Los Compañeros (Sahaba) del Profeta Muhammad (sa)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

Los Compañeros (Sahaba) del Profeta Muhammad (sa)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

Después de recitar Tashahud, Taawuz y Surah Al-Fatihah, Hazrat Jalifat-ul-Masih V (aba) declaró:

Hoy mencionaré al Compañero Hazrat Abdul’lah bin Rawahah. El nombre del padre de Hazrat Abdul’lah bin Rawahah era Rawahah Bin Za’labah. El nombre de su madre era Kabshah bint Waqid bin ‘Amr, que pertenecía al clan Banu Hariz de la tribu Jazrall de los Ansar. Hazrat Abdul’lah bin Rawahah participó en el Baiat en Aqabah y fue el líder de Bani Hariz bin Jazrall. Su nombre patronímico era Abu Muhammad. Algunos le mencionan también como Abu Rawahah y Abu Amr.

Un Ansar narra que el Mensajero de Al’lah (sa) estableció un vínculo de hermandad entre Hazrat Abdul’lah bin Rawahah y Hazrat Miqdad. Según Ibn Saad, fue uno de los escribas del Santo Profeta (sa). Hazrat Abdul’lah bin Rawahah participó en todas las batallas junto al Santo Profeta (sa), incluidas las batallas de Badr, Uhud, Jandaq, la batalla de Hudaibiyah, Jaybar y Umratul Qadaa. Fue martirizado durante la Batalla de Mautah y era uno de los comandantes durante esta batalla.

En una de las narraciones se menciona que Hazrat Abdul’lah bin Rawahah se presentó al Santo Profeta (sa), mientras pronunciaba un sermón. Durante el sermón, dijo a la gente [dentro de la mezquita]: “¡Sentaos!”. Cuando Hazrat Abdul’lah bin Rawahah escuchó estas palabras, todavía se encontraba fuera de la mezquita, pero se sentó de inmediato. Cuando el Santo Profeta (sa) terminó su sermón y se enteró de este incidente, le dijo:

[árabe]

“¡Que Al’lah aumente aún más tu deseo de obediencia a Al’lah y a Su Mensajero!”.

También se encuentra un incidente similar en los libros de Hadices, sobre Hazrat Abdul’lah bin Masud. Ya he narrado ese incidente en el sermón que pronuncié sobre él (sobre Hazrat Abdul’lah bin Masud). La narración sobre Hazrat Abdul’lah bin Masud es similar en el sentido de que él también se encontraba fuera y tan pronto como escuchó la orden, se sentó justo fuera de la puerta y luego entró en la mezquita arrastrándose sentado.

Hazrat Abdul’lah bin Rawahah solía ser el primero en partir de su casa para cualquier expedición y el último en regresar. Hazrat Abu Darda relata: “Busco refugio con Al’lah del día que no recuerde a Hazrat Abdul’lah bin Rawahah. Cuando venía y se encontraba conmigo, solía poner su mano sobre mi pecho”, es decir, solía hacerlo cada vez que se encontraban, que era a diario. Este comportamiento es necesario mencionarlo. Hazrat Abu Darda luego relata: “Cuando venía para saludarme de frente, ponía su mano sobre mi pecho, y tras saludarme antes de partir, solía poner su mano en mis hombros y me decía:

[árabe]

‘¡Oh Uwaimar! Ven, sentémonos un rato y renovemos nuestra fe.’

Así que nos sentábamos y recordábamos a Dios Altísimo, durante el tiempo que Dios quería. Entonces, Abdul’lah bin Rawahah decía: ‘¡Oh Uwaimar! Estas reuniones son para la fe.”

Se menciona en Kitab az-Zuhd, un libro de Hazrat Imam Ahmad, que cuando Hazrat Adbul’lah bin Rawahah se encontraba con alguno de sus Compañeros, solía decir: “Ven, sentémonos y rejuvenezcamos nuestra fe en nuestro Señor.” Se menciona en el mismo libro que el Santo Profeta (sa) dijo: “¡Que Al’lah tenga piedad de Abdul’lah bin Rawahah. Le encantan esas reuniones, de las cuales incluso los ángeles se sienten orgullosos!”

Hazrat Abu Huraira relata que el Santo Profeta (sa) dijo,

[árabe]

“¡Qué hombre tan excelente es Hazrat Abdul’lah bin Rawahah!”

Después de la conquista de Jaybar, el Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Abdul’lah bin Rawahah para una estimación del rendimiento de la fruta y la tierra. En una ocasión, Hazrat Abdul’lah bin Rawahah cayó tan enfermo que perdió la consciencia. El Santo Profeta (sa) vino a visitarlo y dijo: “¡Oh Al’lah! Si su hora señalada está cerca, entonces facilítale las cosas”. En otras palabras, si el momento de su fallecimiento está cerca, entonces haz las cosas fáciles, y si su hora señalada aún no se ha acercado, entonces concédele salud. Después de esta oración, la fiebre de Hazrat Abdul’lah bin Rawahah disminuyó. Sintiendo esta mejora [en su salud], dijo: “¡Oh Profeta de Al’lah (sa)! Mi madre decía: “¡Oh, mi montaña y mi apoyo!”. Cuando estaba enfermo, vi a un ángel con un palo de hierro que me preguntaba si realmente yo era así. Ante esto, respondí que sí. Posteriormente, me golpeó con el palo de hierro.”

