Hombres de Excelencia: Hazrat Hamza (ra)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
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Hombres de Excelencia: Hazrat Hamza (ra)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

SERMÓN DEL VIERNES, 30 de DICIEMBRE de 2022.

Pronunciado en la MEZQUITA MUBARAK de Islamabad (Tilford, Surrey), Reino Unido.

Después de recitar el Tashahud, el Taawwuz y el Surah Al-Fatihah,

Hazrat Mirza Masrur Ahmad, Jalifatul Masih V (atba), explicó lo siguiente:

Cuando finalicé los relatos de la vida de Hazrat Abu Bakr Siddiq (ra), dije que con ello concluiría la serie de narraciones de los “Compañeros Badri (ra)”. Sin embargo, muchos aspectos y detalles de algunos de los Compañeros (ra) que ya había mencionado salieron a la luz más tarde y, comenté que, o bien los relataría en otro momento, o bien se incluirían [en los textos] una vez publicados estos [sermones]. Algunas personas me han escrito diciendo que se han beneficiado mucho al escuchar estos relatos históricos y que dichos datos adicionales también deberían mencionarse en los sermones de los viernes. Por ello, he considerado oportuno citarlos a lo largo de algunos sermones, para que la gente pueda tener conocimiento de estos detalles y un mayor número de personas pueda escucharlos.

En cualquier caso, voy a mencionar en primer lugar a Hazrat Hamzah (ra). Era el tío paterno del Santo Profeta Muhammad (sa) y, se desprende de varios de sus dichos, así como de su reacción ante su martirio, que le era muy querido. En este sentido, es posible que algunas cosas se repitan brevemente.

En una de las narraciones se menciona que al Santo Profeta (sa) le gustaba mucho el nombre “Hamzah”. [Pues bien, en relación a esto], Hazrat Yabir bin Abdil’lah (ra) relata:

“A alguien de entre nosotros le nació un hijo en su casa y preguntó cómo llamar al niño. El Profeta (sa) dijo: ‘Ponle el nombre de Hamzah bin Abdil Muttalib, que es mi nombre favorito de entre todos los nombres”.

En cuanto a las esposas e hijos de Hazrat Hamzah (ra), está escrito en “Tabaqat-ul-Kubra” que uno de sus matrimonios fue con la hija de Mila bin Malik, que pertenecía a la tribu de Aus. De este matrimonio nacieron Yala y Amir. En base al nombre de su hijo, Yala, uno de los títulos de Hazrat Hamzah (ra) era “Abu Yala”. De su segundo matrimonio [que tuvo lugar con] con Hazrat Jaula bint Qais Ansaria (ra), nació Hazrat Ammarah (ra). En base a su nombre, Hazrat Hamzah (ra) [además] eligió el título de “Abu Ammarah”. Otro de sus matrimonios fue con Hazrat Salma bint Umais (ra), hermana de Hazrat Asma bint Umais (ra). De ella nació una hija llamada Hazrat Umamah (ra), quien es la misma Umamah sobre la que Hazrat Ali (ra), Hazrat Yafar (ra) y Hazrat Zaid bin Harizah (ra), que Dios esté complacido con todos ellos, discutieron, [puesto que] cada uno de ellos deseaba que Hazrat Umamah (ra) se quedara con ellos. No obstante, el Santo Profeta Muhammad (sa) decidió a favor de Hazrat Yafar bin Abi Talib (ra), ya que la tía materna de Hazrat Umamah (ra), Hazrat Asma bint Umais (ra), estaba casada con Hazrat Yafar (ra).

[Por otro lado], Ammarah, Fazl, Zubair, Aqil y Muhammad estaban entre la descendencia del hijo de Hazrat Hamzah (ra) llamado Yala, aunque todos ellos fallecieron. Así pues, al morir los hijos de Hazrat Hamzah (ra), los suyos no tuvieron descendencia que continuara [la familia].

Los pormenores de la discusión entre Hazrat Ali (ra), Hazrat Yafar (ra) y Hazrat Zaid bin Hariza (ra), en relación con la hija de Hazrat Hamzah (ra) y que se acaban de mencionar, se han registrado en Bujari del siguiente modo:

Hazrat Bara bin Azib (ra) relata que cuando el Santo Profeta (sa) tenía la intención de realizar la “Umrah” [visita breve a los lugares sagrados de La Meca] en [el mes de] “Zu al-Qadah”, pero la gente de La Meca se negó a permitirle la entrada. Al final, llegó a un acuerdo con ellos, con la condición de que pudieran venir al año siguiente a realizar la “Umrah” y permanecer allí tres días. [Luego], cuando se redactó el pacto en los siguientes términos: “Estas son las condiciones que Muhammad, el Mensajero de Dios [sa], acepta”, la gente de La Meca dijo: “No aceptamos esto. Si te hubiéramos aceptado como el Mensajero de Dios [sa], nunca te hubiéramos detenido. Por lo tanto, en su lugar escribe “Muhammad bin Abdil’lah”.

El Profeta (sa) respondió: “Soy el Mensajero de Al’lah y también soy Muhammad bin Abdil’lah”. Entonces ordenó a Hazrat Ali (ra) que borrara las palabras “Mensajero de Dios”, aunque Hazrat Ali (ra) declaró: “Yo nunca lo borrare. ¡Por Al’lah, nunca borraré tu título!”. [A pesar de ello], el Santo Profeta Muhammad (sa) cogió el papel en el que se estaba redactando y, a pesar de no saber escribir correctamente, redactó [lo siguiente]: “Estas son las condiciones que Muhammad bin Abdil’lah acepta: ‘Nadie traerá armas a La Meca, excepto las espadas que permanezcan en sus vainas; no se llevarán con ellos a nadie de La Meca, aunque deseen acompañarles; y nadie de los Compañeros [ra] será detenido si desea permanecer en La Meca”.

De acuerdo con el tratado, cuando entraron en La Meca al año siguiente y el período estipulado llegó a su fin, los qureish se dirigieron a Hazrat Ali (ra) y le manifestaron: “Dile a tu amigo (es decir, al Santo Profeta -sa-) que se marche, ya que ha trascurrido el periodo acordado”. Entonces, el Mensajero de Dios (sa) partió de allí. [Entretanto], la hija de Hazrat Hamzah (ra), que le seguía, exclamó: “¡Oh tío, oh tío!”. [Entonces], Hazrat Ali (ra) fue, la cogió de la mano y le dijo a Fátima (ra): “Coge a la hija de tu tío”; y a continuación la colocaron en la montura. Luego, Hazrat Ali (ra), Hazrat Zaid (ra) y Hazrat Yafar (ra) comenzaron a discutir sobre el asunto de [la tutela de] la hija de Hazrat Hamzah (ra). [Por su parte], Hazrat Ali (ra) proclamó: “Yo la he traído y es la hija de mi tío”; mientras que Hazrat Yafar (ra) exclamó: “Es la hija de mi tío y su tía materna es mi esposa”. [A continuación], Hazrat Zaid (ra) afirmó: “Es la hija de mi hermano”. [Al final], el Mensajero de Al’lah (sa) adoptó una decisión sobre el asunto diciendo que se quedaría con su tía materna y puso de manifiesto que: “Una tía materna tiene el rango de una madre”. [Aparte], le aclaró a Hazrat Ali (ra): “Tú eres mío y yo soy tuyo”. Después le dijo a Hazrat Yafar (ra): “Eres similar a mí en apariencia y en naturaleza”; y a Hazrat Zaid (ra) le respondió: “Eres nuestro hermano y amigo”. [Más tarde], Hazrat Ali (ra) preguntó: “¿No te casarías con la hija de Hazrat Hamzah (ra)?”; y contestó: “Es la hija de mi hermano adoptivo y yo soy su tío”.

