La vida del Santo Profeta (sa)
Después de recitar el Tashahud, el Taawuz y la Sura al-Fatiha, Su Santidad el Jalifa V del Mesías (aba) dijo:
Estamos describiendo las expediciones de la época del Santo Profeta (sa). En este contexto, la primera expedición que voy a mencionar hoy es la “Expedición de Kurz bin Yabir”. Esta expedición tuvo lugar en Shawwal [el décimo mes del calendario islámico] en el sexto año después de la Hégira [la migración del Santo Profeta (sa) de La Meca a Medina] hacia el pueblo de Urainah. Algunos creen que ésta fue la expedición de Said bin Zaid. Sin embargo, la mayoría ha dicho que se trataba de la expedición de Kurz bin Yabir. Una tradición afirma que ésta fue [la expedición] de Yarir bin Abdul’lah. Sin embargo, esta tradición también ha sido refutada. Yarir bin Abdul’lah aceptó el islam cuatro años después de esta expedición.
La causa de esta expedición fue que algunos individuos acudieron al Santo Profeta (sa). En Bujari, bajo el Libro de la Yihad y el Libro de Diyat [dinero de sangre], Hazrat Anas habla de ocho individuos que pertenecían a las tribus de Ukl y Urainah. Según Ibn Jarir y Abu Awana, cuatro pertenecían a Urainah y tres a Ukl, mientras que el octavo no pertenecía a ninguna de las tribus. Se desconocen sus antecedentes familiares. Vinieron al Santo Profeta (sa) y conversaron sobre el islam. En otra narración se registra que aceptaron el islam estando enfermos. Abu Awana contó que estaban muy debilitados, con la tez amarilla y con sus estómagos hinchados. Dijeron: “¡Oh, Mensajero de Al’lah! Concédenos protección y denos alimento”. Como tal, fueron alojados en un recinto de Mezquita Nawabi [Mezquita del Profeta (sa)]. Cuando se recuperaron, el clima de Medina no les favorecía a su salud. Es decir, se recuperaron de sus dolencias y fatigas debidas a la sed y al hambre. Sin embargo, en general, el clima de Medina no les convenía. Según Ibn Ishaq, no encontraron el clima [de Medina] adecuado y enfermaron. Aunque por una parte se recuperaron, dado que su debilidad estaba relacionada con el hambre, enfermaron de otras dolencias. De todos modos, en una tradición se afirma que en esa época se extendió una enfermedad en Medina, conocida como Barsam. Barsam es una enfermedad que afecta al cerebro y causa hinchazón en la cabeza y el pecho. Dijeron: “Esta enfermedad ya ha llegado aquí y el clima de Medina no nos favorece. Somos ganaderos, no agricultores. Por favor, facilítennos leche”. Ante esto, el Santo Profeta (sa) dijo: “No tengo nada más. Sin embargo, podéis ir junto a los camellas que dan leche” y de esta forma, se les envió donde pastaban. En una narración, se registra que el Santo Profeta (sa) los envió a [los pastos de] Faifa-ul-Jubar. Faifa-ul-Jubar es una zona árida cerca de Medina.
En cualquier caso, de esta narración se desprende que no permanecieron mucho tiempo en Medina, sino que se marcharon bastante rápido y su salud mejoró después de beber la leche de las camellas. En otra narración, está registrado que el Santo Profeta (sa) les permitió ir a las camellas que habían sido seleccionadas para el sacrificio para que pudieran beber su leche. Fueron, pues, donde estaban las camellas y bebieron su leche.
Cuando se recuperaron, sus cuerpos volvieron a la normalidad y sus estómagos se redujeron de tamaño, tras convertirse al islam, adoptaron la incredulidad y huyeron con aquellas camellas. Por un lado, tenemos el trato amable del Santo Profeta (sa) y por el otro lado, tenemos este comportamiento tras la recuperación, que resultó ser engañoso. El esclavo liberado del Santo Profeta (sa), Yassar, y algunos de sus Compañeros los alcanzaron (a aquellos que huyeron con las camellas de leche tras retornar a la incredulidad). En cualquier caso, los musulmanes los desafiaron, los apresaron y los combatieron frente a frente. Los [incrédulos] también se defendieron. Esta gente, cortó las manos y los pies a Yassar y le clavaron espinas en la lengua y los ojos hasta que murió. Estas personas que vinieron y robaron las camellas, también pelearon contra los guardianes musulmanes y los mataron. Luego se volvieron hacia los pastores y primero mataron a Yassar y luego mataron también a los otros pastores. Un individuo se presentó al Santo Profeta (sa) y le dijo: “¡Han matado a mis Compañeros!” (uno de ellos sobrevivió. Vino donde el Santo Profeta (sa) y le dijo que habían robado las camellas).
Se narra de Muhammad bin Umar (ra) que una mujer de Banu Amr bin Awf, montada en su burro, llegó a cierto lugar y pasó junto al cuerpo de Yassar, que estaba recostado debajo de un árbol. Cuando ella pasó a su lado, él ya había fallecido. Regresó con su gente y les informó sobre el incidente. Acudió gente cercana a él, y llevaron a Yassar muerto hacia Qubaa.
