Califas guiados – Hazrat Uthman (ra)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

Califas guiados – Hazrat Uthman (ra)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

Sermón del viernes del 05-03-21,

Pronunciado en la Mezquita Mubarak de Islāmabad (Tilford, Surrey), Reino Unido.

Después de recitar el Tashahud, el Ta’āwwuz y el Sūrah Al-Fātihah, Hazrat Jalīfa-ul-Masih V (aba) dijo:

Estaba narrando relatos sobre la discordia y la rebelión que surgieron en la época de Hazrat ‘Uzmān (ra). Mencionaré lo que Hazrat Musleh Ma’ūd (ra) ha dicho al respecto. La mayoría de las referencias se han tomado de Tabari y luego Hazrat Musleh Ma’ūd (ra) ha presentado su propio punto de vista sobre el tema.

Hazrat Musleh Ma’ūd (ra) relata:

“Aparte de estos tres, (es decir, Muhammad bin Abi Bakar, Muhammad bin Huzaifah y Ammar bin Yasir), que estuvieron bajo la influencia de los rebeldes y se pusieron del lado de ellos, nadie en Medina, ya fuese un Compañero o cualquier otra persona, no tenían ninguna simpatía hacia los rebeldes. Todos lanzaban maldiciones sobre ellos y los reprochaban, pero como ellos no tenían ningún control sobre lo que estaba ocurriendo, a estos rebeldes no les importaba eso en absoluto. Durante veinte días, los rebeldes intentaron convencer a Hazrat ‘Uzmān (ra) de que de alguna manera abandonara el Jalīfato solo mediante el diálogo.

Sin embargo, Hazrat ‘Uzmān (ra) se negó rotundamente y dijo:

“No puedo quitarme el manto con el que Dios Altísimo me ha vestido, ni puedo dejar al pueblo de Muhammad (sa) sin refugio para que cualquiera que lo desee pueda oprimir a otro”.

Hazrat ‘Uzmān (ra) continuó amonestando a los rebeldes para que se abstuvieran de crear conflictos y continuó diciendo:

“Hoy estas personas crean desorden y detestan mi propia existencia. Pero cuando yo no exista más, desearán: si tan solo todos y cada uno de los días de la vida de ‘Uzmān (ra) se transformaran en un año cada uno, y ojalá no se hubiera ido de nosotros tan pronto. Porque después de mí habrá un gran derramamiento de sangre, los derechos serán violados y la gobernanza tomará un rumbo completamente diferente”. (Como tal, en el período Banu Ummayyah, el Jalīfato fue reemplazado por un gobierno secular y estos rebeldes recibieron castigos tan duros que olvidaron todas sus malicias).

Transcurridos veinte días, los rebeldes pensaron que se requería una rápida decisión, no fuera que llegaran los ejércitos de las provincias aledañas y se les hiciera sufrir las consecuencias de sus acciones, pues sabían que estaban equivocados y que la mayoría de los musulmanes apoyaban a Hazrat ‘Uzmān (ra). Por esta razón impidieron que Hazrat ‘Uzmān (ra) saliera de su casa y también prohibieron la entrada de alimentos y bebidas a la misma. Pensaron que quizás de esta manera Hazrat ‘Uzmān (ra) se vería obligado a aceptar sus demandas. Sin embargo, Hazrat ‘Uzmān (ra) ya les había dicho que no se quitaría el manto que Dios Todopoderoso le había otorgado.

La administración de Medina estaba ahora en sus manos. Aceptaron unánimemente a Ghafiqi, el comandante de los ejércitos egipcios, como su comandante principal. Entonces, era como si Ghafiqi fuera el gobernante de Medina en ese momento. Por su parte, Ashtar comandaba el ejército de Kufah y Hakīm bin Yabalah [el mismo ladrón que había sido encarcelado en Basora, por orden de Hazrat ‘Uzmān (ra), por robar la riqueza de súbditos no musulmanes] comandaba el ejército de Basora, bajo el liderazgo de Ghafiqi. Es decir, Hakīm bin Yabalah y Ashtar trabajaron bajo Ghafiqi.

Una vez más, esto demuestra que los rebeldes de Egipto fueron la causa fundamental de este conflicto, donde trabajaba ‘Abdul-lāh bin Saba. Ghafiqi dirigía las oraciones en la Mezquita Nabawi, mientras que los Compañeros del Santo Profeta (sa) permanecían encerrados en sus casas, o se veían obligados a ofrecer oraciones detrás de él. Los rebeldes no causaron muchos obstáculos a la gente hasta que decidieron sitiar la casa de Hazrat ‘Uzmān (ra). No obstante, tan pronto como rodearon su casa, también comenzaron a oprimir a otras personas. En lugar de ser Darul Aman [la Casa de la Paz], Medina ahora se había convertido en Darul Harb [la Casa de la Guerra]. El respeto y honor de la gente de Medina estaba en peligro; nadie salía desarmado de su casa y los rebeldes mataban a cualquiera que se enfrentara a ellos.

Cuando los rebeldes asediaron a Hazrat ‘Uzmān (ra) e incluso llegaron a impedir que el agua entrara en su casa, él envió al hijo de un vecino a Hazrat ‘Alī (ra), Hazrat Talha (ra), Hazrat Zubair (ra) y las nobles esposas del Santo Profeta (sa) pidiendo ayuda y diciendo: “los rebeldes han cortado incluso nuestro suministro de agua. Si podéis hacer algo, por favor haced los arreglos necesarios para que nos traigan agua”.

De entre los hombres, Hazrat ‘Alī (ra) fue el primero en llegar y amonestó a los rebeldes diciendo:

“¿Qué tipo de comportamiento habéis adoptado? Vuestras acciones no se parecen a las de los creyentes ni a las de los incrédulos. No impidáis que la comida y la bebida entren a la casa de Hazrat ‘Uzmān (ra). Incluso los romanos y los persas proporcionaban comida y agua a sus prisioneros. Según la práctica islámica, vuestra conducta no es aceptable en lo más mínimo. Además, ¿qué daño os ha hecho Hazrat ‘Uzmān (ra) por el que consideráis permisible encarcelarlo y matarlo?”.

Esta amonestación de Hazrat ‘Alī (ra) no tuvo ninguna influencia sobre ellos y dijeron claramente: “cualquiera que sea el caso, no permitiremos que le llegue comida ni agua”. Esta fue la respuesta que los rebeldes le dieron a la persona que consideraban el “wasi” o heredero del Santo Profeta (sa) y su verdadero sucesor. Pues los rebeldes solían afirmar que Hazrat ‘Alī (ra) era el legítimo sucesor del Santo Profeta (sa) y esta es la respuesta que le dieron. Después de saber esto, ¿hay necesidad de cualquier otro testimonio para probar que este partido, que declaraba a Hazrat ‘Alī (ra) como el “wasi”, no había abandonado sus hogares en apoyo de la verdad o por su amor por el ahl-e-bait, sino más bien solo para cumplir sus bajos deseos?

De entre las nobles esposas del Santo Profeta (sa), Hazrat Umm Habibah (ra) fue la primera en acudir en ayuda de Hazrat ‘Uzmān (ra). Montada en una mula, trajo consigo un odre de agua. Sin embargo, su objetivo real era salvaguardar todos los testamentos de los huérfanos y viudas que pertenecían a Banu Ummayyah y que estaban en posesión de Hazrat ‘Uzmān (ra). Cuando vio que los rebeldes habían detenido el suministro de agua de Hazrat ‘Uzmān (ra), temió que también pudieran destruir estos testamentos y, por lo tanto, deseó salvaguardar de alguna manera esos documentos. Después de todo, había otros medios por los que podría haber entregado el agua. Cuando Hazrat Umm Habibah (ra) llegó a la puerta de Hazrat ‘Uzmān (ra), justo cuando los rebeldes estaban a punto de detenerla, la gente exclamó: “Esta es Ummul-Mo’minin, Umm Habibah (ra)”.Pero los rebeldes persistieron en su maldad y comenzaron a golpear a su mula. Ummul-Mo’minin, Umm Habibah (ra) explicó: “Temo que las testamentos de los huérfanos y viudas de los Banu Ummayyah sean destruidos. Por esta razón, deseo entrar para resolver sobre su custodia”.

