La vida del Santo Profeta (sa)
Sermón completo
Después de recitar el Tashahud, Taawuz y Surah al-Fatihah, el Jalifa V del Mesías (aba) dijo:
En el penúltimo sermón expuse algunas narraciones sobre las expediciones de la época del Santo Profeta (sa), entre la que se encontraba la Expedición de los Banu Fazara. Sobre esta expedición, hay un incidente registrado en la historia y relacionado con el asesinato de Umm Qirfah. La manera en que algunos historiadores lo han registrado demuestra claramente que es falso. En Al-Tabaqat al-Kubra se menciona que en el sexto año después de la migración [del Santo Profeta (sa) de La Meca a Medina], Hazrat Zaid bin Harizah viajó a Siria para comerciar. Llevaba consigo bienes de los Compañeros del Santo Profeta (sa). Cuando estaba cerca de Wadi-ul-Qura, se encontró con algunas personas de la tribu Banu Badr, una rama de los Banu Fazara. Él y sus Compañeros fueron golpeados y sus pertenencias confiscadas. Cuando Hazrat Zaid se recuperó, fue al Santo Profeta (sa) y le informó del incidente. El Santo Profeta (sa) lo envió al encuentro de esa gente, es decir, hacia quienes les habían atacado. Los musulmanes se escondían durante el día y viajaban de noche. Sin embargo, los Banu Badr se enteraron de sus [movimientos]. De esta forma, Hazrat Zaid y sus Compañeros llegaron hasta ellos por la mañana, gritando la consigna “Al’lahu Akbar” [Al’lah es el más Grande] y rodearon a los que allí se encontraban. Capturaron a Umm Qirfah, cuyo verdadero nombre era Fatima bint Ruya bin Badr y a su hija, Yariyah bint Malik bin Hudhaifa bin Badr. Tras capturar Hazrat Salama bin Akwa a Yariyah, se la entregó al Santo Profeta (sa). Luego, el Santo Profeta (sa) se la entregó a Hazm bin Abi Wahab.
Como he dicho, este incidente del asesinato de Umm Qirfah ha sido presentado en algunos libros de historia de una manera extraña, lo cual, a la luz de las enseñanzas y prácticas islámicas, es imposible de aceptar. En algunos libros de historia encontramos que Qais bin Muhassir se dirigió hacia Umm Qirfah. Era una señora mayor y Qais la mató brutalmente. Ató cada una de sus piernas a dos camellos separados. Luego hizo que los camellos corrieran en direcciones opuestas, destrozando así a la mujer. Qais también mató a otros dos hombres. Cuando Hazrat Zaid bin Harizah regresó de esta expedición y llamó a la puerta del Santo Profeta (sa), el Santo Profeta (sa) se puso su capa, abrazó a Zaid, le besó y le preguntó cómo se encontraba. Zaid informó entonces al Santo Profeta (sa) de estos incidentes, tras los cuales Dios Altísimo les había concedido la victoria.
En este relato se menciona el incidente sobre cómo aquella mujer fue despedazada. Sin embargo, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib ha relatado este incidente de manera excelente y con argumentos brillantes. Escribe:
“En lugar de la expedición mencionada anteriormente de Hazrat Abu Bakr (ra), Ibn Sad mencionó una expedición en la que Zaid bin Harizah (ra) era el jefe. En otras palabras, Ibn Sad menciona a Zaid bin Harizah como el jefe de esta expedición en lugar de Hazrat Abu Bakr (ra). Además, difiere también en los detalles: escribe que esta expedición tenía como objetivo disciplinar a los Banu Fazara, que residían cerca de Wadi-ul-Qura y que habían atacado una caravana comercial de musulmanes, robando todas sus riquezas y bienes. La fuerza instigadora detrás de este grupo malvado era una anciana, llamada Umm Qirfah, y que era una acérrima enemiga del islam. Cuando fue capturada, un hombre llamado Qais del grupo de Zaid, la mató. Además, Ibn Sad describe la historia de este asesinato relatando que ambos pies de esta mujer fueron atados a dos camellos diferentes y luego estos dos camellos fueron conducidos en direcciones opuestas, debido a lo cual fue literalmente despedazada en dos partes. Después de esto, la hija de la anciana fue confiada a Salama bin Akwa (ra). Esta es la historia que, hasta cierto punto, también ha sido mencionada por Ibn Ishaq con brevedad, de forma resumida y con discrepancias.
