Los Compañeros (Sahaba) del Profeta Muhammad (sa)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
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Los Compañeros (Sahaba) del Profeta Muhammad (sa)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

Después de recitar el Tashahud, el Ta’awuz y el Surah Al-Fatiha, Hazrat Jalifatul Masih V (aba) dijo:

Hoy voy a narrar el relato de Hazrat Talha bin Ubaidul’lah (ra), Compañero Badri, es decir, que participó en la batalla de Badr. Hazrat Talha (ra) pertenecía a la tribu de Taym bin Murrah. Su padre se llamaba Ubaidul’lah bin Usman y su madre Sa´bah, quien era hija de Abdul’lah bin Ibad Hadrami y hermana de Hazrat Alaa bin Hadrami. El seudónimo de Hazrat Talha (ra) era Abu Muhammad. El nombre del padre de Alaa bin Hadrami era Abdul´lah bin Ibad Hadrami. Hazrat Alaa pertenecía a Hadhramaut y era el confederado de los Harr bin Umayyah. El Santo Profeta (sa) le nombró gobernador de Bahrain y desempeñó este cargo hasta su muerte, cuando falleció durante el jalifato de Hazrat Umar (ra), en el año XIV después de la Hégira [la emigración del Santo Profeta (sa) de La Meca a Medina]. Uno de sus hermanos, Aamir bin Hadrami, que no había aceptado el islam, murió durante la batalla de Badr; y otro de sus hermanos, Amr bin Hadrami, fue el primer idólatra en ser matado en batalla por un musulmán. Además, sus posesiones fueron las primeras en ser adquiridas por los musulmanes como botín de guerra.

El linaje de Hazrat Talha (ra) se vincula con el Santo Profeta (sa) en la séptima generación, a través de Murrah bin Ka´b y con Hazrat Abu Bakr (ra) en la cuarta generación. Su padre, Ubaidul´lah, no presenció la época del islam, pero su madre sí, ya que vivió una larga vida y tuvo la oportunidad de aceptar al Santo Profeta (sa) y el honor de ser una de sus Compañeras. Aceptó el islam antes de la emigración de La Meca a Medina.

Hazrat Talha bin Ubaidul´lah (ra) no participó en la batalla de Badr, sin embargo, el Santo Profeta (sa) le dio una parte del botín de guerra. No participó en la batalla de Badr porque el Santo Profeta (sa), evaluando la salida de la caravana de los Quraish desde Siria, envió a Hazrat Talha bin Ubaidul’lah (ra) y a Hazrat Said bin Zaid (ra) diez días antes de su partida, con el fin de conseguir información acerca de la misma. Así pues, ambos partieron y llegaron a Haura, donde permanecieron hasta que la caravana pasó. Haura era un lugar de descanso situado junto al Mar Rojo, donde pasaban las caravanas que viajaban desde Hiyaz y Siria. No obstante, el Santo Profeta (sa) se enteró de esto antes de que Hazrat Talha (ra) y Hazrat Said (ra) regresaran. El Santo Profeta (as) reunió a sus Compañeros y partió en busca de esta caravana de los Quraish, pero la misma escapó tomando otra ruta, es decir, partió rápidamente por un camino a lo largo de la costa.

Esto también se ha mencionado anteriormente, es decir, que la gente de la caravana de los incrédulos de La Meca marchaba sin descanso día y noche para escapar de sus perseguidores. Entonces, Hazrat Talha bin Ubaidul’lah (ra) y Hazrat Said bin Zaid (ra) partieron hacia Medina con el fin de informar al Santo Profeta (sa) sobre dicha caravana. Sin embargo, no sabían que el Santo Profeta (sa) había partido ya para la batalla de Badr. Así, llegaron a Medina el mismo día que tuvo lugar la batalla de Badr, entre los Quraish y el Santo Profeta (sa). No obstante, ambos salieron de Medina con el fin de presentarse ante el Santo Profeta (sa) y se reunieron con él en Turban, a su regreso de Badr. Turban es un valle que se encuentra a una distancia de 30 km de Medina, con abundantes pozos de agua dulce. El Santo Profeta (sa) permaneció allí durante su viaje rumbo a la batalla de Badr.