No obstante, estas desdichadas personas respondieron a la bendita esposa del Santo Profeta (sa): “estás mintiendo”. Luego los rebeldes atacaron su mula y cortaron las correas de su montura. La silla cayó a un lado. Hazrat Umm Habibah (ra) estuvo a punto de caer y ser martirizada bajo los pies de los rebeldes, pero algunas personas de Medina, que estaban cerca, corrieron en su ayuda y la escoltaron a su casa. Este fue el trato que le dieron a la bendita esposa del Santo Profeta (sa).

Hazrat Umm Habibah (ra) poseía una lealtad y un amor tan profundos por el Santo Profeta (sa) que después de una separación de unos quince a dieciséis años, cuando su padre, que era el jefe de Arabia y ocupaba el cargo de Rey en La Meca, vino a Medina en una misión política especial y vino a su encuentro, ella quitó la ropa de la cama del Santo Profeta (sa) que estaba debajo de él (cuando su padre estaba a punto de sentarse en la sábana, ella la quitó de debajo de él). Esto se debía a que no podía soportar ver la ropa pura del Mensajero de Dios siendo tocada por el cuerpo impuro de un idólatra; o sea, ni siquiera dejó que su padre se sentara sobre ella. Es sorprendente que en ausencia de Muhammad (sa), el Mensajero de Dios, Hazrat Umm Habibah (ra) salvaguardara la santidad incluso de su ropa, mientras que estos rebeldes ni siquiera mostraron veneración a la sagrada esposa de Muhammad (sa), el Mensajero de Dios, en su ausencia. Estas personas necias dijeron que la esposa del Santo Profeta (sa) era una mentirosa, aunque ella tenía razón en su declaración, pues Hazrat ‘Uzmān (ra) era el guardián de los huérfanos de Banu Ummayyah. Al ver su creciente enemistad, su preocupación de que la riqueza de los huérfanos y las viudas se desperdiciara era correcta. En verdad los mentirosos eran aquellos que asumieron la tarea de destruir la fe mientras afirmaban amar a Muhammad (sa), el Mensajero de Dios; no Umm Habibah (ra), Ummul-Mo’minin.

Cuando la noticia del trato infligido a Hazrat Umm Habibah (ra) se extendió por toda Medina, los Compañeros y vecinos de Medina quedaron consternados; comprendieron que ahora era inútil esperar algo bueno de los rebeldes. Fue en este mismo momento que Hazrat ‘Ā’isha (ra) decidió ir al Hall (la peregrinación a La Meca) y comenzó a hacer los preparativos para el viaje. Pero cuando la gente se enteró de que estaba a punto de irse de Medina, algunos le pidieron que si se quedaba, tal vez ello sería propicio para poner fin al conflicto y los rebeldes le harían caso, aunque ella se negó diciendo: “¿queréis que reciba el mismo trato que Umm Habibah (ra). ¡Por Dios! No puedo poner en riesgo mi honor [ya que ella era el honor del Santo Profeta (sa)]. Si de alguna manera soy el blanco de los rebeldes, ¿cuáles serán los medios de mi protección? Solo Dios sabe hasta qué punto crecerán los rebeldes en sus malicias y cuál será su resultado”.

Justo cuando Hazrat ‘Ā’isha Siddiqa (ra) se iba, ideó una estrategia, que si hubiera tenido éxito, este conflicto podría haberse reprimido hasta cierto punto. Ella envió un mensaje a su hermano, Muhammad bin Abi Bakar, (quien debido a su ingenuidad o por ser de fe débil, se había unido a los rebeldes), que debería acompañarla a realizar el Hall, pero él se negó. Ante esto, Hazrat ‘A’isha (ra) dijo: ”¿Qué debo hacer? Estoy indefensa. Si tuviera la fuerza, nunca permitiría que estos rebeldes tuvieran éxito en sus planes”. Finalmente, Hazrat ‘Ā’isha (ra) se marchó para el Hall y algunos Compañeros, que pudieron salir de Medina, también se fueron. Las personas restantes, a excepción de algunos Compañeros destacados, permanecieron en sus hogares.

“Después de Hazrat Abū Bakar (ra) y Hazrat ‘Umar (ra), sin ningún deseo o petición propia, fui incluido entre aquellos a quienes se les confió el deber de hacer un consejo con respecto al Jalīfato. [Hazrat ‘Uzmān (ra) declaró esto en la carta que escribió]. Luego, fui elegido para el oficio del Jalīfato sin ningún deseo o solicitud propia. Sin falta, continué los trabajos que el anterior Jalīfa (ra) emprendió y no introduje ninguna innovación en la fe por mi propia voluntad. Pero la semilla del mal se plantó en el corazón de ciertas personas, surgió la maldad y luego comenzaron a conspirar contra mí; expresaron una cosa ante la gente, mientras ocultaban otra cosa en sus corazones. Estas personas comenzaron a lanzarme acusaciones como las que se hicieron contra los Jalīfas (ra) que hubo antes de mí. Sin embargo, permanecí en silencio a pesar de saberlo. Aprovechándose mi misericordia, estas personas crecieron aún más en sus iniquidades. Al final, atacaron a Medina como los incrédulos. Por tanto, si hay algo que podáis hacer, por favor preparad alguna ayuda”.

De manera similar, unos días después, Hazrat ‘Uzmān (ra) escribió una carta a las personas que habían ido a realizar la peregrinación a La Meca. La esencia de esta carta era:

Llamo vuestra atención hacia Dios Todopoderoso y os recuerdo Sus favores. En este momento, ciertas personas están creando serios problemas y están involucrados en intentos de causar división en el Islām. No obstante, estas personas ni siquiera han tenido en cuenta que Dios nombra al Jalīfa, tal como Él dice:Al’lāh ha prometido a aquellos de entre vosotros que crean y hagan buenas obras que ciertamente Él les hará Sucesores en la tierra”…

Además, no valoran la importancia de la unidad, a pesar de que Dios Altísimo ha ordenado: “y aferraos todos juntos a la cuerda de Al’lāh”.

También han aceptado las palabras de quienes me acusaron y no prestaron atención a este mandato del Sagrado Corán: “¡Oh vosotros, los creyentes! Si una persona injusta os trae alguna noticia, verificad a fondo la exactitud del informe”. Tampoco honraron el Bai’at que me hicieron, a pesar de que Dios Todopoderoso dice en relación con el Santo Profeta (sa): “En verdad, los que te juran lealtad a ti ciertamente juran lealtad a Al’lāh”. Y soy un sucesor del Noble Mensajero (sa), [o sea, que Hazrat ‘Uzmān (ra) fue el Jalīfa o sucesor del Santo Profeta (sa) y, por lo tanto, esto también se aplicaba a él]. Ninguna nación puede progresar sin un líder y si no hay Imām, entonces la comunidad está destinada a ser arruinada y destruida. Estas personas desean destruir y arruinar la ummah musulmana, es decir, estos rebeldes deseaban destruir y aniquilar el Islām.

 Hazrat ‘Uzmān escribió además:

“Este es su único objetivo, porque acepté su deseo y prometí cambiar varios gobernadores, pero a pesar de esto, no dejaron de hacer maldades. Ahora, exigen una de cada tres cosas que piden”. Los rebeldes le habían dado tres opciones a Hazrat ‘Uzmān (ra). Dice: “en primer lugar, exigen que sea objeto de venganza por todas aquellas personas que habían recibido castigos en mi reinado. Si no estoy de acuerdo, debo renunciar al Jalīfato y nombrar a otra persona en mi lugar. Si tampoco estoy de acuerdo con esto, entonces amenazan con enviar un mensaje a todos sus seguidores para que ya no me obedezcan; [o sea, si Hazrat ‘Uzmān (ra) no estaba de acuerdo con esto, amenazaban con dejar de obedecerle].

