La vida del Santo Profeta (sa)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

La vida del Santo Profeta (sa)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

Después de recitar el Tashahud, Taawuz y Surah al-Fatihah, Hazrat Jlifatul Masih V (aba) declaró:

Con respecto a los incidentes relacionados con la Batalla de Uhud, Hazrat Musleh Maud (ra) afirma:

“El Santo Profeta (sa) reunió a los heridos y a los mártires. Se trató a los heridos y se hicieron arreglos para enterrar a los mártires. En ese momento, el Santo Profeta (sa) supo que los crueles incrédulos de La Meca habían mutilado los cuerpos de algunos de los mártires. Entre los que fueron mutilados también se encontraba su tío paterno, Hamzah (ra). El Santo Profeta (sa) se entristeció al presenciar esto y dijo: “A través de sus propias acciones, los incrédulos han hecho lícito el acto de venganza contra ellos que nosotros considerábamos ilegal”. Sin embargo, el Santo Profeta (sa) recibió una revelación de Dios Altísimo en ese momento de que debía dejar que los incrédulos hicieran lo que quisieran, pero que siempre debía aferrarse al manto de la misericordia y la justicia”. Ésta es la enseñanza del Islam.

En relación con el entierro y funeral de Hazrat Hamza (ra), se menciona que Hazrat Hamza (ra) fue envuelto en un trozo de tela. También he mencionado esto brevemente en el pasado. De hecho, lo he hecho detalladamente; algunos detalles quedaron fuera. Cuando su cabeza estaba cubierta, sus dos pies quedaban descubiertos y cuando la tela era tirada hacia sus pies, su rostro quedaba descubierto. Ante esto, el Santo Profeta (sa) ordenó que se cubriera el rostro y que colocara hierba Harmal o Izkhar sobre sus pies. Hazrat Hamza (ra) y Hazrat Abdullah bin Jahsh (ra), el sobrino del Santo Profeta (sa), fueron enterrados en la misma tumba. El Santo Profeta (sa) dirigió primero la oración fúnebre de Hazrat Hamza (ra). Esto es según esta narración. En cuanto a la discusión sobre si se ofreció la oración fúnebre de estos mártires, ya hablé de esto en el sermón anterior.

El Santo Profeta (sa) prohibió a los musulmanes dar alaridos y gritos sobre los difuntos y lo hizo de una manera extremadamente sabia. En una narración, Hazrat Abdullah bin Umar relató que cuando el Santo Profeta (sa) regresó de la Batalla de Uhud, escuchó que las esposas de los Ansar lloraban y se lamentaban por sus maridos. El Santo Profeta (sa) dijo: “¿Cuál es el problema? ¿No hay nadie que llore por Hamza? Cuando las mujeres de los Ansar se enteraron de esto, se reunieron para lamentarse también por el martirio de Hazrat Hamza (ra). Después de esto, el Santo Profeta (sa) se quedó dormido. Quizás estaba a cierta distancia de ellos en la mezquita. Cuando despertó, las mujeres seguían llorando de la misma manera. El Santo Profeta (sa) dijo: “¿Seguirán llorando por Hamza hoy? ¿Ellos no se detendrán? ¡Diles que se pueden ir! Después de esto, el Santo Profeta (sa) les ordenó que regresaran a sus hogares y que no lamentaran ni aullaran por la muerte de nadie después de ese día.

Por lo tanto, de esta manera, el Santo Profeta (sa) les prohibió llorar por sus muertos y eliminó cualquier forma de lamento y aullido por los muertos. De esta manera y con gran sabiduría, el Santo Profeta (sa) fue muy considerado con los sentimientos de las esposas de los Ansar. En lugar de impedirles llorar la pérdida de sus maridos y hermanos, mencionó a Hazrat Hamza (ra) y afirmó que no había nadie que llorara por él.

El Santo Profeta (sa) se entristeció mucho al ver el cadáver de Hazrat Hamzah (ra) siendo mutilado después de su martirio, pero cuando vio que las mujeres de los Ansar no dejaban de llorar, y a fin de poner fin a esta costumbre antigua, les presentó su propio ejemplo y les indicó que tuvieran paciencia. Fue una instrucción que fue muy efectiva. En cuanto al dolor del Santo Profeta (sa) por la pérdida de Hazrat Hamzah (ra), continuó mencionándolo hasta el final.

Sobre el martirio de Hazrat Hamzah (ra), Hazrat Ka’b bin Malik (ra) dijo: “Mis ojos derramaron lágrimas, y con razón, después de la muerte de Hamzah. Pero, ¿de qué nos servirá gritar, llorar y lamentarnos por la pérdida del león de Dios? Ese león de Dios era Hamzah, y la mañana en que fue martirizado, el mundo habló de que este mártir era realmente valiente”.

En relación con el entierro de Hazrat Mus’ab (ra), se menciona que cuando el Santo Profeta (sa) llegó a su cuerpo, yacía boca abajo. El Santo Profeta (sa) se paró junto a él y recitó el versículo:

“Entre los creyentes hay hombres que han sido fieles al pacto que hicieron con Al’lah. Hay algunos que han cumplido su voto, y otros que todavía esperan, y no han cambiado su condición en lo más mínimo”.

Posteriormente, el Santo Profeta (sa) declaró:

“El Mensajero (sa) de Al’lah da testimonio de que seréis mártires ante Al’lah en el Día del Juicio”.

Mientras se dirigía a sus compañeros, el Santo Profeta (sa) dijo: “Visitadlo y enviadle la paz. Y juro  por Aquel en cuyas manos está mi vida, él responderá a quién le envíe paz hasta el Día del Juicio”.

Los hermanos de Hazrat Mus’ab (ra), Hazrat Abu Rum bin Umair (ra), Hazrat Suwaibit bin Sa’d (ra) y Hazrat Amir bin Rabi’ah (ra) bajaron su cuerpo a su tumba.

Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) afirma en  su obra “Vida y carácter del Sello de los Profetas”:

“Un hombre honorable entre los mártires de Uhud fue Mus’ab bin ‘Umair (ra). Fue el primer muhayir que llegó a Medina como misionero del islam. En la era de la Yahiliyyah, entre los jóvenes de La Meca, Mus’ab (ra) era considerado el mejor vestido y elegante, y vivía con gran comodidad y lujo. Después de aceptar el islam, su condición se transformó por completo. De hecho, hay una narración que en una ocasión, el Santo Profeta (sa) lo vio vestido con una tela cubierta con numerosos parches. Ante esto, el Santo Profeta (sa) recordó su vida anterior, y sus ojos comenzaron a brillar con lágrimas.

Cuando Musab (ra) fue martirizado en Uhud, ni siquiera tenía suficiente tela para cubrir su cuerpo por completo. Si sus pies estuvieran cubiertos, su cabeza quedaría expuesta, y si su cabeza estuviera cubierta, sus pies quedarían descalzos. De acuerdo con las instrucciones del Santo Profeta (sa), su cabeza estaba cubierta con tela y sus pies cubiertos con hierba”.

