La vida del Santo Profeta (sa)
Después de recitar el Tashahud, el Taawuz y la Sura al-Fatiha, Su Santidad el Jalifa V del Mesías (aba) dijo:
Entre las expediciones que voy a comentar hoy se encuentra la “Expedición de Abdul’lah bin Rawahah”, que fue enviada a Usair bin Rizam. Esta expedición de Abdul’lah bin Rawahah se dirigió hacia Usair, o Usair bin Rizam en Jaibar en el mes de Shawal en el sexto año después de la Hégira.
Según los detalles, se menciona que cuando Abu Rafi Salam bin Abi Huqayq fue asesinado, los judíos nombraron a Usair bin Rizam como su líder. Se puso de pie en medio de los judíos y les habló diciendo: “¡Por Dios! Siempre que Muhammad [sa] pasaba por entre los judíos o enviaba a alguno de sus Compañeros con un propósito determinado, ellos lograban los objetivos que se proponían. Sin embargo, haré algo que ninguno de mis compañeros han hecho”. Los judíos le preguntaron: “¿Qué piensas hacer?”. Usair bin Rizam respondió: “Me dirigiré hacia la tribu de Ghatafan y los reuniré. Luego nos dirigiremos hacia Muhammad [sa] y entraremos en su casa. Siempre que alguien entra en la casa de su enemigo y lo ataca, tendrá algún éxito en su objetivo”. Ante esto, los judíos dijeron: “Esta es una muy buena idea”. Como tal, se dirigió hacia Ghatafan y hacia varias otras tribus y comenzó a reunirlas para luchar contra el Santo Profeta [sa]. Cuando esta noticia llegó al Santo Profeta [sa], envió secretamente a Hazrat Abdul’lah bin Rawahah (ra), junto con otros tres individuos, en el mes de Ramadán para investigar la verdad de esta noticia. Explicando esto, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) escribe:
“Cuando el Santo Profeta [sa] fue informado de estos hechos, inmediatamente envió a un Compañero Ansari llamado Abdul’lah bin Rawahah (ra) junto con otros tres Compañeros a Jaibar, y les ordenó viajar sigilosamente, averiguar información sobre la situación actual y regresar rápidamente. Por lo tanto, Abdul’lah bin Rawahah (ra) y sus Compañeros reunieron en secreto información sobre todos los pormenores y detalles, y tras haber confirmado que los informes eran correctos, regresaron de vuelta. De hecho, Abdul’lah bin Rawahah (ra) y sus Compañeros trabajaron tan sigilosamente que rodearon las fortalezas cercanas de Jaibar, y llegaron cerca de los lugares de reunión de Usair bin Rizam, y escucharon personalmente de Usair y sus compañeros sus diversos planes contra el Santo Profeta [sa].
Durante esos días, un no musulmán llamado Jariya bin Husail llegó casualmente a Medina desde Jaibar y, confirmando lo que dijo Abdul’lah bin Rawahah (ra), dijo: “Cuando marché, vi a Usair reunir a sus ejércitos para atacar Medina”.
Después de esta verificación, el Santo Profeta [sa] envió treinta Compañeros bajo el liderazgo de Abdul’lah bin Rawahah (ra) a Jaibar. No se puede determinar con exactitud la guía que el Santo Profeta [sa] dio a este grupo al enviarlos. Sin embargo, del discurso que tuvo lugar entre Abdul’lah bin Rawahah (ra) y Usair bin Rizam en Jaibar, se hace evidente que el deseo del Santo Profeta [sa] era llamar a Usair a Medina y llegar a un acuerdo mutuo, por el cual se pudiera detener este curso de maldad y pudiera prevalecer un estado de paz y seguridad en el país. Con este deseo, el Santo Profeta [sa] estaba tan entusiasmado, que incluso si eso significaba aceptar a Usair como líder de la región de Jaibar, estaba dispuesto a hacerlo, con la condición de que se abstuviera de seguir haciendo daño a los musulmanes.
Cuando el grupo de Abdul’lah bin Rawahah (ra) llegó a Jaibar, en primer lugar, pidieron la garantía de paz y seguridad por parte de Usair bin Rizam durante los debates. Esto ilustra que en ese momento, la amenaza había crecido hasta tal punto que los musulmanes creyeron que tal vez serían traicionados por Usair, durante los mismos debates. Usair declaró que no actuaría de forma traicionera, pero para mantener su propia dignidad, también buscó una garantía similar de Abdul’lah bin Rawahah (ra) (que él tampoco le causaría ningún daño). Sin embargo, el hecho de que Abdul’lah bin Rawahah (ra) fuera el primero en hacer la petición, revela claramente quién era la verdadera amenaza.
En cualquier caso, después de este acuerdo, Abdul’lah bin Rawahah (ra) comenzó su debate con Usair. El objeto de este debate fue que el Santo Profeta [sa] deseaba llegar a un acuerdo de paz y seguridad con él, para que la guerra mutua pudiera detenerse, y la mejor manera de lograrlo sería que él viniera a Medina y hablara personalmente con el Santo Profeta [sa]. Si se pudiera llegar a un acuerdo de esa clase, confiaba en que el Mensajero [sa] de Al’lah los trataría con bondad, y posiblemente incluso lo aceptaría como jefe oficial de Jaibar. Usair, que ansiaba desesperadamente un puesto o tal vez tenía motivos ocultos, se mostró satisfecho con esta propuesta, y así lo expresó. Sin embargo, al mismo tiempo, reunió a los representantes judíos y buscó su consejo sobre este asunto; expresando que los musulmanes habían presentado esta propuesta e inquiriendo qué se debía hacer.
