Califas guiados – Hazrat Umar (ra)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

Califas guiados – Hazrat Umar (ra)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

Sermón del viernes, 24-09-21.

 Pronunciado en la Mezquita Mubarak de Islamabad (Tilford, Surrey), Reino Unido.

Después de recitar el Tashahud, el Taawuz y el Sura Al-Fatiha,

Hazrat Jalifatul Masih V (aba) dijo lo siguiente:

Se han estado mencionando relatos de la época de Hazrat Umar (ra).

Con respecto a esto, hoy mencionaré la Conquista de Jerusalén, que tuvo lugar en el año 15 dH. Después de que las fuerzas bajo el liderazgo de Hazrat Amar bin Aas (ra) sitiaron Jerusalén, Hazrat Abu Ubaidah (ra) se unió a ellas con su ejército. Cansados ​​por el asedio, los cristianos propusieron un tratado de paz, pero con la condición de que el mismo Hazrat Umar (ra) viniera y aceptara los términos. Hazrat Abu Ubaidah (ra) informó a Hazrat Umar (ra) sobre el asunto y este consultó a los Compañeros, Hazrat Ali (ra) sugirió que el propio Hazrat Umar (ra) debería ir y Hazrat Ibn Al-Jattab (ra) aprobó esta sugerencia, y nombró a Hazrat Ali (ra) como el Amir (líder) de Medina. En otra narración, se dice que Hazrat Uzman (ra) fue nombrado Amir de Medina.

Sea como fuere, tras esto Hazrat Umar (ra) partió hacia Jerusalén, pero este viaje no fue una expedición cualquiera. El propósito del mismo era dejar impresionados los corazones de los enemigos con la belleza del Islam y establecer su grandeza. Sin embargo, cuando Hazrat Umar (ra) partió, a diferencia de los reyes mundanos, no hubo un séquito extravagante que le acompañara, ni golpes de tambores; y la situación era tal que ni siquiera llevaban una simple tienda de campaña. Por su parte, Hazrat Umar (ra) iba montando a caballo, acompañado por algunos Compañeros (ra) “Muhayirin” y “Ansar”. En otra narración se dice que Hazrat Umar (ra) viajaba en camello y solo estaba acompañado por un sirviente que llevaba granos tostados y un cuenco de madera. A pesar de estas condiciones, la tierra temblaba ante la noticia de que Hazrat Umar (ra) viajaba de Medina a Jerusalén. (Este es un breve relato del viaje y no hay muchos detalles al respecto).

“Iliya” era el nombre antiguo donde se encuentra Jerusalén. Los detalles de quién sitió Jerusalén se mencionan en Tabari, incluyendo quién pidió a Hazrat Umar (ra) que fuera allí; es decir, en Tabari se menciona que Hazrat Amar bin Aas (ra) le escribió a Hazrat Umar (ra) solicitando refuerzos. Hazrat Amar bin Aas (ra) envió una carta a Hazrat Umar (ra) y le explicó que estaba librando batallas intensas y feroces, y que habían muchas ciudades con las que aún debía enfrentarse, por lo que esperaba más instrucciones. Al recibir esta carta de Hazrat Amar bin Aas (ra), Hazrat Umar (ra) entendió que esta carta debía haber sido escrita después de una cuidadosa consideración. Después de esto, Hazrat Umar (ra) anunció a la gente su partida y emprendió viaje. Tabari también menciona que el motivo real de que Hazrat Umar (ra) se desplazara a Siria fue que, cuando Hazrat Abu Ubaidah (ra) llegó a Jerusalén, la gente pidió un tratado de paz con las mismas condiciones que se establecieron en las ciudades de Siria. Además deseaban que Hazrat Umar (ra) representara a los musulmanes como su líder a la hora de establecer ese pacto de paz. Cuando Hazrat Abu Ubaidah (ra) le escribió a Hazrat Umar (ra) sobre esto en una carta, este partió de Medina, aunque algunos historiadores no están de acuerdo con esta narración sobre Hazrat Abu Ubaidah (ra).

Muhammad Hussain Haikal escribe al respecto:

“Es imperativo que consideremos esta narración documentada por Tabari, Ibn Azir e Ibn Kazir, que menciona que Hazrat Jalid bin Walid (ra) y Hazrat Abu Ubaidah bin Yarrah (ra), ya sea individualmente o en cooperación, sitiaron Jerusalén, como no verdadera. Tabari narra que la razón por la que Hazrat Umar (ra) viajó a Siria fue porque, cuando Hazrat Abu Ubaidah (ra) asedió Jerusalén, la gente pidió un tratado de paz con las mismas condiciones que se establecieron en otras regiones de Siria. Sin embargo, agregaron la condición de que Hazrat Umar (ra) debería estar presente para la finalización del acuerdo de paz. En consecuencia, Hazrat Abu Ubaidah (ra) envió un mensaje informando de esto al Jalifa y Hazrat Umar (ra) partió de Medina”.

Haikal sigue escribiendo:

“Creo que estos relatos son falsos, o sea, que Hazrat Abu Ubaidah (ra) y Hazrat Jalid bin Walid (ra) estuvieran presentes en el sitiado de Jerusalén, ya que estaban ocupados con conquistas en Homs (Emessa), Halab (Aleppo), Antakiyah (Antioquía / Antakya) y otras áreas circundantes; mientras que Heraclius estaba reuniendo sus soldados en Ruha (Edessa), con la esperanza de expulsar a los musulmanes a la fuerza. Todos estos eventos tuvieron lugar en el año 15 dH. o 636 dC., junto con el asedio de Jerusalén”.

Escribe además:

“En mi opinión, la verdad es que el cercado de Jerusalén duró muchos meses y aconteció durante el mismo año en que estos dos comandantes se adentraron aún más en Siria, hasta el punto que esto obligó a Heraclius a refugiarse en su capital. En estas circunstancias, en las que estos dos estuvieron ocupados, no tiene sentido decir que uno de ellos o ambos sitiaron Jerusalén. Por eso esta narración debe ser inaceptable. La única otra narración que tenemos es que Hazrat Amar bin Aas (ra) sitió Jerusalén y que duró mucho tiempo”.

Tabari también ha mencionado esto, ya que el pueblo de Jerusalén se opuso de forma muy feroz e intensa a los musulmanes. Esta es la narración correcta según Haikal, porque es consistente con dicha resistencia. En otras palabras, la batalla que estaba teniendo lugar revela que era la misma resistencia mostrada hacia otros que atacaron Jerusalén a lo largo de la historia.

Muhammad Hussain Haikal detalla además:

“Sería asombroso que Hazrat Umar (ra) partiera con un ejército solo para finalizar el tratado de paz y para la promulgación del acuerdo. De manera similar, parece increíble que el pueblo de Jerusalén solicitara la presencia de Hazrat Umar (ra) para la finalización del tratado de paz, sabiendo bien que si una caravana viajaba hasta ellos desde Medina de manera continua, le tomaría tres semanas completas. Por esta razón, a la luz del largo asedio y las cartas de Hazrat Amar bin Aas (ra) que detallaban la fuerza del enemigo y solicitaban refuerzos, la paciencia de Hazrat Umar (ra) comenzó a agotarse. Así pues, Hazrat Umar (ra) acompañó a los refuerzos que instalaron su campamento en Yabiya, ubicado entre el desierto sirio y Jordania. Durante este tiempo, Hazrat Abu Ubaidah (ra) y Hazrat Jalid bin Walid (ra) habían concluido su conquista de Siria, por lo que Hazrat Umar (ra) envió una orden para que ambos se reunieran en Yabiya, a fin de que él pudiera deliberar con ellos y con los otros comandantes del ejército sobre el mejor plan de acción para el éxito de la conquista de Jerusalén”.

