CONDICIÓN VII - Renunciar el orgullo
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
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Que él/ella debe renunciar completamente al orgullo y a la vanidad y debe pasar toda su vida en la humildad, con alegría, tolerancia y modestia.

[Del sermón del Viernes concedido en Fráncfort, Alemania, el 29 de agosto de 2003, en el cual fueron discutidas, en detalle, la séptima y la octava condición del Bai’at]

 

Tras el Shirk, no hay tribulación peor que la arrogancia.

Después de exhibir su orgullo, Satán había decidido, desde el principio, que se esforzaría al máximo para dificultar al hombre convertirse en verdadero siervo de Al-lah. Había resuelto entrampar a la humanidad de diversos modos. Incluso cuando el hombre realizara un acto virtuoso, Satán le haría engreído, y, así, por su vanidad personal y egoísmo, le haría ser orgulloso y arrogante. Este sentimiento de arrogancia haría, finalmente, que el hombre perdiera la recompensa de su acto virtuoso.

El mismo Satán desobedeció el mandato de Al-lah por vanidad personal. Por lo tanto, desde el comienzo y usando el mismo recurso, decidió apartar al hombre del buen camino. Sólo los siervos del Dios de la Gracia, que son Sus siervos especiales y se dedican a adorarle, generalmente salen indemnes del ataque de Satán. De otra manera, sirviéndose de la trampa del orgullo, Satán normalmente consigue mantener a la humanidad en cautiverio.

Uno no debe tomar a la ligera la promesa que nosotros hacemos en el momento de tomar el Bai’at, de no pecar de orgullo y soberbia. Abandonar la arrogancia por completo no es fácil. La arrogancia se presenta bajo muchas formas diferentes. Satán ataca al hombre utilizando diferentes métodos. Es una condición realmente aterradora. De hecho sólo por la gracia de Dios podemos librarnos de ello. Por lo tanto, en la séptima condición, el Mesías Prometidoas también incluyó una forma de obtener la gracia de Dios. Él dijo que si intentamos romper con el hábito de la arrogancia, pero no rellenamos este hueco con la humildad y la modestia, entonces la arrogancia nos atacará de nuevo. Por lo tanto adoptad la humildad. A Al-lah Todopoderoso le complace el camino de la humildad. El mismo Mesías Prometidoas demostraba una humildad sin igual. Ese es el motivo por el cual Al-lah el Todopoderoso estaba tan satisfecho con él, que le dijo en una revelación, en lengua urdu: “A Él le agradan tus modos humildes.” Nosotros afirmamos haber pactado el Bai’at con el Mesías Prometidoas y que le hemos aceptado como el Imam de nuestros tiempos. Por lo tanto, es de la mayor importancia adoptar esta cualidad moral. El hombre no tiene motivos por mostrar arrogancia y soberbia. En el Sagrado Corán el Todopoderoso dice:

“No andes por la tierra con jactancia porque así no puedes hender la tierra ni igualar a las montañas en altura.” (Bani Israil 17.38)

Este versículo pone de manifiesto que el hombre no se halla en posición de alardear. ¿De qué se siente tan orgulloso? Algunos se consideran los reyes de su tiempo. No desean salir de su ámbito limitado. Permaneciendo dentro de sus círculos limitados, se consideran a sí mismos como algo muy especial. Voy a dar el ejemplo de un pequeño entorno, el de las circunstancias domésticas. Es alarmante comprobar de qué manera tan salvaje algunos hombres tratan a sus mujeres y a sus hijos. Algunas jóvenes, que ahora ya son adultas, me escriben para contarme que desde su infancia han sido testigos y víctimas del trato opresivo que tanto sus madres como ellas recibían de sus padres, pero que ahora ya no pueden aguantar más. Solían esconderse en sus habitaciones tan pronto como el padre entraba en casa. Si la madre o alguna de ellas decía algo por casualidad que no fuera de su agrado, el padre era tan cruel que las golpeaba. Es la arrogancia la culpable de que algunos hombres cometan este tipo atrocidades. La mayoría de ellos dan una buena imagen de sí mismos fuera de su hogar y son considerados gente honrada. Así, los poco allegados tienen una opinión favorable sobre ellos porque no los conocen en la intimidad. Otros, sin embargo, ni siquiera ocultan su naturaleza orgullosa y su comportamiento es arrogante tanto en el hogar como fuera de él, y su temperamento es bien conocido por todos. A consecuencia de este comportamiento tan agresivo de algunos hombres para con sus esposas e hijas, se produce una reacción natural, sobre todo entre los hijos. Primero empiezan juzgando y enfrentándose con el padre, para acabar en muchas ocasiones tomando venganza de él, sobre todo cuando el padre ya es mayor y débil. Hay diversos entornos sociales y el doméstico es sólo uno de ellos. Si observáis con detenimiento veréis ejemplos similares de arrogancia en todos esos entornos.