Los judíos, que estaban ciegos en su enemistad hacia el islam, en general se opusieron a ella. Además, para disuadir a Usair de seguir este camino, dijeron: “No creemos que Muhammad [sa] te acepte como líder de Jaibar”. Usair, que estaba mejor informado de la situación, se mantuvo firme en su intención y dijo: “No tenéis idea. Muhammad [sa] está harto de esta guerra, y en su corazón desea poner fin a este conflicto a cualquier precio”.
Por lo tanto, Usair bin Rizam se preparó para viajar a Medina con el grupo de Abdul’lah bin Rawahah (ra), y al igual que Abdul’lah bin Rawahah (ra), él también trajo treinta judíos para acompañarlo. Cuando estos dos grupos abandonaron Jaibar y llegaron a un lugar llamado Qarqarah, que estaba a una distancia de 6 millas (unos 9,6 kilómetros) de Jaibar, la intención de Usair cambió. O tal vez, si había albergado malas intenciones de antemano, ahora había llegado el momento de expresarlas. Entonces, durante una conversación, muy hábilmente tomó la espada de un individuo muy honorable del grupo musulmán llamado Abdul’lah bin Unais Ansari (ra). Abdul’lah comprendió inmediatamente que las intenciones de este hombre miserable eran otras. Inmediatamente espoleó a su camella con el talón y la hizo avanzar, y luego se volvió hacia Usair y dijo: “¡Oh enemigo de Dios! ¿Quieres traicionarnos? Abdul’lah bin Unais (ra) repitió estas palabras dos veces, pero Usair no respondió ni se exoneró. En lugar de eso, se preparó para la guerra. Esta fue quizás una indicación predeterminada entre los judíos de que si se presentaba una situación así, todos deberían apresurarse para atacar a los musulmanes. Por ello, en ese mismo punto de la ruta, comenzaron los enfrentamientos entre los judíos y los musulmanes. Aunque ambos grupos eran iguales en número y los judíos ya estaban mentalmente preparados, mientras que los musulmanes estaban completamente desprevenidos, la gracia de Dios fue tal que aunque algunos musulmanes resultaron heridos, no hubo pérdida de vidas. Por el contrario, cada judío sintió el sabor de su amarga traición y fue aniquilado.
Cuando este grupo regresó a Medina y el Santo Profeta [sa] fue informado sobre las circunstancias prevalecientes, agradeció a Dios por el regreso seguro y pacífico de los musulmanes y dijo:
[árabe]
“Gracias a Dios por haberos salvado de este grupo cruel”.
En relación con este suceso, varios historiadores cristianos han alegado que el grupo de Abdul’lah bin Rawahah (ra) sacó a Usair y otros de Jaibar con la intención de matarlos cuando tuvieran la oportunidad de hacerlo en el camino. Sin embargo, esta acusación no es más que una desagradable exhibición de la obstinación occidental (aquellos que acusan al islam dicen lo que les place). Como se mencionó anteriormente, no se puede encontrar evidencia en la historia de que los musulmanes fueran allí con esta intención. De hecho, si uno reflexiona, dejando de lado otras evidencias, las palabras de Abdul’lah bin Unais: “¡Oh enemigo de Dios! ¿Tienes la intención de traicionarnos?”. Y luego las palabras del Santo Profeta [sa]: “Gracias a Dios por haberos salvado de un grupo cruel” son suficientes para demostrar que la intención de los musulmanes era completamente pura y pacífica. Todo lo ocurrido fue simplemente el resultado de la traición que el pueblo judío quiso llevar a cabo contra los musulmanes, conforme a su costumbre. Por la gracia de Dios, les salió el tiro por la culata”.
En cualquier caso, así terminó esta expedición.
Luego, está la “Expedición de Amr bin Umaiyyah Dhamri” que fue enviada hacia Abu Sufyan. Según Ibn Hisham, Ibn Kazir y Tabari, etc., esta expedición tuvo lugar en el año 4 d.H. después del incidente de Rayi. Sin embargo, Ibn Sad registró que esto ocurrió en el año 6 d.H. y Zarqani da prioridad a la opinión de Ibn Sad e informó que esto ocurrió en el año 6 d.H.
Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) también informó que esto ocurrió en el año 6 d.H. en “La Vida del Sello de los Profetas” y en relación con sus detalles escribió:
“Existe un desacuerdo entre los historiadores respecto a la fecha de esta expedición. Ibni Hisham y Tabari lo registraron en el año 4 d.H., pero Ibni Sad escribió que fue en el año 6 d.H. Al’lamah Qustalani y Zurqani dieron precedencia a la narración de Ibni Sad, por lo tanto, también lo mencioné entre los relatos del año 6 d.H. ¡Ciertamente, Dios lo sabe mejor! Baihaqi también ha apoyado los detalles del relato mencionado por Ibni Sad, pero a partir de este relato no se puede establecer el período en el que tuvo lugar”.
