La vida del Santo Profeta (sa)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

La vida del Santo Profeta (sa)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

SERMÓN DEL VIERNES, 12 de ENERO de 2024,

Pronunciado en la MEZQUITA MUBARAK de Islamabad (Tilford, Surrey), Reino Unido.

Después de recitar el Tashahud, el Taawwuz y el Surah Al-Fatihah,

Hazrat Mirza Masrur Ahmad, Jalifatul Masih V (atba), dijo esto:

[En mis últimos sermones] he estado hablando sobre la vida y el carácter del Santo Profeta Muhammad (sa) en relación con la “Batalla de Uhud” y más detalles [al respecto]son los siguientes:

El Profeta (sa) era el más cercano al enemigo en términos de distancia entre ellos y quince personas se mantuvieron firmes a su lado [durante la “Batalla de Uhud”]: ocho eran de los “Muhayirin”, incluidos Hazrat Abu Bakr (ra), Hazrat Umar (ra), Hazrat Talha (ra), Hazrat Zubair (ra), Hazrat Abdur Rahman bin Auf (ra), Hazrat Sad bin Abi Waqqas. (ra) y Hazrat Abu Ubaidah bin Yarrah (ra); y siete eran de los “Ansar”, entre los que se encontraban Hazrat Yubab bin Munzir (ra), Hazrat Abu Duyana (ra), Hazrat Asim bin Zabit (ra), Hazrat Hariz bin Sima (ra), Hazrat Sahl bin Hunaif (ra) y Hazrat Sad bin Muaz (ra). [En este sentido], algunos opinan que Hazrat Sad bin Ubadah (ra) y Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra) también formaban parte del grupo; [mientras] otros son del parecer que treinta personas se mantuvieron firmes frente al Profeta (sa) y todos proclamaron: ¡Que nuestros rostros permanezcan frente al del Mensajero de Al’lah (sa) y nuestros cuerpos se queden frente al suyo! ¡Que él permanezca protegido y que nuestras vidas sean sacrificadas por él!”.

En una narración se registra que Hazrat Talha bin Ubaidul’lah (ra) y otras once personas se quedaron junto al Mensajero (sa) y en otro relato se recoge que cuando los idólatras rodearon al Santo Profeta Muhammad (sa), él se encontraba con siete Compañeros Ansari (ra) y un Compañero Qureishi (ra). En otro lugar más se dice que el Profeta (sa) permaneció solo junto con otras nueve personas: siete de entre los “Ansar”, dos de los Qureish y el Mensajero de Dios (sa) era el décimo.

El número de Compañeros (ra) que se mantuvieron firmes junto al Santo Profeta (sa) varía según las diferentes narraciones. [En todo caso], la nota que ha proporcionado el equipo de investigación afirma que se mencionan treinta. [Así pues], una explicación puede ser que el número de Compañeros (ra) cambiaba constantemente en ese momento. [Por eso], el individuo que vio quince mencionó quince, pero otros atestiguaron la cantidad que observaron.

[La posible razón es que] los Compañeros (ra) debieron haber venido continuamente hacia el Mensajeros (sa) y haberse ido [después], lo que podría haber causado la diferencia en número. Por lo tanto, esto parece correcto, ya que se ha mencionado en los sermones anteriores que los Compañeros (ra) rodeaban al Santo Profeta Muhammad (sa), si bien el ataque del enemigo rompía el círculo y en consecuencia se dispersaban, y luego se reagrupaban [de nuevo]. En cualquier caso, la verdad es que ellos demostraron continuamente su firmeza y ninguno temía la muerte en lo más mínimo.

Además, se menciona que el día de la “Batalla de Uhud”, el Profeta (sa) hizo jurar a los Compañeros (ra) que estuvieran preparados para sacrificar sus vidas. [Posteriormente], cuando los musulmanes aparentemente sufrieron la derrota, se mantuvieron firmes y comenzaron a proteger al Santo Profeta (sa) con su vida, hasta el punto de que [incluso] algunos de ellos fueron martirizados. Ese día, ocho personas juraron lealtad en las benditas manos del Mensajero (sa) y se prepararon para sacrificar sus vidas.

Los nombres de las personas afortunadas que prestaron este juramento son como sigue:

Hazrat Abu Bakr (ra), Hazrat Umar (ra), Hazrat Ali (ra), Hazrat Talhah (ra), Hazrat Zubair (ra), Hazrat Sad (ra), Hazrat Sahl bin Hunaif (ra), Hazrat Abu Duyanah (ra), Hazrat Hariz bin Simmah (ra), Hazrat Yubab bin Munzir (ra) y Hazrat Asim bin Zabit (ra).

[Al final], ninguno de estos Compañeros (ra) fue martirizado.

[Por otra parte], está escrito en el libro de Alama Zamajshari “Jasais-e-Ashra” que, el día de la “Batalla de Uhud”, Hazrat Zubair (ra) permaneció firmemente al lado del Santo Profeta (sa) y en ese momento le juró lealtad hasta su muerte; es decir, prometió que daría su vida para protegerlo y que no lo abandonaría.

Respecto a la firmeza y la devoción de los Compañeros (ra), Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) escribe en su libro “La vida y el carácter del Sello de los Profetas (sa)” que:

“Las hazañas de valor que mostraron los Compañeros [ra] que se habían reunido alrededor del Santo Profeta Muhammad (sa) fueron tales que la historia es incapaz de presentar algo parecido. Ellos giraban alrededor del Mensajero de Al’lah (sa) como polillas alrededor de una fuente de luz y continuamente ponían sus vidas en peligro por el Santo Profeta (sa). [Por ello], los Compañeros [ra] recibieron cada uno de los golpes sobre sí mismos y, aparte de proteger al Mensajero (sa), continuaban atacando al enemigo”.