La respuesta con respecto a la primera demanda es que los Jalīfas (ra) antes que yo también cometieron errores de juicio, pero nunca fueron castigados. (Si hubo algún error de juicio dado por los Jalīfas anteriores, no fueron castigados por ello. Hazrat ‘Uzmān (ra) también actuó de la misma manera. Aparte, ¿qué otro motivo, además de matarme, puede haber para imponerme tantos castigos? (Al hacer estas demandas de buscar venganza o castigo solo significa que los rebeldes deseaban matarlo). Y en cuanto a mi renuncia al Jalīfato, mi respuesta es que si estas personas me desgarran la carne con pinzas, puedo aceptarlo, pero no puedo renunciar al Jalīfato”, (ya que Dios Todopoderoso le había otorgado este manto, nunca se lo quitaría).

“Ahora queda el tercer punto y es que enviarán a sus hombres en todas direcciones diciéndoles a la gente que no me obedezcan. Respecto a esto, Dios no me hace responsable si ellos desean actuar en violación de la Sharī’ah. Incluso antes, cuando me juraron lealtad, no los obligué. Ni yo ni Dios Altísimo estamos complacidos con la acción de cualquiera que desee romper su pacto”. Es decir, Hazrat ‘Uzmān (ra) dijo que no los obligó a jurarle lealtad anteriormente, ni lo hará ahora. Pero él no estaría complacido con sus acciones, porque estaban equivocadas; ni Dios estaría complacido con sus acciones. Por supuesto, una persona así puede hacer lo que quiera por su propia voluntad.

Dado que los días del Hall se acercaban rápidamente y la gente se aproximaba a La Meca Mukarramah desde todos los rincones, Hazrat ‘Uzmān (ra) nombró a Hazrat ‘Abdul-lāh bin Abbas (ra) y lo envió como el Amīr del Hall, para que los rebeldes no crearan desorden allí también. De esta manera, Hazrat ‘Abdul-lāh bin Abbas (ra) podía instar a los musulmanes reunidos para el Hall a ayudar a la gente de Medina. Incluso Hazrat ‘Abdul-lāh bin Abbas (ra) dijo: “preferiría hacer la yihad contra esta gente”. O sea, dijo que estaba siendo designado como Amīr para el Hall, pero que deseaba realizar la yihad contra los rebeldes. No obstante, Hazrat ‘Uzmān (ra) lo obligó a ir al Hall y cumplir con sus deberes como Amīr para el Hall, a fin de evitar que los rebeldes propagasen sus maldades allí y además para instar a los peregrinos que se reunieron ese año a ayudar a la gente de Medina. La carta mencionada anteriormente de Hazrat ‘Uzmān (ra) también fue enviada junto con él.

Cuando los rebeldes se enteraron de la existencia de estas cartas, aumentaron sus atrocidades y comenzaron a buscar una excusa para luchar y poder martirizar a Hazrat ‘Uzmān (ra). Sin embargo, todos sus esfuerzos fueron en vano y Hazrat ‘Uzmān (ra) no les dio por su parte la oportunidad de hacer maldades. Al final, por frustración, el plan ideado por los rebeldes fue que apedrearían la casa de Hazrat ‘Uzmān (ra) al caer la noche, cuando todos se quedaran dormidos. De esta manera provocaron a los miembros de la casa para que ellos también arrojaran piedras en represalia y que los rebeldes pudieran decir que ellos [los habitantes de la casa de Hazrat ‘Uzmān (ra)] iniciaron el ataque y ellos se vieron obligados a responder. Pero Hazrat ‘Uzmān (ra) había prohibido a todos los miembros de su hogar tomar represalias.

Un día, al encontrar una oportunidad, se acercó al muro de su casa y dijo:

“¡Oh gente! En vuestra opinión, soy un pecador, pero ¿qué mal han cometido los demás?”. Es decir, que pensaban que era un pecador, pero ¿qué hicieron mal las otras personas? “Cuando arrojáis piedras existe el riesgo de que otros resulten heridos”. Los rebeldes lo negaron claramente y dijeron que no habían arrojado ninguna piedra. Hazrat ‘Uzmān (ra) dijo entonces: “Si no las habéis arrojado, ¿quién lo ha hecho?”. Los rebeldes respondieron: “Dios Todopoderoso probablemente las está arrojando”, (Dios no lo quiera). A esto, Hazrat ‘Uzmān (ra) respondió: “¡Estáis mintiendo! Si Dios Altísimo nos hubiera arrojado piedras, ninguna de Sus piedras habría fallado; pero las piedras que arrojáis ciertamente se desvían de su objetivo”. Después de decir esto, Hazrat ‘Uzmān (ra) los dejó que siguieran con su conducta.

Aunque a los Compañeros ya no se les daba la oportunidad de reunirse en compañía de Hazrat ‘Uzmān (ra), aun así, no fueron negligentes en su deber. Habían dividido su trabajo en dos partes como una medida prudente en ese momento. Aquellos hombres que eran ancianos y que por su moral poseían una gran influencia en el público, se dedicaban a amonestar a los rebeldes; en cuanto a aquellas personas que no poseían tal influencia o eran jóvenes seguirían comprometidos en los esfuerzos para proteger a Hazrat ‘Uzmān (ra).

Del primer grupo, Hazrat ‘Alī (ra) y Hazrat Sa’d bin Waqaas (ra), el conquistador de Persia, fueron los que más se esforzaron por reprimir el conflicto. Hazrat ‘Alī (ra) dedicó especialmente su tiempo a esta causa, dejando de lado todo el resto de su trabajo.

Como tal, una persona con el nombre de ‘Abdur Rahmān, que fue testigo ocular de estos eventos, dice:

“En los días del desorden, vi que Hazrat ‘Alī (ra) había abandonado todo su trabajo. Día y noche, permanecía preocupado por cómo podía calmar el temperamento de los enemigos de Hazrat ‘Uzmān (ra) y poner fin a sus sufrimientos. En una ocasión, cuando hubo un retraso en llevar agua a Hazrat ‘Uzmān (ra), se disgustó mucho con Hazrat Talhah (ra), a quien se le asignó esta tarea. Hazrat ‘Alī (ra) no descansó hasta que el agua llegó a la casa de Hazrat ‘Uzmān (ra)”.

En grupos individuales y de dos en dos, siempre que tenían la oportunidad, el segundo grupo comenzaba a reunirse en la casa de Hazrat ‘Uzmān (ra) o en casas vecinas. Este grupo había resuelto firmemente que darían sus vidas pero no dejarían que Hazrat ‘Uzmān (ra) corriera peligro. Además de los hijos de Hazrat ‘Alī (ra), Hazrat Talhah (ra) y Hazrat Zubair (ra), incluso un grupo de los propios Compañeros, formaban parte de ese grupo. Estos hombres custodiaban la casa de Hazrat ‘Uzmān (ra) día y noche, y no permitían que ningún enemigo llegara a Hazrat ‘Uzmān (ra). Aunque este pequeño grupo no podía hacer frente a un ejército tan grande y como los rebeldes buscaban una excusa para matar a Hazrat ‘Uzmān (ra), tampoco opusieron mucha resistencia.

Los acontecimientos de esa época arrojan tanta luz sobre el nivel de devoción que Hazrat ‘Uzmān (ra) poseía por el bienestar del Islām, que uno se queda asombrado. Un ejército de tres mil hombres estaba en su puerta y no ideó ninguna estrategia para salvarse. Incluso detuvo a aquellos que intentaron salvarle, diciéndoles: “¡Iros! No pongáis vuestras vidas en peligro. Estas personas solo están enemistadas conmigo y no tienen ninguna objeción contra vosotros”.