Después de que terminaron los combates el día de la Batalla de Uhud, el Santo Profeta (sa) recitó una oración. En relación con esto se menciona que Hazrat Rifa’ah bin Rafi’ Zuraqi (ra) narró: “Después de terminar los entierros de los compañeros, el Santo Profeta (sa) montó en su caballo y los musulmanes estaban a su alrededor. La mayoría de ellos resultaron heridos, y la mayoría de los heridos pertenecían a las tribus Banu Salamah y Banu Abd al-Ash’al. También había 14 mujeres junto al Santo Profeta (sa). Cuando llegaron al pie de Uhud, él dijo: “Formad vuestras filas mientras alabo a mi Señor”, y así formaron filas y las mujeres formaron sus filas detrás de ellos, sobre lo cual dijo las siguientes palabras:

‘Oh Al’lah, toda alabanza es para Ti. Oh Al’lah, nadie puede detener lo que Tú concedes, ni conceder lo que Tú impides. Nadie puede guiar a quien Tú consideras extraviado, ni desviar a quien Tú guías. Nadie puede dar lo que Tú retienes, ni retener lo que Tú das. Nadie puede acercar lo que Tú alejas, ni alejar lo que Tú acercas. ¡Oh Al’lah, concédenos en abundancia Tus bendiciones, misericordia, favor y provisiones! Oh Al’lah, te pedimos bendiciones duraderas que no cambien ni se eliminen. Oh Al’lah, te pedimos bendiciones en el Día de la Pobreza, seguridad en el Día del Miedo y satisfacción en el Día de la Miseria. Oh Al’lah, busco refugio en Ti del mal de lo que nos das y del mal de lo que nos prohíbes. Oh Al’lah, haz que la fe sea amada por nosotros y adorna nuestros corazones con ella. Haznos reacios a la incredulidad, la desviación y la rebelión y colócanos entre los bien guiados. Oh Al’lah, haz que muramos como musulmanes y resucítanos como musulmanes y únete a nosotros con los justos en un estado tal que no seamos humillados ni puestos en prueba. Oh Al’lah, destruye a los incrédulos que niegan a Tus mensajeros y aparta a la gente de Tu camino. Envía sobre ellos tu castigo. ¡Oh Al’lah, oh Señor de la Verdad, destruye a los incrédulos de entre la Gente del Libro!’”

Esta fue la oración que recitó el Santo Profeta (sa) después de reunir a todos. También mencioné anteriormente el papel de las compañeras durante la Batalla de Uhud. Mencionaré algunos detalles más. Durante la Batalla de Uhud, mientras que los hombres grabaron su devoción en los anales de la historia, allí las mujeres también desempeñaron un papel fundamental al ayudar al ejército musulmán junto a ellos. Está registrado sobre Hazrat Umm Salama (ra) en una narración que ella participó en la Batalla de Uhud. Así, Hazrat Muttalib bin Abdullah bin Hantab (ra) narra que el día que el Santo Profeta (sa) partió hacia Uhud, el Santo Profeta (sa) se detuvo en un lugar llamado Sheikhain cerca de Madinah durante su viaje y pasó allí la noche. Aquí, Hazrat Umm Salama (ra) trajo una pequeña carne asada, que el Santo Profeta (sa) comió. Además, trajo Nabeedh (una bebida dulce) que el Santo Profeta (sa) bebió. El narrador dice que “creo que se trataba de algo parecido a Hareerah”. Hazrat Anas (ra) narra que “El día de Uhud, vi a Hazrat Aisha Siddiqa (ra) y a mi madre Umm Sulaim (ra). Llenaban el odre de agua y lo llevaban, dando así agua a los que tenían sed”. Se menciona en una narración de Bujari, que Hazrat Anas (ra) relata: “El día de Uhud, algunas personas sufrieron la derrota y se distanciaron del Santo Profeta (sa) [en el campo de batalla]” – lo que significa que fueron alejados. Entonces el narrador dice “Vi a Hazrat Aisha bint Abu Bakr (ra) y a Hazrat Umm Sulaim (ra), y ellas habían atado firmemente sus ropas, pude ver sus tobilleras. Ambos llevaban rápidamente los odres”. Además, hay otra narración que dice que “ambos cargaron los odres a sus espaldas y los trajeron”. Luego la vertían para que la gente la bebiera” -lo que significa que les daban agua- “luego volvían las dos, la llenaban de nuevo y la traían, y la vertían para que la bebieran.”

Hazrat Umm Sulait (ra), la madre de Hazrat Abu Saeed Al-Judri (ra), también llenaba pequeños odres desde una gran distancia y daba agua a los heridos y sedientos que estaban al otro lado [del campo de batalla]. Hazrat Umm Atiya (ra) también prestó el mismo servicio, pero hubo otras mujeres musulmanas que lucharon contra el enemigo con lanzas y espadas en las manos, codo con codo. Una de ellas fue Hazrat Umm Ammarah (ra), como ya he mencionado en sermones anteriores, que cuando vio a Ibn Qamiah atacar al Santo Profeta (sa), se mantuvo firme para luchar contra este experimentado soldado árabe sin ningún miedo, y después de atacarle varias veces, le obligó a retirarse. Ibn Abi Shaibah y el Imam Ahmad bin Hanbal narran de Hazrat Abdullah bin Mas’ud (ra) que en el día de Uhud, las mujeres se colocaban detrás de los hombres y mataban a los incrédulos heridos. Algunas compañeras acudieron al campo de Uhud después de la batalla; así, se narra que cuando los incrédulos se marcharon, las mujeres acudieron a los compañeros varones. Entre ellas estaba Hazrat Fatimah (ra), la hija del Santo Profeta (sa). Cuando se encontró con el Santo Profeta (sa), lo abrazó con fuerza y empezó a limpiar sus heridas. Hazrat Ali (ra) echaba agua con su escudo, pero manaba mucha sangre. Hazrat Fátima (ra) quemó un poco de caña e hizo cenizas, usándolas para rellenar las heridas, hasta que sellaron las heridas y la sangre dejó de fluir.

Para recibir noticias sobre la Batalla de Uhud, Hazrat Aisha (ra) salió de su casa junto con las mujeres de Madinah. En aquella época, los versículos relativos al velo no habían sido revelados. Cuando Hazrat Aisha (ra) llegó a Harrah, se encontró con Hind bint Amr (ra), que era la hermana de Hazrat Abdullah bin Amr (ra). Hazrat Hind (ra) conducía su camello. En este camello estaba el cuerpo de su marido, Hazrat Amr bin Yamooh (ra), su hijo Hazrat Jallad bin Amr (ra), y su hermano Hazrat Abdullah bin Amr (ra). Los tres cuerpos estaban en el camello. Cuando Hazrat Aisha (ra) trató de obtener noticias del campo de batalla, le preguntó: “¿Tienes noticias de la gente, cuál era su estado cuando los dejaste?”. Hazrat hind (ra) respondió “el Santo Profeta (sa) está bien, y después de él, todas las dificultades son fáciles de soportar.”