Hay una narración en Sahih Muslim, que veinte jóvenes de los Ansar estaban presentes con el Santo Profeta (sa), y él los envió (al lugar del incidente). En una narración, se menciona que el Santo Profeta (sa) envió veinte jinetes para seguir sus huellas, lo que significa que después de que se hubieron marchado y le llegó la noticia, envió gente tras ellos para detenerles.
También se han registrado algunos de sus nombres, incluidos Salma bin Akwa (ra), Abu Ruham (ra), Abu Dharr Ghaffari (ra), Buraida bin Husaib (ra), Rafi bin Maqis (ra), su hermano Yundub (ra), Bilal bin Hariz (ra), Abdul’lah bin Amr bin Awf Mawzani (ra), Yuwal bin Suraqa Salbi (ra) y Suwaid bin Sajr Yuhni (ra). Todos estos individuos eran de entre los Muhayirin, y el Santo Profeta (sa) nombró a Kurzan bin Yabir Fihri (ra) como su líder.
El Santo Profeta (sa) los envió para perseguir al enemigo y también envió un rastreador con ellos para monitorizar sus huellas. El Santo Profeta (sa) oró contra estos enemigos, diciendo: “¡Oh Al’lah! Ciégales su camino y hazles aún esta senda más estrecha que la piel de un camello”, es decir, que no siguieran avanzando. Dios Altísimo hizo que su camino se volviera opaco para ellos, y fueron atrapados ese mismo día. Cuando amaneció, fueron llevados ante el Santo Profeta (sa) (estos 20 individuos los capturaron y los trajeron).
En una narración se menciona que Kurz bin Yabir (ra) y sus Compañeros los buscaron hasta el anochecer; por lo tanto, pasaron la noche en Harra. Luego llegó la mañana, pero no sabían dónde habían ido los enemigos. De repente, vieron a una mujer que llevaba parte de un camello en el hombro. La capturaron y le preguntaron: “¿Qué es esto?”. La mujer respondió: “Pasé junto a una gente que había sacrificado un camello, y me dieron esta espaldilla. Están en esa jungla”. También le dieron un trozo de carne de la parte superior de la pierna, es decir del muslo. Ella dijo: “Cuando los veais, percibiréis una humareda. El humo se eleva desde donde están sentados”.
Los Compañeros partieron y alcanzaron al grupo después de terminar de comer. Los Compañeros pidieron que se rindieran. Todos ellos fueron capturados, y no quedó ni uno solo [sin capturar]. Los Compañeros los ataron, los colocaron sobre sus caballos tras ellos y los llevaron a Medina. El Santo Profeta (sa) estaba en un lugar llamado Raghaba, adyacente a Yurf, que se encuentra a tres millas de Medina.
Llevaron a los capturados ante el Santo Profeta (sa). Hazrat Anas (ra) narra que él, junto con algunos jóvenes, los siguió hasta que llegaron al Santo Profeta (sa) en un lugar donde fluía agua en el valle de Raghaba. Entonces el Santo Profeta (sa) ordenó que se trajeran barras de hierro. Estas fueron calentadas. El Santo Profeta (sa) pasó estas varas calientes sobre sus ojos, al haber infligido la misma crueldad a los pastores musulmanes. Según una narración, cuando fueron llevados ante el Santo Profeta (sa), él ordenó que les cortaran una mano y el pie opuesto, y que les cauterizaran los ojos con las varillas calientes. Los dejaron bajo el sol abrasador hasta que perecieron.
Otra narración menciona que les pasaban varillas calientes sobre los ojos y los dejaron al sol. Pedían agua, pero no se les proveyó. Hazrat Anas (ra) afirma que “vi a uno de ellos lamiendose su lengua debido a la sed extrema para refrescarse del calo, hasta que todos murieron. Sus heridas no fueron cauterizadas para detener el sangrado ni recibieron tratamiento médico”.
Abu Qilaba narra que estos fueron los individuos que cometieron asesinatos, robos y apostataron después de aceptar el islam, y emprendieron la guerra contra Al’lah y Su Mensajero (sa). Ibn Sirin menciona que este incidente de Araniyin ocurrió antes de la revelación de los preceptos sobre los límites legales (así ocurrió todo este incidente. A primera vista parece como si los musulmanes hubieran cometido grandes crueldades). Sin embargo, más tarde se revelaron los preceptos islámicos que delimitaron los límites apropiados. Dios Altísimo reveló el siguiente versículo:
[Árabe]
“La recompensa para quienes hacen la guerra contra Dios y Su Mensajero y se esfuerzan por crear desorden en la tierra es solamente ésta: que sean asesinados o crucificados, o que sus manos y sus pies sean cortados por ambos lados, o que sean expulsados de la tierra. Esto es una desgracia para ellos en este mundo, y para ellos en el Más Allá habrá un gran castigo”.
