La vida del Santo Profeta (sa)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
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La vida del Santo Profeta (sa)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

Resumen del sermón del viernes 31 de enero del 2025: ‘Incidentes de los Compañeros durante diferentes expediciones’

Después de recitar Tashahhud, Ta’awwuz y Surah al-Fatihah, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) dijo que continuaría narrando relatos de las expediciones de la vida del Santo Profeta (sa).

Incidente de Hazrat Abu Qatadah (ra) Durante la Expedición de Dhi Qarad

En el sermón anterior, se mencionaba la expedición de Dhi Qarad. El Santo Profeta (sa), antes de partir para esta expedición, envió por delante a algunos Compañeros hacia el ejército. Se narra que cuando llegaron, el ejército enemigo huyó al verlos. Cuando los musulmanes llegaron al campamento enemigo, vieron que el caballo de Abu Qatadah estaba manco. El Santo Profeta (sa) se paró junto a él y le dijo: ‘Que estés bien. Tienes muchos enemigos en la guerra’.

El Santo Profeta (sa) avanzó desde allí y se pensó que Abu Qatadah (ra) había sido martirizado. Sin embargo, no fue así. Otro hombre había sido envuelto en la capa de Abu Qatadah (ra). Poco después, Abu Qatadah (ra) volvió a unirse a los musulmanes mientras conducía sus camellos. A su regreso, el Santo Profeta (sa) ofreció muchas oraciones por él.

Abu Qatadah (ra) mencionó que fue alcanzado por una flecha y pensó que se la había quitado. El Santo Profeta (sa) lo llamó, le quitó la flecha con ternura y puso su bendita saliva sobre la herida. Como resultado, Abu Qatadah (ra) dijo que era como si no hubiera sido herido en absoluto.

Incidentes de Hazrat Salamah (ra) durante esta expedición

Durante esta expedición, también se menciona cómo Hazrat Salamah (ra) luchó contra los enemigos en Dhi Qarad. Hazrat Salamah (ra) estaba persiguiendo al enemigo y no pudo ver a ninguno de sus compañeros. Al llegar a Dhi Qarad, los enemigos le vieron intentando beber agua, así que se retiró. Disparó flechas e hirió a una persona a la que había disparado antes. También apresó a dos individuos y los llevó ante el Santo Profeta (sa), que acababa de llegar.

El Santo Profeta (sa) llegó a Dhi Qarad a la hora de la oración de Isha e instaló el campamento musulmán junto al manantial donde habían sido capturados los dos individuos. Se incautaron de las pertenencias del enemigo, que incluían dos camellos. Durante este tiempo, Hazrat Salamah (ra) propuso ser enviada con 100 hombres para perseguir al enemigo. El Santo Profeta (sa) sonrió y dijo: ‘Salamah, ¿crees que puedes hacerlo?’ Hazrat Salamah (ra) respondió afirmativamente. El Santo Profeta (sa) respondió: ‘Si has conseguido asegurarlos, muéstrales misericordia y ternura’. En otras palabras, si han huido, déjales en paz. No hay necesidad de mostrar más dureza.

Hazrat Salamah (ra) narra otro incidente que tuvo lugar durante esta expedición. El Santo Profeta (sa) dijo que durante esta expedición, el mejor entre los jinetes era Abu Qatadah (ra), y el mejor entre la infantería era Salamah bin Aqbah (ra). Hazrat Salamah (ra) tuvo el honor de estar entre los jinetes y la infantería.

Cuando regresaban a Medina, al acercarse, un Compañero Ansari anunció que le gustaría correr de vuelta a Medina a pie. Hazrat Salamah (ra) preguntó al Santo Profeta (sa) si podía correr con él. El Santo Profeta (sa) le concedió permiso, y entonces empezaron a correr. Hazrat Salamah (ra) se contuvo durante algún tiempo, hasta que aceleró y adelantó al hombre Ansari, ganando finalmente la carrera.

El Santo Profeta (sa) permaneció fuera de Medina durante cinco días para esta expedición.

La Esposa de Hazrat Abu Dharr Ghaffari (ra)

Su Santidad (aba) también había mencionado anteriormente que la esposa de Hazrat Abu Dharr Ghaffari (ra) había sido capturada. Se menciona que fue atada y logró escapar por su cuenta. Montó en el camello del Santo Profeta (sa), Asbah, que también había sido capturado y huyó del campamento enemigo. Los enemigos intentaron perseguirla, pero no pudieron atraparla. Ella había jurado a Dios que, si el camello servía para salvarla, lo sacrificaría por Él. Sin embargo, cuando llegó a Medina, el Santo Profeta (sa) le advirtió que ese juramento no otorgaba al camello una recompensa adecuada por salvarla. Además, el camello no le pertenecía. Por lo tanto, le pidió que regresara a su casa sin preocuparse por el cumplimiento del juramento.

La expedición de Hazrat Aban bin Sa’id (ra)

Esta expedición tuvo lugar en Muharram del 7 DH, mientras que otras narraciones afirman que tuvo lugar en Yamadi al-Thani. Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) también considera que esta expedición tuvo lugar en Muharram, ya que coincide con otros acontecimientos históricos. El padre de Hazrat Aban (ra) se encontraba entre la gente prominente de Quraish. Sus hermanos habían aceptado el Islam antes que él y también emigraron a Abisinia. Hazrat Aban (ra) estaba entre los enemigos durante la Batalla de Badr, y había concedido protección a Hazrat Uthman (ra) durante el incidente del tratado de Hudaibiyah. Durante la Batalla de Khaibar, Hazrat Aban (ra) aceptó el Islam, o según otra narración, aceptó el Islam en algún momento entre el Tratado de Hudaibiyah y la Batalla de Khaibar.

Antes de dirigirse hacia Jaibar, el Santo Profeta (sa) envió tropas con Hazrat Aban (ra) hacia Nayd. Nayd es una región arenosa pero de exuberante vegetación, con muchos valles y montañas. Es una tierra elevada por lo que se llama Nayd. Estas tropas al mando de Hazrat Aban (ra) tenían la misión de mantener Medina a salvo mientras el Santo Profeta (sa) no estuviera presente. Algunas tribus querían atacar Medina cuando el Profeta estaba de viaje. El Santo Profeta (sa) solía enviar a algunos de sus Compañeros hacia esas tribus cuando emprendía un viaje.

Hazrat Aban (ra) se unió al Santo Profeta (sa) en Jaibar cuando los musulmanes ya habían alcanzado la victoria.

La batalla de Jaibar

La batalla de Jaibar es un evento significativo en la historia islámica. Jaibar es una exuberante zona verde con muchos arroyos y manantiales de agua. También se encuentra en la zona de los mayores cultivos de dátiles de la Península Arábiga. Jaibar estaba aproximadamente a 96 millas al norte de Medina. Muchos judíos vivían allí desde hacía mucho tiempo. Algunos dicen que vivían allí desde la época del Profeta Moisés (as), y esta región tenía una gran importancia para el pueblo judío.