Hay un tipo de arrogancia extrema que se halla en los ámbitos más altos de la sociedad humana: a causa de esta arrogancia algunas naciones, países y gobiernos miran por encima del hombro a otros. Sienten un hondo desprecio por las naciones y los países pobres. Hoy en día esta es una de las causas principales del desorden y conflicto en el mundo. Si desapareciera la arrogancia desaparecería el desorden, pero estas naciones y gobiernos arrogantes ignoran que cuando Al-lah decida acabar con su actitud de soberbia, ellos desaparecerán para siempre de la faz de la tierra.

Al-lah dice en el Sagrado Corán:

“No hinches tus mejillas con orgullo, ni andes por la tierra con insolencia: en verdad Al-lah no ama a quien se comporta con arrogancia y jactancia.” (31:19)

Este versículo deja muy claro que no debemos andar por el mundo demostrando una actitud de arrogancia y soberbia. La gente orgullosa tiene un estilo propio especial. Su fanfarronería y egoísmo no es en absoluto del agrado de Al-lah. Algunas personas se muestran orgullosas delante de sus subordinados pero, en cambio, son serviles con sus superiores. El pecado de la hipocresía es evidente en su comportamiento.

De este modo el rasgo de la arrogancia alimenta muchos otros males. Lenta y gradualmente todos los caminos hacia la virtud se cierran por completo. Tales personas se alejan de la religión y también de la organización de la Yama’at. A medida que su arrogancia aumenta, ellos se alejan más y más de la proximidad y las bendiciones de Al-lah y Su Mensajero.

En un Hadiz se menciona que Hadrat Jabirra narró que el Santo Profetasa decía:

“En el día del juicio final aquellos que tengan el mejor comportamiento moral serán mis preferidos y los más cercanos a mí. Y los tharthar, los mal hablados y vanos, los mutashaddiq, los que hacen muecas de desprecio y los mutfaihiq, se hallaran bajo mi ira y estarán totalmente alejados de mí.” Los presentes preguntaron, “Oh Mensajero de Al-lah! Nosotros sabemos el significado de tharthar y mutashaddiq, pero quienes son los mutfaihiq?” Él contestó, los mutfaihiq son aquellos que hablan con arrogancia y soberbia. (Sunnan-ut-Tirmidhi, Abwab-ul-Birri was Salih, Babu fi Ma’ahil Akhlaq)

Hadrat ibn-e- Mas’ud narró que el Santo Profetasa decía:

“Tres rasgos están en la base de todo pecado. Deben ser evitados. Evitad la arrogancia porque debido a la arrogancia Satán se negó a postrarse ante Adán. En segundo lugar manteneos alejados de la codicia, porque fue la avaricia la que llevó a Adán a comer la fruta del árbol prohibido. En tercer lugar, evitad los celos, pues por celos uno de los hijos de Adán asesinó a su hermano. (Ar Rízala Al Qushairiyyah, Bab-ul-Hasadi, p.79)

Hadrat Abu Hurairahra narraba que el Santo Profetasa decía:

“A aquel en cuyo corazón haya incluso un ápice de arrogancia no se le permitirá entrar en el Paraíso.” Un hombre dijo, “Oh Profeta de Al-lah, el hombre desea ir bien vestido calzar buenos zapatos y tener buena presencia.” El Santo Profetasa respondió, “Eso no es arrogancia: Al-lah el Todopoderoso es elegante y le agrada la elegancia. Es decir, le place la belleza. La verdadera arrogancia es cuando un hombre rechaza lo que es verdadero, considera inferior a los demás y les trata con desprecio.”(Sahih Muslim, Kitab-ul-Iman, Babu Tahrimil-Kibri wa Bayanahi.)