Después de este versículo, el Santo Profeta (sa) no cauterizó los ojos de nadie, ni cortó la lengua de nadie, ni dio un castigo más duro que cortar los brazos y las piernas. Más adelante, prohibió la mutilación de los cuerpos a cualquier ejército que enviaba. Al final, el Santo Profeta (sa) alentó la caridad y prohibió la mutilación.
Muhammad bin Umar Waqidi e Ibn Sa’d narraron que habían robado quince camellas de los campos. Al materializar lo que hicieron a los musulmanes, el castigo que se les impuso fue equivalente a sus acciones. Después, de acuerdo con la ley islámica, este comportamiento no se volvió a repetir contra los enemigos.
Aunque ésto configura en sí ya una respuesta, como contestación más minuciosa a las alegaciones de algunos, de por qué tratamos a los enemigos de una manera tan cruel (quienes lanzan ataques contra el islam ponen de ejemplo este incidente). Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) ha dado una excelente respuesta a esto en libro ‘El Sello de los Profetas’.
Escribe:
Eran días muy peligrosos para los musulmanes, porque toda el país ardía en el fuego de la animosidad, inflamada por los Quraish y los judíos. Además, de acuerdo con su nueva política, habían decidido que, en lugar de atacar sistemáticamente a Medina, había que perjudicarla con métodos secretos. Además, como el engaño y la traición eran inherentes a las tribus incivilizadas de Arabia, se empeñaron en perjudicar a los musulmanes por todos los medios posibles. Así pues, el incidente que vamos a mencionar no es más que un eslabón de esta nefasta cadena de acontecimientos, que llegó a su fin de forma terrible.
Los detalles son que en el mes de Shawwal del año 6 d.H., unos pocos hombres (eran ocho en número) de las tribus de Ukl y Urainah, vinieron a Medina, y después de expresar su amor y afecto hacia el islam se convirtieron en musulmanes. Tras una estancia indeterminada, el clima de Medina afectó a sus estómagos y sufrieron un virus estomacal. Utilizando ésto como excusa, se presentaron ante el Santo Profeta (sa). Presentaron su enfermedad y dijeron: “¡Oh Mensajero de Dios! Somos beduinos y hemos vivido con animales. No estamos acostumbrados a la vida de la ciudad y por eso hemos enfermado”. El Santo Profeta (sa) respondió: “Si os sentís enfermos en Medina, salid todos de Medina y quedaos en los establos de nuestro ganado (cumplió con el deber de hospitalidad y los trató con amabilidad) y bebed la leche de las camellas, etc. Os pondréis bien (viviendo allí)”. En otra narración, consta que ellos mismos pidieron: “¡Oh Mensajero de Dios! Si nos lo permites, nos gustaría ir fuera de Medina, donde se encuentra su ganado”. Y el Santo Profeta (sa) se lo permitió. En cualquier caso, pidieron permiso al Santo Profeta (sa) y se fueron a vivir al pastizal, que estaba habitado por los camellos de los musulmanes.
Cuando estos desgraciados acamparon y comprobaron cual era la situación real, y recuperaron la salud tras vivir en un clima abierto y beber la leche de las camellas, un día atacaron repentinamente a los pastores de estos camellos y los mataron. Además, al hacerlo, fueron tan crueles que primero los mataron como animales y, cuando aún les quedaba algo de vida, les atravesaron la lengua con afiladas espinas del desierto para que, cuando emitieran algún sonido o se revolcaran con agonía debido a la sed, esas espinas aumentaran su sufrimiento. Luego, estos bárbaros no se conformaron con esto, sino que cogieron agujas de hierro candentes y se las restregaron por los ojos a los musulmanes medio muertos. De este modo, los inocentes musulmanes murieron revolcándose de dolor en un campo abierto. Entre ellos había un sirviente personal del Santo Profeta (sa) llamado Yassar, que fue designado para apacentar los camellos del Santo Profeta (sa).
Cuando estos salvajes mataron a los musulmanes de esta forma tan bárbara, cogieron todos los camellos y se los llevaron. Estos hechos fueron relatados al Santo Profeta (sa) por un pastor que escapó por casualidad para ponerse a salvo. El Santo Profeta (sa) preparó inmediatamente un grupo de veinte Compañeros y los envió en su persecución. Aunque estos enemigos ya habían recorrido cierto terreno, por la gracia de Dios, los musulmanes los persiguieron rápidamente y lograron capturarlos. Los musulmanes los ataron con cuerdas y los trajeron de vuelta. Hasta ese momento, no se había revelado ninguna orden al Santo Profeta (sa) sobre lo que debía hacerse con un individuo que cometiera tales acciones. Por lo tanto, según su antigua práctica de que hasta que se revelara un nuevo mandato en el islam (se seguía el camino de la gente del Libro según la ley mosaica), el Santo Profeta (sa) ordenó que, al igual que esta gente cruel había tratado a los pastores musulmanes, ellos también debían ser tratados en retribución y en igual represalia (esta era la enseñanza de Moisés y así se actuó hasta que se reveló un nuevo mandato. Esto se hizo para que sirviera de lección a los demás). De esta forma, casi de la misma manera, estas personas fueron bajadas a una fosa de la muerte en un campo abierto fuera de Medina. Sin embargo, Dios había decretado una ley diferente para el islam, por lo que a partir de entonces, incluso en un estado de retribución y represalia igualitaria, el castigo de la mutilación se prohibió. En otras palabras, estaba prohibido que un cuerpo (de un criminal) fuera desfigurado de alguna manera, o que partes del cuerpo fueran cortadas en pedazos a modo de retribución, etc.
