¿Existe Dios? - Razón y revelación
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

¿Existe Dios? – Razón y revelación

Director del Spanish Desk y editor de la revista Review of Religions en Español

En el vídeo de hoy me gustaría hablar sobre un tema que, a mí personalmente, me llama mucho la atención. Se trata de como el Corán describe el proceso de investigación y, considero que aclara a la perfección el por qué no somos capaces de llegar a conclusiones irrefutables en cuestiones metafísicas, tales como la existencia de Dios.

Transcripción

Hola a todos, soy Tarik.

En el vídeo de hoy me gustaría hablar sobre un tema que, a mí personalmente, me llama mucho la atención. Se trata de como el Corán describe el proceso de investigación y, personalmente, considero que aclara a la perfección el por qué no somos capaces de llegar a conclusiones irrefutables en cuestiones metafísicas, tales como la existencia de Dios.

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Introducción

Al realizar una investigación acerca de cualquier cuestión en el mundo en el que vivimos, no siempre podemos afirmar que las conclusiones de nuestra investigación sean irrefutables al 100%. De hecho, en la mayoría de los casos las teorías cambian y evolucionan a medida que mejora la tecnología y se realizan nuevas investigaciones que arrojan luz a aspectos que se desconocían anteriormente. La pregunta que yo me hago es, ¿es posible decir que alguna teoría o algún fenómeno descubierto es o será completamente irrefutable? ¿Cómo podemos saberlo?

Esto es importante para cuestiones como, por ejemplo, la existencia de Dios, ya que durante siglos la humanidad ha debatido continuamente sobre este tema y hay muchísimos argumentos a favor y en contra de la existencia de Dios, pero ninguno de estos argumentos ha demostrado ser irrefutable.

Los tres niveles de certidumbre

El Corán explica que podemos alcanzar tres grados de certidumbre o convicción según el medio utilizado para nuestra investigación.

Por ejemplo, Imaginaos que vemos levantarse humo a cierta distancia, podemos utilizar nuestro razonamiento para concluir que debe haber un incendio. El nivel de seguridad con el que puedo realizar dicha afirmación ha sido denominado por el Sagrado Corán como ‘certidumbre por inferencia’. Tal certidumbre es el resultado de la razón y no la observación directa -yo no estoy viendo el fuego, pero deduzco que existe-. Este es el nivel más bajo de certidumbre porque como máximo nos permite decir con convicción que “debe haber” algo, pero no se puede afirmar que exista irrefutablemente.

El segundo nivel de certidumbre es el de ‘certidumbre mediante la observación’, según el cual la razón tiene el apoyo de un medio externo para confirmar su deducción. Por ejemplo, si caminamos hacia el humo que habíamos visto levantarse desde la distancia y alcanzamos un punto desde el cual podemos ver el incendio, entonces, no solo nuestro razonamiento nos permite deducir que debe haber un fuego, sino que ahora nuestra capacidad de observación nos permite corroborar que el fuego existe.

Sin embargo, el Corán va un paso más allá de esto. Y aquí es donde las cosas empiezan a ponerse realmente interesantes.

En el ejemplo anterior del fuego, muchos podrían llegar a la conclusión de que, tras ver el fuego, podemos afirmar que el fuego existe sin ninguna duda. Pero, en realidad todavía es posible que estemos equivocados. El fuego podría ser una ilusión óptica o un holograma, o cualquier otro mecanismo que engañe a nuestros ojos.

El Corán menciona un tercer nivel de convicción denominado la ‘certidumbre perfecta’. En el ejemplo del fuego, esto tendría lugar cuando el hombre se haya acerca tanto al incendio que sea capaz de sentir el calor; un atributo distintivo del fuego. Ahora no solamente observa el fuego, sino que también puede recibir su calor y vislumbrar en la oscuridad con su luz. Este es el nivel último y más elevado de certidumbre que el hombre puede alcanzar.

Este nivel de convicción es el que permite a una persona decir con absoluta certeza que el fuego existe.

Estos conceptos son igualmente aplicables en el campo de la investigación científica. Para que una investigación sea de utilidad, no es suficiente desarrollar una teoría basada únicamente en el razonamiento. Es necesario demostrarla a través de experimentos y mediciones.

Sin embargo, las mediciones solo nos permiten llegar al segundo nivel de certidumbre. Si nosotros mismos no somos capaces de experimentar aquello que estamos investigando, jamás podremos afirmar con absoluta certeza que las conclusiones de nuestra investigación sean irrefutables.

Por ejemplo, los agujeros negros fueron formulados teóricamente a principios del siglo XX, pero no eran más que una curiosidad matemática hasta que, a mediados del siglo XX, gracias al trabajo de Einstein, se encontraron formas de medirlos. Pero, lógicamente, nadie ha sido capaz de ver o experimentar personalmente la presencia de un agujero negro.

En relación al tema de esta serie, es decir, la existencia de Dios, el razonamiento solo nos permite afirmar si “debe/no debe existir Dios” puesto que, como hemos visto, sin otro tipo de ayuda, estamos en el nivel más bajo de certidumbre (la certidumbre por inferencia).

Con lo cual, como podemos ver, ningún debate filosófico ni argumento científico sobre este tema que se base únicamente en el razonamiento servirá para confirmar o negar la existencia de Dios de manera irrefutable. Además, la observación y estudio del universo tampoco será un medio para obtener un argumento indiscutible.

Con lo cual, ante esta tesitura, ¿qué podemos hacer?