Los judíos de Jaibar, en particular, eran más valientes y unidos que otros. El Santo Profeta (sa) era consciente de las conspiraciones que muchos de los judíos de allí estaban urdiendo contra el Islam. Buscaban cualquier oportunidad para perjudicar de alguna manera al Islam. El Santo Profeta (sa) mostró una inmensa bondad y ternura hacia los judíos de Medina, sin embargo ellos rompían sus pactos una y otra vez. Si alguna vez fueron castigados por ello, fue de acuerdo con los pactos que hicieron y bajo los edictos de la justicia. El Santo Profeta (sa) deseaba la paz, la estabilidad y la justicia, y nunca deseó beneficiarse del pueblo judío de ninguna manera.

Después de que muchos de los judíos fueran exiliados de Medina por su traición e intentos de matar al Profeta (sa), se establecieron en Jaibar. Allí incitaron a otros contra el Islam. Reunieron a un gran número de personas en contra del Islam y lanzaron un ataque contra Medina junto a los politeístas, conocido como la Batalla del Zanja. Se trataba de una situación verdaderamente precaria para los musulmanes, y quienes estaban detrás de ella eran sin duda los judíos de Jaibar, entre otros.

Un famoso orientalista, Montgomery Watt, que nunca ha escatimado en difamar al Islam y a su Santo Fundador (sa), escribe:

‘El ataque de Jaibar fue por una razón clara: habían volcado sus riquezas en incitar a sus vecinos árabes contra el Islam’.

Fue por esta razón que el Santo Profeta (sa) decidió luchar y proteger el Islam.

Hazrat Musleh Maud (ra) afirma que sólo cinco meses después de que el Santo Profeta (sa) regresara de Hudaibiyah, decidió que los judíos que conspiraban e incitaban a otros contra el Islam debían ser expulsados de Jaibar. Así, marchó hacia Khaibar con 1600 Compañeros.

Algunos historiadores, entre ellos Hazrat Musleh Maud (sa), consideran que esta batalla tuvo lugar cinco meses después de Hudaibiyah. Sin embargo, otros historiadores también afirman que tuvo lugar pocos días después de Hudaibiyah en el mes de Muharram. Hazrat Mirza Bashir Ahmad está de acuerdo con esto. Al’lah sabe más.

Fundamentalmente, el Tratado de Hudaibiyah fue una gran victoria, mencionada por el Sagrado Corán en las siguientes palabras:

En verdad, te hemos concedido una clara victoria. (48:2)

Fue esta gran victoria la que abrió las puertas a victorias aún mayores, como la de Jaibar y la Conquista de La Meca.

En el mismo capítulo del Sagrado Corán, Al’lah el Todopoderoso menciona la victoria de Jaibar con las siguientes palabras:

En verdad, Al-lah se congratuló con los creyentes cuando te juraron fidelidad bajo el Árbol; Él sabía lo que había en sus corazones, y Él les infundió tranquilidad, recompensándolos con una victoria inmediata; Y grandes trofeos que obtendrán, pues Al-lah es Poderoso, Sabio. Al-lah os ha prometido grandes trofeos que alcanzaréis; os ha dado esto de antemano…» (Sagrado Corán, 48:19-21)

Preparativos para Jaibar

Al anunciar los preparativos para Jaibar, en algunas narraciones, el Santo Profeta (sa) anunció que sólo aquellos que participaron en Hudaibiyah deberían venir. En otra narración, el Santo Profeta (sa) dijo que aquellos que desearan venir sólo por el botín de guerra no debían venir. Sólo aquellos que deseen participar en la Yihad deben prepararse.

Se dice que fue durante Khaibar cuando se preparó un gran estandarte o bandera para el ejército musulmán. Antes utilizaban banderas más pequeñas. Según algunas narraciones, seis Compañeras, y en otras narraciones, hasta 20 Compañeras participaron en esta batalla. Se presentaron con gran valentía y ofrecieron su servicio.

Los judíos que vivían entonces en Medina no se alegraron de haberlo descubierto. Algunos musulmanes les habían pedido préstamos. Para obstaculizar e impedir la partida de los musulmanes, los judíos empezaron a pedir a los musulmanes que devolvieran los préstamos que debían. Un Compañero debía de cuatro a cinco dirhams a un judío. Cuando se lo pidió, le pidió más tiempo. El judío también dijo que luchar en Jaibar no era un asunto menor. No obstante, el asunto fue presentado al Santo Profeta (sa), quien muy justamente ordenó al musulmán que le diera al judío sus derechos.

Aparte de obstaculizar a los musulmanes, los judíos de Medina también informaron a los judíos de Jaibar de los preparativos de los musulmanes. Además de esto, los hipócritas de Medina también escribieron una carta a Jaibar, advirtiéndoles que se fortificaran y ocultaran sus riquezas. Los judíos de Jaibar organizaron una reunión sobre el asunto. Algunos opinaban que los judíos debían luchar desde el interior de sus fortalezas. Otros decían que debían salir al campo de batalla, porque los judíos no habían tenido éxito antes en los asedios. Una tercera sugerencia era atacar Medina y destruir a todos los musulmanes. La mayoría de la gente estaba de acuerdo con esta sugerencia, sin embargo, el líder de Jaibar, Kinanah bin Abi Huqaiq, dudaba que los musulmanes fueran a Jaibar. De hecho, dijo que Muhammad (sa) no se atrevería a venir a Jaibar.

No obstante, se envió un convoy a las tribus cercanas para pedir ayuda a Jaibar. Algunas tribus se negaron, mientras que otras enviaron ejércitos para ayudar a Jaibar.

Su Santidad (aba) dijo que seguiría hablando de estos relatos en el futuro.

Oraciones fúnebres

Su Santidad (aba) dijo que mencionaría a algunos miembros fallecidos de la Comunidad cuyas oraciones fúnebres dirigiría en ausencia.

Muhammad Ashraf

Muhammad Ashraf, hijo del respetado Muhammad Bakhsh de Mandi Bahauddin. Le sobreviven tres hijas y seis hijos. Uno de sus hijos, Kashif Javed, es el misionero encargado en Senegal y también el Amir Yamat, por lo que no pudo asistir al funeral de su padre.

Su hijo escribe que era una persona de corazón extremadamente puro, recto y temeroso de Dios. Amaba profundamente el Jilafat. Era el único ahmadí de su familia y solía decir que a ello se debía todo lo que había conseguido. Siempre aconsejaba a sus hijos que se unieran al Ahmadíat y Jilafat. Aprendió el Sagrado Corán a una edad muy avanzada; lo recitaba con mucha pasión. Uno de sus hijos, que era el secretario de finanzas de su zona, dice que su padre era extremadamente regular en ofrecer sus contribuciones financieras, y que a menudo intentaba ofrecer la totalidad de sus contribuciones al comienzo del año. Su Santidad (aba) rezaba para que Al’lah el Todopoderoso le concediera misericordia.

Habib Muhammad Shakry

El siguiente funeral fue de Habib Muhammad Shakry, Naib Amir de Kenia. Falleció a la edad de 56 años. El fallecido era musi. Le sobreviven su esposa y tres hijos. El Amir de la Yamat de Kenia escribe que sus antepasados eran de Yemen y que su padre juró lealtad en 1982. Se educó en Mombasa y era un estudiante inteligente. Siempre consideró que sus audiencias con los julafa eran lo más destacado de su vida. En el momento de su fallecimiento, era Secretario Nacional de Ta’lim y Naib Amir. Respetaba enormemente a todos los devotos de la vida, era extremadamente regular en sus oraciones y contribuciones financieras, cuidaba de los pobres y necesitados, era obediente con sus padres a la vez que cumplía con sus derechos, era sabio, piadoso y era una persona muy sincera. Ocupó altos cargos en grandes empresas y mantuvo fuertes conexiones con políticos, expertos y figuras religiosas. Nunca ocultó su creencia en Ahmadíat. Muchas personalidades acudieron a su funeral. Su Santidad (aba) rezó por su perdón y por su familia.