Otra tradición dice así. Hadrat Abu Hurairahra narra que el Santo Profetasa decía:

“Los cielos y el infierno tuvieron una discusión. El infierno dijo que los grandes opresores y los soberbios entraban en él; los cielos dijeron que los débiles y humildes entraban en él. A este respecto, Al-lah el Todopoderoso dijo al infierno, “Tú representas mi castigo. A través de ti yo castigo a quien yo deseo. Y Él le dijo a los cielos, “Tú eres la manifestación de mi bondad. Yo concedo la gracia a quien me place a través de ti; y vosotros ambos tendréis la parte completa que os corresponda.” (Sahih Muslim, Kitah-ul-Jannati wa Sifati Ni’amiha wa Ahliha, Babun Nari, yudkhuluhad Jabbahrna wal Jannatu yudkhuluhad Du’aafa’a)

Permita Al-lah que cada áhmadi busque la bondad de Al-lah, el Todopoderoso, siendo humilde y educado, y se haga digno del paraíso de Al-lah y cada hogar se vea libre del feo pecado de la arrogancia.

Un hadiz dice así. Hadrat Abu Sa’id Khudrira y Hadrat Abu Hurairahra relatan que el Santo Profetasa decía:

“El honor es la vestimenta de Al-lah el Todopoderoso y la grandeza es su manto. Al-lah el Todopoderoso dice que, en consecuencia, castigaré a aquel que intente despojarme de ellos. (Sahih Muslim, Kitab ul Birri, was-Silah, Babu Tahrimil- Kibr)

Los arrogantes nunca entrarán en el Paraíso.

Así, a largo plazo, la arrogancia incita al hombre a enfrentarse con Al-lah. Cuando Al-lah el Todopoderoso ha decretado que El no perdonará a aquellos que hacen dioses de cosas que no lo son, ¿entonces como puede ser perdonado uno que afirme ser como dios? Fue realmente la arrogancia la que dio origen a gente cuyo patrón fue el Faraón. Todos habéis leído acerca del final que sufrieron estas gentes similares al Faraón, y también habéis sido testigos de alguno de ellos en nuestra época. Es ciertamente un motivo para asustarse. Todo áhmadi debe intentar evitar cualquier forma de arrogancia por mínima que sea, porque esta tiende a extenderse y a dominar por completo al hombre. Al-lah el Todopoderoso nos ha hecho esta advertencia, “Este es mi manto; Yo soy el Señor de todos los mundos. La grandeza me pertenece; aceptadlo y demostrad humildad. Si intentáis cruzar estas líneas, seréis castigados. Incluso si vuestra arrogancia fuera tan pequeña como la de un grano, en vuestro destino hallareis el castigo.”

Junto con esta advertencia, sin embargo, también se da una buena nueva. Al-lah dice; “Yo os salvaré de los tormentos del fuego si mostráis un ápice de fe.” Como se menciona en un hadiz,

Hadrat Abdullahra narró que el Santo Profetasa dijo: “Aquellos en cuyo corazón se halle el más mínimo rasgo de arrogancia no entrarán en los cielos. Y aquellos en cuyo corazón se halle la más mínima expresión de fe no serán condenados a los fuegos del infierno…” (Sunano Ibn-e-Majah, Al-Muqaddimah, Babu Fil-Iman, Hadiz num.59)

El Mesías Prometidoas dijo,

“Yo os digo en verdad que el día del Juicio Final después del pecado de “shirk” –pecado de asociar iguales a Al-lah – no habrá mal mayor que la arrogancia. Es un mal que deshonra al hombre en ambos mundos. La bondad Divina premia a todo aquel que cree en la Unidad de Dios pero no a los arrogantes. Satán, también afirmaba creer en un solo Dios; sin embargo fue arrogante y despectivo con Adán, a quien Dios amaba. Satán le criticaba y buscó su ruina, y la soga de su maldición se ciñó alrededor de su cuello. De este modo la arrogancia fue el primer pecado por el cual un ser halló su ruina eterna. (A’inah-e- Kamalat-e-Islam, Ruhani Khaza’in, vol.5, p. 589)