Basándose en esta narración, Sir William Muir (que es un orientalista), acostumbrado a proporcionar más detalles que la mayoría de los historiadores europeos, convierte con mucho entusiasmo este acontecimiento en el punto culminante de su libro, como ejemplo del «espíritu bárbaro» de los musulmanes. De hecho, Sir William Muir escribe que la razón por la que incluyó este incidente en su libro fue porque los musulmanes cometieron un acto cruel en esta expedición. Respecto a esto, el Sr. Muir escribió:
“Hubo varias incursiones sin importancia este año por las cuales los musulmanes tuvieron que abandonar Medina, y si bien no es necesario mencionarlas (continúa), no debo omitir una por ser un acto cruel perpetrado por los musulmanes”. Esto es lo que escribió el Sr. William.
Haciendo un análisis de esto, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) escribe:
“Un historiador que da preferencia a un suceso sobre otro simplemente porque proporciona pruebas de la brutalidad y crueldad de un pueblo y lo convierte en el punto culminante de su libro, en realidad no es digno de ser considerado un investigador independiente (él mismo escribió que omitiría los otros incidentes y se centraría únicamente en éste. Esto demuestra que era parcial y no estaba dispuesto a realizar una investigación exhaustiva). Esto se debe a que nunca se puede esperar que un individuo así (que es parcial) preste atención a investigar si este suceso de brutalidad y crueldad fue cierto o no, porque al hacerlo, pierde una prueba a su favor. En cualquier caso, el Sr. Muir ha escrito este relato en su libro con especial entusiasmo. Pero ahora demostraré que este hecho es completamente erróneo y categóricamente infundado. Además, tanto en términos de registro como de racionalidad, esta narración se reivindica como inventada.
En términos de racionalidad, se debe saber que encarcelar a una dama que no está condenada por asesinato y luego matarla a sangre fría y de la manera que se relata en esta narración, es algo completamente insostenible. El islam prohíbe estrictamente incluso matar mujeres en el mismo campo de batalla y ya hemos mencionado las instrucciones del Santo Profeta (sa) (donde prohibió matar mujeres en varias ocasiones). Así, se menciona en un Hadiz que en una ocasión, una mujer de una tribu enemiga fue encontrada muerta en el campo de batalla y aunque no se sabía en qué circunstancias y por mano de quién había sido asesinada, al verla, el Santo Profeta (sa) se sintió muy disgustado. El Santo Profeta (sa) afirmó enfáticamente a sus Compañeros que ésto nunca debía volver a suceder (ninguna mujer debería ser asesinada). De manera similar, también se ha mencionado que cada vez que el Santo Profeta (sa) enviaba un ejército, además de todos los demás consejos, una instrucción que daba a sus Compañeros era no matar a mujeres ni a niños.
Existiendo estas instrucciones fundamentales, pensar que los Compañeros y entre ellos, Zaid bin Harizah (ra), que era como la familia del Santo Profeta (sa), mataron o hicieron matar a una mujer de la manera descrita por Ibn Sad, no puede ser aceptado de ninguna manera. Obviamente, en esta narración, aunque el hecho del asesinato no se le atribuye a Zaid (ra), sino a otro musulmán, pero como ocurre bajo el mando de Zaid (ra), la responsabilidad final recae sobre él. Además, con respecto a Zaid (ra), pensar que él permitió que algo de esta naturaleza ocurriera bajo su mandato, conociendo perfectamente las enseñanzas del Santo Profeta (sa), no puede ser aceptada en lo más mínimo. Del mismo modo, si una mujer comete un delito, recibirá el castigo por ese delito, y ni la Sharia de ninguna religión ni ley de ningún país excluye a una mujer del castigo por un delito. Además, cada día se publican casos de castigos a mujeres, o incluso de ejecuciones por asesinato. Sin embargo, matar a una mujer simplemente por causa de enemistad religiosa o por haber participado en una contienda y más aún, matarla de la manera descrita en esta narración, es una acción claramente rechazada por la instrucción fundamental del Santo Profeta (sa) y toda la historia islámica.
Además, si se afirma que esta mujer era una criminal y – como se menciona en varias narraciones – ella conspiró para asesinar al Santo Profeta (sa), una sentencia de asesinato podía ser legalmente emitida contra ella, lo cual es correcto. Pero la pregunta es: si los Compañeros del Santo Profeta (sa) no mataron a criminales más severos y viciosos que Umm Qirfah – y además hombres – de esta manera, entonces pensar que una anciana fue tratada de esta manera bajo la vigilancia de un Compañero bien informado como Zaid bin Harizah (ra), es completamente inaceptable. Por lo tanto, desde una perspectiva racional, la falsedad e invención de esta historia es evidente y clara y ninguna persona imparcial podría dudar de ello.