Ahora, lleva los cuerpos de tres parientes cercanos, su marido, su hijo y su hermano, pero al preguntarle, dijo que si el Santo Profeta (sa) está bien, todo está bien. Simplemente iré a enterrarlos, y si el Santo Profeta (sa) está bien, no es un gran problema.

Hazrat Umm Ammarah (ra) narra que “El día de la Batalla de Uhud, salí para ver qué hacía la gente. Llevaba conmigo una pequeña cantimplora para dar agua a los heridos, hasta que llegué al Santo Profeta (sa). En ese momento, el Santo Profeta (sa) se encontraba entre los compañeros, y los musulmanes estaban en posición de mando. De repente, los musulmanes se vieron desbordados. Rápidamente llegué hasta el Santo Profeta (sa) y empecé a luchar mientras estaba allí de pie. Usaba la espada para impedir que los enemigos se acercaran al Santo Profeta (sa). Paralelamente, disparaba flechas, hasta el punto de lesionarme”.

Un biógrafo ha escrito que la mujer que luchó en la Batalla de Uhud y en el momento en que los musulmanes fueron vencidos, protegió valientemente al Santo Profeta (sa) disparando flechas – era de hecho Hazrat Umm Ummarah Nusaibah Maziniah (ra). No se menciona a ninguna otra mujer que participara en la batalla de Uhud. De hecho, algunos historiadores han mencionado que algunas mujeres musulmanas llegaron cuando los idólatras habían abandonado el campo de batalla y participaron ayudando a los heridos y dando agua, etc. Entre ellas se encontraban Hazrat Aisha (ra), la esposa del Santo Profeta (sa), y su hija, Fatimah al-Zahra (ra). Un narrador ha mencionado en un Hadiz de Sahih al-Bujari: “Vi a Hazrat Aishah (ra) y a Hazrat Umm Sulaim (ra) que ambas se apresuraban a cargar pieles de agua en sus espaldas y vertían agua para la gente. Después volvían a llenarlos y regresaban para dar agua a los demás”.

Un autor escribe que cuando la batalla se intensificó, algunas mujeres musulmanas iniciaron los preparativos para prestar ayuda [al ejército]. Entre estas mujeres estaba Hazrat Umm Aiman (ra), la nodriza del Santo Profeta (sa). Los historiadores cuentan que cuando un grupo del ejército musulmán derrotado quiso entrar en Medina, se encontró con Hazrat Umm Aiman (ra), que empezó a arrojarles puñados de tierra a la cara y les reprendió severamente. Entonces les dijo que cogieran sus husos (es decir, lo que usaban las mujeres para tejer hilo) y que les entregaran sus espadas, es decir, que se hicieran cargo de las tareas de las mujeres ya que no podían luchar. Posteriormente, Hazrat Umm Aiman (ra) corrió al campo de batalla y comenzó a asistir a los heridos. Sin embargo, la batalla alrededor del Santo Profeta (sa) estaba en curso y en el momento, ella estaba proporcionando ayuda a los demás, fue alcanzada por una flecha de los idólatras.

En Al-Kamil fi al-Tarikh, Ibn Athir escribe que Hazrat Umm Aiman (ra) estaba dando agua a los heridos del ejército cuando Hibban bin Ariqa le disparó una flecha debido a lo cual cayó al suelo y quedó [parcialmente] expuesta. Ante esto, el enemigo de Dios rió histéricamente. Esto inquietó mucho al Santo Profeta (sa). Le entregó a Hazrat Sa’d bin Abi Waqas (ra) una flecha sin punta y le ordenó que la disparara. Hazrat Sa’d (ra) disparó la flecha que alcanzó a Hibban en el pecho. Cayó de espaldas y quedó expuesto. Ante esto, el Santo Profeta (sa) sonrió. El Santo Profeta (sa) dijo: “Sa’d ha vengado a Umm Aiman.”

Un biógrafo ha escrito que, cuando terminó la batalla, algunas mujeres de entre los creyentes llegaron al campo de batalla. El biógrafo afirma además que estas eminentes mujeres llegaron al campo de batalla cuando los musulmanes habían comenzado a perseguir a los idólatras y, en ese momento, pudieron intuir que la victoria era inminente.

En resumen, las mujeres musulmanas fueron al campo de batalla en un momento en que; ( esto son posibilidades, porque no formaban parte oficialmente del ejército musulmán)

1)            Las noticias de la victoria inicial de los musulmanes llegaron a Medina, es posible que acudierán a Uhud al enterarse. Sin embargo, cuando llegaron, la situación de la batalla había cambiado. Por esta razón, las mujeres musulmanas también lucharon en el campo de batalla.

2)            En segundo lugar, también es plausible que cuando les llegó la noticia del martirio del Santo Profeta (sa), estos devotos se inquietaron y partieron hacia Uhud. Y así formaron parte de las etapas finales de la batalla. Durante ese tiempo, por un lado habían levantado una barrera defensiva y por otro atendían a los heridos.

Sin embargo, Dios sabe más.

Mencionando el incidente de la Batalla de Uhud, Hazrat Sa’d (ra) relata que el día de Uhud, el Santo Profeta (sa) hizo referencia a sus dos propios padres, diciendo que fueran sacrificados por Hazrat Sa’d (ra). Hazrat Sa’d (ra) cuenta que había un hombre de entre los idólatras que había causado problemas a los musulmanes. El Santo Profeta (sa) le dijo, es decir, a Hazrat Sa’d (ra): “¡Dispara flechas! ¡Que mis padres sean sacrificados por ti!” Hazrat Sa’d (ra) dice: “Le disparé una flecha que no tenía punta, en el costado [del idólatra], como resultado de lo cual murió y quedó expuesto de su parte inferior. Vi que el Santo Profeta (sa) expresaba felicidad”.

En otra narración, este incidente se ha registrado de la siguiente manera que este idólatra, cuyo nombre se menciona como Hibban en los libros de historia, disparó una flecha que alcanzó a Hazrat Umme Aiman en la parte baja de su cuerpo, mientras estaba ocupada proporcionando agua a los heridos. Ante esto, Hibban se echó a reír. El Santo Profeta (sa) dio una flecha a Hazrat Sa’d (ra), que alcanzó la garganta de Hibban. Cayó hacia atrás dejándolo descubierto, a consecuencia de lo cual el Santo Profeta (sa) sonrió. La felicidad del Santo Profeta (sa) y su sonrisa fue el resultado del favor de Dios que apartó a un peligroso enemigo de su camino con una flecha que ni siquiera tenía punta. Un trozo recto de madera consiguió matarlo.