También señala:

“Pero, ¿cuánto tiempo podrían estos pocos devotos resistir esta gran embestida, que avanzaba por momentos desde todos los frentes con sus horribles avanzadillas? Los musulmanes se balanceaban de un lado a otro como olas con cada ataque emprendido por el enemigo, aunque tan pronto como su fuerza disminuía, los indefensos musulmanes continuaban luchando y protegiendo a su amado Maestro [sa]. En ocasiones, la fuerza del asedio era tan peligrosa que el Profeta (sa) prácticamente se quedaba solo. [Incluso] hubo una ocasión en la que únicamente doce hombres se mantuvieron de pie alrededor del Mensajero de Dios (sa) y un momento en que solo dos personas estaban de pie junto al Santo Profeta (sa). Entre ellos, los nombres de Hazrat Abu Bakr (ra), Hazrat Ali (ra), Hazrat Talhah (ra), Hazrat Zubair (ra), Hazrat Sad bin Waqqas (ra), Hazrat Abu Duyanah Ansari (ra), Hazrat Sad bin Muaz (ra) y Hazrat Talhah Ansari (ra) se han registrado especialmente”.

Partiendo de esta referencia se resuelve [el tema] del número de Compañeros (ra) [que permanecieron] alrededor del Mensajero de Al’lah (sa) y que ha sido citado en diferentes referencias. Como he dicho, a causa de los ataques, a veces eran menos otras más.

[Al hilo de estos eventos], el Mesías Prometido (as) explica [lo siguiente], al responder a una acusación hecha por cristianos contra el Santo Profeta Muhammad (sa) cuando alegaron que él había permitido mentir o decir algo falso:

“Un ejemplo sublime de la enseñanza de nuestro Líder y Maestro, el Honorable Santo Profeta (sa), se establece aquí; o sea, la misma ‘tauriyah’ de la que ‘vuestro Jesús’ se aprovechó durante toda su vida, como si fuera leche materna, había sido condenada por el Profeta (sa), que la paz y las bendiciones de Dios sean con él, y hay que evitarla en la medida de lo posible”.

La traducción léxica de “tauriyah” es que vuestra lengua pronuncie una cosa y en vuestro corazón haya otra diferente, diciendo algo que tiene dos significados.

Mientras profundizaba en esto, el Mesías Prometido (as) aclaró con más detalle la palabra “tauriyah” [y en este sentido] ya he dado la definición léxica.

[Así pues], el Mesías Prometido (as) expuso además:

“En tiempo de desorden, para ocultar un asunto por precaución, o con la intención de guardar un secreto según los dictados de la sabiduría, [algunas cosas] se deben expresar de cierta manera y de tal forma que una persona inteligente lo entienda y el necio no se percate de ello”.

Dicho de otro modo, cuando se habla sabiamente de tal forma que no se diga una mentira y, a pesar de los diversos significados [posibles], una persona inteligente comprende el hecho del asunto y otra poco inteligente no, ya que su atención se desviará hacia otra parte.

[Entretanto], el Mesías Prometido (as) afirma que los Hadices demuestran que esto va en contra del nivel más alto de rectitud y lo ha argumentado. Por consiguiente, nunca se podrá probar que el Mensajero de Dios (sa) mintiera.

[Pues bien], este es un resumen de lo que ha explicado el Mesías Prometido (as) y luego, según los cristianos, la persona a quien llaman “Dios” aparece en tal estado que tuerce sus palabras en los asuntos más pequeños.

Es más, al profundizar en esto, el Mesías Prometido (as) continúa diciendo:

“[Esto] había sido advertido por el Santo Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) de evitarlo en la medida de lo posible, para que el significado de una declaración no se parezca a una mentira, ni siquiera en su forma exterior. Pero, ¿qué puedo decir y qué debo escribir acerca de vuestro ‘Jesús’ que no pudo sostener tal asiduidad en la veracidad? [Según como lo entienden los cristianos]. Una persona a quien se le atribuye la Divinidad debería haber venido al mundo como un león rugiente, en lugar de adoptar ‘tauriyah’ durante toda su vida y hacer todas sus declaraciones de manera similar a la mentira, demostrando así que no estaba entre las personas perfectas que lo anuncian [abiertamente] frente a sus enemigos; que sin mostrar preocupación por la muerte confían plenamente en Al’lah (la persona a quien llaman ‘Dios’ vivió toda su vida cometiendo ‘tauriyah’) y nunca muestran cobardía ‘[en ningún momento]; (es decir, aquellos que confían en Al’lah– o en aquel que dicen que es Dios. De hecho, ni siquiera los profetas hacen esto).

Realmente mis ojos se llenan de lágrimas cuando imagino cómo respondería si alguien objetara acerca del estado tímido y el uso de ‘tauriyah’ (que es una forma de falsedad) de tal ‘Jesús’ de corazón tan débil. [En este sentido], cuando imagino a Sayyidul Mursalin [el Jefe de los Mensajeros -sa-] estando solo durante la ‘Batalla de Uhud’ y proclamando frente a espadas desenvainadas que era Muhammad (sa), el Profeta de Dios, hijo de Abdul Muttalib; por otra parte, imagino a vuestro ‘Jesús’ temblando y advirtiendo a sus discípulos que no le digan a nadie que él era Jesucristo, lo cual iba en contra de la realidad, aunque esta afirmación no habría llevado a nadie a matarle.

Me ahogo en un océano de desconcierto y pregunto: ‘¡Oh Dios mío! ¿De verdad esta persona es llamada profeta cuando tal es su estándar de valentía en el camino de Al’lah?’.”

La expresión de asombro del Mesías Prometido (as) por [el relato bíblico de] Jesús (as) tomó la forma de una respuesta contra acusativa. No fue el caso que el Mesías Prometido (as) rechazara que Jesús (as) fuese profeta de Dios, sino que destacó esa condición tal como se presenta en sus propias escrituras y [al mismo tiempo] lo toman [literalmente] como hijo de Dios. Luego [la ironía es que] intentan acusar al Santo Profeta (sa) diciendo que permitió mentir o actuar con cobardía.