Hoy en día, cuestiones menores como estas pueden resolverse a través de estos incidentes. A veces, hay casos en el “Departamento del Qadah” [jurisprudencia] en los que se cuestiona por qué se otorga la custodia a la tía o a la abuela materna. Por tanto, a través de estos relatos, se han resuelto asuntos similares.

En relación a la aceptación del Islam de Hazrat Hamzah (ra), también se menciona en “Raud al-Unf” que, aparte de Ibn Ishaq, otros han añadido más detalles en relación a su aceptación del Islam.

[El propio] Hazrat Hamzah (ra) relata:

“Cuando me invadió la ira (todo el incidente narrado por su sirvienta, como se ha mencionado anteriormente) dije: ‘Sigo la religión de Muhammad (sa)’. Sin embargo, más tarde sentí remordimiento por haber abandonado la religión de mis antepasados y pasé la noche sin pegar ojo dudando acerca de este gran asunto. Entonces fui a la Kaabah y recé fervientemente a Dios Altísimo para que abriera mi corazón a la verdad y disipara todas mis dudas; y no había finalizado mis oraciones cuando las dudas me abandonaron por completo y mi corazón se llenó de certeza. A la mañana siguiente fui a ver al Santo Profeta Muhammad (sa) y le conté todo el incidente. Ante esto, el Profeta (sa) rezó para que Al’lah me concediera firmeza”.

[Por otro lado], Hazrat Ammar bin Abi Ammar (ra) narra que:

“Hazrat Hamzah bin Abi Muttalib (ra) pidió al Santo Profeta (sa) que le mostrara el verdadero rostro de Hazrat Gabriel (as). El Mensajero de Dios (sa) respondió: ‘No tienes capacidad para verle’; y preguntó: ‘¿Por qué no?’. El Santo Profeta Muhammad (sa) contestó: ‘Permanece sentado donde estás, si quieres’.”

El narrador prosigue:

“Hazrat Gabriel (as) apareció entonces en la parte de madera de la Kaabah, donde los idólatras colocaban sus ropas mientras realizaban los circuitos. El Profeta (sa) entonces exclamó: ‘Ahora mira hacia arriba y observa’. Cuando levantó la vista vio que los dos pies de Hazrat Gabriel (as) eran como ‘zabaryad’ [piedra preciosa] verde y a continuación cayó inconsciente”.

El “zabaryad” es una piedra preciosa similar a la esmeralda.

En [el mes de] “Safar” del segundo año después de la Hégira, el Santo Profeta (sa) partió de Medina a Abwa junto con un grupo de Compañeros (ra) y Hazrat Hamzah (ra) también tuvo la oportunidad de formar parte de este grupo. Hazrat Hamzah (ra) tuvo el honor de llevar la bandera del Mensajero de Al’lah (sa), que era blanca. [En esa ocasión], el Profeta (sa) había nombrado en su lugar a Hazrat Abu Sad (ra) como gobernador de Medina; o según otra narración, nombró a Hazrat Sad bin Ubaidah (ra). En esta expedición no se produjo ninguna batalla y se firmó un tratado de paz con Banu Damrah. [Por cierto que] esta fue la primera expedición en la que el Santo Profeta Muhammad (sa) participó personalmente. Otro nombre de esta expedición es “Waddan”.

En relación a esto, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) ha escrito [lo siguiente] en “Sirat Jatamun-Nabiyyin” [‘La vida del Sello de los Profetas (sa)’]:

“El permiso Divino de la ‘yihad’ por la espada fue concedido en el mes de ‘Safar’, durante el segundo año tras la emigración. Como era necesaria una acción inmediata para proteger a los musulmanes de las intenciones sangrientas y de los planes amenazadores de los qureish, el Santo Profeta (sa) partió de Medina con un grupo de ‘Muhayirin’, en el nombre de Dios Altísimo. Antes de partir, el Profeta (sa) nombró a Sad bin Ubaidah (ra), jefe de los ‘jazray’, como ‘Amir’ [jefe] de Medina en su ausencia, y partió hacia el suroeste de Medina por el camino hacia La Meca, hasta que finalmente llegó a Waddan. El pueblo de los Banu Damrah residía aquí y esta tribu era una rama de los Banu Kinanah, por lo que estas personas eran primas paternas de los qureish. [Pues bien], al llegar allí, el Mensajero (sa) mantuvo conversaciones con el jefe de los Banu Damrah y firmaron un tratado de mutuo acuerdo.  Las condiciones del mismo eran que los Banu Damrah mantendrían relaciones amistosas con los musulmanes y no ayudarían a ningún enemigo en contra de ellos. Además, si el Santo Profeta Muhammad (sa) los llamara para apoyar a los musulmanes, acudirían inmediatamente.

Por otra parte, en nombre de los musulmanes, el Santo Profeta (sa) acordó que estos mantendrían relaciones amistosas con los Banu Damrah y los ayudarían siempre que fuera preciso, [por lo que] ambas partes escribieron y firmaron este pacto; [y tras ello], el Mensajero de Dios (sa) regresó tras una ausencia de quince días. [Por cierto], a la “Ghazwah [expedición] de Waddan” también se la conoce con el nombre de “Ghazwah de Abwa”, ya que el pueblo de Abwa se hallaba muy próximo a Waddan y era el mismo lugar donde falleció la noble madre del Profeta (sa). [Por otro lado], los historiadores escriben que en dicha expedición, aparte de los Banu Damrah, el Santo Profeta también tenía en mente a los qureish, lo cual significa que, en realidad, esta campaña del Mensajero de Al’lah (sa) tenía como objeto poner fin a las estratagemas amenazadoras de los qureish. Además, su propósito era eliminar la influencia venenosa y peligrosa que las caravanas de los qureish generaba entre las tribus de Arabia en contra de los musulmanes, a causa de la cual el estado de los musulmanes se debilitaba cada vez más durante esos días.

En dicha expedición, Hazrat Hamzah (ra) izaba la bandera del Santo Profeta Muhammad (sa).

“Después de esto, en ‘Yamadiyul Ula’ [el año 2 de la Hégira], tras recibir de nuevo noticias de los qureish de La Meca, el Santo Profeta (sa) partió de Medina en compañía de algunos Compañeros [ra], cuyo número se dice que ascendía a 150 o 200, y nombró Amir a su hermano adoptivo, Abu Salaman bin Abdil Asad (ra), en su ausencia. Asimismo, en esta expedición, Hazrat Hamzah (ra) llevaba la bandera blanca del Profeta (sa). [Más tarde y] tras dar muchas vueltas en esta ‘ghazwah’, el Mensajero de Dios (sa) finalmente llegó a ‘Ushairah’, que estaba situada cerca de la costa y la región de Yanbu; y aunque no hubo batalla con los qureish, el Santo Profeta Muhammad (sa) llegó a un acuerdo con los Banu Mudlij, en los mismos términos acordados con los Banu Damrah, y posteriormente regresó”.

El combate entre individuos que se produjo durante la “Batalla de Badr” ya se ha mencionado haciendo referencia a varios hadices y Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) ha mencionado los detalles de la siguiente manera.