Uno de los autores ha escrito con respecto a la valentía y sabiduría del Santo Profeta (sa) que los jinetes de entre los Quraish, que estaban bajo el mando de Jalid bin Walid, martirizaron a Abdullah bin Jubair (ra) y a sus compañeros, que estaban haciendo guardia en lo alto del valle, y posteriormente se abalanzaron sobre el ejército musulmán por la retaguardia. En ese momento, sólo había nueve compañeros con el Santo Profeta (sa), ya que el resto de los soldados musulmanes se habían adentrado en el campo de batalla en persecución del enemigo. En cuanto el Santo Profeta (sa) vio a Jalid bin Walid y a los jinetes Qureshi, tomó inmediatamente una valiente decisión. Habría sido muy fácil para el Santo Profeta (sa) dirigirse hacia una posición segura ya que los jinetes aún no le habían visto, pero en tal caso el ejército musulmán habría sufrido una gran pérdida. El Santo Profeta (sa) podría haberse protegido, pero al hacerlo habría perjudicado al ejército musulmán. Por lo tanto, en lugar de huir de allí, el Santo Profeta (sa) levantó en voz alta una consigna para que el ejército musulmán mirara hacia atrás, pero como el ejército musulmán estaba tan por delante, era seguro que los jinetes también escucharían su voz. En un momento de prueba tan grande, el coraje y la valentía ejemplares del Santo Profeta (sa) se manifestaron porque decidió salvar las vidas de sus compañeros arriesgando su propia vida. El Santo Profeta (sa) gritó: “¡Oh siervos de Al-lah! ¡Mirad aqui!” Mientras su voz resonaba por todo el campo de batalla, los compañeros se enteraron de la delicada situación ya que estaban a bastante distancia, sin embargo un grupo de jinetes de los Quraish rodearon al Santo Profeta (sa) y comenzaron a atacarlo a él y al otro caballo. Los jinetes también comenzaron rápidamente a rodear a los musulmanes.

También se menciona cómo el Santo Profeta (sa) mantuvo la compostura incluso estando herido y continuó guiando y dando fuerza a los compañeros. Utbah bin Abi Waqas, hermano de Hazrat Sad bin Abi Waqas (ra), arrojó una piedra hacia el Santo Profeta (sa) que le golpeó la cara y como resultado se le rompió el incisivo lateral inferior y se le rasgó el labio inferior. Allamah Hajar al-Asqalani, comentarista de Bujari, ha escrito que una parte del diente estaba desconchada y no salía de la raíz. En cualquier caso, el Santo Profeta (sa) hizo la siguiente oración contra Utbah bin Abi Waqas:

“O Al-lah! Termina con su vida antes de que pase un año y hazlo mientras esté en estado de incredulidad”.

Dios Altísimo aceptó la oración del Santo Profeta (sa) y Hatib bin Abi Balta (ra) lo mató el mismo día. Hazrat Hatib (ra) afirma que cuando vio este acto despreciable de Utbah bin Abi Waqas, inmediatamente le preguntó al Santo Profeta (sa) dónde estaba Utbah. El Santo Profeta (sa) señaló la dirección hacia la que se dirigía e inmediatamente fue tras él. Finalmente llegó hasta él y lo atacó con su espada y le cortó la cabeza, que cayó a cierta distancia. Luego tomó su espada y su caballo y los llevó ante el Santo Profeta (sa). Al escuchar esta noticia, el Profeta (sa) declaró dos veces:

“Dios está complacido contigo, Dios está complacido contigo”.

Durante la Batalla de Uhud, el esposo de Hazrat Umme Ammarah Nusaibah (ra), Hazrat Zaid bin Asim (ra) y sus dos hijos, Khubaib y Abdullah, participaron en la batalla. También he mencionado este incidente antes. El Santo Profeta (sa) declaró con respecto a todos ellos “Que Dios conceda Su misericordia a vuestra casa” o según otra narración dijo: “Que Dios otorgue Sus bendiciones a vuestra casa”. Ante esto, Hazrat Umme Ammarah (ra) le pidió al Santo Profeta (sa): “Por favor, ora a Dios para que nos conceda Su cercanía en el Paraíso”. Mientras ofrecía la oración, el Santo Profeta (sa) declaró: “¡Oh Al’lah!  Concédeles mi compañía en el Paraíso”. Ante esto, Hazrat Umme Ammarah (ra) declaró que ya no le preocupaba lo que le sucedería en este mundo. Este era el gran coraje de estas sinceras compañeras y su ejemplar nivel de amor y lealtad hacia el Santo Profeta (sa). Consideraron que este mundo no era nada en comparación con la búsqueda de la complacencia de Dios Altísimo y ofrecer sacrificios por Su fe. A veces, las mujeres pueden volverse muy mundanas, pero estas mujeres estaban dispuestas a sacrificar el mundo por el bien de su fe.

El resto de los relatos serán narrados en el futuro, insha’lah.

Después de las oraciones del viernes, habrá oración funeraria [en cuerpo ausente] por algunos miembros fallecidos y también mencionaré algunos detalles sobre ellos.

La primera mención es del respetado Ghassan Khalid-ul-Naqeeb Sahib. Era de Siria y falleció recientemente a la edad de 78 años.

[En verdad, a Al-lah pertenecemos y a Él volveremos]

El fallecido era Musi y le sobreviven su esposa, un hijo y una hija. Hizo el Bai’at en tiempos de Hazrat Jalifatul Masih IV (rh) y luego, a través de su predicación, su hijo también hizo el Baiat. Su esposa y su hija aún no han hecho el Baiat Su hijo, Hassam-ul-Naqeeb Sahib, escribe:

“Mi padre era como mi amigo y compañero. Él fue quien me mostró el camino hacia la aceptación del Mesías Prometido (as). Durante la década de 1990, mi padre conoció la comunidad a través del programa Liqa Ma’a Al-Arab. Antes de esto, la opinión de mi padre sobre la religión era que solo se enseñaba sobre el trato amable hacia los demás.  Sin embargo, cuando vio el programa Liqa Ma’a Al-Arab, afirmó que si había algún erudito religioso virtuoso, entonces lo era esta misma persona, es decir, Hazrat Jalifatul Masih IV (rh), y esa era la verdadera religión del islam lo que esta gente hablaba. En ese momento, mi padre tenía 50 años y comenzó a aprender el Salat, ya que antes nunca había rezado, pero a partir de entonces observó su Salat con tal regularidad que no recuerdo un momento en el que siquiera hubiese perdido su oracion de Tahajjud. Mi padre hizo el Baiat en 2003 y me convenció también aproximadamente un mes después. Esto fue durante los últimos días de la vida de Hazrat Jalifatul Masih IV (rh).

