Los Compañeros (Sahaba) del Profeta Muhammad (sa) –Hazrat 'Abdul'lah bin 'Amr (ra) & Hazrat Abu Dujanah (ra)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
Contenidos relacionados por temas

Los Compañeros (Sahaba) del Profeta Muhammad (sa) –Hazrat ‘Abdul’lah bin ‘Amr (ra) & Hazrat Abu Dujanah (ra)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

Sermón del viernes del 13 de noviembre 2020

Después de recitar el Tashahud, el Ta’awwuz y el Surah Al-Fātihah, Hazrat Jalifatul Masih V (aba) dijo:

Hoy continuaré hablando sobre los Compañeros (ra) que participaron en la batalla de Badr, pero primero me gustaría hacer una aclaración. En el sermón de hace dos viernes, mencioné una narración de Musnad Ahmad bin Hanbal sobre Hazrat Mu’az bin Yabal (ra), en la que se mencionaba la plaga. El Santo Profeta (sa) le dijo: “Pronto emigrarás a Siria y será conquistada con tus manos. Sin embargo, allí sufrirás una enfermedad consistente en forúnculos y ampollas, que atraparán a una persona en el peldaño de la escalera”. Por error no se mencionó la traducción exacta  y, además, no se explicó el asunto. Por lo tanto, volveré a mencionar la narración con su traducción correcta.

Isma’il bin Ubaidul’lah narra que Hazrat Mu’az bin Yabal (ra) relata que escuché al Santo Profeta (sa) decir: “pronto emigrarás a Siria y la conquistarás. Allí surgirá una enfermedad entre vosotros que se parecerá a un forúnculo y producirá un dolor agudo y severo. Aparecerá debajo del ombligo”.

Aquí, la traducción “que atrapará a una persona en el peldaño de la escalera” se refería a otra cosa, por lo que era incorrecta. Así pues, la traducción correcta es: “que aparecerá debajo del ombligo”; es decir, como un forúnculo que se desarrollará en la parte inferior del cuerpo, debajo de la cintura y encima de la pierna. El Santo Profeta (sa) declaró que a través de esto, Dios Altísimo otorgará a las personas el martirio y, como resultado, purificará sus obras. Tras oír eso, Mu’az (ra) oró lo siguiente: ¡oh Al’lah! Si eres consciente del hecho de que Mu’az bin Yabal ha escuchado estas palabras del Santo Profeta (sa), concédele entonces, a él y a su familia, una buena parte de esta buena nueva del martirio. Como resultado, todos fueron afectados por la plaga y ninguno de ellos se salvó. Cuando el forúnculo de la peste se desarrolló en el dedo índice de Hazrat Mu’az (ra), este dijo: “no me alegraría incluso si me dieran camellos rojos a cambio de esto”.

Por tanto, esta es la corrección, que ya se ha corregido en las traducciones que se publican, como en la revista Al-Fazl, pero  pensé que debería compartirlo con también con vosotros.

Anteriormente estaba hablando de relatos sobre Hazrat ‘Abdul’lah bin Amr (ra) y continuaré ahora narrándolos. Hazrat Yabir bin ‘Abdul’lah nos cuenta que: “el día de la batalla de Uhud, el cuerpo completamente mutilado de mi padre fue llevado ante el Santo Profeta (sa)”. O sea, le habían cortado partes del cuerpo, en particular la nariz y las orejas. Así, su cuerpo fue colocado ante el Santo Profeta (sa) y a continuación, dijo: “cuando iba a quitarle el trozo de tela que cubría su cara, la gente me pidió que no lo hiciera. Más tarde, se escuchó el grito de una mujer y alguien dijo que era la hija de Hazrat Abdul’lah bin Amr, Hazrat Fátima bint Amr”. También se afirma en otras narraciones que era la hermana de Hazrat Abdul’lah bin Amr (ra). Ante esto, el Santo Profeta (sa) dijo: “no llores, ya que los ángeles lo están protegiendo constantemente con sus alas.

Hazrat Yabir bin Abdul’lah relata en otra narración: “cuando trajeron a mi padre el día de la batalla de Uhud, mi tía paterna comenzó a llorar y entonces yo también comencé a llorar. La gente me dijo que no llorara, pero el Santo Profeta (sa) no me lo impidió. Después de esto, el Santo Profeta (sa) dijo a la gente: tanto si lloráis por él como si no, por Al’lah, que  los ángeles le estuvieron dando cobijo con sus alas hasta que le disteis sepultura”.

Por otro lado, hay diferentes opiniones en relación con la oración fúnebre por los mártires de la batalla de Uhud y estas opiniones varían significativamente. En una narración de Sahih Bujari, Hazrat Yabir bin ‘Abdul’lah relata que el Santo Profeta (sa) envolvió a dos mártires de la batalla de Uhud en una sola tela y luego preguntó quién de los dos conocía una parte mayor del Sagrado Corán. Después de que uno de ellos hubiera sido señalado en tal sentido, el Santo Profeta (sa) lo bajaba a la tumba primero y decía: “yo seré su testigo en el Día del Juicio”; y además instruyó que fueran enterrados con sus heridas, o sea, que no fueron lavados y tampoco se ofreció la oración fúnebre por ellos.

En otra narración de Sahih Bujari -la primera también era de Bujari-,  Hazrat Uqba bin Amir relata que un día el Santo Profeta (sa) vino y ofreció la oración fúnebre por los mártires de la batalla de Uhud. En otra narración de Bujari, se menciona que el Santo Profeta (sa) ofreció la oración fúnebre por los mártires de la batalla de Uhud ocho años después de que hubiera tenido lugar la batalla.

En Sunan Ibn Mayah, Hazrat Ibn Abbas (ra) relata que los mártires de la batalla de Uhud eran llevados ante el Santo Profeta (sa) y él dirigía la oración fúnebre de diez mártires a la vez. El cuerpo de Hazrat Hamzah (ra) permanecía junto al Santo Profeta (sa), mientras que a los otros mártires se los llevaban.

En Sunan Abu Dāwūd Hazrat Anas bin Malik (ra) narra: “los mártires de Uhud no fueron lavados antes del entierro, sino que se les enterró con sus heridas y no se ofrecieron sus oraciones fúnebres”.

Hay otra narración de Sunan Abu Dāwūd, en la que Hazrat Anas (ra) relata que el Santo Profeta (sa) no realizó la oración fúnebre de nadie excepto de Hazrat Hamzah (ra).

En otro relato de Sunan al-Tirmidhi, Hazrat Anas bin Malik (ra) narra que el Santo Profeta (sa) no ofreció la oración fúnebre de ningún mártir de la batalla de Uhud.

Está registrado en Sirat Ibn Hisham y Sirah al-Halabiyyah que lo que hizo el Santo Profeta (sa) respecto a la oración fúnebre de los mártires de la batalla de Uhud fue, en primer lugar, ofrecer la oración fúnebre de Hazrat Hamzah (ra), recitando el takbīrāt [proclamación de la Grandeza de Dios] siete veces;  aunque según Sirah al-Halabiyyah, recitó cuatro takbīrāt. Posteriormente, cada mártir fue presentado uno a uno y colocado junto al cuerpo de Hazrat Hamzah (ra), y luego el Santo Profeta (sa) realizaba la oración fúnebre de ambos. De esta manera se llevó a cabo la oración fúnebre de cada mártir, por lo que la de Hazrat Hamzah (ra) se ofreció 72 veces, aunque según otros se ofreció 92 veces.

Está escrito en Dala’il al-Nubuwwah, un libro de sirah [biografía del Santo Profeta (sa)], que trajeron nueve mártires y los colocaron junto al cuerpo de Hazrat Hamzah (ra) y se ofreció la oración fúnebre. A continuación, se llevaban esos nueve mártires y traían los siguientes nueve. Así pues, las oraciones fúnebres de todos los mártires se ofrecieron de esta manera y en cada oración fúnebre el Santo Profeta (sa) recitaba siete takbīrāt.