“Los ejércitos se habían alineado uno frente al otro. No obstante, en ese momento, se manifestó un asombroso espectáculo del poder Divino, pues la disposición de ambos ejércitos era tal que el musulmán parecía superior, o más bien, el doble de su número real a los ojos de los qureish. Esto hizo que los incrédulos quedaran sobrecogidos de temor. Por otro lado, el contingente de los qureish parecía menor que su número real a los ojos de los musulmanes, lo cual hizo que aumentara su valor y fortaleza. [Entretanto], los qureish intentaron averiguar la cifra correcta [de combatientes] del ejército musulmán para poder reconfortar los corazones de los que habían empezado a hundirse. Con este fin, los jefes de los qureish enviaron a Umair bin Wahb para que cabalgara alrededor del ejército musulmán a fin de averiguar su número real y si estaba siendo ayudado por algún refuerzo que no se hallaba a la vista. Así pues, Umar, montó en su caballo y dio una vuelta alrededor de los musulmanes, pero fue testigo de tal solemnidad, determinación y temeridad ante la muerte en los rostros de estos musulmanes, que regresó profundamente desalentado y, dirigiéndose a los qureish, les dijo:

‘No he podido ver ningún refuerzo oculto, pero ¡oh pueblo de los qureish! He sido testigo de que en el ejército musulmán no son hombres los que cabalgan sobre las monturas de esas camellas, sino que son muertos los que están sentados sobre ellas. La destrucción va montada sobre los lomos de las camellas de Yazrib’ [antiguo nombre de ‘Medina’].

Cuando los qureish escucharon estas noticias, se espació entre sus filas una ola de ansiedad. [Por su parte], Suraqah, que había venido como su garante, se sintió tan sobrecogido, que escapó despavorido y cuando la gente intentó detenerle, este manifestó: ‘Vosotros no veis lo que yo veo’.

[Luego], al oír Hakim bin Hizamb la opinión de Umair, se acercó frenéticamente a Utbah bin Rabiah y le dijo: ‘¡Oh Utbah, después de todo, lo que buscas de Muhammad (sa) es la retribución de Amr Hadrami, pues era tu confederado. ¿No sería mejor que pagaras el dinero de sangre a sus herederos y volvieras con los qureish? Se te conocerá para siempre con un buen nombre’. 

Utbah, que ya estaba asustado, no podía desear nada mejor y dijo al instante: ‘¡Por supuesto! Estoy de acuerdo. Hakim, al fin y al cabo estos musulmanes son también parientes nuestros. ¿Te parece bien que un hermano levante la espada contra su hermano y un padre contra su hijo? Dirígete hacia Abdul Hakam (es decir, Abu Yahl) y preséntale esta idea’.

Entonces, Utbah montó en su camello y comenzó a persuadir por su cuenta a la gente que ‘no es correcto luchar contra los parientes y deberíamos regresar y dejar a Muhammad (sa) en paz, y que resuelva él mismo este asunto con las tribus de Arabia. Ya veremos lo que pasa y, después de todo, no es una tarea fácil luchar contra estos musulmanes; porque, incluso si me llamáis cobarde, a pesar de que no lo soy, sin embargo veo una gente que está deseando encontrar la muerte’.

Cuando el Santo Profeta (sa) vio de lejos a Utbah, proclamó: ‘Si hay alguien entre el ejército de los qureish que posea algo de nobleza, es sin duda el jinete de ese camello rojo. Si la gente escucha su consejo, será por su bien’. No obstante, cuando Hakim bin Hizam se acercó a Abu Yahl y le presentó esta propuesta, ¿era de esperar que este ‘Faraón’ del pueblo se dejara convencer de tal cosa? [Pues bien], replicó al instante: ‘¡Bueno, bueno! ¡Utbah ha comenzado a ver a sus familiares enfrente suyo!’. Entonces llamó a Amr Hadrami, el hermano de Amr Hadrami y le preguntó: ‘¿Has oído lo que dice tu aliado Utbah? ¡Especialmente cuando la retribución de tu hermano está en nuestras manos!’. [Tras lo cual], los ojos de Amir comenzaron a llenarse de sangre por su rabia y, según la costumbre árabe, desgarró su ropa y quedándose desnudo [en la parte superior de su cuerpo], comenzó a exclamar:

‘¡Qué pena siento por Amr!

¡Mi hermano no está siendo vengado!

¡Qué pena siento por Amr!

¡Mi hermano no está recibiendo venganza!’.

Este grito en el desierto encendió un fuego de enemistad en los corazones de los qureish y el horno de la guerra comenzó a arder intensamente. La burla manifestada por Abu Yahl enfureció a Utbah.  Consumido por la ira, cogió a su hermano Shaibah y a su hijo Walid y se adelantó al ejército de los incrédulos. Según la antigua costumbre árabe, [primero] demandó un combate individual. Algunos de ‘Ansar’ [mayores de cuarenta años] se adelantaron para combatirles, pero el Profeta (sa) los contuvo y pidió: ‘¡Hamzah, levántate! ¡Ali, levántate! ¡Ubaidah, levántate!’. Los tres eran parientes muy cercanos del Santo Profeta Muhammad (sa) y era su deseo que sus propios parientes fueran los primeros en avanzar ante el peligro.  Por otra parte, al ver a los ‘Ansares’, Utbah y sus camaradas exclamaron en voz alta: ‘¿Qué sabemos de vosotros? Traed ante nosotros a gente de nuestro nivel’. Entonces, avanzaron Hamzah (ra), Ali (ra) y Ubaidah (ra) y, según la costumbre árabe, tras identificarse cada uno, Ubaidah bin Muttalib se enfrentó a Walid, Hamzah (ra) a Utbah y Ali (ra) a Shaibah. [A continuación], Hamzah (ra) y Ali (ra) hicieron morder el polvo a sus adversarios con solo dos golpes; pero Ubaidah (ra) y Walid se intercambiaron dos o cuatro golpes y, eventualmente, ambos cayeron al suelo sufriendo graves heridas a manos del contrario. En ese momento, Hamzah (ra) y Ali (ra) avanzaron rápidamente y acabaron con Walid y llevaron a Ubaidah (ra) de regreso a su campamento. Sin embargo, Ubaidah (ra) no pudo recuperarse de las heridas y falleció en el viaje de regreso de Badr”.

 

Durante la “Batalla de Badr”, Hazrat Hamzah (ra) también mató a Tuaima bin Adi, un jefe de los qureish. [Aparte], existe una narración sobre un incidente de la época de “Badr” en el que Hazrat Hamzah (ra) mató a los camellos de Hazrat Ali (ra) mientras estaba ebrio. Esto ocurrió antes de la prohibición del alcohol y dicho incidente se ha registrado en Bujari de la siguiente manera, (aunque hay varios narradores):

Hazrat Ali bin Hussein relata que según su padre, Hazrat Hussein bin Ali (ra), Hazrat Ali bin Abi Talib (ra) contó que:

“Mientras me hallaba con el Santo Profeta (sa) con motivo de la ‘Batalla de Badr’, recibí un camello joven como botín de guerra y el Profeta (sa) me regaló otro camello. Un día, los llevé a la casa de un Compañero Ansari [ra] y los até con la intención de colocar un poco de ‘azjar’ sobre sus lomos y luego venderlo. (El ‘azjar’ es un tipo de hierba que utilizan personas como los orfebres y la planta en sí es aromática). También me acompañaba un orfebre de los Banu Qainuqa y mi intención era emplear los ingresos para la ceremonia de ‘walima’ con Fátima (ra), con quien estaba a punto de contraer matrimonio. [Por su parte], Hamzah bin Abdil Muttalib (ra) estaba bebiendo alcohol en la casa de ese mismo Compañero Ansari [ra] y además había una cantante entre ellos, [quien en un momento dado] cantó: ‘¡Oh Hamzah, levántate y ve hacia los camellos jóvenes y gordos!’. [Entonces], Hazrat Hamzah (ra), llevado por la pasión, asió la espada y cortó las jorobas de ambos camellos y, destripando sus vientres, les sacó los hígados.

