Los Compañeros (Sahaba) del Profeta Muhammad (sa)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
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Los Compañeros (Sahaba) del Profeta Muhammad (sa)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

Después de recitar el Tashahud, Ta’awuz y Surah Al-Fatiha, Hazrat Jalifat-ul-Masih V (aba) declaró:

Hazrat Jalad Bin ’Amr Bin Yamu Ansari era un Sahabi, uno de los Compañeros del Santo Profeta (sa) que participó en la Batalla de Badr. Se unió a la Batalla de Badr junto con su padre Hazrat ’Amr Bin Yamu y sus hermanos Hazrat Mu’az, Hazrat Abu Aiman ​​y Hazrat Mu’awwaz. (Usdul Ghaba, Vol. 1, p. 184, Khallad Bin Amrra, Dar-ul-Kutub Ilmiyyah, Beirut, 2003)

Sobre Hazrat Abu Aiman se dice también ​​que no era su hermano sino el esclavo liberado de su padre, Hazrat ’Amr Bin Yamu. Cuando el Santo Profeta (sa) se dirigió a la Batalla de Badr, él y su ejército acamparon en Suqya, un lugar a las afueras de Medina.

Hazrat Abdul-lah Bin Qatadah narra sobre su padre que “el Mensajero de Al-lah (sa) ofreció oraciones en Suqya, un lugar a las afueras de Medina, donde también se encontraba un pozo. El Santo Profeta (sa) rezó por la gente de Medina.”

Hazrat Addi bin Abi Al-Zawwa y Bisbis bin Amr se acercaron al Santo Profeta (sa) en el mismo lugar donde había acampado, y según otras narraciones, Hazrat Abdul-lah bin Amr bin Haraam también se acercó a ver al Santo Profeta (sa). Dijeron:

“¡Oh Mensajero de Al-lah (sa)! Acampar aquí y valorar la fuerza del ejército es de hecho algo excelente y creemos que es un buen presagio. La razón es que cuando tuvo lugar la batalla entre nosotros, es decir, entre Banu Salma y ​​Ahle Husaiqa, acampamos en este mismo lugar. (Se refería a un incidente anterior antes de la llegada del islam). En las afueras de Medina hay una montaña llamada Zubab, y Husaiqa estaba situada no muy lejos de allí, donde residían muchos judíos”.

Afirma: “Fue en este lugar donde también realizamos una valoración de nuestro ejército y solamente permitimos luchar a aquellos que eran fuertes. Los que no tenían fuerza para sostener un arma fueron enviados de vuelta. Entonces avanzamos hacia los judíos de Husaiqa. En ese momento, los judíos de Husaiqa tenían mayor influencia sobre el resto de los judíos. Así que los matamos como pudimos.” Entre ellos libraron una gran batalla, y fue por esta razón que le dijo al Santo Profeta (sa): “¡Oh Mensajero (sa) de Al-lah! Tengo la esperanza de que cuando nos enfrentemos a los Quraish, Al-lah el Todopoderoso le otorgará consuelo a sus ojos por esta causa (es decir, se le otorgará la victoria tal como se nos había otorgado antes).

Hazrat Jalaad bin Amr dice: “Al amanecer, fui a ver a mi familia en Jurba”. Jurba es el nombre del barrio donde estaban las casas de Banu Salamah. Además, afirma: “Mi padre Hazrat Amr Bin Yamu’ dijo: “Pensé que ya te habías ido”.

En la narración mencionada anteriormente se afirma que el padre Amr Bin Yamu también había participado en la batalla de Badr. Pero en realidad el padre no participó. Esto es lo que hemos aprendido de ésta y de posteriores narraciones.

‘… Pensé que ya te habías ido’. Le dije que el Santo Profeta (sa) estaba inspeccionando y contando gente en los campos de Suqya. Sobre esto, Hazrat ‘Amr dijo: “¡Qué buen presagio es! Por Al-lah, espero que logres el botín la guerra y una victoria sobre los idólatras Quraish. El día que salimos hacia Husaiqah, también acampamos en el mismo lugar”. (Él confirma la narración anterior en la que se menciona la batalla que tuvo lugar entre ellos y los judíos).

Hazrat Jalaad narra que el Santo Profeta (sa) cambió el nombre de Husaiqa a Suqya. ‘Deseé de corazón comprar [el área de] Suqya’. Sin embargo, Hazrat Sa’d bin Abi Waqqas ya lo había comprado antes que yo a cambio de dos camellas”. Según algunos, lo compró por siete onzas de plata, es decir, doscientos ochenta dirhams. Cuando se mencionó este asunto al Santo Profeta (sa), dijo [árabe], es decir, que este trato había sido muy rentable. (Kitab-ul-Maghazi, Vol. 1, pp. 37-38, Dar-ul-Kutub Ilmiyyah, Beirut, 2013) (Mujam-ul-Baldan, Vol. 3, p. 258, Suqya, Dar-ul-Kutub Ilmiyyah, Beirut) (Wafa-ul-Wafa, Vol. 3, p. 1200, Khurba, Dar-ul-Kutub Ilmiyyah, Beirut, 1984) (Lughat-ul-Hadith, Vol. 1, p. 82, Auqia, Ali Asif Printer, Lahore, 2005)

