Califas guiados – Hazrat Umar (ra)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
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Califas guiados – Hazrat Umar (ra)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

Sermón del viernes, 1 de octubre de 2021.

Pronunciado en la Mezquita Mubarak de Islamabad (Tilford, Surrey), Reino Unido.

Después de recitar el Tashahud, el Taawwuz y el Sura Al-Fatiha,

Hazrat Jalifatul Masih V (aba) declaró lo siguiente:

En una ocasión, mientras hablaba sobre el tema del “tabligh” (predicación) en uno de sus discursos, Hazrat Musleh Maud (ra) mencionó algunos relatos de la vida de Hazrat Umar (ra) y dijo:

“En las batallas que se libraron tras el fallecimiento del Santo Profeta (sa), los musulmanes estaban normalmente en minoría. Por ejemplo, durante la Batalla de Siria, había una gran escasez de soldados, entonces Hazrat Abu Ubaidah (ra) envió una carta a Hazrat Umar (ra) explicando que el enemigo era mucho más numeroso y pidió que se le enviaran refuerzos. Entonces, Hazrat Umar (ra) evaluó la situación y consideró imposible formar otro batallón, ya que los jóvenes de las tribus de Arabia y sus alrededores habían muerto o ya formaban parte del ejército. Posteriormente, Hazrat Umar (ra) organizó una reunión para consultar y se invitó a personas de varias tribus y se les planteó este asunto. Estos sugirieron que había una tribu donde se podían encontrar algunos hombres. Hazrat Umar (ra) ordenó a uno de sus oficiales que fuera inmediatamente a reunir a los jóvenes de esa tribu y también escribió a Hazrat Abu Ubaidah (ra) indicando que iba a enviar seis mil hombres para apoyarle y que llegarían hasta él en pocos días. Hazrat Umar (ra) dijo que le vendrían tres mil hombres de tal o cual tribu y que enviaba a Amar bin Madi Karib como equivalente de los tres mil restantes”.

Hazrat Musleh Maud (ra) afirma además:

“Si uno de nuestros jóvenes fuese enviado para enfrentarse a tres mil hombres, diría que eso es algo completamente ilógico y que el Jalifa ha perdido el sentido común. ¿Puede una sola persona enfrentarse a tres mil hombres? Sin embargo, ¡qué fuerte era la fe de esos individuos! Cuando Hazrat Abu Ubaidah (ra) recibió la carta de Hazrat Umar (ra), la leyó y dijo a sus soldados que se alegrasen porque Amar bin Madi Karib llegaría al día siguiente. Efectivamente, llegado ese momento, los soldados recibieron a Amar bin Madi Karib con gran pasión y lanzaron consignas de alegría. El enemigo pensó que los musulmanes estaban quizás reforzados por un ejército de cien o doscientos mil hombres y por eso se alegraron tanto, aunque solo era Amar bin Madi Karib. A continuación, el batallón de tres mil hombres les alcanzó y los musulmanes derrotaron al enemigo. La verdad es que una sola persona se enfrente a tres mil hombres en una batalla con espadas es prácticamente imposible”.

Hazrat Musleh Maud (ra) dijo:

“Durante un debate, un solo hombre puede transmitir su mensaje a varios miles. No obstante, esta gente dio tanta importancia a las palabras del Jalifa de la época que, cuando Hazrat Umar (ra) envió a Amar bin Madi Karib como un equivalente de tres mil combatientes, los soldados no pusieron ninguna objeción sobre cómo una sola persona podía enfrentarse a tres mil hombres. Más bien, lo consideraron equivalente a tres mil hombres y lo recibieron de manera excelente. A raíz de esta acogida de los musulmanes, los corazones del enemigo se llenaron de temor y creyeron que tal vez un ejército de cien o doscientos mil hombres venía a reforzar a los musulmanes, y por ello fueron derrotados durante la batalla y huyeron”.

Hazrat Musleh Maud (ra) escribe:

“En la actualidad, debemos reconfortar nuestros corazones de esta manera”.

Este incidente fue narrado por Hazrat Musleh Maud (ra) en relación a cómo hacer “tabligh” en Europa, en España y Sicilia, etc.

Ahora mencionaré las conquistas que tuvieron lugar en Egipto.

Entre ellas está la Batalla de Farama, que era una conocida ciudad de Egipto situada al este del mar Mediterráneo y de Paluzi, que era uno de los afluentes del río Nilo y estaba situado en una montaña. Según Alamah Shibli Numani, tras la victoria en Baitul Maqdis (Jerusalén), ante la insistencia de Hazrat Amar bin Al-Aas (ra), Hazrat Umar (ra) le envió un ejército de 4.000 personas hacia Egipto, pero con la instrucción de que debían regresar si recibían su carta antes de llegar a Egipto. Entretanto llegaron a Arish cuando se recibió la carta de Hazrat Umar (ra) en la que les ordenaba no avanzar más. Sin embargo, como la instrucción era condicional, Hazrat Amar (ra) dijo que, como estaban dentro de los límites de Egipto, por lo tanto avanzarían desde Arish hasta Farama.

Hay un libro llamado “Al-Iktifa” que recoge las batallas musulmanas. Pues bien, está escrito allí que Hazrat Amar bin Al-Aas (ra) recibió la carta de Hazrat Umar (ra) habiendo llegado a un lugar llamado Rafa, pero no cogió la carta del mensajero por temor a que contuviera la orden de Hazrat Umar (ra) de regresar. Así que continuó su camino hasta llegar a una pequeña aldea entre Rafa y Arish, y preguntó acerca de ese pueblo y se le dijo que estaba dentro de los límites de Egipto. Entonces pidió que le trajeran la carta y la leyó. En la misma estaba escrito que él y los musulmanes que le acompañaban debían regresar. Entonces preguntó a sus compañeros: “¿No veis que esto es Egipto?”. Ellos respondieron afirmativamente. Entonces dijo: “El Líder de los Fieles [Hazrat Umar (ra)] ordenó que si recibía la carta antes de llegar a Egipto debía regresar, pero la he recibido habiendo entrado en la tierra de Egipto. Así que continuemos en el nombre de Al’lah”.