[Luego], Ibn Juraij añade:

“Le pregunté a Ibn Shahab si también les cortó las jorobas, a lo que respondió: ‘Les cortó las jorobas a ambos y se las llevó’.”

[Asimismo], Ibn Shahab relata que Hazrat Ali (ra) dijo:

“Me dolió mucho ver eso y entonces me dirigí al Mensajero de Al’lah (sa). En ese momento, Zaid bin Harizah (ra) estaba también con él. Informé al Santo Profeta Muhammad (sa) de este incidente, tras lo cual acudió [a Hazrat Hamzah (ra)] acompañado de Zaid (ra) y de mí mismo. Cuando el Santo Profeta (sa) llegó hasta Hamzah (ra) y le expresó su disgusto, Hazrat Hamzah (ra) levantó la vista y, en su estado de embriaguez, le espetó incluso al Profeta (sa): ‘Todos vosotros sois siervos de mis antepasados’. El Mensajero de Dios (sa) dio media vuelta y se marchó (este incidente tuvo lugar antes de la prohibición del alcohol). [Además], el Santo Profeta (sa) manifestó que mientras estuviera en ese estado era mejor no hablar con él. No obstante, más tarde se vio que cuando se prohibió el alcohol, estas personas no se acercaron a él”.

Este era el estándar al que se atenían los Compañeros [ra] a la hora de cumplir los mandamientos de Dios Altísimo, pues rompieron inmediatamente sus vasijas [de alcohol] y no dijeron que dejarían de beber poco a poco, como dice la gente hoy en día. Primero, se vuelven adictos a tales sustancias, lo cual ya es incorrecto y está prohibido en el Islam, y luego dicen que poco a poco se librarán de este hábito, más dicen que hay que darles tiempo. En cualquier caso, este fue un incidente que tuvo lugar y, tras ello, su nivel de sacrificio siguió elevándose. Sin duda, [luego], Hazrat Hamzah (ra) se habría sentido muy avergonzado por lo que dijo.

Tras la “Batalla de Badr”, durante la expedición hacia los Banu Qainuqah, Hazrat Hamzah (ra) también estuvo al frente de ella y además sostuvo la bandera blanca del Santo Profeta Muhammad (sa) en esta expedición. Esto ha sido explicado en detalle por Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra), quien escribe:

“Cuando el Profeta (sa) emigró de La Meca y llegó a Medina, había tres tribus entre los judíos que habitaban Medina en ese momento. Sus nombres eran ‘Banu Qainuqa’, ‘Banu Nadir’ y ‘Banu Quraizah’. En cuanto el Santo Profeta (sa) llegó a Medina, estableció tratados de paz y seguridad con estas tribus y sentó las bases de una convivencia pacífica y armoniosa. En virtud de los acuerdos, todas las partes eran responsables de mantener la paz y la seguridad en Medina; y si un enemigo extranjero atacaba dicha ciudad, todos eran colectivamente responsables de su defensa. Al principio, los judíos se ajustaron al tratado y, al menos abiertamente, no crearon conflictos con los musulmanes. Sin embargo, cuando empezaron a notar que los musulmanes seguían ganando fuerza en Medina, empezaron a cambiar de actitud y resolvieron firmemente acabar con este creciente poder de los musulmanes. Para ello, empezaron a emplear todo tipo de artimañas lícitas e ilícitas, hasta el punto de que ni siquiera se contuvieron en su intento de crear fisuras entre los musulmanes e instigar así una guerra civil.

Así, se narra que, en una ocasión, un gran grupo de personas de las tribus de Aus y Jazrall estaban sentados juntos y conversando con amor y armonía, cuando un judío malicioso llegó a esta reunión y comenzó a mencionar la ‘Batalla de Buaz’. Esta fue la horrible guerra que tuvo lugar entre estas dos tribus unos años, antes de la emigración, y en la que muchas personas de entre los Aus y los Jazrall fueron asesinadas a manos de unos y otros [de entre ellos mismos]. En cuanto se mencionó esta guerra, se refrescaron los recuerdos del pasado y las escenas de antiguas enemistades empezaron a correr ante los ojos de varias personas que llegaron a emocionarse. El resultado fue que, a partir de comentarios satíricos, burlas y calumnias, el asunto escaló hasta tal punto que ambas partes se encontraron dándose puñetazos en la misma reunión. No obstante, gracias a Dios que el Mensajero de Al’lah (sa) fue notificado a su debido tiempo e inmediatamente llegó al lugar con un grupo de ‘Muhayirin’ [musulmanes que habían emigrado de La Meca a Medina] y calmó a ambas partes; [al mismo tiempo] también les reprendió diciendo: ‘¿Seguís un camino de ignorancia mientras yo estoy entre vosotros? No valoráis el favor de Dios que a través del Islam os ha hecho hermanos?’. Los ‘Ansar’ [musulmanes residentes de Medina mayores de cuarenta años] se sintieron tan profundamente conmovidos por esta admonición que sus ojos comenzaron a derramar lágrimas y empezaron a abrazarse unos a otros mientras se arrepentían de su conducta.

Cuando tuvo lugar la ‘Batalla de Badr’ y Dios Altísimo, en Su Gracia, concedió una victoria convincente a los musulmanes, a pesar de que eran pocos y sin medios, respecto a un ejército muy feroz como el de los qureish, y los líderes prominentes de La Meca fueron totalmente derrotados, los judíos de Medina se encendieron en llamas de celos. [Como consecuencia], empezaron a lanzar abiertamente comentarios mordaces contra los musulmanes y a afirmar públicamente en las reuniones que: ‘¿Y qué si habéis derrotado al ejército de los qureish? Dejemos que Muhammad [sa] luche contra nosotros y demostraremos cómo se libran las guerras’. Esto llegó a tal extremo que, en una reunión, llegaron a pronunciar tales palabras en presencia del [propio] Santo Profeta (sa).

En este sentido, hay una narración que recoge que después de la ‘Batalla de Badr’, cuando el Santo Profeta (sa) regresó a Medina, un día, reunió a los judíos y los amonestó, y mientras presentaba su discurso, los invitó al Islam. Los jefes entre los judíos respondieron a este pacífico y comprensivo discurso del Profeta (sa) con las siguientes palabras: ‘¡Oh Muhammad [sa], parece que quizás te has vuelto arrogante después de matar a unos pocos qureish! Esa gente era inexperta en el arte de la guerra. Si lucharais contra nosotros, conoceríais a guerreros de verdadera clase’. [Así pues], los judíos no se quedaron en una mera amenaza, sino que parece que incluso empezaron a urdir conspiraciones para asesinar al Mensajero de Dios (sa).

Hay una narración que dice que en aquellos días, cuando un fiel Compañero de nombre Talhah bin Barara (ra) estaba a punto de fallecer, él legó que: ‘Si muero por la noche, el Profeta (sa) no debe ser notificado sobre mi oración fúnebre, no sea que por mi culpa le ocurra una desgracia al Mensajero de Al’lah (sa) a manos de los judíos’. Por consiguiente, tras la ‘Batalla de Badr’, los judíos empezaron abiertamente a alimentar la maldad; y entre los judíos de Medina, como los Banu Qainuqa eran los más poderosos y atrevidos, fueron ellos los primeros que empezaron a incumplir el tratado.