No obstante, hay cierta controversia sobre las narraciones de Sirah al-Halabiyyah y Dala’il al-Nubuwwahcon respecto a las oraciones fúnebres de los mártires de la batalla de Uhud. En ambos libros, la narración de Hazrat Yabir bin Abdul’lah, según la cual el Santo Profeta (sa) instruyó que los mártires de la batalla de Uhud debían ser enterrados con sus heridas, sin que se les lavara y sin que se les ofreciera la oración fúnebre, ha sido declarada la más fiable.

Hazrat Imam Shāfī narra: “se puede determinar con rotundidad, a partir de varias narraciones, que el Santo Profeta (sa) no dirigió la oración fúnebre de los que cayeron como mártires durante la batalla de Uhud, por lo que las narraciones que mencionan que el Santo Profeta (sa) dirigió su oración fúnebre y recitó setenta takbīrāt en la oración fúnebre de Hazrat Hamzah (ra) son incorrectas. En cuanto a la narración de Hazrat Uqbah bin Amir de que el Santo Profeta (sa), esta dice que dirigió la oración fúnebre de los mártires de Uhud ocho años después; o sea, se menciona que el funeral tuvo lugar tras ocho años”. Como he mencionado, ha habido largos debates también sobre este tema. De todas formas,  voy a narrar algunos relatos más.

El Imam Bujari ha titulado un capítulo en su libro como  Bab al-Salah ‘ala al-Shahid, es decir, “capítulo sobre la oración fúnebre de un mártir” y solo ha mencionado dos narraciones en el mismo. El primero es de Hazrat Yabir bin ‘Abdul’lah (ra) en el que se afirma claramente que los mártires de la batalla de Uhud no fueron lavados, ni se ofreció su oración fúnebre. La segunda narración es de Hazrat Uqbah bin Amir (ra), en la que afirmó que “un día, el Santo Profeta (sa) salió y dirigió las oraciones fúnebres de los mártires de la batalla de Uhud”. Esta narración se encuentra en otra parte de Sahih Bujari, es decir, en el capítulo sobre la batalla de Uhud. Este Compañero (ra) menciona allí que el Santo Profeta (sa) ofreció las oraciones fúnebres de los mártires de la batalla de Uhud ocho años más tarde, y en la forma en que los vivos y los muertos se despiden.

De manera similar, Al’lamah Ibn Hayar ‘Asqalani afirma que lo que el Imam Shāfī quiere decir con esto es que la oración fúnebre de una persona no se puede ofrecer en su tumba tras un largo período de tiempo. Según el Imam Shāfī, cuando el Santo Profeta (sa) se dio cuenta de que su muerte estaba cerca, fue a sus tumbas, oró y pidió perdón para ellos mientras se despedía.

Al mencionar cómo se cubrían dichos mártires de Uhud y su entierro, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) escribe en Sirat Jatamun-Nabiyyin:

“Una vez atendidos los cadáveres, comenzó la tarea del entierro. El Santo Profeta (sa) instruyó que las ropas de los cuerpos de los mártires se dejaran como estaban y que no se les lavara. Sin embargo, si alguien tenía tela adicional que pudiera usarse como sudario, el Santo Profeta (sa) instruyó que se envolviera alrededor de la ropa que llevaban puesta los mártires. La oración fúnebre tampoco se ofreció en ese momento, así que los mártires fueron enterrados sin ser lavados y sin oración fúnebre. Generalmente, dos Compañeros se envolvían juntos en una sola tela y les enterraban juntos en una sola tumba; y según las instrucciones del Santo Profeta (sa), si un Compañero sabía más del Sagrado Corán era bajado a la tumba primero”.

Escribe además: “aunque no se ofreció una oración fúnebre en ese momento, un tiempo después, ya cerca del momento de su fallecimiento, el Santo Profeta (sa) ofreció una oración fúnebre especial por los mártires de Uhud”.

Él dedujo de las diversas fuentes históricas que, o bien se ofreció su oración fúnebre, o que el Santo Profeta (sa) posiblemente solo oró por ellos. En cualquier caso, podemos decir que ofreció la oración fúnebre y rezó por ellos con gran angustia. Puede ser que ciertamente orara por ellos, como se menciona anteriormente, y fuese a cada tumba y rezara fervientemente por todos ellos.

Hazrat Yabir bin Abdul’lah (ra) relata: “le hice una tumba a mi padre seis meses después de la batalla de Uhud y cuando lo enterré en ella, no vi ningún cambio en su cuerpo, excepto algunos pelos de su barba que estaban cerca del suelo”.

En otro relato, Hazrat Yabir bin Abdul’lah (ra) narra: “durante la batalla de Uhud, dos personas fueron enterradas en una tumba y otro Compañero fue enterrado junto a mi padre. Después de seis meses, deseé enterrarlo en una tumba separada. Así que lo saqué de esa tumba y vi que el suelo no había cambiado su cuerpo en absoluto, excepto un poco su piel”.

Luego, 46 años después de la batalla de Uhud, durante el gobierno de Hazrat Amir Muawiyah, se mandó construir un arroyo, el agua del cual había entrado en las tumbas de los mártires de Uhud. El agua había entrado en la tumba de Hazrat ‘Abdul’lah bin Amr (ra) y Hazrat Amr bin Yamuh (ra). Cuando excavaron su tumba, había dos paños que los cubrían a ambos. El narrador afirma que sus rostros estaban marcados con heridas y sus manos cubrían sus heridas.

En cualquier caso, lo que se menciona en la siguiente parte de esta narración es cuestionable. Aunque lo narre, ello no significa que deba tomarse por válido. Como está registrado en algunos libros de historia y hay quienes se topan con esto, el propósito de mencionarlo es para mostrar que puede haber habido alguna exageración en esta narración. En cualquier caso, el narrador dice: “cuando se quitó la mano de las heridas, la sangre fluyó (lo cual es imposible). Luego se volvió a colocar la mano sobre las heridas y la sangre dejó de fluir”. Por consiguiente, ya veis que también existen tales narraciones que son dudosas y poco fiables.

Hazrat Yabir bin ‘Abdul’lah dice: “cuando vi a mi padre en la tumba, parecía que estaba durmiendo”; mientras que en la narración anterior, después de seis meses dijo que había un cambio en la carne, por lo que no hubiera sido posible que 46 años después no hubiera ningún cambio en su cuerpo y que el mismo no se hubiera reducido a huesos, ya que esta es la ley de la naturaleza y no puede darse el caso de que tras tanto tiempo no haya ningún cambio en el cuerpo.

Hazrat Yabir bin ‘Abdul’lah (ra) relata: una vez, el Santo Profeta (sa) me vio y dijo: ‘¡oh Yabir! ¿Qué es lo que te pasa, pareces muy triste? Yo dije: ¡oh Mensajero (sa) de Al’lah! Mi padre fue martirizado durante la batalla de Uhud y ha dejado atrás a su progenie y una deuda. El Santo Profeta (sa) respondió: ¿acaso no quieres que te dé las buenas nuevas sobre tu padre que son la razón por la que Al’lah quiso encontrarse con él? Y dije: sí, oh Mensajero (sa) de Al’lah. El Santo Profeta (sa) dijo entonces: Dios Altísimo conversó con todos detrás de una cortina, sin embargo Él devolvió la vida a tu padre y le habló directamente y le dijo: ¡oh siervo mío, pídeme lo que quieras y te lo concederé! Él le pidió: ¡oh mi Señor, concédeme la vida en la tierra una vez más, para que vuelva a ser martirizado en Tu camino!