Hay otra narración similar, y parece ser más correcta. En ella se dice que un ángel sostenía un garrote de hierro y le preguntaba si realmente era como le describía su madre; es decir, si era como una montaña y su apoyo [ya que esta es una forma de Shirk (asociar partícipes con Dios)]. Hazrat Abdul’lah bin Rawahah dijo: “Si hubiera dicho que era así, ciertamente me habría golpeado con el palo de hierro.”

También fue poeta y estuvo entre aquellos que solían responder a los insultos de los opositores en nombre del Santo Profeta (sa). Algunos de estos versos son los siguientes:

[árabe]

“Reconocí la bondad en tu bendito ser [el Santo Profeta (sa)] y Dios sabe que mis ojos no fueron engañados. Eres el Profeta. Quienquiera que sea privado de su intercesión en el Día del Juicio, no valdrá nada. Por lo tanto, que Dios le conceda [al Santo Profeta (sa)] firmeza en las cualidades que le ha dotado, así como le otorgó a Moisés (as) firmeza, y que Dios lo ayude tal como se ayudó a los Profetas del pasado.”

Al escuchar estos versos, el Santo Profeta (sa) dijo:

“¡Oh, hijo de Rawahah! ¡Que Dios te conceda firmeza!”.

Hisham bin Urwah dijo que, debido a esta oración, Dios le dio una gran firmeza, tanto que cuando fue martirizado y las puertas del cielo se abrieron para él, entró allí.

Ibn Sa’d relata que cuando se reveló el siguiente versículo:

:

[árabe]

“Y en cuanto a los poetas, son los errantes quienes los siguen”.

Hazrat Abdul’lah bin Rawahah dijo que Dios Altísimo sabe muy bien si soy de entre ellos. Ante esto, se reveló el siguiente versículo:

[árabe]

“Salvo a los que creen y hacen buenas obras”.

El autor de Mu’yam-ush-Shu’ara escribe que incluso durante la era de la ignorancia, Hazrat Abdul’lah bin Rawahah era reconocido e incluso en el islam, tiene un estatus alto y elevado. Hazrat Abdul’lah compuso un pareado en alabanza al Santo Profeta (sa) que se conoce como uno de sus más grandes pareados. Este pareado captura el estado de su corazón en el que Hazrat Abdul’lah (ra) se dirige al Santo Profeta (sa) y dice:

[árabe]

“¡Oh Muhammad! Incluso si no tuviera los innumerables signos que hablan de tu veracidad, tu semblante solo es suficiente para declarar tu veracidad”.

Hazrat Abdul’lah bin Rawahah (ra) sabía leer y escribir en la era de la ignorancia [antes del advenimiento del islam], una época en que la práctica de la escritura no prevalecía entre los árabes.

Después de que la batalla de Badr llegara a su fin, el Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Zaid bin Harizah (ra) de Badr a Medina y Hazrat Abdul’lah bin Rawahah (ra) a Awaali para dar noticia de la victoria. Awaali es el nombre del área situada de 4-8 millas al norte de Medina, donde se encuentra el pueblo de Qubaa y algunas tribus.

Hazrat Sa’id bin Yubair (ra) relata que el Santo Profeta (sa) entró en el Masyid Haram en su camello y tocó el Hallr-e-Aswad [piedra negra] con su bastón. Junto a él también estaba Hazrat Abdul’lah bin Rawahah (ra), que sostenía las riendas del camello del Santo Profeta mientras recitaba los siguientes versos:

[árabe]

“¡Oh incrédulos! Abrid paso al Santo Profeta (sa), porque después de aceptarlo os hemos dado un golpe que desubica a la cabeza de su lugar de descanso. Hazrat Qais bin Abi Hazim (ra) relata que el Santo Profeta (sa) le dijo a Hazrat Abdul’lah bin Rawahah (ra) que desmontara e hiciera que nuestros camellos se movieran, es decir, que recitara algo de poesía de tal manera que los camellos se movieran rápidamente, canciones que se entonaban para mover a los camellos. Él respondió: “¡Oh Mensajero (sa) de Al’lah, he abandonado tal poesía! Hazrat Umar (ra) luego dijo: “Escucha y obedece”. En consecuencia, Hazrat Abdul’lah bin Rawahah (ra) se desmontó de su camello y recitó los siguientes pareados:

[árabe]

“¡Oh Señor! Si no fuera por Ti, no hubiéramos obtenido guía, dado limosna u ofrecido oraciones. Envíanos paz y tranquilidad y concédenos firmeza cuando nos encontremos con el enemigo, porque los incrédulos nos han atacado.”

Waqi’ también ha narrado esto, con diciendo que otro narrador incluyó el siguiente añadido:

[árabe]

“Y si desean crear desorden, nos oponemos”, es decir, que si quieren seguir creando disputas, vamos a poner fin a este desorden, y no permitir que se extienda.

El narrador luego declara que el Santo Profeta (sa) dijo: “Oh Al’lah, ten piedad de ellos”, a lo que Hazrat Umar (ra) respondió: “Ha sido ordenado”. En otras palabras, que a través de las oraciones del Santo Profeta (sa) esta misericordia ha sido prescrita.