También se menciona en otra narración que Hazrat Amar bin al-Aas (ra) estaba en Palestina y avanzó con sus compañeros a Egipto sin permiso. Hazrat Umar (ra) estaba disgustado con esto, así que escribió una carta a Hazrat Amar bin al-Aas (ra) y recibió esta carta cuando estaba cerca de Arish, pero no la leyó hasta que llegó a Arish y estaba escrito en la misma:

“Umar bin Al-Jattab a Amar bin Al-Aas.

A partir de entonces, seguro que habrás ido a Egipto con tus compañeros.

Hay un gran ejército de los bizantinos allí, mientras que vosotros sois pocos.

Juro que hubiera sido mejor que no los llevaras contigo, así que si aún no has llegado a Egipto, debes regresar”.

De camino a Farama, el ejército musulmán no se encontró con un solo soldado bizantino y, de hecho, los egipcios les recibieron en varios lugares, y fue en Farama donde tuvo lugar el primer enfrentamiento.

Hay varias narraciones con referencia a Hazrat Amar bin Al-Aas (ra), pero la que parece correcta es que la carta fue recibida después de haber llegado a Arish, que está situada dentro de la frontera de Egipto. No puede ser que siguiera poniendo excusas y que solo abriera la carta después de llegar a Egipto. De todas formas, como ya habían llegado allí, la única opción era avanzar hacia adelante, ya que los creyentes no retroceden. Por su parte, los bizantinos recibieron la noticia de que Hazrat Amar bin Al-Aas (ra) llegaba con un pequeño ejército sin la suficiente preparación y no podía poner un asedio por mucho tiempo. Entonces, los bizantinos pensaron que al estar mejor preparados y tener mayor número de combatientes los derrotarían fácilmente, por eso se atrincheraron en su fortaleza. Hazrat Amar bin Al-Aas (ra) había tenido conocimiento ya del poder militar de los bizantinos y que tenían muchas más armas y soldados. Por tanto, hizo planes para apoderarse de Farama, con lo que lanzarían un ataque por sorpresa y harían que se abrieran las puertas de la muralla; o bien habría decidido que permanecerían pacientes en su asedio hasta que los residentes se quedaran sin comida y salieran por desesperación. Así pues, lo primero que hicieron fue sitiar la ciudad.

En este contexto, por un lado los musulmanes estrechaban el cerco; y por otro los bizantinos se obstinaban en su resistencia. Por ello, el asedio se prolongó durante muchos meses. A veces, las fuerzas bizantinas salían fuera para sostener algunas escaramuzas, pero luego se retiraban; y el resultado es que los musulmanes siempre se imponían ante dichas acciones. Un día, algunas fuerzas bizantinas salieron a combatir contra los musulmanes y estos se impusieron como de costumbre. Pro esta vez, cuando los bizantinos se retiraron a su fortaleza derrotados, los musulmanes los persiguieron rápidamente, por lo que algunos de ellos se adelantaron a los bizantinos hasta las puertas de la muralla y las abrieron, despejando el camino hacia una clara victoria.

La Conquista de Bilbeis y las circunstancias en que se produjo son las siguientes.

Tras la conquista de Farama, cuando Hazrat Amar bin Al-Aas (ra) se dirigía a Bilbeis, fue interceptado por las fuerzas bizantinas. Bilbeis es una ciudad situada a unos 48 km de Fustat, en la ruta hacia Siria. Los musulmanes fueron interceptados para evitar que llegaran al fuerte de Babilonia. En la terminología antigua, la tierra de Egipto se denominaba Babilonia, especialmente la región donde se asentaba Fustat. Los bizantinos tenían la intención de luchar allí. Hazrat Amar bin Al-Aas (ra) les dijo que no se precipitaran y que esperaran a escuchar su propuesta para que no hubiera excusas ni evasivas más adelante. Hazrat Amar bin Al-Aas (as) también dijo que enviaran a Abu Maryam como emisario para representarlos. Así pues, aplazaron la batalla y enviaron a los dos emisarios. Ambos delegados eran sacerdotes de Bilbeis.

Por su parte, Hazrat Amar bin Al-Aas (ra) les presentó la opción de o bien aceptar el Islam, o pagar el “yizia”; y junto con esto, les relató las palabras del Santo Profeta (sa) sobre la gente de Egipto, pues el Santo Profeta (sa) dijo:

“Conquistaréis Egipto, una tierra donde se utiliza la unidad de ‘qirat’ para medir. Cuando conquistéis esa tierra, tratad a sus gentes con amabilidad, porque tienen derecho sobre vosotros y son vuestros parientes”. O bien afirmó: “Tienen derecho sobre vosotros y compartís antepasados ancestrales”.

Al oír esto, los dos emisarios dijeron que se trataba de una relación muy lejana que solo pueden cumplir los profetas y pidieron marcharse y deliberar sobre su decisión, tras lo cual regresarían. Hazrat Amar bin Al-Aas (ra) les dijo que no se dejaría engañar y que les daría un plazo de tres días para que reflexionaran cuidadosamente sobre el asunto. Ambos emisarios pidieron un día más para deliberar y se les concedió un día extra. Los dos regresaron entonces a Muqawqis, el líder de los coptos, y a Artabun (Aretion), el gobernador de Egipto nombrado por el emperador bizantino, y les presentaron la propuesta de los musulmanes. Artabun negó la propuesta y se empeñó en combatir, y lanzó un asalto repentindo contra los musulmanes. Se ha registrado que las fuerzas de Artabun eran de 12.000 soldados. Una gran cantidad de musulmanes fueron martirizados en ese conflicto, mientras que los bizantinos perdieron 1.000 soldados en el enfrentamiento y otros 3.000 fueron encarcelados. Artabun huyó del campo de batalla, mientras que algunos dicen que fue asesinado en la misma. Los musulmanes siguieron imponiéndose a las fuerzas de Artabun hasta llegar a Alejandría. Los historiadores coinciden en que los musulmanes permanecieron en Bilbeis durante un mes, tiempo durante el cual la batalla continuó y, finalmente, salieron victoriosos; aunque los historiadores debaten sobre si fue o no una batalla intensa.

Durante ese enfrentamiento tuvo lugar un incidente que sirve de testimonio de la sagacidad y la superioridad moral de los musulmanes. Cuando Dios Altísimo les concedió la victoria al conquistar Bilbeis, la hija de Muqawqis, cuyo nombre era Armanoosah, fue encarcelada. Era su hija favorita y muy querida, a la que planeaba casar con Constantino, el hijo de Heraclio. De todas formas, ella no estaba contenta con este matrimonio y se fue de viaje a Bilbeis con su criada. Cuando los musulmanes la encarcelaron, Hazrat Amar bin Al-Aas (ra) reunió a los Nobles Compañeros (ra) y recitó las siguientes palabras de Dios Altísimo:

“La recompensa de la bondad no es más que bondad”, (Sagrado Corán 55:61).