En este sentido, escriben los historiadores:

‘Entre los judíos de Medina, los Banu Qainuqa fueron los primeros en romper el tratado que se había establecido entre ellos y el Santo Profeta (sa). Después de Badr, comenzaron a rebelarse ferozmente y expresaron abiertamente su rencor y malicia, y rompieron su tratado y acuerdo’.

Sin embargo, a pesar de tales acontecimientos, bajo la guía de su Maestro [sa], los musulmanes demostraron paciencia en todos los aspectos y no se permitieron tomar la iniciativa en ningún nivel. [Es más], se narra en un hadiz que tras el tratado que se había establecido con los judíos, el Profeta (sa) incluso tenía especial cuidado en proteger sus sentimientos. En una ocasión, estalló una discusión entre un musulmán y un judío. El judío afirmaba la superioridad de Moisés (as) sobre todos los demás Profetas y el Compañero [ra] se enfadó por ello y trató con cierta dureza a esa persona, respondiendo que el Santo Profeta Muhammad (sa) era el más superior de todos los Mensajeros. Cuando el [propio] Mensajero de Dios (sa) fue informado de esto, se disgustó y reprendió al Compañero [ra] diciéndole: ‘No es tarea tuya andar hablando de la superioridad de los Profetas de Al’lah en comparación unos con otros’. Entonces, el Santo Profeta (sa) mencionó una superioridad parcial de Moisés (as) y consoló al judío.

No obstante, a pesar de esta conducta cariñosa del Profeta (sa), los judíos siguieron aumentando sus maldades. Finalmente, fueron los judíos los que crearon una causa para la guerra y su animosidad de corazón no pudo ser domada. Lo que ocurrió fue que una mujer musulmana fue a la tienda de un judío, [situada] en el mercado, para comprar algunas cosas. Unos cuantos judíos malvados, que entonces estaban sentados en la tienda, empezaron a acosarla de la manera más maliciosa e incluso el propio tendero cometió la maldad de que, mientras la mujer no se daba cuenta, le ató la esquina inferior del vestido al manto de la espalda con un clavo o algo por el estilo. Como consecuencia, cuando la señora se levantó para marcharse debido a su grosero comportamiento, la parte inferior de su cuerpo quedó al descubierto, ante lo cual el tendero judío y sus cómplices estallaron en carcajadas. Indignada, la señora musulmana gritó y pidió ayuda, y dio la casualidad de que había un musulmán cerca. Corrió al lugar y, en un altercado mutuo, el tendero judío resultó muerto. Ante esto, el musulmán recibió una lluvia de espadas desde todas las direcciones y este musulmán, que se había indignado notablemente, fue asesinado.

Cuando los musulmanes fueron informados de este suceso se indignaron como pueblo, sus ojos se llenaron de sangre por la rabia. Por otra parte, los judíos que deseaban hacer de este incidente una excusa para luchar, se congregaron en forma de muchedumbre y estalló un tumulto. Cuando el Mensajero (sa) fue informado de esto, reunió a los jefes de los Banu Qainuqa y les explicó que tal comportamiento no era apropiado y que debían abstenerse de tales altercados y temer a Dios; [aunque] en lugar de expresar su decepción y remordimiento, respondieron con respuestas muy refractarias y repitieron su amenaza anterior de que ‘no os volváis arrogantes por vuestra victoria en Badr’. Cuando luchéis contra nosotros, conoceréis a los verdaderos guerreros. Sin otra opción, el Santo Profeta Muhammad (sa) partió hacia las fortalezas de los Banu Qainuqa con una fuerza de Compañeros [ra]. Esta era la última oportunidad para que expresaran remordimiento por sus acciones, pero en lugar de eso, se prepararon para el combate. En consecuencia, se declaró la guerra y las fuerzas del Islam y el judaísmo salieron a enfrentarse mutuamente.

Según la costumbre de la época, un método de guerra consistía en que una de las partes se encerraba en sus fortalezas y esperaba. La fuerza contraria asediaba la fortaleza y cada vez que se presentaba una oportunidad, de vez en cuando, se lanzaban ataques unos contra otros. Esto continuaba hasta que el ejército circundante perdiera la esperanza de capturar la fortaleza y levantara el asedio, lo que se consideraría una victoria para los asediados; o bien, al ser incapaces de reunir la fuerza necesaria para rechazar el ataque, la fuerza asediada abría las puertas de su fortaleza y se entregaba a los vencedores. En esta ocasión, los Banu Qainuqa emplearon la misma táctica y se encerraron en sus propias fortalezas. El Santo Profeta (sa) los sitió y este asedio continuó durante quince días sin descanso. Finalmente, cuando toda la fuerza y arrogancia de los Banu Qainuqa había sido destrozada, abrieron las puertas de sus fortalezas con la condición de que, aunque sus riquezas pertenecerían a los musulmanes, sus vidas y familias serían perdonadas.

El Profeta (sa) aceptó esta condición, aunque según la ley mosaica todas estas personas eran susceptibles de ser ejecutadas; y según el acuerdo inicial, se les debería haber administrado el juicio de la ley mosaica. Sin embargo, dado que se trataba del primer crimen cometido por esta nación, como primera medida, la disposición misericordiosa e indulgente del Mensajero de Dios (sa) nunca podría inclinarse por un castigo extremo, que solo debería imponerse como remedio final; aunque por otro lado, permitir que una tribu tan traicionera y rebelde permaneciera en Medina no era menos que alimentar a una serpiente en la hierba [de la ciudad], especialmente cuando un grupo de hipócritas de entre los Aus y los Jazrall ya estaban presentes dentro de Medina; y desde el exterior también, la oposición de toda Arabia había afligido enormemente a los musulmanes.

En tales circunstancias, la única sentencia que el Santo Profeta Muhammad (sa) podía dictar era que los Banu Qainuqa abandonaran Medina. En comparación con su delito y teniendo en cuenta las circunstancias de la época, se trataba de un castigo muy leve. Además, el objetivo de este castigo era la seguridad de Medina. No obstante, para las tribus nómadas de Arabia no era nada fuera de lo común trasladarse de un lugar a otro, sobre todo cuando una tribu no poseía propiedades en forma de tierras y huertos, y los Banu Qainuqa no tenían ninguna. A la tribu en su totalidad se le dio la oportunidad de abandonar ese lugar y establecerse en otro, con gran paz y seguridad. Así pues, los Banu Qainuqa abandonaron Medina muy pacíficamente y se dirigieron hacia Siria. El Santo Profeta (sa) asignó la tarea de supervisar los arreglos necesarios y todo lo asociado con su partida a un Compañero llamado Ubadah bin Samit (ra), que estaba entre sus aliados. [Así pues], Ubadah bin Samit (ra) escoltó a los Banu Qainuqa durante unos pocos ‘manzils’ y, tras hacer que se marcharan con toda seguridad, regresó. [Por otra parte], el botín que consiguieron los musulmanes consistía únicamente en armas e instrumentos de su profesión, que era la de orfebrería”.