Sus ojos preveían la época en la que el Islām estaría en grave peligro a manos de estos rebeldes; no solo la aparente unidad, sino que incluso la administración espiritual llegaría al borde del colapso. Hazrat ‘Uzmān (ra) sabía que en ese momento todos y cada uno de los Compañeros (ra) tendrían que estar disponibles para la protección y el establecimiento del Islām. Por este motivo, no quería que los Compañeros sacrificaran sus vidas en un intento fútil de salvar su vida y continuó aconsejándoles para que no se opusieran a los rebeldes. Deseaba que, en la medida de lo posible, la comunidad que se había beneficiado de la compañía del Mensajero de Al’lāh (sa), se salvaguardara, para poder disipar el desorden que surgiría en el futuro. Sin embargo, a pesar de sus instrucciones, aquellos Compañeros que encontraron la oportunidad de alcanzar la casa de Hazrat ‘Uzmān (ra) no cesaron en su empeño por cumplir con su obligación. Dieron preferencia a los peligros de ese momento frente a los peligros que estaban aún por venir. Si las vidas de los Compañeros no corrían peligro en ese momento, era solo porque los rebeldes no tenían prisa y buscaban una oportunidad para asesinar a Hazrat ‘Uzmān (ra).

Finalmente, se hizo imposible esperar más, porque el mensaje desgarrador de Hazrat ‘Uzmān (ra), que había enviado a los musulmanes que se estaban reuniendo para el Hall (peregrinación a La Meca), se había leído ante toda la audiencia de peregrinos. El valle de La Meca se hizo eco de esta voz de un extremo al otro. Los peregrinos musulmanes habían decidido que después del Hall no se quedarían privados de la recompensa espiritual de realizar la yihad también y eliminarían los rebeldes de Egipto y sus asociados. Pero los espías rebeldes informaron a su gente de esta intención y ahora comenzaron a surgir signos de agitación en su campamento. El alcance de este suceso hizo que los murmullos en el campamento rebelde comenzaran a sugerir que ahora no había otra opción más que matar a ese hombre [Hazrat ‘Uzmān (ra)]; si no le mataban, no había duda de que los musulmanes les masacrarían.

Esta ansiedad se intensificó aún más debido a las noticias de que las cartas de Hazrat ‘Uzmān (ra) habían llegado a Siria, Kufah y Basrah; y la gente allí, que ya estaban esperando las órdenes de Hazrat ‘Uzmān (ra), se había enfurecido mucho más al recibir estas cartas. Todo esto sin tener en cuenta que los Compañeros mismos estaban llamando la atención de todos los musulmanes hacia sus obligaciones en las mezquitas y en las reuniones, y habían emitido el veredicto de realizar la yihad en contra de los rebeldes. Los Compañeros dijeron: “Aquel que no realice la yihad en este día, es como si no hubiese hecho nada”.

Si en Kufah Uqbah bin Amar (ra), ‘Abdul-lāh bin Abi Aufa (ra), Hanzalah bin Rabi At-Tamimi (ra) y otros nobles Compañeros habían incitado a la gente a apoyar a los habitantes de Medina, entonces Imrān bin Husain (ra), Anas bin Mālik (ra), Hishām bin Amīr (ra) y otros Compañeros habían hecho lo mismo en Basora. Si en Siria, Ubadah bin Samit (ra), Abū Umamah y otros Compañeros habían motivado a la gente a responder a la llamada de Hazrat ‘Uzmān (ra), entonces Jariyah y otros habían hecho lo mismo en Egipto, por lo que los ejércitos de cada provincia estaban uniéndose y marchando hacia Medina. Por consiguiente, estas noticias intensificaron la ansiedad de los rebeldes.

Entonces atacaron la casa de Hazrat ‘Uzmān (ra) y trataron de entrar a la fuerza. Los Compañeros se enfrentaron a ellos y una batalla feroz tuvo lugar. A pesar de que los Compañeros eran inferiores en número, su indignación religiosa cubría la desventaja. Luego, como la zona donde tuvo lugar esta batalla, o sea, frente a la casa de Hazrat ‘Uzmān (ra), era estrecha, también debido a ello, los rebeldes no fueron capaces de aprovechar su ventaja numérica. Cuando Hazrat ‘Uzmān (ra) se enteró de este enfrentamiento, prohibió a sus Compañeros combatir. Sin embargo, en ese momento, creían que abandonar a Hazrat ‘Uzmān (ra) iba en contra de la honestidad y que era contrario a las enseñanzas de la obediencia. Por tanto, rechazaron regresar a pesar de que Hazrat ‘Uzmān (ra) les apeló en el nombre de Dios.

Finalmente, Hazrat ‘Uzmān (ra) cogió un escudo, salió y lideró a los Compañeros que había en el interior de la casa; o sea, cerró las puertas y se unió a los Compañeros y sus ayudantes y dejó este testamento:

“Dios Altísimo no os ha concedido el mundo para que os inclinéis hacia él. En realidad, os ha concedido el mundo para que a través de él adquiráis provisiones para el Más Allá. Este mundo llegará a su final y solo permanecerá el Más Allá. Así pues, no permitáis que aquello que ha de expirar os distraiga. Dad preferencia a aquello que ha de permanecer sobre aquello que ha de expirar. Sed conscientes de vuestro encuentro con Dios Altísimo y no permitáis que vuestra comunidad se disperse. No olvidéis el favor Divino cuando os encontrabais en el borde del precipicio de la destrucción y que Dios Todopoderoso os salvó a través de Su generosidad y os hizo hermanos”.

Tras decir esto se despidió de ellos y dijo:

“Que Dios Altísimo sea vuestro Guardián y Ayudante. Abandonad la casa ahora y llamad a aquellos Compañeros a quienes han impedido que vengan a mí, especialmente Hazrat ‘Alī (ra), Hazrat Talhah (ra) y Hazrat Zubair (ra)”. Estas personas salieron y también se llamó al resto de Compañeros. En este instante, el ambiente se tornó profundamente melancólico, hasta tal punto que incluso los rebeldes fueron afectados (en ese momento, el ambiente era tal que cuando Hazrat ‘Uzmān (ra) les dijo que se fueran, los rebeldes no les atacaron, sino que se fueron y se reunieron con los Compañeros prominentes). ¿Y cómo podría ser de otra manera? Todos estaban observando como una vela encendida por el Santo Profeta Muhammad (sa), el Mensajero de Al’lāh, al completar su vida en este mundo, estaba a punto de desaparecer ante sus ojos. Por consiguiente, los rebeldes no pusieron obstáculos y todos los Compañeros se reunieron.

Cuando eso ocurrió, Hazrat ‘Uzmān (ra) se subió al muro de su casa y dijo:

“Acercaros a mí”; y al acercarse todos, Hazrat ‘Uzmān (ra) dijo: “¡oh gente! Sentaros”. Entonces los Compañeros se sentaron y, sintiéndose inspirados por la asombrosa reunión, los rebeldes también lo hicieron. Cuando se sentaron todos, Hazrat ‘Uzmān (ra) dijo:

“¡Gente de Medina! Os confío a Dios Todopoderoso y rezo para que una vez que yo me vaya, Él elija a un sucesor mejor que yo. Después de hoy, hasta que Dios Altísimo emita un decreto en relación a mí, no saldré de mi casa y no daré autoridad a nadie para que gobierne sobre vosotros en asuntos religiosos o materiales. Lo dejo en manos de Dios Todopoderoso para que elija a quien Él desee para Su trabajo”.