Los detalles de esta expedición son que Abu Sufyan preguntó a algunas personas de los Quraish: “¿No hay nadie entre vosotros que pueda matar a Muhammad [sa] inesperadamente mientras camina por los mercados?”. Entonces, un beduino fue a la casa de Abu Sufyan y le dijo: “Tengo el corazón más fuerte, mi agarre es muy poderoso y puedo correr muy rápido. Si me ayudas, estoy dispuesto a partir para matar a Muhammad [sa] de una vez. Tengo una daga, que permanecerá como las alas ocultas de un buitre salvaje. Atacaré a Muhammad [sa], luego correré para unirme a una caravana y los musulmanes no podrán atraparme, pues conozco muy bien estas calles”. Abu Sufyan dijo: “Tú eres nuestro compañero”. Entonces, Abu Sufyan le dio un camello y algunas provisiones y se despidió de él, recordándole: “No reveles esta tarea a nadie”.
Partió de noche y viajó en camello durante cinco días. En la sexta mañana, llegó a Harrah. Harrah hace referencia a un terreno negro y pedregoso, y Medina estaba situada entre dos “harrahs”, uno al este y otro al oeste. Se dirigió a la gente que había llegado a Medina y les preguntó por el Santo Profeta [sa] hasta que finalmente supo de él. Entonces ató su camello y se dirigió hacia el Santo Profeta [sa], que se encontraba en la mezquita de Banu Abd Ash’al. Cuando el Santo Profeta [sa] lo vio, dijo: “Este hombre ciertamente desea engañarnos (el Santo Profeta [sa] lo percibió su comportamiento), y Dios Altísimo intervendrá entre él y sus objetivos”. Se dirigió entonces hacia el Santo Profeta [sa] para atacarle, pero Usaid bin Hudair le agarró del interior de su capa, haciendo que la daga de su mano cayera de repente. Entonces gritó: “¡Mi muerte!”. “¡Mi muerte!” (es decir, perdónadme -al ser apresado-). Hazrat Usaid lo agarró por el cuello y luego lo soltó. El Santo Profeta [sa] le dijo: “Dime en verdad quién eres”. Respondió: “Pido garantías”. El Santo Profeta [sa] respondió afirmativamente. Entonces le informó de su misión y de todo lo que Abu Sufyan había dispuesto para él. El Santo Profeta [sa] le dejó marchar y gracias a su compasión se convirtió en musulmán. Dijo: “¡Oh Muhammad [sa]! Yo no temía a nadie, pero cuando mi mirada se fijó en Usted, se me fue el juicio y mi corazón se ablandó. Entonces reflexioné en la misión que deseaba cumplir, y que otros muchos jinetes lo intentaron pero no lo lograron, y me percaté de que Usted está siendo protegido y que sin duda es veraz, es decir, Dios Altísimo le protege, y el ejército de Abu Sufyan es el ejército de Satanás”. Al oír esto, el Santo Profeta [sa] sonrió. Permaneció allí unos días, y luego se marchó, tras pedir permiso al Santo Profeta [sa]. No se menciona más a esta persona después de este incidente en la historia.
El Santo Profeta [sa] envió a Amr bin Umaiyyah y a Salamah bin Aslam hacia Abu Sufyan bin Harb, diciendo: “Si ambos le encontráis mientras su guardia esté descuidada, matadle”. En otras palabras, si esas eran sus perversas intenciones, esta actuación es correcta, y la cura para ello era eliminarlo para poner fin a esta disputa.
Ibn Hisham ha declarado que el Mensajero [sa] de Dios envió a Yabbar bin Sallr Ansari junto a Amr bin Umaiyyah (ra). Los dos partieron entonces y continuaron hasta llegar cerca de La Meca. Escondieron sus dos camellos en uno de los valles de Ya’yiy, aproximadamente a ocho millas de La Meca. Luego, por la noche, entraron en La Meca.
Hazrat Yabbar o Salamah le dijo a Amr: “Si al menos pudiéramos realizar los circuitos alrededor de la Casa de Dios y ofrecer dos unidades de oración”. Amr respondió: “Una vez que la gente cena, se sienta en sus patios. Si me ven, seguro que me reconocerán. Soy más conocido en La Meca que un caballo blanco y negro (es decir, mucha gente sabe quién soy y me reconocerá)”. El Compañero de Amr dijo: “¡No, de ninguna manera! Iremos, si Dios quiere”. Amr relata: “No aceptó lo que le dije, así que realizamos los circuitos alrededor de la Casa de Dios, ofrecimos oraciones y nos marchamos”.