Hazrat Ubadah bin Samit (ra) relata que cuando el Santo Profeta (sa) fue a visitar a Hazrat Abdul’lah bin Rawahah (ra) mientras estaba enfermo, no podía levantarse de su cama. El Santo Profeta (sa) preguntó: “¿Saben quiénes son los mártires de mi ummah [gente]?” La gente respondió: “los mártires son los musulmanes que son asesinados.” El Santo Profeta (sa) dijo: “En ese caso, habría muy pocos mártires en mi ummah” y luego dijo: “El musulmán que es asesinado es un mártir, el que muere debido a una enfermedad del estómago es un mártir, el que se ahoga es un mártir y la mujer que muere durante el parto es una mártir. Todos estos son varios tipos de martirio.”

Hazrat ‘Urwah bin Zaid (ra) relata que el Santo Profeta (sa) nombró a Hazrat Zaid bin Harizah (ra) comandante del ejército con ocasión de la batalla de Mu’tah y declaró que si Hazrat Zaid (ra) era martirizado, entonces Hazrat Ya’far bin Abi Talib (ra) sería el comandante. Si él también era martirizado entonces Hazrat Abdul’lah bin Rawahah (ra) asumiría el control. Si Abdul’lah (ra) también era martirizado, entonces los musulmanes debían nombrar a quien desearan como comandante. Cuando el ejército estaba preparado y listo para partir, la gente despidió a los comandantes designados del Santo Profeta (sa) y rezaron por su seguridad. Cuando se despedían a los comandantes del Santo Profeta (sa) y Hazrat Abdul’lah bin Rawahah (ra), comenzó a llorar. La gente preguntó por qué lloraba, a lo que él respondió: “Por Dios, que no tengo absolutamente ningún amor ni deseo por el mundo. Sin embargo, escuché al Santo Profeta (sa) hablar con respecto al versículo del Corán:

[árabe]

“Mas no hay ninguno de vosotros que no llegue a él (al infierno). Es un decreto irrevocable de tu Señor”. Por lo tanto, después de haber recorrido este delicado camino [el Día del Juicio Final,] no sé cuál será mi estado “.

El Fuego ha sido mencionado en el versículo anterior, que le causó preocupación,  mientras que en otros versículos se afirma claramente que este no es el caso de un creyente y del que toma la yihad en el camino de Al’lah. Sin embargo, los musulmanes le dijeron que Dios Altísimo estaría con él y lo traería de vuelta a ellos con seguridad.

Está escrito en una nota al pie de Tafsir-e-Saghir, y también en Tafsir-e-Kabir que este no será el destino para un creyente, pero sí para los incrédulos. El Mesías Prometido (as) lo ha explicado también a la luz de algunos Hadices. El resumen de la nota de pie de página de Tafsir-e-Saghir es que en el Sagrado Corán se mencionan dos tipos de infierno: uno en esta misma vida y el otro en el más allá. Donde se declara que “todos entrarán al infierno”, no significa que los creyentes también entrarán allí, más bien significa que los creyentes experimentarán algún aspecto del infierno en esta misma vida, es decir, los incrédulos les infligirán todo tipo de sufrimiento. Además, del Sagrado Corán se evidencia que los creyentes nunca entrarán al Fuego del Infierno, porque según el Sagrado Corán, se afirma con respecto a los creyentes:

[árabe]

“No oirán el más ligero sonido suyo; y morarán en lo que sus almas desean”.

Por lo tanto, el significado de los creyentes que entran al fuego es que sufrirán aflicciones en esta vida.

El Santo Profeta (sa) incluso ha declarado la fiebre como un tipo de fuego, donde afirma:

[árabe]

“La fiebre es una parte del Fuego Infernal para cada creyente”.

Sin embargo, esta fue una breve explicación. Los creyentes despidieron al ejército y rezaron para que fueran salvaguardados de todo mal del enemigo.

Hazrat Abdul’lah (ra) bin Rawahah recitó los siguientes versos:

[árabe]

“Pero busco el perdón de Dios Misericordioso, y busco la capacidad para dar tal golpe con mi espada, que se haga una gran herida y de ese modo la sangre salga fuera en borbotones”. La capacidad de lanzar ataques con lanza, con completa preparación y con sed de sangre, que atraviese los intestinos y el hígado. [Puedo continuar luchando valientemente] hasta mi muerte y cuando los demás visiten mi tumba, digan: “¡Oh, tú que participaste en la batalla, que Al’lah Te conceda el bien!’ y Al’lah en verdad lo haya hecho”.

Hazrat Abdul’lah (ra) bin Rawahah se presentó ante el Santo Profeta (sa). El Santo Profeta (sa) le despidió y luego el ejército partió. El ejército continuó viajando y se detuvo en un lugar de Ma’aan, una ciudad situada en Siria hacia Hayaz, en las afueras de Balqaa. Fue allí donde supieron que Hércules, junto con 100,000 soldados romanos y 100,000 soldados árabes estaba en Ma’aab. Ma’aab es también una ciudad situada en las afueras de Balqaa. Los musulmanes permanecieron en Ma’aan durante dos días y llegaron al consenso de enviar a alguien al Santo Profeta (sa) para informarle de la enormidad del enemigo, es decir, que el enemigo disponía de un número extremadamente grande de efectivos. Pensaron que el Santo Profeta (sa) enviaría refuerzos o emitiría otro mandato. Sin embargo, Hazrat Abdul’lah (ra) bin Rawahah alentó a los musulmanes y revitalizó su pasión. Posteriormente, los musulmanes, a pesar de ser solo 3.000 en número, marcharon y se encontraron con el ejército romano en Balqaa cerca de un lugar llamado Musharif. Existen numerosas áreas a las que fueron con el nombre de Mushaarif: una estaba situada cerca de Farán, otra cerca de Damasco y la otra cerca de Balqaa. Desde este lugar, el ejército musulmán avanzó hacia Mautah.