Hay un pequeño error en la narración anterior. La persona que tenía en mente era otro Compañero, que no participó. Hazrat Jalaad, su padre, Hazrat Amr bin Yamu y Hazrat Abu Aiman; de hecho, el relato anterior era correcto ya que su padre no participó en Badr; los tres participaron en la batalla de Uhud y los tres fueron martirizados. Es decir, su padre, Hazrat Abu Aiman ​​y su hermano.(Mustadrak Ala Al-Sahihain, Vol. 3, p. 226, Kitab Marifatu Al-Sahaba, Dar-ul-Kutub Ilmiyyah, Beirut, 2002)

Su padre no participó en la batalla de Badr, aunque deseaba hacerlo. Sin embargo, debido a su pierna – tenía una cojera – una discapacidad física en una pierna – sus hijos no le permitieron participar en la Batalla de Badr. En relación con el padre de Hazrat Jalaad, Hazrat Amr bin Yamu, se ha mencionado que cuando el Santo Profeta (sa) instó [a los musulmanes presentes] a participar en la Yihad, los hijos de Amr le impidieron participar en la batalla debido a una lesión en el pie. Al-lah el Todopoderoso también ha excusado de participar a aquellos que están discapacitados . Por esta razón, sus hijos también le impidieron participar argumentando que, ya que cuatro de sus hijos iban a pelear, ¿qué necesidad había de que fuera él también? Pero sobre todo, porque Al-lah el Todopoderoso ya le había excusado. Por lo tanto, a pesar de que era su deseo, no participó en la Batalla de Badr por sus hijos. Sin embargo, cuando la Batalla de Uhud tuvo lugar, Amr dijo a tus hijos que, a pesar de que no le habían permitido participar en la Batalla de Badr, y dado que la Batalla de Uhud iba a tener lugar, esta vez no podrían detenerlo. Les aseguró que participaría en Uhud.

En cualquier caso, les dijo que no podrían impedirlo y que sin duda participaría. Sus hijos trataron de detenerle debido a su discapacidad. Posteriormente, acudió al Santo Profeta (sa) con la intención de buscar personalmente su aprobación. Así que fue al Santo Profeta (sa) y le dijo: “Mis hijos están tratando de evitar que participe en la Yihad una vez más. Inicialmente me impidieron [participar en] Badr y ahora no me permiten ir a Uhud. Deseo participar en esta Yihad junto a Usted”. Además, dijo: “¡Por Dios! Tengo la esperanza de que Al-lah el Todopoderoso escuche mi sincero deseo, me conceda el martirio y pueda entrar en el paraíso con este pie mío discapacitado”.

El Santo Profeta (sa) respondió:

“¡Oh, Amr! No hay duda de que Al-lah el Todopoderoso te ha excusado debido a tu discapacidad y la Yihad no es obligatoria para ti”.

Sin embargo, el Santo Profeta (sa) dijo a sus hijos que no le impidieran realizar actos virtuosos. Dado que este era su sincero deseo, entonces le permitió cumplirlo, y quizás Al-lah el Todopoderoso le concediera el martirio.

Por lo tanto, Hazrat Amr tomó sus armas y se dirigió hacia el campo de Uhud recitando la siguiente oración:

[árabe]

es decir, “¡Oh Al-lah! Concédeme el martirio y no permitas que regrese a mi familia derrotado”. (Usdul Ghaba, Vol. 4, pp. 195-196, Khallad bin Amrra, Dar-ul-Kutub Ilmiyyah, Beirut, 2003)

Al-lah el Todopoderoso aceptó su oración y allí logró el martirio. La madre de Hazrat Jalaad era Hazrat Hind bint Amr; el nombre de su padre, así como el nombre de su esposo, era Amr; más bien, era el nombre de su suegro, y ella era la tía paterna de Hazrat Yabir bin Abdul-lah; con ocasión de la Batalla de Uhud, ella llevó a su esposo, a su hijo y a su hermano en una camella después de ser martirizados. Cuando se emitieron instrucciones sobre ellos, fueron devueltos a Uhud y enterrados allí. Al descubrir que habían sido martirizados, al principio ella primero quiso llevarlos a Medina, pero luego los trajo de vuelta. Los detalles de este incidente se mencionan a continuación – fue la voluntad de Al-lah el Todopoderoso que los mártires de Uhud fueran enterrados en Uhud. Los detalles de este incidente son los siguientes:

“Hazrat Aisha (ra) salió de su casa junto a algunas mujeres de Medina para obtener información sobre la batalla. En ese momento, los mandamientos sobre el velo aún no se habían revelado. Cuando Hazrat Aisha (ra) llegó a Harra, se encontró con Hind bin Amr, que era la hermana de Hazrat Abdul-lah bin Amr. Hazrat Hind guiaba a su camella. Los cuerpos de su marido, Hazrat Amr bin Yamu, su hijo, Hazrat Jalad bin Amr y su hermano, Hazrat Abdul-lah bin Amr, iban encima de la camella. Hazrat Aisha (ra) preguntó: “¿Tenéis alguna información sobre la situación de la gente que habéis dejado atrás? Cuando Hazrat Aisha (ra) preguntó sobre las condiciones del campo de batalla, Hazrat Hind contestó: “El Santo Profeta (sa) estaba bien y siendo eso así, las dificultades se hacen fáciles”, queriendo decir que si el Santo Profeta (sa) estaba bien, lo demás no importaba. Después, Hazrat Hind recitó el siguiente versículo:

 [árabe]

Es decir: “Al-lah hizo retroceder a los incrédulos en su ira; no ganaron nada bueno. Y Al-lah fue suficiente para los creyentes en su lucha. Y Al-lah es Poderoso, Majestuoso”. (Surah al-Ahzab: V.26)

Hazrat Aisha (ra) preguntó quién iba en la camella a lo que Hazrat Hind respondió que su hermano, su hijo y su marido, Amr bin Yamu – y es posible que dijera también el suegro, pero en realidad, el nombre del marido de Hazrat Hind era Amr. Hazrat Aisha (ra) le preguntó: “¿A dónde los llevas? Ella respondió: “A enterrarlos en Medina”.

