“Cómo el Santo Profeta (sa) aconsejó a Hazrat Ali (ra) y Hazrat Fátima (ra) a hacer la oracion voluntaria de ‘tahayud’, la maldad de las tribus judías de Medina y la ‘Batalla de Banu Qainuqa’; y otra petición de oraciones”.
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

“Cómo el Santo Profeta (sa) aconsejó a Hazrat Ali (ra) y Hazrat Fátima (ra) a hacer la oracion voluntaria de ‘tahayud’, la maldad de las tribus judías de Medina y la ‘Batalla de Banu Qainuqa’; y otra petición de oraciones”.

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

SERMÓN DEL VIERNES, 27 de OCTUBRE de 2023.

Pronunciado en la MEZQUITA MUBARAK de Islamabad (Tilford, Surrey), Reino Unido.

Después de recitar el Tashahud, el Taawwuz y el Surah Al-Fatihah,

Hazrat Mirza Masrur Ahmad, Jalifatul Masih V (atba), dijo las siguientes palabras:

[En estos días] se han estado narrando historias de la vida del Santo Profeta Muhammad (sa) [y continuaré con ello].

[Pues bien], un relato del Santo Profeta (sa) en el que llama la atención de su hija y su yerno hacia la oración de “tahayud” [oración voluntaria de antes del amanecer] se registra en “Sahih Al-Bujari” de esta forma:

Hazrat Ali bin Abu Talib (ra) narra que un día el Profeta (sa) lo visitó a él y a su propia hija, Hazrat Fátima (ra), y les preguntó: “¿Acaso vosotros dos no ofrecéis la oración?”; y [Hazrat Ali (ra)] le respondió: “¡Oh Mensajero de Al’lah (sa)! Nuestras vidas están en manos de Dios y Él nos despierta cuando quiere”, (esto era en relación a la oración [voluntaria] de ‘tahayud’). [A continuación], Hazrat Ali (ra) cuenta que el Santo Profeta Muhammad (sa) no respondió a esto y se marchó; [y añade]: “Aunque mientras se alejaba, oí al Santo Profeta (sa) decir lo siguiente, a la vez que se golpeaba el muslo con la mano:

‘De todas las cosas, el hombre es el más contencioso’, [Surah Al-Kahf, 18:55]”.

[Por su parte], Hazrat Musleh Maud, Jalifatul Masih II (ra), ha registrado así los detalles de este incidente:

“Una noche, el Profeta (sa) visitó a su yerno, Hazrat Ali (ra), y a su hija, Hazrat Fátima (ra), y les preguntó: ‘¿Realizáis la oración de tahayud?’, (es decir, la oración que se ofrece en mitad de la noche); y Hazrat Ali (ra) replicó: ‘¡Oh Mensajero (sa), intentamos ofrecerla! Sin embargo, si por voluntad de Al’lah permanecemos dormidos, entonces nos la perdemos’. [Presto], el Santo Profeta Muhammad (sa) contestó: ‘¡Deberíais ofrecer la oración de tahayud (que se ofrece en mitad de la noche)’. Luego se levantó para regresar a su casa y al salir exclamó repetidamente: ‘De todas las cosas, el hombre es el más contencioso’, [Surah Al-Kahf, 18:55]. Este es un versículo del Sagrado Corán que significa que una persona a menudo se siente reacia a admitir su error y cubre su defecto presentando varias excusas. Esto quiere decir que, en lugar de que Hazrat Ali (ra) y Hazrat Fátima (ra) hubieron dicho que a veces erraban, ¿por qué dijeron que ‘cuando Dios no deseaba que se despertaran permanecían dormidos’? ¿Por qué atribuían su error a Al’lah?”.

Explicando este evento [en otro lugar], Hazrat Musleh Maud, Jalifatul Masih II (ra), continúa diciendo:

“Hazrat Ali (ra) relata un evento suyo y menciona que, en una ocasión, él respondió al Santo Profeta (sa) de una forma que contenía un tono de disputa y confrontación, pero en lugar de que el Mensajero de Dios (sa) se molestara o mostrara desagrado, replicó de una manera tan sutil, que es posible que Hazrat Ali (ra) recordara la belleza de esas palabras hasta los últimos días de su vida. Además, sin duda tenía derecho a disfrutar de ellas. Incluso hoy en día, cuando una persona sabia se entera de la exquisitez con la que el Profeta (sa) expresó su disgusto, se queda atónita.