Cuando mi padre conoció el sistema de Al-Wasiyyat a través de Abdul Hayy Bhatti Sahib, un misionero de la Comunidad, inmediatamente pasó a formar parte de él. En ese momento le dijeron que leyera primero el folleto, Al-Wasiyyat [La Voluntad] y él respondió que seguramente lo leería y trataría de entenderlo también, pero que esto no afectaría su amor por este plan y su pasión por unirse a él, de hecho, sólo aumentaría aún más su convicción en esto ya que ya estaba convencido de su verdad. Cuando mi padre conoció la Comunidad, cualquier literatura que recibía, intentaba estudiarla y luego redactar sus notas en la computadora. A menudo me decía que rezaba para que Dios Altísimo le concediera una vida lo suficientemente larga para poder leer toda la literatura del Mesías Prometido (as) y sus Julafa y así compensar todo lo que había perdido en su vida anterior [antes de ser áhmadi]. Tenía un gran amor por el Tafsir-e-Kabir [comentario del Sagrado Corán] de Hazrat Musleh Maud (ra) y lo había leído varias veces. Siempre que yo necesitaba información sobre algún tema, mi padre extraía todos los detalles sobre el tema de la literatura del Mesías Prometido (as), Hazrat Musleh Maud (ra) y su Julafa. También ayudaba con la revisión de la traducción del Sermón del Viernes (que pronuncio en vivo desde aquí). Del mismo modo, pasaba horas trabajando en cualquier trabajo para revisión que le asignara el Departamento Árabe. A veces yo le decía que descansara un poco y él decía que encontraba consuelo mientras hacia trabajos de la Comunidad. A menudo, mientras revisaba la traducción de los libros del Mesías Prometido (as) y su Julafa, se emocionaba. Cuando hizo el Baiat, relató un cuento de un compañero del Mesías Prometido (as). Dijo que hizo el Baiat y regresó a su aldea y llamó a todas las puertas y les informó sobre el advenimiento del Mesías Prometido (as). A partir de entonces, mi padre adoptó la misma práctica. Incluso si se encontraba con alguien durante cinco minutos, le informaba del advenimiento del Mesías Prometido (as).  Él decía que era su deber transmitir las buenas nuevas del advenimiento del Mesías Prometido (as). Si uno es capaz de entender esto entonces muy bien pero si no es capaz de entenderlo entonces al menos ha sembrado la semilla y ahora depende de Dios Altísimo, quien es el Guía para luego hacerla crecer”.

Waseem Muhammad Sahib de Siria escribe sobre él:

“Después de la oración del viernes, el difunto pronunciaba un dars de forma muy cautivadora. De 2019 a 2022, tuvo la oportunidad de desempeñarse como Secretario Ishaat [publicación]. Tenía una gran pasión por leer los libros del Mesías Prometido (as). A menudo escribía el significado y la explicación de las palabras difíciles que aparecían en los libros del Mesías Prometido (as).

Estudió la traducción de Tafsir-e-kabir de Hazrat Musleh Maud (ra) y sacó historias de los profetas y las recopiló en un libro conciso. Este libro está disponible en el sitio web árabe de la Comunidad y los miembros de la Comunidad –especialmente los niños– se están beneficiando enormemente de él.

Abada Barbouche Sahib, editor de la revista Al-Taqwa, dice: “El difunto poseía muchas grandes cualidades. Tenía un vínculo de extraordinario amor y lealtad con Jilafat. A pesar de su avanzada edad y de tener un trabajo, el fallecido ofrecía voluntariamente sus servicios para la revista Al-Taqwa y cada vez que se le asignaba una responsabilidad, la consideraba un honor. Durante siete años, el difunto nos ayudó mucho a mecanografiar y computarizar las ediciones antiguas de Al-Taqwa”. Que Dios Altísimo conceda perdón y misericordia al difunto, eleve su posición y acepte sus oraciones por sus hijos.

La siguiente mención es de Noushaba Mubarak, esposa de Jalees Ahmad, un misionero aquí en el departamento de Archivos [ARC] y de Al Hakam. Su esposa falleció recientemente mientras regresaba de Pakistán en un accidente en camino de Rabwah a Lahore.

En verdad, a Al-lah pertenecemos y a Él volveremos]

Le sobreviven su esposo, sus padres, cuatro hermanos y dos hermanas. Se estaba procesando el Wasiyyat de la fallecida cuando ella falleció repentinamente. En cualquier caso todavía está en proceso y si Dios quiere su Wasiyyat será aceptado. Como tal, ella es una Musia.  Su esposo Jalees Ahmad escribe: “Estoy agradecido a Dios Altísimo por concederme una esposa que poseía muchas grandes cualidades. Decidió casarse con una persona consagrada de vida; ella siempre dio prioridad a la fe y nunca me exigió nada. Ella siempre fue un medio de felicidad para los demás. Sirvió a la Comunidad en diversos puestos; ayudó como Subsecretaria de Finanzas y Subsecretaria de Wasiyat. Trabajó con gran esfuerzo y celo”. También me ayudó en mi trabajo. Nunca se opuso a mi trabajo de la Comunidad y nunca hizo ninguna demanda. Comprendió el verdadero espíritu del Waqf. Cada Ramadán, completaba al menos tres, y a veces cuatro, lecturas enteras del Sagrado Corán con traducción. Sentía un profundo respeto y amor por el Jalifato”. Su madre, Zaibun Nisa Sahiba, afirma: “La fallecida era mi hija menor. Quería a todo el mundo y era muy sociable. Nos dio a todos mucho amor y fue la más sabia de todos mis hijos. Era asidua a las oraciones y a los ayunos y se mantenía en primera línea en el trabajo de la Comunidad. Yo era el Sadr Lajna en el pueblo de Hafizabad de Pir Kot Thani, y ella me ayudaba mucho en mi trabajo. También me ayudó en el trabajo de la comunidad después de venir a Rabwah”.

Su hermano Kamran Shahid dice: “La difunta era la bisnieta paterna de Hazrat Mian Nizamuddin Bafandah Sahib (ra), compañero del Mesías Prometido (as). Era amable con jóvenes y mayores y quería a todo el mundo. Tenía un gran vínculo de sinceridad y lealtad con Jalifato”. Que Al’lah el Todopoderoso eleve la estación de la difunta y conceda a todos paciencia, a sus padres, a su marido, a sus hermanos y a sus hermanas.

La siguiente mención es la de Razia Sultana Sahiba, esposa del difunto Abdul Hameed Khan Sahib de Rabwah. Era la madre de Abdul Qayyum Pasha Sahib, Presidente Nacional y Misionero Encargado en Costa de Marfil. Ha fallecido recientemente a la edad de 92 años.

[Pertenecemos a Dios y a Él volveremos.]