[Por otra parte], Ibn Ishaq describe que cuando los incrédulos rodearon al Mensajero de Al’lah (sa), este preguntó:

“¿Quién se entregará por mí?”. Ziyad bin Sakan [ra] se puso de pie con cinco Compañeros Ansari [ra], (aunque según algunas [otras] narraciones era Amarah bin Yazid bin Sakan), y mostrando gran coraje, uno por uno entregaron sus vidas. Esto continuó hasta que solo quedó Ziyad (o Amarah) y él también sufrió múltiples heridas. Posteriormente, un contingente de musulmanes regresó y ahuyentó a los idólatras [de alrededor] del Profeta (sa). Después de esto, el Mensajero (sa) pidió: “Tráeme a Ziyad bin Sakan” y este fue llevado delante de él en un estado tal que estaba dando sus últimos suspiros. El Santo Profeta Muhammad (sa) pidió que lo acercaran hasta él y los Compañeros (ra) así lo hicieron, y el Santo Profeta (sa) movió sus pies hacia él y apoyó la cabeza [de Ziyad -ra-]sobre sus benditos pies, [por lo que] cuando Hazrat Ziyad (ra) falleció, su mejilla descansaba sobre los benditos pies del Profeta (sa). [En total] había recibido catorce heridas en el cuerpo.

[Sobre este tema], Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) ha escrito que:

“En una ocasión, cuando surgió una ola extraordinaria de ataques por parte de los qureish, el Mensajero de Dios (sa) manifestó: ‘En este momento, ¿quién ofrece sacrificar su vida por la causa de Al’lah?’. Esta proclama llegó a los oídos de un ‘Ansari’ quien, junto con otros seis Compañeros [ra] de entre los ‘Ansar’, avanzó y todos y cada uno de ellos dieron sus vidas luchando alrededor del perímetro del Santo Profeta Muhammad (sa).

El jefe de este grupo era Hazrat Ziyad bin Sakan (ra) y, tras dicho ataque, el Santo Profeta (sa) ordenó que le trajeran a Ziyad (ra) (o sea, cuando la embestida de los incrédulos redujo su intensidad y los otros Compañeros [ra] se reagruparon haciendo que el área estuviera un poco menos concurrida, el Profeta (sa) ordenó que trajeran a Ziyad (ra), quien yacía herido en el suelo). La gente lo trajo y lo presentaron ante el Mensajero (sa). En ese momento, todavía le quedaba algo de vida a Ziyad (ra), aunque estaba en los últimos momentos [de su existencia]. En esta condición, levantó la cabeza con un inmenso esfuerzo y colocó su rostro sobre los pies del Santo Profeta Muhammad (sa), y fue en ese mismo estado que entregó su vida”.

Con respecto al martirio de Hazrat Musab bin Umair (ra), está escrito que este luchaba delante del Santo Profeta (sa) y fue martirizado por Ibn Qamiah.

Se menciona en los relatos de la historia que en la “Batalla de Uhud”, Hazrat Musab bin Umair (ra) era el abanderado y cumplió con sus responsabilidades con gran diligencia. [Pues bien], el día de Uhud, Hazrat Musab bin Umair (ra) tenía el estandarte [musulmán] en la mano cuando Ibn Qamiah, que estaba montado en un caballo, le atacó y a consecuencia de ello su brazo derecho, que sostenía la bandera, fue cortado. Tras esto, la sujetó con la mano izquierda, [pero] Ibn Qamiah volvió a atacarle y le cortó también la mano izquierda. A continuación, apretó el estandarte musulmán contra su pecho e Ibn Qamiah le atacó por tercera vez e infligió con su lanza un golpe mortal en el pecho de Hazrat Musab (ra), la cual se rompió y Hazrat Musab (ra) cayó al suelo. De inmediato, dos hombres de los Banu Abd al-Dar, Suwait bin Sad bin Harmalah y Abu Rum bin Umair, se dirigieron hacia la bandera y Abu Rum bin Umair la recogió y permaneció en su poder hasta el regreso de los musulmanes a Medina.

No obstante, esto ha sido mencionado en un libro de historia, aunque en algunos otros relatos se menciona que el Profeta (sa) dio el estandarte a Hazrat Ali (ra).

Al relatar este incidente, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) escribe:

“El ejército de los qureish les había rodeado prácticamente por los cuatro frentes y seguía aplastando a los musulmanes sin tregua mediante repetidos ataques. Sin embargo, incluso tras todo esto, los musulmanes probablemente se habrían recuperado poco después, pero el gran contrapié fue que un audaz guerrero de entre los qureish, llamado Abdul’lah bin Qamiah, atacó a Hazrat Musab bin Umair (ra), el abanderado de los musulmanes, y le cortó la mano derecha con un golpe de su espada. Musab (ra) agarró inmediatamente la bandera con la otra mano y avanzó para enfrentarse a Ibn Qamiah, aunque en su segundo golpe la otra mano fue cortada también. Ante esto, Musab (ra) juntó sus dos manos cortadas para evitar que el estandarte islámico cayera [al suelo] y se lo llevó al pecho, tras lo cual Ibn Qamiah le golpeó por tercera vez, y en esta ocasión Hazrat Musab (ra) fue martirizado y cayó al suelo.

En cuanto a la bandera, otro musulmán avanzó inmediatamente y se apoderó de ella, aunque como la estatura y la figura de Hazrat Musab (ra) se parecían a las del Mensajero de Al’lah (sa), Ibn Qamiah pensó que había matado al Santo Profeta Muhammad (sa). Al mismo tiempo, es probable que este [hubiera sido un] plan suyo, que habría estado guiado meramente por motivos de malicia y engaño. En cualquier caso, cuando Hazrat Musab (ra) fue martirizado y cayó [al suelo], Ibn Qamiah exclamó que había matado a Mohammad [sa]. Ante esta noticia, los musulmanes perdieron por completo la compostura que les quedaba, sus fuerzas se dispersaron por completo y muchos Compañeros [ra] huyeron consternados del campo de batalla”.