Continúa diciendo:

“Si tenéis cualquier rasgo de arrogancia, de hipocresía, de desprecio o de indolencia, entonces no seréis merecedores de ser aceptados. No os engañéis a vosotros mismos creyendo que habéis hecho lo que podíais, porque Dios desea que vuestro ser entero experimente un cambio total. Él exige de vosotros una especie de muerte para después entregaros la vida”. (Kashti-e-Nuh, Ruhani Khaza’in, vol.19, p.12)

La profunda conexión entre la arrogancia y Satanás.

El Mesías Prometidoas luego dice:

“De hecho, hay personas que, aunque se hallan muy muy por debajo en rango respecto de los Profetas divinos (la paz sea con ellos) se hacen arrogantes en cuanto ofrecen el Salat durante unos días. Del mismo modo, en vez de purificarse mediante el ayuno y haciendo el Hall, se vuelven soberbios y jactanciosos. Recordad que la arrogancia viene del diablo y le vuelve a uno malvado. Mientras que el hombre no la aleje de sí, se convierte en un impedimento para la aceptación de la verdad y para poder recibir la gracia de Dios. No se debe adoptar la arrogancia de ningún modo, ni con respecto al conocimiento, ni a la riqueza, ni al rango social, ni a la casta, ni a los antepasados, ni al linaje; ya que la arrogancia se desarrolla debido a estos motivos. A menos que uno se libere de la vanidad, no es merecedor del aprecio del Dios Todopoderoso. Las personas soberbias no pueden llegar a conocer realmente a Dios y es este conocimiento el que permite librarse de los elementos emocionales carentes de valor, ya que esta soberbia proviene del diablo, y no place a Al-lah Todopoderoso.”

El Mesías Prometidoas afirma que se deben evitar ciertos actos. Algunas personas se consideran más virtuosas después de haber dicho el Salat durante unos días; adoptan una extraña y seria expresión facial que rezuma soberbia. A buen seguro os habréis cruzado con ciertos individuos ataviados con largas túnicas saliendo de las mezquitas con rosarios en sus manos (tasbih). Su porte denota orgullo y vanidad. Gracias a Dios, la Comunidad Ahmadía musulmana está libre de estos individuos de largas túnicas. A su regreso de Hall hay muchas ganas de lucimiento. Estas personas también ayunan y hacen Hall solamente para aparentar. Todo se hace para presumir de una supuesta superioridad y que la gente pueda decir que tal persona es muy virtuosa, muy piadosa, ayuna mucho y es halli. Todas estas formas de ostentación surgen de la arrogancia o bien podríamos decir que la arrogancia desarrolla todas estas formas de ostentación.

El Mesías Prometidoas también dice que algunas personas son arrogantes debido a su casta o linaje: tal y tal persona son de un estatus inferior, ¿cómo podría compararse y ser igual que ellos? El Mesías Prometidoas declaró que hay muchos tipos de arrogancia y cada una nos aleja del conocimiento de Dios Todopoderoso, de Su proximidad y nos hacen caer en la trampa de Satán.

De nuevo el Mesías Prometidoas dijo:

“Así que, en mi opinión, esta es una buena forma de purificarse. Es imposible hallar una forma mejor de liberarse de cualquier tipo de arrogancia y orgullo referentes al conocimiento, la familia o la salud. Cuando una persona esta iluminada por Dios, puede ver como todas las luces descienden de los cielos y ayudan a eliminar todas las formas de oscuridad. El hombre está siempre necesitado de la luz divina. Incluso el ojo no puede ver sin la luz celestial del sol. Igualmente la luz interior que elimina todo tipo de oscuridad, y que en su lugar, hace surgir la luz del taqwa y la pureza, también desciende de los cielos. En verdad os digo que la rectitud del hombre, su fe y su pureza, todas descienden de los cielos. Todo depende de la Gracia especial de Al-lah. Si es Su deseo, la concede. Y si es Su deseo la niega.