De nuevo, guió a la camella para avanzar hacia adelante, pero, la camella se sentó allí mismo. Hazrat Aisha (ra) dijo que quizá llevaba demasiado peso. Hazrat Hind respondió: “Es capaz de transportar la carga de dos camellas, pero en este momento está actuando de forma totalmente contraria.” Entonces regañó a la camella y éste se levantó. Cuando tiró de él para ir hacia Medina, la camella se volvió a sentar. Pero al dirigirle hacia Uhud, comenzó a moverse rápidamente. Después de esto, Hazrat Hind fue con el Santo Profeta (sa) y le relató este incidente. El Santo Profeta (sa) dijo que a la camella se le había asignado [su tarea], y que Al-lah el Todopoderoso había hecho que no se dirigiera a Medina y sí a Uhud. (Asaba, Vol. 2, p. 287, Dar-ul-Kutub Al-Ilmiyyah, Beirut, 1995)

El Santo Profeta (sa) preguntó: “¿Dijo algo tu marido antes de partir para la guerra?” Ella respondió: “Cuando Amr estaba a punto de salir hacia Uhud, se volvió hacia la Qibla [la dirección de la oración – hacia la Kaaba en la Meca] y dijo: “¡Oh Al-lah! No me devuelvas a mi familia en un estado de falta de dignidad y concédeme el martirio”. El Santo Profeta (sa) entonces dijo: “Esta fue la razón por la que la camella no se movía. ¡Oh gente de Ansaar! [musulmanes residentes en Medina], entre vosotros hay personas tan piadosas que si hacen un juramento en nombre de Dios, Él cumple esa oración. Amr bin Yamu fue uno de ellos.”

Le dijo a Hind, esposa de Amr bin Yamu: “¡Oh Hind! Desde el martirio de tu hermano, los ángeles se han reunido alrededor de él esperando las instrucciones de su sepultura”. El Santo Profeta (sa) permaneció allí hasta que el entierro finalizó. Después dijo: “¡Oh Hind! Amr bin Yamu, tu hijo Jalad y tu hermano Abdul-lah se han reunido en el paraíso”. Hind pidió: “¡Oh Mensajero de Al-lah! Pida por mi para que Al-lah el Todopoderoso también me conceda su compañía”.

El segundo Compañero que va a ser mencionado hoy es Hazrat Uqba bin Aamir. Su madre se llamaba Fuqaihah bint Sakan y su padre Aamir bin Naabi. Su madre también había aceptado al Santo Profeta (sa) y tuvo el honor de hacer el juramento de lealtad. Hazrat Uqba bin Aamir estaba entre los primeros seis Ansaar que aceptaron el islam en Meca y tomaron su juramento de lealtad durante el primer Bai´at celebrado en Aqabah. (Al-Tabaqaat-ul-Kubra, Vol. 3, p. 428, Uqbah bin Aamirra, Dar-ul-Kutub al-Ilmiyyah, Beirut, 1990) (Al-Tabaqaat-ul-Kubra, Vol. 8, p. 301, Fuqaihah bint Sakanra, Dar-ul-Kutub al-Ilmiyyah, Beirut, 1990)

Los detalles de este incidente han sido escritos por Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib en Sirat Jataman Nabiyyin: “Debido a los esfuerzos del Santo Profeta (sa) el mensaje del islam había llegado a Medina”. En Meca, durante el Ashhur-e-Hurum, como era costumbre cuando el Santo Profeta (sa) visitaba a las tribus, descubrió que un hombre muy famoso de Yazrab, Suwaid bin Zamit, se alojaba en Meca. Suwaid era un hombre conocido de Medina, que debido a su valentía, generosidad y otras cualidades se le llamaba “Kamil”, y que también era un poeta. Averiguando su paradero, el Santo Profeta (sa) llegó a su campamento, y le invitó a aceptar el islam. El dijo: “Yo también poseo un libro especial llamado “Mayal-lah Luqman”. El Santo Profeta (sa) respondió: “Déjame escuchar una parte de ese libro”, y él se lo recitó. El Santo Profeta (sa) alabó el libro y dijo: “Hay cosas buenas en él, pero el libro que yo tengo es extraordinariamente majestuoso y sublime”. De este modo, el Santo Profeta (sa) le recitó una porción del Santo Corán. Cuando el Santo Profeta (sa) hubo finalizado, el hombre le dijo: “En verdad, es un libro muy bueno”.

Aunque no se hizo musulmán, estuvo totalmente de acuerdo con el Santo Profeta (sa) y no le rechazó. Lamentablemente, después de su regreso a Medina, no tuvo mucho respiro y murió en un conflicto. Esto fue antes de la Batalla de Buaaz. Por esa misma época, cuando el Santo Profeta (sa) se encontraba visitando las tribus con motivo del Hall, un día se encontró con unos hombres forasteros. Eran de la tribu de Aus, y habían venido para solicitar ayuda a los Quraish contra sus rivales idólatras, los Jazrall. Esto sucedió incluso antes de la Batalla de Buaaz, por lo que el auxilio que pedían formaba parte de sus preparativos de guerra. El Santo Profeta (sa) fue a verles y les invitó a aceptar el islam. Al escuchar su discurso, un jóven llamado Iyas no pudo contenerse y dijo: “Por Dios, este hombre [Muhammad (sa)] a nos llama para algo mucho mayor que aquello por lo que hemos venido aquí” (es decir, ser llamados hacia Al-lah el Todopoderoso es mejor que nuestra solicitud de que nos ayuden con la guerra). Pero el jefe del grupo cogió un puñado de piedras y se las tiró a la cara diciendo: “¡Cállate! No hemos venido aquí con ese propósito”! Y así terminó el asunto. Sin embargo, está registrado que cuando Iyas ya había regresado a su tierra natal, y estando a punto de morir, las palabras del Kalima salieron de su boca.