Él (ra) escribe además sobre este incidente: ‘No necesitamos escribir extensamente sobre este relato, porque la crueldad fue instigada por los infieles hacia musulmanes inocentes de esta manera salvaje y bárbara sin ninguna causa justa, puramente por animosidad hacia el islam. Además, todo lo que se les hizo en castigo, fue simplemente en retribución y en represalia equitativa. Además, se hizo en un estado en el que todo el país ardía en un fuego de enemistad hacia el islam. Esta decisión también estaba de acuerdo con la Ley Mosaica, pero incluso entonces, el islam no mantuvo esta ley, y prohibió tal curso de acción en el futuro. En tales circunstancias, ninguna persona razonable puede plantear objeción alguna. En esta ocasión, también hay que recordar que estos hombres habían llegado a Medina con malas intenciones en primer lugar. Además, muy probablemente fueron entrenados por su tribu para vivir entre los musulmanes y hacerles daño. Además, es muy plausible que albergaran malas intenciones contra el propio Santo Profeta (sa), pero al no encontrar ninguna oportunidad en Medina, idearon un plan fuera de la ciudad. Su mala intención también puede medirse por el hecho de que la forma en que trataron a los pastores musulmanes, no fue simplemente la de ladrones y bandidos, sino que fue un acto de total venganza. Si al principio se habían convertido en musulmanes con corazón puro y más tarde, después de ver los camellos, sus intenciones cambiaron a peor, entonces en tal caso, lo que debería haber ocurrido es que hubieran cogido esos camellos y haber huido. Si por casualidad un pastor se hubiera convertido en un estorbo, como mucho deberían haberlo matado e irse. Sin embargo, la forma en que mataron a los pastores musulmanes y se expusieron a sí mismos en peligro al prolongar este acto de carnicería y de tortura a los musulmanes, demuestra evidentemente que esta acción no fue el resultado de una codicia casual. Muy al contrario, poseía claramente el carácter de animosidad y era el resultado de una malicia sincera y de un rencor prolongado. A cambio de esta acción despiadada, todo lo que hizo el Santo Profeta (sa) fue simplemente en retribución y en represalia equitativa, de acuerdo con la Ley Mosaica, que existía antes de la revelación de las enseñanzas islámicas. Sin embargo, poco después se revelaron los mandatos islámicos y se declaró ilegal tal castigo, incluso como el acto de retribución. Así, las palabras de Bujari son las siguientes:
“Después de este caso, el Santo Profeta (sa) hizo hincapié en la magnanimidad y la generosidad, y prohibió mutilar el cuerpo de los enemigos en cualquier circunstancia”.
Varios investigadores occidentales, entre ellos también el Sr. Muir, han objetado (como es su costumbre) que la forma en que se mató a estos saqueadores asesinos fue cruel y bárbara. Sin embargo, si se analizan todos los hechos de este caso, el manto del islam permanece absolutamente impoluto. En realidad, ésta no fue la decisión del islam, sino de Moisés (as), cuya Ley el Mesías cristiano no abrogó, sino que mantuvo. Tal vez, nuestros oponentes tengan en mente el dicho del Mesías cristiano:
“Si alguien te golpea en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. Y si alguien quiere quitarte la túnica, déjale también la capa. Y si alguien te obliga a ir una milla, ve con él dos millas”.
Si es así, nuestra oposición tiene derecho a plantear esta alegación, pero la cuestión es si alguien razonable considera esta enseñanza como una práctica establecida. Además, en los últimos 1950 años (hoy serían ya 2000 años), ¿ha actuado algún hombre, mujer, comunidad o gobierno cristiano de acuerdo con esta enseñanza? Sin duda, esta enseñanza es maravillosa para subir al púlpito y exhortarla en los sermones. Sin embargo, en la vida práctica, esta enseñanza no tiene ningún peso, ni un individuo racional puede estar dispuesto a actuar de acuerdo con ella. Por lo tanto, en tal caso, anteponer este tipo de modelos emocionales y hacer de los musulmanes el blanco de acusaciones, no es sino aportar la prueba de la propia ignorancia. Fijaros en la Ley de Moisés (as), que a diferencia de Jesús (as) era un legislador y que entendía la esencia de la ley. Otra posibilidad es examinar la conducta práctica de los cristianos y no sólo sus afirmaciones. La verdad evidente es que, pragmáticamente, ninguna religión puede compararse con el islam porque esta religión hace lo que afirma. No tiene doble cara y tanto sus afirmaciones como sus acciones son tan elevadas que ninguna persona razonable y sin prejuicios puede oponerse a ello. Muy al contrario, uno se siente inclinado a alabar el islam. Porque, a diferencia de la Ley de Moisés, no ordena la venganza en todas las circunstancias ni lanzar el hacha de la venganza de manera indiscriminada. Tampoco enseña que nunca deba administrarse castigo, ni que cuando un criminal comete un delito, deba ser apoyado y fortalecido en su propósito (no castigándolo) de acuerdo con la Ley cristiana. En cambio, el islam renuncia a estos dos extremos y presenta una enseñanza moderada que es la base de la verdadera paz en el mundo y es:
“El castigo de un mal debe ser semejante al mismo y de igual intensidad. Sin embargo, si las circunstancias son tales que existe una probabilidad de reforma mediante el perdón o la clemencia, entonces el perdón y la indulgencia es el mejor curso de acción. Tal individuo será merecedor de una generosa recompensa de Dios”.
