La Oración
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

El culto es común a todas las religiones. Lo único que difiere es la forma y el estilo de adoración. Lo que caracteriza al modo de culto islámico es que contiene rasgos de la forma de orar de otras religiones. Algunas personas rezan a Dios de pie y otras, sentadas. En algunas religiones la gente recuerda a Dios arrodillándose ante Él, mientras que otros se prosternan ante Él. Algunos se yerguen ante Él con los brazos cruzados y otros lo hacen con los brazos reposando a los lados. En resumen, no existe un único método de culto común a todas las religiones. Es fascinante observar, sin embargo, cómo el Islam ofrece a sus seguidores instrucciones tan completas sobre el modo de orar, de forma que todas las posturas de adoración presentes en otras religiones están representadas simbólicamente en el modo de la oración musulmana. Se trata, al parecer, de otro paso adelante en dirección al preludio de una era de religión universal.

La institución de la oración islámica es un sistema altamente elaborado, que abarca todas las necesidades humanas. En primer lugar, cabe destacar que la finalidad de la oración no es solamente postrarse ante un ser superior ni rendir homenaje a Su grandeza, como si Dios hubiera creado al hombre sólo para saciar su deseo egoísta de ser alabado. Todos los objetivos mencionados en relación con la filosofía de la adoración y el modo en que un musulmán debe realizarla demuestran claramente que es el mismo creyente el que se beneficia de la oración, y no debe considerarse en absoluto como un favor hacia Dios. El Sagrado Corán declara que Dios no necesita de las alabanzas humanas. Es tal la grandiosidad de Su nobleza y la sublimidad de Su carácter que las alabanzas de sus criaturas no incrementan en absoluto Su magnanimidad ni majestad. El Santo Profetasa del Islam, mencionó en una ocasión que aunque toda la humanidad se alejara de Dios y cometiera los peores pecados posibles, éstos no mermarían Su grandeza universal en lo más mínimo, hasta el punto de que si alguien sumergiera una aguja en el vasto océano, el agua adherida a la superficie de la aguja superaría con creces la cantidad que los pecados de toda la humanidad pudieran sustraer de la gloria divina.

Por lo tanto, el Sagrado Corán prescribe el culto solamente para el bien del propio adorador. Es un tema muy amplio, y sólo podemos ilustrar algunos puntos al respecto, de acuerdo con el Sagrado Corán y las tradiciones del Santo Profeta del Islamsa.

El recuerdo de Dios y la reflexión sobre Sus atributos durante la oración ayudan al hombre a enaltecer su espíritu, llevándolo a una mayor armonía con la naturaleza divina. Esto es fundamental en la oración islámica. El hombre ha sido creado a imagen de Su creador, y debe esforzarse constantemente para obtener Su cercanía. Ésta es una lección esencial de nobleza. Los que se esfuerzan en pensar como Dios y actuar como Él dentro de los límites de la esfera humana, experimentan una constante mejoría en su relación con los demás seres humanos e incluso con otras formas de vida.

En términos humanos, esto se puede entender mejor con respecto a la actitud de una madre hacia sus hijos. Aquél que realmente logra la proximidad de una madre, apreciará naturalmente todo lo que la madre aprecia. Adoptar la actitud del creador equivale a adoptar la actitud de un artista hacia sus obras de arte. Es imposible que permanezca junto a Dios y se aleje de Su creación. Una vez más, el término que el Corán utiliza para el culto se deriva de una palabra muy importante, que se diferencia mucho de los términos utilizados en otras religiones. Ain, Be, Dal (‘A’, ‘B’, ‘D’) son las tres letras principales que poseen el significado fundamental de esclavitud. Al igual que un esclavo que lo pierde todo por su amo y lo sigue en todos los aspectos, el adorador en el Islam debe hacer lo mismo en su relación con Dios. El infinitivo usado para la adoración tiene la connotación de “seguir los pasos de alguien”. Esto es fundamental en la imitación de los atributos de Dios. El Corán también dice:

En verdad, la oración impide que el adorador caiga en algo que es indigno o indecente. (Corán 29:46)

Este versículo posee connotaciones tanto positivas como negativas, siendo ambas esenciales para el cultivo de la conducta humana ideal. En su connotación negativa, ayuda al creyente a liberarse de todo tipo de pecados. En su connotación positiva, educa al hombre, refina su carácter y eleva sus cualidades hasta tal sublimidad, que le hace merecer la comunión con Dios.