Según otra narración, se afirma que en esta ocasión Hazrat ‘Abdul’lah (ra) dijo: “¡oh mi Señor! No pude cumplir con las obligaciones de Tu adoración. Por lo tanto, concédeme la vida una vez más para que pueda estar al lado de Tu Profeta (sa), luchar en Tu camino y abrazar el martirio una vez más por Tu causa”. Sobre esto, Dios Todopoderoso declaró: “he decretado que una vez que alguien muere, nunca volverá a la tierra”.

Hazrat ‘Abdul’lah bin Amr (ra) pidió: ¡oh Señor mío, transmítele esto a mis seres queridos en el mundo! Posteriormente, Dios Altísimo reveló el siguiente versículo:

“No penséis que los que han muerto por la causa de Al’lah están muertos.  No, ellos viven en la presencia de su Señor y están provistos de todo”, [3:170].

Anteriormente cité este versículo en relación a Hazrat Yabir bin ‘Abdul’lah (ra).

Con respecto a Dios Altísimo conversando con Hazrat ‘Abdul’lah bin Amr (ra), Hazrat Jalifatul Masih IV (rh) mencionó este incidente en detalle en uno de sus discursos antes de ser Jalifa, diciendo:

“Este incidente está lleno de innumerables aspectos de belleza. Desde cualquier perspectiva que se mire, manifiesta su gracia y esplendor. Entre muchas otras cosas, aprendemos cómo el Santo Profeta (sa) permaneció en constante comunicación con Su Creador: por un lado estaba lleno de benevolencia hacia sus semejantes y, al mismo tiempo, su corazón permanecía unido a su Señor. Un aspecto de su ser estaba dedicado a sus Compañeros (ra) y el otro siempre estaba firmemente relacionado y unido a su Amado, el Altísimo. Ya fuese tiempo de paz y seguridad, o en medio de la batalla, continuó escalando las alturas más elevadas de los rangos espirituales del Cielo; es decir, “luego se acercó más y más a Dios; y a continuación bajó a la humanidad”. Uno de sus ojos supervisaba el campo de batalla, mientras que el otro se dedicaba a presenciar las maravillosas señales de su Señor. Un oído escuchaba con compasión a sus Compañeros (ra), mientras que el otro escuchaba el dulce sonido de la revelación Divina. Sus manos trabajaban, al mismo tiempo que su corazón permanecía ocupado en el recuerdo de Dios. Consoló y tranquilizó a sus Compañeros (ra), mientras que el mismo Dios Altísimo le confortaba y concedía consuelo.

Al revelar el sincero deseo de ‘Abdul’lah bin Amr (ra), Dios Altísimo le estaba informando al Santo Profeta (sa) que: ¡oh el que Me ama más que a nadie! He llenado los corazones de Mis siervos justos con tanto amor para ti, que incluso después de fallecer en este mundo transitorio, continúan echándote de menos de corazón y haberte dejado solo en el campo de batalla les parte el corazón. Ni siquiera desean los jardines del Paraíso cuando se trata de ti, porque para ellos su paraíso es estar a tu lado; e incluso si son asesinados repetidamente por una espada, su único deseo es estar contigo una y otra vez”.

Hazrat Yabir bin ‘Abdul’lah (ra) narra: “cuando Hazrat ‘Abdul’lah bin Amr (ra) falleció, aún tenía una deuda con alguna gente. Le pedí ayuda al Santo Profeta (sa) para hablar con aquellos a quienes se debía la deuda y ver si podían reducir parte del pago de la misma. El Santo Profeta (sa) les transmitió mi solicitud, pero no redujeron nada de la deuda. Sobre esto, el Santo Profeta (sa) dijo: ve y divide todos tus dátiles de acuerdo con sus diferentes variedades. Coloca los dátiles de Allwah por separado y los de Izk bin Zaid por otro, y luego infórmame. Hice exactamente lo que el Santo Profeta (sa) instruyó y luego le envié un mensaje. Entonces, el Mensajero de Al’lah (sa) vino y se sentó entre las pilas de dátiles y dijo: “pésalos y paga a esas personas con ello”; o sea, a aquellos con quienes tenía la deuda. También hice exactamente lo que dijo el Santo Profeta (sa). Los pesé y les di la parte completa que debía como deuda, e incluso entonces me sobraron algunos dátiles, pues parecía como si nada se hubiera quitado de la cantidad original que tenía”.

Hazrat ‘Abdul’lah bin Amr (ra) dejó en vida a su hijo, Hazrat Yabir bin ‘Abdul’lah (ra) y seis hijas. Según una narración de Sahih Bujari, Hazrat ‘Abdul’lah bin Amr (ra), dejó 7 ó 9 hijas.

El próximo Compañero cuyos relatos narraré es Abu Duyanah o Hazrat Simak bin Jarasha (ra). Hazrat Abu Duyanah (ra) pertenecía a la rama Banu Saidah de la tribu Jazrall de los Ansar. El padre de Hazrat Abu Duyanah (ra) se llamaba Jarasha, aunque también se ha registrado que el nombre de su padre era Aus y su abuelo era Jarasha. El nombre de la madre de Hazrat Abu Duyanah (ra) era Hazmah bint Harmalah. Hazrat Abu Duyanah (ra) era más conocido por su título de Abu Duyanah que por su nombre real. Hazrat Abu Duyanah (ra) tenía un hijo que se llamaba Jalid y el nombre de su madre era Aminah bint Amr. Cuando Hazrat Utbah bin Ghazwan (ra) emigró de La Meca a Medina, el Santo Profeta (sa) estableció un vínculo de hermandad entre él y Hazrat Abu Duyanah (ra).

Hazrat Abu Duyanah (ra) participó en todas las batallas al lado del Santo Profeta (sa), incluidas las batallas de Badr y Uhud. Así pues, Hazrat Abu Duyanah (ra) fue uno de los Compañeros prominentes de los Ansar y era conocido por su participación en las batallas junto con el Santo Profeta (sa). Siempre que había una batalla, Hazrat Abu Duyanah (ra) mostraba gran coraje y valentía, y era un jinete extremadamente hábil. Hazrat Abu Duyanah (ra) tenía un pañuelo de color rojo que se ataba alrededor de la cabeza solo cuando estaba en el campo de batalla. Cuando se ataba el pañuelo rojo alrededor de la cabeza, la gente sabía que Hazrat Abu Duyanah (ra) ahora estaba listo para la batalla. Sobre todo, Hazrat Abu Duyanah (ra) era conocido como una persona valiente.

Muhammad bin Ibrahim relata de su padre que Hazrat Abu Duyanah (ra) podía reconocerse fácilmente en las batallas por su turbante rojo, que también lo usó en el día de la batalla de Badr. Muhammad bin ‘Umar relata que Hazrat Abu Duyanah (ra) participó en la batalla de Uhud y siempre se mantuvo firme al lado del Santo Profeta (sa), y juró que estaba dispuesto a sacrificar su vida. El día de la batalla de Uhud, Hazrat Abu Duyanah (ra) y Hazrat Mus’ab bin Umair (ra) defendieron valientemente al Santo Profeta (sa). Hazrat Abu Duyanah (ra) fue gravemente herido ese día, mientras Hazrat Mus’ab bin Umair (ra) fue martirizado.

Hazrat Anas (ra) relata que el día de la batalla de Uhud, el Santo Profeta (sa) tomó una espada y declaró:

¿Quién tomará esta espada de mí? Todos levantaron sus manos y cada uno de ellos pidió recibirla. El Santo Profeta (sa) declaró entonces: ¿quién la tomará y le hará justicia?

Hazrat Anas (ra) narra que tras esto algunas personas se abstuvieron de pedirlo, aunque Hazrat Simak bin Jarasha Abu Duyanah (ra) dijo: “la tomaré y de hecho le haré justicia”. Hazrat Anas (ra) relata que Hazrat Abu Duyanah (ra) tomó la espada y partió las cabezas de los idólatras, (esta es una tradición de Muslim).