Hazrat Anas (ra) relata que el Santo Profeta (sa) anunció a la gente la noticia del martirio de Hazrat Zaid (ra), Hazrat Yafar (ra) y Hazrat Abdul’lah bin Rawahah (ra), cosa que hizo antes de que las noticias de este incidente les llegaran directamente, es decir, el Santo Profeta (sa) informó a la gente antes de que tuvieran noticias sobre ello.

El Santo Profeta (sa) dijo: “Zaid (ra) fue martirizado mientras sostenía la bandera, después Yafar (ra) cogió la bandera y también fue martirizado; y entonces Abdul´lah bin Rawahah (ra) agarró la bandera y también fue martirizado”. Mientras el Santo Profeta (sa) decía esto, las lágrimas fluían de sus ojos. El Santo Profeta (sa) dijo entonces: “la bandera fue tomada por una de las espadas de Dios y finalmente Dios Altísimo otorgó la victoria a los musulmanes a través de él”. Cuando el Santo Profeta (sa) se enteró del martirio de Hazrat Zaid bin Hariza (ra), Hazrat Yafar (ra) y Hazrat Abdul’lah bin Rawahah (ra), se puso de pie para rendirles homenaje. El Santo Profeta (sa) comenzó con Hazrat Zaid (ra) y declaró:

[árabe]

“¡Oh Al´lah, concede el perdón a Zaid (ra)! ¡Oh Al´lah, concede el perdón a Zaid (ra)! ¡Oh Al´lah, concede el perdón a Zaid (ra)! ¡Oh Al´lah, concede el perdón a Yafar (ra) y a Abdul’lah bin Rawahah (ra)!”

Hazrat Aisha (ra) narra que cuando Hazrat Zaid bin Hariza (ra), Hazrat Yafar (ra) y Hazrat Abdul’lah bin Rawahah (ra) fueron martirizados, el Santo Profeta (sa) se fue y se sentó en la mezquita; y en su semblante eran visibles los sentimientos de dolor y tristeza.

Hazrat Musleh Maud (ra) ha explicado el relato de la Batalla de Mautah de la forma siguiente. Esto ha sido mencionado con anterioridad en relación a Hazrat Zaid (ra), pero no obstante voy a mencionar de nuevo una parte del relato. Hazrat Musleh Maud (ra) relata que:

“El Santo Profeta (sa) había nombrado a Zaid (ra) como el comandante del ejército. Sin embargo, el Santo Profeta (sa) también dijo: “He nombrado a Zaid (ra) como el comandante del ejército, pero si Zaid es martirizado durante la batalla, Yafar (ra) tomará el mando del ejército; y si Yafar también es martirizado, entonces Abdul’lah bin Rawahah (ra) le relevará; y si él también es martirizado, entonces los musulmanes deberán elegir a su propio comandante del ejército”.

Cuando el Santo Profeta (sa) dijo esto, un judío, que también se encontraba sentado en la compañía del Santo Profeta (sa) dijo: “Aunque no creo que seas un Profeta, si eres verdadero, ninguno de esos tres individuos regresará con vida, porque todo lo que dice un Profeta ciertamente se cumple”. El judío fue a visitar a Hazrat Zaid (ra) y le dijo: “si tu Profeta es veraz, entonces no regresarás con vida”. Hazrat Zaid (ra) contestó: “Dios sabe mejor si volveré de esta batalla con vida o no, pero lo que es una verdad irrefutable es que nuestro Mensajero (sa) es verdadero”.  A pesar de no creer en el Santo Profeta (sa), el judío sabía que las palabras del Santo Profeta (sa) se cumplirían, pero ésta es la actitud obstinada de aquellos que no aceptan en ningún caso la verdad.

Hazrat Musleh Maud (ra) continua:

“La sabiduría de Dios se dispuso de forma que este incidente se cumplió tal y como se predijo. Primero Hazrat Zaid (ra) fue martirizado; después Hazrat Yafar (ra) tomó el mando y también fue martirizado. Más tarde, Hazrat Abdul’lah bin Rawahah (ra) asumió el mando del ejército y también fue martirizado. En ese momento, el ejército musulmán podía haberse dispersado, pero Hazrat Jalid bin Walid (ra) cogió la bandera en su mano a instancia de los musulmanes. Dios dio la victoria a los musulmanes a través de él y ejército regresó a salvo”.

El siguiente relato que voy a narrar ha sido mencionado anteriormente, sin embargo, este incidente demuestra la sinceridad y la devoción de Hazrat Abdul’lah bin Rawahah (ra) y también su amor por el Santo Profeta (sa), y por el islam. Por ello, lo voy a narrar una vez más.