Después de un tiempo, cuando tuvo lugar la Batalla de Buaaz, en Rallab 11 Nabawi, el Santo Profeta (sa) volvió a encontrarse, una vez más, con la gente de Yazrab. (En el undécimo año de su rango de Profeta, el Santo Profeta (sa) se reunió con la gente de Yazrab en Meca) Cuando el Santo Profeta (sa) les preguntó por su descendencia, descubrió que pertenecían a los Jazrall, y que habían venido de Yazrab. En un tono muy cariñoso, el Santo Profeta (sa) les dijo: “¿Podéis escuchar algo que tengo que deciros?”. Ellos respondieron afirmativamente. El Santo Profeta (sa) se sentó y les invitó a seguir al islam, les recitó algunos versículos del Sagrado Corán y les informó de su misión. Se miraron unos a otros y dijeron: “Esta es nuestra oportunidad para evitar que los los judíos nos adelanten”, y diciendo esto, todos se hicieron musulmanes. Eran seis personas cuyos nombres son los siguientes:

  1. Abu Umamah As‘ad bin Zurarah (ra), que era de Banu Nallaar, y fue el primero en confirmarse.
  2. Auf bin Ḥariz (ra) que también era de Banu Nallar, la tribu del pariente materno de Abdul-Muṭṭalib, el abuelo del Santo Profeta.
  3. Rafi bin Malik (ra), que era de Banu Zariq. En esta ocasión, el Santo Profeta (sa) le ofreció la totalidad del Santo Corán revelado hasta entonces.
  4. Qutbah bin Aamir (ra), que era de Bani Salamah.
  5. Uqbah bin Aamir (ra), de Bani Ḥaraam (el incidente que estamos relatando está relacionado con este Compañero Badri, Uqbah bin Aamir)
  6. Yabir bin Abdul-lah bin Riaab (ra), de los Bani Ubaid.

Después, estas personas se despidieron del Santo Profeta (sa) y al partir dijeron: “Nos encontramos muy debilitados por la guerra, y hay muchos desacuerdos entre nosotros. Iremos a Yazrab y predicaremos el islam a nuestros hermanos. ¡Qué extraordinario sería que Al-lah el Todopoderoso nos una de nuevo a través de usted! Entonces estaremos en condiciones de ayudarte en todo”. Así, esta gente se marchó, y gracias a ellos, el islam comenzó a hacerse popular en Yazrab.

El Santo Profeta (sa) pasó este año en Meca preocupado por las previsiones de la gente de Yazrab y sus medios. El Santo Profeta (sa) a menudo pensaba: “Veamos el resultado de estos seis conversos, y si hay o no signos de éxito en Yazrab“. También para los musulmanes y en relación a los medios físicos, esta época fue de preocupación y esperanza. Ellos vieron que los líderes de Meca y los jefes de Ta’if habían rechazado severamente la misión del Santo Profeta (sa), y una por una, las diferentes tribus de Arabia también habían apoyado su condena. Un rayo de esperanza comenzó a brillar en Medina, pero, ¿quién podía imaginar que este rayo de luz aguantaría tormentas de aflicción y tortura y ciclones de dificultades?

Por otro lado, las crueldades de los Mequíes crecían día tras día, porque tenían muy claro que era el momento de borrar el islam. Pero incluso en esta época delicada (la era más vulnerable para el islam), el Santo Profeta (sa) y sus Compañeros se mantuvieron firmes como una montaña inamovible. A veces, la determinación y la constancia del Santo Profeta (sa) incluso asombraba a sus enemigos. Después de todo, ¿qué clase de fuerza interior poseía este hombre? Porque nada parecía moverle de su lugar. Más bien, en esa época, las palabras del Santo Profeta (sa) poseían sobre todo una mezcla de poder y temor. (Cuando el Santo Profeta (sa) hablaba, lo hacía con poder y de forma asombrosa). Y en estas tormentas feroces, el Santo Profeta (sa) se volvía aún más valiente. Del mismo modo que esta visión impresionaba a los Quraish, al mismo tiempo les hacía temblar sus corazones.

Con respecto a esos días, Sir William Muir escribe:

“En aquella época, Muḥammad mantenía controlada a su gente, con la expectativa de la victoria; con una apariencia exterior indefensa, sin amigos y sin ayuda, y con su pequeño grupo (es decir, los seguidores del Santo Profeta (sa)), aquellos musulmanes de entonces estaban como en la boca del león; confiaban en la ayuda de su [Dios] Todopoderoso, que había enviado como Mensajero a aquel que tenía total determinación y se mostraba impasible)”.

Sir William Muir dice además:

“Muḥammad (sa) se mantuvo impasible con tanta determinación que nada pudo desplazarlo. Esta sublime visión solamente es comparable a algunas escenas de los Registros Sagrados, como cuando el Profeta de Israel cayó en posternación delante de Dios sumido en las dificultades, “¡Oh, mi Amo! Solo quedo yo”.