[Así pues], Hazrat Ali (ra) afirma que:

‘Una noche, el Santo Profeta Muhammad (sa) nos visitó a mí y a Fátima Al-Zahra (ra), la hija del Santo Profeta (sa), y nos preguntó: *¿No ofrecéis la oración de tahayud?*; y yo contesté: *¡Oh Mensajero de Al’lah (sa)! Nuestras vidas están en manos de Dios Altísimo y cuando Él quiere despertarnos, nos despertamos*. Al oír esto, el Santo Profeta (sa) se dio la vuelta sin decirme nada, aunque mientras se giraba para marcharse, se golpeó el muslo y declaró: *De todas las cosas, el hombre es el más contencioso*.’

¡Toda Gloria es para Dios! ¡Qué extraordinaria fue la forma en que el Profeta (sa) explicó a Hazrat Ali (ra) que no debería haber respondido de esa manera! [En este sentido], si hubiera sido otra persona [la que hubiera replicado], primero habría empezado a discutir: ‘¡Mira mi posición y estatus, y fíjate en tu respuesta! ¿Tienes algún derecho a desestimar mis palabras de esa forma?’. Si este no hubiera sido el caso, entonces habrían empezado a pelear, señalando: ‘Tu proclama de que una persona está obligada y que todas sus acciones están bajo el control de Al’lah es completamente falsa; [o sea], que Él te obliga a actuar del modo que Él quiere, y si lo desea Él te permite rezar o no’; [así], podría haber dicho que la cuestión de la compulsión es completamente contraria al Santo Corán’.

El Mensajero (sa) podría haber expresado todo esto, aunque no adoptó [ninguno de] estos dos métodos, ni se enfadó con él, ni discutió con Hazrat Ali (ra) para hacerle consciente de su error; más bien, se hizo a un lado y se mostró sorprendido por su respuesta, clamando: ‘La gente es muy peculiar: toman un punto concreto que les beneficia y luego empiezan a discutir sobre el asunto’.

En realidad, esta simple afirmación del Profeta (sa) contiene en su interior tales beneficios que incluso 100 debates de otra persona no tendrían comparación. [Por eso] podemos aprender muchas cosas de este hadiz”.

Hazrat Musleh Maud, Jalifatul Masih II (ra), analiza esto más a fondo mencionando las cosas que aprendemos, ya que a través de esto, diferentes aspectos de la moral del Santo Profeta Muhammad (sa) salen a la luz y es apropiado señalarlos aquí:

“En primer lugar, vemos cuánto se preocupaba el Santo Profeta (sa) por el bienestar espiritual de sus allegados, en el sentido de que los visitaba de noche [para aconsejarles]; [y es que] hay muchas personas que son piadosas ellas mismas y exhortan a los demás a serlo también, pero el estado de sus propios hogares es calamitoso y ni siquiera tienen la capacidad de reformar a la gente de su propia casa. Hay un dicho muy conocido sobre esa gente que dice: ‘Hay oscuridad debajo de la lámpara’. Esto significa que, del mismo modo que una lámpara ilumina todo lo que hay a su alrededor, la oscuridad permanece debajo de ella. Asimismo, hay personas van por ahí aconsejando a los demás, aunque no se preocupan de si las personas en su propia casa se están beneficiando de su luz. Por el contrario, el Profeta (sa) era consciente de que sus parientes debían ser iluminados por la luz que deseaba difundir por todo el mundo y se comprometió a asumir esta responsabilidad, por lo que les ponía a prueba y les enseñaba. [Es más], la reforma moral de nuestros parientes es una cualidad tan excelente, que si esta no se encontrara en el Mensajero de Dios (sa), habría una deficiencia significativa en su moral; pero como poseía la más excelente de las morales, por eso esta cualidad se encontraba en él en abundancia.