Así pues, Hazrat Talha (ra) y Hazrat Said (ra) no participaron en la batalla de Badr, aunque, como he mencionado anteriormente, el Santo Profeta (sa) les dio una parte del botín de la misma. Por ello, ambos se cuentan entre los participantes en la batalla de Badr. Sin embargo, Hazrat Talha (ra) sí participó junto al Santo Profeta (sa) en la batalla de Uhud y todas las demás batallas; también estuvo presente en el Tratado de Hudaibiyyah y se encontraba entre las 10 personas que el Santo Profeta (sa) había dado la buena nueva en su vida misma de que irían al paraíso. Además, se encontraba entre las 8 primeras personas que aceptaron el islam y entre los 5 primeros que aceptaron el islam a través de la predicación de Hazrat Abu Bakr (ra). También formaba parte de los 6 miembros del Comité o Shura establecido por Hazrat Umar (ra). Finalmente, estuvo entre esos benditos individuos con quienes el Santo Profeta (sa) estaba complacido en el momento de su fallecimiento.

Yazid bin Rumaan relata que una vez Hazrat Usman (ra) y Hazrat Talha bin Ubaidul’lah (ra) salieron junto Hazrat Zubair bin Awwan (ra), y cuando llegaron hasta el Santo Profeta (sa), éste les transmitió el mensaje del islam y les recitó el Sagrado Corán, les explicó los derechos dentro del islam y les informó del honor que recibirían de Dios Altísimo. Hazrat Usman (ra) y Hazrat Talha (ra) entonces aceptaron el islam y testificaron la veracidad del Santo Profeta (sa). En esa ocasión Hazrat Usman (ra) dijo: “¡Oh Mensajero de Al´lah (sa), acabo de regresar de Siria y cuando llegué a Ma´an…” (éste es el nombre de un lugar situado justo antes de Mu´tah; y es que, durante la batalla de Mu´tah, cuando los musulmanes llegaron a ese lugar, se dieron cuenta de que los bizantinos habían preparado un ejército de 200.000 soldados para combatirlos, por lo que los Compañeros se quedaron ahí durante dos días). Y continúa: “Cuando a mi regreso, llegué a la tierra entre Ma´an y Zarqah (este también es un lugar cerca de Ma´an) y montamos un campamento allí. Mientras dormíamos, escuchamos a una persona anunciar: ‘¡Oh los que dormís, despertad! ¡Ahmad ha aparecido en La Meca!’ Después regresamos a La Meca desde allí y escuchamos las noticias acerca de usted”.

Hazrat Talha bin Ubaidul’lah (ra) relata:

Yo estaba en Busra (una antigua ciudad de Siria). El Santo Profeta (sa) también permaneció en esta ciudad cuando fue allí para comerciar junto a su tío paterno”. Y continúa: “Me encontraba en los mercados de Busra, cuando un monje proclamaba desde su Sawmaa (sinagoga): ‘¿Hay algún mercader que haya venido de La Meca en la caravana?’. Le dije que yo era de allí y me preguntó: ‘¿Ha aparecido Ahmad?’. Respondí: ‘¿A qué Ahmad te refieres?’. Él dijo: ‘Al hijo de Abdul’lah bin Muttalib. Éste es el mes en el que va a aparecer y será el último profeta, su advenimiento será en Haram (La Meca) y su emigración será a un lugar con campos de dátiles, donde la tierra es rocosa, árida y salina. ¡No le abandones pues!’

Hazrat Talha (ra) relata:

“Todo lo que dijo me afectó profundamente, por lo que partí rápidamente y llegué a La Meca. Pregunté a la gente si había ocurrido algo nuevo, a lo que me respondieron: ‘Sí, Muhammad bin Abdul’lah, el Amin (digno de confianza, que fue el título dado al Santo Profeta (sa) por la gente de La Meca), ha proclamado ser un Profeta e Ibn Abi Qahafah [el seudónimo de Hazrat Abu Bakr (ra)] le ha aceptado’. Por tanto, salí y fui directamente a ver a Hazrat Abu Bakr (ra) y le pregunté si realmente se había convertido en su seguidor. El respondió: ‘Sí, y tú también deberías ir junto a él y aceptarle, porque él llama hacia la verdad’”.

Hazrat Talha (ra) a continuación relató a Hazrat Abu Bakr (ra) todo lo que el monje le había dicho, llevó a Hazrat Talha (ra) junto al Santo Profeta (sa) y éste aceptó el islam; también informó al Santo Profeta (sa) acerca de todo lo que el monje había dicho y se alegró mucho de escuchar dicha narración. Esto también se menciona en el libro de historia, Al-Tabaqatul-Kubra.

