Paz y Seguridad en el Mundo: Problemas Críticos de Nuestra Época
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
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Prefacio

El 6 de octubre de 2015 el Líder Internacional de la Comunidad Musulmana Ahmadía, el Quinto Jalifa (Califa), Su Santidad Hazrat Mirza Masrur Ahmad, pronunció un discurso histórico en una sesión especial del Comité Permanente de Asuntos Exteriores del Parlamento Nacional de Holanda en la capital del país, La Haya, ante una audiencia de más un centenar de personalidades e invitados. La sesión formal comenzó con el discurso de bienve- nida al Parlamento de D. Van Bommel a Su Santidad, quien tam- bién presentó a los miembros del comité. También dio la bienve- nida a varios parlamentarios extranjeros, embajadores de Estado y otros dignatarios representantes de Albania, Croacia, Irlanda, Montenegro, España y Suecia.

Paz y Seguridad en el Mundo: Problemas Críticos de Nuestra Época 

Hazrat Mirza Masrur Ahmad, Jalifatul-Masih Vaba dijo:

Bismil-lahir-Rahmanir-Rahim— En el nombre de Al-lah el Clemente y Misericordioso.

Distinguidos invitados: Que la paz y bendiciones de Al-lah sean con ustedes. Ante todo, me gustaría aprovechar esta oportunidad para ex- presar mi sincera gratitud a los organizadores del presente acto por su invitación a que intervenga en esta asamblea.

Cabe destacar que en el mundo actual se hace un continuo hin- capié en determinados temas que son califi ados como los problemas más acuciantes de nuestra época.

Por ejemplo, algunas personas ponen de relieve la amenaza del calentamiento global y el cambio climático. Por otro lado, están aque- llos que sienten una gran preocupación por la escalada de los distintos conflictos y el estado cada vez más inestable del mundo. Si analizamos la situación con objetividad, nos daremos cuenta de que la paz y segu- ridad del mundo es sin duda la cuestión más grave de nuestra época. No hay duda de que, a medida que transcurren los días, el mundo se está volviendo más inestable y peligroso debido a una serie de circuns- tancias. Por ejemplo, son factores importantes la crisis financiera y la inestabilidad económica que ha afectado a muchas partes del mundo. Otra posible causa fundamental es la falta de justicia exhibida por ciertos líderes mundiales hacia su propio pueblo y hacia los demás. Otra posible razón es que algunos líderes religiosos dan prioridad a sus propios intereses personales porencima del bien colectivo, y no desem- peñansusresponsabilidades con sinceridad. Con respecto a las relacio- nes internacionales, un importante motivo de conflicto puede radicar

en la diferencia existente entre las naciones ricas y pobres del mundo. Cabe observar que las grandes potencias intentan a menudo apro-

vecharse de los recursos naturales de las naciones pobres sin restituirles una parte adecuada de sus propios bienes. Existe, pues, una larga re- lación de posibles causas que contribuyen a la perturbación de la paz mundial, algunas de las cuales he mencionado. Sean cuales fueren estas causas, tengo la certeza de que la falta de paz en el mundo es el proble- ma más acuciante de esta generación.

Tras oír estas palabras, muchos de ustedes responderán diciendo que es precisamente en los países musulmanes donde se observa la mayor inestabilidad, y que la falta de paz en el mundo radica en el des- orden existente en el mundo musulmán.

De hecho, al ser yo el líder de una de las comunidades musulma- nas de ámbito global —la Comunidad Musulmana Ahmadía—, tal vez consideren que también recae en mi persona una cierta responsa- bilidad en este asunto. También es posible que crean que el origen de los grupos extremistas y el aumento del terrorismo esté inspirado real- mente por las enseñanzas islámicas. Sin embargo, he de decirles que es totalmente injusto asociar al Islam con este odio y desorden.

En este momento no voy a entrar en detalles respecto a la historia religiosa, pero basta mencionar que, si estudiamos con objetividad la historia de todas las religiones, comprobaremos como con el transcur- so del tiempo los seguidores de todas las religiones se apartaron de las enseñanzas originales, dando lugar adivisiones internas yconflictos. Se asesinó a gente inocente y se perpetraron graves crueldades.

Teniendo esto enconsideración, pormiparte acepto sin reservas el hecho de que, con el paso del tiempo, los musulmanes también se han apartado de las verdaderas enseñanzas islámicas. Esto ha dado lugar al desarrollo de frustraciones y rivalidades que a su vez han desembocado en el sectarismo, la violencia y la injusticia. Sin embargo, desde la pers- pectiva de un verdadero musulmán, puedo asegurar que mi fe no ha disminuido al observar la situación desesperada del Islam de hoy.