El segundo punto que entendemos es que el Santo Profeta Muhammad (sa) tenía plena convicción en las enseñanzas que presentaba al mundo y no dudó de las mismas ni por un momento. Algunas personas alegan -Al’lah nos perdone- que a fin de engañar al mundo entero y establecer su reinado, el Santo Profeta (sa) creó todo ese movimiento; (esta es la alegación que esgrimen los opositores); y que en todo caso, él no recibió ninguna revelación. (Algunos orientalistas solían escribir esto y los incrédulos de la época del Profeta (sa) también solían decir lo mismo). [No obstante], este no era el caso, sino que [más bien], el Mensajero (sa) tenía una convicción tan firme en su profetazgo y en que había sido nombrado por Dios, que no encontramos equivalente de esto en el mundo entero. En todo caso, se puede suponer que el Santo Profeta Muhammad (sa) pudo haber actuado con pretensión para demostrar su veracidad a la gente, aunque [uno] no se puede imaginar que una persona vaya a ver a su hija y a su yerno, especialmente por la noche, y les pregunte si llevaban a cabo esa forma de adoración [‘tahayud]; una oración que no se ha hecho obligatoria, sino que su realización Al’lah la ha dejado a la condición del creyente y [para la que] uno ha de despertarse en medio de la noche para observarla.

El hecho de que el Santo Profeta (sa) saliera y animara a su hija y a su yerno a ofrecer también las oraciones de ‘tahayud’ [oraciones voluntarias de antes del amanecer] es un ejemplo de su total convicción sobre la enseñanza que deseaba impartir a la gente. Por el contrario, un mentiroso que sabe que seguir o rechazar su enseñanza es intrascendente nunca podría aconsejar a sus hijos que se adhirieran a ella y, encima, a una hora tan tarde [del día]. (El resultado sería el mismo en ambos casos. Una persona así no podría aconsejar a sus hijos que siguieran sus enseñanzas). Esto solo puede ocurrir si el corazón de esa persona está convencido de que no se puede alcanzar la excelencia sin adherirse a la enseñanza.

La tercera cuestión es la razón misma por la que se ha presentado este incidente: que el Profeta (sa) lo explicó todo con una paciencia increíble, [ya que] en lugar de discutir [como sucedió en este caso], señalaba los errores de los demás con amor y ternura. En esta ocasión en particular, Hazrat Ali (ra) trató de escabullirse de la pregunta del Mensajero de Dios (sa) alegando que después de que una persona se duerme, no tiene control sobre cuándo se despertará; es decir, una persona que está durmiendo no tiene control sobre sí misma, [porque] cuando una persona se duerme no es consciente del tiempo en aras a completar cualquier tarea; y si Al’lah hace que se despierte, ofrece la oración. De lo contrario, no se podía hacer otra cosa en aquella época, ya que no había despertadores. [En consecuencia], no es de extrañar que al oír esta respuesta, el Santo Profeta Muhammad (sa) se sintiera desconcertado; [pues] la fe de su corazón nunca le permitiría ser tan negligente y perder descuidadamente el momento de ofrecer las oraciones de ‘tahayud’. [Por lo tanto], fue por esta razón que el Santo Profeta (sa) se apartó y simplemente exclamó: ‘El hombre es desobediente y contencioso’. En otras palabras, [dijo] que [Hazrat Ali (ra)] debía esforzarse en no perder el tiempo y no desestimar lo que se le dijera. Así, Hazrat Ali, que Dios le conceda Su gracia, dijo: ‘Tras esto, nunca fui negligente a la hora de ofrecer las oraciones de tahayud’. [Por tanto], deberíamos recordar este incidente para dirigir nuestra atención hacia el ofrecimiento de la oración de ‘tahayud’.”

[En este sentido], los misioneros, los consagrados de por vida y quienes ostentan un cargo deben ser especialmente conscientes de ello, [porque] son las oraciones ofrecidas durante la noche las que atraen eficazmente la Gracia de Dios Altísimo y, en la actualidad, estas oraciones son esenciales para salvar al mundo de la destrucción.