Así que para adquirir conocimientos auténticos hay que desarrollar una profunda humildad; la persona debe considerarse insignificante, y debe buscar la Gracia Divina postrándose ante Dios. Debe implorar a Dios que le conceda la sabiduría necesaria para acabar con el egoísmo, y que, de igual forma, le conceda la luz y la fuerza interior que alimentan la pasión por la virtud. Si, por la Gracia de Dios, una persona logra ser justa y perspicaz, no debe en ningún momento ceder ante la tentación del orgullo o la soberbia, sino más bien deberá esforzarse en mostrarse aún más humilde y sumisa ante Dios. Porque cuanto más insignificante se considere uno a sí mismo, más sabiduría obtendrá, y la luz de Al-lah le iluminará y le dará fuerza espiritual.

Si un hombre se aferra a esta creencia con fuerza, es de esperar que su condición moral sea buena. El valorarse en exceso a sí mismo, es también una clase de arrogancia, y las consecuencias serán igual de malas, hasta el punto de llegar a mirar por encima del hombro a todos los demás. (Malfuzat, nueva edición, vol.4, p. 212-213)

A continuación afirma:

“La arrogancia es una enfermedad muy peligrosa. Aquellos que la desarrollan hallan la muerte espiritual. Yo sé a buen seguro que esta enfermedad es peor que el asesinato. Un ser arrogante se convierte en hermano de Satán. Fue la arrogancia la que sumió a Satán en la desgracia. Por lo tanto, es un requisito para cualquier creyente no tener arrogancia. Al contrario, se le exige ser humilde. Aquellos que son elegidos por Dios muestran una humildad muy notable. El Santo Profetasa tenía esta cualidad más que cualquier otro. A uno de sus criados se le pregunto cómo se sentía tratado, y el respondió que, en verdad, él se sentía más cuidado por el Santo Profetasa que lo que le él le cuidaba.[1]

(Malfuzat, nueva edición, vol. 4, p. 437-438)

La arrogancia es abominable a los ojos de Al-lah.

El Mesías Prometidoas también escribió:

“…Advierto a todos los miembros de mi Comunidad que eviten la arrogancia porque desagrada a Al-lah en gran manera. Tal vez no comprendáis exactamente lo que es la arrogancia, así que escuchadme porque hablo con el espíritu de Al-lah.

Cualquier persona que mira por encima del hombro a su hermano porque se considera más sabio o más inteligente, es arrogante. Es arrogante porque en lugar de entender que Al-lah es la fuente de toda sabiduría y conocimiento, se cree a mismo prácticamente autosuficiente. ¿Acaso Dios no tiene el poder de trastornarle y conceder mayor conocimiento, sabiduría y destreza a su hermano a quien considera inferior? De igual manera es arrogante quien piensa en su riqueza o posición elevada y menosprecia a su hermano. Es arrogante porque ignora el hecho de que es Dios quien le ha concedido dicha posición y grandeza. Está ciego y no se percata de que Dios tiene poder de infligirle todo tipo de desgracias y de hacerle caer muy bajo, y también tiene Al-lah el poder de conceder mayor riqueza y prosperidad a aquel hermano suyo a quien el consideraba inferior. Igualmente es arrogante aquel que se enorgullece de su superior fortaleza y salud física, de su buen parecido y sus habilidades, y con malicia se burla de su hermano llamándole con nombres despectivos, y no satisfecho con esto, alude a sus defectos físicos. Esto es así porque no es consciente de la existencia de un Dios que posee el poder de infligirle, repentinamente, defectos físicos mucho peores que los que tiene su hermano.