Cuando Hazrat Talha (ra) aceptó el islam, Naufal bin Juwailid bin Adwiyah ató con una cuerda a Hazrat Abu Bakr (ra), razón por la que ambos son conocidos como “qarinain“, es decir, los dos Compañeros. Naufal era conocido en La Meca por su trato cruel. Uno de los que ataron a ambos era Usman bin Ubaidul’lah, hermano de Hazrat Talha (ra). Los ataron para evitar que vieran al Santo Profeta (sa) y para que renunciaran a su fe en el islam. En este sentido, el imam Baihaqi ha escrito que el Santo Profeta (sa) oró: “O Al’lah, protégelos del daño de Adwiyah”.

Hazrat Mas’ud bin Jiraash (ra) relata que:

“Un día caminaba entre Safaa y Marwah, cuando vi un gran número de personas siguiendo a un joven que llevaba atadas las manos al cuello. Pregunté de quién se trataba. La gente me dijo que era Talha bin Ubaidul’lah (ra), que había renunciado a su fe, y su madre, Sa’bah, caminaba tras él, mientras lo maldecía llena de enojo”.

Abdul’lah bin Sa’d (ra) relata sobre su padre que, cuando el Santo Profeta (sa) emigraba a Medina, él llegó a Jarar (que es el nombre de un valle situado cerca de Hiyaz y también conocido como uno de los valles de Medina); y cuando salía de Jarar, se encontró por la mañana con Hazrat Talha bin Ubaidul’lah (ra), que formaba parte de la caravana que regresaba de Siria. Entonces, ofrecieron al Santo Profeta (sa) y a Hazrat Abu Bakr (ra) ropa siria para que se la pusieran e informaron al Santo Profeta (sa) que la gente de Medina había estado esperando ansiosamente su llegada durante mucho tiempo. El Santo Profeta (sa) se marchó entonces con mucha prisa, mientras que Hazrat Talha (ra) se dirigió a La Meca. Cuando completó su trabajo allí, salió con la familia de Hazrat Abu Bakr (ra) y llegó a Medina.

Cuando Hazrat Talha (ra) y Hazrat Zubair (ra) aceptaron el islam en La Meca, el Santo Profeta (sa) estableció un vínculo de hermandad entre ellos y esto ocurrió antes de la emigración; y después de que los musulmanes emigraran a Medina, el Santo Profeta (sa) estableció también un vínculo de hermandad entre Hazrat Talha (ra) y Hazrat Abu Ayub Ansari (ra). Sin embargo, según otra narración, el vínculo de hermandad se estableció entre Hazrat Talha (ra) y Hazrat Said (ra) bin Zaid; y según otra narración distinta, se estableció entre Hazrat Talha (ra) y Hazrat Ubay bin Ka’ab (ra). Finalmente, después de emigrar a Medina, Hazrat Talha (ra) se quedó en casa de Hazrat Asad bin Zararah (ra).

Debido a algunos de los sacrificios financieros ofrecidos por Hazrat Talha (ra), el Santo Profeta (sa) le confirió el título de “fayyaz” (el generoso). En una ocasión, durante el Ghazwah de Dhi Qard, el Santo Profeta (sa) pasó junto a una fuente y preguntó sobre la misma. Le respondieron que se llamaba Bisan y que su agua era salada. El Santo Profeta (sa) dijo: “No, de hecho, se llama Numan y su agua es dulce y cristalina”. Posteriormente, Hazrat Talha bin Ubaidul’lah (ra) compró la fuente y la donó, y luego su agua se volvió dulce. Cuando Hazrat Talha (ra) se presentó ante el Santo Profeta (sa) para relatar el incidente, éste dijo: “Talha, eres extremadamente ‘fayyaz’ (es decir, generoso)”. A partir de entonces fue conocido por el título de “Fayyaz”.

Musa bin Talha, relata sobre su padre, Hazrat Talha (ra), que el día de la batalla de Uhud, el Santo Profeta (sa) le dio a su padre el título “Talhatul Jair” o “Talha, el bendito”; y con ocasión de Tabuk y Dhi Qard, también le concedió el título de “Talhatul Fayyaz“, es decir, “Talha, el generoso”. Finalmente, con motivo de Ghazwah Hunain, le dio también el título de “Talhatul Yud“, que significa “alguien generoso y de corazón abierto”.

Saib bin Yazid relata que él pasó algún tiempo con Hazrat Talha bin Ubaidul’lah (ra) mientras viajaban juntos y en su casa, y dice que no había nadie más generoso que Talha (ra) con respecto a la donación de dinero, ropa y comida a los demás.