Por su parte, Atraboon y Sophroneyus recibieron noticias de la llegada de Hazrat Umar (ra). Aquí hay una discrepancia respecto a los nombres, ya que en los libros árabes el nombre registrado es “Artabun”, pero según Haikal eso es incorrecto y el nombre es “Atrabun”, según su propia investigación. El nombre “Sophroneyus” en los libros árabes es “Sophronius”. Pues bien, se le informó de lo que estaba sucediendo en Siria por parte de Hazrat Abu Ubaidah (ra) y Hazrat Jalid bin Walid (ra), y así lo entendió. En cualquier caso, dice que Hazrat Umar (ra) buscó encontrar una salida y proponer una estrategia, por lo que reunió a la gente para esto. Así pues, Hazrat Abu Ubaidah (ra) y Hazrat Jalid bin Walid (ra) le informaron de lo que estaba sucediendo en Siria; es decir, estos dos jefes del enemigo entendieron que la resistencia de Jerusalén no duraría mucho más; en otras palabras, que cada vez era más difícil que los combates perduraran. En consecuencia, Atrabun se llevó a parte del ejército con él y entró en Egipto de forma encubierta. Luego, un sacerdote anciano, convencido de su propia seguridad, comenzó a discutir un tratado de paz cuando comprendió que el Líder de los Fieles [Hazrat Umar (ra)] había llegado a Yabiya y se estaba quedando allí. Por ello, puso como condición que asistiera personalmente a redactar el tratado de paz. La distancia entre Yabiya y Jerusalén no era tan grande como para que se presentara alguna excusa en respuesta a esta solicitud de Sofroneyus.

Haikal dice que esto es lo que considera correcto y de acuerdo con el contexto histórico en torno a los incidentes relacionados con los ataques a Siria y Palestina. Por eso, en relación con la consulta de Hazrat Umar (ra) después de recibir estas cartas, ha escrito que Hazrat Umar (ra) reunió a todos los compañeros venerados tras haber recibido las cartas e hizo una consulta. Hazrat Uzman (ra) sugirió que ya que los cristianos estaban aterrorizados y desesperanzados, debía rechazar su solicitud. De esta manera serían humillados aún más y depondrían las armas incondicionalmente, sabiendo que los musulmanes los veían como insignificantes. No obstante, Hazrat Ali (ra) desaconsejó esto y en su lugar sugirió a Hazrat Umar (ra) que fuera a Ilya, y dijo que los musulmanes habían soportado dificultades extraordinarias por luchar en el frío y su estancia prolongada. Por consiguiente, si iba, habría seguridad, prosperidad y una mejora para él y los musulmanes; pero si los desanimaba negociando otro tratado de paz, eso no augurará nada bueno para el Jalifa. El enemigo permanecería en sus fortalezas y llegarían refuerzos de su tierra y del emperador bizantino, sobre todo teniendo en cuenta que consideraban a Jerusalén un lugar muy importante y de peregrinación. Al final, Hazrat Umar (ra) observó con satisfacción la sugerencia de Hazrat Ali (ra) y la aceptó.

Hazrat Abbas bin Abdil Muttalib (ra) se encontraba entre los “Muhayirin” y “Ansar” que acompañaron a Hazrat Umar (ra) en este viaje. Existe una narración de Abu Said Maqburi relacionada con este viaje donde se relata que, después de realizar la oración de la mañana, Hazrat Umar (ra) se reunió con sus compañeros y dirigiéndose a ellos dijo:

“Todas las alabanzas pertenecen a Dios, que nos ha honrado con el Islam y la fe; que nos ha concedido el honor a través de la aceptación de Muhammad (sa), a través del cual se nos otorgó la guía para salir de nuestra desorientación; Quien nos ha unido como uno solo, en lugar de dejarnos dispersos en grupos; Quien ha concedido amor en nuestros corazones; Quien nos ha brindado Su apoyo contra el enemigo; Quien nos ha establecido en diferentes ciudades; y por medio del Santo Profeta (sa) nos ha hecho afectuosos los unos con los otros, y nos ha hecho como hermanos. Así pues, alabad a Dios Altísimo por estas bondades; buscad aún más Su ayuda; buscad además la capacidad de agradecer a Dios estas bendiciones; rezad para que Al’lah complete estos favores que se os han concedido, porque Dios desea que uno se vuelva a Él a fin de que culmine Sus favores sobre aquellos que son agradecidos”.

Desde el comienzo de este viaje hasta su regreso, Hazrat Umar (ra) continuó diciendo esto cada mañana y no cesó en hacerlo; o sea, continuó dando el mismo mensaje cada día. Finalmente, los comandantes del ejército musulmán fueron informados de que debían reunirse en Yabiya y en cumplimiento de este anuncio, Yazid bin Abi Sufyan y Jalid bin Walid (ra), etc. se reunieron con ellos. Al haber permanecido en Siria tanto tiempo, estos jefes habían perdido su sencillez. Por ello, al presentarse ante Hazrat Umar (ra) vistiendo hermosas sedas y brocados, prendas ceremoniosas y ropas de lujo, por su aspecto exterior, no parecían árabes. Ante esto, Hazrat Umar (ra) se puso furioso, se apeó de su caballo, cogió un poco de arena y la tiró hacia ellos, preguntando por qué habían adoptado tan rápidamente las costumbres no-árabes. Ellos respondieron que debajo de los vestidos estaban sus armas, es decir, que nunca abandonaron el arte de luchar. Hazrat Umar (ra) dijo entonces: “Si esto es cierto, entonces está bien que os lo pongáis para mostrarlo ante ellos, pero por dentro todavía seguís siendo árabes”.

Se menciona en una narración que Yazid bin Abi Sufyan exclamó:

“¡Oh Líder de los Fieles! Ahora tenemos muchas prendas de vestir y animales para montar, la vida es muy buena, los bienes son muy baratos y el estado de los musulmanes es tal que usted se sentiría complacido con ello. Si se pusiera estas ropas blancas, montara estos buenos animales y diera de comer a los musulmanes del abundante grano y trigo, sería un medio de aumentar su reputación, un medio de adornar su cumplimiento de las responsabilidades de Estado y una forma de aumentar su grandeza a los ojos de los no-árabes”.

Ante esto, Hazrat Umar (ra) respondió:

“¡Oh Yazid, no! ¡Por Dios! Nunca abandonaré esta apariencia en la que dejé a mis dos Compañeros, es decir, permaneceré en el mismo estado en el que dejé al Santo Profeta (sa) y a Hazrat Abu Bakar (ra), y no adoptaré esos adornos, ni galas por causa de la gente, pues temo que al hacerlo pueda hacerme pecador a los ojos de mi Señor y no deseo que mi estado ante la gente sea de grandeza sino de bajeza ante Dios Altísimo”.

Por lo tanto, Hazrat Umar (ra) permaneció en este estado en el que el Santo Profeta (sa) y Hazrat Abu Bakar (ra) vivieron su vida, hasta que se fue de este mundo.