En otra tradición se dice que Hazrat Abu Duyanah (ra) preguntó cómo debía hacer justicia con ella. Sobre esto, el Santo Profeta (sa) declaró: “no mates a ningún musulmán con ella y nunca huyas de los incrédulos en la batalla, mientras la tengas en tu poder”. En otras palabras, que luchara contra ellos con valentía. Hazrat Abu Duyanah (ra) entonces dijo: “tomaré esta espada y ciertamente le haré justicia”. Cuando el Santo Profeta (sa) le entregó la espada, partió las cabezas de los idólatras y después de esto recitó los siguientes pareados:

“Soy aquel cuyo amigo me había hecho un juramento mientras estábamos cerca de las palmeras datileras de Safā. Me comprometí a no estar en las filas de la retaguardia del ejército y lucharé contra el enemigo con la espada de Al’lah y Su Mensajero”. 

Hazrat Abu Duyanah (ra) comenzó a caminar orgullosamente entre las filas del ejército y observando esto el Santo Profeta (sa) declaró: “la manera en que camina es algo que disgusta a Al’lah excepto en ocasiones como ésta”, es decir, durante la batalla.

Hazrat Zubair bin al-Awam (ra) relata que el día de la batalla de Uhud, el Santo Profeta (sa) presentó una espada y dijo: ¿quién tomará esta espada y le hará justicia?

Hazrat Zubair (ra) narra: me levanté y dije, ¡oh Mensajero (sa) de Al’lah! Yo la aceptaré. El Santo Profeta se dio la vuelta y volvió a decir: “¿quién tomará esta espada y le hará justicia? Nuevamente dije: ¡oh Mensajero de Al’lah! Yo la tomaré. Y de nuevo el Santo Profeta le dio la espalda y una vez más declaró: ¿quién tomará esta espada y le hará justicia? Después de eso, Hazrat Abu Duyanah, Simak bin Jarasha (ra), se levantó y dijo: ¡oh Mensajero de Al’lah! Tomaré esta espada y le haré justicia, pero ¿cómo le debería hacer justicia exactamente? El Santo Profeta (sa) declaró: no mates a ningún musulmán con ella y nunca huyas de los incrédulos en la batalla; y mientras la tengas en tu poder, lucha valientemente contra ellos.

Hazrat Zubair (ra) narra además: “después de esto, el Santo Profeta (sa) le dio la espada a Abu Duyanah. Por su parte, era costumbre de Abu Duyanah que siempre que salía a una batalla, se ataba un trozo de tela roja alrededor de la cabeza. En ese momento, me dije a mí mismo: vamos a ver cómo Abu Duyanah hace justicia a la espada”.

Hazrat Zubair (ra) narra que “quienquiera que se enfrentaba a Abu Duyanah era asesinado por él y atravesando las filas enemigas se adelantó hasta el punto de atravesar las mismas, incluso llegó al punto donde estaban las mujeres, que tocaban los tambores cerca de la ladera de la montaña”. En ese momento una de las mujeres estaba recitando el siguiente pareado, cuya traducción es:

“Somos las hijas del lucero de la mañana llamado Tariq, que se eleva por encima de las nubes; si avanzáis con valentía, os abrazaremos y pondremos cojines para vuestra comodidad, pero si mostráis cobardía y os retiráis, os abandonaremos, de manera que no quedará ni un grano de amor entre nosotros”.

Hazrat Zubair (ra) dice: “Vi a Abu Duyanah levantar la espada contra una mujer y luego bajarla. Cuando la batalla terminó le dije: te observé durante toda la batalla, levantaste tu espada a una mujer y luego la bajaste. ¿Cuál fue la razón de esto? Él respondió: ¡por Dios! Fue por el honor de la espada del Santo Profeta, para que no se usara para matar a una mujer. No me fue posible matar a una mujer usando la espada del Santo Profeta (sa) y por esta razón me detuve”.

En otra narración se dice que esta mujer era Hind, la esposa de Abu Sufián (ra), que cantaba junto con las otras mujeres. Cuando Hazrat Abu Duyanah (ra) levantó su espada hacia Hind, ella pidió ayuda a gritos, pero nadie acudió en su ayuda. Entonces, Hazrat Abu Duyanah (ra) bajó su espada y luego regresó. Cuando Hazrat Zubair (ra) le preguntó acerca de ello, dijo: “No quise matar a una mujer que no tenía ayuda de nadie con la espada del Santo Profeta (sa)”.

Mencionando este incidente de Hazrat Abu Duyanah (ra), Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) escribe en Sirat Jataman Nabiyyin:

Los incrédulos de los quraish sufrieron una aplastante derrota en los duelos. Al presenciar este espectáculo, los incrédulos se enfurecieron y se lanzaron a por todas. Por su parte, gritando consignas de la grandeza de Dios, los musulmanes también marcharon hacia adelante y ambos ejércitos chocaron ferozmente entre sí. Fue quizás en esta ocasión que el Santo Profeta (sa) tomó su espada en la mano y dijo: ¿quién tomará esta espada y le hará justicia? Muchos Compañeros (ra) extendieron sus manos deseando este honor, entre los que se encontraban Hazrat ‘Umar (ra) y Zubair (ra); y a la luz de varias narraciones, incluso Hazrat Abu Bakr (ra) y Hazrat ‘Ali (ra). No obstante, el Santo Profeta (sa) detuvo su mano y continuó diciendo: ¿hay alguien que haga justicia a esta espada? Finalmente, Abu Duyanah Anṣari (ra) extendió su mano y dijo: ¡oh Mensajero de Al’lah! Concédame ese honor. El Santo Profeta (sa) le dio la espada y, con esta espada en mano, Abu Duyanah (ra) se lanzó hacia adelante, marchando orgullosamente hacia los incrédulos. El Santo Profeta (sa) se dirigió a los Compañeros (ra) y dijo: Al’lah aborrece enormemente este modo de andar, pero no en una ocasión como ésta”. 

Zubair (ra), que estaba muy deseoso de recibir la espada del Santo Profeta (sa) y que se sentía más merecedor de la misma, por ser un pariente cercano del Santo Profeta (sa), comenzó a dar vueltas ansiosamente. Pensó para sí mismo por qué no le había confiado el Santo Profeta (sa) dicha espada y en cambio se la había dado a Abu Duyanah (ra). Entonces, para aliviar su propia angustia, en su corazón juró permanecer cerca de Abu Duyanah (ra) en el campo de batalla, para poder ser testigo del uso de la espada. Sobre esto relata:

“Abu Duyanah (ra) se ató un paño rojo en la cabeza y, tomando esa espada en la mano, mientras tarareaba suavemente canciones de alabanza a Dios, penetró en las filas idólatras; y vi que a dondequiera que se dirigiera, era como si esparciera la muerte y no vi a un solo hombre que se presentara ante él y que se salvara. Hasta tal punto que, abriéndose camino a través del ejército de los quraish, salió por el lado opuesto del mismo, donde estaban las mujeres de los quraish. Hind, la esposa de Abu Sufián, que alentaba a sus hombres con gran celo y conmoción quedó ante él. Abu Duyanah (ra) levantó su espada sobre ella y Hind gritó en voz alta pidiendo ayuda a sus hombres, pero nadie acudió en su ayuda”. Hazrat Zubair (ra) afirma: sin embargo, entonces vi que Abu Duyanah (ra) bajó su espada por su propia voluntad y se alejó de ese lugar”.