Además, escribe: “No, ver a Moḥammad de esta manera es un punto de vista aún más increíble que los profetas de Israel. Las siguientes palabras de Moḥammad fueron dichas en esta ocasión: “¡Oh mi gente! ´Haced lo que queráis. Yo también estoy esperando algo.”

Por lo tanto, esta fue una época vulnerable para el islam, en ella no había ninguna expectativa de los Mequíes. Pero un rayo de esperanza se estaba desarrollando en Medina debido a la gente que allí fue tras hacer el pacto de iniciación, y el Santo Profeta (sa) había fijado sus ojos en esa dirección. ¿Medina también rechazaría al Santo Profeta (sa) como Meca y Ṭa’if, o supondría un destino diferente? Por lo tanto, cuando llegó la ocasión de Hall, el Santo Profeta (sa) ávidamente partió de su casa y llegó a Aqabah, cerca de Minaa, y miró aquí y allá. De repente, el Santo Profeta (sa) vió un pequeño grupo de personas de Yazrab, que inmediatamente reconocieron al Santo Profeta (sa). Avanzaron y se encontraron con el Santo Profeta (sa) con extremo amor y sinceridad. En esa época había doce personas, de las cuales cinco eran conversos del año anterior y siete eran nuevos. Pertenecían tanto a los Aus como a los Jazrall. Sus nombres son los siguientes: Abu Umamah As’ad bin Zurarah, Auf bin Ḥariz, Rafi bin Malik, Qutbah bin Amir, Uqbah bin Aamir (Uqbah bin Aamir vino este año también, los incidentes que se relatan son sobre su vida, y regresó para el Hall también este año), Mu’adh bin Ḥariz, que era de Bani Nayyar, Zakwan bin Abdi Qais de la Tribu Banu Zariq, Abu Abdur-Raḥman Yazid bin Za’labah de la tribu Bani Bali, Ubadah bin Samit, que era de la rama Bani Auf de la tribu Jazrall, Abbas bin Ubadah bin Nadlah, de la tribu Bani Salim, Abul-Haizam bin Taihan de Bani Abdil-Ashaal y Uwaim bin Sa’idah, que eran del clan Bani Amr bin Auf, de la tribu Aus.

El Santo Profeta (sa) se reunió en un valle por separado, con estas personas. Le informaron sobre el estado de asuntos en Yazrab y esta vez todos tomaron el Bai’at en su mano. Este Bai’at sirvió como la piedra angular para el progreso del islam en Medina. Como la Yihad de la espada aún no había sido ordenada, el Santo Profeta (sa) tomaba el Bai’at con las mismas palabras que para el Bai’at de las mujeres, después de que la Yihad (por la espada) fuera obligada. En otras palabras, “Creeremos en un solo Dios, no asociaremos socios con Dios, no robaremos, no cometeremos adulterio ni fornicación, nos abstendremos de asesinar, no difamaremos a nadie, y le obedeceremos [al Santo Profeta (sa)] en todo lo bueno”. Después del Bai’at, el Santo Profeta (sa) dijo:

“Si os mantenéis fieles a este compromiso con honestidad y firmeza, recibiréis el paraíso. Pero si demostráis debilidad, entonces vuestro asunto está con Al-lah el Todopoderoso, porque Él hará lo que Él quiera”.

En la historia, este Bai’at es reconocido como ‘El primer Bai’at’ en Aqabah, porque el lugar donde este Bai’at fue tomado se llamaba Aqabah, situado entre Meca y Minaa. El significado literal de Aqabah es “paso montañoso elevado”.

Al momento de partir de la Meca, estos doce nuevos conversos musulmanes pidieron: “Por favor, envíanos un tutor que pueda enseñarnos el islam y predicar también a nuestros hermanos idólatras”. El Santo Profeta (sa) les envió a Muṣ’ab bin Umair (ra), un joven muy devoto de la tribu Abdud-Dar. Un predicador islámico era conocido como un Qari o Muqri en esos días, porque la mayor parte de su trabajo era recitar el Sagrado Corán, ya que este era el mejor método de predicación. Como tal, Muṣ’ab (ra) también fue conocido por el nombre de Muqri en Yazrab“.

El segundo Bai’at en Aqabah tuvo lugar en 13 Nabawi y 70 Ansaar participaron en él. Hazrat Uqba bin Aamir participó en todas las batallas junto con el Santo Profeta (sa), incluidas las batallas de Badr, Uhud y Jandaq. Destacaba en su armadura el día de Uhud debido a su ropa verde. Fue martirizado en 12 de la Hégira durante la Batalla de Yamama que tuvo lugar durante el Califato de Hazrat Abu Bakr (ra).(Sirat Khatamun-Nabiyyin, Hazrat Mirza Bashir Ahmadra, pp. 221-225 & 227)(Al-Tabaqaat-ul-Kubra, Vol. 3, p. 428, Uqba bin Amirra, Dar-ul-Kutub al-Ilmiyyah, Beirut, 1995)

Hazrat Uqba bin Aamir declara: “Me presenté ante el Santo Profeta (sa) con mi hijo, que era muy joven [en ese momento]. Le dije al Profeta de Al-lah (sa): “Que mis padres sean sacrificados por tu causa, por favor enseña a mi hijo las oraciones que pueda recitar ante Dios y bendícelo”. El Santo Profeta (sa) dijo: “¡Oh niño! Recita: [árabe] que significa “¡Oh Al-lah! Busco salud de ti en el estado de creencia, ora sinceramente por compasión y ora por el éxito después de alcanzar la virtud”.(Usdul Ghaba, Vol. 4, p. 25, Uqba bin Amirra, Dar-ul-Kutub Ilmiyyah, Beirut, 2003)

¡Que Al-lah el Todopoderoso eleve continuamente el rango de los Compañeros!