Esta es la enseñanza que el islam ha presentado a este respecto y ninguna persona razonable puede negar que se trata de una enseñanza sin igual, que ha tenido en cuenta todos los aspectos de las necesidades humanas. Además, incluso en el caso del castigo, ha establecido la restricción de que no deben superarse los límites apropiados y ha condenado rotundamente los actos bárbaros de mutilación, etc. En comparación con esto, a pesar de la “enseñanza ejemplar” de Jesucristo (as), el comportamiento real que los cristianos han mostrado hacia sus enemigos y las atrocidades que han cometido y siguen cometiendo durante las guerras, configuran una página abierta en la historia, cuya repetición no es necesaria aquí (¡qué es lo que no hacen!)”.
Mencionaré ahora otra expedición, que se llama la “Expedición de Dhi Qarad”. Existen opiniones divergentes entre historiadores y eruditos del Hadiz en relación con la fecha en que tuvo lugar. Los eruditos del Hadiz opinan que tuvo lugar después del Tratado de Hudaibiyah y antes de la batalla de Jaibar, entre el mes de Dhu al-Qa’dah del año 6 d.H. y el mes de Muharram del año 7 d.H. Esto es lo que han establecido los eruditos del Hadiz. Mientras que los historiadores creen que ocurrió después de la “Expedición de Lihyan”, es decir, la expedición que tuvo lugar en el mes de Yumada al-Ula del año 6 d.H.
Según el Imam Bujari y el Imam Muslim, la “Expedición de Dhi Qarad” tuvo lugar tres días antes de la Batalla de Jaibar. Además, mencionan que tuvo lugar después del Tratado de Hudaibiyah y antes de la batalla de Jaibar. Al’lamah Ibn Hallr ha escrito que la narración de Iyas bin Salamah, que el Imam Ahmad y el Imam Muslim han relatado, apoya el hecho de que esta expedición tuvo lugar tres días antes de la Batalla de Jaibar. En la narración, Hazrat Salamah bin Akwa’ ha mencionado el Tratado de Hudaibiyah primero, luego el incidente de Dhi Qarad. Al final, mencionó que regresamos a Medina después, y permanecimos en Medina durante tres días, antes de partir hacia Jaibar.
Por el contrario, los historiadores Al’lamah Ibn Ishaq e Ibn Sa’d han afirmado que la “Expedición de Dhi Qarad” tuvo lugar en el año 6 d.H., antes del Tratado de Hudaibiyah.
Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) no ha analizado el hecho histórico en detalle; sin embargo, donde escribió los encabezamientos en la última parte de su libro, ha mencionado que la “Expedición de Dhi Qarad” tuvo lugar antes de la Batalla de Jaibar, en el mes de Muharram en el año 7 d.H.
La “Expedición de Dhi Qarad” también se conoce como la “Expedición de Ghabah” porque las camellas del Santo Profeta (sa) pastaban allí. Ghabah era un campo a cuatro millas de Medina en dirección a Siria, detrás de la montaña de Uhud. Se llama la “Expedición de Dhi Qarad” porque el Santo Profeta (sa) persiguió a Uyainah bin Hisn hasta Dhi Qarad, después de que hubiera atacado y robado las camellas del Santo Profeta (sa). Dhi Qarad es un manantial situado a unos 20 km de Medina.
Los detalles del incidente son los siguientes:
El Santo Profeta (sa) tenía 20 camellas lecheras y algunos otros camellos que pastaban en los campos de Baida, en dirección a Jaibar desde Medina, y desde Baida a la montaña opuesta. Un año de sequía azotó aquel lugar, por lo que fueron llevados hacia Ghabah. Un pastor iba todos los días después del Maghrib para ordeñarlas y llevar la leche al Santo Profeta (sa). Uyainah bin Hisn Fazari, junto con 40 jinetes de la tribu Ghatafan, les atacó y robó las camellas.