Sobre el modo en que se pactó y dónde se celebró el tratado de paz entre los musulmanes y los cristianos, según la gente de Ilya, muchos historiadores han escrito que el pacto entre los musulmanes y los cristianos se hizo en Yabiya. Está escrito que durante la estancia en Yabiya, Hazrat Umar (ra) se sentó en las filas del ejército, cuando de repente vieron venir a toda prisa a unos jinetes a caballo con sus brillantes espadas. Los musulmanes tomaron inmediatamente sus armas y Hazrat Umar (ra) preguntó qué ocurría. La gente señaló a los jinetes, pero respecto a esto respondió: “No os preocupéis porque esta gente ha venido a buscar la paz”. Era gente de Ilya con el que se había acordado un tratado de paz.

En otra narración, Alamah Balazuri y Muhammad Hussain Haikal han escrito que el tratado de paz se hizo en Ilya y no en Yabiya. De hecho, en su libro, Muhammad Husain Haikal también ha escrito en otra ocasión que el tratado se acordó en Yabiya.

En cuanto a la redacción del pacto entre los musulmanes y el pueblo de Ilya, en “Tarij Tabari” (“Historia de Tabari”) se ha registrado lo siguiente:

“En el nombre de Dios, el Clementísimo, el Misericordiosísimo.

Esta es la garantía de seguridad que el siervo de Dios, Umar, el Líder de los Fieles, ha concedido al pueblo de Ilya (Jerusalén). Se les concede una garantía de seguridad para sus riquezas, sus iglesias, sus cruces, los habitantes enfermos y sanos de la ciudad, y para toda su nación. Nadie de los musulmanes residirá en sus iglesias, ni en sus casas y estas no serán destruidas; tampoco se reducirán los bordes de sus casas, ni de las iglesias, ni se destruirán sus cruces, ni sus riquezas. No habrá compulsión en cuestiones de religión y no se les dará ningún problema. Nadie de entre los judíos vivirá con ellos en Ilya y a los habitantes de Ilya les corresponde pagar el ‘yizia’ (impuesto), igual que hacen los habitantes de las otras ciudades. Deben expulsar de Ilya a los bizantinos y a los que instigan el desorden. La vida y las riquezas de los que sean expulsados de allí serán protegidas hasta que lleguen a su lugar de seguridad. Se concederá protección al que desee permanecer en Ilya y tendrá que pagar el ‘yizia’ al igual que los demás habitantes de Ilya. De entre la gente de Ilya que desee ir a los bizantinos y dejar atrás sus lugares de culto y cruces, sus vidas, lugares de culto y cruces permanecerán protegidos. (Incluso si los dejaban atrás, no se les haría ningún daño hasta que llegaran a su lugar de seguridad).

Antes de la Batalla en Ilya, aquellos que se encontraban entre los agricultores y que ahora desean permanecer asentados en sus tierras, también necesitan pagar el ‘yizia’ como lo hace la gente de Ilya. Sin embargo, aquellos que desean irse con los bizantinos pueden hacerlo y quienquiera regresar a sus hogares puede hacerlo y no se les quitará el ‘yizia’ hasta que no hayan recogido la cosecha de sus cultivos. Las condiciones establecidas en esta carta están bajo el pacto de Dios y son responsabilidad de Su Profeta (sa), de los Jalifas y de los fieles hasta que paguen el ‘yizia’.

 Hazrat Jalid bin Walid, Hazrat Amar bin Aas, Hazrat Abdur Rahman bin Auf, Hazrat Muawia bin Abi Sufyan (ra) testificaron este tratado. En el “Tarij Ibn Jaldun” (“Historia de Ibn Jaldun) está escrito:

“A la luz de este tratado, es evidente lo siguiente:

  1. Los musulmanes no difundieron su religión mediante el uso de la espada.
  2. Durante su gobierno, la gente disfrutó mucho de la libertad de practicar su religión.
  3. Los no-musulmanes no fueron obligados a pagar el ‘yizia’, sino que eligieron quedarse en la tierra y pagarlo, y en ambos casos se les brindó protección”.

Cuando las noticias de este tratado llegaron a la gente de Ramala, allí estaban ansiosos por establecer un pacto similar con Hazrat Umar (ra). Lo mismo ocurría con el resto de los pueblos que habitaban Palestina. Por ejemplo, la gente de Lud recibió una carta de Hazrat Umar (ra) y aquellas ciudades que más tarde aceptaron el gobierno de los musulmanes. En esta carta, Hazrat Umar (ra) concedió protección a la propia gente de Lud, a su riqueza, sus iglesias, sus cruces, tanto para los enfermos como para los que estaban sanos y para la gente de todas las demás creencias, con la condición de que pagaran el “yizia”, así como se hizo con los ciudadanos de Siria; además, no habría ninguna compulsión en asuntos de su fe, ni tampoco se les causaría ningún problema por sus diferencias religiosas.  Después de ocuparse de estos asuntos, Hazrat Umar (ra) nombró a dos gobernadores para Palestina y dividió la tierra en dos. Alqamah bin Hakim fue designado para gobernar Ramala y Alqamah bin Mujazziz para gobernar Ilya.

Luego Hazrat Umar (ra) llegó a “Baitul Maqdis” (“La Casa Sagrada”). Sobre este asunto está escrito que tras conceder protección a la gente de Ilya, Hazrat Umar (ra) posicionó el ejército allí y luego viajó desde Yabia a Baitul Maqdis. Está escrito que cuando Hazrat Umar (ra) montó en su caballo, se dio cuenta de que el animal cojeaba debido a una herida en uno de sus cascos  y un caballo de raza turca fue llevado ante Hazrat Umar (ra), aunque cuando se montó en él, empezó a hacer moverse de un lado para otro, por lo que se bajó. Unos días más tarde, Hazrat Umar (ra) reclamó su caballo original, que no había usado porque estaba siendo tratado. Hazrat Umar (ra) se montó en él y viajó hasta Baitul Maqdis. Cuando llegaron cerca de la “Casa Sagrada”, Hazrat Abu Ubaidah (ra) y algunos otros jefes del ejército salieron a recibirlo. Hazrat Umar (ra) llevaba un atuendo extremadamente sencillo y modesto. Pensando en lo que podrían decir los cristianos al verlo así, le regalaron una prenda cara. No obstante, Hazrat Umar (ra) declaró: “El honor que Dios Altísimo me ha conferido es el del Islam y eso es suficiente para mí”.

Luego, los propios sacerdotes cristianos entregaron las llaves de las puertas de la ciudad a Hazrat Umar (ra), quien primero fue a Mezquita Aqsa y después a la iglesia de los cristianos, y comenzó a observarla y recorrerla. Cuando llegó el momento de la oración, los cristianos permitieron que Hazrat Umar (ra) ofreciera sus oraciones en la iglesia. Sin embargo, Hazrat Umar (ra) salió de allí y ofreció su oración fuera, para que la gente que viniera más tarde no tomara esto como una justificación para anexionarse las iglesias cristianas.

