Prefacio
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
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El mundo está pasando por una época muy turbulenta. La crisis económica global sigue, prácticamente de semana en semana, manifestando peligros nuevos y de gravedad cada vez mayor. Las semejanzas entre el período anterior a la II Guerra Mundial se siguen citando, y parece claro que los sucesos mueven al mundo a un ritmo sin precedentes a una terrorífica Tercera Guerra Mundial. Hay una abrumadora sensación de que la situación se está descon- trolando a gran velocidad, mientras la gente busca a alguien que pise el escenario para ofrecer una guía concreta y sólida en la que poder confiar, que hable a sus corazones y mentes, y les dé espe- ranzas de la existencia de una vía hacia la paz. Las consecuencias de una guerra nuclear son tan catastróficas que nadie se atreve a pensar en ellas.

Aquí, en este libro, hemos recopilado los consejos propuestos por Hazrat Mirza Masrur Ahmad, Jefe Supremo de la Comunidad Internacional Ahmadía del Islam, quien, observando la evolución de los sucesos, ha expuesto claramente al mundo a lo largo de los últimos años la dirección que están tomando los acontecimientos; no con el ánimo de alarmar, sino para hacer reflexionar cómo ha podido llegar el mundo a alcanzar este estado; cómo evitar el de- sastre, y cómo poder diseñar un trayecto hacia la paz y la seguridad para todos los habitantes de esta aldea global. Ha proclamado, con absoluta certeza y sinceridad, que la única vía que asegura la paz consiste en que el mundo adopte los caminos de la humildad, la justicia y la sumisión; que vuelva a Dios, para que el hombre se convierta en humano, para que los poderosos traten con dignidad, respeto y justicia a los débiles, y para que estos y los pobres mues- tren gratitud, sigan los caminos de la verdad y la justicia, y todos se vuelvan hacia su Creador con total humildad y sinceridad.

Una y otra vez ha recordado a todos y a cada uno, que el camino de regreso desde el borde del abismo está en hacer que la justicia dicte los acuerdos entre las naciones. Aun cuando exista enemistad entre ciertas naciones, es preciso que practiquen la justicia, pues la historia ya nos ha enseñado que este es el único camino para eliminar todo rastro de odios futuros y asentar así una paz duradera.

Su Santidad ha viajado a diversos lugares para dirigirse en persona a los dirigentes responsables de las naciones más gran- des del mundo, mediante discursos históricos en el Capitolio de Washington DC, en las Cámaras del Parlamento de Londres, la Sede Militar de Alemania, el Parlamento Europeo en Bruselas y el Parlamento Nacional de Nueva Zelanda. A estos eventos asis- tieron importantes congresistas, miembros del parlamento, emba- jadores, líderes de ONGs, líderes religiosos, profesores, asesores políticos y periodistas. Su Santidad les dijo claramente que sólo se cumplen las exigencias de la justicia cuando todas las partes y todas las personas son tratadas con igualdad, y advirtió de una crisis mundial en espiral como resultado natural de estrategias fi- nancieras y políticas injustas e inhumanas que no cesan de intensi- ficar las tensiones entre los pueblos del mundo.

Esta es la enseñanza del Sagrado Corán sobre la que él ha enfa- tizado en sus cartas a los líderes del mundo:

Y que la enemistad de un pueblo, que os puso trabas para entrar en la Mezquita Sagrada, no os incite a transgredir. Más bien ayudaos mutuamente en la justicia y la piedad. Y temed a Al-lah: en verdad, Al-lah es severo en el castigo. (Cap. 5, ver. 3)

Al presidente Obama le manifestó:

Como todos sabemos, la causa principal que dio pie a la II Guerra Mundial fue el fracaso de la Liga de las Naciones y la crisis económica de 1932. Hoy, los principales economistas declaran que hay numerosos paralelismos entre la actual crisis económi- ca y la del año 1932. Ahora vemos cómo los conflictos políticos y económicos, una vez más, han desembocado en guerras entre pequeñas naciones y desacuerdos internos; y cómo el desconten- to se ha extendido a lo largo de varios países. Esto, en última ins- tancia, culminará con algunas potencias emergentes al frente de gobiernos que nos conducirán a una nueva guerra mundial. Si no se consiguen resolver los conflictos de los países pequeños, se for- marán nuevos bloques y grupos en el mundo, y estallará la Tercera Guerra Mundial. Por lo tanto, creo que ahora, en lugar de enfocar nuestros esfuerzos en el progreso del mundo, es más importante,

-de hecho es esencial-, que incrementemos nuestros esfuerzos de manera inmediata para salvarlo de la destrucción. Existe una ne- cesidad urgente de que la humanidad reconozca al Dios Único; a nuestro Creador, puesto que es el único garante de la superviven- cia de la humanidad; de lo contrario, el mundo seguirá el camino de la autodestrucción.

Al presidente Putin le escribió:

La escalada de la situación en Siria a día de hoy, me ha llevado a escribirle y felicitarle por su esfuerzo en intentar atraer a todo el mundo a una mesa de diálogo en lugar del campo de batalla. Un ataque pondría en riesgo de guerra no solo a la región, sino que podría conducir a una guerra mundial. Por tanto, me ha re- sultado muy grato leer su reciente artículo en un importante pe- riódico occidental, en el que ha resaltado que tal curso de acción era extremadamente peligroso y podría llevar a que la guerra se extendiera. Debido a su actitud, las grandes potencias se han abs- tenido y han adoptado una postura más conciliadora, compro- metiéndose a resolver este problema por la vía diplomática. Creo ciertamente que esto ha salvado al mundo de una destrucción co- losal. Particularmente coincido con usted en el punto de que si los países decidieran actuar de forma independiente y tomar decisio- nes unilaterales, entonces las Naciones Unidas sufrirían el mismo destino que la Liga de las Naciones y fracasarían.

La crisis en Siria e Irán se enfrió considerablemente en la se- gunda mitad de 2013. El Parlamento británico votó en contra de la intervención militar en Siria; Rusia y los Estados Unidos acordaron un plan para tratar el tema de las armas químicas de Siria; los Estados Unidos evitaron lanzar ataques contra Siria, y se estableció un acuerdo nuclear con Irán mutuamente aceptable por parte de las principales potencias mundiales. Todos fueron acontecimientos bienvenidos y en la dirección en que Su Santidad ha estado instando al mundo, pero todavía estamos lejos de estar seguros, y requerirá mucho más trabajo conseguir una solución duradera para la paz global.

Pedimos humildemente a Dios que los consejos recopilados aquí puedan suponer un medio de orientación para la humanidad en esta época de gran peligro, de forma que al actuar conforme a los principios de la justicia y la humildad, y retornar a Dios, el hombre pueda ser agraciado con una paz duradera.

El editor.
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