Según una narración, su líder era el hijo de Uyainah, Abdur Rahman, mientras que Uyainah estaba presente en un lugar más alejado para apoyarles. Durante el ataque, los enemigos mataron al hijo de Abu Dharr, que era el pastor de los camellos, y se llevaron cautiva a la esposa de Abu Dharr, Laila. Aunque la esposa del hijo de Abu Dharr también estaba allí, consiguió salvarse del enemigo.
¿Quién era Uyainah bin Hisn? En relación con él, consta que era el jefe de la tribu Banu Fazarah durante la “Batalla de Ahzab”. Durante la “Batalla de Ahzab”, cuando tres batallones de los infieles se unieron a los Banu Quraizah con la intención de lanzar un feroz ataque contra Medina, Uyainah era el comandante de uno de esos batallones. Tras la Conquista de La Meca, Uyainah bin Hisn aceptó el islam.
Según una narración, Uyainah aceptó el islam antes de la conquista de La Meca e incluso participó en ella. También participó en las batallas de Hunain y Taif. El Santo Profeta (sa) lo envió junto con 50 jinetes para castigar a la tribu Banu Tamim. No había Compañeros emigrantes (Muhayirin) ni Ansar con él. La razón de esta expedición fue que los Banu Tamim impidieron al recolector de limosnas del Santo Profeta (sa) que regresara con ellas. Luego, en la era de Hazrat Abu Bakr Siddiq (ra), Uyainah también cayó presa de la sedición de la apostasía, y se unió a Tulaihah cuando éste reclamó el profetazgo. Al principio se hizo musulmán, pero luego se convirtió en apóstata y juró lealtad a Tulaihah. Más tarde fue llevado cautivo ante Hazrat Abu Bakr Siddiq (ra), y éste fue misericordioso con él y le liberó. Por ello, volvió a aceptar el islam. Su nivel de fe oscilaba aquí y allá.
Se menciona en una narración que el Santo Profeta (sa) prohibió a Hazrat Abu Dharr Ghaffari (ra) ir a Ghabah, pero a pesar de la advertencia del Santo Profeta (sa), Hazrat Abu Dharr Ghaffari (ra) fue a Ghabah de todos modos. Según los detalles registrados, antes del ataque de Uyainah, Hazrat Abu Dharr (ra) pidió permiso al Santo Profeta (sa) para ir a los pastos de sus camellas. El Santo Profeta (sa) respondió: “Temo por vosotros, no sea que el enemigo os ataque desde esa dirección, pues no estamos seguros de Uyainah y sus aliados, y este lugar también está en esa dirección”. Hazrat Abu Dharr (ra) insistió, pero el Santo Profeta (sa) dijo: “Temo que maten a tu hijo y se lleven a tu mujer como cautiva, y que tú vuelvas con el apoyo de un bastón”. Hazrat Abu Dharr (ra) afirma: “¡Qué curioso es mi caso, que el Santo Profeta (sa) afirmaba que temía por mí y yo insistía! Y por Dios, sucedió exactamente lo que el Santo Profeta (sa) había afirmado. Yo estaba en casa cuando las camellas del Santo Profeta (sa) ya habían sido llevadas de vuelta al rancho. Se les había proporcionado de pastar (es decir, se les había dado agua y comida, etc.) y se les había ordeñado. Luego nos fuimos a dormir, y durante la noche, Uyainah nos atacó con 40 jinetes. Al detenerse, nos llamaron. Mi hijo salió fuera y lo mataron”.
En relación con esto, se menciona que Salamah bin Akwa salió en persecución del enemigo. Se menciona en Sahih al-Bujari que Salamah bin Akwa narra:
“Una vez, partí antes del primer Azan (llamada a la oración) del Fallr. Las camellas del Mensajero de Dios (sa) solían pastar en un lugar llamado Dhi Qarad. Un sirviente del Santo Profeta (sa) llamado Ribah también estaba con Hazrat Salamah. Un sirviente de Abdur-Rahman bin Auf (ra) se encontró conmigo y me dijo: “Las camellas del Mensajero de Dios (sa) han sido secuestradas a la fuerza”. Pregunté: “¿Quién se las ha llevado?” Él respondió: “La gente de Ghatafan”. Hazrat Salamah dijo entonces: di tres fuertes gritos [a la gente de Medina], diciendo: “¡Oh Sabahah! (son palabras expresadas en un momento de peligro). Hice que la gente de Medina me escuchara (gritó con fuerza para que su voz llegara hasta allí. Su voz era muy fuerte. Entonces envió a Ribah a informar al Santo Profeta [sa]). Entonces, me apresuré a seguir adelante y alcancé a los ladrones mientras daban de beber a los animales. Empecé a lanzarles flechas, pues era un buen arquero, y les decía: “Soy el hijo de al-Akwa, y hoy morirán los malvados” (salió solo a enfrentarse a ellos). Seguí diciéndolo. Cuando estaba en los árboles, les disparaba flechas, y cuando llegaban a valles angostos, me subía a la montaña y les tiraba piedras, hasta que conseguí quitarles todas las camellas”.