También afirma: “A continuación, centramos nuestra atención en Abu Sufyan (es decir, en el propósito real de su misión). Y continúa: “¡Por Dios! Íbamos caminando por La Meca cuando, de repente, uno de los habitantes de La Meca me vio y me reconoció”. Ibn Sa’d relata que fue Mu’awiyah bin Abi Sufyan quien lo reconoció. Mu’awiyah dijo entonces: “¡Por Dios! Amr bin Umaiyyah ha venido con malas intenciones”. Informó a los Quraish, al asustarse de Amr. Cuando los Quraish se enteraron, atemorizados, salieron en su búsqueda. Amr afirma: “Le dije a mi Compañero que corriera rápidamente. Corrimos raudos hasta subir a una montaña. Salieron a buscarnos cuando ya habíamos escalado la montaña. Al final desistieron de encontrarnos, así que regresamos y entramos en una cueva de la montaña. Cogimos piedras y las colocamos de forma ordenada a nuestro alrededor, y allí pasamos la noche. Por la mañana, un hombre de los Quraish vino hacia donde estábamos” (vieron a alguien de los Quraish merodeando por la zona).
Según Ibn Sa’d, era Ubaidul’lah bin Malik bin Ubaidil’lah Taimi. Sin embargo, según Ibn Ishaq era Uzman bin Malik Abdul’lah. Luego afirma: “Llevaba su caballo a pie. Estaba merodeando la cueva, mientras que nosotros estábamos dentro de la cueva. Dije que si nos veía, gritaría, nos cogerían y nos matarían (es decir, llamaría a los incrédulos). Yo tenía una daga que guardaba para Abu Sufyan, así que la saqué y le golpeé en el pecho. La gente de La Meca oyó sus gritos, así que regresé a la cueva. La gente acudió a él rápidamente mientras exhalaba su último aliento. Le preguntaron antes de fallecer quién le había atacado, y él les dijo que había sido Amr bin Umaiyyah. Murió antes de poder decirles dónde estábamos”.
En una narración se menciona que, cuando llegaron hasta él, no le quedaban fuerzas para decir a la gente de La Meca dónde estaban. Amr bin Umaiyyah relata: “Le dije a mi Compañero: ‘¡Sálvate tú y huye! ¡Coge tu camello, siéntate en él y vete!’. Y se marchó”. Amr bin Umaiyyah declara entonces: “Luego partí y llegué a Zallnan”. Zallnan era una montaña situada a un “barid”, es decir, a 12 millas de La Meca. Luego dice: “Me refugié en una cueva de una montaña. Luego partí hasta llegar a Arll (Arll era un valle entre La Meca y Medina), donde las caravanas solían detenerse. Monté en mi camello y cabalgué hasta llegar a Naqi’ (Naqi’ era un lugar situado a dos noches de viaje de Medina. Esta distancia está registrada en Sirat Ibn Hisham). Dos idólatras de los Quraish, a quienes éstos enviaron como espías, viajaban hacia Medina para observar y evaluar la situación y los acontecimientos. Les dije a ambos: “Entregaros como cautivos”. Sin embargo, ambos se negaron. Disparé a uno de ellos con una flecha y lo maté, y entonces el otro se entregó. Lo até y lo llevé a Medina” (no se entregó sin más, sino que hubo una batalla entre ellos y un intercambio de flechas).
Amr bin Umaiyyah informó al Santo Profeta [sa] de la situación y lo que había ocurrido. El Santo Profeta [sa] sonreía y luego rezó pidiendo bondad para Amr bin Umaiyyah (ra).
Existen diversas narraciones sobre esta expedición. Ibn Hisham, Ibn Kazir, Tabari, etc. han afirmado que esta expedición tuvo lugar en el año 4 d.H., al mencionar cuando el cuerpo de Hazrat Jubaib bin Adiyy (ra) fue descolgado de un poste de madera. Hazrat Jubaib (ra) fue encarcelado durante el incidente de Rayi y vendido en La Meca y posteriormente los Quraish lo colgaron de un poste de madera y lo martirizaron. Sin embargo, Ibn Sa’d no ha mencionado la “Expedición de Amr bin Umaiyyah” con referencia a descolgar el cuerpo [de Hazrat Jubaib (ra)] del poste de madera. Y la narración de Ibn Sa’d parece más exacta porque en los libros de historia se menciona que se envió a otro grupo para descolgar su cuerpo. Zurqani también ha adoptado esta misma posición y al final del relato de la “Expedición de Amr bin Umaiyyah” escribe que el Santo Profeta [sa] envió a Hazrat Zubair y Hazrat Miqdad a bajar el cuerpo de Hazrat Jubaib bin Adiyy (ra).
Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) también ha escrito en relación a esto en Sirat Jatam-ul-Nabiyyin y no ha mencionado el relato de bajar el cuerpo de Hazrat Jubaib bin Adiyy (ra) del poste de madera en este sentido.
Los detalles que ha escrito son los siguientes:
“El recuerdo de su vergonzoso fracaso en la Batalla de Ahzab, enardeció a los Quraish de La Meca. Naturalmente, esta rabia sentida había llegado sobre todo a la suerte de Abu Sufyan, que era el jefe de La Meca y había sido especialmente humillado durante la “Expedición de Ahzab”. Durante algún tiempo, Abu Sufyan siguió ardiendo en este fuego de rabia, pero al final, el asunto se volvió insoportable y las llamas ocultas de este fuego comenzaron a encenderse. Naturalmente, la mayor enemistad de los incrédulos, más bien la enemistad real, era hacia la persona del Santo Profeta [sa]. Por esta razón, Abu Sufyan pensó ahora que si no se habían obtenido resultados mediante estrategias y planes externos, ¿por qué no acabar con Muhammad [sa] mediante algún plan oculto? Sabía que el Santo Profeta [sa] no tenía un equipo de seguridad a su alrededor. Al contrario, a veces, el Santo Profeta [sa] iba y venía, y caminaba por las calles y callejones de la ciudad completamente desprotegido. Acudía a la mezquita al menos cinco veces al día para la oración y permanecía libre y accesible mientras viajaba. ¿Qué mejor oportunidad podía haber para un asesino contratado a sueldo? En cuanto le asaltó este pensamiento, Abu Sufyan empezó a planear en secreto el asesinato del Santo Profeta [sa].