Tras esto apeló en el nombre de Dios a los Compañeros y el resto de la gente de Medina, para que no pusieran sus vidas en peligro protegiéndole y que volvieran a sus casas. Las instrucciones de Hazrat ‘Uzmān (ra) crearon un desacuerdo serio entre los Compañeros, algo que no se puede encontrar antes que este incidente. Los Compañeros obedecían cada orden, pero ese día, al obedecer esa instrucción, algunos percibían el olor de la traición, en lugar de la obediencia; ya que algunos Compañeros sentían que si obedecían dicha instrucción estarían en realidad traicionándole. Por eso algunos Compañeros dieron preferencia a la obediencia y reticentemente abandonaron la intención de continuar combatiendo. Quizás pensaban que su deber era solo ser obedientes y no era su responsabilidad reflexionar sobre las consecuencias que tendrían lugar al obedecer esta instrucción. No obstante, algunos Compañeros rechazaron obedecer esa orden, porque a pesar de que sabían que era una obligación obedecer al Jalīfa, si este ordenaba a la gente que le abandonaran, esto significaba en la práctica que debían cortar sus lazos con el Jalīfato; y obedecer algo así equivaldría a traición. Además, también sabían que Hazrat ‘Uzmān (ra) les estaba enviando de vuelta para proteger sus vidas, es decir, proteger las vidas de los Compañeros. ¿Cómo entonces podían abandonar a una persona tan compasiva ante el peligro y volver a casa? Debido a su amor por ellos, Hazrat ‘Uzmān (ra) deseaba salvar sus vidas y por tanto, ¿cómo podían abandonar a Hazrat ‘Uzmān (ra)?

Todos los Compañeros prominentes estaban en el segundo grupo. Debido a ello, a pesar de su orden, los hijos de Hazrat ‘Alī (ra), Hazrat Talhah (ra) y Hazrat Zubair (ra), bajo las órdenes de sus respectivos padres, constantemente vigilaron la entrada de la casa de Hazrat ‘Uzmān (ra) y no envainaron sus espadas. Luego, la ansiedad y el hervor de los rebeldes no podía contenerse más cuando los primeros peregrinos -que regresaban después de haber completado el Hall- comenzaron a entrar en Medina; estaban seguros de que ahora el momento de su acción se acercaba más que nunca.

Después de realizar el Hall, Mughirah bin Al-Ajnas fue la primera persona que entró en Medina para obtener la recompensa espiritual de la yihad. Tan pronto como llegó, los rebeldes recibieron noticias de que el ejército de Basorah, que venía para ayudar a los musulmanes, había llegado a Sirar, que estaba a tan solo un día de camino de Medina. Preocupados grandemente por estas noticias, los rebeldes decidieron que ahora era vital que cumplieran su objetivo a toda costa. Aquellos Compañeros y sus amigos que habían rechazado abandonar la protección de Hazrat ‘Uzmān (ra), a pesar de su prohibición, y aquellos que habían dicho claramente “cómo nos enfrentaremos a Dios Altísimo si te abandonamos, a pesar de tener la fuerza en nuestros brazos para combatir” estaban ahora formando guardia desde dentro de la casa debido a su inferioridad numérica. Por tanto, a los rebeldes no les resultó difícil alcanzar la puerta y colocaron montones de madera frente a la misma y les prendieron fuego, para que la puerta se quemara y pudieran encontrar un pasaje hacia dentro de la casa. Al observar esto, los Compañeros consideraron inapropiado permanecer dentro y desearon salir espada en mano, pero Hazrat ‘Uzmān (ra) les impidió hacerlo y dijo:

“¿Qué más pueden hacer que incendiar la casa? Lo que tenía que pasar ya ha pasado. No pongan sus vidas en peligro y regresen a sus hogares. Estas personas sólo albergan enemistad contra mí, pero pronto se arrepentirán de lo que han hecho. Absuelvo de su deber a toda persona que se vea obligada a obedecerme y renuncio mi derecho sobre ella”.

Sin embargo, tanto los Compañeros como los demás no lo aceptaron y salieron espadas en mano. Mientras salían, Hazrat Abū Hurairah (ra) llegó también y se unió a ellos, aunque no era el tipo de persona que participaría en una batalla. Abū Hurairah (ra) dijo: “¿Qué batalla puede ser superior a la de hoy?”. Entonces miró hacia los rebeldes y dijo: “¡Oh pueblo mío! ¿Por qué yo les llamo hacia la salvación y vosotros me llamáis hacia el Fuego?”.

Esta batalla fue realmente excepcional. Unos pocos Compañeros que pudieron reunirse en ese momento lucharon desesperadamente contra este gran ejército. Ese día, incluso Hazrat Imam Hasan (ra), que era extremadamente pacífico, de hecho, era un príncipe de la paz, atacaba al enemigo y recitaba el “rayaz” (poemas). Las coplas recitadas por Hazrat Imam Hasan y Muhammad bin Talhah en ese día son especialmente dignas de mención, porque proporcionan una profunda comprensión de sus sentimientos en ese momento.

Hazrat Imām Hasan (ra) recitaba la siguiente copla y atacaba a los rebeldes:

“Su fe no es mi fe ni tengo ninguna relación con ellos;

lucharé contra ellos hasta llegar a la cima del monte Shamam”.

Shamam es una montaña de Arabia que sirve de similitud para la conquista de las alturas y el logro del objetivo. Hazrat Imam Hasan (ra) quiso decir que seguiría luchando contra los rebeldes hasta conseguir su objetivo y que no haría las paces con ellos, porque el desacuerdo entre ambas partes no era trivial, por lo que los creyentes podrían desarrollar una relación con ellos, sin haberlos derrotado. Estos eran los pensamientos que ondulaban en el corazón de este príncipe de la paz. Tomemos ahora el “rayaz” del hijo de Talhah (ra), que dice:

“Soy el hijo de aquel que protegió al Santo Profeta (sa) el día de Uhud y derrotó a los árabes a pesar de todos sus esfuerzos”.

En otras palabras, este día también era similar al día de Uhud.

“Al igual que mi padre había ofrecido su mano para ser atravesada con flechas, pero no dejó que ningún daño llegara al Santo Profeta (sa), yo haré lo mismo”.

Hazrat ‘Abdul-lāh bin Zubair (ra) también participó en esta batalla y fue gravemente herido. Marwan también sufrió graves heridas y a duras penas escapó de las garras de la muerte. Mughirah bin Al-Ajnas fue asesinado. Cuando la persona que había atacado a Mughirah vio que no sólo lo habían herido, sino que lo habían matado, exclamó:

“¡Ciertamente, a Al’lāh pertenecemos y a Él volveremos!”.

El jefe del ejército le reprendió diciendo: “¡expresas tu pesar en una ocasión de felicidad!”. Respondió: “anoche vi en un sueño que una persona decía: dile al asesino de Mughirah que irá al infierno. Así que al enterarme de que yo era su asesino estaba obligado estar impactado por esto”.

Además de las personas mencionadas, otras resultaron heridas y muertas; el grupo que protegía a Hazrat ‘Uzmān (ra) se redujo aún más. Si por un lado, los rebeldes persistían en su obstinación a pesar de una advertencia celestial y continuaron luchando contra el partido amado de Dios Altísimo, entonces, por otro lado, los devotos tampoco dejaron de dar un excelente ejemplo de fe. A pesar de que la mayoría de los guardias habían muerto o estaban heridos, un pequeño grupo seguía vigilando la puerta sin falta.

Este relato continuará y, si Dios quiere, lo relataré en el futuro sermón. Me gustaría hacer una petición de oraciones por los áhmadīs en Pakistán y de nuevo por Argelia, ya que los casos se están reabriendo allí de nuevo. Que Al’lāh cree facilidad para todos allí y que Al’lāh elimine las dificultades causadas por los enemigos y facilite las cosas.

Después de las oraciones del viernes, dirigiré algunas oraciones fúnebres en ausencia y además mencionaré algunos detalles sobre ellos.