Esto es porque hace más de 1400 años, el Fundador del Islam, el Santo Profeta Muhammad (la paz sea con él) ya profetizó que las en- señanzas del Islam se corromperían gradualmente, y los musulmanes entrarían en un época de decadencia moral. No obstante, también anunció que en tal época de oscuridad espiritual, Dios Todopoderoso enviaría a un Reformador en calidad de Mesías Prometido e Imam Mahdi, para guiar de nuevo a la humanidad hacia las verdaderas y pa- cífi as enseñanzas del Islam.

Tal como predijo el Santo Profeta (la paz sea con él), el Mesías Prometido (la paz sea con él) nos iluminó de nuevo con las enseñan- zas originales y totalmente pacífi as del Islam. De esta forma, noso- tros, los musulmanes áhmadis, no nos contamos entre los que crean o participan en el desorden o en los disturbios de hoy en día. Al contra- rio, somos aquellos que desean promover la paz en el mundo.

Intentamos sanar al mundo. Somos los que intentan unir a la hu- manidad. Somos quienes desean transformar el odio y enemistad en amor y afecto. Y, ciertamente, somos quienes se esfuerzan al máximo por establecer la paz. Como líder religioso, quisiera señalar que en lugar de culparnos y provocarnos mutuamente, deberíamos dedicar- nos a edifi ar una paz mundial verdadera y perdurable.

En este sentido, el Fundador de la Comunidad Musulmana Ahmadía nos ha enseñado un principio trascendental. Dijo que para establecer la paz es esencial que la humanidad adopte y refl e en la medida de lo posible los atributos de Dios Todopoderoso. Dijo que este es el modo de asegurar un bienestar continuo para la humanidad. Explicó asimismo que el bienestar y la prosperidad de la humanidad, tanto física como espiritual, está relacionado directamente con la ob- servancia de los atributos del Dios Todopoderoso, pues todo tipo de paz emana precisamente de Sus Atributos.

Esto se refl en el primer versículo del Santo Corán, que declara que Al-lah es Aquél que es el “Señor de todos los Mundos”. Esto signi- fi a que Él es el Proveedor, Sustentador y Maestro de cada persona, y cada forma de creación. Él no es solamente el Señor de los musulma- nes, sino también el Señor de los cristianos, de los judíos, de los hindúes y de todas la gentes, al margen de su religión o creencias.

El amor y la benevolencia de Dios hacia Su creación es incompara- ble y única. Él es también el Clemente y el Misericordioso. Es la Fuente de la Paz. Por lo tanto, cuando el Islam ordena a los un musulmanes que traten de refl r los atributos de Dios Todopoderoso, es imposible que, como consecuencia, un verdadero musulmán sea capaz de perju- dicar a otros. Al contrario, la fe de un verdadero musulmán le induce a sentir afecto por toda la humanidad, y a tratar a todas las personas con respeto, cordialidad y simpatía.

Se cuestiona a menudo que si el Islam es una religión de paz, ¿por qué el Corán ha otorgado el permiso para la guerra? En realidad, este permiso debe entenderse enuncontexto correcto, yalaluz de lo que ya he expuesto. Es crucial y de gran valor mantener una paz duradera. Por otro lado, para garantizar la paz a largo plazo, en determinadas ocasio- nes. también son necesarias las advertencias o sanciones.

Enconsecuencia, cuando Al-lah el Todopoderoso concedió el per- miso para la guerra, lo hizo con el propósito de restablecer la paz, yúni- camente como medida defensiva. Por lo tanto, es de tamaña injusticia que ciertos individuos o grupos pretendan relacionar al Santo Corán y al Santo Profeta (la paz sea con él) con la violencia y la crueldad. Si estudiamos el Sagrado Corán y la vida del Santo Profeta (la paz sea con él) con imparcialidad, vemos como el Islam se opone totalmente a toda forma de extremismo y derramamiento de sangre.

Debido a las limitaciones de tiempo, no puedo extenderme en de- talle. Noobstante, voya mencionar algunasenseñanzas fundamentales islámicas que demuestran, sin lugar a dudas, que el Islam es una reli- gión de paz. Como ya he dicho, una acusación común y básica contra el Islam es que se trata de una religión que promueve el extremismo y la guerra. Sin embargo, nada está más lejos de la realidad.