Cuando estaba plenamente decidido a llevar a cabo su plan, un día aprovechando una oportunidad, se dirigió a unos cuantos jóvenes de los Quraish con intereses similares, diciéndoles: “¿Hay algún valiente de entre vosotros que pueda ir en secreto a Medina y mate a Muhammad [sa]? ¿Sabéis que Muhammad [sa] se pasea libremente por las calles y callejones de Medina?”. Tan pronto como escucharon la noticia, los jóvenes salieron corriendo (es decir, les gustó la idea). No habían pasado muchos días cuando un joven beduino se acercó a Abu Sufyan y comenzó a decir:
“He escuchado tu propuesta y estoy dispuesto a hacerlo (como se mencionó anteriormente y Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib [ra] también ha mencionado esta narración). Soy una persona madura y de corazón fuerte, cuyo agarre es severo y cuyo golpe es repentino. Si me nombras para esta tarea y me ayudas, estoy dispuesto a salir para matar a Muhammad [sa]. Tengo una daga, que será como las alas ocultas de un buitre salvaje. Atacaré a Muhammad [sa] y luego correré para unirme a una caravana y los musulmanes no podrán atraparme. (se trata del mismo incidente que se ha mencionado). Además, también soy muy hábil en las calles de Medina”.
Abu Sufyan dijo: “¡Basta, basta! Eres el hombre que buscamos”. Entonces, Abu Sufyan le dio una camella veloz y se despidió de él con algunas provisiones, recordándole enfáticamente que no revelara este secreto a nadie.
Después de partir de La Meca, este hombre se dirigió hacia Medina escondiéndose de día y viajando de noche. Llegó a Medina en la sexta noche. Averiguando el paradero del Santo Profeta [sa], se dirigió directamente a la mezquita de los Bani Abdul-Ashhal, donde se encontraba el Santo Profeta [sa]. En aquellos días, gente nueva visitaba Medina constantemente, por lo que ningún musulmán sospechó de él. Pero en cuanto el Santo Profeta [sa] notó que el hombre se le acercaba dijo: “Este hombre ha venido con una mala intención”. Al oír estas palabras, comenzó a avanzar hacia el Santo Profeta [sa] aún con más rapidez. Sin embargo, Usaid bin Hudair (ra), uno de los jefes de los Ansar, se abalanzó inmediatamente sobre él y lo aferró; durante el forcejeo, su mano alcanzó el puñal oculto del hombre, que gritó asustado: “¡Mi muerte! ¡Mi muerte!” (aquí se han mencionado más detalles en el sentido de que no sólo tiró de su capa, sino que intentó agarrarle, por lo que su daga cayó de su mano y gritó para que le salvaran). Cuando fue apresado, el Santo Profeta [sa] le preguntó: “Dime sinceramente, ¿quién eres y con qué intención has venido?”. Dijo: “Si me perdonan la vida, os lo contaré” (tal como se ha dicho antes, narró entonces todo el relato). El Santo Profeta [sa] dijo: “Sí, relata todo con la verdad y serás perdonado”. Tras esto, relató toda la historia al Santo Profeta [sa] de principio a fin. También informó al Santo Profeta [sa] de la recompensa que le había prometido Abu Sufyan. A partir de entonces, este individuo permaneció en Medina durante unos días y luego, por voluntad propia, se hizo musulmán, entrando así al servicio del Santo Profeta [sa].
Esta sangrienta conspiración de Abu Sufyan hizo que fuera aún más necesario que antes mantenerse informado de las conspiraciones e intenciones de la gente de La Meca. Por ello, el Santo Profeta [sa] envió a dos de sus Compañeros, Amr bin Umaiyyah Dhamri y Salmah bin Aslam a La Meca. Considerando el intento de asesinato de Abu Sufyan y sus pasados planes sanguinarios, el Santo Profeta [sa] permitió a sus Compañeros acabar con este enemigo de guerra del islam, si se presentaba la oportunidad. Sin embargo, cuando Umaiyyah y su Compañero llegaron a La Meca, los Quraish fueron alertados, por lo que estos dos Compañeros tuvieron que regresar a Medina para salvar sus vidas. En su camino de regreso, encontraron a dos espías de los Quraish, a quienes los jefes de Quraish habían enviado para averiguar los movimientos de los musulmanes y obtener información sobre el Santo Profeta [sa]. No sería de extrañar que este plan fuera también la base de alguna otra conspiración sanguinaria de los Quraish. Sin embargo, fue por la gracia de Dios, que Umaiyyah y Salmah se enteraron de su espionaje, ante lo cual quisieron atacarlos para capturarlos, pero ellos se defendieron. En consecuencia, en esta batalla, un espía fue asesinado mientras que el otro fue tomado prisionero y llevado de vuelta a Medina”.