Otro tema muy importante al respecto es el papel que la adoración desempeña en el desarrollo del alma. Según el Islam, cada alma humana, en relación con el cuerpo humano carnal, se asemeja a un niño en el interior del útero de la madre. Dar a luz a un niño sano requiere muchas influencias que se transmiten constantemente de la madre al embrión, y al niño en una etapa posterior. Si las influencias maternas sobre el embrión no son saludables, el niño nace congénitamente defectuoso; si son saludables, el niño nace disfrutando de una salud perfecta. Entre todas las influencias que operan en la formación y modificación del alma humana, la oración es el factor más importante.

La institución de la oración islámica ofrece abundantes lecciones profundas, que no se encuentran ni siquiera marginalmente en otras religiones. El Islam exhorta a realizar la oración tanto colectiva como individualmente. Las oraciones en congregación se realizan de una forma increíblemente bien organizada y útil.

Hay un líder, que dirige a la congregación en tales oraciones. Este líder no es un sacerdote ordenado. Cualquier persona a quien la gente considere digno de esta tarea es elegido como “Imam”. Se exhorta a la asamblea a colocarse detrás del Imam en líneas perfectamente rectas, situándose cada adorador al lado del otro, hombro con hombro, sin distancia alguna que les separe. Siguen al Imam perfectamente en todo lo que hace. Cuando se inclina, se inclinan; cuando se pone de pie, se ponen de pie; cuando se postra, se postran. Incluso si el Imam cometiera un error y no lo corrigiera después de un recordatorio, todos los seguidores deben hacer lo mismo. No está permitido hacer preguntas al Imam durante la oración. Todos miran hacia la misma dirección sin excepción, dirigiendo los rostros hacia la primera casa de culto construida para el bien de la humanidad. Nadie puede reservarse un lugar especial detrás del Imam. En este sentido, los ricos y los pobres son tratados con absoluta igualdad, así como los ancianos y los jóvenes. Quien llega antes a la mezquita, tiene la opción prioritaria de sentarse donde le plazca. Nadie tiene derecho desplazar a nadie del lugar que ocupa, salvo por razones de seguridad, etc., en cuyo caso se convierte en una medida administrativa. Por lo tanto, el sistema islámico de la oración abunda no sólo en instrucciones espirituales, sino también en instrucciones comunales y organizativas.

Todas las mezquitas son frecuentadas cinco veces al día, una tarea que parecerá muy exigente para un observador casual. Este aspecto debe ser comentado más a fondo para ofrecer una imagen más completa del papel de las oraciones en congregación en la vida de un musulmán. No cabe duda de que en una sociedad musulmana ideal, donde las mezquitas están al alcance de casi todos los ciudadanos, las cinco oraciones en congregación se convierten en una rutina en la vida de todos los musulmanes. La oración del mediodía, por lo general la más problemática, se realiza en las sociedades musulmanas durante la pausa de trabajo del mediodía. Por lo tanto, no sólo es una pausa para el almuerzo, sino que se amplía ligeramente para facilitar la observancia de la oración. La oración siguiente a la oración del mediodía es la oración de la tarde, que se realiza casi inmediatamente después de un día de trabajo ordinario. Después, no se permite ninguna oración hasta la puesta del sol. El tiempo entre ambas se emplea en actividades al aire libre como los deportes, compras, paseos, visitas a amigos y familiares, etc. Se trata de un período de relajación en la que las plegarias están prácticamente prohibidas, a excepción del recuerdo silencioso de Dios que constituye un rasgo constante en algunos creyentes. Al atardecer, la noche del creyente comienza con la oración del ocaso, tras la cual hay también tiempo para relajarse, cenar, etc… La noche culmina antes acostarse con la última oración que se llama Isha. No se recomienda permanecer despierto después de la oración de Isha y dedicarse a ocupaciones ociosas o charlas vanas, etc.

Se alienta a los musulmanes a adquirir el hábito de acostarse pronto y levantarse temprano. El día, a la mañana siguiente, comienza habitualmente durante las primeras horas antes del amanecer. La oración que se ofrece a última hora de la noche se llama tahayyud. No es obligatoria, pero es una oración opcional en la que se hace mucho hincapié. El amanecer anuncia el tiempo de oración de la mañana, que se llama Al-Fáyar. No se recomiendan oraciones opcionales entre Fáyar y el amanecer, por razones obvias. Después, hasta Zúhar, la oración del mediodía, sólo se mencionan dos oraciones opcionales; de lo contrario, el período pre-Zúhar ha de emplearse en las actividades cotidianas usuales.