Después de esto, mencionaré ahora a una noble mujer áhmadi pionera de EE.UU. y también dirigiré su oración fúnebre después de las oraciones del viernes. Su nombre era hermana Aaliya Shahid Sahiba, esposa del difunto Ahmad Shahid Sahib. Falleció el 26 de diciembre. Al-lah el Todopoderoso le otorgó una larga vida y le permitió servir [a la Yama’at] y también la protegió de cualquier discapacidad. Tenía 105 años. ¡Que Al-lah el Todopoderoso exalte su rango. A Al-lah le pertenecemos y a Él volveremos!

Amir Sahib EE.UU. ha escrito sobre ella: Prometió la lealtad en 1936, y desde 1963-66 sirvió como Sadr Lallna [Presidenta Nacional de la Organización Auxiliar de mujeres]. Del mismo modo, sus servicios abarcan 50 años en los que tuvo la oportunidad de servir en varios cargos, desde Secretaria General a Secretaria de Educación y Secretaria de Finanzas, Sadr Lallna local, y Secretaria de Jidmat Jalq [servicios humanitarios]. Siempre mantuvo una fuerte conexión con la Yama’at y el Jalifato, y siempre se mantuvo vigilante y dispuesta para todo tipo de sacrificios. Era una mujer extremadamente amable y cariñosa. Memorizó los primeros relatos de la Yama’at Ahmadía en EE.UU., que solía narrar.

También tuvo la oportunidad de invitar a Sir Chaudhry Zafrul-lah Jan Sahib a su casa para cenar. Su esposo, el respetado Ahmad Shahid Sahib, también sirvió en el Amila Nacional y como Presidente de la Yama’at de Pittsburg. Entre los que deja atrás se encuentra su único hijo Umar Shahid Sahib, quien, durante los últimos 18 años, ha servido como el Sadr Yama’at de Pittsburg. Ella era afroamericana. La Presidenta Nacional de Lallna EEUU escribe sobre ella:

“Su estilo de vida, sus palabras y todas sus acciones demostraron que actuó de acuerdo con su promesa de lealtad hecha 76 años atrás. Sus servicios no se limitaron a los Estados Unidos. De hecho, era conocida por sus servicios en todo el mundo”.

Las ramas nacionales de la organización auxiliar de Lallna de cada país solían estar centralizadas bajo la Sadr Lallna de Pakistán, momento en el que Hazrat Maryam Siddiqa Sahiba, que era la esposa de Hazrat Musleh Ma’ud (ra), sirvió como Sadr Lallna de todo el mundo. Incluso ella elogió las contribuciones de la difunta Aaliyah Sahiba. Sadr Sahiba Lallna EE. UU. continúa diciendo:

“Su nombre antes de convertirse era Eilaa Lewis, y el nombre de su prometido era William Frank Browning, que era miembro activo de la Iglesia Metodista Africana. Cuando estaban organizando los preparativos de su boda, que se iba a celebrar pronto, su prometido recibió el mensaje del Ahmadíat, y junto con sus padres, se convirtió al Ahmadíat. Después de esto cambió su nombre a Ahmad Shahid. En el momento del matrimonio ella no se había convertido. Poco después, William Sahib fue elegido Presidente de la Yama’at de Pittsburgh. No solo fue recibido con los brazos abiertos en su Yama’at local, sino que sus esfuerzos de Tabligh le hicieron ganar reputación en todo el país. Casi al mismo tiempo tuvieron un hijo al que llamó Umar. Aaliyah Sahiba vivía con sus suegros ahmadís, y sin decírselo a ellos ni a su marido, comenzó a investigar en privado la literatura de la Yama’at. Durante este tiempo, se encontró con el libro de Hazrat Musleh Maud (ra) titulado ‘Ahmadíat o el verdadero islam’ y tuvo un profundo efecto en ella.”

Después de esto comenzó a participar en clases de Tarbiyyat organizadas en su casa. Entonces, un día, escuchó una conferencia del misionero local, que era un bengalí llamado Abdur Rahman bengalí, sobre la posición del Mesías Prometió de que Jesús se salvó de la cruz y posteriormente emigró a Cachemira. Sadr Lallna EE. UU. escribe:

“La difunta hermana Aaliyah solía decirnos que después de esto, dejó de asistir a la Iglesia y comenzó a venir a la Mezquita. Finalmente, en 1936, aceptó el Ahmadíat. Explicando cómo eligió el nombre de Aaliyah para ella misma, dijo: ‘Vi el nombre en un libro una vez y me gustó, así que lo adopté después de convertirme en áhmadi.’ Siempre estaba en busca del conocimiento. Pasaba su tiempo trabajando en el mantenimiento de la mezquita, cocinando y ofreciendo oraciones diarias. No solo intentaba obtener conocimiento, sino que solía realizar Waqar-e-Amal con humildad y servir a la Yama’at con sus propias manos. Limpiar la mezquita y cocinar era su trabajo”.

Sadr Sahiba escribe además:

“Siempre la veíamos ofreciendo oraciones, y era una mujer con una moralidad extremadamente alta. A menudo se la veía visitando y cuidando a los enfermos. Se la veía ofreciendo aportes financieros. Entre las Lallna, siempre dirigía a los demás hacia el bien de una manera u otra. Se esforzó al máximo para promover la unidad y la hermandad de los miembros de Lallna, y escribió numerosas cartas individuales a los miembros de Lallna en sus últimos días”.