Zubair (ra) sigue relatando que “en esta ocasión, le pregunté a Abu Duyanah qué había pasado. Primero levantaste tu espada, pero luego la bajaste. Respondió: Mi corazón no podía aceptar el hecho de que usara la espada del Santo Profeta (sa) contra una mujer; y además, contra una mujer que en ese momento no tenía ningún varón protector. Zubair (ra) sigue diciendo: “fue entonces cuando comprendí cómo Abu Duyanah (ra) hizo justicia a la espada del Santo Profeta (sa) y que tal vez yo no podría haber hecho lo mismo, y así el recelo de mi corazón se disipó”.

Hazrat Jalifatul Masih II (ra) ha narrado este incidente de la siguiente manera:

“Durante la batalla de Uhud, el Santo Profeta (sa) levantó una espada y dijo: daré esta espada al que prometa hacerle justicia. Mucha gente se levantó para tomar esta espada, pero el Santo Profeta (sa) finalmente se la otorgó a Hazrat Abu Duyanah Ansari (ra). En el curso de la batalla, unos combatientes de La Meca lanzaron un ataque contra Hazrat Abu Duyanah (ra). Durante la escaramuza, notó que uno de los combatientes luchaba contra él con particular agresión y celo. Hazrat Abu Duyanah (ra) levantó su espada y fue a atacarlo, pero de repente se detuvo y luego regresó, (lo que significa que Hazrat Abu Duyanah tomó su espada y fue a atacarlo, pero luego lo dejó y regresó). Uno de sus amigos le preguntó por qué lo dejó, a lo que él respondió: cuando fui a atacarle, dijo algo que hizo que me diera cuenta de que era una mujer y no un hombre. Su amigo le preguntó: de todas formas, ella estaba luchando como parte del ejército, así que ¿por qué la perdonaste? Abu Duyanah respondió: mi corazón no me permitió usar la espada que me dio el Santo Profeta contra una débil mujer.

Hazrat Musleh Maud (ra) continua diciendo: “En resumen, el Santo Profeta (sa) siempre exhortaba a honrar y respetar a las mujeres. Fue debido a esto que las mujeres de los incrédulos se volvieron aún más atrevidas en sus estratagemas para atacar a los musulmanes. No obstante, los musulmanes continuaron soportando pacientemente todo esto”.

Con respecto a Abu Duyanah (ra), el famoso orientalista, Sir William Muir escribe: “Al comienzo de la acción, Muhammad levantó su espada y dijo: ¿quién tomará esta espada y será merecedor de ella? ‘Umar, Zubair, etc., uno tras otro, se presentaron y fueron rechazados; al final se ofreció Abu Duyanah y Muhammad se la dio; y con ella partió las cabezas de los incrédulos”.

Sir William Muir escribe además: “Presionado por el feroz ardor de los musulmanes, los mequíes comenzaron a tambalearse. Sus caballos trataban continuamente de penetrar en el flanco izquierdo de Muhammad, pero cada vez eran repelidos por las molestas flechas de los cincuenta arqueros que Muhammad (sa) había colocado en una colina cercana. Por parte de los musulmanes se mostró, de la misma forma en el campo de batalla de Uhud, la bravura y la hombría, y el osado desdén por el peligro que desplegaron en la batalla de Badr.  Parecía que las filas de La Meca se rompían cuando Abu Duyanah, célebre por el pañuelo rojo enrollado alrededor de su casco, avanzaba y, con una espada que le había dado Muhammad, infligía estragos por todas partes. Hamzah, que destacaba con su imponente pluma de avestruz, ‘Ali con su largo penacho blanco y Zubair, conocido por su turbante amarillo brillante – como héroes en las batallas de la Ilíada, creaban confusión dondequiera que aparecían.  Así eran las escenas en las que se formaron los grandes líderes de las conquistas musulmanas”.

Hazrat Ibn Abbas (ra) narra… (lo que leí antes fue extraído de Sirat Jataman Nabiyyin). Pues bien, Hazrat Ibn Abbas relata: “Cuando el Santo Profeta (sa) regresó de la batalla de Uhud, le dio su espada a su hija Fátima y le pidió que lavara la sangre de la misma. Hazrat ‘Ali (ra) también le entregó su espada y le dijo: ¡por Dios; lava la sangre de esta espada. Me ayudó mucho hoy! Al escuchar esto, el Santo Profeta (sa) dijo: sí, has hecho justicia en la batalla de hoy y, ciertamente, Sahl bin Hunaif y Abu Duyanah también han hecho justicia. En una narración en lugar de Sahl bin Hunaif, se menciona el nombre de Hariz bin Sama’.

Zaid bin Aslam narra que la gente fue a ver a Hazrat Abu Duyanah (ra) cuando estaba enfermo, pero su rostro estaba radiante. Alguien le preguntó por qué le brillaba la cara. Hazrat Abu Duyanah (ra) respondió: “de entre mis acciones hay dos cosas que cumplo escrupulosamente y que son importantes: en primer lugar, nunca me involucro en asuntos que no me conciernen; y en segundo lugar, en mi corazón, no siento nada más que bondad hacia mis Compañeros musulmanes”.

Hazrat Abu Duyanah (ra) fue martirizado en el año 12 antes de la Hégira, en la batalla de Yamamah. Después del fallecimiento del Santo Profeta (sa), Musailamah Kazzab [el mentiroso], afirmó falsamente ser un profeta y planeó atacar a Medina. Para combatirlos, Hazrat Abu Bakr (ra) envió un ejército en el año 12 después de la Hégira. Hazrat Abu Duyanah (ra) formó también parte de ese batallón. Hazrat Abu Duyanah (ra) luchó ferozmente durante batalla de Yamamah y alcanzó el martirio. Una gran parte del ejército de Musailamah Kazzab, que se había rebelado contra Medina, era de los Banu Hunaifah. Se trataba de una antigua tribu árabe y tenían un huerto en Yamamah, donde habían establecido su campamento y luchaban desde allí. Los musulmanes no podían entrar en el huerto. Hazrat Abu Duyanah (ra) dijo que lo arrojaran dentro del huerto y los musulmanes lo hicieron, pero su caída le provocó la rotura de la pierna. A pesar de ello, luchó contra los idólatras en la puerta del huerto y, empujándolos hacia un lado, los musulmanes fueron capaces de entrar.

Hazrat Abu Duyanah (ra) estaba con Abdul’lah bin Zaid y Wahshi bin Harb cuando se dio muerte a Musailamah Kazzab. Hazrat Abu Duyanah (ra) alcanzó el martirio el día de Yamamah. Una narración afirma que Hazrat Abu Duyanah (ra) falleció en la batalla de Siffin, luchando junto a Hazrat ‘Ali (ra), aunque este relato parece poco fiable, ya que  la narración anterior es más auténtica y es ampliamente citada.

Ya he narrado esto con anterioridad, pero mencionaré aquí la parte relacionada con Hazrat Abu Duyanah (ra). Abu Duyanah (ra) era un Ansar, residente de Medina. Aceptó el Islam antes de la migración a Medina y tuvo el honor de participar en la batalla de Badr junto al Santo Profeta (sa) y mostró una inmensa valentía. También participó en la batalla de Uhud. Respecto a esta, cuando la dinámica de la batalla cambió, es decir, inicialmente los musulmanes tenían el control e iban ganando, pero por dejar una zona expuesta, los incrédulos atacaron de nuevo y el curso de la batalla se volvió contra los musulmanes. En ese momento, Hazrat Abu Duyanah (ra) se encontraba entre el grupo de Compañeros (ra) que estaban cerca del Santo Profeta (sa). Mientras defendía al Santo Profeta (sa), resultó gravemente herido, aunque a pesar de esas heridas, nunca se movió de su lugar. Una vez, durante su enfermedad, le dijo a su amigo: “quizás Dios Altísimo acepte dos de mis acciones. En primer lugar, nunca me involucro en actividades vanas, ni murmuro ni hablo de la gente a sus espaldas; en segundo lugar, nunca guardo ninguna maldad o rencor en mi corazón contra ninguno de mis Compañeros musulmanes”.