Anubi Madingo

El tercer funeral es el de Anubi Madingo. Era el presidente local de la Comunidad en Zimbabue. Su hijo escribe que su padre era inicialmente un sunní que se oponía al Ahmadíat. Sentía un gran amor por el Islam y, finalmente, aceptó el Ahmadíat. Fue el primer ahmadí de su zona. Fue perseguido por creer en el Ahmadíat y se vio obligado a ofrecer oraciones en su casa. Se mantuvo firme y continuó predicando, gracias a lo cual muchas personas entraron en el redil de la Comunidad. Compró unos terrenos y construyó la primera mezquita ahmadí de Zimbabue. Era un miembro de la Comunidad digno de confianza, servicial, hospitalario y devoto. Le sobreviven sus ocho hijos, y uno de sus hijos es el Presidente de la Comunidad en Zimbabue. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah Todopoderoso le conceda el perdón, y para que sus hijos continúen con sus virtudes en sus vidas.

Resumen preparado por The Review of Religions

Sermon Completo

Después de recitar el Tashahud, Taawuz y Surah al-Fatihah, el Jalifa V del Mesías (aba) dijo:

En el sermón del viernes pasado, se relataron los acontecimientos que rodearon la “Expedición de Dhi Qarad”. Como se dijo, antes de embarcarse en esta expedición, el Santo Profeta (sa) envió a algunos de sus Compañeros hacia el enemigo. Más adelante, el Santo Profeta (sa) los siguió con un ejército.

A este respecto, se ha registrado que cuando el Santo Profeta (sa) y los Compañeros llegaron, el ejército del enemigo huyó al verlos. Cuando los musulmanes llegaron a su campamento, el caballo de Hazrat Abu Qatada estaba allí desjarretado. Un Compañero dijo: “¡Oh, Mensajero de Al’lah! Han desjarretado el caballo de Abu Qatadah”. El Santo Profeta (sa) se detuvo a su lado y repitió dos veces: “¡Ay! ¡A cuántos enemigos te enfrentaste en la batalla!”. Después de esto, el Santo Profeta (sa) y los Compañeros avanzaron hasta que llegaron al lugar donde Hazrat Abu Qatada y Mas’ada habían librado la contienda (esto también fue mencionado en el sermón anterior). Pensaron que Hazrat Abu Qatada yacía en el suelo, envuelto en una tela. Un compañero dijo: “¡Oh, Mensajero de Al’lah (sa)! Parece que Abu Qatada ha sido martirizado”. El Santo Profeta (sa) respondió: “¡Que Al’lah tenga misericordia de Abu Qatada!”. “Por ese Ser que me ha concedido el honor, Abu Qatada está persiguiendo al enemigo y recitando versos para estimular a los soldados”.

Hazrat Abu Qatada relata: “El ejército del Santo Profeta (sa) vio mi caballo que estaba desjarretado. Cuando vieron que un muerto estaba envuelto en mi tela, creyeron que yo había sido martirizado. Hazrat Abu Bakr (ra) y Hazrat Umar (ra) avanzaron rápidamente, retiraron la tela y vieron el rostro de Mas’ada. Ambos dijeron: “¡Al’lah es el más Grande! Al’lah y Su Profeta (sa) han dicho la verdad. ¡Oh, Mensajero de Al’lah! Este es Mas’ada”. Al oir esto, los Compañeros también glorificaron a Al’lah.

Poco tiempo después, Hazrat Abu Qatada se presentó ante el Santo Profeta (sa) trayendo a algunos camellos consigo. El Santo Profeta (sa) dijo: “¡Oh Abu Qatada! Lo has logrado. Abu Qatada es el jefe de la caballería. ¡Oh Abu Qatada! ¡Que Al’lah te bendiga!”.

En otra narración, se registra que el Santo Profeta (sa) dijo: “¡Que Al’lah bendiga a tus hijos y a la descendencia de tus hijos!”. Después, el Santo Profeta (sa) dijo: “¡Oh Abu Qatada! ¿Qué te pasó en la cara?”. Hazrat Abu Qatada relata: “Respondí: ¡Que mi madre y mi padre sean sacrificados por Usted! Me alcanzó una flecha. ¡Por aquel Ser que le ha honrado! Creí que la había sacado.” El Santo Profeta (sa) dijo: “¡Oh Abu Qatada, acércate a mí!”. Entonces, me acerqué al Santo Profeta (sa) y él suavemente quitó la flecha, puso su saliva sobre ella y luego cubrió la herida con su mano”.

Hazrat Abu Qatada relata: “¡Por aquel Ser que le ha concedido el Profetazgo! Me pareció como si no hubiera sufrido daño ni herida alguna” (en el sermón pasado se dijo que Hazrat Abu Qatada se quitó la flecha él mismo. Sin embargo, es posible que la punta de la flecha se mantuviera clavada, la cual el Santo Profeta (sa) quitó, ya que la marca aún podía verse). En otra narración, se registra que cuando el Santo Profeta (sa) vio a Hazrat Abu Qatada, dijo: “¡Oh Al’lah! Bendice sus cabellos y su piel”. También dijo: “Lo has conseguido”. Hazrat Abu Qatada relata: “Dije: ¡Oh Mensajero de Al’lah (sa)! Lo ha logrado Usted.” Cuando Hazrat Abu Qatada falleció a la edad de 70 años, se dice que incluso entonces, por su apariencia, parecía que tenía 15 años. Es decir, parecía muy joven.

En esta batalla, la mención del encuentro de Hazrat Salamah (ra) con el enemigo en Dhu Qarad se relata de la siguiente manera:

Hazrat Salamah (ra) narra: “Estaba persiguiendo al enemigo tan persistentemente, que juro por Aquel que honró al Santo Profeta (sa), que ya no podía ver a los Compañeros detrás de mí, ni podía percibir ningún rastro de ellos. El enemigo llegó a un desfiladero antes del atardecer, donde había un manantial llamado Dhu Qarad. Cuando intentaron beber agua, se dieron cuenta de que los perseguía, por lo que se apartaron. Para entonces, el sol ya se había puesto. Cuando vi a uno de ellos, le disparé una flecha. Por la mañana temprano le había disparado otra flecha, ahora le disparé otra, y ambas le alcanzaron. El enemigo huyó, dejando atrás dos caballos, que capturé; para entonces el Santo Profeta (sa) había llegado y le presenté los caballos capturados”.