Ahora resta el aspecto de la narración. En primer lugar, Ibn Sa’d o Ibn Ishaq no han proporcionado autenticación para esta narración y sin una fuente fiable, una narración de este tipo que contradice la clara instrucción del Santo Profeta (sa) y la práctica común y bien conocida de los Compañeros, no puede ser aceptada en absoluto. En segundo lugar, este mismo relato ha sido mencionado en Sahih Muslim y Sunan Abu Dawud, que son dos libros de Hadiz muy auténticos, pero la mención del asesinato de Ummi Qirfah no ha sido mencionada en absoluto. Además, en otros detalles, este relato difiere del de Ibn Sa’d y otros. Además, los Hadices denominados Sahih (auténticos) son definitiva y universalmente aceptados como mucho más fiables y dignos de preferencia. Por esta razón, la narración de Ibn Sa’d y otros, no tiene peso en comparación con la de Sahih Muslim y Sunan Abu Dawud. Esta distinción se hace aún más evidente cuando tenemos en cuenta que Ibn Sa’d e Ibn Ishaq han mencionado sus narraciones sin ninguna autenticación, mientras que el Imam Muslim y Abu Dawud han proporcionado una autenticación completa de sus narraciones. De cualquier modo, en comparación con la cautela practicada por los Muhadizin (eruditos de la ciencia de Hadiz), que obraron con mucha prudencia, las narraciones generales de los historiadores carecen de valor.
Este relato ha sido registrado en Sahih Muslim y Sunan Abu Dawud de tal forma que ni siquiera se menciona el asesinato de Ummi Qirfah. Invariablemente, en la narración de Muslim y Abu Dawud, el nombre de Ummi Qirfah no se menciona y el nombre del comandante también se registra como Abu Bakr (ra) en lugar de Zaid (ra). En cualquier caso, no podemos imaginar que esta expedición fuera otra, ya que el resto de los detalles significativos son los mismos en su totalidad. Por ejemplo:
- En ambas narraciones se describe que esta expedición fue contra los Banu Fazarah.
- En ambas narraciones se menciona que la jefe de los Banu Fazarah era una anciana.
- Ambas narraciones mencionan el encarcelamiento de esta mujer.
- En ambas narraciones se menciona que esta mujer tenía una hija, que también fue encarcelada con ella.
- Ambas narraciones mencionan que esta chica fue entregada a Salama bin Akwa (ra).
Además, también hay similitudes en otros hechos. Ahora pensad, en presencia de estos significativos y fundamentales puntos en común, ¿es posible que un individuo imagine que se trata de dos relatos diferentes? Sin embargo, no nos basamos únicamente en esta argumentación racional, sino que los investigadores del pasado han escrito claramente que el relato de Sahih Muslim y Sunan Abu Dawud es el mismo que Ibn Sa’d ha registrado de otra manera. Como tal, Al’lamah Zurqani, Imam Suhaili y Al’lamah Halabi han escrito claramente que este es el mismo relato que Ibn Sa’d e Ibn Ishaq han mencionado erróneamente en la historia de Umm Qirfah. Sin embargo, una prueba más de que se trata del mismo relato es que Tabari ha mencionado ambas narraciones una al lado de la otra (las ha recogido conjuntamente) y ha escrito claramente que ambos relatos no son sino la misma cosa.
Por lo tanto, es completamente innegable que en la narración de Salama bin Akwa (ra) registrada por Muslim y Abu Dawud, se ha mencionado el mismo relato que Ibn Sa’d e Ibn Hisham han registrado erróneamente con el nombre de ‘Expedición de Umm Qirfah’. Además, la narración de los Sihah (es decir, las narraciones de los seis libros auténticos de Hadices) que ha sido mencionada con autenticación, y es narrada por alguien que participó en el suceso, es en cualquier caso, digna de tener preferencia sobre la narración no autenticada de Ibn Sa’d e Ibn Hisham. Por esta razón, no hay lugar a dudas de que el relato del «bárbaro asesinato» de Umm Qirfah es un relato completamente falso y sin fundamento, que debido al «favor» de un enemigo oculto del islam o de un hipócrita, se ha colado en algunas narraciones históricas. La verdad es que la veracidad de esta expedición no es más que lo que Muslim y Abu Dawud han mencionado. No es de extrañar que se registre un relato erróneo en la historia, porque tales ejemplos se encuentran en la historia de todos los países y naciones. Es sorprendente, sin embargo, que un hombre como Sir William diera a este relato erróneo un lugar en su libro sin ninguna investigación y confesara abiertamente que el propósito de su registro era meramente como un ejemplo de un acto cruel de los musulmanes”.
En cualquier caso, este incidente es inventado, y nunca tuvo lugar de esta manera.