Durante la estancia de Hazrat Umar (ra) en Jerusalén, los oficiales del ejército musulmán lo invitaban a comer. Preparaban las comidas y luego solicitaban a Hazrat Umar (ra) que fuera a su tienda de campaña, y este los honró aceptando gentilmente su solicitud. En este contexto, Hazrat Abu Ubaidah (ra) no invitó a Hazrat Umar (ra) a comer y este le dijo: “Entre los oficiales del ejército, todos, excepto tú, me han invitado a comer”. Ante esto, Hazrat Abu Ubaidah (ra) contestó: “¡Oh Líder de los Fieles! Temía que si te invitara, no serías capaz de controlar tus ojos”; es decir, que las emociones le se apoderarían de él. Hazrat Umar (ra) luego fue a su tienda y vio que estaba completamente vacía a excepción de la silla de su caballo, que usaba como estera para dormir y utilizaba la capa suave que se encuentra sobre la silla como almohada; o sea, la capa blanda de la silla de montar la utilizaba como almohada y la propia silla de montar como colchoneta para dormir. Aparte, había un trozo de pan seco en un rincón de la tienda. Hazrat Abu Ubaidah (ra) tomó el pan y lo colocó en el suelo frente a Hazrat Umar (ra). A continuación compró una olla de barro que contenía un poco de agua. Al observar esto, Hazrat Umar (ra) comenzó a llorar y luego abrazó con fuerza a Hazrat Abu Ubaidah (ra) y dijo: “Tú eres mi hermano. Entre mis compañeros no hay nadie que no haya tomado parte de algo de este mundo, ni el mundo haya tomado algo de él excepto tú”. Al escuchar esto, Hazrat Abu Ubaidah (ra) comentó: “¿No te dije antes que no podrás controlar tus ojos?”.

A continuación, Hazrat Umar (ra) salió y se paró entre la gente, y después de ofrecer alabanzas a Dios Altísimo de las que es digno y de invocar bendiciones sobre el Santo Profeta (sa), declaró:

“¡Oh seguidores del Islam! En verdad, Dios ha cumplido Su promesa que hizo con vosotros y os ha concedido Su apoyo contra el enemigo. Él os ha concedido estas tierras y os ha establecido firmemente en ellas. Por lo tanto, debéis expresar gratitud a vuestro Señor por estas recompensas. Debéis absteneros de todas aquellas acciones que vayan en contra de los mandamientos de Dios, porque eso es ingratitud hacia Al’lah. Hay muchas personas a las que se les concedieron las bondades de Dios luego se volvieron ingratas y, al no arrepentirse, se les quitó todo honor”.

En otras palabras, si uno no se arrepiente después de haberse vuelto ingrato, entonces se le quita el honor; además se les arrebatan las recompensas y el enemigo los vence. En esta situación, dado que muchos de los jefes y oficiales del ejército se habían reunido en Ilya, Hazrat Umar (ra) permaneció allí durante unos días y dio instrucciones importantes.

Un día, Hazrat Bilal (ra) se quejó: “¡Oh Líder de los Fieles! Nuestros oficiales que tienen un cargo comen carne de ave y pan blanco, mientras que la población musulmana en general come solo comida normal”. Hazrat Umar (ra) preguntó a los oficiales y ellos respondieron: “Aquí todo es muy barato. Por el precio que pagamos por el pan integral y los dátiles en Hijaz, podemos adquirir aquí carne de ave y pan blanco”. Hazrat Umar (ra) no obligó a los oficiales a abstenerse de esta comida, pero sí emitió una instrucción de que además de su parte del botín de guerra y los salarios, también debían proporcionar la comida para cada soldado.

Otro detalle de esto se menciona en otra fuente de la siguiente manera y en la que Hazrat Yazid bin Abi Sufian (ra) declaró:

“El precio de mercado aquí es bastante barato y por el mismo coste que en otros lugares podemos comprar provisiones que nos duran un mes. Los alimentos mencionados por Bilal se pueden adquirir fácilmente aquí”. Hazrat Umar Al-Faruq (ra) declaró: “Si ese es el caso, entonces come hasta hartarte. Sin embargo, no me iré de aquí hasta que me presentes una lista de productos básicos y sus precios. Prepararé un presupuesto para los musulmanes que se enfrentan a circunstancias difíciles, tanto si viven en ciudades como pueblos. Posteriormente, de acuerdo con este presupuesto, cualquier necesidad que tengan los musulmanes se podrá pagar con el mismo y cada hogar será provisto de trigo, cebada, miel, aceitunas, etc.”.

 Hazrat Umar (ra) luego se dirigió a los musulmanes, que se enfrentaban a circunstancias difíciles y no estaban bien, diciendo: “Vuestros líderes continuarán proporcionándoos productos de esta lista que he preparado para vosotros y esto se sumará a lo que ya os envíe del ‘Bait-ul-Maal’ (Tesorería). Pero si alguno de vuestros líderes no os proporciona estas provisiones, debéis informarme y quitaré a esa persona de su puesto”.

 Una vez, mientras permanecía en Ilya, llegó el momento de la oración y la gente insistió en que Hazrat Umar (ra) instruyera a Hazrat Bilal (ra) para que hiciera la llamara al azán (llamada a la oración). Entonces, Hazrat Bilal (ra) declaró que había prometido no volver a realizar el azán tras la desaparición del Santo Profeta (sa), aunque en ese caso cumpliría las instrucciones de Hazrat Umar (ra). Posteriormente, siguiendo las instrucciones de su Jalifa (ra), cuando Hazrat Bilal (ra) pronunció el azán, todos los Compañeros (ra) que estaban presentes recordaron la era del Santo Profeta (sa) y se emocionaron tanto que empezaron a llorar profusamente. Por su parte, Hazrat Umar (ra) se emocionó tantísimo que comenzó a tener hipo y el impacto de este incidente se le afectó durante mucho tiempo.

A su regreso de “Bait-ul Maqdis”, Hazrat Umar (ra) recorrió toda esa zona y evaluó las condiciones en las fronteras e hizo los arreglos de seguridad para garantizar la protección de la tierra. El propósito de Hazrat Umar (ra) viajando a “Bait-ul Maqdis” se había cumplido y regresó a Medina a través de la misma ruta por donde había venido. Al llegar a Yabiya, Hazrat Umar (ra) permaneció allí durante unos días y luego partió de allí en su caballo. Hazrat Ali (ra) y los demás musulmanes ya habían sido informados del trabajo que había realizado Hazrat Umar (ra) en Palestina y por ello le dieron una gran bienvenida a las afueras de Medina. Finalmente, Hazrat Umar (ra) entró en la “Mezquita Nabawi” y ofreció dos “rakats” (prosternaciones) de oración cerca del púlpito. Después se quedó allí y la gente se reunió a su alrededor. Hazrat Umar (ra) se puso de pie en el púlpito y tras alabar a Dios Altísimo e invocar bendiciones sobre el Santo Profeta (sa) dijo:

“¡Oh gente! De hecho, Al’lah ha otorgado Sus bendiciones sobre esta ‘Umma’ (la Nación Musulmana a nivel global), para que la gente pueda ofrecer alabanzas y expresarle su gratitud hacia Dios. Al’lah ha honrado el mensaje de esta ‘Umma’ y ha unido a la gente, les ha dado la victoria y les ha ayudado contra el enemigo; además les ha otorgado honor, los ha estableció firmemente y les ha concedido las tierras de labranza, propiedades y las riquezas de los idólatras. Por lo tanto, continuad expresando gratitud a Dios Altísimo y Él os otorgará muchas cosas a cambio. Alabad a Al’lah por las bondades con las que os ha bendecido y continuará otorgándoos las mismas una y otra vez. ¡Que Dios nos permita a todos estar entre aquellos que le están agradecidos!”.