Luego, en referencia a este versículo dijo:

“Muqawqis ha enviado un regalo a nuestro Santo Profeta (sa), pero soy de la opinión de que su hija debe serle devuelta junto con su séquito y sus sirvientes, y toda la riqueza que le fue incautada”.

Todos estuvieron de acuerdo con Hazrat Amar bin Al-Aas (ra). En consecuencia, envió a Armanoosah a su padre con gran honor y dignidad; junto con todas sus joyas y las mujeres y sirvientes que la acompañaban. En el viaje de vuelta, una de las criadas de Armanoosah comentó que fueron protegidas en todos los sentidos por los árabes. Armanoosah le contestó diciendo que se sintió segura por su vida y su honor en las tiendas de los árabes, pero que no consideraba que su vida estaba a salvo en la fortaleza de su padre. Cuando llegó a su padre, este se mostró muy satisfecho de cómo la habían tratado los musulmanes.

A continuación, se menciona la Conquista de Umm Dunayn (Tiandonias).

Tras la conquista de Bilbeis, Hazrat Amar bin Al-Aas (ra) avanzaba por el perímetro del desierto cuando llegó a un lugar cercano a Umm Dunayn, que estaba situado en el río Nilo, en el nacimiento del Canal de Trajano. Este canal estaba cerca de Suez y unía la ciudad de Egipto con el mar Mediterráneo, donde hoy se encuentra Azbakeya, un barrio de El Cairo. En este mismo lugar se encontraba Umm Dunayn en aquella época y que los bizantinos habían fortificado. En las inmediaciones se encontraban las orillas del Nilo, donde estaban atracadas muchas embarcaciones. Esta zona estaba al norte de Babilonia, que era la mayor fortaleza de la ciudad de Egipto. De este modo, Umm Dunayn podría considerarse el principal puesto defensivo para vigilar esta preciada región, que los egipcios apreciaban como centro de operaciones de muchos faraones del pasado. Finalmente los musulmanes acamparon cerca de Umm Dunayn. Los bizantinos enviaron a sus mejores soldados a su fortaleza en Babilonia y reforzaron fuertemente la de Umm Dunayn mientras se preparaban para la batalla.

Según la información recibida por el reconocimiento previo, Hazrat Amar bin Al-Aas (ra) estimó que sus fuerzas no eran suficientes para conquistar el fuerte de Babilonia o para sitiarlo. Por eso envió a un mensajero con una carta a Medina detallando las circunstancias de su viaje a Egipto, la información sobre las fortalezas enemigas y la necesidad de refuerzos para atacarlas. También anunció a sus fuerzas que los refuerzos se unirían a ellos en breve. A continuación, avanzó hacia Umm Dunayn y la sitió, cortando el suministro de alimentos y equipamiento militar del fuerte. Los bizantinos, en el fuerte de Babilonia, ni siquiera se plantearon salir porque habían sido testigos de lo que había pasado con Artabun en Bilbeis y se dieron cuenta de que no podían combatir a los árabes en un campo de batalla abierto. Las fuerzas de Umm Dunayn salían a veces realizando escaramuzas, pero se retiraban sin tener éxito. Así pasaron muchas semanas. Al mismo tiempo, llegaron noticias de que los primeros refuerzos del Jalifato estaban en camino y llegarían muy pronto. Estas buenas noticias aumentaron en gran medida la fuerza y la determinación de los musulmanes, pues Hazrat Umar (ra) había enviado 4.000 soldados como refuerzo para el contingente musulmán. Además, nombró a un líder por cada 1.000 soldados y estos líderes eran: Hazrat Zubair bin Al-Awam (ra), Hazrat Miqdad bin Aswad (ra), Hazrat Ubadah bin Samit (ra) y Hazrat Maslamah bin Mujal’lad (ra). Según una narración, Jariya bin Huzaifa fue nombrado Amir en lugar de Hazrat Maslamah bin Mujal’lad (ra).

Junto con el envío de refuerzos, Hazrat Umar (ra) escribió una carta a Hazrat Amar bin Al-Aas (ra) diciéndole:

“Ahora tienes 12.000 soldados contigo. Nunca serán derrotados por ser un número pequeño”.

Los bizantinos partieron junto con los coptos para luchar contra los musulmanes y se produjo una feroz batalla entre los dos bandos. Hazrat Amar bin Al-Aas (ra) ideó una estrategia según la cual dividió el ejército en tres partes: una estaba cerca de Yabal-e-Ahmar, la segunda estaba junto al río Nilo, en un lugar llamado Omdurman; y el resto del ejército partió para combatir al enemigo. Mientras los dos bandos se enzarzaban en una feroz batalla, el ejército que se escondía junto a Yabal-e-Ahmar salió y atacó por la espalda, lo que dispersó las filas de los oponentes y estos huyeron hacia Omdurman. Allí, la segunda parte del ejército islámico estaba esperando y detuvo su retirada. Por lo tanto, el contingente bizantino quedó atrapado entre los tres ejércitos musulmanes, por lo que los adversarios sufrieron la derrota.

Por otra parte, se menciona con respecto a varias otras conquistas, que después de la victoria en Omdurman, el primer lugar que Hazrat Amar bin Al-Aas (ra) conquistó fue Fayum y el jefe de esa zona murió en esa batalla. Luego, los musulmanes se enfrentaron a los bizantinos en Ain Al-Shams. Antes de esto, llegaron 8.000 soldados como refuerzos y se unieron a Hazrat Amar bin Al-Aas (ra). Hazrat Zubair bin al-Awwam (ra) era el comandante y Hazrat Ubadah bin Samit (ra), Hazrat Miqdad bin Aswad (ra) y Hazrat Maslamah bin Mukal’lad (ra) también formaban parte de este ejército. Los musulmanes vencieron en dicha batalla y más tarde obtuvieron la victoria sobre toda la zona de Fayum. Una sección del ejército musulmán obtuvo la victoria en Isreeb y Manuf, dos ciudades de la región de Manufiya.