En el capítulo 2, versículo 191, Al-lah prescribe que la guerra solo se puede justifi ar como medio de defensa. Este punto se reitera en el capítulo 22, versículo 40, que afirma categóricamente que se concede el permiso para la lucha solamente a aquellos que han sido atacados y se han visto obligados a luchar. Además, el permiso para combatir que Al-lah el Todopoderoso concede a los gobiernos musulmanes, lo es solamente como instrumento para asegurar la libertad religiosa y la libertad de fe. Por eso, en el capítulo 2, versículo 194, Al-lah prohíbe a los musulmanes involucrarse en ninguna batalla o guerra allá donde exista libertad religiosa.

Por lo tanto, ningún individuo, grupo o país musulmán tiene derecho a participar en ningún tipo de violencia, guerra o desorden contraningún estado ocontrasu pueblo. Enpocaspalabras, en Europa y Occidente, al ser los gobiernos seculares, ningún musulmán tiene derecho, en absoluto, a violar las leyes del lugar en cuestión, o a opo- nerse violentamente al gobierno o a instigar algún tipo de rebelión o insurgencia.

De hecho, según las verdaderas enseñanzas del Islam, si una perso- na residente en un país no musulmán considera que no disfruta de una auténtica libertad religiosa, aun así, no debe participar en la disidencia o en el desorden público; al contrario, deberá abandonar el país y emi- grar a un lugar cuyas condiciones le sean más favorables.

En el capítulo 16, versículo 127, del Sagrado Corán, se ordena a los gobiernos musulmanes que, en caso de ser atacados deben responder proporcionalmente y sólo como medida de autodefensa. Así pues, el Corán dice claramente que el castigo debe limitarse, y ser proporcional al delito cometido. En el capítulo 8, versículo 62 del Santo Corán, Dios dice que si los adversarios abrigan malas intenciones, y planean causar algún prejuicio, pero después desisten, y dan un paso hacia la reconci- liación, se debe aceptar inmediatamente su gesto, y trabajar para una solución pacífi a, sea cual fuere su motivación real.

Esta enseñanza coránica es la clave para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional. En el mundo actual, existen muchos ejemplos de países que han decidido desarrollar políticas muyagresivas en respuesta a una supuesta hostilidad ajena. Parece que actúan bajo el principio: “es mejor destruirlos antes de que nos destruyan”.

Sin embargo, el Islam prescribe que no debe desaprovecharse ninguna oportunidad para la paz, y que hay que intentar establecerla incluso aunque la esperanza sea remota. En el capítulo 5 versículo 9, Dios el Todopoderoso ha declarado que la enemistad de una nación o pueblo solo debe incitarnos a actuar con justicia y equidad. El Islam enseña que en todas las circunstancias, por muy complicadas que sean, es preciso adherirse firmemente a los principios de justicia e integridad. La justicia y la equidad son, pues, de suma importancia, incluso en un estado de guerra, y una vez que la guerra haya terminado, la parte vic- toriosa deberá seguir adoptando los cánones de la justicia, sin recurrir nunca a una crueldad innecesaria.

Sin embargo, en el mundo actual no encontramos semejantes niveles de elevada moral ni integridad. Al contrario, al terminar una guerra, los países imponen sanciones y restricciones que limitan el pro- greso de las partes derrotadas, e impiden que tales naciones logren una auténtica libertad o independencia. Tales políticas están perjudicando las relaciones internacionales, y solo provocan un aumento de las frus- traciones y causan un impacto negativo.

Lo cierto es que no será posible establecer una paz sostenible hasta que no se imponga la justicia en todos los niveles de la sociedad. Otra enseñanza importante del Islam, que encontramos en el capítulo 8, ver- sículo 68 del Santo Corán, declara que no se permite a los musulmanes tomar ningún prisionero excepto en estado de guerra. Por lo tanto, los grupos extremistas y terroristas que están capturando prisioneros sin justifi ación alguna, están actuando totalmente en oposición a las en- señanzas islámicas. Es más, según algunas fuentes, no solo se limitan a tomar prisioneros, sino que además infligen las crueldades más bárba- ras sobre sus víctimas.

Los actos que cometen estos grupos terroristas no merecen sino la condena en los términos más enérgicos. Por otra parte, el Corán enseña que incluso cuando los prisioneros sean capturados de forma justifi ada, lo mejor es darles un trato favorable y liberarles siempre que sea posible. El capítulo 49, versículo 10 del Santo Corán contiene una regla de oro para el establecimiento de la paz, al decir que si existe una disputa entre naciones o grupos, una tercera parte deberá mediar y buscar una resolución pacífi a al conflicto.