Sadr Lallna escribe que había un versículo del Sagrado Corán que repetía con frecuencia y que también le he escuchado recitar:

[árabe]

Dice que ella siempre lo repetía. Es decir,

“En verdad, Al-lah ama a quienes combaten por Su causa dispuestos en filas apretadas, como si fuesen una sólida estructura cementada con plomo fundido.”

Sadr Lallna escribe que fue la primera en establecer el Fondo de la Mezquita en los Estados Unidos de América. Asimismo, comenzó el premio de becas para estudiantes musulmanes. El primer I’lltema anual se llevó a cabo bajo su mandato como Sadr Lallna. Del mismo modo, inició el día Nacional de Tabligh en el que los miembros de Lallna enviaban miles de copias del Sagrado Corán y folletos informativos de la Yama’at a bibliotecas de todo el país. También comenzó una revista, la cual recibió el nombre de “Ayesha” por Hazrat (Choti Aapa) Mariyam Saddiqa, la Sadr Lallna internacional. También publicó las directrices constitucionales para Lallna tituladas “Nuestros deberes y el camino de la fe”. Como resultado del programa que inició, los miembros de Lallna en los Estados Unidos presentaron grandes sacrificios por el proyecto de la mezquita de Dinamarca. Asimismo, presentaron fondos para las casas de la misión en Baltimore, así como también para Pittsburgh. Dice:

“La hermana Aaliyah nos decía que, durante esa época, como el 98% de los miembros de Lallna se habían unido recientemente a la Yama’at a través del pacto de lealtad, al principio, solo les prescribían ofrecer las cinco oraciones diarias y mantener los ayunos en el mes de Ramadán. Del mismo modo, en lugar de hacer que usen el hiyab desde el primer día, comenzábamos por llamar su atención sobre el uso de la ropa adecuada, diciéndoles que primero se vistan con modestia. Entonces, el siguiente paso sería usar el hiyab”.

A diferencia de una tendencia que ha comenzado hoy en día en las Lallna, en el sentido de que aquellas que incluso usan el hiyab han comenzado a quitárselo, ella, por otro lado, guiaba a la gente paso a paso para proporcionarles directrices espirituales.

Luego, la hermana Aaliyah hizo un gran esfuerzo por enseñar la recitación básica del Corán preparando programas de enseñanza diarios. De esta manera, a aquellos miembros de Lallna que terminaban de aprender la recitación básica del Sagrado Corán, hacía que diariamente leyeran algún comentario del Sagrado Corán. A través los esfuerzos de Aaliyah Sahiba se estableció el temario educativo de Nasiraat. Como resultado, el deseo de aprender más sobre el conocimiento religioso nació en las Nasiraat. La difunta jugó un papel enorme al inculcar en los miembros de Lallna y Nasiraat un espíritu de sacrificio. Igualmente, mantenía todas las cuentas de las donaciones de una manera muy profesional. Una vez, le preguntaron sobre las dificultades a las que se enfrentó después de ingresar en la Yama’at; contestó que al entrar en la Yama’at me encontré con grandes dificultades. Pero en lugar de demostrar debilidad, siempre me he esforzado por mostrar perseverancia y contentarme con el deseo y el placer de Al-lah. De hecho, esta es la misma lección que he estado enseñando a los miembros de Lallna durante más de cincuenta años”.

Además, escribe:

“Su personaje nos dice que ella fue un minarete de resolución en el que todos encontramos orientación”.

Luego escribe:

“Su creencia en la victoria final del islam fue de absoluta certeza. Ella decía que cuando se produzca la victoria del Islam, el famoso lema y el eslogan de la Yama’at de ‘Amor por todos odio para nadie’ reinará en el mundo. Del mismo modo, tenía una fe completa en la institución del Jalifato y lo consideraba como la clave para la victoria del islam. Es decir, la institución del Jalifato permanecerá firmemente establecida y con ella vendrá la victoria del islam. Siempre decía esto.”

Luego escribe:

“Este fue el mensaje que ella, a través de cientos de cartas y llamadas telefónicas, daba y explicaba a los miembros de Lallna y Nasiraat a través de su gran esfuerzo. El 23 de marzo de 2008, habló a los miembros de Lallna diciendo que: ‘todos los seguidores del Mesías Prometido (as) de todo el mundo se reunan en las mezquitas y en las misiones el 1 de enero para ofrecer las oraciones del tahayyud como un acto de acción de gracias. ¿Por qué no hacerlo, ya que se cumplen cien años desde que se estableció el Jalifato de nuestro amado Mesías Prometido (as)?’”

También escribe:

“‘¡Oh Dios mío! Elimina todos los obstáculos en el progreso del Ahmadíat y concédenos la victoria que nos has prometido. Nuestro Mesías Prometido (as) ha sentado las bases de esta Yama’at y nos ha unido a todos como un solo cuerpo. Debido a él, los áhmadis sentimos el dolor de unos a otros, nos ayudamos mutuamente en momentos de dificultad, oramos unos por otros, participamos de la felicidad de los demás y nos sentimos agraviados por el sufrimiento de los demás. Por la Gracia y la Misericordia de Al-lah el Todopoderoso somos uno.’