En el día de la batalla de Uhud, en un momento en que los musulmanes parecían sufrir la derrota, el Santo Profeta (sa) tomó el Baiat (juramento de alianza espiritual) de un grupo de entre sus Compañeros, para prometer sobre la condición de ofrecer sus vidas. A continuación, los Compañeros lucharon firmemente y arriesgaron sus vidas para defender al Santo Profeta (sa), hasta el punto de que algunos de ellos fueron martirizados. Entre los que tomaron el Baiat estaban Hazrat Abu Bakr (ra), Hazrat Umar (ra), Hazrat Talha (ra), Hazrat Sa’d (ra), Hazrat Sahl bin Hunaif (ra) y Hazrat Abu Dayana (ra).

El día de la batalla de Uhud, Hazrat Talha (ra) participó en ella junto al Santo Profeta (sa) y estuvo entre los que apoyaron decididamente al Santo Profeta (sa) y prometieron ofrecer sus vidas si fuera necesario; y así ocurrió que Malik bin Zuhair disparó una flecha en dirección al Santo Profeta (sa), pero Hazrat Talha (ra) protegió el rostro bendito del Santo Profeta (sa) con su mano. La flecha golpeó su dedo meñique, que quedó incapacitado. Cuando la primera flecha lo golpeó, dejó escapar un pequeño grito debido al inmenso dolor. Ante esto, el Santo Profeta (sa) declaró:

“Si hubieras recitado Bismil’lah (en nombre de Al’lah), habrías entrado en el paraíso de manera que la gente lo habría presenciado delante de sus propios ojos”.

En uno de los libros de historia se afirma, además, que en el día de la batalla de Uhud, un idólatra hirió dos veces en la cabeza de Hazrat Talha (ra): una vez cuando venía hacia él y la segunda vez cuando se alejaba de él, y perdió mucha sangre como consecuencia de ello.

Este mismo relato ha sido mencionado en otra narración en Sirat Al-Halabiyyah. Qais bin Abu Hazimah narra que, el día de la batalla de Uhud, vio el estado de la mano de Hazrat Talha (ra), que había quedado dañada gravemente al ponerla delante del Santo Profeta (sa) para protegerlo de las flechas. Según esta narración, perdió tanta sangre después de que las flechas atravesaran su mano, que quedó inconsciente. Hazrat Abu Bakr (ra) echó agua sobre él y finalmente recuperó la consciencia, y a continuación preguntó inmediatamente por el estado del Santo Profeta (sa). Entonces, Hazrat Abu Bakr (ra) le informó que el Santo Profeta (sa) estaba bien y que él mismo era quien lo había enviado para verlo. En ese momento, Hazrat Talha (ra) respondió:

[Árabe]

“¡Alabado sea Al’lah! Después de saber que el Santo Profeta (sa) está bien, cualquier dificultad se vuelve insignificante”.

El relato de esta batalla también está registrado en otra tradición de una fuente de la historia. Hazrat Zubair (ra) relata que el día de la batalla de Uhud, el Santo Profeta (sa) llevaba dos armaduras de mallas metálicas. Debido al peso de la armadura que llevaba el Santo Profeta (sa) y a su estado de debilidad por haber perdido mucha sangre debido las heridas -en la cabeza y en la cara- (este relato se cuenta después de la batalla), el Santo Profeta (sa) no fue capaz de escalar cierto montículo que había allí. Así pues, el Santo Profeta (sa) hizo que Hazrat Talha (ra) se arrodillara, colocó su pie sobre él y ascendió al montículo. Hazrat Zubair (ra) narra que escuchó al Santo Profeta (sa) decir que: “Talha (ra) se ha ganado el paraíso”.

En otra narración se dice que Hazrat Talha (ra) tenía cojera en una de sus piernas y por esta razón no podía caminar bien. Cuando levantó al Santo Profeta (sa), hizo todo lo posible para asegurarse de que diera cada paso con cuidado y de forma recta, y no tuviera ninguna molestia a pesar de la cojera. Después de esto, su cojera desapareció por completo.

Aishah y Umm-e-Ishaq, hijas de Hazrat Talha (ra), afirman que el día de la batalla de Uhud, su padre sufrió veinticuatro heridas, entre las cuales había una gran herida en la cabeza y además se había cortado uno de los vasos sanguíneos de su pierna. Además, uno de sus dedos había quedado incapacitado y el resto de su cuerpo estaba lleno de heridas, y se encontraba en un estado de semi-consciencia. Por su parte, los dos dientes delanteros del Santo Profeta (sa) se habían roto y había sufrido también muchas heridas en su bendito rostro; y también estaba en estado semi-consciente. Hazrat Talha (ra) entonces llevó al Santo Profeta (sa) a su espalda caminando hacia atrás y cada vez que se encontraba con un idólatra, luchaba contra él. Así continuó hasta que llegaron a un valle y sentó al Santo Profeta (sa) con su apoyo. Ésta es una referencia de Al-Tabqaat-ul-Kubra.