Hazrat Urwah relata que Hazrat Usama bin Zaid (ra) le dijo que una vez que el Santo Profeta (sa) estaba montando un burro que tenía una silla puesta. Debajo de la silla de montar había una manta hecha en Fadak. El Santo Profeta (sa) colocó a Hazrat Usama bin Zaid (ra) detrás de él y se dirigieron a los [complejos de] Banu Hariz bin Jazrall para preguntar sobre Hazrat Sa’d (ra) bin Ubadah, que estaba enfermo en ese momento. El incidente narrado tuvo lugar antes de la Batalla de Badr. Mientras viajaban, pasaron por una reunión en la que algunos musulmanes, idólatras y judíos se sentaron todos juntos. Abdul’lah bin Ubayy y Hazrat Abdul’lah (ra) bin Rawahah también estaban en esta reunión. Mientras el Santo Profeta (sa) pasaba, el polvo de su montura cayó sobre los allí reunidos, Abdul’lah bin Ubayy se cubrió la nariz y dijo: “¡No arrojéis polvo sobre nosotros!” El Santo Profeta (sa) ofreció “assalamu alaikum” – saludos de paz-  y se detuvo y desmontó. El Santo Profeta (sa) los invitó a Al’lah y recitó el Sagrado Corán. Abdul’lah bin Ubayy bin Salul respondió: “¡Esto no está bien! Si lo que dices es cierto, incluso entonces no deberías venir a nuestra reunión e interrumpirla. En lugar de eso, regresa al lugar de donde viniste e informa a los que vengan a ti”. Al escuchar esto, Hazrat Abdul’lah (ra) bin Rawahah, inmediatamente dijo:“ ¡Oh Profeta (sa) de Al’lah! Deberías venir a nuestras reuniones y recitarnos porque disfrutamos mucho con ello”.

No mostró ningún temor a nadie y, de hecho, también se produjo un altercado, pero en cualquier caso, demostró su carácter en esta ocasión.

Hazrat Ibn Abbas (ra) relata que el Santo Profeta (sa) envió una vez a algunos de sus Compañeros (ra) en una expedición y Hazrat Abdul’lah (ra) bin Rawahah también formó parte de esta delegación. Era un viernes y el resto de los Compañeros (ra) que formaban parte de la delegación se habían ido. Sin embargo Hazrat Abdul’lah (ra) bin Rawahah dijo que se quedaría atrás para ofrecer sus oraciones del viernes detrás del Santo Profeta (sa) y sí lo hizo, y luego se uniría a los demás. Cuando el Santo Profeta (sa) vio a Hazrat Abdul’lah (ra) bin Rawahah también ofreciendo su oración junto a él, dijo: “¿Qué te impidió ir con tus Compañeros?” Hazrat Abdul’lah (ra) bin Rawahah respondió: “Fue mi deseo ofrecer la oración del viernes detrás de ti y luego unirme a los demás “. El Santo Profeta (sa) declaró:” Incluso si gastaras toda la riqueza en esta tierra, no podrás obtener las mismas bendiciones de los que ya se han ido “. El Santo Profeta (sa) declaró además que la delegación que envió para esta expedición era más importante en ese momento que las oraciones de los viernes y que podrían haber realizado sus oraciones de los viernes mientras viajaban.

Hazrat Abu Darda (ra) relata que una vez Hazrat Abdul’lah (ra) bin Rawahah se fue con el Santo Profeta (sa) en un día extremadamente caluroso del mes de Ramadán. Afirma que el calor era tan intenso que todos se cubrían la cabeza del sol con las manos. Afirma que ninguno de ellos estaba ayunando en ese momento, aparte del Santo Profeta (sa) y Hazrat Abdul’lah (ra) bin Rawahah.

Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) escribe:

“Al llegar a Medina, la primera tarea fue la construcción de Masyid-e-Nabawi (mezquita del Profeta). El lugar donde la camella del Santo Profeta (sa) eligió para descansar, era propiedad de dos niños de Medina llamados Sahl y Suhail, que vivían bajo la tutela de Ḥaḍrat As’ad bin Zurarah (ra). Este era un terreno vacante, en el que se habían plantado algunas palmeras datileras en una zona. En otra área, había ruinas, etc. El Santo Profeta (sa) seleccionó esta parcela para construir el Masyid-e-Nabawi, y sus propias viviendas. Este terreno fue comprado por 10 dinares, o aproximadamente 90 rupias. La superficie fue nivelada y despejada de árboles, después de lo cual se inició la construcción de Masyid-e-Nabawi. El Santo Profeta (sa) suplicó a Dios, y puso él mismo la piedra fundacional. Al igual que en la construcción de la mezquita de Qaba’, los Compañeros trabajaron como constructores y obreros. El Santo Profeta (sa) también participaba a veces.

Ocasionalmente, mientras levantaban ladrillos, los Compañeros recitaban el siguiente pareado de Abdul’lah bin Rawahah Ansari (ra):

[árabe]

“Esta carga no es la carga de los bienes comerciales de Jaibar, que llegan cargados sobre los lomos de los animales, sino, ¡Oh, Nuestro Señor! Esta es la carga de la virtud y la pureza, que llevamos para tu placer”.

A veces, los Compañeros recitaban el siguiente pareado de Abdul’lah bin Rawahah (ra):

[árabe]

“¡Oh, Nuestro Al’lah! La verdadera recompensa es sólo la del Más Allá. Envía misericordia a los Anṣar y a los Muhayirin”.

Cuando los Compañeros recitaban este pareado, a veces, el Santo Profeta (sa) se unía también. De esta manera, después de un largo periodo de trabajo, la mezquita fue completada.