La primera mención es la del respetado Maulwī Muhammad Nayib Jan Sahib, Naib Nazir Da’wat il-Al’lāh para el sur de la India y Qādián, y que era hijo del difunto maestro B.M. Muhammad de Kakkanad, distrito de Ernakulam, Kerala. Falleció el 14 de febrero a causa de un infarto:

¡En verdad a Al’lāh pertenecemos y a Él volveremos!

Por la gracia de Al’lāh era un musi [parte de la institución de Al-Wasiyat]. Además de su esposa, deja tres hijos y los tres forman parte del bendito esquema Waqf-e-Nau. Un hijo está estudiando en Yāmi’a Ahmadía.

El fallecido no era áhmadī de nacimiento, pero cuando tenía 17 años fue introducido en el Ahmadīat por su padre, tras lo cual comenzó a estudiar la literatura de la Yāma’at, incluso el libro “La Filosofía de las Enseñanzas del Islām”. Un día, el fallecido le preguntó a su padre a qué edad uno puede tomar decisiones por sí mismo. A lo que su padre respondió que a los 17 o 18 años se puede tomar una decisión por sí mismo. Posteriormente, el fallecido juró lealtad a través de Maulana Muhammad Alvi Sahib y entró en la Comunidad.

Con respecto a su promesa de lealtad, Maulana Alvi Sahib narra un sueño suyo y afirma: “Vi en un sueño que muchas estrellas se dirigían hacia él, entre las cuales hay una pequeña estrella que se adelanta”. Alvi Sahib dedujo que la pequeña estrella representaba al difunto Muhammad Nayib Jan Sahib. En todo caso, Nayib Sahib fue la primera persona que juró lealtad en su familia. Su padre conocía a la Comunidad, pero no era áhmadī. Más tarde, tras los esfuerzos de Nayib Sahib, el padre, la madre y el hermano de este juraron lealtad. Después de jurar lealtad, Nayib Sahib vio un sueño y debido a este sueño se unió a Yāmi’a Ahmadía y decidió servir a la Comunidad como una persona consagrada. Tras graduarse de Yāmi’a, fue designado para servir en la India. Inicialmente sirvió en Chandigarh y después de esto trabajó en varios lugares como misionero. Luego lo nombré Naib Nazir Da’wat il-Al’lāh. Asimismo, trabajó como Naib a cargo del departamento de Tabligh de Nur-ul-Islām, y este departamento está trabajando muy eficazmente allí.

Era regular en sus oraciones y ayunos, y era regular en ofrecer las oraciones de Tahayud voluntarias antes del amanecer; tenía una verdadera conexión con Jalīfato que era de amor y reverencia. Realizaba cada tarea con sinceridad y determinación, y se aseguraba de que se completara con gran habilidad y a tiempo. Era parte de su naturaleza completar todo con un nivel excelente y hacerlo a tiempo. Prestaba especial atención a la adoración y animaba a los miembros de su familia a hacer lo mismo; y también al cumplimiento de los derechos de las criaturas de Dios.

Sheraz Sahib, encargado del Departamento de Nur-ul-Islām, dice: “Iba regularmente a Bait-ud-Du’ā’ a ofrecer sus oraciones. Era muy piadoso y tenía una inmensa pasión por servir a la fe. Se mantenía ocupado en el cumplimiento de los objetivos de tabligh y tarbiat fijados por el Jalīfa de la época. También tuvo la oportunidad de traducir libros de la Yamā’at al malayalam, así como la revisión y el repaso de muchos libros”.

Con respecto a los servicios de Nayib Sahib en este sentido, Nazir Nashr-o-Isha’at Qādián escribe: “El fallecido tuvo la oportunidad de traducir “Al Wasiyat”, “Tayaliyaat-e-Ilahiyah”, “Irfan-e-Ilahi”, “Qa’idah Yassarnal Corán” y los sermones de Hazrat Jalīfatul Masih (aba) sobre los Waqf-e-Nau al malayalam. Además, cuando el Tafsir-e-Saghir se reimprimió en malayalam, tuvo la oportunidad de revisarlo. Uno de sus libros, “Nisab-e-Taleem”, se publicó en tres partes en malayalam. De 2013 a 2016 tuvo la oportunidad de servir como Sadr del Comité de Revisión para Kerala”.

Abū Bakr Sahib, Amir del distrito de Ernakulam, en la provincia de Kerala, dice: “Le apasionaba traducir los libros del Mesías Prometido (as) y difundir el mensaje a la gente. Se esforzó al máximo para ayudar a los de fe más débil y asegurarse de que se volvieran firmes y decididos”.

¡Que Dios Altísimo eleve el estatus del fallecido!

El segundo funeral es el de Nazir Ahmad Jadim Sahib, que era hijo de Chaudhry Ahmad Din Sahib Chattha y hermano mayor de Munir Bismil Sahib, Additional Nazir Isha’at. Falleció el 6 de febrero:

“¡Verdaderamente a Dios pertenecemos y a Él volveremos!

El Ahmadīat entró en su familia a través de su Abūelo paterno, Chaudhry Shah Din Sahib. Nazeer Jadim Sahib comenzó sus servicios a la fe desde su época de estudiante. Dios Todopoderoso le había dado una habilidad especial para escribir y pronunciar discursos. Desde su juventud hasta el final de su vida, propagó la fe aconsejando y guiando a través de su obra escrita y sus discursos. En Rabwah, sirvió como Mauvin Sadr en Juddamul Ahmadía y luego también como Mohtamid (secretario general). Sirvió como Naib Amir del distrito de Bahawalnagar, fue Naib Qaid Amoomi en Ansārul-lāh y sirvió como qazi (juez) en la junta de Dar al-Qazā en Rabwah. Que Dios Todopoderoso conceda Su misericordia y perdón al fallecido y permita a su progenie y a los que deja atrás continuar con sus actos virtuosos.

El siguiente funeral es el del respetado Al-Hall Dr. Nana Mustafa Oti Boateng Sahib, más conocido en Ghana como Al-Hall Chochu. Falleció el 3 de Septiembre, a la edad de 87 años:

¡En verdad a Al’lāh pertenecemos y hacia Él será el retorno!

Nació en un hogar cristiano y aceptó el Ahmadīat en 1979. Inicialmente comenzó a trabajar como conductor y también tuvo la oportunidad de servir a la Comunidad durante mucho tiempo como conductor del difunto Amīr ‘Abdul Wahab Adam Sahib. Además tuvo la oportunidad de trabajar en la prensa de la Comunidad en el Reino Unido y en Ghana. También vivió durante algún tiempo en Japón, donde fue nombrado presidente de su Comunidad local. Cuando estaba sirviendo en Ghana, vi que siempre estaba muy alegre y se ocupaba en el servicio de la Comunidad. A pesar de no tener ningún cargo oficial, siempre se esforzaba por ofrecer sus servicios para cualquier tipo de trabajo. Más tarde, creó su propio negocio y tuvo tanto éxito que se le consideró uno de los empresarios más conocidos de Ghana. Además, poseía una fábrica que se conocía como Industria Chochu. Siempre atribuía el éxito de su negocio a las bendiciones de Dios Altísimo, a las oraciones del Jalīfa de la época y a su pasión por ofrecer sacrificios, ya que hizo muchos sacrificios financieros. También tuvo la oportunidad de servir como Secretario Nacional de la Yaidad (propiedad) de Ghana durante 11 años y como presidente regional. Por la gracia de Dios Todopoderoso, el fallecido formaba parte de la institución de Al-Wasiyat. Le sobreviven tres esposas y tres hijas. También tenía un hijo, que falleció hace unos años.