El día de la batalla de Uhud, Jalid bin Walid atacó a los musulmanes por sorpresa y lanzó un repentino ataque contra ellos, haciendo que se dispersaran. Basándose en varias narraciones, Hazrat Musleh Maud (ra) ha relatado estos incidentes mencionados anteriormente con más detalle. Su narración ilustra el asombroso relato del nivel de firmeza y sacrificio de Hazrat Talha (ra). A pesar de que esto ha quedado evidente en los relatos anteriores, sin embargo, los detalles de este relato que ha mencionado son los siguientes:

“Unos pocos Compañeros se precipitaron hacia el Santo Profeta (sa) y formaron un perímetro alrededor de él. No podían ser más de treinta en total. El ejército de La Meca atacó ferozmente este perímetro donde estaba el Santo Profeta (sa). Uno por uno, los musulmanes del perímetro cayeron bajo los golpes de los espadachines de La Meca. Aparte de los mecanos que estaban con espadas, desde la colina, los arqueros enviaron ráfagas de flechas hacia el Santo Profeta (sa). En ese momento, Talha (ra), que era uno de los Quraish, y se contaba entre los Muhayirin (musulmanes de La Meca que se habían refugiado en Medina), vio que las flechas enemigas estaban todas siendo dirigidas al rostro del Santo Profeta (sa). Extendió su mano y la sostuvo contra el rostro del Santo Profeta (sa). Entonces, flecha tras flecha golpeó la mano de Talha (ra), pero este valiente y decidido guerrero no permitió que su mano se moviera. Con cada impacto, la mano de Talha (ra) fue atravesada. Al final fue completamente mutilada y Talha (ra) perdió su mano. Muchos años después, durante la época del Cuarto Jalifa del Islam, Hazrat Ali (ra), cuando las disensiones internas habían levantado la cabeza, Talha (ra) fue descrito burlonamente por un enemigo como Talha “el manco”. Un Compañero respondió: “Sí, es manco. Pero, ¡bendito manco! ¿Sabes dónde perdió su mano? En la batalla de Uhud, en la que levantó la mano para proteger el rostro del Santo Profeta de las flechas del enemigo”.

Mucho después de la batalla de Uhud, alguien le preguntó a Talha: “¿No te dolía la mano al recibir los tiros de flecha y el dolor te hacía llorar de angustia?” Talha (ra) respondió: “Sí me dolía y me hacía llorar de dolor, pero me resistí a ambas cosas porque sabía que si mi mano temblaba, aunque fuera ligeramente, expondría el rostro del Santo Profeta a la ráfaga de flechas del enemigo”.

En la batalla de Ghazwa Hamra-ul-Asad, mientras perseguía al enemigo, el Santo Profeta (sa) se encontró con Hazrat Talha bin Ubaidul’lah (ra) y le dijo: “Talha, ¿dónde están tus armas?”. Le respondió: “Las tengo aquí cerca, al lado”. Fue rápidamente hacia el lugar y trajo sus armas, mientras que en ese momento Hazrat Talha (ra) había sufrido ya nueve heridas en el pecho, sólo en la batalla de Uhud. En realidad, había un total de más de 70 heridas en todo su cuerpo. No obstante, Hazrat Talha (ra) relata que estaba más preocupado por las heridas del Santo Profeta (sa) que por las suyas. Además, dijo que el Santo Profeta (sa) se acercó a él y le preguntó dónde había visto al enemigo y respondió que los había visto en una zona que estaba ligeramente baja. El Santo Profeta (sa) dijo que él también pensó lo mismo y declaró: “En lo que respecta a los Quraish, nunca más tendrán la oportunidad de actuar contra nosotros de esta manera, hasta el punto de que Dios Altísimo nos concederá la victoria sobre La Meca a través de nuestras manos”.