En la historia se menciona la Expedición de Abdul’lah bin Atik hacia Abu Rafi’. Ibn Sa’d ha narrado que esta expedición tuvo lugar en el mes de Ramadán del año 6 d.H. A la luz de su investigación de varios libros de historia, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) ha escrito al respecto lo siguiente:
“Hay desacuerdo entre las narraciones con respecto a la fecha del asesinato de Abu Rafi’. Tras el acontecimiento de Zuhri, Bujari simplemente ha mencionado que ocurrió después del asesinato de Ka’b bin Ashraf, sin especificar una fecha, lo cual es cierto en cualquier caso. Es posible que ambos relatos se hayan mencionado juntos (ambos se han narrado uno al lado del otro), ya que su naturaleza es idéntica. Tabari lo sitúa en el año 3 d.H. después del suceso de Ka’b bin Ashraf. Waqidi lo ha mencionado en el año 4 d.H. Refiriéndose a Ibn Ishaq, Ibn Hisham simplemente lo ha registrado como posterior al Ghazwah de Banu Quraizah, que tuvo lugar hacia finales del año 5 d.H. y, de esta manera, se puede considerar que ocurrió a principios del año 6 d.H. Sin embargo, Ibn Sa’d lo ha registrado específicamente en el año 6 d.H. y la mayoría de los historiadores han adoptado la postura de Ibn Sa’d. Dios sabe más”.
Ibn Ishaq narró que después de la Batalla de Jandaq y de que el asunto de Banu Quraizah concluyera, Salam bin Abu al-Huqaiq, también conocido como Abu Rafi’, fue uno de los que reunió un ejército en contra del Santo Profeta (sa). La tribu de Aus ya había matado a Ka’b bin Ashraf, un judío, debido a su enemistad con el Santo Profeta (sa) y su incitación contra él. Así, la tribu de Jazrall pidió permiso al Santo Profeta (sa) para matar a Salam bin Abu al-Huqaiq, que estaba en Jaibar en ese momento, y él les concedió el permiso.
Estas dos tribus, Aus y Jazrall, competían entre sí en el servicio al Santo Profeta (sa) como dos camellos de carreras. Cuando la tribu de Aus realizaba algo para el Santo Profeta (sa), los Jazrall decían: “Por este hecho, ellos ganarán más excelencia que nosotros a los ojos del Santo Profeta (sa) y en el servicio del islam”. Y así no descansaban hasta realizar una acción similar. Del mismo modo, cuando Jazrall hacía algo digno de mención, Aus intentaba igualarlo.
Cuando los Aus mataron a Ka’b bin Ashraf debido a su hostilidad hacia el Santo Profeta (sa), los Jazrall declararon: “¡Por Dios, la tribu de Aus nunca nos superará por esto!” Competían en actos que les acercaran a Dios Altísimo y a Su Mensajero (sa). Contemplaron quién podría ser igual a Ka’b bin Ashraf en enemistad hacia el Santo Profeta (sa), y recordaron a Ibn Abu al-Huqaiq, que estaba en Jaibar o la tierra de Hiyaz.
Ibn Sa’d informa que los Jazrall dijeron que Abu Rafi’ bin Abu al-Huqaiq había reunido a la tribu de Ghatafan y a los politeístas de los alrededores, estableciendo un importante estipendio para que lucharan contra el Santo Profeta (sa). Así que los Jazrall pidieron permiso al Santo Profeta (sa) para matarlo, y éste se lo concedió.
Así, cinco hombres de la tribu Jazrall de entre los Banu Salama se pusieron en camino: Abdul’lah bin Atiq, Mas’ud bin Sinan, Abdul’lah bin Unais – que era un confederado de los Ansar – Abu Qatadah Harz bin Rib’i, y Yuza’i bin Aswad. Según Muhammad bin Umar e Ibn Sa’d, fue Aswad bin Yuza’i quien era un confederado de los Ansar (residente de Medina) de la tribu de Aslam. Bara bin Azib le añadió a Abdul’lah bin Utbah, como se menciona en Sahih Bujari, con lo que ya eran seis. Ibn Uqbah y Suhaili añadieron a Asad bin Haram, con lo que el total ascendió a siete. El Santo Profeta (sa) nombró a Abdul’lah bin Atiq como su líder y les prohibió matar a mujeres y niños. Incluso aquí, el Santo Profeta (sa) declaró rotundamente no matar a mujeres y niños.