Así mismo es arrogante la persona que confía en su propia fuerza y se muestra negligente a la hora de suplicar a Dios. Esto es así porque no acepta las fuerzas y poderes divinos, y en lugar de ello, se considera a sí mismo importante. Por lo tanto, queridos hermanos, recordad todo esto para que de alguna manera no seáis considerados arrogantes a los ojos de Al-lah, por no haber sido conscientes de ello. Aquel que corrige con jactancia las palabras erróneas de su hermano, también está mostrando arrogancia. Aquel que no desea escuchar educadamente lo que su hermano tiene que decirle y vuelve su rostro hacía otro lado está mostrando arrogancia. Aquel que siente aprensión por un hermano pobre y necesitado que se sienta junto a él, está también mostrando arrogancia. Aquel que mira con desprecio y ridiculiza al que ora, está mostrando arrogancia. Aquel que no desea ser absolutamente obediente con los elegidos por Dios y con el Profeta, aquel que no escucha atentamente a los elegidos por Dios y al Profeta, y no lee sus escrituras atentamente, también está mostrando arrogancia. Por lo tanto, libraos del mínimo trazo de arrogancia para evitar ser destruidos, y así, vosotros y vuestras familias, obtendréis la salvación. Encomendaos a Dios, amadle tanto como sea posible; temed a vuestro Dios tanto como se puede temer en este mundo. Sed de corazón puro, de intenciones buenas y humildes, sed sumisos e inocentes para que Al-lah tenga misericordia de vosotros. (Nazul-ul Masih, Ruhani Khaza’in, Vol. 18, p. 402-403)

También en esta condición se especifica que debemos llevar una vida sencilla y alegre, una vida de humildad y tolerancia. Tal como mencioné anteriormente, si intentáis librar vuestro corazón y vuestra mente de la arrogancia, y lo conseguís, entonces necesariamente debéis desarrollar en vosotros mismos unos atributos superiores y unas virtudes elevadas; de otro modo Satán volvería asediaros, porque es su misión no dejaros en paz. Se trata de la virtud de la humildad y la modestia. La arrogancia y la humildad no pueden coexistir. La gente arrogante siempre muestra desprecio y hace burlas de los humildes que son siervos de Dios. Cuando os veáis confrontados con tales personas no debéis adoptar su actitud; por el contrario, debéis regiros por este mandamiento de Al-lah Todopoderoso.

“Y los siervos de Dios Clemente son quienes caminan en la tierra con humildad, y cuando se dirigen a ellos los ignorantes, responden: “Paz” (Al Furqan.25:64)

Hadrat Abu Sa’id Khudrira narra que el Santo Profetasa dijo: “A aquel que adopte un nivel de humildad, Al-lah elevará su posición hasta tal punto que se le garantizará una plaza en “Iliyyin” (el más elevado entre los elevados). Y a aquel que muestre arrogancia y vanidad ante Al-lah, Al-lah le reducirá su condición espiritual hasta situarle entre los más inferiores de los inferiores. (Musnadu Ahmadabni Hanbal, Baqi Musnadil Mukthirna minas-Sahabah)

Lo más seguro para vosotros es alejaros de la compañía de tales personas diciéndoles “salam”. Esto es lo mejor para vosotros porque vuestro nivel espiritual se elevará y los oponentes caerán a lo más bajo.

De nuevo, en el hadiz de Hadrat Abu Hurairahra se narra que el Santo Profetasa dijo, “Vuestras riquezas no se ven mermadas por el hecho de dar en caridad (sadaqah) y cuanto más una persona perdona a otros, más se eleva a los ojos de Al-lah; cuanta más humildad adopta una persona, más le eleva Al-lah en su posición espiritual. (Sahih Muslim, Kitab-ul-Birri was Silah, Babu Istababil Afwi Wat-Tawadu’i)

Iyad bin Himar al-Mujashi’ira narró que el Santo Profetasa dijo, “Al-lah me ha revelado que debéis adoptar la humildad hasta el punto que nadie muestre su orgullo a los otros y nadie agreda a los demás,” (Salih Muslim, Kitab-ul-Jinnati wa Sifati Na’imiha wa Aliha, Babus Siftillati yo’arafu biha fid-Dunya Ahlul Jinnati wa Ahlun-Nar, Hadiz num.7210)

Existe otra tradición que debemos considerar con respecto al trato y respeto que debemos tener presente hacia los demás.