En cuanto a la conquista de la fortaleza de Babilonia o Fustat, se dice que tras conseguir la victoria en Omdurman, Hazrat Amar bin Al-Aas (ra) marchó hacia la fortaleza de Babilonia y la sitió. Ahora esta zona se conoce como Fustat y se denomina así porque en árabe las tiendas de campaña se llaman “fustat”. Tras conquistar con éxito dicha fortaleza, Hazrat Amar bin Al-Aas (ra) ordenó marcharse de allí, pero sucedió que una paloma hizo un nido en su propia tienda de campaña. Cuando lo vio, ordenó que la tienda permaneciera allí y, al regresar de Alejandría, hizo que se estableciera una ciudad cerca de la tienda de campaña, que posteriormente se conoció como Fustat.

Se calcula que había unas cinco o seis mil tropas de protección dentro de la fortaleza y estaban muy bien equipadas. Hazrat Amar (ra) comenzó el asedio de la fortaleza de Babilonia. Después de Alejandría, esta era una de las fortalezas más sólidas, pues había sido construida con bloques de cemento y estaba rodeada por las aguas del río Nilo. Al estar situado en el río Nilo, los buques y las embarcaciones llegaban directamente a la puerta de la fortaleza, de ahí su gran importancia para las labores esenciales. Los árabes no estaban preparados para atacar una fortaleza de estas características, ni tampoco debidamente equipados. Así, en primer lugar, Hazrat Amar (ra) comenzó a hacer los preparativos para el asedio. Muqawqis, el gobernante de Egipto, llegó a la fortaleza antes que Hazrat Amar bin Aal-Aas (ra) y comenzó los preparativos para la batalla. Hazrat Zubair (ra) recorrió los cuatro lados del foso con su caballo y designó un número necesario de soldados para determinadas zonas. Este asedio se prolongó durante siete meses y no se pudo determinar si fue una victoria o una derrota. Durante este tiempo, en ocasiones los bizantinos salían de la fortaleza para combatir, pero luego volvían a entrar; y en dicho periodo, Muqawqis mandó a sus enviados a Hazrat Amar bin Al-Aas (ra) en un intento de reconciliación y de infundir miedo.

Hazrat Amar bin al-Aas (ra) envió a Hazrat Ubadah bin Samit (ra) para un acuerdo bajo tres condiciones: aceptar el Islam, pagar el “yizia” o de lo contrario la guerra. Dijo que el tratado solo debía realizarse al amparo de estas condiciones y ninguna más. Muqawqis aceptó pagar el “yizia”, y fue él mismo a solicitar permiso a Heraclio. No obstante, este no lo aceptó y, de hecho, se enfadó mucho y lo expulsó del país. Entonces, cuando la victoria en la fortaleza de Babilonia parecía retrasarse, Hazrat Zubair bin Al-Awwam (ra) dijo: “Voy a ofrecer mi vida como ofrenda en el camino de Dios y tengo la esperanza de que esto permita a los musulmanes salir victoriosos”. Al decir esto, tomó una espada desenvainada y, utilizando una escalera, escaló el muro de la fortaleza. Algunos compañeros también le secundaron. Una vez que escalaron el muro, lanzaron eslogans y todo el ejerció hizo lo mismo, de forma que hicieron vibrar el suelo de la fortaleza, por así decirlo.

Los cristianos se dieron cuenta de que los musulmanes habían entrado en la fortaleza y huyeron sin rumbo alguno. Al descender de la muralla, Hazrat Zubair (ra) abrió la puerta de la fortaleza y todo el ejército entró, y tras algunos combates conquistaron el fuerte. Hazrat Amar bin Al-Aas (ra) les garantizó la seguridad con la condición de que el ejército bizantino se llevara provisiones para algunos días y que dejaran intactos los tesoros y las armaduras de la Fortaleza de Babilonia, ya que era el botín de guerra de los musulmanes. Después, Hazrat Amar bin Al-Aas (ra) rompió las cúpulas y los muros fortificados del fuerte. Una vez conquistada la fortaleza de Babilonia, los musulmanes obtuvieron varias victorias en diferentes lugares y fortalezas, de las cuales destacan: Tarnut, Naqyus, Sultais, Kiryon.

En cuanto a la Conquista de Alejandría, se afirma que tras la anexión de Fustat, Hazrat Umar (ra) concedió permiso para su conquista.

Hubo una gran batalla con los bizantinos en un lugar situado entre Alejandría y Fustat llamado Kiryon, que los musulmanes acabaron ganando. Tras eses combate, los bizantinos no avanzaron hasta Alejandría. Muqawqis deseaba pagar el “yizia” y establecer la paz, pero los bizantinos le presionaron, por lo que envió un mensaje a Hazrat Amar bin Al-Aas (ra) diciéndole que él y los coptos no participarían en la batalla y no debían ser dañados de ningún modo. Los coptos se mantuvieron al margen y, en cambio, apoyaron al ejército musulmán y empezaron a despejar caminos y a arreglar puentes para los ellos. Es más, durante el asedio de Alejandría, los coptos proporcionaban provisiones a los musulmanes.

La importancia de Alejandría puede medirse por el hecho de que cuando los musulmanes la conquistaron, la ciudad era considerada como su ciudad y capital principal. Después de Constantinopla, esta era conocida como la segunda ciudad más grande del dominio bizantino. Además, era también la primera ciudad comercial del mundo. Por eso, los bizantinos sabían muy bien que si los musulmanes la conquistaban, esto tendría consecuencias nefastas. Por tanto, fue por este miedo que Heraclio dijo que si los musulmanes se apoderaban de Alejandría, los bizantinos se arruinarían. Por eso, Heraclio comenzó a prepararse para luchar contra los musulmanes, aunque murió durante sus preparativos, sucediéndole su hijo Constantino en el trono. Alejandría era única por sus estructuras prominentes, sus grandes fortalezas, su ubicación y el gran número de guardianes. Por eso su asedio se prolongó durante nueve meses.

Por su parte, Hazrat Umar (ra) estaba preocupado y escribió una carta en la que decía:

“Quizás os habéis dejado llevar por los lujos de allí, de lo contrario, obtener la victoria no os debería haber llevado tanto tiempo. Junto a este mensaje, pronunciad un discurso a los musulmanes sobre la ‘yihad’ y luego lanzad un ataque”.