En los relatos históricos también se menciona la “Batalla de Banu Qainuqa”, que tuvo lugar en el segundo año después de la Hégira:

Sobre esto, consta que una vez que el Santo Profeta (sa) emigró a Medina, los incrédulos de Arabia se dividieron en tres grupos: el primero era el de aquellos con los que el Mensajero de Al’lah (sa) había establecido un tratado de paz, con la condición de que no hicieran la guerra contra él, ni apoyaran a sus enemigos en contra suya; y las tres tribus judías [residentes en Medina], o sea, Banu Quraizah, Banu Nadir y Banu Qainuqa, firmaron este tratado de paz. El segundo grupo era el de los que se oponían al Santo Profeta Muhammad (sa) y le hacían la guerra. Este era el de los qureish. El tercer grupo era el de los que se desvincularon del Santo Profeta (sa) y esperaban su desenlace, como otras tribus árabes. Dichas tribus también variaban de opinión, [pues] algunas deseaban en su corazón que los musulmanes salieran victoriosos, como los Banu Juzaah; [aunque] algunos anhelaban lo contrario, como la gente de Banu Bakr. Asimismo, había algunas tribus que parecían estar del lado de los musulmanes, aunque apoyaban a sus enemigos de forma encubierta. Tales personas se contaban entre los hipócritas.

[Así pues], cuando el Profeta (sa) llegó a Medina, firmó acuerdos con los judíos, [por lo que] hubo un tratado escrito entre el Mensajero de Dios (sa) y las tribus judías; y estas se unieron con sus confederados, y se establecieron tratados de paz entre ellos y el Santo Profeta Muhammad (sa). [En este contexto], había muchas condiciones en los tratados de paz, una de las cuales era que no apoyarían a los enemigos del Santo Profeta (sa) contra él; (esto es en cuanto a los tratados de paz).

En referencia a los Banu Qainuqa y su participación en la propagación del desorden, Ibn Ishaq dice que había un anciano llamado Shaaz bin Qais, que albergaba una gran enemistad y rencor en su corazón hacia los musulmanes. En una ocasión, algunos Compañeros (ra) de las tribus Aus y Jazrall estaban hablando en una reunión. [Entretanto], Shaaz bin Qais pasó junto a ellos y cuando observó que gracias al Islam habían dejado atrás su enemistad mutua de la época de la ignorancia, y ahora estaban sentados juntos en amor y paz, se encendió de celos. [Así que], de forma impulsiva, afirmó: “Banu Qayla (es decir, dirigiéndose a los jefes de los Banu Aus y Jazraj que se habían unido), por Al’lah, si la noble gente de los Aus y Jazrall se ha unido, entonces no podemos residir aquí entre ellos”. [Lo cierto es que] intentó incitarlos y enfurecerlos. [En ese momento], le acompañaba un joven judío. [Entonces], ordenó a los jóvenes que se sentaran juntos, evocaran la “Batalla de Buaz” y otros sucesos del pasado, y recitó algunos de los pareados que se habían escrito en relación con aquellos eventos.

La “Batalla de Buaz” tuvo lugar en la época de la ignorancia entre las tribus Aus y Jazrall, durante la cual los Aus prevalecieron sobre los Jazrall. En aquella época, el jefe de la tribu Aus era Hudair bin Simak Ashali y [además] era el padre de Hazrat Usaid (ra). El jefe de la tribu Jazrall era Amr bin Numan Bayazi. [Pues bien], estos dos individuos fueron asesinados durante dicha batalla. [Al final], este joven judío se sentó entre los musulmanes y comenzó esa discusión para enfurecerlos e incitarlos. Los sentimientos adormecidos de los Aus y Jazrall volvieron a ser apasionados y se enfurecieron, [por lo que] comenzaron a pelear entre ellos y a expresar su superioridad el uno sobre el otro. Las cosas escalaron hasta tal punto que una persona de cada tribu se arrodilló en el suelo y se enfrentaron para discutir y disputar, y su desacuerdo se acrecentó. Aus bin Qazih representaba a la tribu Aus, mientras que Yabbar bin Sajar representaba a la tribu Jazrall. [Luego], durante la discusión, uno de ellos dijo que si el otro lo deseaba, podían reavivar aquella guerra y comenzar de nuevo. Así, ambas partes se enfurecieron y dijeron que estaban listas para pelear.