Hadrat Abu Hurairahra narra que el Santo Profetasa decía, “la riqueza no disminuye cuando se gasta en el camino de Al-lah, y Dios Todopoderoso incrementa el honor, en la misma medida en la que un siervo de Al-lah perdona a su hermano. Cuanta más humildad y modestia adopta uno, mayor es el estatus que Al-lah Todopoderoso le concede. (Sahih Muslim, Kitab-ul-Birri, was Silah, BabuIstibabil, Afwi Wat-Tawadu’i)

De modo que cada áhmadi debe adoptar el hábito de perdonar al prójimo. Esto elevará su estatus en el Más Allá, y Al-lah Todopoderoso también hará que sea considerado honorable en este mundo. Al-lah Todopoderoso no deja de recompensar cualquier cosa que sea hecha por Su causa.

El estatus de los humildes a los ojos del Santo Profeta Mohammadsa

La importancia que tenía la humildad a los ojos del Santo Profetasa queda patente en este hadiz.

Abu Saíd Khudrira narra cuánto amaba el Santo Profetasa la humildad. Abu Saíd Khudrira dijo que él oyó la siguiente oración de los labios del Santo Profetasa,

“O Al-lah, mientras esté vivo haz que sea humilde: a la hora de mi muerte mantenme en un estado de humildad, y después de esto elévame de entre los grupos de los humildes. (Sunano Ibn-e-Majah, Kitabuhz-Zuhd, Babu Mujalasatil-Fuqara’i)

De este modo, todo áhmadi debe adoptar el mismo camino y seguir los pasos de nuestro maestro, el Santo Profetasa; todo áhmadi debe intentar ser uno más entre los humildes, ya que en el juramento de Bai’at uno promete “llevar una vida de humildad”.

En una tradición se relata:

Hadrat Abu Hurairahra narra que, “Hadrat Ja’far Abi Talib solía amar a los humildes y necesitados. Solía sentarse en sus reuniones y hablarles, y los humildes y necesitados solían hablar con él. Por este motivo, el Santo Profetasa solía denominar a Hadrat Jafarra con el nombre de Abdul Masakin, (el padre de los humildes) (Sunano Ibn-e-Majah, Kitabuhz-Zuhd, Babu Majalasatil-Fuqara’i)

El Mesías Prometidoas dijo:

“Si ansiáis hallar a Al-lah Todopoderoso buscadle cerca del corazón de los humildes. Esta es la razón por la cual los Profetas de Dios adoptaron la humildad. Del mismo modo, las grandes naciones no deben menospreciar a las más pequeñas; nadie debe decir que sus antepasados eran superiores. Al-lah Todopoderoso dice que cuando vosotros os presentéis ante El, no os preguntará sobre vuestra nación, al contrario, la pregunta será ¿cuáles son vuestras obras? Del mismo modo, el Profeta de Dios dijo a su hija, “O Fátima, a Al-lah el Todopoderoso no le interesa el linaje de las personas. Si haces algo mal Al-lah el Todopoderoso no te lo excusará por ser la hija del Profeta. De este modo debes vigilar lo que haces en todo momento. (Malfuzat, nueva edición, vol.3 p.370)

También dice así:

“Es un requisito esencial para los ahle-taqwa (la gente virtuosa) el llevar una vida de pobreza y humildad. Un aspecto muy concreto del “taqwa” es el mantener la ira bajo control. El último y más crucial estadio para la gente piadosa y honrada es sin duda evitar los accesos de ira. La soberbia y el desprecio nacen de la ira y del mismo modo, la ira es en muchas ocasiones consecuencia de la soberbia y la vanidad. La ira se fomenta sola cuando el hombre antepone sus deseos a los del prójimo. (Informe, Jalsa Salana 1997 p49)

“Si deseáis que Dios esté orgulloso de vosotros, entonces actuad como si fueseis dos hermanos nacidos del mismo vientre. El más estimado entre vosotros es aquel que perdona los pecados de su hermano, y el más miserable aquel que es obstinado y no perdona. Tal persona no es de las mías. (Kashti-e-Nuh Ruhani Jazain vol.19, p.12-13)

[1] Oh Al-lah, bendice a Mohammad y a su pueblo y concédeles tus bondades y tu paz.

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