El resto de los relatos serán narrados en el futuro, inshAl’lah.
Continuamente dirijo mi atención a las oraciones por Pakistán, donde las condiciones tornan de vez en cuando muy extremas. Parece que la administración y el gobierno son juguetes en manos de los extremistas. Antes nos llegaban noticias de que habían roto los minaretes o las cúpulas de nuestras mezquitas porque se oponían a estas [construcciones]. Pero ayer mismo, con el pretexto de querer construir una carretera en Dhaska, enviaron primero un aviso informando de cuánto espacio necesitarían y de que despejarían la zona con una excavadora. Una pequeña zona del recinto de la mezquita donde se encuentran los aseos formaba parte de esta [zona obligatoria], sin embargo, cuando trajeron la excavadora, arrasaron toda la mezquita ante la insistencia de los clérigos. Se trata de una mezquita muy antigua construida incluso antes de la partición y tal vez fuera obra de Ch. Zafrul’lah Khan Sahib. En cualquier caso, han llegado ahora hasta estos extremos. Sólo Dios Altísimo puede crear rápidamente los medios para atraparles y devolver sus argucias contra ellos. De ahí que los ahmadíes, especialmente los de Pakistán, deban centrarse en las oraciones.
En cuanto a Palestina, se habla de que se ha llegado a un acuerdo; a veces se dice que se ha ultimado y otras veces se afirma lo contrario. No obstante, incluso después del acuerdo, siguen produciéndose incidentes. Sobre este asunto, algunas personas han comenzado a expresar una alegría indebida, pero deben comprender que no se puede confiar en estas fuerzas del anticristo [Dayyal]. Dicen una cosa y hacen otra. Por lo tanto, no hay necesidad de expresar un optimismo excesivo. Hay que rezar por ellos y los musulmanes deben hacer uso de la sabiduría para esforzarse por garantizar sus derechos. ¡Que Dios Altísimo conceda sabiduría y comprensión a los musulmanes!
Ahora mencionaré a algunos miembros fallecidos [de la Comunidad] y luego dirigiré sus oraciones fúnebres [en ausencia].
La primera mención es del respetado Sheij Mubarak Ahmad Sahib, que fue Nazir Diwan en Sadr Anyuman Ahmadiyya en Rabwah. Falleció el 11 de enero a los 77 años.
[árabe]
[¡Verdaderamente a Dios pertenecemos y a Él volveremos!].
El fallecido era “musi” y ahmadí musulmán de nacimiento. Su abuelo, Sheij Muhammad Din Sahib, juró lealtad en 1938 y era originario de Kathu Nangal de Batala, en el distrito de Gurdaspur. Sheij Mubarak Sahib se licenció en Educación y de 1966 a 1981 trabajó como profesor en el instituto Talim-ul-Islam durante unos 15 años. Luego, en 1973, tras la nacionalización de las escuelas, continuó con su función civil en otras escuelas y continuó enseñando. No obstante, sus servicios para la Comunidad abarcaron aproximadamente 40 años.
En la era de Hazrat Jalifatul Masih III (rh) presentó una solicitud para consagrar su vida, que fue aceptada. En 1982, Hazrat Jalifatul Masih IV (rh) lo nombró Naib Wakil para las celebraciones del Centenario de la Comunidad. Después tuvo la oportunidad de servir como Naib Wakil-ul-Maal. Fue Nazir adicional de Bait-ul-Maal para Sadr Anyuman Ahmadía. También trabajó como Nazir Bait-ul-Maal, luego Nazir Diwan y luego sirvió como Nazir Rishta Nata: tuvo la oportunidad de servir a la Comunidad durante mucho tiempo. Asimismo, desempeñó diversos cargos en las organizaciones auxiliares y fue Qaid en Ansarul’lah y Muhtamim de Juddamul Ahmadía.
Ihsan Mahmud Sahib, que es su sobrino y yerno y también es misionero, dice: “Tenía un fuerte vínculo de lealtad con el Jalifato. Siempre decía que mantuviéramos una conexión firme y aconsejaba a los misioneros que no interfirieran en asuntos financieros”. Y añade: “Rezaba con la máxima atención. Incluso en los últimos años de su vida hacía todo lo posible por ir a la mezquita a rezar. Tanto en las reuniones oficiales de la Comunidad como en las privadas, animaba a forjar una relación con el Jalifato. Siempre rezaba para que su progenie permaneciera apegada al Jalifato. Decía: “Escribo todos mis asuntos a Hazrat Jalifatul Masih y no le oculto nada. Si cometo alguna falta, también le escribo para rectificar mi falta y obtener beneficio de ello”.