Por un lado, habían abrazado el Islam, aunque por el otro, aún quedaba un atisbo de ignorancia. Asimismo, prometieron luchar unos contra otros en Harrah. Medina está situada entre dos “Harrah”,  que se refiere a un paisaje negro y rocoso. Al este [de Medina] está Harrah Aqim, también conocido como Harrah Banu Quraizah; y el otro Harrah, situado a tres millas al oeste de Medina, es el Harrah Al-Wabrah. [O sea], hacia el este, el Harrah se conocía como Harrah Aqim, que asimismo se conocía como Harrah Banu Quraizah; y el otro Harrah era Harrah Al-Wabrah, que está hacia el oeste. [Por consiguiente], había uno hacia el este y otro hacia el oeste, y las tres áreas están separadas por una distancia de tres millas. Mientras tanto, se entonaban consignas de “a las armas” y tras esto, la atmósfera se volvió extremadamente agitada y ambos bandos comenzaron a prepararse con vehemencia para el enfrentamiento; y cuando llegó el momento señalado, la gente de ambas tribus partió hacia el Harrah. [Teniendo esto en cuenta], era muy posible que estallara una batalla sangrienta. De todas formas, Dios quiso que la noticia de esto llegara al Profeta (sa) y al enterarse de esto inmediatamente reunió a algunos de los Compañeros “Muhayirin” y se dirigió hacia la gente de Aus y Jazrall; y hablándoles a todos ellos con gran sabiduría, el Mensajero de Al’lah (sa) proclamó:

“¡Al’lah, Al’lah! Habéis regresado a los caminos de la ignorancia a pesar del hecho de que yo estoy presente entre vosotros e incluso después de que Dios os ha guiado hacia el Islam. Se os concedió honor a través del Islam y vuestras prácticas de la época de la ignorancia fueron completamente erradicadas; se os otorgó la salvación de la incredulidad y se inculcó en vuestros corazones el amor de unos por otros; y, a pesar de todo esto, habéis vuelto a vuestra antigua condición”.

Estas palabras del Santo Profeta Muhammad (sa) tuvieron tal impacto en ellos que sintieron un gran remordimiento por sus acciones y comenzaron a llorar; [y como consecuencia], la gente de Aus y Jazrall que se habían reunido para luchar entre sí, ahora se estaban abrazando unos a los otros; y mostrando total obediencia, regresaron junto con el Santo Profeta (sa).

Estos son los detalles de este acontecimiento que aparecen en “Sirat ibn Hisham”.

En relación con la violación por parte de los judíos de los términos de su tratado, está escrito que cuando Dios Altísimo concedió a los musulmanes una extraordinaria victoria en la “Batalla de Badr”, la actitud rebelde [de los judíos] quedó bastante clara y también los celos que albergaban hacia el Profeta (sa) y los musulmanes.

[Al final], debido a su enemistad y odio, renegaron de su tratado y comenzaron a decir:

“¡Oh Muhammad [sa]! ¿Crees que somos como tu gente? No te dejes engañar porque habéis luchado contra un pueblo que desconoce el arte de la guerra y por eso fuisteis capaces de vencerlos. (En otras palabras, se referían a la ‘Batalla de Badr’, en la que los musulmanes derrotaron a los incrédulos de La Meca). Nosotros, sin embargo, somos valientes. Por Dios, si lucharais contra nosotros, descubriríais que efectivamente somos hombres de verdad”.

Entre las tres tribus judías, la primera en romper su tratado y mostrarse de una forma traidora fue la Banu Qainuqa. [Así], en relación con su comportamiento malvado, hay un incidente en el que acosaron a una mujer musulmana. [Sobre ello], está escrito que, aparte de su enemistad hacia el Mensajero (sa), otro incidente que tuvo lugar fue que la esposa de un “Compañero Ansari (ra)” llevó sus bienes comerciales a un mercado de los Banu Qainuqa que tenía ganado, como camellos y cabras, para poder venderlos y obtener ganancias de ello. [Pues bien], vendió sus productos en el mercado de Banu Qainuqa y luego fue a una joyería judía y se sentó allí mirando algunas joyas mientras tenía la cara y el cuerpo cubiertos. En ese instante, algunos judíos malvados y disolutos insistieron en que ella revelara su rostro, aunque se negó. Tras ello, el dueño de la joyería se levantó y discretamente ató un extremo de su ropa exterior con algo detrás de ella. Según otra narración, se menciona que le ató una parte de su prenda exterior con un clavo o algo punzante. La mujer estaba completamente desajena sobre esto y cuando se levantó para irse, su ropa se desprendió porque estaba sujeta a algo y así dejó al descubierto parte de su cuerpo, y los judíos comenzaron a reírse de esto y debido a este acto inmoral, la señora comenzó a gritar.