Estos fueron relatos de la vida de Hazrat Abdul’lah bin Rawahah (ra), y me gustaría mencionar sobre un miembro fallecido y dirigir su oración fúnebre, por lo tanto sólo he mencionado un Compañero (del Santo Profeta (sa))

Ahora, como acabo de decir, mencionaré algunos detalles de un miembro fallecido, el estimado Dr. Latif Ahmad Qureshi Sahib, hijo de Sr. Manzur Ahmad Qureshi. Falleció el 19 de enero de 2020 alrededor de la 1 de la tarde a la edad de aproximadamente 80 años: “¡Ciertamente a Dios pertenecemos y a Él retornaremos!”.

Por la gracia de Dios Altísimo, el difunto era un Musi. Nació en Allmer Sharif, India. Su padre, el Sr. Manzur Qureshi, hizo el Bai’at a manos de Hazrat Musleh Maud (ra) en 1937. Su madre, que aún vive, la respetada Sra. Mansurah Bushra, es la nieta materna de Hazrat Munshi Fiaz Ali Kapurthalvi, quien fue Compañero del Mesías Prometido (as). También es la nieta paterna de Hazrat Sheij Abdul Rashid Mirthi.

Los respetados padres del Dr. Qureshi emigraron a Lahore después de la independencia de Pakistán. Él aprobó el bachillerato en Lahore y obtuvo el primer puesto. Luego se inscribió en el Colegio Médico King Edward. Fue uno de los estudiantes más jóvenes en aprobar sus exámenes de MBBS y esto fue particularmente mencionado por el director del colegio. Para continuar su educación, viajó al Reino Unido en 1961. Inicialmente hizo un diploma en salud infantil y luego obtuvo un título en MRCP. Luego trabajó como consultor en un hospital en Yeovil, Somerset y se especializó en enfermedades y dolencias relacionadas con el corazón. En 1968, Hazrat Jalifatul Masih III (rh) preguntó al Dr. Sahib cuándo planeaba volver y el Dr. Sahib respondió que cuando Hazur se lo ordenara. Y así, Hazrat Jalifatul Masih III (rh) le pidió que volviera y se fue del Reino Unido y regresó a Pakistán.

El Dr. Qureshi fue nombrado para servir en el Hospital Fazle Umar de Rabwah y continuó trabajando allí durante un largo período de tiempo. El 11 de julio de 1983, fue nombrado Director Médico del Hospital Fazle Umar y continuó trabajando en este puesto hasta 1987. Siguió trabajando hasta los 60 años en el Hospital Fazle Umar y el 20 de agosto de 1998 se jubiló. Sin embargo, el 6 de septiembre de 1998, se reincorporó al Hospital Fazle Umar y continuó sirviendo por la gracia de Dios Altísimo hasta el 10 de septiembre de 2000. Por lo tanto, su servicio total fue de aproximadamente 30 años.

Además de servir como médico Waqf-e-Zindagi (devoto de la vida), el Dr. Latif Qureshi también tuvo la oportunidad de servir en varias oficinas en los departamentos centrales de Judam-ul-Ahmadía y Ansarul’lah. En la actualidad, se desempeñaba como Naib Sadr Ansarul’lah y también fue miembro del Maylis Iftaa durante los últimos dos años.

Escribió dos libros que fueron especialmente para los que viven en Pakistán; ‘Principios para preservar la Salud’ y ‘Vida Saludable’.

Su esposa, que era la hija de Maulana Abdul Malik Jan, falleció hace unos días. Mencioné acerca de ella el viernes pasado y también dirigí su oración fúnebre (en ausencia). Falleció aproximadamente quince días después del fallecimiento de su esposa.

Como mencioné con respecto a su esposa, al Dr. Latif Quraishi le sobreviven tres hijos y dos hijas. Su hijo, Dr. Ataul Malik, escribe:

“Desde que tengo memoria, nunca vi a mi padre faltar a las oraciones del Tahayud (oración voluntaria antes del amanecer). Nuestra madre nos decía que desde el primer día de su matrimonio, él ofrecía regularmente las oraciones de Tahayud y continuó con esta práctica durante más de cincuenta años.

Durante los últimos días de la enfermedad de mi madre, mi padre cuidaba mucho de ella; la llevaba al hospital y pasaba horas esperando a que terminara su diálisis y estaba en un estado de inquietud; a pesar de todo esto, nunca se perdía las oraciones de Tahayud.

Tenía gran simpatía por sus pacientes y cuidaba a los indigentes. Los pobres viajaban grandes distancias para obtener medicamentos y recibir tratamiento. No aceptaba honorarios de muchos de sus pacientes y a veces daba dinero de su propio bolsillo. Siempre nos aconsejaba que sólo Dios Altísimo tiene el poder de curar”. Aconsejaba especialmente a sus tres hijos que son médicos que siempre deben orar por sus pacientes.

Su hijo escribe:

“Muchas veces cuando le pedía a mi padre que rezara por un paciente mío, él llamaba al día siguiente y preguntaba por el paciente y mencionaba que rezaba por ellos”.