Como ya he mencionado, el lapso momentáneo en la concentración de los musulmanes transformó la victoria del ejército musulmán en una derrota temporal. De todos modos, en la historia de las guerras, el Santo Profeta (sa) es considerado el mayor comandante y experto en dar órdenes sabias y decisivas. [En este caso], se mantuvo atento a las situaciones cambiantes de la batalla, fue capaz de proteger a su ejército disperso y más débil frente a uno cuatro veces mayor, impidiendo así que el enemigo cumpliera sus malvadas intenciones de aplastar por completo al ejército musulmán.

Tras el martirio de Hazrat Musab bin Umair (ra), el Profeta (sa) entregó el estandarte musulmán a Hazrat Ali (ra), quien tomó la bandera en la mano y se enfrentó al enemigo, lleno de ímpetu de victoria. Su espada golpeó sin tregua uno tras otro, haciendo que el ejército islámico recobrara su determinación. [A continuación], Hazrat Ali (ra) acudió con un pequeño grupo de entre el ejército musulmán alrededor del Mensajero (sa) y lucharon hasta que encontraron un camino para salir del asedio de los idólatras. Así, bajo el liderazgo del Santo Profeta Muhammad (sa), este pequeño grupo encontró una salida y se dirigió hacia el disperso ejército islámico, que estaba perdiendo su determinación tras escuchar la [falsa] noticia de que el Santo Profeta (sa) había sido martirizado.

Como resultado, los incrédulos de La Meca comenzaron a lanzar continuos ataques contra el ejército de creyentes para hacer fracasar su huida. No obstante, la estrategia de retirada del Profeta (sa) fue tan exitosa que este puñado de gente pudo mantenerse hombro con hombro en semicírculo y, mientras repelían todos los ataques del enemigo, incluso hacían incursiones hacia el valle. [Entretanto], el adversario trató por todos los medios de rodearlos, pero el Mensajero de Dios (sa) pudo con sus cuantiosos asaltos y se abrió paso.

También se menciona un estado de sueño y somnolencia que invadió a los Compañeros (ra) mientras luchaban durante la “Batalla de Uhud”, [pues] Dios Altísimo creó las circunstancias que hicieron que se durmieran.

Los detalles de esto son los siguientes, tal y como Hazrat Zubair bin al-Awwam (ra) narra:

“Cuando las tornas cambiaron durante la ‘Batalla de Uhud’, me encontré cerca del Santo Profeta Muhammad (sa) y, aun estando confusos y asustados, nos invadió una especie de estado similar al sueño. Las condiciones eran tales que parecía como si hubiéramos sucumbido a la somnolencia [por completo]. Por tanto, no había ni uno de nosotros que no tuviera la barbilla en el pecho [por así decirlo]“.

Sus cabezas caían debido al estado de sueño.

Y añade:

[Entretanto], por Al’lah, me pareció oír la voz de Muattib bin Qushair Ansari en un sueño, quien decía: ‘Si tuviéramos autoridad para tomar una decisión, nunca nos matarían aquí de esta manera’. (Muattib bin Qushair Ansari -ra- fue un Compañero que participó en el ‘Baiat de Aqabah’, la ‘Batalla de Badr’ y la ‘Batalla de Uhud’). [Entonces], recordando estas palabras suyas mientras estaba en ese estado de verlo en el sueño, fue cuando Dios Altísimo reveló en relación a este incidente:

ثُمَّ أَنزَلَ عَلَيْكُم مِّنۢ بَعْدِ ٱلْغَمِّ أَمَنَةًۭ نُّعَاسًۭا يَغْشَىٰ طَآئِفَةًۭ مِّنكُمْ ۖ وَطَآئِفَةٌۭ قَدْ أَهَمَّتْهُمْ أَنفُسُهُمْ يَظُنُّونَ بِٱللَّهِ غَيْرَ ٱلْحَقِّ ظَنَّ ٱلْجَـٰهِلِيَّةِ ۖ يَقُولُونَ هَل لَّنَا مِنَ ٱلْأَمْرِ مِن شَىْءٍۢ ۗ قُلْ إِنَّ ٱلْأَمْرَ كُلَّهُۥ لِلَّهِ ۗ يُخْفُونَ فِىٓ أَنفُسِهِم مَّا لَا يُبْدُونَ لَكَ ۖ يَقُولُونَ لَوْ كَانَ لَنَا مِنَ ٱلْأَمْرِ شَىْءٌۭ مَّا قُتِلْنَا هَـٰهُنَا ۗ قُل لَّوْ كُنتُمْ فِى بُيُوتِكُمْ لَبَرَزَ ٱلَّذِينَ كُتِبَ عَلَيْهِمُ ٱلْقَتْلُ إِلَىٰ مَضَاجِعِهِمْ ۖ وَلِيَبْتَلِىَ ٱللَّهُ مَا فِى صُدُورِكُمْ وَلِيُمَحِّصَ مَا فِى قُلُوبِكُمْ ۗ وَٱللَّهُ عَلِيمٌۢ بِذَاتِ ٱلصُّدُور

‘Después, tras la aflicción, Él hizo descender la paz sobre vosotros –un sopor que envolvió a una parte de vosotros- mientras que los de la otra parte se sentían inquietos respecto a sí mismos, pensando equivocadamente de Al’lah con pensamientos propios de los ignorantes. Dijeron: ¿Tenemos algo que decir en este asunto?. Diles: “Todas las decisiones corresponden a Al’lah’, [Sagrado Corán, 3:155].