[En ese momento], pasaba por allí un musulmán y, tan pronto como vio este acto malvado de los judíos, saltó hacia el joyero judío y lo mató con su espada. Ante esto, los judíos atacaron al musulmán y lo mataron. Después de este incidente, los musulmanes sintieron una gran ira hacia los Banu Qainuqa, [aunque] el Santo Profeta (sa) declaró que no había ningún acuerdo entre los musulmanes y esta tribu para [dilucidar la responsabilidad de] tal acto. De todas maneras, Hazrat Ubadah bin Samit (ra) declaró: “¡Oh Profeta de Al’lah (sa)! Estoy con Dios, Su Mensajero (sa) y los musulmanes, y ya no asumo ninguna responsabilidad sobre este tratado”. [De todas maneras], el Santo Profeta Muhammad (sa) trató de aconsejar a los Banu Qainuqa, aunque en lugar de intentar comprender el asunto, comenzaron a amenazar abiertamente.

Los detalles en relación con esto son los siguientes:

El Santo Profeta (sa) reunió a los Banu Qainuqa y expuso: “¡Oh grupo de judíos! Esforzaos por salvaros de la destrucción que Al’lah enviará tal como lo hizo con los qureish en el día de Badr. En consecuencia, demostrad obediencia porque sabéis que soy de Dios Altísimo y soy Su Mensajero, y esta verdad es algo que encontráis en vuestro Libro y en el pacto que Dios tomó de vosotros”. Al oír esto, respondieron: “¡Oh Muhammad [sa]! Quizás pienses que somos como tu gente. No te dejes engañar porque habéis luchado contra un pueblo que desconoce el arte de la guerra y por eso pudisteis vencerlo fácilmente. No obstante, por Al’lah, si lucharais contra nosotros descubriríais qué es la verdadera valentía”.

 

En otra narración se menciona que cuando el Profeta (sa) se enteró de la violación del tratado por parte de los judíos con ocasión de Badr, reunió a los Banu Qainuqa en el mercado y les advirtió; y se dice que su réplica fue en respuesta a esta advertencia. [Al final], los judíos de Banu Qainuqa partieron de allí y entraron en su fortaleza; [es decir], tras todo eso, se fueron y entraron en su castillo. El Santo Profeta Muhammad (sa) se dirigió hacia ellos y nombró a Hazrat Abu Lavaba (ra) como su lugarteniente en Medina. La bandera del Santo Profeta (sa) era blanca y fue entregada a su tío, Hazrat Hamza (ra). Posteriormente, los Banu Qainuqa fueron sitiados y con respecto a los detalles, se afirma que el Profeta (sa) impuso un estricto asedio a los judíos de Banu Qainuqa durante 15 días. Partió para esta expedición el 15 de “Shawal” y permaneció allí hasta la luna nueva de “Zul Qadah”. [Entretanto], Dios Altísimo infundió en sus corazones temor hacia los musulmanes y por parte de los Banu Qainuqa se desplegaron 400 guerreros para la protección del fuerte, y 300 iban recubiertos con armadura. Finalmente, los judíos se sintieron frustrados debido al asedio y enviaron una solicitud al Mensajero de Al’lah (sa) diciéndole que si les permitía un pasaje seguro, abandonarían Medina para siempre; [al mismo tiempo], pidieron que se perdonara a sus mujeres y niños, y [dijeron] que dejarían atrás sus riquezas y posesiones. Esto incluía todas sus riquezas y armas, etc. [Por su parte], el Santo Profeta Muhammad (sa) aceptó esta propuesta y les ordenó abandonar Medina.

Esto ha sido mencionado en “Al-Sirat Al-Halabiyyah”.