 

En relación a la tribu de Banu Qainuqa, algunas narraciones afirman que después de que abrieran sus puertas y se rindieran ante el Profeta (sa), este tuvo la intención de matar a los hombres que tomaron parte en la batalla debido a su traición y rebeldía; aunque fue Abdul’lah bin Ubay bin Sulul, el jefe de los hipócritas, quien persuadió al Santo Profeta Muhammad (sa) para que renunciara a su intención. Sin embargo, no hay pruebas que demuestren tales afirmaciones. Los historiadores no consideran fiables tales episodios. Además, en otros relatos consta claramente que los Banu Qainuqa abrieron sus puertas con la condición de que ellos y sus familias se salvaran. Por lo tanto, es imposible que el Santo Profeta (sa) adoptara un enfoque diferente e intentara matarlos después de haber aceptado esta condición. Por tanto, tales afirmaciones son totalmente falsas. No obstante, el hecho de que los propios Banu Qainuqa suplicaran que se les perdonara la vida demuestra que comprendían que merecían el castigo de la muerte. En consecuencia, pidieron clemencia al Profeta (sa) y, tras prometerles el perdón, abrieron sus puertas para que se les perdonara la vida. Aunque el Mensajero de Al’lah (sa), como personificación de la misericordia, les perdonó, a los ojos de Dios Altísimo no eran dignos de seguir viviendo en este mundo debido a sus crímenes y mala conducta. Así, según las narraciones, al año de instalarse en su nuevo hogar tras el exilio, sufrieron los estragos de una epidemia que mató a todos los miembros de su tribu. La “Batalla de los Banu Qainuqa” tuvo lugar en el mes de “Zul Hiyyah”, en el segundo año tras la Hégira y Hazrat Hamzah (ra) fue el abanderado durante este combate.

[Finalmente], Hazrat Hamzah (ra) fue martirizado durante la “Batalla de Uhud”. Esto ya se ha mencionado también con anterioridad. La noticia de este incidente ya había sido dada al Santo Profeta Muhammad (sa) por Al’lah a través de la revelación Divina.

[Por su parte], Hazrat Anas bin Malik (ra) narra que el Santo Profeta (sa) dijo:

“Vi en un sueño que perseguía a una vaca y la punta de mi espada se rompía. Interpreté que mataría a la vaca del pueblo, o sea, a su comandante; y con respecto a la punta de la espada, lo interpreté como alguien de mi familia. Posteriormente, Hazrat Hamzah (ra) fue martirizado y el Profeta (sa) mató a Talha, que era uno de los comandantes de los idólatras.

A Hazrat Hamzah (ra) le mutilaron la cara, le cortaron la nariz y las orejas, y le abrieron el vientre. El Mensajero de Dios (sa) se sintió extremadamente dolido al presenciar su estado y declaró: ‘Si Al’lah me concede la victoria sobre los qureish, entonces mutilaré a treinta de sus hombres’; y según otra narración afirmó: ‘Mutilaré a 70 de sus hombres’. Ante esto, se reveló el siguiente versículo:

‘Si deseas castigar a los opresores, castígalos en la medida en que hayas sido perjudicado;

pero si muestras paciencia, entonces , es en verdad lo mejor para los pacientes”, (16:127).

Ante esto, el Santo Profeta Muhammad (sa) declaró que debían permanecer pacientes y dio una ofrenda en su lugar para compensar el juramento que había hecho”.

 

Hazrat Ibn Abbas (ra) [también] relata que el Santo Profeta (sa) afirmó:

“Anoche, cuando entré en el Paraíso (se le mostró esto en una visión), vi que Yafar [ra] ascendía con los ángeles y Hamzah [ra] estaba descansando sobre un trono”.

Hazrat Anas (ra) narra que el día de Uhud, el Profeta (sa) pasó junto a Hazrat Hamzah (ra) y le habían cortado la nariz y las orejas. Ante esto, el Mensajero de Al´lah (sa) declaró:

“Si no hubiera tenido en cuenta la pena y el dolor de Safiyah [la hermana de Hazrat Hamzah (ra)], le habría dejado en este estado hasta el punto de que Dios habría levantado su cuerpo a través de los estómagos de los pájaros y los buitres”.

Después, envolvieron su cuerpo en una sábana.

Tras el martirio de Hazrat Hamzah (ra) y presenciar su cuerpo, el Santo Profeta Muhammad (sa) estaba extremadamente emocionado pero mostró una gran paciencia. También aconsejó a la hermana de Hazrat Hamzah (ra), que era su tía paterna, que [también] demostrara paciencia y esto ya se ha mencionado anteriormente.

Luego, está el incidente de evitar que las mujeres de los “Ansar” (residentes varones de Medina y mayores de 40 años) se lamentaran y lloraran, y esto fue mencionado por el Cuarto Jalifa [rh] en uno de sus discursos en una Convención Anual antes de su Jalifato, que ilustra la alta moral del Santo Profeta (sa). Aunque este incidente ya se ha mencionado brevemente con anterioridad a la luz de varios hadices, sin embargo es apropiado mencionar de nuevo esta referencia en particular.

El Cuarto Jalifa [rh] dice:

“El amor del Mensajero de Dios (sa) por Hazrat Hamzah (ra) puede comprobarse a través de las palabras que el [mismo] Santo Profeta Muhammad (sa) pronunció al atardecer del día de Uhud, mientras estaba junto al cuerpo de Hazrat Hamzah (ra). El Profeta (sa) exclamó: ‘¡Oh Hamzah, que Al’lah nunca me permita experimentar la ira y el dolor que he sentido al estar donde tú has sido martirizado!’. En ese momento, la tía paterna del Santo Profeta (sa), es decir, la hermana de Hazrat Hamzah (ra), Hazrat Safiyah (ra) también se enteró de esta noticia y llegó allí. Temiendo que tal vez no pudiera controlar sus emociones, el Mensajero (sa) no le permitió ver el cuerpo de Hazrat Hamzah (ra). No obstante, cuando ella prometió que mostraría paciencia, el Profeta (sa) se lo permitió. En cualquier caso, se detuvo en el lugar donde Hazrat Hamzah (ra) había sido martirizado y vio que su amado hermano, que era como un valiente león de Dios y el león de Su Mensajero (sa), yacía en un estado en el que los malvados le habían abierto el pecho y sacado el hígado y además le habían mutilado gravemente la cara.

Aunque estaba sumida en una pena y un dolor extremo, Hazrat Safiyah (ra) mantuvo su promesa y siguió demostrando paciencia. Ni siquiera pronunció una sola palabra de impaciencia, sino que se le saltaron las lágrimas y recitó ‘Inna Lil’lah…’, [‘A Dios pertenecemos…’] y mientras lloraba se sentó en ese mismo lugar. Sus lágrimas seguían cayendo y, sin embargo, no pronunciaba palabra. Cuando las lágrimas de Hazrat Safiyah (ra) se detenían, también lo hacían las del Santo Profeta (sa); y cuando los ojos de Hazrat Safiyah (ra) comenzaban a derramar lágrimas de nuevo, asimismo lo hacían los del Santo Profeta Muhammad (sa). Permanecieron en este estado durante varios minutos y, aparte de derramar silenciosamente sus lágrimas, no hubo ninguna otra expresión de pena o dolor por parte del Profeta (sa) y su familia. De hecho, este fue el bendito ejemplo del Santo Profeta Muhammad (sa).

[Posteriormente], cuando el Mensajero de Al’lah (sa) entró en Medina, toda ella resonaba con sonidos de lamentos y sollozos por el dolor de sus seres queridos que habían sido martirizados en Uhud. Aunque al oír esto, el Santo Profeta (sa) afirmó de manera muy sentida: ‘No deber haber nadie que llore por Hamzah (ra)’. Después de todo, ¿cómo podría haber alguien que llorara por Hamzah (ra)? Ya que a la familia del Santo Profeta (sa) se le recuerda día y noche que siempre muestre paciencia. [Entonces], cuando algunos de los ‘Ansar’ oyeron estas sentidas palabras del Profeta (sa), se levantaron inmediatamente y corrieron hacia sus casas e instruyeron a sus mujeres que abandonaran el luto y solo se lamentaran por Hamzah (ra). [Así pues], en unos instantes, se oyeron los llantos y lamentos por la muerte de Hamzah (ra) y en todas las casas se lloraba a Hamzah (ra).