En Sahih Muslim, se registran las siguientes palabras: “Los perseguí de esta manera hasta que no quedó ningún camello del Santo Profeta (sa) que yo dejara atrás. También les quité 30 sábanas que dejaron caer para aligerar su carga mientras huían.
Colocaba una piedra sobre aquello que descartaban para que el Santo Profeta (sa) y sus Compañeros lo pudieran identificar [el rastro]. Seguí persiguiéndolos y les disparaba flechas. Él se enfrentó a ellos sin ayuda. Según los relatos históricos y bajo el principio de otros Hadices, se afirma que no todas las camellas fueron recuperadas, sino que algunas fueron capturadas por el enemigo.
Por otra parte, cuando la noticia de este incidente llegó al Santo Profeta (sa), se hizo un anuncio en Medina declarando “un estado de peligro. Se hizo un llamamiento:
[árabe]
“Ya jaylul’lah al-Kabir”
Lo que significa: “¡Oh, jinetes de Al’lah, cabalgad!”. Inmediatamente, los jinetes comenzaron a reunirse alrededor del Santo Profeta (sa). Hazrat Miqdad fue el primero en llegar, seguido por Hazrat Abad bin Bishr, Saad bin Zaid, Usaid bin Hudair, Ukashah, Muhriz bin Nazla, Abu Qatadah y Abu Ayyash.
El Santo Profeta (sa) nombró a Hazrat Saad bin Zaid comandante y le instruyó: “¡Sal en persecución del enemigo, hasta que me una a ti con los demás!”. El Santo Profeta (sa) le dijo que procediera y que se uniría a él después. El Santo Profeta (sa) procedió entonces con un contingente de 500 Compañeros, aunque algunas narraciones mencionan que eran 700. Designó a Hazrat Ibn Umm Maktum su delegado en Medina y dejó a Hazrat Sad bin Ubadah con 300 Compañeros para proteger la ciudad. El Santo Profeta (sa) ató una bandera a la lanza de Hazrat Miqdad bin Aswad.
Se menciona el siguiente incidente en esta expedición: Ibn Ishaq narra que el Santo Profeta (sa) dijo: “¡Oh Abu Ayyash! ¿Por qué no le das tu caballo a alguien que sea mejor jinete que tú para que pueda perseguir al enemigo?”. Hazrat Abu Ayyash respondió: “¡Oh Mensajero de Al’lah (sa)! Yo soy el mejor jinete”. Continúa: “Después de decir esto, espoleé a mi caballo hacia adelante, pero me tiró al suelo después de solo cincuenta yardas. Me sorprendió que el Santo Profeta (sa) dijera que debía darle el caballo a un jinete más experimentado, aunque yo había dicho que era yo el jinete más experimentado”. Luego, el Santo Profeta (sa) le dio el caballo Abu Ayyash a Hazrat Muadh bin Mais.
Hazrat Salamah, que perseguía al enemigo, narra que, cuando salió el sol, el líder del enemigo, Uyainah, llegó para ayudar a sus hombres. Esto demuestra que Uyainah estaba presente allí mismo y se encontraba en un estrecho paso de montaña. Dice: “Subí una colina y Uyainah preguntó a sus Compañeros: ‘¿Quién es ese? Ellos respondieron: ‘Este es el que nos ha estado persiguiendo desde la mañana, disparándonos flechas y recuperando los animales robados. Se ha llevado todas nuestras pertenencias’”.
Uyainah comentó: “Si él no estuviera seguro de que detrás otros lo van a apoyar, os habría dejado en paz”. Él era inteligente y les dijo que otro ejército estaba en camino. Les dijo a sus compañeros: “Algunos de vosotros ir hacia él”. Cuatro de ellos vinieron hacia mí y subieron la colina. Les pregunté si me conocían, a lo que me preguntaron: “¿Quién eres tú?” Respondí: “Soy Ibn Akwa”. Por Aquel que honró al Santo Profeta (sa), ninguno de vosotros me puede capturar, y si persigo a alguien, no podrá escapar de mí”. Uno de ellos dijo: “De hecho siento lo mismo”, y se retiraron por miedo. Esta es una narración de Sahih al-Bujari.
Hazrat Salamah también narra lo siguiente: “Permanecí allí hasta que vi a los jinetes enviados por el Santo Profeta (sa) antes de su propia partida, emergiendo de entre los árboles. Al frente de ellos estaba Muhriz bin Nazla, seguido por Ajram Asadi, luego Abu Qatadah Ansari y finalmente Miqdad bin Aswad.
Tomé las riendas del caballo de Ajram y le dije: “¡Oh Ajram, ten cuidado con ellos, no sea que te maten (no debía avanzar, sino esperar) hasta que lleguen el Santo Profeta (sa) y sus Compañeros!”. Él respondió: “¡Oh Salamah! Si crees en Al’lah y en el Último Día, y sabes que tanto el Paraíso como el Infierno son verdad, entonces no te interpongas entre mí y el martirio”. Habló con gran valentía. Después de esto lo dejó ir.