En Sahih Bujari, los detalles del asesinato de Abu Rafi’ se narran así: Hazrat Bara bin Azib informó que Abu Rafi’ solía causar gran daño al Santo Profeta (sa) y ayudaba a sus enemigos. Vivía en su fortaleza en la tierra de Hiyaz. Cuando se acercaron, el sol se había puesto y la gente había regresado con sus rebaños. Abdul’lah bin Atiq dijo a sus Compañeros: “Quedaos en vuestros puestos mientras yo me adelanto y trato de encontrar una forma de esquivar al guardián de la puerta para poder entrar”. Se acercó a la puerta, se envolvió en su capa como si respondiera a la llamada de la naturaleza, y esperó a que todos entraran. En una narración, Abdul’lah bin Atiq dijo que empezó a idear un plan para entrar en la fortaleza, buscando algún pretexto.
Mientras tanto, los habitantes de la fortaleza se dieron cuenta de que una de sus mulas se había perdido, así que cogieron una antorcha y salieron en su busca. Dice: “Tenía miedo de que me reconocieran”. Este Compañero dijo: “Me cubrí la cabeza para que pareciera que estaba respondiendo a la llamada de la naturaleza (esto es según una narración de Bujari). El portero le llamó y le dijo: ‘¡Siervo de Dios! Si quieres entrar, pasa, porque voy a cerrar la puerta.’ Entré y me escondí una vez dentro”.
En otra narración se dice: “Yo también entré y me escondí en el establo de los burros que había dentro de la fortaleza, junto a la puerta”. Cuando la gente entró, cerró la puerta y colgó las llaves en un clavo”. Me levanté y me dirigí hacia las llaves. Las cogí y abrí la puerta”. Otra narración afirma: “Cuando las voces callaron y ya no oí ningún movimiento, salí”. Dijo: “Vi al guardián de la puerta poner las llaves de la fortaleza en un pequeño estante (esta es también una narración de Bujari). La gente solía sentarse a conversar con Abu Rafi’ por la noche (convocaba reuniones) mientras él estaba en el nivel superior”. Dice: “Cuando las personas que estaban hablando con Abu Rafi’ se marcharon… (menciona que había estado observando y, según otra narración, las personas cenaron con Abu Rafi’ y continuaron conversando hasta que pasó una parte de la noche) …entonces, todos regresaron a sus aposentos” (esta es también una narración recogida por Bujari). Empecé a subir hacia él y cada puerta que abría la cerraba desde dentro. Me dije que aunque me oyeran, no podrían alcanzarme antes de que lo matara. Entonces llegué hasta él”. Según otra narración: “me dirigí hacia las puertas de su aposento y las cerré desde fuera. Luego subí unas escaleras y llegué a Abu Rafi’”. Esta es también una narración de Bujari. Dice: “Lo encontré tumbado en la oscuridad entre su familia y no podía determinar en qué parte de la habitación estaba”. Dije: “¡Oh, Abu Rafi’!” Él respondió: “¿Quién está allí?” Hice una estimación y me lancé hacia la voz. Lo golpeé con mi espada. Yo estaba asustado (estaba nervioso) y por eso mi golpe no hizo nada y él gritó (su golpe no impactó bien y Abu Rafi’ empezó a gritar). Salí de la habitación. Luego esperé un poco y volví hacia él como si hubiera llegado para ayudarle y le dije: “Abu Rafi’, ¿por qué estás gritando?” mientras cambiaba mi voz. Abu Rafi’ dijo: “¡Que tu madre se arruine! Hace un momento un hombre entró en la habitación y me atacó con su espada”.
Hazrat Abdul’lah bin Atiq dice: “Cuando oí su voz, lo golpeé, lo que hizo que se cubriera de sangre, pero no pude matarlo. Luego clavé la punta de mi espada en su abdomen hasta llegar a su espalda”. Otra narración menciona su segundo ataque del siguiente modo: “Entonces me abalancé de nuevo sobre él y volví a golpearle, pero fue inútil. Gritó, lo que hizo que su familia se despertara”. Dice: “Entonces volví, cambié la voz y me dirigí hacia la persona que gritaba (la segunda vez que vino cambió la voz). Lo encontré tumbado de espaldas. Puse mi espada sobre su estómago, la hendí hasta que pude oír cómo se rompían sus huesos (esta también es una narración de Bujari). Sabía que lo había matado. Luego abrí las puertas una a una hasta llegar al último escalón. Puse el pie y pensé que había llegado al suelo, pero me caí”. No era el último escalón, más bien quedaban dos o tres escalones, así que se cayó por las escaleras. “De esta forma, en esa noche de luna llena, me fracturé la pantorrilla”. Otra narración dice: “se me dislocó el tobillo”. [Continúa] “Lo até con mi turbante, luego eché a andar y me senté cerca de la puerta. Empecé a pensar que no me iría esa noche hasta estar seguro de que lo había matado. Cuando los gallos cacarearon por la mañana (es decir, cuando los gallos empezaron a cantar por la mañana para empezar el día, como suelen hacer) entonces el que anuncia una muerte, se puso en lo alto de la muralla de la fortaleza y empezó a decir: “Traigo noticias de la muerte de un mercader de entre la gente de Hiyaz”. Así que regresé hacia mis Compañeros. Les dije: “¡Libertad! Dios ha matado a Abu Rafi’”. Entonces llegué hasta el Santo Profeta (sa) y le informé. Me dijo “adelanta el pie”, adelanté el pie y me pasó la mano por encima. ¡Quien lo iba a decir! Fue como si nunca hubiera sentido dolor en primer lugar después de que él pasara su mano por encima”.