Después de esto Hazrat Umar (ra) bajó del púlpito.

Respecto a este incidente, Hazrat Jalifatul Masih I, Hakim Nur-ud Din (ra) ha declarado:

“Durante el asedio de Jerusalén, los sacerdotes declararon que solo permitirán la entrada a los musulmanes si llegaba su Jalifa. Hazrat Umar (ra) partió de una manera sencilla y modesta en la que se turnaba con su sirviente para sentarse en el camello. Hazrat Abu Ubaidah (ra) le dijo: ‘Deberías cambiarte de ropa y montar en este caballo’. Hazrat Umar (ra) aceptó esta solicitud suya, pero poco después pidió la misma ropa y el camello en el que había llegado. Cuando entró, Tabrik y otros se sintieron intimidados por su presencia y le entregaron las llaves. Dijeron que no podían desafiar a tal comandante”.

Esta es la manera en que Hazrat Jalifatul Masih I (ra) mencionó este incidente.

Por su parte, con respecto a esto, Hazrat Musleh Maud (ra) afirma:

“En Jerusalén hay una iglesia que es tan sagrada para los cristianos como la Sagrada Kaaba para nosotros. En la época de los primeros musulmanes cuando Jerusalén fue conquistada, los cristianos deseaban que Hazrat Umar (ra) orara dentro del lugar sagrado. No obstante, Hazrat Umar (ra) dijo: ‘Temo que si ofrezco las oraciones en su interior, entonces los musulmanes la tomarán como su propio lugar de culto’; y así Hazrat Umar (ra) ofreció las oraciones fuera”.

En otra ocasión, Hazrat Musleh Maud (ra) escribe:

“Palestina fue conquistada durante la era de Hazrat Umar (ra) y cuando llegó a Jerusalén los sacerdotes salieron a entregarle las llaves de la ciudad y exclamaron: ‘Ahora usted es nuestro soberano, ofrezca oraciones en nuestra iglesia, que es sagrada tanto para usted como para nosotros, para que pueda estar satisfecho de haber ofrecido oraciones en nuestro lugar sagrado’. Hazrat Umar (ra) contestó: ‘No puedo ofrecer oraciones dentro de su lugar de culto ya que soy el Jalifa de los musulmanes. En el futuro los musulmanes se lo arrebatarán, reclamando que es un lugar sagrado que les pertenece. Por tanto, para evitar eso, ofreceré las oraciones fuera, para que no les quiten su iglesia’.”

En el año 17 dC., los bizantinos hicieron un último intento de repeler a las fuerzas islámicas y gracias a él los musulmanes pudieron conquistar toda Siria. Como las conquistas islámicas continuaban y las fronteras del gobierno islámico seguían ganando nuevo territorio, los imperios vecinos se alarmaron, temiendo que un día les tocara a ellos. Por ello, el pueblo de Yazira -que era una zona entre Irak y Siria- perdió la esperanza en Yazdegerd después de que este huyera a Rayy. Por ello, escribieron a Heraclius diciéndole les ayudaría si enviaba un ejército por mar para expulsar a los musulmanes de sus tierras ocupadas. Heraclius reflexionó sobre el asunto y llegó a la conclusión de que no era mala idea enviar tal contingente. Más tarde, los habitantes de Yazira escribieron a Heraclius por segunda vez, por lo que comprendió que no había duda de sus intenciones, ya que  vio que la mayoría de las personas eran árabes cristianos que estaban firmemente arraigados en su fe, hasta el punto de considerar que era mejor morir por esa causa. Ya había pasado más de un año desde que Heraclius hubo dejado las guerras en la tierra de Siria y, por consiguiente ya no tenía el miedo que antes experimentó en su corazón. Además vio que las zonas fronterizas eran lo suficientemente fuertes como para resistir un ataque de los musulmanes. Aparte, su flota naval seguía intacta y sabía que los musulmanes temían el mar y todo lo relacionado con el mismo. Esto dio fuerza a su decisión y accedió a la petición del pueblo de Yazira.

En su carta incitó a las tribus y escribió que la flota había sido preparada, que llegaría a Antioquía desde Alejandría llevando el ejército y los suministros de guerra. Al recibir la carta de Heraclius, las tribus tomaron su ejército de 30.000 personas y marcharon hacia Homs. Hazrat Abu Ubaidah (ra) recibió información sobre todo esto y llamó a Hazrat Jalid bin Walid (ra) de Qinnasrin para pedirle consejo. Ambos comandantes decidieron que, para hacer frente al enemigo, todos los ejércitos musulmanes deberían reunirse en el norte de Siria. Así, todas las tropas de Antioquía, Hama, Alepo y todas las guarniciones cercanas recibieron la orden de reunirse en Homs. Al mismo tiempo, se había extendido por todo el país la noticia de que Heraclius había enviado un ejército a través del mar y que las tribus de Yazira se habían puesto en marcha para atacar Homs. La gente se agolpó y, mirándose unos a otros, comenzaron a preguntarse cómo se podía detener este ataque de Heraclius y sus aliados. Cuando la flota que transportaba el ejército de Heraclius llegó a Antioquía, las puertas de la ciudad se abrieron para ellos. El pueblo se había vuelto contra los musulmanes y comenzó una rebelión en la mayoría de las zonas del norte de Siria. Hazrat Abu Ubaidah (ra) se dio cuenta de que estaba sitiado en Homs, ya que los rebeldes la habían rodeado y vio que el enemigo avanzaba tanto desde el mar como desde el desierto. Entonces, Hazrat Abu Ubaidah (ra) reunió a su gente y dijo: “He enviado una carta al Líder de los Fieles explicando la delicada situación y además solicitando ayuda”. En ese momento les preguntó si deberían salir a luchar contra el enemigo o permanecer dentro de los fuertes a la espera de los refuerzos que llegarían de Medina. Solo Hazrat Jalid bin Walid (ra) era de la opinión de que deberían salir y enfrentarse al enemigo en campo abierto. Todos los demás comandantes del ejército opinaban que deberían permanecer dentro de la fortaleza y pedir refuerzos inmediatamente. Hazrat Abu Ubaidah (ra) aceptó las opiniones de los que decían que había que quedarse en el fuerte y no estuvo de acuerdo con el consejo de Hazrat Jalid bin Walid (ra) de luchar fuera del mismo. Así, las murallas fueron reforzadas y la opinión de sus comandantes fue enviada al Jalifa. Hazrat Umar (ra) nunca permitiría el pensamiento erróneo de que la difícil situación a la que se enfrentaron los ejércitos islámicos en Irak y Siria dificultaría las victorias islámicas que habían visto en el comienzo de su Jalifato; es decir, las condiciones de los primeros días podrían ser afrontadas ahora también. Por esta razón, Hazrat Umar (ra) ordenó que las ciudades de Kufa y Basora fueran habitadas y fue por esta razón que ambas ciudades contenían guarniciones para el ejército musulmán, un lugar donde no residían los no-musulmanes. Aparte de esto, de entre las otras siete ciudades, cada una tenía una unidad de caballería de 4.000, que estaba totalmente equipada y siempre lista para cualquier situación de emergencia.