Después de leer esta carta de Hazrat Umar (ra), Hazrat Amar bin Al-Aas (ra) llamó a Hazrat Ubadah bin Samit (ra) y le entregó la bandera. Los musulmanes llevaron a cabo un intenso ataque y así conquistaron la ciudad. A continuación, Hazrat Amar (ra) envió un mensajero a Medina con instrucciones de que cabalgara tan rápido como pudiera a fin de transmitir esta buena noticia al Líder de los Fieles. El mensajero montó en la camella y recorrió todo el trayecto hasta llegar finalmente a Medina. Era por la tarde y el mensajero, pensando que era la hora de descansar, evitó ir directamente a la residencia del Jalifa y, en cambio, se dirigió a la mezquita del Profeta (Masyid Nabawi). Casualmente, una sirvienta de Hazrat Umar (ra) pasaba por allí y le preguntó quién era y de dónde había viajado. “De Alejandría”, respondió el mensajero. Entonces, la sirvienta se apresuró a informar de inmediato a Hazrat Umar (ra) y, al regresar, le dijo: “Ven, el Líder de los Fieles te llama”.

Hazrat Umar (ra) estaba a punto de dirigirse allí y se encontraba arreglando su manto cuando el mensajero llegó. Cuando recibió la noticia de la victoria, se postró en agradecimiento a Dios. Entonces se levantó y se dirigió a la mezquita e hizo el anuncio de “As-Salatul Yami”. Toda Medina acudió a esta llamada. El mensajero informó de todos los detalles de la victoria. Luego, el mensajero se fue con Hazrat Umar (ra) a su residencia y fue obsequiado con una comida. Entretanto, Hazrat Umar (ra) le preguntó: “¿Por qué no has venido directamente a verme?”. El mensajero explicó: “Pensé que Usted estaría descansando en ese momento”. Hazrat Umar dijo: “¿Cómo has pensado eso de mí? Si descanso durante el día, ¿quién asumirá la responsabilidad del cargo del Jalifato?”.

Con la conquista de Alejandría, todo Egipto fue derrotado. A través de estas batallas se capturó un gran número de prisioneros de guerra. Tras conocer esto, Hazrat Umar (ra) dio las siguientes directrices en una carta a Hazrat Amar (ra) sobre estos prisioneros:

“Convoca a todos ellos y diles que pueden elegir entre convertirse en musulmanes o permanecer en su propia religión. Si aceptan el Islam, se les concederán todos los derechos que se han concedido a los musulmanes. De lo contrario, tendrían que pagar el “yizia” que dan todos los súbditos no musulmanes”.

Al leerse este anuncio ante los presos, muchos optaron por hacerse musulmanes, mientras que otros muchos optaron por mantener la fe que ya tenían. Cuando alguno de ellos decidía abrazar el Islam, los demás musulmanes entonaban “Al’lah es el Más Grande”, (Al’laho Akbar). Por el contrario, cada vez que alguno de los prisioneros profesaba su creencia en el cristianismo, los demás cristianos entonaban homenajes de alabanza, dejando a los musulmanes apenados.

El incidente del incendio de la Biblioteca de Alejandría es citado a menudo con fervor por varios orientalistas. ¿Pero qué ocurrió realmente? En relación con la victoria de Alejandría por parte de los opositores al Islam, en particular los cristianos, se alega que Hazrat Umar (ra) supuestamente ordenó quemar la gran Biblioteca de Alejandría. Esta acusación es un intento de crear la percepción de que los musulmanes, Dios nos perdone, se oponían a la alfabetización, la educación y el conocimiento. Se afirma por algunos que la Biblioteca de Alejandría fue quemada durante seis meses seguidos. En realidad, desde un punto de vista lógico y basándose en las narraciones, esta alegación es totalmente falsa y ficticia. De hecho, esta es una religión cuyo fundador enseñó que “es obligatorio para todo musulmán buscar el conocimiento”, y también afirmó: “Buscad el conocimiento aunque tengáis que viajar a China”.

Además, el Sagrado Corán enseña a los musulmanes, en numerosos versículos, a meditar, reflexionar y estudiar. Alegar contra una religión con las enseñanzas mencionadas que aboga por la quema de bibliotecas y libros, es claramente contrario a la lógica y la razón. Aparte de esto, muchos académicos e investigadores, incluidos investigadores europeos y cristianos, desmienten esta alegación y aportan pruebas que apoyan la idea de que la acusación de que los musulmanes quemaron la Biblioteca de Alejandría no es más que un relato inventado y falso. Así, un académico egipcio, Muhammad Raza, ha escrito en su biografía de Hazrat Umar Faruq (ra) que la quema de la Biblioteca de Alejandría es una alegación citada por Abul Farj, en un libro llamado “Mujtasir Duwal”. El autor nació en 1226 y falleció en 1286.

En el mismo escribe que “un personaje llamado Yuhanna Al-Nahwi, conocido por los musulmanes como ‘Yahya’, era un sacerdote copto de la secta jacobita del cristianismo y más tarde se alejó del concepto de trinidad. Pues bien, había solicitado a Hazrat Amar bin Al-Aas (ra) algunos libros de conocimiento y sabiduría de “Jazain-e-Malukiyat” (La Biblioteca de Alejandría). Hazrat Amar bin Al-Aas (ra) respondió que solo daría una respuesta después de buscar la guía sobre ese asunto de Hazrat Umar (ra). (Este es un relato completamente inventado, pero lo cuento para que también se pueda presentar su refutación).

Según esto, Hazrat Umar (ra) respondió: ‘Si el contenido de los libros que has solicitado está en concordancia con el Libro de Al’lah, entonces el Libro de Al’lah es suficiente y los libros solicitados no sirven para nada; y si el contenido de los libros que has pedido es contradictorio con el Libro de Al’lah, esa literatura es inútil para nosotros. Por consiguiente, debes deshacerte de esos libros”.

Según el mismo relato, a continuación Hazrat Amar bin Al-Aas (ra) reunió estos libros en alguna parte de Alejandría y los quemó en un horno. En el transcurso de seis meses se quemaron por completo. No obstante, este relato no se encuentra en la historia de “Al-Tabari”, ni en la de Ibn Al-Azir, ni en la de Yaqubi y Al-Kindi, ni en la de Ibn Abdul Hakam, ni en la de Al-Balazuri, ni en la de Ibn Jaldún. Esto solo ha sido citado por Abul Farj sin ninguna fuente fidedigna, a mediados del siglo XIII de nuestra era, lo que corresponde a principios del siglo VII después de la Hégira.