 

[También] Hazrat Kab bin Amr Ansari (ra) relata:

“En una ocasión, el día de la ‘Batalla de Uhud’, me encontraba entre catorce de los míos junto al Santo Profeta (sa). De repente, nos invadió un estado de sueño que sirvió como fuente de paz (es decir, fue un sopor que les trajo paz). A pesar de encontrarnos en medio de la batalla, era una somnolencia que nos otorgó tranquilidad y no había ni uno de nosotros del que no se oyeran ronquidos”.

Y continúa:

[Entonces] vi que la espada de Bishr bin Bara bin Marur se le escurría de la mano, sin que tan siquiera sintiese que se le caía. Mientras tanto, los idólatras lanzaban ataques contra nosotros”.

 

Hazrat Jalifatul Masih IV (rh) ha ofrecido un comentario de este versículo y ha declarado:

“Es posible que sintiera como si su espada hubiera caído, porque en ese momento estaban sumidos en un estado de somnolencia y habrían aflojado su agarre sobre las armas que sujetaban firmemente, haciendo que estas cayeran. En cualquier caso, se ha utilizado la palabra ‘nuas’ y, a la luz de los diversos aspectos de los significados de las palabras ‘amanatan nuas’, la traducción puede resumirse como: ‘tras la aflicción, Él hizo descender sobre vosotros la paz, una forma de sueño o un estado de somnolencia que os concedió la paz o un estado de paz cuyo impacto tenía un elemento de sopor o incluía el sueño. El significado de ‘amanatan nuas’ es también un estado temporal en el que uno es vencido por el sueño y momentáneamente la cabeza cae.

Sin embargo, la palabra ‘nuas’ que se ha utilizado aquí no se refiere a este tipo de sueño, sino que es un estado intermedio entre estar despierto y dormido. Antes de dormirse, se entra en una fase intermedia del sueño en la que todo el cuerpo se relaja, lo que provoca un estado de paz. [Entonces], si esta condición de relajación continúa, se llega al estadio de sueño [final]. En tal estado, aunque uno esté caminando, no se caerá; de hecho, sentirá una sacudida repentina antes de caer y sabrá en qué condición se encuentra. No obstante, si se entra en un estado de sueño [completo], no se tiene control sobre el cuerpo. Así pues, es posible que Bishr bin Bara (ra) también hubiera sido vencido por un estado de sueño profundo, aunque a pesar de estar en una situación de guerra, no dejaba de ser un estado de paz, y en tal estado también se puede caer.

Por lo tanto, incluso si se considera que este fuese el caso, el agarre de su mano se habría aflojado y la espada habría caído. Sin embargo, se trata de una fase tal que uno se da cuenta inmediatamente de que está a punto de entrar en un estado de sueño profundo y, de repente, la persona se sobresalta y se despierta. Por consiguiente, Dios Altísimo afirma que les concedió un estado de paz que era como un estado de sueño, pero no tan profundo como la condición de sueño en el que uno no tiene control sobre su cuerpo; y esto les proporcionó una sensación de paz, pero sin dejarles completamente inactivos”.

Del mismo modo, en un hadiz de Bujari, Hazrat Abu Talha (ra) afirma que justo durante la “Batalla de Uhud”, les invadió un estado de sopor, lo cual ya se acaba de mencionar. [Luego], Hazrat Talha (ra) declara que [cuando] su espada estaba a punto de caer, él volvía a agarrarla. Así, este hadiz demuestra que no se trataba de un estado de sueño por el que se les caían las cosas de las manos [sin más], o lo hacían mientras caminaban. Era un estado de tranquilidad, pero aun así tenían control sobre su cuerpo, [porque cuando las armas] estaban a punto de caer volvían a agarrarlas. Esta fase de somnolencia no apareció de repente y se prolongó durante un tiempo.

[Asimismo], hay un relato en “Tirmizi Abwab-ul-Tafsir” de Hazrat Abu Talha (ra) que describe:

“El día de Uhud levanté la vista y observé que todo el mundo estaba sumido en un estado de sopor y se agachaba detrás de sus escudos”. Debido a permanecer despiertos [durante tanto tiempo] o a la extrema fatiga, los Compañeros (ra) se encontraban en una condición muy mala y, al verse superados por este estado, Al’lah les estaba concediendo unos momentos de confort y paz. Narra además que esto no le sucedió solo a un  soldado, [sino que] de hecho todos los Compañeros (ra) que estaban luchando contra el enemigo junto al Profeta (sa) fueron repentinamente invadidos por ese estado [de somnolencia], como si descendiera de los Cielos y los hubiera cubierto a todos.

En ese instante, necesitaban desesperadamente un poco de paz y la oportunidad de refrescarse, y no era momento de dormir. En tales circunstancias, cuando uno está extremadamente fatigado, puede dejarse llevar por algo así. En cualquier caso, que todo un grupo de personas se sumerja en un estado de letargo a la vez y además en un momento en que se estaba librando una batalla, y existía un gran peligro por parte del enemigo, es realmente un milagro y no una mera coincidencia. Esto puede ocurrirle a cualquiera, aunque [en este caso] no fue una mera coincidencia sino un [verdadero] milagro, y Dios Altísimo les concedió una forma especial de paz.

Alama Abdur Razzaq ha narrado de Zuhri que, en el día de Uhud, el Santo Profeta Muhammad (sa) fue atacado setenta veces con la espada, aunque Al’lah lo salvó de cada ataque.

[Sobre este tema], Ibn Hayar al-Asqalani declara que es posible que Zuhri lo haya tomado literalmente como setenta [ataques] o que se esté refiriendo a esto para indicar con ello un gran número [de ellos].

[Por su parte], el Mesías Prometido (as) comenta:

“El que permanecía junto al Santo Profeta (sa) durante la batalla era considerado el más valiente, ya que el Mensajero de Al’lah (sa) se colocaba en la posición en la que había más peligro. ¡Santo es Dios y qué alto rango poseía! [Ahora bien], tomemos el ejemplo de Uhud, donde hubo un ataque implacable de espadas y la lucha fue tan intensa que los Compañeros (ra) no podían soportarlo y, no obstante, este ‘intrépido individuo’ [sa]continuaba luchando valientemente.