 

En el marco de la batalla de Tabuk, el Santo Profeta (sa) se enteró de la noticia de que algunos de los hipócritas se reunían en la casa de un judío llamado Suwailam, que estaba cerca de Yasum, que también era conocido como Bir-e-Yasim, y que estaba en dirección a Siria, cerca de Ratill, y era un pozo que pertenecía a Abu Haitham bin Tayhan. El agua de este pozo era de muy buena calidad y el Santo Profeta (sa) ya había bebido de ella. En cualquier caso, todos se reunían en su casa y él conspiraba contra el Santo Profeta (sa), instándoles a no ir con él a la batalla a la batalla de Tabuk. Entonces, el Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Talha (ra), junto con algunos otros Compañeros, hacia su casa y les ordenó que prendieran fuego a la casa de Suwailam. Hazrat Talha (ra) actuó en consecuencia y en el tiempo en el que esto ocurrió, Zihaak bin Jalifa se rompió la pierna mientras intentaba escapar por la parte de atrás de la casa; los otros hombres también huyeron del mismo modo.

Por su parte, Hazrat Ali (ra) cuenta que escuchó con sus propios oídos decir al Santo Profeta (sa) que Talha (ra) y Zubair (ra) serían sus vecinos en el paraíso.

Entre los que no fueron a la batalla de Tabuk estaba Hazrat Ka’b bin Malik (ra). Por ello fue boicoteado y después de cuarenta días, Dios Altísimo aceptó su arrepentimiento y anunció su perdón. Cuando vino a la mezquita para presentarse ante el Santo Profeta (sa), fue Hazrat Talha (ra) quien lo recibió, se encontró con él y lo felicitó. Pero aparte de Hazrat Talha (ra) nadie más se levantó de la reunión y Hazrat Ka’b (ra) declaró que nunca olvidaría este amable gesto de Hazrat Talha (ra).

Hazrat Said bin Zaid (ra) afirma:

“Puedo dar testimonio de nueve personas a las que se les dio la buena nueva del paraíso, e incluso si menciono a una décima persona, no me contaría entre los pecadores”.

Le preguntaron cómo era posible eso, a lo que respondió: “Estábamos en compañía del Santo Profeta (sa) en el monte Hira, cuando de repente empezó a temblar. En ese momento, el Santo Profeta (sa) dijo: ‘¡Oh Hira! ¡Tranquilízate! Porque no hay nadie en este monte excepto un Profeta, Siddique (verdadero) y Shahid (mártir)’. Entonces, a Hazrat Said (ra) se le preguntó quiénes eran esas personas, a lo que él respondió: “El Santo Profeta (sa), Abu Bakr (ra), Umar (ra), Usman (ra), Ali (ra), Talha (ra), Zubair (ra), Sa’d (ra) y Abdur Rahman bin Auf (ra)”. Estos fueron los nueve hombres que recibieron la noticia de que irían al paraíso; pero cuando le preguntaron quién era la décima persona, Hazrat Said bin Zaid (ra) se detuvo un rato y luego dijo: “Fui yo”.

Hazrat Said bin Yubair (ra) narra:

“El estado y la conducta de Hazrat Abu Bakr (ra), Hazrat Umar (ra), Hazrat Usman (ra), Hazrat Ali (ra), Hazrat Talha (ra), Hazrat Zubair (ra), Hazrat Sa’d (ra), Hazrat Abdur Rahman bin Auf (ra) y Hazrat Said bin Zaid (ra) era tal que, durante las batallas, se ponían delante del Santo Profeta (sa) y no paraban de luchar; y durante las oraciones, se ponían de pie detrás de él”.

Hazrat Yabir bin Abdul’lah narra que el Santo Profeta (sa) dijo una vez: “Quien quiera ver a un mártir andando en persona, debe encontrarse con Talha bin Ubaidul’lah”.

Hazrat Musa bin Talha y Hazrat Isa bin Talha narran, con la autoridad de su padre, Hazrat Talha bin Ubaidul’lah (ra) que:

“Los Compañeros del Santo Profeta (sa) dijeron que un beduino se acercó una vez al Santo Profeta (sa) y le preguntó quiénes eran las personas a las que se refería el versículo del Sagrado Corán:

[árabe]

‘Hay algunos de ellos que cumplieron su promesa…’, (33:24).

Inicialmente, tras preguntar, el Santo Profeta (sa) no respondió. El beduino le preguntó una segunda vez, pero el Santo Profeta (sa) tampoco respondió; y, nuevamente, al preguntarle por tercera vez, el Santo Profeta (sa) permaneció en silencio”.