Así, cuando la carta de Hazrat Abu Ubaidah llegó a Hazrat Umar (ra) y se dio cuenta de que el gran comandante en jefe estaba en grave peligro, ordenó a Hazrat Sad bin Abi Waqqas (ra) lo siguiente: “El día que recibas esta carta, envía a Qaqa bin Amar con refuerzos a Homs ese mismo día. Abu Ubaidah está bajo asedio. Asegúrate de que los refuerzos lleguen allí lo antes posible”. Hazrat Sad (ra) actuó bajo la guía del Líder de los Fieles y ese mismo día envió una unidad de caballería con experiencia de 4.000 jinetes, bajo el mando de Qaqa, desde Kufa a Homs. La situación era tan peligrosa que Qaqa, aun llevando una unidad de caballería de 4.000 hombres, no era suficiente, porque solo el ejército que venía de Yazira a Homs era de 30.000 soldados; y a esto se sumaba el ejército enviado por Heraclius a Antioquía en barcos. Hazrat Umar (ra) sabía que sus soldados estaban luchando en casi todas las ciudades de Siria y si dejaban estos lugares e iban a Homs, toda la administración de Siria se derrumbaría. Por esta razón, tras dar la orden de que Qaqa viajara desde Kufa, Hazrat Umar (ra) emitió varias otras órdenes que mostraron la previsión y la sabiduría de Hazrat Umar (ra). Las tribus que venían de Yazira a Homs dieron ese paso audaz, porque pensaban que sus asentamientos estaban fuera del alcance del ejército islámico. Si estos asentamientos eran atacados, se retirarían y se aliviaría la presión sobre Hazrat Abu Ubaidah (ra) y su ejército.

Por esta razón, en su carta a Hazrat Sad bin Abi Waqqas (ra), Hazrat Umar (ra) escribió:

“Envía un ejército a Raqqah, (una ciudad de Yazira), bajo el mando de Suhail bin Adi. La gente de Yazira fue la que animó a los bizantinos a atacar Homs y antes de esto la gente de Qarqisiyah había hecho lo mismo. El segundo ejército, bajo el mando de Abdul’lah bin Itban, debería atacar Nasibain, pero las personas que residen allí incitaron a la gente de Qarqisiyah. Después de esto, ve a Haran, la capital de Yazira y a Rauha, y elimina al enemigo de allí. El tercer ejército será enviado a las tribus árabes cristianas de Rabiah y Tanuj que residen en Yazira bajo el mando de Walid bin Uqbah. Envía a Iyaz bin Ghanam a esta batalla en Yazira. Si hay una guerra, entonces los otros comandantes deben servir bajo el mando de Iyaz bin Ghanam”.

Así pues, cuando todos estos comandantes partieron, las tribus de Yazira levantaron el asedio de Homs y se marcharon. Esta fue la estrategia de Hazrat Umar (ra), que en lugar de reunir un solo ejército, envió diferentes contingentes a los lugares de dónde provenía el ejército enemigo. Posteriormente, cuando los enemigos se dieran cuenta de que los musulmanes avanzaran hacia sus propias ciudades y asentamientos, levantaron el asedio y regresaron a sus respectivas áreas. Hazrat Umar (ra) no se contentó con esto y comprendió que, a pesar de sufrir muchas derrotas, Heraclius envió un ejército por el mar porque tenía plena convicción en su poder y creía que podría luchar solo contra los musulmanes. La mayor prueba de ello fue que el comandante en jefe de la flota naval de Alejandría era su hijo, Constantino.

Según el plan de Hazrat Umar (ra), Qaqa bin Amar partió con 4.000 jinetes hacia Homs. Suhail bin Adi, Abdul’lah bin Itban, Walid bin Uqbah e Iyaz bin Ghanam partieron hacia las ciudades del norte de Yazira. Hazrat Umar (ra) partió hacia Homs desde Medina y se quedó en Yabia. Entretanto, el pueblo de Yazira apoyó a los bizantinos en el asedio de Homs y se enteraron de la llegada de los ejércitos musulmanes desde Irak, pero no sabían si los mismos atacarían la ciudad de Yazira o si atacarían Homs. Por ello, regresaron a su ciudad para defender a sus hermanos y abandonaron a los bizantinos. Un día, al despertar, Hazrat Abu Ubaidah (ra) se enteró de que las tribus de Yazira habían regresado a su país y ahora solo quedaba el ejército de Heraclius, por lo que llamó a los comandantes de su ejército y les dijo que deseaba salir al campo de batalla contra los bizantinos. Al oír esto, Hazrat Jalid bin Walid (ra) se puso muy contento y dijo que antes de que los bizantinos pudieran reunirse en el contexto de las nuevas circunstancias, deberían atacarlos inmediatamente.

Hazrat Abu Ubaidah (ra) se dirigió apasionadamente a los soldados del ejército y les dijo:

“¡Musulmanes! Quien se mantenga firme hoy y permanezca con vida, recibirá propiedades y riquezas, y si es matado, entonces recibirá las riquezas del martirio. Atestiguo que el Santo Profeta (sa) ha dicho que quien muera y no sea un incrédulo, seguramente entrará en el Paraíso”.

El ejército ya estaba inquieto y listo para atacar, y el discurso de Hazrat Abu Ubaidah (ra) provocó una pasión aún mayor en ellos y todos prepararon inmediatamente sus armas. Hazrat Abu Ubaidah (ra) dirigió su ejército hacia el centro, mientras que Hazrat Jalid bin Walid (ra) dirigió el suyo hacia la derecha y por último Hazrat Abbas (ra) dirigió el suyo hacia la izquierda. Los dos bandos lucharon y en poco tiempo los musulmanes derrotaron a los bizantinos. Posteriormente, cuando Qaqa bin Amar llegó a Homs con el ejército de Kufa, hacía ya tres días que había terminado la batalla. Por otra parte, Hazrat Umar (ra) acababa de llegar a Yabiya de camino a Siria, cuando el mensajero de Hazrat Abu Ubaidah (ra) se encontró con él y le informó de que Dios Altísimo había concedido a los musulmanes la victoria sobre los bizantinos tres días antes de que Qaqa llegara a Homs. También preguntó si Qaqa y su ejército debían recibir una parte del botín o no. Hazrat Umar (ra) se sintió aliviado y, tras recibir esta noticia, no vio la necesidad de continuar su viaje, por lo que desde allí escribió una carta al custodio de la nación, Hazrat Abu Ubaidah (ra), diciendo que la gente de Kufa debía ser incluida en la distribución del botín, porque la sola noticia de su llegada preocupó al enemigo debido a lo cual sufrió la derrota y pidiendo que Dios concediera una buena recompensa a la gente de Kufa por proteger su ciudad y ayudar a la gente de otras ciudades. Luego, partió hacia Medina. Tras esta derrota, el gobernante bizantino se desanimó tanto que nunca volvió a Siria. Cuando los rebeldes se enteraron de que los ejércitos bizantinos habían abordado sus barcos y huido, su rebelión se disipó al mismo tiempo. Esto ocurrió en el año 17 dH. y tres años después, en el 20 Hillri, el año 641 dC., Heraclius falleció.

Estas narraciones continuarán su curso y, si Dios quiere, seguirán en futuros sermones.

En este momento, deseo mencionar a algunos miembros de la Comunidad que han fallecido.