El profesor Butler ha llevado a cabo una investigación sobre “Yuhanna-Nahvi” y ha escrito que ni siquiera estaba vivo en el año 642 de la era cristiana, cuando se menciona el incidente relacionado con el incendio de la Biblioteca de Alejandría. Por su parte, la Enciclopedia Británica ha escrito que Yuhanna vivió a finales del siglo V y principios del VI, mientras que sabemos que la conquista de Egipto se produjo a principios del siglo VII. Sobre esta base, el profesor Butler tiene razón al afirmar que Yuhanna ya había fallecido para entonces. Además, la persona cuya referencia se da para apoyar este incidente inventado (incluso si por causa del argumento se toma como verdadero aunque sea falso), este individuo en cuestión falleció mucho antes del supuesto incidente.

Incluso el Dr. Hassan Ibrahim Hassan, con la autoridad del profesor Ismail, en su libro “La historia de Amar bin al-Aas”, escribe:

“La Biblioteca de Alejandría ni siquiera existía entonces, porque en el año 47 aC., los ejércitos de Julio César habían quemado, sin motivo, una de las dos partes principales de la misma. La segunda parte de la biblioteca también hubo desaparecido poco después. Esto ocurrió a instancias del obispo Teófilo, en el siglo IV de nuestra era”.

Finamente, el profesor Butler escribe que las narraciones de Abul Farj, desde un punto de vista histórico, son meras conjeturas y totalmente absurdas. Si los libros realmente debían de haber sido quemados por los musulmanes, lo habrían hecho de una sola vez. Aparte, si ello hubiera tardado seis meses, muchos de los libros habrían sido robados durante ese tiempo. Los árabes no eran conocidos por dejar que ese tipo material se arruinara.

Por su parte, Edward Gibbon ha afirmado que las enseñanzas islámicas demuestran lo contrario a este relato, ya que el Islam enseña a no quemar los libros de los judíos y cristianos obtenidos durante la guerra. En cuanto a la postura del Islam sobre el conocimiento, la filosofía, la poesía, las ciencias y otras ramas de la sabiduría independientes de las enseñanzas religiosas, el Islam anima a aprovecharlas. En las tierras conquistadas por los musulmanes, estos nunca dañaron las iglesias ni los objetos asociados a ellas, y de hecho permitieron a los súbditos no-musulmanes seguir practicando su fe. Sobre la base de todo esto, ¿puede la lógica o la razón concluir que el Líder de los Fieles hubiera ordenado alguna vez que se quemara la Biblioteca de Alejandría?

Hazrat Jalifatul Masih I (ra) ha respondido a esta alegación en su libro “Tasdiq Barahin-e-Ahmadía” diciendo:

“Se alega que, a petición de Filopón Hakim y Fazal Ayal, el comandante en jefe musulmán, Amar bin Al-Aas preguntó al Segundo Jalifa y Líder de los Fieles sobre qué hacer con la Biblioteca, a lo que el Jalifa respondió diciendo que debía ser quemada inmediatamente y que se quemaron los libros en un horno de forma continua durante seis meses. Esto es lo que alega alguna gente”.

Hazrat Jalifatul Masih I (ra) afirma entonces:

“Esta acusación es fruto del rencor de los sacerdotes y no tiene nada de cierto. Si la gente reflexiona sobre esto, en primer lugar, si eso hubiera sido parte del mandato islámico (o sea, quemar libros), entonces durante la bendita época del Jalifato de Hazrat Umar (ra), habría ordenado la quema de los libros sagrados cristianos y judíos, porque eran estas dos religiones con escrituras sagradas las principales destinatarias del Islam. Luego, el Islam gobernó sobre los zoroastrianos, pero no hay un solo caso en la historia que mencione la quema de sus libros. Si esta era la práctica de los Jalifas del Islam, entonces los medios de este acto deberían haberse encontrado en el Islam y además nada impedía al Islam hacer esto”.

Hazrat Jalifatul Masih I (ra) dice además:

“En segundo lugar, si la quema de libros religiosos fuera la práctica de los soberanos musulmanes y del pueblo musulmán, entonces sería imposible encontrar libros de filosofía y medicina y ciencias griegas en lengua árabe. En tercer lugar, si la quema de libros era la costumbre de los musulmanes, entonces aquel que refuta ‘Brahin-e-Ahmadía’ (Hazrat Jalifatul Masih en este libro estaba respondiendo a una persona que refutaba la ‘Brahin-e-Ahmadía’) debería presentar un ejemplo de su propio país. No necesitaría cruzar el mar hasta Alejandría para encontrar un ejemplo. ¿Qué libros se quemaron en la India? En cuarto lugar, el Islam gobernó en la India durante más de 700 años; durante este tiempo e incluso hasta hoy, el Bhagavad Gita’, el Ramayana, el Mahabharata y otros libros religiosos de renombre como el Linga Puran y el Markandeya siguen existiendo y se consideran sus escrituras sagradas. ¿Alguien ha oído hablar de la quema de alguno de ellos? De hecho, algunos de estos libros han sido incluso traducidos. Por lo tanto, cabe preguntarse cómo es que los hindúes supusieron que los musulmanes quemarían sus libros sagrados. Reflexiona sobre esto con justicia”.

 En “Tasdiq Brahin-e-Ahmadía”, Hazrat Maulana Abdul Karim Sahib Sialkoti también ha escrito una nota en respuesta a esta acusación:

“Es cierto que hasta el momento en el que se investigó este incidente y cuando los hechos reales no habían salido a la luz, se lanzó esta acusación contra los musulmanes. Sin embargo, hoy en día, hay muy pocos eruditos que sean justos y se adhieran a la verdad y sigan lanzando esta acusación contra los musulmanes. Esta acusación se hace principalmente por prejuicios o por desconocimiento de los hechos; incluso cuando se planteó esta acusación no tenían ninguna prueba; es decir, respecto a los que fabricaron este incidente, fueron dos historiadores nacidos unos 580 años después de que ese supuesto incidente tuviera lugar y no tenían ninguna fuente previa donde basarse para sus afirmaciones. El propio Saint Carieh, que ha escrito innumerables libros sobre las bibliotecas de Alejandría, ha rechazado rotundamente este incidente como falso. Parece que estos libros fueron quemados durante una batalla con Julio César. Así, Plutarco escribe en la ‘Vida de César’ que, por temor a ser capturado por el enemigo, Julio César quemó sus barcos. Este fuego se extendió hasta el punto de que quemó la gran Biblioteca de Alejandría”.

