Un relato personal de la audiencia con el Papa Francisco
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

Por Marwan Gill

Desde que llegué como Imam de nuestra Comunidad a Argentina, pude percibir el amor y el cariño de la gente de aquí hacia el Papa Francisco. La elección de Jorge Bergoglio en 2013 como Papa fue un momento histórico para los argentinos, ya que, en el largo lapso de casi 2000 años, se convirtió en la primera persona de Sudamérica en ser elegida para este liderazgo. Muchos argentinos se sienten identificados con él porque -a pesar de ocupar el más alto rango en el mundo católico- sigue siendo muy accesible para la gente común y mantiene un estilo de vida muy humilde y austero. Yo mismo he escuchado los testimonios de varias personas que me contaron con orgullo cómo solían intercambiar algunas palabras con él (cuando era Cardenal de Buenos Aires) mientras viajaban en transporte público. Otros me contaron que han recibido alguna carta personal o reliquia enviada por él desde el Vaticano. Por otra parte, no sólo los católicos sino también los fieles de otras religiones le admiran por su compromiso en favor de la armonía interreligiosa. En resumen, en los últimos años había oído tantas cosas positivas sobre él que también había desarrollado cierta admiración por él, pero nunca había imaginado nada más allá.

Todas las semanas participo en un programa de radio llamado “Shalom Salam – diálogo judeo-musulmán”, en el que abordamos diferentes temas relacionados con las enseñanzas de nuestras religiones. Ya se ha convertido en una tradición que continuamos nuestra conversación en una cafetería cercana, incluso después del programa de radio. Para mi total sorpresa, mi amigo judío me dijo que el Vaticano nos había invitado a reunirnos con el Papa debido a nuestras actividades interconfesionales. Mi reacción instantánea fue que me preocupaba si podría hacer justicia a la tarea, dado que sería la primera vez que un representante de la Comunidad Musulmana Ahmadía se reuniría con el Papa Francisco en una audiencia privada. Al mismo tiempo, mis pensamientos empezaron a circular en torno a todas las diferentes instrucciones y consejos que había recibido de mi mentor espiritual, Su Santidad Mirza Masroor Ahmad, a lo largo de los años. En particular, un momento que pasó por mi mente fue cuando Su Santidad me dijo que debía rezar ante cualquier desafío a Dios para que me ayudara, y que siempre debía hablar con confianza sobre las hermosas enseñanzas del islam

Así pues, teniendo presente esta orientación, me preparé mentalmente para esta audiencia histórica que tuvo lugar el 5 de septiembre de 2022 en el despacho del Papa en el Vaticano. Al entrar en la sala, lo primero que noté fue la gran sonrisa en su rostro, que percibí como una expresión de su amabilidad y generosidad. Tras nuestra presentación inicial, comenzó un proceso de interacción muy natural, y el Papa me preguntó si era argentino, probablemente debido a mi acento español. Le conté mis orígenes y que había aprendido español en Argentina. Me preguntó por qué no nos habíamos visto antes en Buenos Aires, a lo que respondí que me habían asignado a Argentina cuando él ya había sido elegido Papa. A partir de entonces, la conversación continuó de forma muy dinámica y personal. Tras presentarle la misión y la tarea del Mesías Prometido (fundador de nuestra Comunidad), compartí con él algunas de nuestras iniciativas para promover la paz y la fraternidad universal. Se mostró especialmente complacido por nuestras actividades interreligiosas que llevamos a cabo con los representantes judíos en Buenos Aires, que también estaban presentes en la reunión. Apreció nuestros esfuerzos -especialmente nuestro lema “Amor para todos, odio para nadie”- y señaló que el diálogo es muy necesario hoy en día, cuando observamos tanto odio y agresión en nuestras sociedades. En un ambiente muy confidencial, compartió algunas de sus experiencias personales y habló de su libro “Fratelli Tutti” (Todos somos hermanos), en el que explica con detalle la importancia de las relaciones interreligiosas.

Además, compartí algunas de mis impresiones personales sobre el libro y destaqué que, como musulmán, disfruté mucho la lectura y encontré muchos valores comunes entre nuestras religiones. Le entregué el libro “La crisis mundial y el camino hacia la paz”, que incluye los diferentes discursos de Su Santidad sobre la justicia y la paz mundial.

Un momento muy maravilloso de nuestra conversación fue cuando le regalé el Sagrado Corán y le presenté el capítulo 19, que es muy relevante para los católicos, ya que todo el capítulo está dedicado a la Virgen María. El Papa nos comentó que una vez, durante una visita a un país musulmán, se quedó asombrado cuando le invitaron a una mezquita que se llamaba “María” (Mariam en árabe). Además, le informé de que la Virgen María tiene una gran importancia para los musulmanes, ya que se presenta como un modelo para todos los creyentes debido a su castidad y lealtad hacia Dios Todopoderoso.

Sin embargo, el momento más auspicioso de la audiencia para mí fue cuando le entregué la carta personal que Su Santidad le había escrito. Esta carta era un ejemplo clarísimo de que Su Santidad no pierde ninguna oportunidad para promover la hermandad y la armonía entre los distintos credos. El Papa valoró mucho este gesto de Su Santidad y como respuesta también dedicó su libro “Fratelli Tutti” con las siguientes palabras a Su Santidad: “A Mirza Masroor Ahmad con afecto fraterno. Francisco”.

A continuación, el Papa nos entregó a cada uno un recuerdo del Vaticano como reconocimiento a nuestro compromiso con las relaciones interreligiosas. A continuación, la conversación continuó con un espíritu más informal y ligero sobre diversos temas, aquí y allá con algunos toques de humor argentino. Además, dado que pertenecemos a la tierra de Maradona y Messi, era inevitable que intercambiáramos también nuestras opiniones sobre fútbol.

Después de casi 40 minutos concluyó la audiencia y aunque le pedí muchas veces al Papa que no se levantara y que nos despidiera simplemente desde su escritorio, insistió en acompañarnos hasta la salida. Debo confesar que me sentí muy incómodo porque -aunque la distancia es de pocos metros- pero para una persona que habitualmente utiliza una silla de ruedas, requiere un gran esfuerzo y debe haberle causado alguna inconveniencia. Sin embargo, mientras nos despedía repitió varias veces que estaba muy contento por nuestro encuentro.

En conclusión, fue una experiencia extraordinaria para mí, y me siento privilegiado por servir de puente de comunicación entre ambos líderes religiosos: Su Santidad Mirza Masroor Ahmad y el Papa Francisco. Sin embargo, mi conciencia no me permite culminar este artículo sobre el encuentro con el Papa sin subrayar mi especial gratitud hacia mi padre espiritual y mentor. A pesar de que yo no me consideraba apropiado para esta enorme tarea, Su Santidad no sólo confió en mí, sino que me acompañó en cada paso con sus oraciones y su guía. Justo antes de mi audiencia con el Papa tuve el honor de pedirle algunos consejos en los que mencionó en particular la importancia de la convivencia interreligiosa refiriéndose al Sagrado Corán, capítulo 3, versículo 65. Hizo hincapié en que, como musulmanes, es importante que las religiones estén en armonía. Recalcó que, como musulmanes, es nuestra responsabilidad acuñar   puentes con el fin de buscar los valores comunes que nos unen a todos como judíos, cristianos, musulmanes o seguidores de cualquier religión. Por lo tanto, todos mis esfuerzos personales en Argentina para promover las relaciones interreligiosas son en realidad un pequeño reflejo de la tarea divina que Su Santidad está llevando a cabo en todo el mundo como embajador de la paz.

Share via