Respecto al Santo Profeta (sa) llegando a Dhu Qarad, Hazrat Salamah (ra) afirma: “El Santo Profeta (sa) llegó en el momento de la oración de isha y acampó cerca del mismo manantial donde se había detenido el enemigo. El Santo Profeta (sa) tomó posesión de las camellas y de todo lo demás que yo había confiscado del enemigo. Hazrat Bilal (ra) sacrificó a uno de los camellos tomados del enemigo y asó su hígado y joroba para el Santo Profeta (sa). Hazrat Sa’d bin Ubadah (ra) también envió diez camellos cargados con dátiles, que el Santo Profeta (sa) recibió en Dhu Qarad.

Hazrat Salamah (ra) narra: “Dije que había mantenido al enemigo alejado del agua y que tenían sed. Dije que por favor, me enviara con cien guerreros para poder perseguirlos y acabar con todos y cada uno de ellos”. Al oír esto, el Santo Profeta (sa) sonrió tan ampliamente que sus dientes benditos se hicieron visibles a la luz del fuego. Luego preguntó: “Salamah, ¿crees que puedes hacer esto?”. Hazrat Salamah (ra) respondió: “Por Aquel que le ha honrado, sí puedo”. El Santo Profeta (sa) dijo entonces:

[árabe]

“Cuando los hayas dominado, muestra clemencia”. Éste era un proverbio árabe que significa que la mejor forma de perdón es mostrar amabilidad y no actuar con dureza. Es decir, si habían huído, que los dejara en paz. No había necesidad de continuar persiguiéndolos.

Respecto a los episodios de esta expedición, Hazrat Salamah (ra) narra: “Por la mañana, el Santo Profeta (sa) dijo: ‘El mejor de la caballería hoy es Abu Qatadah (ra), y el mejor de la infantería es Salamah bin Akwa (ra)’”. Hazrat Salamah (ra) afirma que el Santo Profeta (sa) le concedió las recompensas tanto de un guerrero montado como de uno que luchó a pie, y también le permitió montar detrás de él en su camella.

Hay otra narración sobre Hazrat Salamah (ra) sobre este viaje. Hazrat Salamah (ra) afirma: “Cuando nos acercábamos a Medina en nuestro regreso, un  Compañero Ansari (ra) que era conocido por su velocidad, anunció: ‘¿Hay alguien que quiera competir conmigo corriendo?” (es decir, que compita conmigo corriendo hasta Medina). Repitió estas palabras varias veces”. Hazrat Salamah (ra) afirma: “Estaba montado detrás del Santo Profeta (sa) en su camella. Le pregunté al Compañero de Ansari (ra): “¿No respetas a ninguna persona honorable?” (es decir, ¿no tienes miedo de personas  honorables que vas por anunciando a diestra y siniestra este reclamo?). El Ansari (ra) respondió: “No, no temo a nadie excepto al Santo Profeta (sa)”. Entonces le dije al Santo Profeta (sa): “¡Oh Mensajero de Al’lah, que mis padres sean sacrificados por Usted, permítame competir con él!”. El Santo Profeta (sa) dijo: “Está bien, si deseas hacerlo, puedes hacerlo”. Entonces le dije a esta persona: “¡Vamos a competir corriendo!”.

Luego narra: “Recogí mis piernas, salté [del camello] y comencé a correr. Al principio, iba uno o dos pasos detrás de él (es decir, él iba delante y yo detrás), conservando mi energía. Después aumenté mi velocidad y lo adelanté, y puse mi mano entre sus hombros, diciendo: “¡Por Al’lah, te he vencido!”. El compañero de Ansari (ra) sonrió y dijo: “Creo que tienes razón”. Así que comencé a correr aventajándole hasta que llegamos a Medina”.

En cuanto a cuánto tiempo permaneció el Santo Profeta (sa) fuera de Medina debido a esta campaña, se registra que el Santo Profeta (sa) partió el miércoles por la mañana y permaneció una noche y un día en Dhu Qarad para reunir información sobre el enemigo. Luego regresó a Medina un lunes, con lo que fueron cinco las noches que pasó fuera de la ciudad.

Los detalles sobre los mártires de esta expedición son los siguientes:

Entre los musulmanes, Hazrat Muhriz bin Nadla (ra) fue martirizado. Según Ibn Hisham, Ibn Waqas bin Muyadiz (ra) también fue martirizado. Además, el hijo de Hazrat Abu Dharr (ra) fue martirizado en el recinto de los camellos antes de la batalla.

En cuanto a los incrédulos, está registrado que Abdur Rahman bin Uyainah, Jubaib ibn Uyaynah, Masadah bin Hakamah Fazzari, Akbar y su hijo Amr fueron asesinados.

Anteriormente se mencionó que los enemigos capturaron a la esposa de Hazrat Abu Dharr. Los agresores la capturaron, la ataron y se la llevaron consigo. Sus captores solían guardar el ganado frente a sus casas durante la noche. Una noche, se liberó de sus ataduras y se acercó a unos camellos que estaban atados cerca de ella. Cada vez que se acercaba a uno de ellos, este gruñía agitado. Esto continuó hasta que se acercó a Azbaa, la camella del Santo Profeta (sa) que los enemigos habían robado, que no gruñó ni hizo ningún ruido, sino que permaneció totalmente tranquila. Era una camella bien domada. La mujer montó sobre su joroba y salió corriendo. Cuando sus captores se enteraron de su fuga, intentaron capturarla pero fracasaron. El narrador de este relato escribe que esta mujer había hecho un juramento a Dios de que si Él le permitía escapar a través de esta camella, ella la sacrificaría. Cuando llegó a Medina y la gente la vio, empezaron a decir que era Azbaa, la camella del Santo Profeta (sa). Ella insistió en que había hecho una promesa a Dios de que si la ayudaba a escapar, sacrificaría la camella por Su causa. Debatiendo sobre este asunto, la gente se presentó al Santo Profeta (sa) y le expuso el asunto, a lo que el Profeta (sa) respondió: “¡Santo sea Dios! ¡Qué recompensa tan desafortunada le ha dado a esta camella! La camella le ayudó a escapar, y esa es la recompensa que quiere darle. Jurar por Dios de que si la camella le ayudaba a escapar, la sacrificaría, no es una buena transacción”.

Luego enseñó que no se debe hacer ninguna promesa que lleve a desobedecer a Dios, ni se permite usar como ofrenda algo que no se posee. El Santo Profeta (sa) explicó a la mujer que ni siquiera era la dueña de la camella: “Yo soy el dueño. Con las bendiciones de Dios deberías volver a tu casa”.

Ahora mencionaré otra expedición. Esta expedición se conoce como la “Expedición de Abaan bin Sa’id” hacia Nalld. Tuvo lugar en Muharram del séptimo año después de la migración, mientras que, según una narración, tuvo lugar en el mes de Yamadiyul-Zani del mismo año. Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) también ha situado la expedición en Muharram en el séptimo año después de la migración. Esta parece ser la estimación más exacta, porque según las narraciones, antes de partir hacia Jaibar, Hazrat Abaan bin Sa’id fue enviado desde Medina hacia Nalld, y emprendieron su viaje hacia Jaibar en Muharram durante el séptimo año después de la migración.