En el caso de llegar aun acuerdo, si cualquiera de laspartes intentara subyugar injustamente a la otra, y contraviniera el acuerdo negociado, entonces las demás naciones deberán unirse y emplear la fuerza si fuera necesario para contener al agresor. Sin embargo, una vez que la parte agresora se hubiera retirado, no debería sufrir humillación ni padecer restricciones indebidas; sino que se le ha de permitir avanzar como una nación y sociedad libres. Esteprincipio reviste unagrantranscendencia en el mundo actual, especialmente conrespecto a las grandes potencias y las organizaciones internacionales como las Naciones Unidas.

En cuanto al establecimiento de la paz mundial, el capítulo 22, versículo 41 del Sagrado Corán contiene otro principio importante que garantiza la libertad religiosa universal. El Corán dice que si en ese momento no se hubiera concedido el permiso para combatir, además de las mezquitas, las iglesias, sinagogas, templos y lugares de culto de todas las religiones hubieran sufrido un grave peligro. Por lo tanto, el uso de la fuerza permitida por Dios Todopoderoso, no fue solamente para salvar el Islam, sino también para salvar a la misma religión.

En verdad, el Islam garantiza la libertad, el libre albedrío y la pro- tección de las personas de todas las religiones. El Islam protege el dere- cho de cada persona a seguir su propio camino o creencias. He narrado ante ustedes algunos extractos del Sagrado Corán, que constituyen un medio para fomentar la unidad a todos los niveles de la sociedad y en todas las partes del mundo. Estas son las llaves de oro para la paz, que el Santo Corán ha entregado a los pueblos del mundo.

Estas son las enseñanzas que el Santo Profeta del Islam (la paz sea con él) y sus verdaderos compañeros cumplieron a la perfección. Por último, para concluir, quisiera reiterar de nuevo que el mundo necesita desesperadamente paz y seguridad. Se trata de la cuestión más urgente de nuestro tiempo.

Todas las naciones y pueblos deben unirse en aras del bien común y aunar sus esfuerzos para poner fin a todas las formas de crueldad, persecución e injusticia perpetrados en nombre de la religión, o de cualquier otro modo. Esto incluye la burla a cualquier religión, acto que provoca frustraciones y resentimiento; y, por supuesto, también incluye las actividades odiosas de grupos extremistas que justifi an fal- samente sus acciones perversas en nombre de la religión.

Por otra parte, debemos ser sinceros contodaslasnaciones e inten- tar prestarles ayuda, para que todas puedan prosperar y ser conscientes de su potencial. Los celos y rivalidades que estamos presenciando son el resultado de un apetito desenfrenado por la riqueza. En este sentido, el Santo Corán nos ha ofrecido un principio clave al indicar que no se debe codiciar con avaricia la riqueza ajena. A través de esta enseñanza conseguiremos promover la paz mundial.

Es necesario cumplir con las exigencias de la justicia en todos los niveles de la sociedad, para que cada persona, independientemente de sucredo, casta ocolor, sea capaz de salir adelante condignidad y honor. Hoy en día observamos cómo muchos países desarrollados han au- mentado sus inversiones en las naciones más empobrecidas y en vías de desarrollo. Es imperativo que actúen allí con justicia y traten de prestar su ayuda, y no se limiten a utilizar sus recursos naturales y la mano de obra barata en pro de sus propias ganancias nacionales, o con fines de lucro. Deberían volver a invertir la mayor parte de las ganancias obte- nidas en dichos países, y utilizar la riqueza para fomentar el desarrollo y prosperidad de la población local.

Si los países desarrollados actuaran de este modo, el benefi no se limitaría a las naciones más empobrecidas, sino que la ventaja sería mutua. Aumentaría la confi nza y se eliminarían las frustraciones acumuladas.

Desaparecería la impresión de que los países ricos se preocupan sólo de sí mismos y desean injustamente aprovecharse de los recursos de los débiles y los pobres. Además, se contribuiría a mejorar las eco- nomías locales favoreciendo de esta forma la economía mundial y el estado financiero global.

Ciertamente, también se contribuiría a establecer un sentido de comunidad global, compasión y humanidad. Y, por encima de todo, se establecería la base para una verdadera paz en el mundo. Si no pres- tamos atención, el estado actual del mundo evolucionará hacia el es- tallido de una guerra mundial desastrosa, cuya repercusión se hará ex- tensible a las generaciones venideras, algo que no perdonarán nuestros descendientes.

Con estas palabras, me despido de ustedes. Quiera Dios que surja en el mundo la verdadera paz.

Muchas gracias.
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