Si se analiza desde otro ángulo, es interesante observar el grado de organización, disciplina y perfección que posee la institución de la oración en el Islam. Hay ciertas oraciones en congregación en las que se recita el Corán en voz alta y audible, en un tono de semi-canto, que no se ajusta exactamente al concepto de canto, pero que posee un tono rítmico muy penetrante. El Santo Profetasa también recomendó que hubiera un matiz de tristeza en el tono de recitación del Corán. Esto lo hace aún más conmovedor, al penetrar el significado de los versículos con mayor intensidad en las entrañas del corazón. En algunas oraciones -en particular las dos oraciones de la tarde- no se canta en voz alta, armonizando de esta forma con el estado de ánimo general del momento. Incluso los pájaros cesan de cantar durante la primera parte de la tarde, y hay un ambiente general de silencio que envuelve al bullicio del trabajo ordinario. La oración de la mañana, la oración después de la puesta del sol y la oración después de la caída de la noche incluyen periodos en los que el canto de los versículos se convierte en una práctica habitual.

La oración se puede dividir a su vez en dos categorías. Aparte de las oraciones en congregación, también se insiste mucho en las oraciones individuales. En las oraciones congregacionales, la sociedad rinde homenaje a Dios colectivamente y en público. En las oraciones individuales, se hace hincapié en la privacidad, no siendo necesario mostrar tales oraciones a nadie. Del mismo modo, la oración de la noche se realiza en una perfecta intimidad. Los miembros del mismo hogar intentan encontrar sus propios nichos, e incluso marido y mujer tratan de orar por separado, de forma que la comunión con Dios se convierte en un asunto muy personal.

Se ha observado que la institución de las cinco oraciones en congregación ha sido muy efectiva a lo largo de más de mil cuatrocientos años para la protección y preservación de esta institución sagrada. Las mezquitas han constituido el pilar principal que ha mantenido viva a esta noble institución. Éstas también sirven como centros de educación para jóvenes y ancianos, y a lo largo de la historia han jugado el papel más prominente en las enseñanzas religiosas y en la educación.

Los lugares de culto en el Islam, ya sean congregacionales o privados, deben mantenerse meticulosamente limpios. Todo el mundo ha de quitarse los zapatos antes de entrar en tales lugares. Aunque en cada oración el devoto ha de tocar el suelo con la frente, a veces brevemente y otras veces por períodos más largos, es sorprendente que no se haya transmitido ninguna enfermedad de la piel por contacto de frente a frente en la sociedad musulmana. Algunos lo atribuyen al alto nivel de limpieza, y otros, a las bendiciones de Dios, pero se trata de un hecho bien constatado.

En cuanto al contenido de la oración, éste es de dos tipos:

  1. La recitación formal rutinaria de los versículos del Corán y de otras oraciones, que se realizan esencialmente en la lengua del Corán, que es el árab Todos los fieles han de conocer el significado de lo que recitan, pues de otro modo se verían privados del inmenso beneficio que podrían extraer de una recitación coherente. Esta discusión se extendería demasiado si nos adentráramos en los detalles de los contenidos, pero los lectores que estuvieran interesados en obtener mayor detalle siempre pueden consultar la literatura pertinente. 
  1. A la segunda categoría pertenecen las oraciones individuales en la propia lengua, en las que el orante tiene la libertad de implorar lo que Esta segunda categoría es objeto de controversia en el sentido de que muchas escuelas de jurisprudencia no permiten tales prácticas e insisten solamente en la recitación de la forma prescrita, al margen de que el creyente lo entienda o no. Sin embargo, valoran la necesidad de la oración privada y personal, por lo que sugieren orar en el lenguaje propio una vez finalizada la oración formal y no durante su transcurso. Nosotros, los áhmadis musulmanes, recomendamos y practicamos la primera opción de orar a Dios en la propia lengua del modo que se desee durante la oración formal.

Como se ha mostrado claramente, la institución de la oración islámica, que requiere que la persona ore cinco veces al día, tanto individualmente como en congregación, está altamente elaborada. Por lo tanto, la oración islámica desempeña un papel fundamental tanto en la vida del musulmán como en la educación espiritual y moral del individuo.

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