Con esto concluyen los relatos relacionados con él.

Ahora voy a hablar de algunas personas fallecidas y dirigir sus oraciones fúnebres en ausencia, entre los cuales hay un mártir, el respetado Mahbub Jan Sahib, hijo de Sayyed Yalal Sahib, del distrito de Peshawar,  quien fue martirizado hace unos días. A las 8 de la mañana del 8 de noviembre del 2020, los oponentes de Ahmadiat le dispararon en el pueblo de Sheij Muhammadi (Peshawar), martirizándole. ¡En verdad, a Dios pertenecemos y a Él volveremos!

Según los informes, el 6 de noviembre, Mahbub Jan Sahib volvía de la ciudad de Jushal, Peshawar, de visitar a su nieta, que vive con su familia en la ciudad vecina de Sheij Muhammadi. El 8 de noviembre, salió para regresar a casa.  Había llegado cerca de la parada del autobús, cuando unos desconocidos, que lo seguían, abrieron fuego contra él. Una bala le alcanzó la nuca y le salió por delante, lo que le provocó la muerte. “En verdad a Dios pertenecemos y a Él regresaremos”.  Los asesinos después huyeron del lugar; bueno, en realidad solo había un asesino, que escapó. El mártir fallecido tenía aproximadamente unos 80 años y se había jubilado del departamento de Ingeniería de Salud Pública, donde ejerció como Superintendente Oficial en 2002. El padre del fallecido, Sayyed Yalal Sahib, tuvo la oportunidad de realizar el bai’at [juramento de lealtad] alrededor de 1930. El fallecido era áhmadi de nacimiento y poseía muchas buenas cualidades. Ofrecía las oraciones de tahayyud con regularidad. Era noble, compasivo, hospitalario y muy generoso. Tenía una gran pasión por predicar el mensaje y llamar a otros hacia Dios Altísimo, y siempre mantuvo este compromiso. Cuando le aconsejaban que tuviera cuidado, siempre respondía: “el tiempo de encontrarme con mi Señor está cerca, si logro el martirio a través de esto, entonces esa será mi buena fortuna”. Así, este deseo suyo también se cumplió. Mirall Begum Sahiba, la esposa de Mahbub Jan Sahib, tiene el honor de que su padre, Muhammad Said Sahib y su tío paterno Bashir Ahmad Sahib fueron también martirizados en 1966; y ahora este honor también se le ha otorgado a su esposo. De esta manera es hija de un mártir, sobrina de un mártir y esposa de un mártir.

Deja atrás a su esposa, Mirall Begum Sahiba, dos hijos Munawwar Sahib y Fazal Ahmad Sahib; dos hijas, Zakiyya Begum Sahiba y Wahidah Begum Sahiba; un nieto y una nieta de parte de sus hijos, así como seis nietos y cuatro nietas de sus hijas. Su hijo pequeño está doctorado en Microbiología y actualmente vive en Australia. Su otro hijo, Fazal Ahmad Sahib, que vive en Alemania, también tiene una buena formación, con un máster en inglés.

Su hijo, Munawwar Jan Sahib, dice: “mi padre, Mahbub Jan Sahib puso todo su empeño en establecer la paz y la seguridad en su zona. En algunos casos de litigios, él mismo ofrecía el pago de la indemnización para reconciliar a las dos partes. Siempre estuvo dispuesto a ayudar a los pobres y a los menos afortunados. La gente se acercaba a él sin dudarlo y le pedía ayuda, y guardaba alguna cantidad de dinero para ayudar a esas personas. Era muy humilde, reservado, paciente y comprensivo con los demás; y siempre estaba dispuesto a ayudarlos”.

¡Qué Dios Altísimo continúe elevando la posición del fallecido en el Cielo y permita que su familia continúe con sus obras virtuosas!

El segundo funeral es de Fajar Ahmad Farruj Sahib, que fue misionero en Pakistán. Falleció el 1de noviembre de 2020 alrededor de las seis y cuarto de la tarde, como consecuencia de un accidente de tráfico, cuando regresaba de Ahmad Nagar con su hijo Ihtesham ‘Abdul’lah. ¡Ciertamente a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos! Tanto el padre como el hijo se vieron involucrados en un grave accidente de tráfico, como resultado del cual fallecieron en el acto.

Por la gracia de Al’lah, Fajar Sahib era Musi [parte de la institución de Al-Wasiyyat]. Su padre, Saifur Rahman Sahib, se hizo áhmadi por su propia iniciativa, en un momento en que no había ningún otro áhmadi en su familia. Realizó el bai’at [pacto de lealtad] en 1968, convirtiéndose así en el primer áhmadi de su familia. Fajar Sahib se graduó en Yamia Ahmadía de Rabwah en 1996, después de lo cual ejerció en varios lugares de Pakistán. Después fue enviado a Costa de Marfil, en África Occidental. Durante los últimos ocho años había estado ejerciendo como misionero en Ahmad Nagar [Pakistán]. Estaba casado con Tahira Fajar Sahiba, hija de ‘Ali Asghar Sahib. Tenían cuatro hijas y un hijo; su hijo Ihtesham ‘Abdul’lah es quien falleció en el accidente junto con su padre. Le sobreviven su esposa y cuatro hijas, así como su madre y hermanos. Los nombres de sus hijas son Wayiha Amatus Subuh, Jafiya Fajar, Samrin Fajar y Mehrin Fajar.

La esposa de Fajar Sahib, Tahira Sahiba, escribe que cuando se casaron, el murabbi sahib (misionero) fue destinado a una aldea en Jushab (Pakistán). Cuando llegó al centro de allí, le explicó las responsabilidades de la esposa de un misionero y le explicó que ahora ella también era una devota de la vida junto a él, y tendría que estar a la vanguardia de la participación en los trabajos de la Yama’at”. Así es como se aseguró de su entrenamiento. Más tarde, fue transferido a Badin. Murabbi Sahib fue allí primero y su esposa se unió a él un tiempo después. Dice que el día que llegó, aunque había enviado un aviso previo, el murabbi sahib no estaba en casa cuando llegó. Esperó fuera al sol y más tarde se enteró de que la mujer del mu’al’lim (maestro local) estaba enferma y necesitaba sangre, así que fue a donar sangre. Cuando regresó, ella le dijo que le había hecho esperar fuera al sol, a pesar de que él sabía que ella llegaba después de un largo viaje. Le contestó diciendo que la tarea que había emprendido también era muy importante y le explicó que a veces hay que hacer sacrificios como ese.

Además de servir a la fe, también sirvió mucho a la gente cuando fue a Costa de Marfil y siempre dio prioridad a su fe incluso por encima de su familia. Su esposa dice que una vez, justo antes de que su hija naciera, enfermó. El Sr misionero se había ido a un campamento médico. Aunque el médico había declarado que el estado de su esposa era grave, el Sr. misionero partió hacia el campamento, diciéndole que Dios derramaría sus bendiciones sobre ella, ya que era la esposa de un devoto de la vida y que nada le sucedería. Esta fue la manera en que dio prioridad a su fe sobre todos los asuntos mundanos. Era hospitalario, servía a los demás y servía a la fe. Era cariñoso con toda su familia y mantenía una relación amistosa con sus hijos. Si alguna vez había un problema, ya fuera en casa, en la familia, dentro o fuera de la Comunidad, lo afrontaba de manera excelente. Enseñaba a sus hijos que eran los hijos de un consagrado y los hijos de un misionero, por lo que siempre debían dar prioridad a su fe por encima de todos los asuntos mundanos y dar un buen ejemplo.