Otra narración dice que Abdul’lah bin Atiq (ra) afirmó: “Llegué cojeando hasta mis Compañeros. Les dije: “Id y dad la buena nueva al Santo Profeta (sa), porque no podré irme hasta que oiga la voz del que anuncia la muerte”. Cuando se acercaba la mañana, el anunciador subió y dijo: “Doy la noticia de la muerte de Abu Rafi’”.
Abdul’lah bin Atiq (ra) afirmaba: “Cuando me levanté para caminar, no sentí ningún dolor. Alcancé a mis Compañeros antes de que llegaran junto al Santo Profeta (sa)”. Así que esta es otra narración diciendo que su dolor ya había desaparecido.
El Imam Bujari narra este incidente a través de Hazrat Bara bin Aazib (ra). Afirma que Abdul’lah bin Atiq (ra) mató a Abu Rafi’ en persona. Sin embargo, Ibn Uqba, Ibn Ishaq, Muhammad bin Umar, e Ibn Sa’d, etc., han narrado que todos los Compañeros junto a Abdul’lah bin Atiq (ra) lo mataron (a Abu Rafi’) juntos.
Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) también ha analizado este incidente y ha afirmado:
“La malicia y la instigación de los jefes judíos desembocaron en el peligroso conflicto de la batalla de Ahzab contra los musulmanes en el año 5 d.H. Entre ellos, Huyaiy bin Ajtab ya había encontrado su fin junto con los Banu Quraizah. Sin embargo, Sal’lam bin Abi al-Huqaiq, cuyo apodo era Abu Rafi’, seguía dedicándose libremente a sus maldades como antes, en la región de Jaibar. Más bien, el humillante fracaso de Ahzab y el terrible final de los Banu Quraizah no habían hecho sino aumentar aún más su rencor. Dado que el asentamiento de las tribus de Ghaṭafan estaba situado cerca de Jaibar y los judíos de Jaibar eran como vecinos de las tribus de Nalld, por esta razón, Abu Rafi’, que era un comerciante muy acaudalado e influyente, se propuso incitar a las tribus bárbaras y belicosas de Nalld en contra los musulmanes. En su animosidad hacia el Santo Profeta (sa), era como Ka’b bin Ashraf. Así, durante la época que estamos mencionando ahora, había dado a los Ghatafani una ayuda financiera muy importante para lanzar un asalto contra el Santo Profeta (sa) (les dio una gran suma de dinero). Además, está probado por la historia que los judíos de Jaibar que estaban creando desorden con la supervisión de Abu Rafi’, estaban también detrás de la amenaza que surgió contra los musulmanes por parte de los Banu Sa’d en el mes de Sha’ban para cuya defensa se envió un ejército desde Medina bajo el liderazgo de Hazrat Ali (ra).
Sin embargo, Abu Rafi’ no se conformó con esto: su enemistad estaba sedienta de sangre musulmana y la persona del Santo Profeta (sa) era una espina en su ojo. Por lo tanto, en última instancia, el plan que empleó fue que, a semejanza de la batalla de Aḥzab, comenzó una vez más a visitar las tribus de Nalld, de Ghaṭafan y otras tribus, y comenzó a reunir un gran ejército para destruir a los musulmanes (después de la Batalla de Ahzab, comenzó a reunir otro ejército para atacar a los musulmanes). Cuando la situación llegó a este punto y las escenas de Ahzab comenzaron a aparecer nuevamente ante los ojos de los musulmanes, algunos Ansar de la tribu Jazrall se presentaron ante el Santo Profeta (sa) y dijeron: “Ahora, la solución de este tumulto no es otra que poner fin al cerebro de este malestar” (es decir, matar a Abu Rafi’). Considerando el hecho de que la eliminación de un solo alborotador y sedicioso era preferible al derramamiento de sangre masivo en toda la tierra, el Santo Profeta (sa) concedió permiso a estos Compañeros. Envió a cuatro Compañeros de Jazrall bajo el liderazgo de Abdul’lah bin Atik Ansari (ra) hacia Abu Rafi’. Sin embargo, cuando los envió, enfatizó: “Atención, no matéis a ninguna mujer, ni a ningún niño” (reiteró este punto, ¿cómo podría ser que la mujer antes mencionada fuese asesinada?). Por lo tanto, en el mes de Ramadán del año 6 d.H. este grupo partió y regresó después de completar su misión con mucha habilidad. De esta manera, estas nubes amenazantes se dispersaron del cielo de Medina. Los detalles de este relato, tal como se menciona en Bujari, que es el más auténtico en este sentido, han sido registrados como tales (como ya he mencionado anteriormente).
Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib ha escrito a su manera:
Bara bin Azib narra que el Santo Profeta (sa) envió un grupo de sus Compañeros para matar a Abu Rafi’, el judío, y nombró a Abdul’lah bin Atik como su líder. La historia de Abu Rafi’ es que estaba causando una gran angustia al Santo Profeta (sa) e incitaba y ayudaba a la gente contra él. Cuando Abdul’lah bin Atik y sus Compañeros llegaron cerca del castillo de Abu Rafi’, el sol se había puesto, Abdul’lah bin Atik dejó a sus Compañeros y se dirigió a la puerta del castillo. Se cubrió con su manto y se sentó como si respondía a la llamada de la naturaleza. Cuando el guardián de la puerta se acercó a la entrada del castillo, llamó a Abdul’lah bin Atik y le dijo: “¡Entra si quieres, porque estoy a punto de cerrar la puerta!”. Aún cubierto con su manto, Abdul’lah bin Atik entró rápidamente por la puerta y se escondió a un lado del castillo. El guardián cerró la puerta, colgó la llave en un poste cercano y se fue.
Después de esto, comienza la narración del mismo Abdul’lah bin Atik. Dice: “Ante todo, me levanté y abrí la cerradura de la puerta, de modo que una salida rápida y fácil fuera posible si fuese necesario. En ese momento, Abu Rafi’ estaba en una habitación y mucha gente estaba sentada a su alrededor en una asamblea nocturna hablando entre sí. Cuando estas personas se dispersaron y se sintió el silencio, subí las escaleras de la casa de Abu Rafi’. Tuve cuidado de que cada vez que llegaba a una puerta, entraba y la cerraba por detrás. Cuando llegué a la habitación de Abu Rafi’, había apagado el candil y se estaba preparando para dormir. La habitación estaba muy oscura. Pronuncié el nombre de Abu Rafi’, a lo que él respondió: “¿Quién está allí?”. Así que salí hacia donde se oía la voz y di un solo y poderoso golpe de espada. Sin embargo, estaba muy oscuro y, debido a mi nerviosismo, no lo alcancé. Abu Rafi’ gritó, a lo que salí de la habitación. Después de un tiempo, volví a entrar en la habitación y, cambiando mi voz, pregunté: “¡Oh Abu Rafi’! ¿Qué es este ruido?”. No pudo reconocer mi voz cambiada y dijo: “¡Que tu madre te maldiga. Alguien acaba de atacarme con una espada!”. Al oír esa voz, me lancé hacia él de nuevo y lo golpeé con la espada. Esta vez, mi ataque fue puntual pero todavía no estaba muerto, por lo que lo ataqué una tercera vez y lo maté. Después de esto, rápidamente abrí las puertas una por una hasta que salí de la casa. Aunque cuando estaba bajando las escaleras, todavía quedaban algunos peldaños y pensé que había llegado al suelo, debido a lo cual me caí y me rompí la pierna (en otra narración se menciona que la pierna se dislocó). Sin embargo, la até con mi turbante y me arrastré hacia afuera, pero me dije a mí mismo que hasta que no estuviera completamente seguro de que Abu Rafi’ estaba muerto, no me iría. Por lo tanto, me escondí en un lugar cerca del castillo. A la mañana siguiente, escuché la voz de alguien del interior del castillo que dijo: “Abu Rafi’, el comerciante de Hiyaz, ha muerto”. Acto seguido, me levanté y, lenta pero gradualmente, me encontré con mis Compañeros. Al llegar a Medina, informamos al Santo Profeta (sa) de la muerte de Abu Rafi’. Al escuchar todo el relato, el Santo Profeta (sa) dijo: “Adelanta tu pierna”. Adelanté mi pierna, y el Santo Profeta (sa) frotó su bendita mano sobre él mientras oraba, y entonces sentí como si yo nunca hubiera tenido ninguna dolencia”.