Hazrat Talha (ra) además afirma: “Entré por la puerta de la mezquita y en ese momento llevaba un atuendo verde. Cuando el Santo Profeta (sa) me vio, preguntó: ‘¿Dónde está el interrogador que preguntó acerca de las personas mencionadas en el versículo: ‘Hay algunos de ellos que cumplieron su promesa…?’. El beduino respondió: “Fui yo, oh Mensajero de Al’lah”.

Hazrat Talha sigue narrando: “El Santo Profeta (sa) me señaló y dijo: ‘tú eres una de las personas con respecto a quien se dice: ‘Hay algunos de ellos que cumplieron su promesa…’”.

Abdur Rahman bin Usman (ra) escribe:

“En una ocasión estábamos con Hazrat Talha bin Ubaidul’lah (ra) en estado de Ihraam (con la intención de realizar Umra o Hall). Entonces, una persona trajo un ave y la presentó como una ofrenda. En ese momento, Hazrat Talha (ra) estaba descansando; algunos de nosotros comimos de ella, mientras que otros se abstuvieron de comer. Cuando Hazrat Talha (ra) se despertó, se mostró de acuerdo con la acción de quienes comieron de la ofrenda y dijo: ‘También comimos las ofrendas de otros que cazaban mientras estábamos en el estado de Ihraam en compañía del Santo Profeta (sa)’”.

Aslam, el esclavo liberado de Hazrat Umar (ra), narra que:

“Hazrat Umar (ra) vio a Hazrat Talha bin Ubaidul’lah (ra) usando dos prendas que habían sido teñidas con arcilla roja, a pesar de que estaba en un estado de Ihraam. Hazrat Umar (ra) preguntó: ‘¡Oh Talha! ¿Cuál es el significado de esta ropa?’, es decir, la ropa teñida. Y respondió: ‘¡Oh Amir-ul-Momenin! (Líder de los Fieles), la he teñido con arcilla’. Hazrat Umar (ra) respondió: ‘¡Oh vosotros, Compañeros! Todos vosotros sois líderes y la gente seguirá vuestra conducta. Si alguna persona ignorante lo ve usando esta ropa, dirá que Talha usa ropa de color en estado de Ihraam’. Es decir, independientemente del color que se haya usado, la gente podría presentar una acusación de que en lugar de usar ropa blanca, usaba ropa que había sido teñida”.

 

En otra narración, se encuentran las siguientes palabras (además del Hadiz mencionado anteriormente), en las que Hazrat Umar (ra) declaró: “La mejor ropa para usar en estado de Ihraam es la blanca; por lo tanto, no pongáis en duda a otras personas con respecto a este asunto”.

Hazrat Hassan (ra) relata que Hazrat Talha bin Ubaidul’lah (ra) vendió un pedazo de su tierra a Hazrat Usman bin Affan (ra) por un valor 700.000 dirhams. Cuando Hazrat Usman (ra) pagó la cantidad, Hazrat Talha (ra) se llevó el dinero a casa. Pensó para sí mismo que, si uno guarda esta cantidad de dinero en casa, desconoce lo que Dios Altísimo ha decretado con respecto a la vida y la muerte. Así pues, durante toda la noche, con la ayuda de otros, recorrieron las calles de Medina y dieron dinero a los necesitados. Cuando amaneció, a Hazrat Talha (ra) no le quedaba ni un dirham de esa cantidad.

Ibn Yarir narra que Hazrat Talha (ra) una vez se encontró con Hazrat Usman (ra) cuando salía de la mezquita y Hazrat Talha (ra) dijo: “Tengo los 50.000 dirhams que te debo, por favor, envía a alguien a recogerlos, (posiblemente le tomó prestada esta cantidad en el pasado y ahora tenía el dinero para devolvérselo)”. Pero Hazrat Usman (ra) respondió: “Te los di como un regalo, debido a tu amabilidad”.

Hazrat Talha (ra) fue martirizado en Yang-e-Yamal o la batalla del Camello. Con respecto a esto, hay una narración de Qais bin Abi Hazim en la que escribe:

“El día de Yang-e-Yamal, Marwan bin Hakam disparó una flecha que alcanzó a Hazrat Talha bin Ubaidul’lah en la rodilla, perforando un vaso sanguíneo. Cuando aplicaba presión sobre la herida, la sangre se detenía, pero cuando no lo hacía, la sangre brotaba. Hazrat Talha luego dijo: ‘¡Por Dios! No hemos sufrido aún de las flechas de estas gentes’. Luego dijo: ‘¡Dejen mi herida, ya que esta flecha fue enviada por Dios Altísimo!’”