Mubārak Adil Sahib, que ejerce de misionero en Koforidua, escribe que sacrificar su tiempo y su riqueza al servicio de la fe y la humanidad, así como su humildad, fueron algunas de sus cualidades más notables. Prestaba especial atención a la oración de Tahayud y a las cinco oraciones obligatorias. Pagaba regular y puntualmente su chanda. Financió por su cuenta la construcción de una mezquita entera y aportó más del 50% del coste total de la construcción de otras tantas mezquitas. Asimismo, contribuyó a la construcción de varias casas misionales y a su rehabilitación. Siempre que había una disputa legal en relación con la tierra que poseía la Comunidad, él mismo se encargaba de conseguir un abogado, asistía a todos los procedimientos legales y pagaba todos los honorarios legales él mismo y no tomaba nada de la Comunidad.

Tenía una pasión y un deseo especiales en su corazón por difundir el mensaje de Ahmadīat. Sus padres aceptaron el Ahmadīat gracias a sus esfuerzos de predicación. Durante más de una década, dirigió un programa de 30 minutos de tabligh (predicación) en una emisora de radio desde su propio gasto, que llega a casi la mitad de la población de Ghana y que continúa hasta hoy. También poseía un canal de televisión y emitía un programa de tabligh una vez a la semana, así como un programa de vídeo a su cargo. A través de este programa, cientos de miles de personas recibieron el mensaje del Ahmadīat y muchas personas aceptaron el Ahmadīat como resultado. Además, tenía un coche dedicado exclusivamente a las actividades del tabligh. También compró motocicletas y coches para ciertos misioneros y “mual-limin” (personas consagradas) para ayudarles en sus tareas de tabligh y tarbiat (formación y educación), para que así pudieran llevar a cabo su trabajo más eficientemente. Incluso les proporcionaría discretamente ayuda financiera.

Siempre aconsejaba a los miembros de la Comunidad que debían servir y proteger la Yamā’at de la misma manera que uno ama y cuida una propiedad personal y valiosa. Además les animaba a ofrecer todo tipo de sacrificios para el propósito del tabligh y, a su vez, Dios Todopoderoso les concedía innumerables bendiciones y favores, y él mismo era un ejemplo práctico de ello. Cualquier consejo que daba a los demás, siempre lo demostraba prácticamente con su propio ejemplo.

El hospital de la Comunidad de la región de Koforidua es el más grande de toda la región, pero las carreteras que conducen a él se habían deteriorado y roto, causando grandes dificultades a los pacientes. El fallecido hizo reconstruir las carreteras a su costa y con motivo de su inauguración, a la que asistieron el ministro regional, políticos, médicos, medios de comunicación, etc., casi todos ellos no áhmadīs o cristianos, y expresó: “soy un musulmán áhmadī y creo en Mirzā Ghulām Ahmad Qādianī (as) como la segunda venida del Mesías. Son el Mesías Prometido (as) y sus Jalīfas quienes me han enseñado que para cumplir con los derechos de Dios, uno tiene que servir también a la humanidad. Por eso, como musulmán áhmadī, considero que es mi deber mostrar compasión hacia la humanidad y esforzarme por aliviar sus dificultades. Esta fue la razón por la que reconstruí estos caminos que llevan al hospital”.

A la edad de 48 años, volvió a leer el Sagrado Corán con el mual-lim, Yamal-ul-Din Sahib y también volvió a aprender el Yassarnal Qur’an (libro para aprender como leer el Corán), para poder corregir su pronunciación. A partir de entonces, recitaba regularmente el Sagrado Corán con su traducción y reflexionaba cuidadosamente sobre su significado. Había adoptado a muchos niños y les había proporcionado habitaciones para alojarlos en su propia casa, y se ocupaba de su educación secular y religiosa. En resumen, poseía innumerables virtudes.

¡Que Dios Altísimo le conceda Su perdón y misericordia, y eleve su estatus! ¡Que Él permita a sus seres queridos continuar con sus actos virtuosos!

El siguiente funeral es el del respetado Ghulam Nabi Sahib, hijo de Fazl Din Sahib de Rabwah. Era el padre de Zia-ul-Rahmān Tayab Sahib, que está sirviendo como misionero en Gabón. Falleció el 29 de febrero de 2020:

¡Ciertamente a Al’lāh pertenecemos y a Él volveremos!

Era áhmadī de nacimiento. Trabajó en un banco y, tras su jubilación, se trasladó a Daska. Allí tuvo la oportunidad de servir como Secretario de Finanzas, Vicepresidente, Secretario General, Zaim Ansārul-lāh e Imām-ul-Salāt. Era muy regular en sus oraciones de Tahayud y siempre intentaba ofrecer sus oraciones en la mezquita. Era muy asiduo a recitar el Sagrado Corán y lo hacía en voz alta. Era una persona muy amable, compasiva y benévola, que siempre mostraba paciencia y alegría. Como he mencionado, era el padre de Zia-ul-Rahmān Tayab Sahib, que actualmente está sirviendo como misionero en Gabón y, debido a las circunstancias actuales, no pudo asistir al funeral y al entierro de su padre. Que Dios Altísimo le conceda también paciencia y constancia, y eleve el estatus del fallecido.

Resumen

Después de recitar el Tashahhud, el Ta`awwuz y la Surah al-Fatihah, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) dijo que continuaría relatando incidentes de la vida del Califa Hazrat Uthman (ra) y el desorden que surgió durante su tiempo.

Su Santidad (aba) presentó citas del Segundo Califa, Hazrat Mirza Bashiruddin Mahmud Ahmad (ra), quien abordó este tema en detalle. Los rebeldes intentaron que Hazrat Uthman (ra) renunciara al manto del Califato, sin embargo Hazrat Uthman (ra) dijo que esto no era posible. Los rebeldes continuaron en este intento durante veinte días, pero Hazrat Uthman (ra) dijo que no podía quitar el manto que le había otorgado Dios. Intentó razonar con los rebeldes, aconsejandoles que abandonaran su camino. Pero como no desistieron, Hazrat Uthman (ra) dijo que llegaría un momento en el que él se iría, que los mismos rebeldes recordarían su época y desearían que no se hubiera ido tan pronto, pues se enfrentarían a grandes dificultades, como sucedería más adelante.

La casa de Hazrat Uthman (ra) cercada

Su Santidad (aba) dijo que después de veinte días, al ver que no tenían éxito, los rebeldes decidieron mantener a Hazrat Uthman (ra) en su casa y cortar todas las líneas de suministro hacia él. Al hacerlo, esperaban que Hazrat Uthman (ra) cediera a sus demandas. Al mismo tiempo, los rebeldes empezaron a infligir dificultades a otros musulmanes, hasta el punto de que nadie podía salir de su casa desarmado por miedo a su propia seguridad. Los rebeldes incluso habían cortado todo el suministro de agua a Hazrat Uthman (ra), por lo que envió a un vecino para intentar conseguir agua.

Hazrat Ali (ra) amonesta a los asediadores

Su Santidad (aba) dijo que al enterarse de esto, Hazrat Ali (ra) fue a la casa de Hazrat Uthman (ra) y explicó a los rebeldes que la rodeaban que el método que habían adoptado era erróneo y que debían desistir. Sin embargo, los rebeldes respondieron a Hazrat Ali (ra) que no permitirían que una sola gota de agua llegara hasta Hazrat Uthman (ra). Entonces, incluso Hazrat Umm Habibah (ra), una esposa del Santo Profeta (sa) fue con un poco de agua y trató de razonar con los rebeldes, sin embargo, comenzaron a atacar la mula que ella montaba y se alejaron de tal manera, que si algunos de Medina no hubieran estado cerca, ella podría haber sido pisoteada por los rebeldes. Esta fue la manera en que los rebeldes trataron a la esposa del Santo Profeta (sa).

Hazrat A’ishah (ra) se prepara para el Hall

Su Santidad (aba) dijo que al ver esto, los musulmanes se dieron cuenta de que no había ninguna posibilidad de razonar con estos rebeldes. Hazrat A’ishah (ra) se estaba preparando para el Hall, cuando los musulmanes le pidieron que se quedara atrás porque podía ayudar a resolver el desorden. Sin embargo, Hazrat A’ishah (ra) respondió preguntando si deseaban que fuera tratada de la misma manera que Hazrat Umm Habibah (ra). En su camino al Hall, Hazrat A’ishah (ra) trató de hacer algo que podría haber reducido el desorden, que era invitar a uno de ellos a ir al Hall junto con ella, sin embargo el rebelde negó esta oferta.