Los detalles sobre Hazrat Abaan son los siguientes:

Su padre era uno de los jefes de los Quraish. Los hermanos de Abaan, Amr y Jalid, ya se habían hecho musulmanes y formaban parte del grupo que emigró a Abisinia. Abaan había luchado en la batalla de Badr del lado de los idólatras. Había dado protección tribal a Hazrat Usman (ra) durante el tratado de Hudaibiyah. Cuando Amr y Jalid regresaron de Abisinia, los dos hermanos llamaron a Abaan. Se reunieron en Jaibar con el Santo Profeta Muhammad (sa), y Abaan aceptó el islam. Una narración registra que Hazrat Abaan bin Sa’id aceptó el islam en el tiempo transcurrido entre el tratado de Hudaibiyah y la batalla de Jaibar. En el momento del fallecimiento del Santo Profeta (sa), Abaan ocupaba el cargo de gobernador de Bahrein. Después fue a ver a Hazrat Abu Bakr (ra) y partió hacia Siria. En el año 13 después de la migración fue martirizado. Según una narración, falleció en el año veintirés después de la migración, durante el Jalifato de Hazrat Usman (ra).

Antes de emprender el viaje para la batalla de Jaibar, el Santo Profeta (sa) envió una expedición hacia Nalld bajo la supervisión de Abaan bin Sa’id . Nalld es una región parcialmente árida pero verde, con numerosos valles y montañas. Su área abarca desde Yemen, en el sur, hasta las regiones desérticas de Siria e Irak, en el norte. Al oeste se encuentra la región desértica conocida como el Hiyaz. Esta zona se encuentra a 1.200 metros sobre el nivel del mar, por lo que recibe el nombre de Nalld. El propósito de este ejército era – en ausencia del Profeta Muhammad (sa) – mantener Medina a salvo de las tribus enemigas, que siempre buscaban una oportunidad para atacar la ciudad. Cada vez que el Santo Profeta (sa) abandonaba Medina con sus Compañeros, se consideraba un momento crítico por el ataque de las fuerzas enemigas. El enemigo pensaba que ahora el Profeta (sa) ya no estaba a en Medina y que, como sus Compañeros también habían partido con él dejando muy poca gente en Medina, si atacaban Medina,  podrían capturarla. Debido a esta amenaza constante, cada vez que el Santo Profeta (sa) se unía a una expedición enviaba también a algunos Compañeros hacia esas tribus.

Esta expedición ha sido mencionada en Sahih al-Bujari de la siguiente manera:

El Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Abaan hacia Nalld como líder de un contingente desde Medina. Hazrat Abu Hurairah (ra) relata que entonces Hazrat Abaan y sus Compañeros fueron a ver al Santo Profeta (sa) después de que conquistara Jaibar. Hazrat Abu Huraira (ra) relata que pidió al Santo Profeta (sa) que no les diera nada del botín de guerra, porque Abaan y su contingente llegaron cuando ya se había producido la victoria de Jaibar, y esto provocó una disputa entre ambos. El Mensajero de Al’lah (sa) dijo: “¡Siéntate, oh Abaan!”, y no le dio a Abaan nada del botín de guerra porque Abaan no había participado formalmente en la batalla de Jaibar. Esta parece la razón más plausible.

A continuación, otra batalla que figura en los libros de historia y que es bastante conocida es la de Jaibar. Jaibar es una vasta extensión de exuberante vegetación que contiene varios manantiales y masas de agua, y es una de las mayores fuentes de dátiles de la península arábiga. Basta para comprender su verdor, basta el hecho de que sólo uno de sus valles, conocido como Katibah, contenía más de 40.000 palmeras datileras.

El valle de Jaibar está situado a 96 millas al norte de Medina. Los judíos llevaban mucho tiempo asentados aquí. Según los relatos históricos, los israelitas estaban asentados aquí desde la época del profeta Moisés (as). Según algunos historiadores, se habían asentado aquí desde la época de Nabucodonosor. Hay otras narraciones que también indican que los judíos estuvieron asentados en Jaibar durante mucho tiempo y que vivían en grandes fortalezas que habían construido (este lugar tenía un significado especial para ellos y se dice que incluso lo tiene hasta ahora). En hebreo, “Jaibar” significa fortaleza. Algunas tribus judías se habían asentado en Medina, pero las tribus judías de Jaibar se distinguían de las de Medina en que las tribus de Jaibar eran conocidas por su valentía y determinación excepcionales en la batalla. Además, también estaban más unidas que las demás tribus. Por este motivo, esta zona de la Península Arábiga se consideraba una fuerza poderosa y unificada. Bien se tratara de los judíos de Medina o de los judíos de Jaibar, sus conspiraciones y traicioneras estratagemas contra el Santo Profeta (sa) y el islam habían excedido todos los límites. Debido a sus intensos celos y enemistad, no dejaron piedra sin mover en sus esfuerzos por destruir completamente al Santo Profeta (sa) y al islam. Por el contrario, el Santo Profeta (sa) siempre mostró bondad hacia los judíos de Medina y estableció tratados de paz con ellos. Siempre que rompían sus tratados o violaban sus condiciones, la primera respuesta del Santo Profeta (sa) era perdonarlos. Incluso llegaron a intentar matar al Santo Profeta (sa) en muchas ocasiones. Violando sus tratados, incluso ayudaron a las fuerzas enemigas a atacar Medina.

Como consecuencia, los judíos recibieron un castigo muy severo que estaba en total consonancia con los principios de justicia y equidad. Sin embargo, el nivel de compasión y perdón del Santo Profeta (sa) era tan grande que concedió paz y seguridad a sus vidas y riquezas y sólo los expulsó de Medina e incluso entonces les permitió llevarse consigo las posesiones que quisieran. Si, Dios no lo quiera, el objetivo del Santo Profeta (sa) era coaccionarlos y tratarlos injustamente, entonces, debido a la repetida traición de los judíos de Medina, nunca los habría perdonado. Si la intención del Santo Profeta (sa) hubiera sido causar un derramamiento de sangre, entonces nunca habría permitido que los Banu Qainuqah y Banu Nadir abandonaran Medina con total protección y al mismo tiempo garantizado la protección de sus vidas. Si el propósito del Santo Profeta (sa) hubiera sido adquirir riquezas, entonces los Banu Nadir, que eran considerados el pueblo más rico de toda Arabia, nunca habrían recibido permiso para abandonar Medina con grandes sacos y bolsas llenas de oro y plata, exhibiéndolos abiertamente ante los ciudadanos de Medina.

Después de que los judíos de Medina se establecieran en Jaibar, deberían haber buscado la paz y la reconciliación con el islam y con el Fundador del islam, debido a la cantidad de bondad y generosidad, perdón y compasión que el Santo Profeta (sa) les mostró. Tras su exilio de Medina, un gran número de judíos se establecieron en Jaibar. Sin embargo, Jaibar, que ya era una fuerza poderosa experta en la guerra, se convirtió ahora en un punto de encuentro para urdir peligrosos planes y conspiraciones contra los musulmanes.

Una gran delegación de judíos de Jaibar, compuesta por destacados líderes, fue a reunirse con los idólatras de La Meca. Prepararon un plan para destruir el islam y al bendito personaje del Santo Profeta (sa). Después de que los habitantes de La Meca accedieran, esta delegación decidió visitar también las tribus vecinas. Después de que una de las tribus accediera, alzaron un ejército de 15.000 hombres, que históricamente era un ejército muy numeroso, y atacaron Medina. Esta batalla se conoce en la historia islámica como la Batalla de Ahzab o la Batalla de la Fosa (esto ya se ha mencionado anteriormente).