Intensificando aún más sus lamentos y llantos, las mujeres de los ‘Ansar’ se reunieron alrededor de la casa del Santo Profeta Muhammad (sa). Al escuchar el ruido, el Santo Profeta (sa) miró fuera y vio a una multitud de mujeres de entre los ‘Ansar’. El Mensajero de Dios (sa) rezó por ellos y les agradeció sus condolencias, pero les dijo que no estaba permitido lamentarse y gemir por los muertos. Por lo tanto, a partir de ese día, se abandonó la práctica de las lamentaciones y los llantos.

¡Que sacrifiquemos nuestras vidas a los pies del Santo Profeta Muhammad (sa)!

¡Qué gran maestro fue a la hora de impartir excelencias morales, quien descendió de los Cielos espirituales para enseñarnos la fe!

Poseía tanta sabiduría y entendimiento que era capaz de profundizar en la naturaleza humana. Si el Santo Profeta (sa) hubiera prohibido a las mujeres lamentarse y llorar por sus seres queridos que habían sido martirizados, esta instrucción podría haber sido difícil de soportar para ellas. Sin embargo, el Profeta (sa) hizo esto de una manera muy sabia controlando primero su lamento por su tío Hamzah (ra) y luego les prohibió tal práctica impidiéndoles hacerlo sobre su propio tío. Al’lah tiene pleno conocimiento de a quién va a seleccionar y eligió a un guía tan excelente para Su creación, que conocía bien los detalles sutiles y finitos de la naturaleza humana, y tomaba en consideración los sentimientos de sus seguidores hasta tal punto.

Cuando uno reflexiona sobre estas características del Santo Profeta Muhammad (sa), su corazón se llena de pasión y amor por él; y, naturalmente, proclama desde lo más profundo de su corazón que ‘nuestras vidas, riquezas y progenie están dispuestas a ser sacrificadas a tus pies’.

¡Oh Mensajero de Dios, incontables salutaciones de bendiciones y paz sean contigo!

¡Oh Tú [sa], cuya belleza y bondad es como un océano sin fin!

¡Oh Mensajero de Al’lah, incontables salutaciones de bendiciones y paz sean contigo!

¡Juro por Dios, que es uno y a Quien pertenecen todos los Cielos y la Tierra, que no hay nadie como tú entre Su creación en la totalidad de los Cielos y la Tierra”.

 

En este relato de Hazrat Hamzah (ra) también se mencionaba el noble carácter del Santo Profeta (sa). Los relatos [de Hazrat Hamzah (ra)] terminan aquí y mencionaré algunas narraciones de otros Compañeros [ra] en el futuro.

El Año Nuevo empieza pasado mañana, si Dios quiere. Rezad para que Dios Altísimo nos conceda todas las bendiciones del año nuevo.

¡Que este año nuevo sea un medio de bendiciones para la Comunidad en todos los aspectos!

¡Que Al’lah haga que las estratagemas del enemigo queden completamente arruinadas!

¡Que Dios Altísimo permita a las comunidades de todo el mundo cumplir el propósito de su creación aún más que antes!

También rezad por el mundo en general para que Al’lah los salve de conflictos y guerras. La situación del mundo es cada vez más peligrosa y está al borde de la destrucción total. La gente se preocupa únicamente de sus propios intereses.

¡Que Dios tenga misericordia [de nosotros]!

Asimismo, rezad por vuestros hermanos que sufren opresión.

¡Que Dios Altísimo proteja a la Yamat en el próximo año de todo tipo de injusticia y crueldad!

Resumen

Su Santidad (aba) dijo que a continuación mencionaría a Hazrat Ammar bin Yasir (ra). Está registrado que una vez, el Santo Profeta (sa) pasó cerca de Hazrat Ammar (ra) y lo encontró llorando. Dijo que los oponentes lo golpearon terriblemente hasta que dijo algo en contra del Santo Profeta (sa). El Santo Profeta (sa) le preguntó qué había realmente en su corazón. Hazrat Ammar (ra) respondió que tenía una fe inquebrantable en su corazón. El Santo Profeta (sa) dijo que si este era el caso, entonces Al’lah perdonaría lo que pronunció con su boca.Resumen del sermón de viernes 30 de diciembre del 2022: ‘Hombres de Excelencia – Hazrat Hamzah (ra) & Oraciones para el Año Nuevo’

Después de recitar el Tashahhud, el Ta’awwuz y la Surah al-Fatihah, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) dijo que después de completar la mención de la vida de Hazrat Abu Bakr (ra), dijo que había algunos Compañeros sobre los que había más detalles que se añadirían una vez que se publicara la serie de sermones. Sin embargo, Su Santidad (aba) dijo que muchas personas le han escrito respecto a lo mucho que se han beneficiado al escuchar estos sermones. Por lo tanto, Su Santidad (aba) dijo que consideraba mejor mencionar estos detalles adicionales también en los sermones, para que el máximo número de personas pudiera beneficiarse de ellos.

El Amor del Santo Profeta por el Nombre de Hazrat Hamzah (ra)

Su Santidad (aba) dijo que primero mencionaría a Hazrat Hamzah (ra). Era el tío del Santo Profeta (sa) y era muy querido por él. Se narra que el Santo Profeta (sa) amaba el nombre “Hamzah”. Una vez, alguien preguntó al Santo Profeta (sa) cómo debían llamar a su hijo recién nacido; el Santo Profeta (sa) aconsejó que llamaran al niño Hamzah bin Abi Muttalib porque le encantaba ese nombre.

Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Hamzah (ra) también era conocido como Abu Ammarah, por su hija Ammarah que nació de su segunda esposa Khaulah. Hazrat Hamzah (ra) también tuvo otra hija llamada Umamah. Está registrado que basado en el Tratado de Hudaibiyah, cuando llegó el momento de que el Santo Profeta (sa) dejara La Meca, Umamah vino corriendo detrás del Santo Profeta (sa). Hazrat Ali (ra) la cogió y se la entregó a Hazrat Fatimah (ra) y le pidió que la cuidara. Después, Hazrat Ali (ra), Hazrat Ya’far (ra) y Hazrat Zaid (ra) quisieron ponerla bajo su cuidado. El asunto fue llevado al Santo Profeta (sa) quien dijo que ella debía permanecer bajo el cuidado de su tía materna, ya que una tía materna es como una madre. Su Santidad (aba) dijo que incluso los asuntos más pequeños han sido aclarados, como éste que responde a la pregunta de por qué los niños son entregados a su tía o abuela materna cuando ciertos asuntos relevantes son llevados a arbitraje.

Su Santidad (aba) dijo que inicialmente, Hazrat Hamzah (ra) había expresado su lealtad al Santo Profeta (sa) por ira y más tarde se arrepintió de haber abandonado la fe de sus antepasados. Esa noche no pudo dormir, así que fue a la Ka’bah y rezó para que se disiparan sus dudas. Ni siquiera había terminado de rezar, cuando su corazón se tranquilizó y se convenció, tras lo cual fue a ver al Santo Profeta (sa) y le relató todo el incidente. Al oírlo, el Santo Profeta (sa) rogó a Dios que concediera firmeza a Hazrat Hamzah (ra).