La primera mención es la de Chaudhary Saeed Ahmad Lakhan Sahib, jefe de estación de tren jubilado y que había estado viviendo en Canadá estos días. Falleció a la edad de 86 años:

¡En verdad a Al’lah pertenecemos y hacia Él volveremos!

Era nieto de Chaudhary Sikandar Ali Sahib y de Hazrat Gujar Bibi Sahiba, Compañeros del Mesías Prometido (as). Hazrat Chaudhary Sikandar Ali Sahib (ra) juró lealtad de la mano del Mesías Prometido (as), el 30 de marzo de 1902. De 1904 a 1928, tuvo la oportunidad de enseñar en el instituto Talimul Islam. Además fue uno de los maestros pioneros que fueron nombrados en vida del Mesías Prometido (as) y Chaudhary Saeed Sahib era su nieto.

Chaudhary Saeed Sahib, por la gracia de Dios, sirvió a la fe siempre que tuvo la oportunidad. Era “musi” (miembro de Al Wasiyat) por la gracia de Dios. Le sobreviven su esposa, seis hijos y tres hijas. Gracias a una buena educación, todos sus hijos están al servicio de la Yamat de una forma u otra. Uno de sus hijos, Faheem Ahmad Lakhan, está sirviendo como misionero en Kenia y debido a estar entregado a su labor misional no pudo asistir al funeral de su padre. ¡Que Dios Altísimo le conceda paciencia y tolerancia, y que trate al difunto con perdón y misericordia!

El fallecido tenía un grandísimo honor por su fe. Cuando era estudiante, en 1953, estuvo presente en la convención celebrada por el “Mayilis Ahrar”, junto con otros estudiantes no-áhmadis. Cuando Ataul’lah Shah Bujari planteó acusaciones atroces contra el Mesías Prometido (as) y utilizó un lenguaje despectivo, Saeed Sahib se levantó inmediatamente y desafió al clérigo y, en medio de su discurso, le dijo que estaba mintiendo y le hizo callar. Ante esto el clérigo dijo “agarren a este Mirzai y golpéenlo”. Fue golpeado cruelmente, pero a pesar de todo hubo una conmoción en la reunión debido a la cual fue la misma fue suspendida. Siempre aconsejó a sus hijos que no se callaran ni tuvieran miedo cuando se trataba de Ahmadíat.

La segunda mención es la de Muhammad Shahbuddin Sahib, que fue el Naib Amir de Bangladesh. Falleció el 12 de julio pasado:

¡En verdad a Dios pertenecemos y hacia Él retornaremos!

Aceptó el Ahmadíat en 1964 tras ver un sueño, cuando solo tenía 18 años. Era “musi”. Fue un servidor permanente de la Comunidad y poseía muchas grandes cualidades. Era también un ardiente devoto del Jalifato, una persona digna de confianza; tenía además una disposición tranquila y entendía lo que era mejor para el beneficio de la Yamat. Antes de su fallecimiento, pagó todas sus cuotas de “Wasiyat”. Su hijo mayor, Shamsuddin Ahmad Masoom Sahib, es misionero. Le sobreviven cuatro hijos y tres hijas.

Se vio influido por la predicación de su tío y aceptó el Ahmadíat, y tuvo que enfrentarse a una gran oposición en su propia casa, la cual soportó con paciencia y firmeza. En 1963, le sobrevino esta oposición durante unos meses, tras lo cual abandonó su hogar y se dirigió primero a Brahmanbaria y luego a Dhaka, donde se estableció. Más tarde se casó en una antigua familia áhmadi. Una de sus cualidades era que siempre estaba contento; sabía contentarse incluso con una pequeña cantidad sin dejar de ser paciente y agradecido. Debido a que era una persona en la que se podía confiar totalmente, los empresarios no-áhmadis le respetaban mucho y todos le consideraban piadoso, y un buen hombre de negocios. ¡Que Dios Altísimo trate al difunto con perdón y misericordia!

La siguiente mención es para el respetado Raúl Abdul’lah Sahib de Argentina, que falleció el 6 de septiembre:

¡En verdad a Al’lah pertenecemos y hacia Él retornaremos!

El misionero en Argentina escribe que estuvo entre los pioneros áhmadis de la Comunidad en Argentina. La Yamat argentina es bastante nueva y se creó hace unos pocos años. Se le presentó por primera vez la Comunidad Musulmana Ahmadía en 2018, en una feria del libro. Cuando se puso en contacto con la Yamat, sus amigos no-áhmadis que eran musulmanes trataron de distanciarlo de la Comunidad. Sin embargo, siguió participando en los programas de la Yamat con regularidad. De todas formas, debido a la influencia de sus amigos, tenía algunas dudas y preocupaciones en su mente. Para eliminarlas, asistió a la Yalsa Salana del Reino Unido de 2019. Vino aquí por su cuenta y se reunió conmigo. Después de este encuentro, sus dudas e inquietudes se disiparon y quedó completamente seguro y así hizo Baiat. Incluso antes de hacer el Baiat, ya era áhmadi y predicaba el Ahmadíat a otros, pero no hizo oficialmente el Baiat hasta que llegó aquí. Era el único musulmán de su familia. Hasta el final, sus amigos intentaron distanciarlo de la Comunidad, pero él se mantuvo resueltamente firme en el Ahmadíat. Sentía un gran honor por la Yamat y siempre se presentaba con orgullo como áhmadi a los que conocía e incluso a los que no. Participaba en los programas de la Comunidad con gran sinceridad y entusiasmo. ¡Que Dios Altísimo lo trate con perdón y misericordia, y permita que sus amigos y familiares acepten el Ahmadíat!

Después de la oración del viernes ofreceré sus oraciones fúnebres en ausencia.

Resumen

Después de recitar el Tashahhud, el Ta’awwuz y la Surah al-Fatihah, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) dijo que continuaría relatando incidentes de la vida de Hazrat Umar (ra).

La caída de Jerusalén

Su Santidad (aba) dijo que, bajo el liderazgo de Amr bin al-Aas, el ejército musulmán cercó Bait al-Maqdas, es decir, Jerusalén. Los cristianos finalmente aceptaron hacer un tratado, pero dijeron que querían que el propio Hazrat Umar (ra) viniera a elaborar el tratado. Así pues, Hazrat Umar (ra), tras consultar con otros compañeros, partió hacia Bait al-Maqdas. Su Santidad (aba) presentó las declaraciones de varios historiadores respecto a este incidente y algunas de sus diferentes opiniones sobre estos sucesos. Se afirma que Hazrat Umar (ra) ya había partido hacia Bait al-Maqdas antes de que se hablara del tratado, ya que Amr bin al-Aas le había enviado una carta solicitando ayuda. Así pues, Hazrat Umar (ra) ya se había puesto en marcha y se había detenido en el camino en un lugar llamado Yabiyah, donde deseaba consultar con sus comandantes del ejército. Fue allí donde se le comunicó la exigencia de los cristianos de que se presentara él mismo para la intermediación de un tratado.

Su Santidad (aba) dijo que una vez que Hazrat Umar (ra) estuvo en Yabiyah, los comandantes musulmanes fueron convocados por Hazrat Umar (ra). Cuando los comandantes llegaron a Yabiyah, Hazrat Umar (ra) vio que habían adoptado una apariencia física que se asemejaba a la de otros árabes que vestían extravagantemente. Esto desagradó a Hazrat Umar (ra), sin embargo le dijeron que seguían llevando armadura debajo, y que esta apariencia era simplemente para integrarse entre los demás árabes.