No cabe duda de que si no fuera por el socorro y la ayuda especial de Dios Altísimo, el nombre de Medina junto a los musulmanes se habría borrado por completo. Sin duda, los judíos de Jaibar también estaban entre los cabecillas de esta peligrosa conspiración y ahora centraron sus esfuerzos en buscar la forma de acabar con los musulmanes. Ni siquiera el estricto castigo impuesto a los Banu Quraizah en Medina por la ruptura de su pacto persuadió a los judíos de Jaibar de cambiar de actitud. Por lo tanto, se había hecho imprescindible tomar medidas directas contra estos traidores y conspiradores con el fin de establecer la paz en la región, de manera que cada persona pudiera practicar su propia fe y religión sin ningún temor o peligro para ellos, como indica el versículo:

[árabe]

lo que significa que “la religión se practique totalmente por amor a Dios” y que no exista coacción alguna en materia de fe, ya que se trata de un asunto entre el hombre y Dios.

Un famoso orientalista, Montgomery Watt, que nunca tiene reparos en arrojar veneno contra el islam y el Fundador del islam, escribe en su libro: “La razón más simple y clara del ataque a Jaibar fue que ellos (es decir, la gente de Jaibar) habían utilizado desesperadamente su riqueza para incitar a las tribus vecinas a alzar las armas contra los musulmanes”. Por lo tanto, este fue el trasfondo particular por el que el Santo Profeta (sa) tomó la decisión, tras recibir indicaciones celestiales, de lanzar un ataque contra Jaibar.

Al’lama Ibn Sa’d escribe que la batalla de Jaibar tuvo lugar en el mes de Yumadi al-Ula en el año 7 d.H., mientras que Ibn Uqba y Al’lama Ibn Ishaq relatan que el Santo Profeta (sa) regresó a Medina desde Hudaibiyah en Dhu al-Hiyah y después de permanecer en Medina durante aproximadamente 20 noches, partió hacia Jaibar en el mes de Muharram. Bajo los varios títulos de sus anotaciones en “La vida del Sello de los Profetas”, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib ha situado la batalla de Jaibar en Muharram y Safr del año 7 d.H. Hazrat Musleh Maud (ra) afirma: “Aproximadamente cinco meses después de regresar de Hudaibiyah, el Santo Profeta (sa) decidió expulsar a los judíos de Jaibar, ya que estaba situado a poca distancia de Medina y desde allí se podían planear fácilmente ataques contra los musulmanes. Así, el Santo Profeta (sa) partió con 1.600 compañeros hacia Jaibar en agosto del año 628 de la era cristiana”.

Algunos historiadores mencionan que esta expedición tuvo lugar cinco meses después del Tratado de Hudaibiyah y esto es lo que Hazrat Musleh Maud (ra) ha mencionado en la “Introducción al estudio del Sagrado Corán”. Sin embargo, la mayoría de los historiadores y eruditos del Hadiz mencionan que esta expedición tuvo lugar pocos días después del tratado de Hudaibiyah, en el mes de Muharram. Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) ha mencionado los detalles de la misma manera. ¡Sólo Dios bien lo sabe!

Fundamentalmente, el Tratado de Hudaibiyah fue una gran victoria. El Sagrado Corán ha declarado que se trata de una gran victoria:

[árabe]

“Ciertamente, te hemos concedido una clara victoria”. Esta fue la puerta a través de la cual se hicieron posibles las grandes victorias de Jaibar y La Meca. En realidad, Dios Altísimo había hecho esta promesa en el viaje de regreso del Tratado de Hudaibiyah, mientras estaban entre La Meca y Medina, al revelar la Surah al-Fath. En esta Surah, las noticias de la victoria de Jaibar se mencionan de la siguiente manera:

[árabe]

“En verdad, Al’lah se complació con los creyentes cuando se encontraban jurándote fidelidad bajo el árbol; Él sabía lo que había en sus corazones, e hizo que la tranquilidad descendiera sobre ellos, recompensándolos con una victoria inmediata (es decir, la victoria de Jaibar). Y grandes botines que obtendrán (es decir, recibieron un gran botín de Jaibar), pues Al’lah es Poderoso, Sabio. Al’lah os ha prometido grandes trofeos que conseguiréis; os ha dado esto de antemano …”.

Los detalles sobre la preparación del ejército y el nombramiento de un lugarteniente en Medina se mencionan a continuación:

Cuando el Santo Profeta (sa) anunció que se dirigía hacia Jaibar, se declaró que sólo le acompañarían aquellos que habían participado en el Tratado de Hudaibiyah. Según una narración, el Santo Profeta (sa) dijo que quienes partieran en busca de botines de guerra no debían acompañarle; sólo debían unirse a la expedición quienes estuvieran apasionados por emprender la Yihad. Según Ibn Hisham, el Santo Profeta (sa) nombró a Hazrat Numaila bin Abdul’lah Laisi (ra) como su lugarteniente en Medina, mientras que según el Imam Bujari, Hazrat Sibah bin Urfatah (ra) fue nombrado como su lugarteniente.

Tanto Al’lamah Ibn Ishaq como Ibn Sa’d han afirmado que el uso de una bandera grande se introdujo por primera vez durante la batalla de Jaibar; antes de ésto, sólo se habían utilizado banderas pequeñas. El Santo Profeta (sa) concedió las banderas a Hazrat Abu Bakr (ra), Hazrat Umar (ra), Hazrat Hubab bin Mundhir (ra), y Hazrat Sa’d bin Ubadah (ra). La bandera del Santo Profeta (sa) era de color negro, confeccionada con el chal de Hazrat Aisha (ra). Se llamaba “Uqab” y la portaba Hazrat Hubab bin Mundhir (ra). Según las narraciones, Hazrat Ali (ra) también recibió una bandera, pero esta bandera le fue entregada en Jaibar porque Hazrat Ali (ra) no pudo viajar inicialmente junto con el Santo Profeta (sa) debido a una grave afección en los ojos, que le impedía ver con claridad. Sin embargo, más tarde se inquietó y se unió al viaje, llegando finalmente a Jaibar (no pudo mostrar paciencia).

Durante esta expedición, Hazrat Umm Salamah (ra), la Madre de los Creyentes, acompañó al Santo Profeta (sa). Según una narración, seis o siete Compañeras también se unieron a esta expedición, mientras que otra narración menciona que hasta veinte Compañeras participaron en ella.

Hazrat Umm Sinan Aslamiyyah narra que cuando el Santo Profeta (sa) expresó su intención de viajar hacia Jaibar, ella se acercó a él y le pidió: “¡Oh Mensajero (sa) de Dios, si me lo permite, me gustaría acompañarle. Limpiaré las pieles de agua, protegeré los suministros del ejército y atenderé a los enfermos y heridos”. Relata que el Santo Profeta (sa) le concedió permiso. Asimismo, algunas mujeres de la tribu de Banu Ghaffar también se acercaron al Santo Profeta (sa) y le dijeron: “¡Oh Mensajero (sa) de Dios! Nosotras también deseamos participar en la batalla. Atenderemos a los heridos y ayudaremos a los soldados en todo lo que podamos”. El Santo Profeta (sa) les concedió el permiso y rezó para que recibieran bendiciones.