Luego escribió, dirigiéndose a las nuevas conversas de Lallna Ima’illah allí: ‘Gracias al favor especial de Al-lah el Todopoderoso soy extremadamente afortunada de haber presenciado el progreso de la Yama’at con mis propios ojos. Al-lah el Todopoderoso nos ha agraciado al elegir nuestra Yama’at para la propagación y el servicio del islam. Cada semana tenemos la oportunidad de escuchar al Jalifa de la época y avanzar en nuestros asuntos mundanos y progresar en nuestra fe siguiendo sus instrucciones.’

Finalmente, dijo: ‘¡Te ruego, oh mi Maestro! Elimina todos los obstáculos en el progreso del islam. Haz que seamos el verdadero retrato de nuestra fe y concédenos incontables ayudantes.’” Por lo tanto, ella desempeñaba un papel especial, dadas las circunstancias de allí, para mantener unidos a los nuevos conversos afroamericanos.

Su hijo, Umar Shahid Sahib, presidente de la Yama´at de Pittsburgh escribe: “Gracias al Ahmadíat y al Jilafat, mis padres se convirtieron en soldados en defensa del islam. Mi madre le escribía a usted regularmente, y también me animaba a que escribiera al Jalifa”. Luego dice: “Rece para que mis hijos y yo podamos seguir sus pasos.” Umar Sahib escribe: “No fui consciente de que tanta gente de la Yama’at la amaba y la apreciaba, hasta que recibí todas las cartas de condolencia respecto a mi madre”.

Otra áhmadi nativa estadounidense, la hermana Aaliya Aziz Lord, escribe: “Tras haber aceptado el Ahmadíat, (la difunta Aaliya Shahid) vivió una vida ejemplar como áhmadi. Cuando sirvió en el cargo de secretaria de Ta’lim (educación), nadie deseaba suspender sus exámenes ante ella, y por tanto, todas nos juntábamos y preparábamos el examen.” Dice: ‘Ella era mucho mayor que yo, pero eso no la impedía tratarme como a una amiga. Hay una cosa que observé, y es que cada vez que se le planteaba una pregunta académica, en lugar de dar su propia opinión y ofrecer comentarios adicionales, siempre presentaba la enseñanza islámica. Tenía un fuerte vínculo con Al-lah el Todopoderoso que hacía que otros se sintieran atraídos hacia ella”.

La hermana Jamila Hamid, hija de Hamid Munir Sahib, que es una áhmadi estadounidense también escribe: “Ella me mostró un gran afecto, y cuando mi madre falleció, me escribió una carta llena de palabras de amor, que me ayudó a entender la filosofía de la muerte. Era como un ángel. Cada vez que uno necesitaba ayuda y consejo, respondía la llamada del teléfono al primer timbre. Siempre me decía que el propósito de la vida debe ser el servicio a la Yama’at, y amar al Jalifa del momento, ya que él es el Hablul’lah [el asidero de Al-lah] de esta época. Siempre envidiaba su amor por Al-lah el Todopoderoso. Una vez le pregunté si le tenía miedo a la muerte. Ella respondió: “Todos tenemos que regresar a nuestro amado Dios, ¿A qué debemos temer pues?” Tenía un profundo entendimiento del Islam y del mensaje del Mesías Prometido (as) que impartiría a otros a lo largo de su vida.

Otra áhmadi, la Dra. Rashida Ahmad, nativa también de Estados Unidos, afirma:

“Ella ciñó su vida, de manera estricta, a las enseñanzas del Islam, pero aconsejaba a los demás de una manera muy cariñosa. El amor de Al-lah el Todopoderoso se reflejó en cada uno de sus actos y prácticas”.

Dice, además:

“Tuve la oportunidad de quedarme en su casa en varias ocasiones. Ofrecíamos las oraciones juntas y también recitábamos el Sagrado Corán. Después, me mostraba con gran amor las cartas que había recibido de los Jalifas de la Comunidad. Evidentemente, se puede medir su gran amor por el Jalifato a partir de su poesía y discursos” (también escribía poemas).

Dice, también:

“Mostraba una gran paciencia. Yo la llamaba todos los meses y le preguntaba por su salud. Nunca se quejaba a pesar de que su salud se estaba deteriorando; de hecho, siempre recordaba las bendiciones de Al-lah el Todopoderoso y expresaba su gratitud “.

Otra áhmadi que también es originaria de Estados Unidos, la hermana Aziza, esposa de Al-Haall Rashid, afirma:

“La hermana Aliyah Shahid Sahiba era la personificación del lema: “amor para todos, odio para nadie “. Aunque vivía en otra ciudad, era muy amiga de mi madre. Después de la muerte de mi madre, ella siguió manteniendo la relación conmigo. Siempre sentía como si Aliyah Sahiba supiera cuándo me estaba volviendo perezosa, ya que inmediatamente me enviaba una carta llena de inspiración “.

Otra miembro de Lallna, Julat Sahiba, escribe:

“Conocí a Aliyah Sahiba cuando vine por primera vez a Estados Unidos en 1949. Tenía ocho años cuando la conocí por primera vez. Era extremadamente cariñosa y amigable, y tenía una personalidad que dejaba una impresión positiva en los demás. Poseía un vínculo muy firme y profundo con el Jilafat. Hablaba de su correspondencia postal con Hazrat Musleh Maud (ra). Sus servicios para Lallna Imail’lah EE.UU. serán recordados siempre. Tenía una personalidad espiritual asombrosa y, a pesar de tener cien años, acudía a los Yalsas [convenciones anuales] lo cual nos sirve de ejemplo “.

¡Que Al-lah el Todopoderoso eleve su estatus! ¡Que Al-lah el Todopoderoso inculque también en su progenie -tal como mencionó su hijo- el espíritu y la pasión que tuvo para servir a la Yama’at!

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