En 1969, trabajaba como asesor en Inglaterra, pero dejó todos los lujos y riquezas mundanas, y poniendo su confianza en Dios, se mudó a Rabwah. Tenía la completa convicción de que Dios Altísimo proveería para todos sus esfuerzos mundanos y espirituales y que sus hijos recibirían una buena educación. Así, Dios Altísimo derramó sus bendiciones sobre él y el Dr. Qureshi nunca sufrió ninguna dificultad financiera y sus hijos también recibieron una buena educación. La mayoría de sus hijos están establecidos en los Estados Unidos, tres de los cuales son doctores.

El Dr. Qureshi cuidó de sus padres e incluso hasta sus últimos días, preparaba la comida para su madre y la cuidaba bien. Como mencioné anteriormente, la madre del Dr. Qureshi está viva y vivía con él.

El hijo del Dr. Qureshi escribe:

“Mi padre me ayudó mucho en la preparación de los exámenes (de ingreso) para EE.UU. y nos animaba a los niños en todos los asuntos. Era reacio a cualquier forma de pretensión y vivía una vida sencilla. Antes de hacer cualquier cosa en su vida, ya fuera algo pequeño o significativo, siempre escribía al Jalifa y buscaba orientación”.

Su otro hijo, el Dr. Ahmad Mahmud Quraishi, escribe: “Hazrat Khalifatul Masih III (rh) dijo acerca de él que no era simplemente un Doctor, sino que ejerció su profesión con la ayuda de oraciones. Rezaba por cada paciente. Antes de escribir cualquier receta, siempre escribía:

[árabe]

“En el nombre de Allah, el Clemente, el Misericordioso”

y debajo escribía:

[árabe]

“Dios es el restaurador de la salud”. Aconsejaba a otros doctores que oren por sus pacientes, porque solo Dios Altísimo tiene el poder de curar “.

También escribe: “Durante los días en que mi madre falleció, un paciente vino a verlo desde Shorkot. En ese momento estaba sentado en el coche y se preparaba para ir a algún sitio. Se detuvo, atendió al paciente y le dio una receta. A menudo compraba él mismo las medicinas para sus pacientes”.

Su hija escribe: “Una señora me informó de que su padre sufrió un ataque al corazón y estaba solo en casa, (es decir, el padre de la mujer). Él [es decir, el Dr. Quraishi Sahib] fue a atenderlo e informó a los hijos de la persona. Se sentó con él y permaneció allí hasta que los hijos volvieron a casa”.

Cada año asistía al Yalsa Salana [Convención Anual] de Qadián y del Reino Unido. Tenía el hábito de trabajar duro y siempre lo hacía con gran diligencia. Su hija escribe: “Después del fallecimiento de nuestra madre, me pidió que le ayudara en todos los preparativos. Cuando lo terminé todo, me expresó su gratitud hasta tal punto que me sentí avergonzada. Durante todo esto, una de las cosas que me decía repetidamente era que completara todo lo antes posible, ya que no le quedaba mucho tiempo. En ese momento, no le presté mucha atención a esto y tampoco le pregunté sobre ello, ya que normalmente nunca compartía abiertamente sus sueños. Sin embargo, más tarde mi hermano me informó que su padre había visto un sueño sobre sí mismo y dijo que no le quedaba mucho tiempo. El día de su fallecimiento, se sentó en la clínica adyacente a la casa de 9 a 13 horas. Llegó a casa a la 1 pm, realizó su ablución y declaró su intención de ofrecer oraciones en Masyid Mubarak. Mientras se sentaba en su cama, se quitó los zapatos y sufrió un ataque al corazón; y así partió para encontrarse con su Creador”.

Tenía una relación cariñosa con sus vecinos y ellos también lo cuidaban mucho. Le apasionaba la poesía y la literatura; recitaba poemas de Durr-e-Zamin, Kalam-e-Mahmud y Durr-e-Adan en un tono melodioso. Grabó muchos casetes con diferentes poemas y era bastante erudito.

Syed Hussain Ahmad, que es misionero y también está casado con la cuñada del Dr. Quraishi Sahib, escribe: “El Dr. Sahib me dijo que cuando llegó a Lahore desde Londres (cuando se mudó a Pakistán para servir en el hospital de la Yama’at), fue directo a la oficina del Secretario Privado. Hazrat Jalifatul Masih III (rh) lo llamó para que entrara y le dijo: ‘¿Ha llegado usted?’. El Dr. Sahib respondió afirmativamente y dijo que había venido a prestar sus servicios. Hazrat Jalifatul Masih III (rh) dijo entonces que hizo pintar la casa del Dr. Sahib y que debería obtener las llaves de Nazir-e-Ala Sahib y permanecer allí. El Dr. Sahib  dijo entonces que cuando fue a la casa, encontró dos “charpoys” [un somier de madera ensartado con cuerdas entrelazadas]. Fue al mercado y compró dos más, así como otros artículos para la casa y comenzó a vivir allí. No hizo ninguna demanda ni mostró ninguna pretensión de que había venido de Inglaterra. En el primer Yalsa, recibió muchos invitados. Él mismo durmió en el suelo y ofreció su casa para los huéspedes. También cuidaba mucho de su suegro, Maulana Abdul Malik Jan Sahib y de su suegra”.

Hussain Sahib escribe además: “El Dr. Sahib solía decir que sus colegas médicos, que ocupaban varios puestos de alto rango, le preguntaban qué recibía a cambio de trabajar en un pequeño asentamiento como Rabwah? El Dr. Sahib respondía diciendo: ‘esas personas no tienen ni idea y nunca pueden entender verdaderamente lo que yo recibo a cambio de mi servicio en Rabwah’. Las oraciones [que uno puede ofrecer aquí] no tienen precio”.