Wasif Sahib, un misionero de Costa de Marfil, dice: “cuando Fajar Sahib vino a Costa de Marfil como misionero, me pareció muy sociable, jovial y de buen carácter. Una de sus características más notables era el encanto con el que hablaba y a través de esto era capaz de formar un vínculo con quienquiera que conociera. Sirvió como misionero durante cinco años en la región de Ummay. Todos, jóvenes y viejos, se apegaron mucho a él debido a su excelente carácter moral y amabilidad, y siempre lo recordaban con cariño. Pagó en secreto el billete para que alguna gente pobre viajase al Yalsa Salana (Convención Anual)”. También dice que durante su estancia en Costa de Marfil, la región de Fajar Sahib fue la primera en asistir al Yalsa Salana.

Un mu’al’lim local, Samaru Haroon Sahib dice: “trabajé con Fajar Sahib durante dos años y medio, y él me cuidaba como a un hermano. Una cosa que noté en particular fue que era un misionero extremadamente trabajador y apasionado, y  emprendía cada tarea con gran responsabilidad y devoción. Se esforzó por completar su trabajo de manera rápida, ya fuera propagando el mensaje del Islam, recolectando contribuciones monetarias o preparando el Yalsa Salana. Su pasión por la propagación del Islam era tal, que deseaba difundir el mensaje de Ahmadiat a todos los pueblos lo más rápido posible”.

¡Que Dios Altísimo eleve el rango espiritual del difunto y que proteja a sus hijas y a su esposa, y las salve de futuras dificultades y penurias!

El tercer funeral es el de Ihtesham Ahmad ‘Abdul’lah, hijo del misionero Fajar Ahmad Farruj Sahib. Como mencioné antes, falleció con su padre en un accidente de tráfico. Por la gracia de Dios, fue parte del bendito esquema de Waqf-e-Nau. Actualmente estaba estudiando en su primer año. Aún no era un musi, ya que había rellenado el formulario de Wasiyyat pero aún no lo había presentado. Sin embargo, el Mall’lis Karpardaz puede aceptarlo como tal si el formulario fue completado. Su madre dice que su hijo poseía muchas buenas cualidades. Era virtuoso, justo y obediente. Era parte del plan de Waqfe Nau y siempre hacía sus oraciones. Cumplió con todas las peticiones hechas por el zaim local [líder juvenil] del Mall’lis Judam-ul-Ahmadía y desempeñó sus funciones de manera excelente. De hecho, había cumplido con su trabajo en la mezquita el día que falleció. ¡Que Dios Altísimo conceda Su perdón y misericordia a los difuntos y eleve su estatus!

El próximo funeral es del Doctor ‘Abdul Karim Sahib, hijo de Mian ‘Abdul Latif Sahib de Rabwah, que era un asesor económico jubilado del Banco Estatal de Pakistán. Falleció el 14 de septiembre a la edad de 92 años. ¡Ciertamente a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos!

Era el nieto de Hazrat Maulvi Muhammad ‘Ali Sahib (ra), un compañero del Mesías Prometido (as). Fue parte del primer grupo en la Universidad del Islam de Talimul en Qadián. Cuando este Instituto se trasladó a Lahore después de la partición, obtuvo su máster en la Universidad del Punjab como estudiante del Talimul Islam College. En ese momento, era el único estudiante de la Universidad de Talimul Islam College. Más tarde, recibió una beca del Banco Estatal de Pakistán y se trasladó a los Estados Unidos de América, para obtener un doctorado en economía por la Universidad George Washington. Allí, se quedó en la Mezquita Fazal [Washington D.C.], donde participaba en actividades para propagar el mensaje del Islam en su tiempo libre.

Este señor doctor tenía un profundo amor por Pakistán. A pesar de haber trabajado en instituciones internacionales como el Banco Mundial a lo largo de su carrera, eligió vivir y trabajar desde  Pakistán. Pasó un largo período de tiempo trabajando para el Banco Estatal de Pakistán y más tarde se retiró de su puesto como asesor. Durante su carrera, completó con éxito muchas asignaciones gubernamentales y no gubernamentales, junto con instituciones como el FMI y el Banco Asiático de Desarrollo. Además trabajó durante algún tiempo en el Ministerio de Finanzas y se preparó un presupuesto federal bajo su supervisión.

También fue enviado durante dos años a Jartum, en el Sudán, por el FMI, para resolver diversos asuntos económicos. Tras retirarse del Banco del Estado, eligió vivir en Rabwah para servir a la Yama’at. Por lo tanto, se le consultaba a menudo en asuntos relacionados con la economía y la religión. Él era parte de un comité allí y yo a veces pedía su consejo,  pues daba consejos muy sólidos y escribía excelentes artículos sobre estos temas. Sus investigaciones eran siempre muy profundas y presentaba soluciones prácticas. También ha escrito algunos libros en inglés, entre ellos The Basics of Islam, Islamic Philosophy, Life and Economics; y Hurmat-e-Sud que está en urdu y Husul-e-Rizq.

Tras retirarse, siguiendo las instrucciones de Hazrat Jalifatul Masih IV (rh), en 1989 dedicó su vida (a los servicios del Yama’at) y fue a la Universidad de Tashkent en Uzbekistán para enseñar economía, donde permaneció seis meses. Luego hubo un comité formado por Hazrat Jalifatul Masih IV (rh) para revisar los asuntos relacionados con las hipotecas y los intereses, compuesto por eruditos y expertos, y él formaba parte de este comité. También había un subcomité y trabajé con él en este comité por un corto tiempo. Como mencioné anteriormente, él siempre iba al fondo de las cuestiones y presentaba los asuntos basados en pruebas firmes. Me envió varios artículos sobre el sistema del interés y estos artículos son muy buenos. Dios quiera que se revisen más a fondo y sea posible que el sistema económico que se establezca en el futuro para sustituir al sistema basado en el interés, incluya algunas de sus recomendaciones. Que Dios Altísimo eleve el rango espiritual del difunto en el Cielo y permita a su progenie que sigan sus actos virtuosos.

Resumen

Después de recitar Tashahhud, Ta’awwuz y Surah al-Fatiha, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) dijo que destacaría los incidentes de las vidas de los compañeros del Santo Profeta (sa) que participaron en la batalla de Badr.Una aclaración

Antes de comenzar, Su Santidad (aba) hizo una aclaración con respecto a una narración mencionada en un sermón anterior sobre Hazrat Mu’adh bin Yabal (ra) en relación con la plaga. Su Santidad (aba) dijo que había habido un error en la traducción dada, no era del todo exacta. Por lo tanto presentaría la traducción exacta. Así, presentó de nuevo la narración, en la que el Santo Profeta (sa) informó a Hazrat Mu’adh (ra) de que conquistaría Siria, donde se produjo el brote de una epidemia.

Continuación de los relatos de Hazrat ‘Abdul’lah bin ‘Amr (ra)

Después de presentar esta aclaración, Su Santidad (aba) dijo que seguiría destacando los incidentes de la vida de Hazrat ‘Abdul’lah bin ‘Amr (ra).

Sombreado bajo las alas de los ángeles

Su Santidad (aba) presentó una narración en la que se afirmaba que después de la batalla de Uhud, el cuerpo de Hazrat ‘Abdul’lah (ra) fue llevado ante el Santo Profeta (sa). Su estado era tal que sus orejas y nariz habían sido descuartizados. Ante esto, una mujer de la familia de Hazrat ‘Abdul’lah (ra) comenzó a llorar. El Santo Profeta dijo que no había necesidad de llorar, porque Hazrat ‘Abdul’lah (ra) estaba bajo la sombra de las alas de los ángeles.