Ajram y Abdur Rahman bin Uyainah se encontraron cara a cara. Él hirió tanto a Abdur Rahman como a su caballo, pero finalmente Abdur Rahman lo golpeó con una lanza y lo convirtió en un mártir. Abdur Rahman tomó entonces el caballo de Ajram y huyó. Otra narración afirma que Hazrat Ajram fue martirizado por Aubar, quien iba acompañado por su hijo en la misma montura. Hazrat Ukashah mató a ambos con un solo ataque de su lanza.
Otro relato atribuye el martirio de Hazrat Ajram a Masadah. También se menciona un sueño sobre el incidente de este martirio. Un día antes de luchar contra el enemigo, Ajram había tenido un sueño en el que los cielos se abrían para él, ascendía a través de los cielos hasta que llegaba al séptimo cielo y alcanzaba el estado más alto de conexión con Dios (Sidratal Muntaha). Se le dijo: “Este es tu destino”. Cuando compartió este sueño con Hazrat Abu Bakr (ra), dijo: “¡Que tu martirio sea bendecido!”. Fue martirizado un día después.
Hazrat Abu Qatadah también llegó tras Hazrat Muhriz. Y este jinete del Santo Profeta (sa), Hazrat Abu Qatadah, se enfrentó en combate con Abdur Rahman bin Uyainah. Comenzaron a lanzarse flechas, y durante la pelea, el hijo de Uyainah cortó las patas del caballo de Abu Qatadah. A pesar de esto, Hazrat Abu Qatadah lo mató y montó luego en el caballo de su enemigo.
También se menciona el enfrentamiento de Hazrat Abu Qatadah con Masadah Fazari. Según una narración, cuando Hazrat Abu Qatadah se enteró del ataque del enemigo, el Santo Profeta (sa) partió de Medina junto con sus Compañeros hacia Zubab, una pequeña montaña negra a lo largo de la ruta del Monte Uhud, cuando venía de Zaniyatul Wada. Abu Qatadah fue hacia él y el Santo Profeta (sa) le dijo: “¡Oh Abu Qatadah, ve y Al’lah te ayudará!”. Hazrat Abu Qatadah dice que partió acompañado de otra persona y que rápidamente alcanzaron al enemigo. El Compañero de Abu Qatadah dijo: “¿Qué piensas, Abu Qatadah? No tenemos fuerza suficiente para luchar contra ellos”. Su Compañero dijo que no tenían fuerza para luchar contra ellos”. Él dijo: “¿Estás diciendo que debo esperar hasta que llegue el Santo Profeta (sa)?”. En otras palabras, que debía esperar el refuerzo de todo el ejército en lugar de lanzar solos un ataque. Abu Qatadah sigue relatando: “Dije que deseaba que él atacara por un lado y yo por el otro”. Entonces los dos lanzaron un ataque y crearon dificultades para el enemigo. El enemigo les disparó flechas y una de ellas lo hirió en la frente. Hazrat Abu Qatadah dice: “Saqué la flecha y sentí como si hubiera sacado un trozo de hierro. Avancé y un jinete veloz con armadura se me acercó. Él me reconoció, pero yo no lo reconocí. Él dijo: “¡Oh Abu Qatadah! Al’lah ha hecho que tú y yo nos encontremos”. Se quitó la armadura del rostro y resultó ser Masadah Fazari. Él dijo: “¿Qué prefieres? ¿Una pelea con espadas? ¿Un duelo? ¿Cómo te gustaría luchar? ¿Quieres usar espadas, lanzas, o prefieres luchar?”. Le dije que era su decisión y que podía elegir lo que quisiera. Dijo: “Entonces, lucharemos” (estas eran las únicas formas de guerra en ese momento). Se bajó de su animal al igual que yo. Até mi caballo a un árbol, dejé mis armas allí y él hizo lo mismo. Luego comenzamos a luchar y Al’lah me concedió la victoria sobre él. Estaba sobre él y tenía la intención de levantarme para tomar mi espada y él la suya. Estábamos entre los dos ejércitos y, por lo tanto, cualquiera de nosotros podía haber sido atacado. Algo golpeó mi cabeza y alcanzamos las armas de Masadah mientras luchábamos. Extendí mi mano y agarré su espada. Cuando me vio sosteniendo su espada en mi mano, dijo: “¡Oh Abu Qatadah, perdóname!”. Le dije que no, que ahora su lugar de descanso sería el infierno y luego lo maté. Lo envolví en mi sábana, me puse su ropa y tomé sus armas. Monté su caballo, porque cuando estábamos luchando, mi caballo había corrido hacia el enemigo y lo habían desjarretado. Seguí adelante rápidamente y agarré al sobrino de Masadah, quien estaba con otros 17 jinetes. Les hice una señal y esperaron. Me acerqué a ellos y los ataqué. Entonces herí al sobrino de Masadah con una lanza y le rompí el cuello. Sus compañeros huyeron y tomé posesión de las camellas que el enemigo había dejado en el momento del ataque de Hazrat Salama bin Akwa’.
Quedan detalles sobre esta batalla que, si Dios quiere, se mencionarán en el futuro.