Hazrat Talha bin Ubaidul’lah (ra) fue martirizado el día 10 del mes Yumad al-Zani, el año 36 después de la Hégira, durante Yang-e-Yamal. En el momento de su martirio, Hazrat Talha tenía unos 64 años; mientras que, según otra narración, tenía 62 años.

Said bin Musayyib narra que en una ocasión un hombre habló mal de Hazrat Ali (ra), Hazrat Talha (ra) y Hazrat Zubair (ra). Hazrat Sa’d bin Malik, es decir, Hazrat Sa’d bin Abi Waqas, lo detuvo diciendo: “No insultes a mis hermanos”; sin embargo, el hombre no desistió. Entonces, Hazrat Sa’d (ra) se puso de pie y ofreció dos raka’ats de oración y realizó la siguiente súplica: “¡Oh Al’lah! Si estas cosas que está diciendo son castigables ante Tus ojos, entonces envía Tu castigo sobre él delante de mí, para que pueda ser una lección para los demás”. Entonces, tan pronto como este individuo dejó la reunión, un camello comenzó a cargar contra él. El camello lo embistió en un terreno rocoso y tirándole al suelo, lo aplastó y lo mató. El narrador dice que la gente fue a Hazrat Sa’d (ra) diciendo: “¡Oh Abu Isaac! Alégrate porque tu oración ha sido aceptada”.

Ali bin Zaid narra, sobre la autoridad de su padre, que una persona vio en un sueño que se le apareció Hazrat Talha (ra) y le dijo que cambiara la ubicación de su tumba, ya que el agua le molestaba mucho. Se le apareció de nuevo en otro sueño y así vio el mismo sueño en tres ocasiones consecutivas. Esa persona fue a ver a Hazrat ibn Abbas (ra) y le contó su sueño. Cuando fueron a su tumba, la parte de su cuerpo que estaba sumergido en el suelo se había vuelto verde debido al agua. Por lo tanto, la gente movió el cuerpo de Hazrat Talha (ra) y lo enterró en otro lugar.

Sobre ello, el narrador dice:

“Es como si todavía pudiera presenciar el alcanfor que estaba en sus ojos, que no cambió en absoluto. El único cambio fue su cabello que se había movido de su lugar. Entonces, la gente compró una de las casas de Hazrat Abu Bakr (ra) por 10.000 dirhams y enterró allí a Hazrat Talha (ra)”.

Hazrat Talha bin Ubaidul’lah (ra) ganaba entre 400.000 y 500.000 dinares al año de sus diferentes terrenos en Irak. Cosechaba las tierras en diferentes áreas de Saraah, que era una región montañosa similar a una isla, al oeste de la península árabe, y que se extendía de norte a sur. También se conocía como Yabal as-Saraah. También ganaba al menos 10.000 dinares debido al grano de esta zona y de otras tierras que poseía. En este sentido, no había una sola persona pobre de entre los Banu Taim cuya familia no se beneficiara de la riqueza de Hazrat Talha (ra) y cuyas viudas no estuvieran casadas gracias a esa riqueza, y cuyos necesitados no recibieran asistencia; es decir, él ayudaba a los pobres y pagaba las deudas de quienes no podían pagarlas. Además, cada año, cuando recibía el dinero de sus cosechas, enviaba 10.000 dirhams a Hazrat Aisha (ra).

Hazrat Muawiyya preguntó a Musa bin Talha cuánta riqueza dejó Abu Muhammad, es decir, Hazrat Talha bin Ubaidul’lah (ra), su padre. Y éste respondió que 2.2 millones de dirhams y 200.000 dinares. Toda su riqueza la obtuvo de las diversas tierras que poseía.

Como se ha mencionado, fue martirizado en Yang-e-Yamal, cuyos detalles, si Dios quiere, narraré en el futuro, porque dichos acontecimientos son tales que merecen ser mencionados por separado, para que las preguntas que surjan en la mente de uno puedan resolverse. Por eso, si Dios quiere, lo narraré en el futuro.

Ahora quiero decir, como mencioné en el sermón anterior, que todos deben seguir adhiriéndose a las medidas de precaución contra la actual pandemia del coronavirus. También se debe tener precaución al asistir a la mezquita. Por ejemplo, si uno sufre de fiebre leve o sufre dolores y molestias, debe abstenerse de ir a lugares públicos. Además, deben protegerse a sí mismos y a los demás. Finalmente, debemos prestar especial atención a las oraciones. ¡Que Dios Altísimo proteja al mundo de las aflicciones!

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