[En todo caso], no se culpa a los Compañeros (ra) [de nada], porque Al’lah los ha perdonado. De hecho, la sabiduría detrás de esto fue para que la valentía del Mensajero  de Dios (sa) pudiera ser manifestada”.

El Mesías Prometido (as) [también] expone:

“En un momento dado hubo un ataque con espadas desde todas direcciones y, sin embargo, él anunciaba abiertamente su condición de ser el ‘Profeta’ [sa] y proclamaba: ‘Yo soy Muhammad, el Mensajero de Al’lah [sa]’. [Asimismo] se dice que el Santo Profeta (sa) sufrió setenta heridas, aunque estas no eran profundas. [En definitiva], este era el gran carácter moral del Profeta (sa)”.

 

Abu Amir relata como sigue el incidente del Santo Profeta Muhammad (sa) por el que cayó en una zanja:

Abu Amir Fasiq excavó varios hoyos en el campo de batalla de Uhud, para que los musulmanes cayeran en ellos sin darse cuenta y así sufrieran perjuicios. El Santo Profeta (sa) cayó también en uno de ellos sin percatarse de lo que había pasado. [De inmediato], el Profeta (sa) cayó inconsciente y se lastimó ambas rodillas. [Entonces], Hazrat Ali (ra) rápidamente corrió hacia él y lo agarró, y Hazrat Talha Ubaidul’lah (ra) lo levantó y le ayudó a salir.

El culpable de que [finalmente] el Mensajero (sa) cayera [en uno de ellos] fue el desgraciado Ibn Qamiah, quien atacó al Santo Profeta Muhammad (sa) con su espada. [En realidad], la misma afectó al cuello del Santo Profeta (sa), y aunque la misma no lo tocó [directamente, la fuerza del golpe causó tal sacudida en su bendito cuello, que experimentó molestias en el mismo incluso después de un mes o más]. Al mismo tiempo, comenzó a arrojar piedras al Profeta (sa), una de las cuales lo golpeó en la espalda. [Por desgracia], Utbah bin Abi Waqqas, hermano de Sad bin Abi Waqqas, también arrojó una piedra al Mensajero de Dios (sa) que le golpeó en la boca, rompiéndole un diente inferior, o sea, el que hay entre el frontal y el canino. Del mismo modo, su labio inferior asimismo quedó abierto [y herido].

El Imam Ibn Hair Asqalani afirma que se le rompió un trozo de diente, en lugar de que se rompiera todo el diente desde la raíz.

[Luego], cuando Sad bin Abi Waqqas, el hermano de Utbah, se enteró de que había sido su hermano quien atacó al Santo Profeta Muhammad (sa), entró en el ejército [enemigo] buscándolo con venganza en mente. Él mismo dijo: “Quizá no exista nada más que haya codiciado en el mundo que matarlo”. No obstante, Utbah lo esquivó y escapó. [Saad] regresó una vez más buscándolo, aunque cada vez lo evadía. [Al final], cuando estaba a punto de ir por tercera vez, el Santo Profeta (sa) le preguntó a Hazrat Saad (ra): ¡Oh siervo de Dios! ¿Tienes intención de dar tu vida?”. [Así pues], Hazrat Saad (ra) relata de esta manera que el Profeta (sa) lo detuvo y por eso ya no fue.

[Finalmente], el Mensajero de Al’lah (sa) hizo la siguiente oración contra Utbah bin Abi Waqqas: ¡Oh Dios mío, no dejes pasar otro año antes de que muera en estado de incredulidad”. [Pues bien], Al’lah aceptó su oración, ya que ese mismo día Hazrat Hatib bin Abi Baltah (ra) lo mató.

[El propio] Hazrat Hatib (ra) dice:

“Cuando vi la depravada audacia de Utbah bin Abi Waqqas, inmediatamente le pregunté al Santo Profeta Muhammad (sa) dónde estaba Utbah. El Santo Profeta (sa) me indicó la dirección en la que había ido y rápidamente fui tras él, hasta que al final lo encontré y de inmediato lo golpeé con mi espada, lo que provocó que le cortara el cuello y que su cabeza cayera a [cierta] distancia. [Entonces], tomé posesión de su espada y su caballo, y se los llevé al Profeta (sa). Al escuchar esta noticia, el Mensajero de Dios (sa) exclamó dos veces: ‘¡Al’lah está complacido contigo, Al’lah está complacido contigo!’.”

[Finalmente], en aquel ataque [mencionado con anterioridad], el casco que llevaba el  Profeta (sa) también se rompió y, debido a las constantes embestidas del enemigo, el Mensajero (sa) sufrió heridas en la cara y cortes en la piel. [Es más], una de las personas que atacó el rostro bendito del Santo Profeta Muhammad (sa) fue Abdul’lah bin Shahab Zuhri, quien más tarde aceptó el Islam. [Ahora bien], estos detalles se darán en su día y se hablará de ellos en el futuro, si Dios quiere.

Ahora deseo hacer mención de algunos miembros fallecidos:

La primera es la del respetado Abu Hilmi Muhammad Ukasha Sahib de Palestina.

Sharif Odeh Sahib escribe acerca de él:

“Hace unos días, nuestro hermano áhmadi de Gaza, Muhammad Ukasha Sahib, fue brutalmente martirizado. Su cuerpo fue encontrado a cierta distancia de su casa”.

¡En verdad, a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos!

 

El fallecido era un áhmadi sincero. Tenía 75 años. Emigró de su pueblo a la ciudad de Yabalia en Gaza, donde vivió en un campo de refugiados. Tiene siete hijos, cinco hijas y treinta y cinco nietos.

