul Masihra dio a entender su asentimiento. El resultado fue que el gobierno concedió la facilidad deseada a los musulmanes.

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