Por la gracia de Dios, el Todopoderoso, era una Musia. Qayyum Pasha Sahib escribe: “Era la hermana mayor del respetado Chaudhary Hameedullah Sahib, antiguo Wakil-e-A’la Tahrik-e-Jadid. Aceptaron el Ahmadíat en 1929. Desde el principio, sintió una profunda pasión por el estudio de Ruhani Kahza’in (los libros del Mesías Prometido) Como tal, estudió el Ruhani Khaza’in completo varias veces a lo largo de su vida, además de estudiar Tafsir-e-Kabir y otra literatura de la Comunidad. Tuvo la oportunidad de servir como Sadr Lajna y Secretaria de Finanzas en su área de Darul Uloom Wasti”. Dice: “Algunos de mis parientes le dijeron a mi madre que solo tenía un hijo y que, puesto que su marido había fallecido, en lugar de enviarme a Yamia para ser misionero, que solo recibiría una paga suficiente para salir adelante, debería enviarme a otro destino. Mi madre le contestó: ‘Irá a Yamia’. En cuanto a las provisiones, Dios Todopoderoso es el Proveedor y confío en Él'”. Dice: “En cuanto mi madre cobraba su pensión o recibía ingresos de cualquier otra fuente, iba inmediatamente a casa del Secretario de Finanzas y ofrecía sus contribuciones para el Wasiyat. Nunca hubo un caso en el que el Secretario de Finanzas tuviera que venir a nuestra casa a recaudar contribuciones”. Le sobreviven un hijo y dos hijas. Como ya he mencionado, su hijo Abdul Qayyum Pasha es el Misionero Encargado en Costa de Marfil y, debido a que se encuentra en el campo de trabajo, no pudo asistir al funeral de su madre. Que Allah el Todopoderoso le conceda paciencia y tolerancia, y que eleve la posición de su madre.

La siguiente mención es para Bushra Begum Sahiba, esposa del respetado Dr. Muhammad Saleem Sahib de Lahore. Era la madre de Muhammad Naeem Azhar Sahib, misionero encargado de Sierra Leona. Ha fallecido recientemente a la edad de 78 años.

[Pertenecemos a Dios y a Él volveremos.]

Por la gracia de Dios, el Todopoderoso, era una Musia. Le sobreviven dos hijos y cinco hijas. Debido a que se encontraba en acto de servicio, su hijo Naeem Azhar Sahib no pudo asistir al funeral ni al entierro de su madre. Naeem Azhar Sahib escribe: “Mi madre no era áhmadi de nacimiento; sin embargo, teníamos algunos parientes áhmadis y ella ansiaba encontrar la verdad. Rezó mucho a Dios, tras lo cual encontró satisfacción en su corazón y, finalmente, juró lealtad a la mano de Hazrat Jalifatul Masih II (ra) en 1964. Ella honró lealmente este vínculo durante toda su vida, y siempre estuvo dispuesta a ofrecer cualquier sacrificio por el bien de Ahmadía. Por la gracia de Allah, el Todopoderoso, era devota de las oraciones y la adoración, y además de ofrecer las cinco oraciones diarias ofrecía el tahayud [oraciones voluntarias antes del amanecer]. Poseía una gran fortaleza y era una mujer valiente. Soportaba las dificultades en silencio y nunca se quejaba. Siempre participaba en primera línea en cualquier llamamiento financiero del Jalifa de la época. Ella ofrecía sus contribuciones financieras a la Comunidad en la primera oportunidad y luego ofrecía más contribuciones más tarde. Ayudaba a todos los necesitados tanto como podía y nunca rechazaba a nadie con las manos vacías”. Que Dios Todopoderoso conceda a la difunta el perdón y la misericordia y acepte sus plegarias en favor de sus hijos.

La siguiente mención es la del respetado Rasheed Ahmad Chaudhary Sahib de Noruega. Era hijo de Chaudhary Ghulam Hussain Sahib. Ha fallecido recientemente a la edad de 82 años.

[Pertenecemos a Dios y a Él volveremos.]

Llevaba algún tiempo enfermo y luchó contra su enfermedad con gran fortaleza, valor y paciencia. En 1926, su padre Chaudhary Ghulam Hussain Sahib fue personalmente a Qadian y tuvo el honor de jurar lealtad de la mano del Hazrat Jalifatul Masih II (ra) y más tarde dedicó su vida [al servicio del Islam]. Tuvo la oportunidad de servir como Qazi en Darul Qaza Qadian y Rabwah. También tuvo la oportunidad de servir en la construcción y mantenimiento de varios edificios centrales. Chaudhary Rasheed Sahib también tuvo muchas oportunidades de servir junto a su padre en los primeros días de Rabwah. Durante el segundo y el tercer califato, trabajó mucho como electricista en la Qasr-e-Jilafat y otros edificios de la comunidad musulmana. Se trasladó a Noruega en 1970, donde siempre estuvo al frente del servicio a la Comunidad, incluidos sus servicios voluntarios en la construcción de la primera sede de Noruega. Con sus servicios ahorró a la Comunidad grandes cantidades de dinero. Durante mucho tiempo fue secretario Umoor Amma de Comunidad de Noruega. Sus hijos Muzaffar Chaudhary y Munawwar Chaudhary escriben:

“Sentía un profundo y abundante amor por el Jalifato. Solía ser responsable de todos los asuntos relacionados con las giras de Hazrat Jalifatul Masih IV (rh) a Noruega. Hazrat Jalifatul Masih IV (rh) solía referirse a él como su guía en Noruega y mencionó sus servicios en un sermón de los viernes.” Desde que me convertí en Jalifa, mostró una inmensa lealtad. También nos conocíamos de antes, pero nuestra conexión creció aún más después. Su padre era muy cercano al mío. Desde nuestra infancia, observamos que Chaudhary Ghulam Hussain Sahib siempre sonreía y tenía un carácter muy agradable. El comportamiento de Chaudhary Rasheed Sahib se parecía mucho al de su padre.

Que Dios Todopoderoso le conceda el perdón y la misericordia. Siempre estaba dispuesto a mostrar compasión por la humanidad, independientemente de su religión o procedencia. Le sobreviven su esposa, dos hijos y cuatro hijas. El respetado Inamul Haq Kausar Sahib, Presidente Nacional y Misionero Encargado de la Comunidad de Australia era su cuñado. Que Al’lah el Todopoderoso conceda a todos paciencia y tolerancia. Como ya he dicho, dirigiré estas oraciones fúnebres después de la oración [del viernes].

Resumen

Después de recitar Tashahhud, Ta’awwuz y Surah al-Fatihah, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) continuó narrando incidentes de la Batalla de Uhud.