Cuando los judíos de Medina se enteraron de los preparativos del Santo Profeta (sa) y sus Compañeros, se preocuparon mucho. Se dieron cuenta de que si el Santo Profeta (sa) entraba en Jaibar, el destino de Jaibar sería el mismo que el de Banu Qainuqah, Banu Nadir y Banu Quraizah, que ya habían sido derrotados. Los judíos de Medina eran ricos, y los musulmanes de Medina, debido a su debilidad financiera, a menudo les pedían prestado dinero. En ese momento, por el bien de los judíos de Jaibar, los judíos de Medina comenzaron inmediatamente a exigir el pago de las deudas, con el fin de crear dificultades a los musulmanes y evitar que fueran a la guerra.

Hubo un incidente en relación con un Compañero. Hazrat Ibn Abi Hadhrad narra que se le exigió el pago de cinco dirhams y, según otra narración, debía cuatro dirhams a un acreedor judío, Abu Shahm, que le exigió la devolución del dinero. Hazrat Ibn Abi Hadhrad respondió: “Dame un poco de tiempo. Te lo devolveré cuando regrese de Jaibar, si Dios quiere, pues Dios ha prometido a Su Mensajero (sa) que recibirá el botín de Jaibar”. Abu Shahm, lleno de envidia y animadversión, respondió: “¿Crees que luchar contra la gente de Jaibar es como luchar contra beduinos comunes? Juro por la Torá que hay 10.000 guerreros allí”.

Ambos presentaron su caso al Santo Profeta (sa). En aquel momento, la situación era extremadamente tensa, y este judío expresó una fuerte predisposición a favor de los correligionarios de Jaibar, burlándose de los soldados musulmanes. Como Jefe de Estado, el Santo Profeta (sa) tenía autoridad para imponer un castigo al judío. Sin embargo, el notable ejemplo de paciencia, indulgencia, justicia y tolerancia del Santo Profeta (sa) quedó patente cuando ordenó: “¡Da a este judío lo que le corresponde!”. Hazrat Ibn Abi Hadhrad respondió: “Por Aquel que le envió con la verdad, no tengo capacidad de pagarle ahora mismo”. El Santo Profeta (sa) repitió: “Independientemente de las circunstancias, dale lo que le corresponde”. Hazrat Ibn Abi Hadhrad narra que se quitó el turbante y lo utilizó como cinto. Luego vendió la prenda de su cintura en el mercado y pagó la deuda del judío y me puse otra prenda. Esta prenda era un un trozo de tela que Salmah bin Aslam le dio, o según otra narración, se lo dio una compañera anciana, que se enteró de la situación y se lo regaló. Fue el decreto de Dios que durante la campaña de Jaibar, Hazrat Ibn Abi Hadhrad recibiera botín de guerra, que incluía a una prisionera que estaba emparentada con el mismo judío Abu Shahm. Entonces le entregó a esta mujer a cambio de un rescate.

Al conocer la noticia del avance del ejército musulmán hacia Jaibar, los judíos de Medina no sólo expresaron su odio, enemistad y prejuicios contra los musulmanes, sino que contrataron a un beduino de la tribu Ashya’ y lo enviaron inmediatamente a Jaibar con información esencial sobre los preparativos militares de los musulmanes, junto con un mensaje en el que instaban a los judíos a mantenerse firmes y luchar contra los musulmanes (en realidad, los adversarios de los musulmanes no necesitaban un espía, pues los hipócritas de Medina ya realizaban esas tareas con rapidez y eficacia). Así, también en esta ocasión, el líder de los hipócritas, Abdul’lah bin Ubayy bin Salul, no permaneció en silencio. A través de uno de sus socios, envió una carta urgente a los judíos de Jaibar. El contenido de la carta era el siguiente:

“Muhammad (sa) viene hacia vosotros. Tomad medidas para vuestra defensa, acumulad las riquezas en vuestras fortalezas y preparaos para enfrentaros a él en el campo de batalla. No les tengáis miedo en absoluto. Vosotros sois numerosos, y los hombres de Muhammad (sa) son pocos en número, y poseen una pequeña cantidad de armas”.

Cuando los judíos de Jaibar se enteraron de la llegada [del ejército musulmán], sus líderes convocaron una reunión y expresaron diferentes opiniones [entre los líderes judíos]. Se menciona que cuando los judíos de Jaibar se enteraron de la llegada del ejército musulmán, convocaron una reunión para discutir la forma de luchar contra este ejército. Los líderes judíos hicieron varias sugerencias. Un grupo sugirió que los judíos deberían atrincherarse dentro de sus fortalezas y luchar desde detrás de los muros, creyendo que los musulmanes eventualmente se verían obligados a abandonar el asedio debido a la frustración. Sin embargo, Abu Zaynab, hermano del famoso guerrero Marhab, propuso una estrategia alternativa: en lugar de luchar desde dentro de las fortalezas, debían enfrentarse a los musulmanes directamente en campo abierto. Señaló que los judíos de Medina habían intentado previamente defenderse fortificándose dentro de sus fuertes, pero al final fueron los musulmanes los que salieron victoriosos. A pesar de ello, el primer grupo rechazó la propuesta de Abu Zaynab, argumentando que sus fortalezas eran mucho más fuertes que las de los judíos de Medina.

Una tercera propuesta de los judíos, que era aún más arrogante y audaz, vino de Salaam bin Mishkam, el comandante militar de las fuerzas de Jaibar. Sugirió que ellos mismos debían lanzar un ataque contra Medina y, uniendo fuerzas con todos sus aliados, eliminar a los musulmanes. La mayoría estuvo de acuerdo con esta opinión, pero Kinanah bin Abi Al-Huqaiq, el jefe mayor de Jaibar, se opuso. Él afirmó que sus fortalezas no eran como las de Yazrab (Medina), y mostrando orgullo y arrogancia, declaró que Muhammad (sa) nunca se atrevería a acercarse a ellos. Sin embargo, todos los líderes acordaron hacer preparativos y enviar una delegación a las tribus guerreras circundantes para solicitar asistencia militar.

De esta manera, se formó una delegación de catorce miembros, que según algunas tradiciones estaba encabezada por Kinanah, el propio jefe de Jaibar. Esta delegación se acercó a las tribus de Banu Asad, Ghatafan y otras, ofreciendo la mitad de la producción anual de Jaibar a cambio de apoyo militar. La tribu Banu Murrah, ejerciendo su previsión, se negó a proporcionar dicha ayuda. Sin embargo, tribus en guerra como Banu Asad y Banu Ghatafan enviaron inmediatamente un ejército de mil soldados armados y comenzaron los preparativos para enviar una fuerza adicional de cuatro mil tropas.

En cualquier caso, daré más detalles sobre esto en el futuro, si Dios quiere.

Ahora me gustaría hacer referencia a algunos miembros fallecidos.

La primera mención es del respetado Muhammad Ashraf Sahib, hijo del respetado Muhammad Bajsh Sahib de Mandi Bahauddin, fallecido recientemente por decreto divino.

[Ciertamente a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos.]