Abanderado en varias expediciones

Su Santidad (aba) dijo que en Safar 2 DH, el Santo Profeta (sa) concedió la bandera islámica a Hazrat Hamzah (ra) en una expedición hacia los Banu Zamrah en Ghaddan. El Santo Profeta (sa) habló con el jefe de la tribu lo que resultó en un tratado de paz entre ellos y los musulmanes. Este fue también el mismo lugar donde falleció la madre del Santo Profeta (sa).

Su Santidad dijo que en Yamadi al-Ula 2 DH, el Santo Profeta (sa) partió con un grupo de 150-200 Compañeros emigrantes hacia Ushairah y durante esta expedición, fue Hazrat Hamzah (ra) de nuevo quien llevaba la bandera blanca del Santo Profeta (sa). Esta expedición también resultó en el establecimiento de un tratado de paz.

Su Santidad (aba) dijo que al comienzo de la Batalla de Badr, los Quraish pidieron combate individual, para lo cual el Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Hamzah (ra), Hazrat Ali (ra) y Hazrat Ubaidah (ra). Tanto Hazrat Hamzah (ra) como Hazrat Ali (ra) fueron fácilmente victoriosos en sus respectivas batallas, sin embargo Ubaidah (ra) fue gravemente herido y sucumbió a sus heridas en el camino de regreso de Badr.

Su Santidad (aba) dijo que una vez, antes de la prohibición del alcohol en el Islam, Hazrat Hamzah (ra) estaba ebrio y fue en este estado que mató a dos de los camellos de Hazrat Ali (ra). El Santo Profeta (sa) fue informado de esto y fue a ver a Hazrat Hamzah (ra) y le expresó su disgusto. Hazrat Hamzah (ra) todavía estaba bajo los efectos del alcohol y dijo que todo el mundo estaba subordinado a sus antepasados. El Santo Profeta (sa) dijo que era mejor no hablarle mientras estuviera en ese estado. Más tarde, cuando el alcohol fue prohibido en el Islam, Hazrat Hamzah (ra) lo dejó inmediatamente. Su Santidad (aba) dijo que esto es un bello ejemplo para nosotros. A veces, cuando hay una instrucción, algunas personas dicen que necesitan tiempo para adoptarla, sin embargo, tan pronto como se escuchó este mandato de prohibir el alcohol, los Compañeros no perdieron tiempo y no hicieron preguntas antes de adoptarlo de todo corazón.

Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Hamzah (ra) fue también el abanderado durante la expedición hacia Banu Qainqah, quienes ya habían estado tramando el asesinato del Santo Profeta (sa). Tras la batalla de Badr, los Banu Qainqah fueron los primeros judíos de Medina que rompieron su tratado con el Profeta (sa) y empezaron a crear problemas y a conspirar contra los musulmanes. A pesar de las expresiones de odio del pueblo judío, el Santo Profeta (sa) permaneció paciente. De hecho, siguió honrando al pueblo judío. Una vez, un judío dio prioridad a Moisés (as) sobre todos los profetas, en respuesta a lo cual un Compañero reaccionó con dureza. Cuando el asunto fue llevado ante el Santo Profeta (sa), éste dijo que no le diera precedencia sobre Moisés (as), como un gesto amable para cuidar los sentimientos del hombre judío. Hubo otro incidente en el que una mujer musulmana fue a la tienda de un comerciante judío, que se comportó de forma muy inapropiada con la mujer musulmana, incluso le clavó una espina en la ropa para que cuando se moviera se quedara sin ropa. Cuando los musulmanes se dirigieron a los Banu Qainqah para que desistieran de tal comportamiento, éstos respondieron indignados, diciendo a los musulmanes que no debían enorgullecerse de su victoria en Badr, ya que no obtendrían el mismo resultado si lucharan contra ellos.

Su Santidad (aba) dijo que finalmente, el Santo Profeta (sa) sitió la fortaleza de Banu Qainqah y cuando no les quedó otra opción, tuvieron que rendirse. Aunque, según su propia ley mosaica, todos ellos estaban sujetos a la pena de muerte por su traición, el Santo Profeta (sa) fue misericordioso con ellos y les ofreció restablecerse en otro lugar. Por lo tanto, el restablecimiento de los Banu Qainqah fue confiado a Hazrat Ubadah bin Samit (ra).

Su Santidad (aba) dijo que algunos alegan que cuando los Banu Qainqah abrieron las puertas de su fortaleza, el Santo Profeta (sa) tenía la intención de matar a sus soldados, sin embargo esto no puede ser así en absoluto, ya que sólo abrieron sus puertas después de tener la seguridad de que sus vidas y las de sus esposas e hijos serían perdonadas. Aunque podían merecer la pena de muerte, el Santo Profeta (sa) actuó con misericordia hacia ellos y no la promulgó. Por lo tanto, esta acusación es totalmente falsa.

Martirio de Hazrat Hamzah (ra)

Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Hamzah (ra) fue martirizada en la Batalla de Uhud, algo que se le había predicho al Santo Profeta (sa). Una vez, el Santo Profeta (sa) tuvo un sueño en el que veía cómo se rompía la esquina de su espada, lo que interpretó como que un miembro destacado de su familia sería martirizado. El cuerpo de Hazrat Hamzah (ra) fue brutalmente mutilado, lo que causó un inmenso dolor al Santo Profeta (sa). Se narra que el Santo Profeta (sa) estaba tan profundamente dolido por esta visión, que dijo que si pudiera, haría lo mismo a treinta personas de Quraish. Fue entonces cuando se reveló el siguiente versículo del Corán:

Si deseas castigar a los opresores, castígalos en la medida en que hayas sido perjudicado; pero si muestras paciencia, entonces, es en verdad lo mejor para los pacientes. (El Sagrado Corán 16:127)

Ante esto, el Santo Profeta (sa) dijo que seguiría siendo paciente y ofreció expiación por lo que había dicho.

Su Santidad (aba) dijo que el Santo Profeta (sa) y su familia mostraron una paciencia ejemplar en el martirio de Hazrat Hamzah (ra). Aparte del derramamiento de lágrimas, que era natural, no hubo lamentos ni una expresión excesiva de dolor. Inicialmente, el Santo Profeta (sa) no permitió que Hazrat Safiyya (ra) viera el cuerpo de Hazrat Hamzah (ra), sin embargo, tras su voto de paciencia, él lo permitió y ella permaneció fiel a su promesa.

Su Santidad (aba) dijo que con esto concluía la mención de Hazrat Hamzah (ra) y que continuaría mencionando a otros Compañeros en el futuro.

Oraciones para el Año Nuevo

Su Santidad (aba) dijo que el nuevo año comienza dentro de dos días. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah el Todopoderoso conceda Sus bendiciones con la llegada de este nuevo año. Que este nuevo año sea bendecido para la Comunidad. Que todos los complots y estratagemas del enemigo sean frustrados. Que los Ahmadis de todo el mundo cumplan el propósito de sus vidas más que nunca.

Su Santidad (aba) también pidió oraciones por el mundo; que Al’lah salve al mundo de la guerra. Las condiciones del mundo siguen deteriorándose y el mundo se encuentra al borde de la destrucción. Todo el mundo parece desear únicamente su beneficio personal; que Al’lah tenga piedad. Su Santidad (aba) también pidió oraciones por todos los ahmadíes que están sufriendo injusticias; que Al’lah el Todopoderoso mantenga a todos los miembros de la Comunidad a salvo de la injusticia y la crueldad en el nuevo año.

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