En otra narración se menciona que cuando Abdul’lah bin Atik (ra) atacó a Abu Rafi’, su esposa comenzó a gritar en voz alta, por lo que le preocupó que otros pudieran ser alertados por su ruido y clamor. Ante esto, levantó su espada para matar a la esposa, pero luego recordó que el Santo Profeta (sa) había prohibido el asesinato de mujeres y, por lo tanto, se abstuvo de hacerlo. Se trata nuevamente del mismo asunto, que como estaba prohibido matar mujeres, él se abstuvo de hacerlo, aun cuando se encontraba en una posición muy crítica.
Aquí, no es necesario entrar en una discusión sobre la justificación del asesinato de Abu Rafi’. Los maléficos planes sanguinarios de Abu Rafi’ son una página abierta de la historia. Básicamente se deben recordar los siguientes puntos:
En primer lugar, durante esa época, los musulmanes pasaban por un estado de máxima debilidad, rodeados de adversidades por doquier y el fuego de la enemistad ardía por todas partes. Era como si toda la tierra se estuviera uniendo para aniquilar a los musulmanes.
En segundo lugar, en estos tiempos críticos, Abu Rafi’ estaba alimentando el fuego que se había inflamado contra los musulmanes. Además, con su poder, influencia y riqueza, incitaba a las distintas tribus de Arabia contra el islam. Además, a semejanza de la batalla de Ahzab, se estaba preparando para unir a las tribus bárbaras de Arabia para lanzar de nuevo un asalto contra Medina.
Durante esa época, no había un gobierno en Arabia a través del cual se pudiera administrar la justicia. En cambio, cada tribu era libre e independiente. Por lo tanto, no había otra opción que emplear una estrategia de autoprotección.
En cuarto lugar, las tribus judías ya estaban en guerra contra el islam y en ese momento existía un estado de guerra entre los musulmanes y los judíos.
En quinto lugar, en ese momento, la situación era tal que si se hubieran movilizado fuerzas abiertamente contra los judíos, se habría producido una pérdida sustancial de vidas y riquezas. Era posible que el fuego de la guerra tomara la forma de una destrucción a gran escala en todo el país.
En estas circunstancias, lo que hicieron los Compañeros fue absolutamente correcto y prudente. Además, en un estado de guerra, cuando una nación está enfrentándose a la vida o a la muerte, las estrategias de este tipo son completamente legítimas. Además, como es de esperar, cada nación y cada comunidad ha empleado estas tácticas en todas las épocas. Sin embargo, es lamentable que en esta era de deterioro moral, las emociones de simpatía hacia los criminales han aumentado hasta un punto tan ilícito que incluso un tirano se convierte en un héroe.
Esto se ve incluso hoy en día: los opresores se convierten en héroes y el castigo que se les debe aplicar por sus crímenes se anula debido a la simpatía del público en general. Si se les castigas, acaban atrayendo la simpatía de la gente común (o la simpatía de individuos egoístas) y sus crímenes son olvidados. Sin embargo, en lo que respecta al islam, confesamos que está limpio de estos falsos sentimientos. Considera a los criminales como criminales y considera su castigo como una misericordia para el país y la sociedad. Enseña que una parte podrida del cuerpo debe ser amputada y no esperar que la parte podrida del cuerpo destruya la sana.
Ahora queda la manera en que se administró el castigo. En relación con esto, como se ha mencionado, considerando las circunstancias de Arabia en ese momento y teniendo en cuenta el estado de guerra que existía entre los musulmanes y los judíos, el método que se empleó fue el mejor y más apropiado para la paz de la sociedad.
Con respecto a la curación de la pierna de Abdul’lah bin Atik, no se aclara en la narración de Bujari si esta curación ocurrió inmediatamente de manera sobrenatural o si siguió lenta y gradualmente su curso natural de curación. En este último caso, esto se consideraría un suceso normal. El efecto de la oración del Santo Profeta (sa) se entendería en la medida en que por las bendiciones de su oración, esta lesión no adquirió un efecto permanente y no se produjo ningún resultado negativo. Más bien, la pierna de Abdul’lah finalmente recuperó su fuerza original y completa y los efectos de la lesión desaparecieron por completo. Sin embargo, si esta curación se produjo de manera inmediata y sobrenatural, entonces con toda seguridad este suceso sería un milagro especialmente decretado por Dios Altísimo, que se manifestó como resultado de la oración y las bendiciones de su Mensajero (sa).
Estos fueron los incidentes relacionados con este evento, hay algunos incidentes más, que serán relatados en el futuro, si Dios quiere.