Los musulmanes llegan a un acuerdo con los cristianos en Yabiyah

Su Santidad (aba) dijo que fue en Yabiyah donde se elaboró el tratado entre los musulmanes y los cristianos. Cuando los cristianos llegaron, iban a caballo y sus espadas brillaban. Por lo tanto, los musulmanes también sacaron sus armas, pero Hazrat Umar (ra) les dijo que estos cristianos habían venido a negociar un tratado de paz, y por lo tanto, los musulmanes debían guardar sus armas. En el tratado, Hazrat Umar (ra) dijo que la gente de Ilya (donde se encontraba Bait al-Maqdas) no sufriría ningún daño, ni sus casas ni sus iglesias. Los que quisieran ir a los romanos eran libres de hacerlo, y los que quisieran quedarse en sus tierras eran libres de hacerlo, siempre y cuando pagaran el Yizyah.

Su Santidad (aba) dijo que esto demostraba que los musulmanes no se imponían por medio de la espada, sino que fomentaban la libertad religiosa y nunca obligaban a nadie a pagar el Yizyah, sino que siempre se daba a todos la opción de ir a otro lugar o pagar el Yizyah.

Su Santidad (aba) dijo que después de que el tratado fuera finalizado, Hazrat Umar fue a Bait al-Maqdas. Cuando Hazrat Umar (ra) llegó, iba vestido con mucha modestia. Los musulmanes estaban preocupados por lo que dirían los cristianos, por lo que le ofrecieron alguna prenda valiosa para que se la pusiera. Hazrat Umar (ra) dijo que el honor del Islam que se le había concedido era más que suficiente. Los sacerdotes cristianos entregaron las llaves de la ciudad a Hazrat Umar (ra). Hizo un recorrido por el Bait al-Maqdas y cuando llegó la hora de las oraciones, los cristianos se ofrecieron para que él ofreciera las oraciones allí. Sin embargo, Hazrat Umar (ra) dijo que temía que si lo hacía, los musulmanes lo tomarían como un lugar sagrado para ellos, e intentarían apoderarse de él. Por lo tanto, Hazrat Umar (ra) salió fuera y ofreció las oraciones.

Su Santidad (aba) dijo que la gente de Ilya empezó a invitar a Hazrat Umar (ra) a sus casas. Un día Hazrat Umar (ra) le preguntó a Hazrat Abu Ubaidah (ra) por qué no levo había invitado. Hazrat Abu Ubaidah (ra) dijo que si invitaba a Hazrat Umar (ra), no sería capaz de controlar sus emociones. Sin embargo, se dirigieron a la tienda de Hazrat Abu Ubaidah (ra), que estaba vacía excepto por un catre provisional y algo de pan en un rincón. Al ver esto, las lágrimas comenzaron a fluir de los ojos de Hazrat Umar (ra) y abrazó a Hazrat Abu Ubaidah (ra).

Hazrat Bilal (ra) da la llamada a la oración una vez más

Su Santidad (aba) dijo que mientras estaba en Ilya, la gente pidió a Hazrat Umar (ra) que Hazrat Bilal (ra) llamara al Azan (llamada a la oración). Hazrat Bilal (ra) dijo que había jurado después del fallecimiento del Santo Profeta (sa) no volver a llamar al Azan. Sin embargo, como Hazrat Umar (ra) se lo había pedido, aceptó y llamó al Azan. Esto recordó a todos los presentes la época del Santo Profeta (sa).

Capacidades estratégicas de Hazrat Umar (ra) para superar una gran prueba

Su Santidad (aba) dijo que a medida que los musulmanes obtenían victoria tras victoria, la gente y las ciudades empezaban a tener miedo de perder sus ciudades. La gente de Yazirah, situada entre Irak y Siria, escribió a Heraclio buscando su ayuda y le pidió que enviara barcos para combatir a los musulmanes. Éste accedió a enviar ayuda, ya que consideraba que era un plan ganador. Al enterarse de que había aceptado, la gente de Yazirah llevó un ejército de 30,000 personas a Homs. Hazrat Abu Ubaidah (ra) se enteró de estas conspiraciones y estratagemas. Consultó con Hazrat Yalid bin Waleed (ra), y acordaron que para combatir esto, deberían reunir a todo el ejército musulmán en el sur de Siria. Cuando llegaron los barcos de Heraclio, los musulmanes se encontraron en una situación difícil. Hazrat Abu Ubaidah (ra) escribió a Hazrat Umar (ra) informándole de la delicada situación. Hazrat Umar (ra) ordenó a Sa’d bin Abi Waqas (ra) que enviara ayuda, y así envió un ejército de 4,000 personas hacia Homs. Sin embargo, esto no sería suficiente para combatir al ejército de Yazirah. Sin embargo, como el ejército de Yazirah estaba en Homs, Hazrat Umar (ra) ordenó que se enviara otro ejército a Yazirah, para que el ejército tuviera que volver a Yazirah para defender su ciudad, aliviando así al ejército musulmán de Homs que se encontraba en una situación difícil. Esto demostró la gran capacidad estratégica de Hazrat Umar (ra), y resultó ser un éxito, ya que cuando esto sucedió, el ejército de Yazirah se vio obligado a abandonar Homs y regresar a Yazirah. Finalmente, los musulmanes resultaron victoriosos.

Su Santidad (aba) dijo que seguiría relatando incidentes de la vida de Hazrat Umar (ra) en futuros sermones.

Oraciones fúnebres

Su Santidad (aba) dijo que dirigiría las oraciones fúnebres en ausencia de los siguientes miembros fallecidos:

Chaudhary Saeed Ahmad Lakhan que residía en Canadá. Era nieto de un compañero del Mesías Prometido (as). Le sobreviven seis hijos y tres hijas, todos los cuales sirven a la Comunidad de una u otra manera. Uno de sus hijos es misionero en Kenia y no pudo asistir al funeral de su padre. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah le conceda paciencia. Tenía un gran honor por su fe y por el Mesías Prometido (as). Siempre aconsejó a sus hijos que nunca temieran a nadie cuando se tratara de Ahmadíat. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah le tratara con perdón y misericordia.

Muhammad Shahabuddin, quien se desempeñaba como Vicepresidente de la Comunidad en Bangladesh. Aceptó el Ahmadíat después de ver un sueño. Tenía muchas cualidades virtuosas y un gran amor por el Jilafat. Le sobreviven cuatro hijos y tres hijas. Se enfrentó a la oposición incluso de su familia, pero lo hizo con gran paciencia. Era una persona muy confiable. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah lo trate con perdón y misericordia.

Raúl Abdul’lah de Argentina. Fue uno de los primeros ahmadíes en Argentina. Conoció la Comunidad en una feria del libro, y aunque la gente trató de alejarlo de la Comunidad, seguía asistiendo a los eventos. Asistió a la Yalsa Salana del Reino Unido para eliminar cualquier duda en su mente, y después de conocer a Su Santidad (aba), se aseguró y luego aceptó el Ahmadíat. Sentía un gran honor por la Comunidad, y se presentaba con orgullo como ahmadi. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah lo trate con perdón y misericordia y permita que su familia también acepte el Ahmadíat.

Resumen preparado por The Review of Religions

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