Hazrat Uthman envía una circular a los gobernadores provinciales

Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Uthman (ra) escribió una carta a los musulmanes en la que decía que algunos personas deseaban crear desorden entre los musulmanes. Sin embargo, esta gente no se daba cuenta de que era Dios mismo quien nombraba a un Califa, tal y como había prometido en el Sagrado Corán. Además, Dios ha ordenado aferrarse a esta cuerda de Al’lah, pero estos rebeldes lo ignoran por completo. Dijo que era el subordinado del Santo Profeta (sa), y como Dios ha declarado en el Sagrado Corán, aquellos que juraron lealtad al Santo Profeta (sa) de hecho juraron lealtad a Dios. Sin embargo, estos rebeldes no fueron fieles a su promesa de lealtad. Hazrat Uthman (ra) dijo que los rebeldes le exigieron tres cosas: que se le reprendiera por cualquier castigo que hubiera dado a alguien. Si no estaba de acuerdo con esto, debería dejar de ser el Califa. Si tampoco aceptaba esto, entonces los rebeldes enviarían a sus hombres y dirían a la gente que dejara de obedecer a Hazrat Uthman (ra).

En respuesta a estas demandas, Hazrat Uthman (ra) dijo que los califas anteriores nunca fueron reprendidos por las decisiones que tomaron, sin embargo los rebeldes querían reprenderle a él. Esto sólo significaba que era una excusa para matarlo. En cuanto a dejar el manto del califato, dijo que podían mutilar su cuerpo, pero que nunca dejaría el manto que le había otorgado Dios. En cuanto a la tercera cuestión, Hazrat Uthman (ra) dijo que nunca obligó a nadie a jurar lealtad a él, sin embargo, después de haberlo hecho, si trataban de hacer que la gente rompiera sus juramentos entonces ellos mismos cosecharían las consecuencias.

Los rebeldes lanzan piedras contra la casa de Hazrat Uthman (ra)

Su Santidad (aba) dijo que cuando todo lo demás fallaba, los rebeldes intentaron incitar a Hazrat Uthman (ra) para que tomara represalias y así tener una excusa para luchar contra él. Incluso llegaron a lanzar piedras a su casa en medio de la noche, con la esperanza de que alguien en su casa les devolviera una piedra y entonces pudieran luchar. Sin embargo, Hazrat Uthman (ra) había ordenado a todos que se abstuvieran de tomar cualquier tipo de represalia.

Al ver que los rebeldes buscaban una excusa para matar a Hazrat Uthman (ra), los musulmanes se reunían alrededor de su casa y montaban guardia. Sin embargo, Hazrat Uthman (ra) era tan desinteresado, que le dijo a un ejército de hombres que habían venido a protegerlo, que no debían poner sus vidas en peligro, ya que los rebeldes sólo tenían un problema con él. Sabía que los compañeros y el mayor número posible de personas serían necesarios para mantener y promover el mensaje del Islam, por lo que no deseaba que pusieran sus vidas en peligro. Aun así, siempre que los musulmanes pasaban por allí, cumplían con su deber de proteger a su Califa. Además, los musulmanes empezaron a correr la voz y a animarse unos a otros a defender el Islam, y comenzaron a prepararse grandes ejércitos de musulmanes.

Dignos esfuerzos de los Compañeros en la supresión del desorden

Su Santidad (aba) dijo que al ver el fervor de los musulmanes por proteger a su Califa, los rebeldes se preocuparon por su propio bien y pensaron que tendrían que actuar rápidamente en su intento de matar a Hazrat Uthman (ra). Así, una noche los rebeldes atacaron la casa de Hazrat Uthman (ra). Había algunos compañeros fuera de su casa que se defendieron valientemente. Hazrat Uthman (ra) salió con su escudo y llevó a esos compañeros al interior de su casa. Les aconsejó que había propósitos más importantes que aún debían cumplir y que, por tanto, no debían luchar. Como algunos de los compañeros se marcharon a instancias de Hazrat Uthman (ra), algunos de los compañeros más antiguos consideraron que, pasara lo que pasara, era su deber permanecer allí y proteger a su Califa. Los rebeldes prendieron fuego y quemaron la puerta principal. Al ver esto, los compañeros restantes tomaron sus armas y fueron hacia los rebeldes. Aunque eran pocos, los compañeros lucharon valientemente.

Su Santidad (aba) dijo que seguiría relatando estos incidentes en el futuro.

Su Santidad (aba) volvió a hacer un llamamiento a la oración, por los ahmadíes de Pakistán que se enfrentan a un empeoramiento de las condiciones.

Oraciones fúnebres

Su Santidad (aba) dijo que ofrecería las oraciones fúnebres in-absentia de los siguientes miembros:

Maulvi Muhammad Najeeb Khan Sahib

Maulvi Muhammad Najeeb Khan Sahib de Qadian, India, falleció el 14 de febrero. Le sobreviven su esposa y sus tres hijos. Aceptó el Ahmadíat a la edad de diecisiete años tras leer La Filosofía de las Enseñanzas del Islam. Fue el primero de su familia en aceptar el Ahmadíat, y como resultado de sus esfuerzos, su familia también aceptó posteriormente el Ahmadíat. Entonces, basándose en un sueño, decidió dedicar su vida al servicio del Islam y unirse a Yamia Ahmadía. Era regular en las oraciones y muy piadoso. Trabajaba con diligencia y eficiencia. Tuvo la oportunidad de traducir y revisar libros en malayalam. Su Santidad rezó para que Al’lah eleve su estación en el paraíso.

Nazir Ahmad Khadim Sahib

Nazir Ahmad Khadim Sahib falleció el 6 de febrero. Fue un escritor y orador muy hábil, habilidades que utilizó al servicio de la fe desde sus días en la universidad. Sirvió a la Comunidad desde su juventud en varios puestos. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah lo trate con misericordia y perdón y permita a su progenie mantener vivo el legado de sus virtudes.

Al Hall Dr Nana Mustafa Boateng Sahib

Al Hall Dr Nana Mustafa Boateng Sahib de Ghana falleció el 17 de febrero. Nació en un hogar cristiano y posteriormente aceptó el Islam Ahmadíat. Trabajó como conductor, incluso para el Presidente Nacional de la Comunidad. Más tarde se convirtió en un hombre de negocios y tuvo mucho éxito, que siempre atribuía a las bendiciones de Al’lah, las oraciones del Califa y sus sacrificios financieros. Sirvió a la Comunidad en varios puestos. Le sobreviven tres esposas y tres hijas. Tuvo un hijo que falleció hace unos años. Era regular en las oraciones y en las contribuciones financieras. Financió por su cuenta la construcción de una mezquita entera. También le apasionaba difundir el mensaje del Islam Ahmadíat. Tenía un canal de televisión que utilizaba para este fin y que resultó ser un éxito. Hizo cosas como arreglar las carreteras que conducen a un hospital con con propios gastos, e incluso ayudaba a los misioneros locales de diversas maneras también con sus propios gastos. Adoptó a muchos niños y se ocupó de su crianza y formación moral. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah le tratara con misericordia y perdón y permitiera a sus hijos mantener vivo el legado de sus virtudes.

Ghulam Nabi Sahib

Ghulam Nabi Sahib de Rabwah falleció el 2 de febrero. Sirvió a la Comunidad en varios puestos. Era regular en el ofrecimiento de oraciones y en la recitación del Sagrado Corán. Poseía muchas cualidades. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah eleve su estación en el Paraíso.

Resumen preparado por The Review of Religions.

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