Uno de sus nietos dice que no habían podido contactar con él desde hacía varias semanas y, durante una pausa temporal de los combates, él fue a buscarlo pero no lo encontró en su casa. [Al final], su cuerpo fue encontrado a cien metros de su casa, entre los cadáveres. Le habían disparado en la cabeza y lo habían martirizado.

Un áhmadi de Gaza llamado Yasir Shaheen Sahib dice:

“Hace diez años, al fallecido le instalaron una antena parabólica y me pidió que le ayudara a encontrar el canal de la MTA. En ese momento, aprendí sobre el Ahmadíat a través de él. Un tiempo después, me proporcionó más detalles sobre la Comunidad y me envió algunos libros. Posteriormente, durante un tiempo, seguimos teniendo debates. Más tarde ofrecí la oración ‘istijara’, tras lo cual mi esposa y yo juramos lealtad. Muhammad Ukasha Sahib estaba muy satisfecho con el hecho de que yo prometiera lealtad [hiciera el “Baiat”]. A partir de entonces nuestra relación se hizo más fuerte. Me relataba el comentario de versículos coránicos durante horas y horas. Me leía extractos de ‘Tafsir-e-Kabir’ y me explicaba conceptos como la abrogación. Su forma de hablar era muy agradable.

[También] llevaba bastante tiempo escribiendo un libro y me llamaba para escucharlo y mejorarlo, y me planteaba varios temas de discusión. Su intención era ampliar su casa para incluir una biblioteca en la que pudiera tener copias de la literatura de la Yamat. Sin embargo, su familia era cruel con él por ser áhmadi y por eso no pudo cumplir su deseo. Fue a través de él que conocí la ‘comunidad’ de Gaza. Todos lo visitábamos en su sala de estar. [Luego], en sus últimos años, debido a problemas de salud, a menudo permanecía en su casa porque le resultaba difícil moverse”.

Otro áhmadi de Gaza nos cuenta que:

“El fallecido era alto, delgado y tenía barba blanca. Cualquier persona con la que hablaba podía sentir inmediatamente el impacto de su piedad y virtud. Siempre estaba ocupado recordando a Dios y leyendo la literatura de la Comunidad. Era su gran deseo que la ‘yamat’ [de Gaza] tuviera una mezquita cerca de su casa. Durante el ataque [a Gaza] de 2014, escribió un artículo en el que decía que estaba cerca el día en que las tumbas serían bombardeadas y sus lápidas se esparcirían, y esto ha sido exactamente lo que ha pasado. [En todo caso], a pesar de estar envuelto en dificultades, siempre recibía a todos con una sonrisa. Era muy generoso, inteligente y sabía intuir con rapidez lo que el otro pensaba”.

[Asimismo], el doctor Yousaf Sahib ha dicho:

“El hermano Hilmi era muy sincero y un verdadero áhmadi. Incluso antes de convertirse en áhmadi [musulmán], su mentalidad y su trato eran como los de un áhmadi. En consecuencia, tan pronto como supo de la Comunidad, juró lealtad y, tras hacerlo, hablaba con eruditos y otros de su entorno sobre el Ahmadíat, por lo que se enfrentó a una gran oposición y dificultades por parte de su familia. En sus últimos días, [a pesar de que] caminaba con muletas, era el primero en llegar a la oración del viernes o a cualquier otra reunión a pesar de experimentar grandes dificultades y peligros en el camino debido a los oponentes. Ofrecía sus donativos económicos antes que los demás, aunque no tenía mucho. Su deseo era que la ‘Yamat’ y sus creencias se difundieran por todo el mundo porque presentan la solución a todos los problemas de la humanidad. Tenía la intención de ceder su casa y una parte de su terreno a la Comunidad para que se construyera allí una mezquita y la sede de la ‘yamat’ [de Gaza], pero sus parientes opositores impidieron que esto sucediera”.

¡Que Dios Altísimo eleve su posición y haga de sus hijos los destinatarios de sus oraciones!

¡Que su progenie y familiares comprendan el Ahmadíat, el verdadero Islam, y sean testigos de paz y seguridad!

¡Que Al’lah traiga la paz a su región, detenga a los opresores y los elimine!

[Por cierto], Israel está iniciando una operación militar en su frontera con el Líbano para combatir a Hezbolá, lo que solo provocará que las condiciones empeoren. De manera similar, Estados Unidos y Gran Bretaña han iniciado una operación militar contra la tribu houtí de Yemen; [y en definitiva], todas estas cosas no hacen más que ampliar aún más la guerra. Ahora, muchos comentaristas han dicho que probablemente se acerca una guerra mundial. [Por eso], hay una gran necesidad de oraciones.

¡Que Dios conceda comprensión y sabiduría a la humanidad!

[Ahora] mencionaré a otro miembro fallecido, Amatul Nasir Zafar Sahiba, quien falleció hace unos días y era esposa de Haidar Ali Zafar Sahib, un misionero que sirve en Alemania:

¡En verdad, a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos!

 

Por la gracia de Dios era “musia” [participante del sistema de “Al-Wasiyat”]. Además de su marido, le sobreviven su hijo y dos hijas. Su abuelo materno, Chaudhry Aminul’lah Sahib (ra), fue Compañero del Mesías Prometido (as).

[Su marido], Haidar Ali Zafar Sahib, relata:

“Soy misionero y he servido en el campo [de la predicación] en diferentes épocas. Ella vivió separada de mí durante aproximadamente doce años, aunque nunca se quejó al respecto. Una vez, cuando surgió algo que la preocupó, le pregunté por qué no me lo había dicho antes. En respuesta, me contestó que no quería causarme ninguna molestia mientras llevaba a cabo mi trabajo de predicación”.

En Frankfurt fue presidenta local [de la asociación de mujeres] de “Baitus Subuh” y durante el año en que se celebró el Jubileo del Jalifato [2008], también lo fue [de la asociación de mujeres] de [todo] Frankfurt. Estaba muy dedicada a la oración y al ayuno. Ofrecía el “tahayud” [oraciones voluntarias antes del amanecer] y recitaba regularmente el Sagrado Corán. Era muy caritativa y solidaria, y cumplía puntualmente con sus contribuciones financieras.