Los aliados de la razón

Me gustaría señalar que la razón por la cual el ateísmo está aumentando en el mundo es que el estudio del universo no proporciona un testimonio infalible de la existencia de Dios; es decir, no prueba que el Creador realmente exista, sino que, como mucho podemos demostrar que “debe existir”. Por lo tanto, la evidencia sobre la existencia del Creador del universo, basada solo en la razón, se vuelve ambigua a los ojos de un ateo.

Al fracasar en obtener una certeza perfecta a través del estudio del universo, debemos elegir una de dos posibilidades: o que Dios nunca tuvo la intención de otorgarnos un conocimiento perfecto de Su existencia, o que debe haber provisto algún otro medio para llegar a él. Para cualquier creyente, la primera proposición es, sin embargo, obviamente falsa y ninguna persona razonable puede dudar de su falsedad. Así que la pregunta es, ¿cuál es ese otro medio?

Si nos fijamos en la naturaleza, nos daremos cuenta de que todo está formado en pares. La ley del universo es tal que, mientras algo permanezca separado de su par, su potencial permanecerá oculto y, con mucha frecuencia, incluso resultará perjudicial en lugar de producir beneficios. Me explico:

A nuestro alrededor, vemos que todo funciona en pares; vemos con nuestros ojos, pero también necesitamos el sol; escuchamos con nuestros oídos, pero también necesitamos un medio como el aire. Cuando se pone el sol o se va la luz, estamos prácticamente ciegos; cuando cerramos nuestros oídos al aire, nos quedamos sordos. ¿Cómo puede concebir una mujer sin tener relaciones con su esposo? ¿Cómo puede un jardín que no es tocado por el agua dar fruto? Todos damos esto por sentado.

La certeza perfecta, mediante la cual pasamos del nivel de “debería ser” al de “lo es”, solo se logra cuando la razón encuentra un aliado que es capaz de confirmar su razonamiento especulativo de manera que cuando la razón dice, “debería ser”, este aliado puede confirmar, “lo es”.

La razón puede tener diferentes aliados en distintos momentos, pero no son más de tres en general. Para ilustrar: si lo que queremos estudiar está relacionado con objetos perceptibles que se pueden ver, oír, oler o tocar, el aliado que ayuda a nuestra razón a elevar su nivel de certeza se llama observación o experiencia.

Si está relacionado con eventos que suceden o han sucedido en varias épocas y lugares, la razón encuentra otro aliado en forma de libros históricos, escritos, cartas y otros registros que, al igual que la observación, aportan claridad a la razón, eliminando todas sus dudas.

Si está relacionado con fenómenos metafísicos, que no podemos ver con nuestros ojos, oír con nuestros oídos, tocar con nuestras manos o sustanciar a través de registros históricos, entonces un tercer aliado viene en ayuda de la razón. Esto es lo que se conoce como revelación divina.

Razón y revelación

La revelación es una forma de comunicación que podemos recibir del Creador. Este es el medio que, junto con la razón, Dios ha provisto para que podamos obtener la certidumbre perfecta acerca de Su existencia.

La revelación puede ser de distintas formas. En el vídeo anterior -que te recomiendo que veas si no lo has hecho- hablamos sobre la oración. Este es un medio para obtener revelaciones a nivel individual. Pero hoy os voy a hablar de otro tipo de revelación.

Para encontrar respuesta a la pregunta sobre la existencia de Dios, el razonamiento requiere un aliado que sea perfecto, incomparable, que sea un testigo de su origen divino sin dejar ninguna duda y sacie nuestra sed, al igual que solo se disiparán nuestras dudas acerca de un posible espejismo de un oasis en medio del desierto cuando bebamos el agua y sintamos su frescor.

Todas estas cualidades solo se pueden encontrar en un libro revelado que no tenga equivalente en este mundo. Nada más puede combinar todas estas cualidades, y este es el único apoyo que la razón puede encontrar para alcanzar el nivel de certidumbre perfecta en relación a la existencia de Dios.

Conclusión

Fijaos en que a lo largo de la historia han existido individuos, conocidos como profetas, que nos ha proporcionado con libros revelados. Todas las revelaciones divinas estaban destinadas a otorgar al hombre un nivel de certeza perfecta sobre la existencia de Dios, y así es como millones de personas han reconocido la existencia de Dios, a pesar de que haya gente sin escrúpulos que carece de entendimiento y que las interpreta a su manera con el único fin de satisfacer sus propios fines. Estos son los que acaban dando una mala imagen a la religión.

Por lo tanto, para convencer a un ateo sobre la existencia de Dios, el mejor remedio lo proporciona un libro que sea incomparable y no la mera observación de la tierra y de los cielos.

Nadie, ni siquiera un ateo, puede sugerir que una palabra inigualable no tenga autor y que haya existido por sí misma (como se alega en relación a la creación del universo). Un ateo solo podrá argumentar que el libro no es auténtico mientras niegue que sea incomparable. Tan pronto como admita que, de hecho, escribir un libro así está más allá de la capacidad humana, en su corazón germinará una semilla de creencia en la existencia de Dios. Y esto es porque, en este contexto, no es posible concebir que la existencia del autor es hipotética y no real, ya que una palabra no puede existir por sí sola sin un autor.

Este es el desafío que presenta, por ejemplo, el Corán. Cualquiera que estudie el Corán encontrará que, de principio a fin, proporciona dos tipos de testimonios: el testimonio de la razón y el testimonio de la revelación.

Es un libro que declara ser perfecto y asegura proporcionar al buscador de la verdad evidencias racionales de sus enseñanzas tan profundas que no se pueden encontrar en ninguna obra de filosofía. Queda en vuestras manos la decisión de investigarlo. Os dejaré un link en la descripción de abajo para aquellos que estén interesados.

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