Le sobreviven tres hijas y seis hijos. Uno de sus hijos, Kashif Yaved Sahib, se encuentra actualmente en Senegal desempeñando el cargo de Misionero Encargado interino y Presidente Nacional de la Comunidad, razón por la que no pudo viajar desde Senegal para asistir al funeral de su padre. Este hijo, que es misionero, escribe:

“Mi padre era una persona extremadamente sencilla, bondadosa y temerosa de Dios. Sentía un inmenso amor por el Jalifato. Era el único musulmán ahmadí de su familia y solía decir que todo lo que habíamos logrado se debía al Ahmadíat. Aconsejaba a sus hijos que mantuvieran siempre su conexión con la Comunidad y el Jalifato. Su abuelo, Muhammad Azam Sahib, aceptó el Ahmadíat en 1968 en un pueblo llamado Bha Bra cerca de Sargodha, y en ese momento, mi padre también se convirtió en musulmán ahmadí”. Afirma también que su padre fue el único hermano del lado materno que se convirtió en musulmán ahmadí. Después de completar su bachillerato, dejó el pueblo y obtuvo un empleo en la fábrica de azúcar Shah Taj en Mandi Bahauddin, donde permaneció hasta su fallecimiento. En su vejez, aprendió con entusiasmo a leer el Sagrado Corán y luego lo estudió con tanta dedicación y amor que realizaba una o dos lecturas completas cada mes. Durante el mes de Ramadán, lo completaba dos o tres veces. Ayudaba especialmente a los pobres y nunca dejaba a nadie con las manos vacías. El misionero dice que su padre le decía que todas las bendiciones que Dios Altísimo les estaba otorgando se debían a las bendiciones de haber dedicado su vida a la Comunidad”.

Uno de sus hijos, Mubasher Yaved Sahib, dice que ha sido Secretario Maal durante varios años, y que su padre siempre fue regular en el pago de sus contribuciones. Siempre que recibía su pensión, intentaba pagar la contribución de todo el año de una sola vez. Incluso en el momento de su fallecimiento, le preocupaba si sus contribuciones habían sido pagadas, y estaba muy agradecido en el momento de su muerte de que Dios Altísimo le hubiera permitido pagar todas sus contribuciones. ¡Que Dios Altísimo le conceda perdón y misericordia y conceda paciencia y consuelo a todos [aquellos que dejó atrás]!

La segunda mención es de Habib Muhammad Shatry Sahib, Naib Amir II de Kenia, hijo de Muhammad Habib Shatry Sahib. Era de ascendencia árabe y falleció recientemente a la edad de 56 años.

[Ciertamente a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos.]

El fallecido era musi y le sobreviven sus padres, esposa, y tres hijos. El Emir de Kenia, Mahmud Tahir Sahib, dice que sus antepasados eran de Yemen y que su padre, Habib Shatry Sahib, aceptó el Ahmadíat en agosto de 1982.  Era un musulmán ahmadí muy sincero. El fallecido era su hijo mayor. Poco después de que su padre aceptara el Ahmadíat, él también lo hizo  y cumplió su promesa de lealtad hasta su fallecimiento.

Recibió su educación primaria en Mombasa y fue un estudiante extremadamente capaz y talentoso. La escuela incluso lo envió a Francia durante algún tiempo para que continuara sus estudios. Siempre describía sus encuentros con el Jalifato como los mejores momentos de su vida. Había conocido a Hazrat Jalifatul Masih IV (rh) y también me había conocido a mí. Tuvo la oportunidad de desempeñarse en diversas funciones. En el momento de su fallecimiento, era el Secretario Nacional de Educación y Naib Amir II de Kenia. Además, dice: “Lo conozco desde hace veinte años; mostraba un gran respeto por las personas consagradas y realizaba cualquier tarea que se le asignara con la mayor seriedad, sin recordatorios. Era regular en las oraciones, observaba cuidadosamente los mandamientos y límites de Al’lah, era regular en las contribuciones financieras, poseía una moral excelente, cuidaba de los pobres, cumplía con los derechos de ser obediente a sus padres y cuidaba de sus hermanos menores. Era sabio, sincero y leal. Ocupaba altos cargos en importantes empresas y Dios Altísimo lo había bendecido con prosperidad financiera. Aunque tenía conexiones con empresarios, políticos, gubernamentales y religiosos desde una perspectiva mundana, nunca ocultó su creencia en el Ahmadíat, sino que la utilizó como una oportunidad para divulgar el mensaje. Por eso, muchas personas de alto rango del gobierno, el sector empresarial, la política y las élites de Mombasa asistieron a su funeral. ¡Que Dios Altísimo conceda al fallecido perdón y misericordia y conceda paciencia y coraje a todos sus seres queridos!

La tercera mención es del respetado Anubi Madingo Sahib, quien era presidente de una Comunidad en Zimbabwe. También él ha fallecido recientemente.

[Ciertamente a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos.]

Su hijo, Yusuf Anubi Sahib, que es el Presidente de la Comunidad en Zimbabwe, escribe que inicialmente era un musulmán sunita y solía oponerse a la Comunidad, pero poseía amor por el islam en su corazón. Primero estuvo en Malawi, donde había una oposición considerable. Luego se mudó a Zimbabwe, donde, por su amor hacia el islam, reunió a la gente que le rodeaba y organizó oraciones en congregación en su área. Tenía un deseo ardiente en su corazón de convertirse en un verdadero musulmán. Más tarde, entró en contacto con la Comunidad. Nuestro misionero, Samiul’lah Sahib, tuvo conversaciones detalladas con él. Finalmente, aceptó el Ahmadíat y fue el primer musulmán ahmadí de su zona.

Después de aceptar el Ahmadíat, tuvo que confrontarse con la oposición, y la gente que había reunido lo abandonó. Le crearon dificultades, por lo que abandonó el centro que había establecido para la reunión comunitaria y las oraciones en congregación, y comenzó a ofrecer las oraciones (diarias) y las oraciones de los viernes en casa con los miembros de su familia. Sin embargo, no perdió el coraje y continuó predicando. Muchas personas escucharon su mensaje y se unieron a la Comunidad a través de él.

Tenía una personalidad influyente, y muchas personas se unieron a la Comunidad después de conocerle. Gracias a su propio sacrificio económico, adquirió un terreno en el que actualmente se construye la primera mezquita de la Comunidad Musulmana Ahmadía de Zimbabwe. Su deseo era que se terminara esta mezquita estando él en vida, si bien, aunque no se pudo completar en ese momento, ahora está en construcción. Era una persona muy leal, honesta y confiable. Resolvía los problemas de la gente con gran sabiduría. Incluso antes de ser elegido Presidente de la Comunidad, la gente a menudo confiaba y dependía de él. Ayudaba a los necesitados con sus recursos personales. Su casa siempre estaba llena de invitados y tenía una profunda relación de devoción con la Comunidad. Siempre alentaba a todos a mantenerse conectados con la Comunidad. Entre los que dejó atrás hay ocho hijos, y como he mencionado, su hijo es el Presidente de la Comunidad en Zimbabwe. Uno de sus nietos, Qasim Anubi, es el primer misionero central en Zimbabwe, quien estudió en Yamia.

¡Que Dios Altísimo conceda al difunto perdón y misericordia, que las enseñanzas de la Comunidad continúen en sus generaciones, y que ellos sigan haciendo buenas obras!

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