Por la Gracia de Dios Altísimo, cumplió su “waqf” (consagración) de manera excelente, y yo también he sido testigo de ello, ya que trabajó conmigo cuando yo estaba en Yamia. Fue un gran ejemplo de dar prioridad a la fe por encima de los intereses mundanos. Llevaba una vida sencilla y dedicaba todo su tiempo. Muchas veces sucedía que después de una gira oficial, iba a la oficina y cuando terminaba su horario de trabajo salía para otra visita por la tarde. Se esforzaba por trabajar tanto como podía. Uno de sus hijos le aconsejó que descansara un poco al no sentirse bien. Él respondió: “Sólo me jubilaré una vez y será cuando fallezca”. Todos los funcionarios estaban contentos trabajando con él y decían: “siempre nos cuidaba. Evaluaba las situaciones y hacía todo lo posible por implementarlas, e incluso se ocupaba de nuestras necesidades personales”. De manera similar, escribe: “Tenía pasión por estudiar y vi que incluso en casa pasaba la mayor parte de su tiempo estudiando. Estudiaba los libros y dichos del Mesías Prometido (as) en profundidad y alentaba a sus hijos a hacer lo mismo”. Tenía un buen conocimiento de las reglas y regulaciones oficiales de la Comunidad y ejercía un excelente juicio [en tales asuntos]. Dios Altísimo lo bendijo con muchas cualidades. Cuando se revisaron las reglas y regulaciones del Anyuman, él formó parte de ese comité y daba buenos consejos al respecto.
El inspector de Bait-ul-Mal, Syed Daud Ahmad de Karachi, comparte: “Trabajé bajo la supervisión de Sheij Sahib en Nizarat Mal Aamad durante 23 años. Trabajaba con nosotros de una manera maravillosamente afectuosa. Si había un error, nos lo explicaba con paciencia y, si lo hacíamos bien, nos animaba con calidez. Todos los miembros del personal sentían que Sheij Sahib tenía un vínculo especial con ellos. Prestaba mucha atención a las preocupaciones personales y profesionales de cada miembro del personal y los apoyaba tanto como podía”. ¡Que Al’lah le conceda Su perdón y Su misericordia. Le sobreviven su esposa, seis hijas y un hijo!
La segunda mención es del respetado Muhammad Munir Adilbi Sahib de Qatar, quien falleció recientemente a la edad de 76 años.
[Árabe]
[En verdad a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos].
Le sobreviven tres hijos y una hija, todos residen en Qatar. Musal’lam Darobi Sahib afirma: “Fue a través de él que mi hermano y yo aceptamos el Ahmadíat. Era muy activo a la hora de predicar, un gran orador, muy inteligente y autor de obras sobre el conocimiento del Ahmadíat”. Juró lealtad a principios de 1984 después de conocer a Hazrat Jalifatul Masih IV (rh). Luego pasó un largo período en Londres, donde tradujo programas como Liqaa Ma‘al Arab y varios otros programas. Fue autor de más de diez libros, siete de los cuales se centraron en temas relacionados con la propagación del Ahmadíat.
Aunque se incorporó tarde, logró mucho. En Siria, trabajó como Secretario de Tabligh y Secretario de Taalim – Tarbiyat. Decenas de personas juraron lealtad al Ahmadíat gracias a sus esfuerzos. Sus esfuerzos en la predicación condujeron al establecimiento de Ahmadíat en la ciudad de Musharrib. En consecuencia, los opositores del Ahmadíat incendiaron su coche en una ocasión. Debido a sus debates y actividades de divulgación, se presentaron denuncias ante las autoridades, lo que provocó que él y algunos miembros locales de Musharrib fueran encarcelados durante varios meses en 1989 bajo el régimen anterior. Tras el deterioro de la situación en Siria, emigró a Qatar con su familia.
El presidente local de la Comunidad en Siria, Wasim Sb, escribe: “Escribió varios libros que enriquecieron la biblioteca Ahmadía. Presentó las enseñanzas ahmadíes de una manera sencilla pero profunda. A través de él, mucha gente abrazó el Ahmadíat”. Basil Adilbi Sahib relata: “Consagró toda su vida al servicio del Ahmadíat y fue un verdadero enamorado del Jalifato. Trabajó como traductor para Hazrat Jalifatul Masih IV, traduciendo del inglés al árabe. Fue un gran servidor de Ahmadíat y dedicó su vida a su propagación y difusión. Se convirtió en medio de guía para muchos ahmadíes en Siria”.
Viajó a varios países para propagar el islam. En 2013, debido a la crisis siria, se mudó a Qatar. Allí, escribió activamente en Facebook sobre el Ahmadíat y el Jalifato y se mantuvo en contacto con personas interesadas. Era un orador elocuente con un profundo conocimiento del Corán y la Sunnah, proporcionando evidencias convincentes de la verdad del mensaje del Mesías Prometido (as). También tradujo numerosos libros del inglés al árabe, enfatizando la grandeza y la defensa del Jalifato. Dedicó todo su ser, su lengua, pluma y vida a la propagación y defensa del Ahmadíat. Su firmeza frente a la adversidad era notable, soportó dificultades significativas por parte de su familia y la sociedad de Damasco debido a su fe en la verdad del mensaje del Mesías Prometido (as).
Nizar Ayib Sahib comparte: “Conocí el Ahmadíat a través de Adilbi Sahib. El respetado Jalid Izam Sahib había adquirido un libro suyo sobre el Dayyal [Anticristo]. El libro me resultó increíblemente esclarecedor; cambió mi perspectiva por completo. Después, leí su libro sobre “La matanza de los apóstatas” y luego uno sobre “los Yinn (genios)”. Me puse en contacto con él por teléfono y, más tarde, Jalid Izam Sahib y yo juramos el pacto de lealtad. Cuando se enteró de nuestro juramento de lealtad, se puso muy contento”.