Etiquetas para ofrecer oraciones fúnebres por los mártires

Su Santidad (aba) dijo que hay muchas narraciones sobre la manera en que se ofrecieron las oraciones fúnebres por los mártires de la batalla de Uhud. Su Santidad presentó varias narraciones al respecto. En una de ellas, se dice que el Santo Profeta (sa) preguntó cuál de los mártires memorizaba más el Sagrado Corán, y que éstos serían bajadas a la tumba primero. Luego el Santo Profeta (sa) dijo que daría testimonio de estas personas en el Día del Juicio Final. Según otra narración, el Santo Profeta (sa) ofreció las oraciones funerarias para los mártires de Uhud ocho años después. Otra narración relata cómo los difuntos eran traídos ante el Santo Profeta (sa) y él ofreció las oraciones funerarias de diez mártires a la vez. También se narra que los cuerpos de los mártires no fueron lavados y se enterraron con las mismas ropas que llevaban en el momento de su martirio. Su Santidad (aba) continuó presentando muchas más narraciones sobre este tema. Su Santidad (aba) también citó “La vida y el carácter del Sello de los Profetas”.

Su Santidad (aba) presentó una narración del hijo de Hazrat ‘Abdul’lah (ra), Yabir (ra). Un día, el Santo Profeta (sa) vio que Hazrat Yabir (ra) parecía triste, y le preguntó qué le pasaba. Hazrat Yabir (ra) respondió que estaba triste porque su padre había sido martirizado y había dejado atrás progenie y deudas. El Santo Profeta (sa) dijo que Dios habla a la gente desde detrás de un velo, sin embargo trajo a Hazrat ‘Abdul’lah (ra) ante él y le habló directamente y le dijo que pidiera cualquier cosa para que se le concediera. Hazrat ‘Abdul’lah (ra) respondió que deseaba que le devolviera la vida, para que pudiera luchar en el camino de Al’lah y ser martirizado una vez más. A esto, Dios respondió que ya ha decretado que nadie será devuelto a la vida después de la muerte. Dios Todopoderoso reveló el siguiente versículo del Corán al Santo Profeta (sa):

“No penséis que los que han muerto por la causa de Al-lah están muertos. No, ellos viven en la presencia de su Señor, y están provistos de todo.”

[Sagrado Corán 3:170]Hazrat Abu Dujanah (ra)

Su Santidad (aba) dijo que el siguiente Compañero cuya vida destacaría es Hazrat Simak bin Kharashah, también conocido como Abu Dujanah (ra). Él era de la rama Banu Sa’idah de la tribu Khazraj. El nombre de su padre era Kharashah y el de su madre Hazmah bint Harmalah. Era más conocido por su título Abu Dujanah.

Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Abu Dujanah (ra) participó en todas las batallas junto al Santo Profeta (sa). Estaba entre los compañeros más antiguos de los Ansar [nativos de Medina]. Está registrado que era extremadamente valiente y hábil en la guerra; también era un jinete de caballos muy hábil. A menudo se le reconocía en la batalla por el turbante rojo que llevaba.

Portador de la Espada del Santo Profeta (sa)

Su Santidad (aba) relató una narración en la que se afirma que el día de Uhud, el Santo Profeta (sa) tenía una espada, cuando preguntó quién la tomaría: todos los compañeros se presentaron para tomar la espada del Santo Profeta (sa). Entonces el Santo Profeta (sa) preguntó quién tomaría la espada y le haría justicia: todos permanecieron en silencio, y sólo Hazrat Abu Dujanah (ra) se presentó para tomar la espada. El Santo Profeta (sa) le concedió la espada, y fue con esta misma espada con la que Hazrat Abu Dujanah (ra) causó una gran devastación al enemigo.

Su Santidad (aba) presentó otra narración: durante la batalla de Uhud, mientras luchaba contra el enemigo, Hazrat Abu Dujanah (ra) se encontró con una mujer llamada Ind que también luchaba contra los musulmanes e incitaba a sus soldados a matar a los musulmanes. Hazrat Abu Dujanah (ra) se acercó a ella y levantó su espada para atacarla. Viendo esto, llamó a sus soldados para que vinieran a protegerla, sin embargo nadie vino en su ayuda. Hazrat Abu Dujanah (ra) tenía su espada levantada lista para atacar, sin embargo la bajó y se fue. Más tarde, se le preguntó por qué había hecho esto, a pesar de que ella también estaba luchando e incitando a los soldados a matar musulmanes. Hazrat Abu Dujanah (ra) respondió que no consideraba correcto que la espada del Santo Profeta (sa) se usara contra una mujer, especialmente cuando no había nadie alrededor para protegerla. Fue entonces cuando quedó claro que realmente era Hazrat Abu Dujanah (ra) quien podría haber hecho justicia a dicha espada.

Después del fallecimiento del Santo Profeta (sa), hubo un falso pretendiente al profetazgo. Hazrat Abu Bakr (ra) envió un emisario para combatirlo. Fue durante esta expedición que Hazrat Abu Dujanah (ra) fue martirizado en la batalla de Yamamah.

Oraciones fúnebres

Su Santidad (aba) dijo que ofrecería las oraciones fúnebres [en ausencia] de las siguientes personas:

Mahboob Khan Sahib de Peshawar, Pakistán, fue martirizado el 8 de noviembre por oponentes de la Comunidad Musulmana Ahmadía. Visitaba a su familia, y mientras estaba en la parada del autobús para salir, los opositores le dispararon. Poseía muchas cualidades grandes. Era amable, hospitalario y tenía una gran pasión por propagar el mensaje del Islam. El padre y el tío de su esposa fueron ambos previamente martirizados. Ahora tiene el honor de ser la hija, sobrina y esposa de mártires. Le sobreviven su esposa, dos hijos y dos hijas y sus nietos. Siempre estuvo dispuesto a ayudar a los menos afortunados y siempre llevaba consigo alguna cantidad de dinero para ayudarles. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah Todopoderoso elevara su posición en el cielo y permitiera a su progenie mantener vivas sus acciones virtuosas.

Fakhar Ahmad Farrukh Sahib, que fue misionero en Pakistán. Falleció el 1 de noviembre en un accidente de tráfico. Su hijo también murió en el accidente. Sirvió como misionero en varios lugares de Pakistán, y también sirvió como misionero en Costa de Marfil. Le sobreviven su esposa, cuatro hijas, su madre y sus hermanos. Dio prioridad a su fe en todos los asuntos y siempre estuvo dispuesto a presentar sacrificios. Era muy amable y hospitalario. Aconsejaba a su esposa e hijos que ellos también debían considerarse como si hubieran consagrado sus vidas y estar listos para presentar los sacrificios que se requirieran. Era un misionero devoto y deseaba difundir el mensaje de Ahmadíat a todos los pueblos. Su Santidad rezó para que Al’lah Todopoderoso elevara su posición en el cielo y mantuviera a su esposa e hijas bajo Su protección.

Ihtisham Ahmad Abdul’lah Sahib, que era el hijo de Fakhar Ahmad Farrukh. Era miembro de Waqfe Nau y estaba estudiando en primer año. Era un miembro muy activo de la Comunidad. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah Todopoderoso lo tratara con perdón y elevara su posición en el cielo.

Dr. Abdul Karim Sahib de Rabwah. Era un asesor económico jubilado del Banco Estatal de Pakistán. Estudió en la primera generación del Colegio Ta’limul Islam. Más tarde viajó a los EE.UU. para obtener un doctorado en economía. También trabajó con el FMI y otras organizaciones. Sirvió a la Comunidad en varios asuntos financieros. Al jubilarse, se quedó en Rabwah para servir a la Comunidad. Dio un buen consejo, y Su Santidad (aba) comentó que él también tomaba sus consejos en ciertos asuntos. Era un excelente escritor y escribió varios libros. Fue miembro de un comité encargado por el Cuarto Califa (rh) en lo que respecta al interés. Su Santidad (aba) mencionó que él también sirvió en un subcomité a su lado y que le encontró muy competente en las recomendaciones que dio. Su Santidad rezó para que Al’lah Todopoderoso elevara su posición en el cielo.

Resumen preparado por The Review of Religion

Share via