Tuvo la oportunidad de tratar a Compañeros (ra) del Mesías Prometido (as), a Hazrat Nawab Mubarakah Begum Sahiba y a Hazrat Sayyida Amatul Hafiz Begum Sahiba. El Dr. Quraishi Sahib permaneció con Hazrat Jalifatul Masih III (rh) en Islamabad en los días previos a su fallecimiento; también tuvo la oportunidad de atender a otra gente mayor de la Yama’at.

El Dr. Abdul Jaliq Sahib escribe: “No sería una exageración escribir que el Dr. Quraishi Sahib, que ya no está con nosotros, era un médico que se ocupaba especialmente de los pobres. Durante más de medio siglo atendió a los pobres e indigentes de esta zona, independientemente de la religión o el origen de los pacientes. Cuando el difunto servía como jefe médico del Hospital [Fazl-e-Umar], iba personalmente a Lahore y comprobaba las tarifas de diversos equipos en el mercado. Luego compraba los artículos apropiados y a veces este proceso tomaba todo el día. Una de sus características era que siempre estaba atento al uso correcto del dinero y los recursos de la Yama’at. Inició los departamentos de ultrasonido y endoscopia en dicho hospital. Inicialmente caminaba o viajaba en bicicleta para visitar en sus hogares a personalidades de renombre y también a los Compañeros del Mesías Prometido (as), y les aconsejaba en consecuencia. Con respecto al Hospital Fazle Umar, decía: “las oraciones de los Julafah [Califas] del Ahmadíat están con este hospital, y con respecto a la curación y el tratamiento de los pacientes, por la gracia de Al’lah, aquí he sido testigo de innumerables milagros”.

El Dr. Sultán Mubashar Sahib escribe: “Durante su servicio en el Hospital Fazl-e Umar, que duró aproximadamente 30 años, tuvo que soportar varias pruebas. Sin embargo, su humilde disposición era tal que se sometía ante cada prueba y al enfrentarse a ellas, mantenía su honor y dignidad, y ofrecía súplicas ante Dios Altísimo”. Sultán Mubashar Sahib está en lo cierto en lo que escribe, ya que soy consciente de ciertos asuntos en los que el Dr. Sahib siempre mantuvo su dignidad y, sin una palabra de queja, soportó las dificultades a las que se enfrentó. Como resultado, Al’lah Todopoderoso le otorgó muchas bendiciones. Nunca se quejó contra ningún funcionario, ni compartió con nadie las quejas o injusticias personales de sus colegas.

El Dr. Sultán Mubashar Sahib afirma que no era sólo un médico para los ricos o la nobleza, sino que trataba a todo el mundo, y como se mencionó anteriormente, éste era uno de sus atributos. El Dr. Sultán Mubashar Sahib escribe un incidente: “Un día, la esposa del chófer de Rahmat Ali Sahib fue llevada a la sala de emergencias. Le pedí al Dr. Quraishi Sahib que viniera al hospital. De su casa llegó al hospital a los pocos minutos, a Darul Ulum Sharqi. (Su casa no estaba cerca del hospital, de hecho, su casa estaba situada al otro lado de Rabwah, pero fue inmediatamente al hospital).

Era muy leal a la Yama’at. En ocasiones, cuando nosotros, los médicos jóvenes, nos sentíamos abatidos por las estrictas medidas disciplinarias de nuestros superiores, el Dr. Quraishi Sahib nos sentaba y nos explicaba que debíamos obedecer al Nizaam [organización] a toda costa y soportar todo con paciencia. Cuando su esposa, Shaukat Sahiba, falleció, al día siguiente, de hecho, también iba a tener lugar la ceremonia de Walima [matrimonio] de dos de sus sobrinos. El Dr. Quraishi Sahib fue a la casa del novio y les informó sobre el fallecimiento de su esposa, pero les aconsejó que continuaran con los preparativos del matrimonio, y que no los pospusieran”. Como se ha mencionado, su esposa era la tía materna de los dos novios, es decir, la ceremonia era de los dos hijos de Hussain Sahib. Sin embargo, el Dr. Sahib les aconsejó que continuaran con la boda y que no la cancelaran. Su hijo, el Dr. Mahmud, dijo que no asistiría a la ceremonia de matrimonio, pero el Dr. Quraishi Sahib le aconsejó que se contentaran con la Voluntad de Dios; y luego dijo además que era en estas circunstancias en las que se pone a prueba a las personas, y se mide su nivel de paciencia y satisfacción con la Voluntad de Dios. Luego llevó a su hijo con él y participó en la ceremonia de matrimonio y, por reverencia a la ocasión, se aseguró de que nadie de su área supiera de la muerte de su mujer hasta que la ceremonia de matrimonio había concluido.

¡Que Al’lah Todopoderoso derrame su misericordia y perdón sobre él! Ambos padres han fallecido en un corto espacio de tiempo. ¡Que Al’lah conceda a sus hijos paciencia y firmeza! ¡Que Al’lah permita a los hijos continuar con las virtudes de ambos padres! Como se mencionó, la madre del Dr. Quraishi Sahib está viva, pero no se encuentra bien. ¡Que Al’lah se apiade de ella y le conceda Sus bendiciones!

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