Su Santidad (aba) citó al Reformador Prometido, Hazrat Mirza Bashiruddin Mahmud Ahmad (ra), quien dijo que los heridos en la batalla fueron atendidos mientras que los mártires fueron enterrados. En ese momento, el Santo Profeta (sa) se enteró de que los incrédulos habían mutilado algunos de los cuerpos de los musulmanes, incluido el de su tío, Hazrat Hamzah (ra). Esto le dolió mucho al Santo Profeta (sa), sin embargo, le fue revelado que no importan los sentimientos de venganza que puedan surgir, la misericordia y la justicia siempre deben prevalecer. Estas son las enseñanzas del Islam.

Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Hamzah (ra) estaba envuelto en una sola sábana; cuando se subía, sus pies quedaban al descubierto, y cuando se bajaba, su rostro quedaba al descubierto. El Santo Profeta (sa) ordenó que su rostro permaneciera cubierto. Hazrat Hamzah (ra) y Hazrat Abdul’lah bin Yahsh (ra) fueron enterrados en la misma tumba.

Instrucciones islámicas sobre los lamentos ante el fallecimiento de una persona

Su Santidad (aba) dijo que el Santo Profeta (sa) prohibió muy sabiamente los lamentos por los difuntos. Cuando el Santo Profeta (sa) regresó de Uhud, se enteró de que las mujeres de los Ansar lloraban y se lamentaban por sus maridos fallecidos. El Santo Profeta (sa) preguntó si no había nadie para llorar por Hazrat Hamzah (ra). Así que las mujeres se reunieron para llorar por Hazrat Hamzah (ra). Mientras tanto, el Santo Profeta (sa) se durmió. Cuando despertó, las mujeres seguían lamentándose, y el Santo Profeta (sa) les preguntó si continuarían lamentándose por Hazrat Hamzah (ra) así. Él les dijo que debían volver a sus casas y que, a partir de ese día, nadie debía lamentarse por el difunto. De este modo, el Santo Profeta (sa) tuvo en cuenta sus sentimientos y, al mismo tiempo, puso fin sabiamente a la tradición de los lamentos.

Entierro de Hazrat Mus’ab bin Umair (ra)

Su Santidad (aba) dijo que cuando el Santo Profeta (sa) encontró el cuerpo de Hazrat Mus’ab (ra) que había sido martirizado, recitó el siguiente versículo del Sagrado Corán:

Entre los creyentes hay hombres que han respetado la alianza que hicieron con Al‑lah. Hay algunos de ellos que cumplieron su promesa y otros que siguen esperando y no han cambiado nada. (Sagrado Corán 33:24)

Luego, el Santo Profeta (sa) atestiguó que tales personas mantendrían el rango de mártires a los ojos de Al’lah el Todopoderoso en el Día del Juicio Final.

Su Santidad (aba) citó a Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) quien escribe:

‘Un hombre honorable de entre los mártires de Uḥud fue Mus’ab bin ‘Umair (ra). Fue el primer Muhayir que llegó a Medina como misionero del Islam. En la época de la Yajilia, entre los jóvenes de La Meca, Mus’ab (ra) era considerado el más bien vestido y elegante, y vivía con gran comodidad y lujo. Después de aceptar el Islam, su condición se transformó completamente. De hecho, hay una narración que dice que en una ocasión, el Santo Profeta (sa) lo vio vestido con una tela que estaba cubierta con numerosos remiendos. Ante esto, el Santo Profetaa recordó su vida anterior, y los ojos del Santo Profeta (sa) comenzaron a brillar con lágrimas. Cuando Mus’ab (ra) fue martirizado en Uhud, ni siquiera tenía suficiente tela para cubrir su cuerpo por completo. Si se cubría los pies, su cabeza quedaría al descubierto, y si se cubría la cabeza, sus pies quedarían desnudos. Por ello, siguiendo las instrucciones del Santo Profeta (sa), se cubrió la cabeza con tela y los pies con hierba”.

(La Vida y el Carácter del Sello de los Profetas (sa), Vol. 2, pp. 346-347)

Su Santidad (aba) dijo que después de la Batalla de Uhud, el Santo Profeta (sa) hizo una oración. Ordenó a los musulmanes que formaran filas detrás de él, y luego hizo una oración ensalzando a Al’lah, Su poder y Su fuerza, Rezó para que Al’lah concediera tales bendiciones que nunca podrían ser quitadas o retiradas. Rezó por la paz en el Día del Juicio Final. Rezó para permanecer a salvo de todo mal. Rezó para que la fe se convirtiera en algo querido y amado para ellos y para que todo el mal se volviera detestable. Rezó para que murieran en estado de creyentes y permanecieran vivos en estado de creyentes. Pidió la destrucción de los que rechazan a todos los profetas y la ruina de los incrédulos.

Papel fundamental de las mujeres musulmanas en la batalla de Uhud

Su Santidad (aba) dijo que las compañeras desempeñaron un papel fundamental durante la Batalla de Uhud. Está registrado que Hazrat Umm Salamah (ra) participó en la Batalla de Uhud. Cuando el Santo Profeta (sa) se dirigía a Uhud para la batalla, el Santo Profeta (sa) se detuvo en el camino para descansar, momento en el que Hazrat Umm Salamah (ra) le llevó algo de comida. Está registrado que durante la batalla, Hazrat A’ishah (ra) y Hazrat Umm Sulaim (ra) fueron vistas llevando agua a los musulmanes. Hazrat Umm Sulaim (ra) y Hazrat Umm Atiyyah (ra) también prestaron el mismo servicio.

Su Santidad (aba) dijo que también hubo algunas mujeres musulmanas que lucharon activamente en la batalla con espadas y lanzas en la mano. Por ejemplo, estaba Hazrat Umm Ammarah (ra), que protegió al Santo Profeta (sa) de los ataques de Ibn Qum’ah. También hubo algunas compañeras que acudieron al campo de batalla después de que la batalla hubiera terminado, como Hazrat Fatimah (ra) que abrazó a su padre, el Santo Profeta (sa) al verlo y comenzó a lavar sus heridas.

Su Santidad (aba) dijo que en Medina, Hazrat A’ishah (ra) salió de su casa para averiguar lo que había sucedido en la batalla. Al llegar a Harrah, se encontró con Hazrat Hind bint Amr, hermana de Hazrat Abdul’lah bin Amr. Ella guiaba un camello que transportaba los cuerpos de su marido, su hijo y su hermano. Cuando Hazrat A’ishah (ra) le preguntó sobre las condiciones de la guerra, Hazrat Hind (ra) respondió diciendo que el Santo Profeta (sa) estaba bien, y mientras él estuviera bien, nada más importaba. Llevaba los cuerpos de tres de sus familiares fallecidos, pero lo único que le importaba era el bienestar del Santo Profeta (sa).

Su Santidad (aba) dijo que el día de la Batalla de Uhud, el Santo Profeta (sa) señaló a un incrédulo a Hazrat Sa’d (ra) y le ordenó que le disparara una flecha. Esta flecha no tenía punta, y era esencialmente un simple palo, sin embargo, cuando golpeó al incrédulo y lo apartó del camino, el Santo Profeta (sa) sonrió, porque incluso con una flecha así, Al’lah el Todopoderoso apartó a este incrédulo del camino de los musulmanes. Fue también en esta ocasión que el Santo Profeta (sa) le dijo a Hazrat Sa’d (ra), ‘Que mis padres sean sacrificados por ti’.