En su libro “Dictionary relating to all ages”, Joseph Haydn no solo ha rechazado ese acontecimiento, sino que ha escrito una nota:

“Este incidente es muy dudoso. Los musulmanes no han aceptado esta narración en la que se dice que Hazrat Umar (ra) ordenó la quema de todos los libros contrarios al Islam. Algunos han atribuido este incidente a Teófilo de Alejandría, que vivió alrededor del año 391 de la era cristiana, y otros lo han atribuido al cardenal Jiménez, que vivió alrededor del siglo XV de la era cristiana”.

Joseph Haydn escribe además:

“Nuestra distinguida personalidad, el Dr. Laitz, ha mencionado este relato erróneo en su libro ‘Sinnin Al-Islam’, y lamentablemente el honorable doctor se ha equivocado en su investigación”.

 En su famoso libro History of the conflict between religion and science” (“Historia del conflicto entre religion y ciencia”), John William Draper ha mencionado este incidente como uno de esos falsos narradores y más tarde aceptó también que este incidente fue fabricado.  John William Draper escribe:  “En realidad, estos libros fueron quemados durante una batalla con Julio César. Ahora se puede decir con plena convicción que ese incidente carece de fundamento y es un mero cuento. Si hay un acontecimiento que realmente merezca la pena lamentar sería el incidente en el que el intolerante Cardenal Jiménez quemó 80.000 manuscritos árabes en las llanuras de Granada (España)”.  Cuando los cristianos arrebataron el control de España a los musulmanes, quemaron 80.000 libros de la Biblioteca de Granada. Esto es algo que hay que lamentar de verdad, en lugar de levantar acusaciones contra el Islam. (Véase “Historia del conflicto entre la religión y la ciencia”, donde se encuentra esta referencia).  Este fue el incidente de la quema de la biblioteca sobre el que se presentan alegaciones.

Luego está la Conquista de Burqa y Trípoli.

Tras conquistar Egipto y establecer allí la ley y el orden, Hazrat Amar bin Al-Aas (ra) se dirigió al oeste para que las tierras conquistadas estuvieran a salvo de la amenaza de ese lado. Había algunas fuerzas bizantinas asentadas en Burqa y Trípoli y estaban dejando pasar una oportunidad para poder incitar al pueblo, y posteriormente atacar a los musulmanes en Egipto. La zona entre Alejandría y Marruecos era conocida como Burqa. En esta región existían muchas ciudades y asentamientos. Así, en el año 22 dH., Hazrat Amar bin Al-Aas (ra) marchó con su ejército hacia Burqa. La tierra desde Alejandría hasta Burqa era muy exuberante y fértil, y estaba densamente poblada. Por esta razón, hasta que llegaron allí, no se enfrentaron a ninguna estratagema del enemigo. Cuando llegaron allí, la gente aceptó un tratado con la condición de pagar el “yizia”. Más tarde, los habitantes de Burqa iban ellos mismos al gobernador de Egipto y pagaban el “jaraj” y los musulmanes no tenían que ir a cobrarlo en persona. Entre los pueblos de esta región, eran los más sencillos. No instigaron ninguna discordia ni rebelión.

Finalmente, Hazrat Amar bin Al-Aas (ra) salió de allí y se dirigió a Trípoli, que era una ciudad protegida por fortalezas. Un gran ejército bizantino estaba estacionado allí. Cuando supieron que se acercaba el ejército musulmán, se retiraron a las fortalezas y se vieron obligados a soportar el asedio de los musulmanes, que duró un mes, aunque los musulmanes no tuvieron mucho éxito. Por detrás, el mar estaba conectado a Trípoli y no había ninguna muralla entre el mar y la ciudad. Los musulmanes se dieron cuenta de este secreto y algunos de ellos entraron en la ciudad por vía marítima y gritaron en voz alta consignas de “Dios es el Más Grande” (“Al’laho Akbar”). Al ejército contrario no le quedó más remedio que refugiarse en sus barcos. Cuando huyeron, Hazrat Amar bin Al-Aas (ra) lanzó un ataque y mató a la mayoría de ellos, excepto a los que escaparon en sus barcos. El equipamiento y las riquezas de la ciudad fueron capturados por los musulmanes como botín de guerra. Después de esto, Hazrat Amar bin Al-Aas (ra) extendió su ejército por los alrededores, pues su intención era que, tras conseguir victorias en dirección al oeste, se dirigiría hacia Túnez y “Afriquía” (noroeste de África). Por ello, escribió una carta a Hazrat Umar (ra), pero este era reacio a enviar al ejército musulmán en ese momento a cualquier nuevo frente de batalla, especialmente en una época en la que no estaba convencido de la completa paz y seguridad en las tierras que habían sido conquistadas desde Siria hasta Trípoli en tan corto espacio de tiempo. Así pues, dio instrucciones al ejército para que permaneciera estacionado en Trípoli. Durante la era del Jalifato de Hazrat Umar (ra), el imperio islámico se expandió a lo largo y ancho, y se estableció en el mapa del mundo en forma de un solo país, que se extendía desde el río Gihon y el río Indo en el este, hasta el desierto del Sahara en África en el oeste; y de manera similar se extendía desde el norte de las montañas de Anatolia y Armenia en su parte norte, hasta el océano Pacífico y Nubia en el sur, que es una extensa y vasta zona de tierra que está situada en el sur de Egipto. Personas de diversas naciones, religiones y culturas vivían en paz y seguridad bajo la sombra de la justicia y la misericordia establecida por los musulmanes en toda la tierra que estaba bajo su control. El Islam concedía a las personas sus plenos derechos y honraba la santidad de sus vidas a pesar de que esas personas se oponían en gran medida a sus creencias, forma de culto, cultura y modo de vida.