El Dr. Imran Rehman Sahib, Presidente de la Comunidad de Qatar, dice que era muy humilde y que siempre tuvo una fuerte conexión con el sistema de la Comunidad. Su amor y obediencia por el Jalifato eran extraordinarios. En la MTA veía los sermones y otros programas míos también y lo expresaba también. Estuvo a la vanguardia de los sacrificios financieros. Se aseguraba de ser el primero en ofrecer sus contribuciones financieras. Dice que, pocos días antes de su muerte, lo llamó a él, al misionero y al secretario de finanzas a su casa y les pidió que llevaran sus contribuciones para Waqf-e-Yadid. Debido a informes falsos, los custodios de la seguridad también lo detuvieron, pero luego lo liberaron ir (está relatando un incidente antiguo de 1988 en Siria).
Después, alguien escribe sobre él que en numerosas ocasiones fue invitado a programas de televisión en Siria donde mantuvo conversaciones con eruditos distinguidos acerca de que el islam no permitía castigar a los apóstatas. Recibió amenazas de muerte debido a ésto, algunas de las cuales fueron publicadas online. También dirigió una página de Facebook donde compartía citas de los escritos del Mesías Prometido (as). Esta página era seguida tanto por ahmadíes como por no ahmadíes. Se mantuvo firme con su pluma y sus palabras durante toda su vida hasta su último aliento. Su principal preocupación era difundir el mensaje del Mesías Prometido (as) y difundir la verdadera fe de Dios al mundo. Siempre que podía, nunca perdía la oportunidad de dirigir una conversación sobre el Ahmadíat, la veracidad del Mesías Prometido (as) y la propagación de su mensaje. ¡Que Dios Altísimo le conceda Su perdón y misericordia, permita que sus hijos mantengan sus virtudes y que eleve su posición!
La tercera mención es de Abdul Bari Tariq Sahib, quien estaba a cargo de la sección de informática en Waqf-e-Yadid Rabwah. Ha fallecido recientemente.
[árabe]
[En verdad, a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos].
Sadr Sahib Waqf-e-Yadid escribe que el Ahmadíat se estableció [en su familia] a través de su bisabuelo, el respetado Chaudhary Muhammad Yar Sahib de Ghatyalian, Distrito Sialkot. Juró lealtad y aceptó el Ahmadíat en 1903 a través de una carta. El abuelo del fallecido, Chaudhary Ghulam Qadir Sahib, era ahmadí de nacimiento. El fallecido estudió y obtuvo su maestría en ciencias de la computación, y luego trabajó en Karachi. Luego tuvo cáncer y se recuperó, pero el cáncer volvió a atacarle. Escribió a Hazrat Jalifatul Masih IV (rh) y él le envió algunos medicamentos homeopáticos y le dijo que continuara con el estos tratamientos. Al mismo tiempo, solicitó consagrar su vida, lo cual Hazrat Jalifatul Masih IV (rh) aprobó y luego lo envió a Tahrik-e-Yadid. Más tarde fue designado para Waqf-e-Yadid. Además de informatizar todas las oficinas, también realizó una gran cantidad de trabajo en las oficinas de otras instituciones de la Comunidad. De hecho, incluso fuera de Pakistán, también tuvo la oportunidad de informatizar [los sistemas en] el hospital de la Comunidad en Kano, Nigeria, y el hospital ahmadía en Benin. De hecho, un médico de Kano escribió que cuando quisieron informatizarse, les habría costado cientos de miles de dólares, mientras que el presupuesto más bajo que se dio aun era de miles de dólares. Sin embargo, cuando él estuvo allí durante un mes, hizo todo el trabajo a un costo mínimo.
Le sobreviven su madre, su esposa, un hijo y cinco hermanos (hermanas incluídas).
Cuando consagró su vida después de recuperarse de su enfermedad, juró que al recuperarse dedicaría su vida [a servir a la fe]. Así que cuando se recuperó, durante un período de 21 años de consagración, trabajó desinteresadamente sin tener en cuenta el día y la noche. Estableció un ejemplo para las personas consagradas que vale la pena emular.
También trabajó como Qaid en la sede central de Ansarul’lah. De hecho, se estaba preparando para ir [a la oficina] cuando tuvo un ataque cardíaco y falleció. El presidente de Ansarul’lah, el Dr. Sultan Sahib dice que era un servidor muy leal de la Comunidad y del Jalifato. Consagró su vida con total lealtad. Encontraba alegría en estar siempre comprometido con el servicio a la fe y encontraba felicidad en cumplir con sus responsabilidades. Alguien le dijo que la gente utilizaba el trabajo que él hacía, por lo que debería recibir alguna remuneración (creaba software con gran esfuerzo). Dijo que era una persona consagrada y que recibiría su recompensa de Dios. Cumplió con los requisitos de la consagración de manera excelente, como mencioné, tenía plena certeza de las bendiciones de la consagración y prometió servir hasta su último aliento, lo cual cumplió. ¡Que Dios Altísimo le conceda Su misericordia y perdón!