Su Santidad (aba) dijo que incluso herido y dolorido, el Santo Profeta (sa) mantuvo la compostura y siguió guiando a los musulmanes. Uno de los dientes inferiores del Santo Profeta (sa) se rompió tras ser golpeado por una piedra y su labio inferior también empezó a sangrar. El Santo Profeta (sa) rezó contra Utbah bin Abi Waqqas que había lanzado la piedra, para que muriera en el estado de creencia durante el mismo año. Sucedió que Utbah murió el mismo día a manos de Hatib bin Balta’ah. El Santo Profeta (sa) dijo que Dios estaba complacido con Hatib.

Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Umm Ammarah (ra) y sus hijos participaron en la Batalla de Uhud. El Santo Profeta (sa) rezó por toda su familia, para que Dios les colme de Su misericordia y bendiciones. Hazrat Umm Ammarah (ra) pidió al Santo Profeta (sa) que rezara para que pudieran acompañarle en el cielo. Dijo que no le importaba lo que le sucediera en este mundo. Este fue el ejemplo establecido por las Compañeras y su amor por el Santo Profeta (sa). Eran mujeres que no se preocupaban por las cosas mundanas, sino que daban prioridad a su fe.

Su Santidad (aba) dijo que continuaría narrando estos incidentes en el futuro.

Oraciones fúnebres

Su Santidad (aba) dijo que dirigiría las oraciones fúnebres en ausencia de los siguientes miembros fallecidos:

Ghussan Khalid al-Naqib

Ghussan Khalid al-Naqib, de Siria, fallecido recientemente. Le sobreviven su esposa, un hijo y una hija. Aceptó el Ahmadíat durante la época del Cuarto Califa (rh), y más tarde su hijo también se convirtió. Su esposa y su hija aún no han aceptado el Ahmadíat. Al ver al Cuarto Califa en el programa Liqa Ma’al Arab, se dio cuenta de que si alguien era veraz era este hombre, y por ello aceptó el Ahmadíat. También entró a formar parte del programa Wasiyyat. Estudiaba la literatura de la Comunidad y tomaba notas. Deseaba vivir lo suficiente para estudiar todos los libros del Mesías Prometido (as) y sus Califas, para recuperar el tiempo perdido. Le encantaba el comentario del Sagrado Corán escrito por el Segundo Califa (ra). Ayudó en la revisión de la transcripción al árabe de los sermones de los viernes de Su Santidad (aba), así como en las traducciones al árabe de otros libros. También compiló un libro sobre los profetas de Dios basado en el contenido de la Gran Exégesis del Segundo Califa (ra). También realizó importantes contribuciones a la revista Al-Taqwa. Su Santidad rezó para que Al’lah le conceda el perdón y la misericordia, eleve su posición y acepte sus oraciones por sus hijos.

Noushaba Mubarak

Noushaba Mubarak, esposa de Jalees Ahmad, misionero en los departamentos de archivos y Al Hakam. Falleció en un accidente en Pakistán. Le sobreviven su marido, sus padres, cuatro hermanos y dos hermanas. Su marido dice estar agradecido a Dios por haberle concedido una esposa con grandes cualidades. Casada con un consagrado, siempre dio prioridad a su fe y nunca le exigió nada. Siempre fue una fuente de felicidad para los demás. Sirvió a la Comunidad de diversas maneras y también ayudó a su marido en su trabajo. Durante el mes de Ramadán recitaba el Corán completo al menos tres veces, y a veces hasta cuatro. Era muy amable y cariñosa con todos. Amaba mucho al Califato. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah eleve su posición y conceda paciencia a su familia.

Razia Sultana

Razia Sultana, esposa del difunto Abdul Hamid Khan de Rabwah. Era la madre de Abdul Qayyum Pasha, Presidente Nacional y Misionero encargado de la Comunidad en Costa de Marfil. Le encantaba estudiar los libros del Mesías Prometido (as), y leyó todos sus libros varias veces, además de completar la lectura del comentario del Segundo Califa (ra) del Sagrado Corán. Tenía plena confianza y fe en Dios y, a pesar de que su marido había fallecido, estaba contenta con el hecho de que su único hijo se convirtiera en un consagrado. Le sobreviven un hijo y dos hijas. Su hijo no pudo asistir al funeral de su madre debido a sus obligaciones en el campo. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah le conceda paciencia y eleve la posición de su madre.

Bushra Begum

Bushra Begum, esposa del Dr. Muhammad Saleem de Lahore. Era la madre de Muhammad Naeem Mazhar, Misionero encargado de la Comunidad en Sierra Leona. Le sobreviven dos hijos y cinco hijas. Su hijo no pudo asistir a los funerales por encontrarse de servicio. No había nacido ahmadí, pero su búsqueda de la verdad la condujo al ahmadí y juró lealtad de la mano del Segundo Califa (ra). Estaba dispuesta a hacer cualquier sacrificio por el bien del Ahmadíat. Era muy rezadora, valiente y decidida. Soportaba las dificultades sin quejarse. Participaba en primera línea en los llamamientos financieros de los Califas. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah le conceda el perdón y la misericordia y acepte sus oraciones por sus hijos.

Rashid Ahmad Chaudhary

Rashid Ahmad Chaudhary de Noruega. Soportó su enfermedad con gran paciencia y firmeza. Su padre fue a Qadian y juró lealtad a la mano del Segundo Califa (ra) y más tarde dedicó su vida al servicio del Islam y desempeñó diversos cargos. Rashid Ahmad Chaudhary sirvió en Rabwah durante sus primeros días y trabajó como electricista para la residencia del Califa durante las épocas del Segundo y Tercer Califas, junto con otros edificios comunitarios. Después de trasladarse a Noruega, continuó al frente de la Comunidad, sirviéndola de diversas formas y en diferentes puestos. Su Santidad (aba) dijo que lo conoció antes de convertirse en Califa, pero que su vínculo se hizo más fuerte después. Su Santidad (aba) dijo que sus padres también estaban muy unidos. Su Santidad (aba) dijo que el padre de Rashid Ahmad Chaudhary siempre estaba sonriendo y era muy amable, y que su hijo se parecía a esas cualidades. Siempre estaba dispuesto a servir a la humanidad sin discriminación alguna. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah le conceda el perdón y la misericordia. Le sobreviven su esposa, dos hijos y cuatro hijas. Era cuñado de Inamul Haq Kausar, Presidente Nacional y Misionero Encargado de la Comunidad en Australia. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah conceda a todos paciencia.

Resumen preparado por The Review of Religions

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