¿Cuál era el estándar de culto de los musulmanes durante las batallas? A este respecto, Hazrat Musleh Maud (ra) afirma:

“Todo en el mundo alcanza progreso gradualmente. Ni siquiera las mayores hazañas se logran en un solo momento. Incluso en la época del Santo Profeta (sa) no todos observaban la oración de tahayud (la oración voluntaria de mitad de la noche). Más bien, este hábito les fue inculcado gradualmente y aunque está probado que a veces el Santo Profeta (sa) no ofrecía la oración de tahayud durante las batallas, no obstante en la era de Hazrat Umar (ra) los musulmanes ofrecían la oración de tahayud incluso en los días de combate. Es posible que el Santo Profeta (sa) también se despertara para la oración de tahayud durante los días de batalla, pero está probado que en ciertas ocasiones no ofrecía la ofrecía en días de confrontación. De todas formas, en la época de Hazrat Umar (ra), los musulmanes rezaban la oración de tahayud incluso en la batalla. Una vez, Heraclio decidió lanzar un ataque repentino contra los musulmanes, porque tras muchas discusiones, se decidió finalmente que no tenía sentido lanzar un ataque repentino, ya que los musulmanes no dormían por la noche y en su lugar ofrecían la oración de tahayud. Este es otro rasgo distintivo de su progresión que no se encontraba en ellos en los primeros días y, por lo tanto, el Santo Profeta (sa) tenía que instarles y exhortarles en gran medida a ofrecerla; pero más tarde, incluso los que eran débiles, habían desarrollado el hábito de ofrecer la oración de tahayud”.

Al mencionar las batallas que tuvieron lugar durante la era de los Julafa-e-Rashidin (los Jalifas Rectamente Guiados), Hazrat Musleh Maud (ra) afirma:

“El Islam no solo ha dado la orden de desafiar y defenderse contra los agresores sino que, debido a ciertos conocimientos y razones, también ha ordenado soportar las injusticias con paciencia. Por tanto, cuando por un lado Dios Altísimo concede el permiso de que si uno recibe una bofetada puede devolverla, por otro dice además que si uno siente que sería mejor y más sabio no tomar represalias, entonces debe permanecer sereno y no tomar represalias de la misma manera en la que ha sido dañado. Por consiguiente, este argumento que se presenta generalmente en estos casos refuta la acusación formulada por el enemigo contra Hazrat Abu Bakar (ra), Hazrat Umar (ra) y Hazrat Uzman (ra). Está claro que Hazrat Abu Bakar (ra) no cometió ninguna injusticia, sino que fue el emperador bizantino quien la cometió; Hazrat Umar (ra) no cometió ninguna injusticia, sino que fue Cosroes quien la cometió; Hazrat Uzman (ra) no cometió ninguna injusticia, sino que fueron las tribus que habitaban en Afganistán y Bujara y los kurdos, etc. quienes cometieron injusticias.

Sin embargo, no encontramos ningún argumento o razón de por qué Hazrat Abu Bakar (ra), Hazrat Umar (ra) y Hazrat Uzman (ra) no los perdonaron y pasaron por alto sus errores. Cuando Hazrat Abu Bakar (ra) partió para la batalla, pudo haberle dicho al emperador bizantino que cierto comandante había cometido un error y que si su gobierno se disculpaba por ello, lo perdonarían y si no, procederían a la lucha. No le dijo al emperador bizantino que él o una parte de su ejército había cometido una injusticia en cierta ocasión, pero como las enseñanzas del Islam establecen que uno puede perdonar a su enemigo, en consecuencia si buscaba una disculpa, estaba dispuesto a perdonar. De hecho, en cuanto cometían una injusticia, los musulmanes estaban dispuestos a desafiarlos en la batalla y seguían desafiándolos.

Del mismo modo, cuando los soldados de Cosroes atacaron en la frontera de Irak, una batalla entre los Compañeros (ra) y Cosroes estaba políticamente justificada y era lícita, pero Hazrat Umar (ra) podía haber dicho a Cosroes que él mismo a lo mejor no había dado la instrucción de atacar, pero los soldados lo hicieron por su propia voluntad, por lo que los musulmanes estaban dispuestos a pasar por alto este ataque, siempre que se disculparan y mostraran remordimiento por su acción, aunque Hazrat Umar (ra) no lo hizo. De nuevo, en la época de Hazrat Uzman (ra), no le dijo al enemigo que aunque habían cometido una injusticia, como su religión también enseña a perdonar las injusticias del prójimo, los perdonarían. De hecho, se levantó inmediatamente para desafiarlos y envió sus ejércitos, luchó contra ellos y continuó luchando contra ellos. Después de todo, ¿cuál era la razón de esto?”.

Hazrat Musleh Maud (ra) continúa diciendo:

“Si reflexionamos sobre esto, descubriremos que no había ninguna otra razón para ello, excepto el hecho de que Hazrat Abu Bakar (ra) sabía que cuando el peligro externo disminuyera, comenzaría el conflicto interno. Consideraba que no era el emperador bizantino quien lanzaba un ataque, sino que en realidad era Dios, para que a través de esta prueba los musulmanes se reformaran y se les inculcara una nueva vida y ello provocara una transformación en ellos mismos. Hazrat Umar (ra) sabía que no fue Cosroes quien lanzó el ataque, sino que en realidad fue Dios quien lo hizo para que los musulmanes no se volvieran negligentes e indolentes, y se sumergieran en las actividades materiales, sino que debían permanecer siempre vigilantes y estar preparados. Hazrat Uzman (ra) sabía que no eran las diversas tribus las que lanzaron un ataque contra los musulmanes, en realidad era Dios, para que los musulmanes se volvieran vigilantes y se inculcaran una nueva vida y espíritu dentro de sí mismos”.

 Hazrat Musleh Maud (ra) mencionó esto en uno de sus sermones y basándose en ello aconsejó entonces a la Yamat que uno tiene que pasar por pruebas y dificultades para poder progresar en la espiritualidad. Si queremos mantener este principio incluso hoy en día, recordemos que estas pruebas y dificultades deben acercarnos a Dios Altísimo, y esto en sí se convierte en un medio para alcanzar el éxito y las victorias. Si por miedo mostramos reticencia en estos asuntos y no nos centramos en nuestra reforma, no podremos alcanzar el éxito; y cuando se logre el éxito y se acaben las dificultades, incluso entonces debemos seguir manteniendo nuestro vínculo con Al’lah. Por eso, en estos días en particular, debemos prestar más atención a Dios Altísimo y a nuestra mejora y progreso espiritual. Al final, Hazrat Musleh Maud (ra) afirmó que si no comprendemos este punto, entonces no hemos entendido nada en absoluto. Por tanto, este es un punto que todos los áhmadis deben tratar de entender en estos días.

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