¡Que Dios Altísimo le conceda Su misericordia y Su perdón!

La siguiente mención es la de Nasim Akhtar Sahiba, esposa de Habib Ul’lah Khalon Sahib de Ghatialian, quien ha fallecido recientemente:

¡En verdad, a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos!

Por la gracia de Dios era “musia” y contribuyó todo su “chanda Wasiyat” antes de su fallecimiento. Incluso pagó en vida la parte que le correspondía de sus bienes. Además de su marido, le sobreviven sus seis hijos y dos hijas. [Aparte], otra de sus hijas falleció estando ella en vida. [En todo caso], crio a sus hijos con gran amor y les proporcionó educación. Cuatro de ellos son devotos de por vida, [siendo] uno, Navid Adil Sahib, el misionero en jefe de Liberia, quien debido a su servicio en el ámbito de su trabajo no pudo asistir al funeral.

[Este mismo hijo] narra:

“El Ahmadíat entró en su familia a través de su padre, Maula Bakhsh Sahib, que tomó el juramento de lealtad durante la era del Segundo Jalifa (ra). Tenía considerables conocimientos religiosos. A veces, la gente que la conocía le preguntaba por su educación formal; sin embargo, no tenía mucha educación secular. Su madre solía decir que su interés por el conocimiento religioso procedía de su padre, porque él escuchaba las clases de religión y las conferencias en la mezquita, y las repetía en casa sin falta. (Así pues, los padres pueden tener un gran impacto si mantienen este tipo de conversaciones en casa). Su amor por la Yamat y el Jalifato era ilimitado. No tenía miedo y su fe la honraba. No soportaba oír nada en contra de la Comunidad o del Mesías Prometido (as). Era muy asidua a las oraciones y además ofrecía la de ‘tahayud’. Realizó regularmente el ‘itikaf’, excepto durante los últimos años de su vida. Completaba la recitación entera del Santo Corán tres o cuatro veces durante el Ramadán. Siempre recordaba a Dios y recitaba el ‘Durud’.

Una vez se cayó accidentalmente y se rompió una pierna. En aquel momento, yo (su hijo, Adil Sahib, que escribe esto) y mi hermano estábamos con ella, y justo cuando era hora de irnos se cayó y se rompió una pierna. Me dijo que fuera a cumplir con mis obligaciones, llamó a su yerno, [que era] de un pueblo vecino, y se fue con él al hospital. [Al final] me dijo: ‘Es tu deber ir a servir a tu fe inmediatamente’.”

Navid Adil Sahib continúa diciendo:

“Siete años después, fui a visitarla mientras estaba de vacaciones y me explicó que la vida y la muerte están en manos de Dios. No se puede saber cuándo le llegará la hora a nadie. Si ocurre algo de esa naturaleza, no vengas, abandonando tu puesto. Mejor quédate donde estás”.

Así, permaneció en su centro y no pudo asistir al funeral de su madre.

Ahora mencionaré a la respetada Mubarka Begum Sahiba, esposa de Rashid Ahmad Zamir Sahib del Estado de Bashirabad, quien ha fallecido recientemente:

¡En verdad, a Al´lah pertenecemos y a Él volveremos!

 

El Ahmadíat entró en su familia a través de su padre, Bahawul Haqqn Sahib, que juró lealtad en 1948 a manos de Hazrat Jalifatul Masih II (ra). Poseía cualidades extraordinarias. Realizaba regularmente las cinco oraciones diarias y el “tahayud”. Fue una mujer piadosa y virtuosa que sirvió desinteresadamente a la Yamat. Tuvo la oportunidad de hacerlo en diversos puestos. También fue presidenta de “lallna” [la asociación de mujeres]. Pasó casi toda su vida al servicio de la Comunidad. Enseñó el Sagrado Corán a cientos de niños y niñas. Observaba el velo con sumo cuidado e inculcaba este hábito a las niñas. Participaba activamente en el servicio a la humanidad. Atendía las necesidades de los pobres y las viudas, y ayudó a muchas chicas pobres y huérfanas a casarse. Enseñó a muchas niñas costura.

Todos los viernes iba a la mezquita dos horas antes de la oración de “yuma” y limpiaba ella misma la zona de las mujeres, y posteriormente ofrecía las oraciones voluntarias. Era muy fiel y digna de confianza. Muchas mujeres le dejaban sus joyas y su dinero en depósito por ser muy honrada. Nunca discutió con nadie, ni fue irrespetuosa. Poseía una moral muy elevada.

Por la gracia de Dios Altísimo era “musia” y cuando entró en el proyecto de “Wasiyat” reclutó a sus hijas y de la misma forma animó a otras mujeres de su pueblo a entrar en el mismo.

Además de su marido, le sobreviven su hijo y cinco hijas. Era suegra del misionero Uzman Ahmad Sahib, que prestaba servicio en la imprenta Raqeem de Sierra Leona; y del misionero Saadat Ahmad Sahib, que prestaba servicio en Burkina Faso. Sus dos hijas, casadas con estos misioneros, no pudieron estar con ella en sus últimos momentos, ya que permanecieron en sus puestos donde están prestando servicio.

Su hija, Asifa Sahiba, nos relata:

“Tengo la oportunidad de servir junto a mi marido, Uzman Ahmad Sahib, en Sierra Leona y, debido a mi dedicación, no pude asistir al funeral y entierro de mi madre. Del mismo modo, mi hermana menor, Maryam Bushra, está en Burkina Faso y tampoco pudo asistir”.

¡Que Al’lah les conceda paciencia y fortaleza, que otorgue misericordia y perdón a los fallecidos y que se cumplan sus oraciones por sus hijos!

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