[Por otro lado], En la mayoría de las biografías del Santo Profeta (sa) hay una narración sobre Abdul’lah bin Ubay bin Sulul en la que se afirma que visitó al Mensajero de Dios (sa) muchas veces. Como era un asociado de los Banu Qainuqa, continuamente trató de interceder en nombre de ellos y suplicó al Profeta (sa) a través de diversos medios con la esperanza de que perdonara a los Banu Qainuqa, no los matara y les permitiera marcharse. De esta narración se desprende la impresión de que el Santo Profeta Muhammad (sa) había decidido matarlos, aunque gracias a las continuas súplicas de Abdul’lah bin Ubay fueron perdonados. Sin embargo, esto es incorrecto, [pues] el Santo Profeta (sa) nunca tuvo la intención de matar a ninguna de sus mujeres o niños, o a alguno de ellos. En realidad, narraciones como ésta son dudosas.

[En este sentido], al emitir un veredicto sobre narraciones como estas, un historiador llamado Syed Barakat Ahmad escribe en su libro:

“Después de que los judíos arrojaron sus armas, Abdullah bin Ubay fue al Mensajero (sa) y le dijo: ‘Por favor, trata con amabilidad a mis hombres’; y el Profeta (sa) respondió: ‘¡Que la ruina caiga sobre ti! ¡Déjame!’; y Abdul’lah bin Ubay replicó: ‘¡Por supuesto que no! ¡Por Al’lah, no te dejaré ir hasta que me asegures que tratarás amablemente a mi gente! ¿Los matarás? Juro por Dios que estoy seguro de que las circunstancias cambiarán’. El Santo Profeta (sa) respondió: ‘Muy bien, ¿por qué no te los llevas contigo?’.

Ibn Ishaq, Waqidi e Ibn Sad han registrado los tres este incidente y, al leer estas tres narraciones, se tiene la impresión de que Abdul’lah bin Ubay tuvo alguna influencia sobre el Santo Profeta (sa). No obstante, las palabras pronunciadas por Abdul’lah bin Ubay en sus peticiones parecen ambiguas. Del relato de Ibn Ishaq no hay absolutamente ninguna indicación en las palabras del Profeta (sa) de que tuviera la intención de matar a los Banu Qainuqa. (No está probado por ningún historiador); aunque esto lo indica más explícitamente Waqidi, e Ibn Sad ha mencionado la misma narración. De todas maneras, a este respecto debemos tener en cuenta que, a pesar de que el Mensajero (sa) era [también] un líder político, nunca trató con dureza a sus enemigos. No le gustaba la violencia y si alguna vez puso pie en un campo de batalla, fue solo porque se vio obligado a hacerlo. Incluso en las confrontaciones evitó cualquier derramamiento de sangre innecesario.

A pesar de todo, establecieron un asedio y los Banu Qainuqa buscaron su [propia] protección; y fue por esta razón que los Banu Qainuqa tuvieron que exiliarse. Los detalles de esto son que, de acuerdo con su petición, esta tribu judía fue exiliada; [y presto], el Santo Profeta Muhammad (sa) nombró a Hazrat Ubadah bin Samit (ra) para supervisar los preparativos de su exilio y les dio tres días de plazo para abandonar Medina; y, al final, salieron de Medina al cabo de tres días”.

 

Según una narración, los judíos pidieron más tiempo, pero el Santo Profeta (sa) no les dio ni siquiera una hora más y los echó bajo su propia supervisión. [Finalmente], salieron de Medina y se dirigieron hacia Azriyat, [que es] el nombre de una ciudad en la zona del Levant. Según otra narración, Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra) fue designado para supervisar su exilio, [aunque] es muy posible que a ambos se les asignara la supervisión de los arreglos. Posteriormente, cuando los judíos se marcharon, se encontraron muchas armas. Esto se debió a que, entre las tribus judías, ellos eran los más ricos y además los más valientes y hábiles en la guerra. De entre las armas, el Profeta (sa) eligió para sí tres arcos, dos cotas de malla, tres espadas y tres lanzas. Los nombres de los arcos eran “qutum”, “rauhah” y “baida”; “qutum” se rompió en la “Batalla de Uhud”. Las dos cotas de malla se llamaban “saghdiyah” y “fidda”. Aparte de esto habían tres lanzas y tres espadas. Una espada se llamaba “Wali”, la otra “Batar”, mientras que la tercera no tenía nombre.

Esto se ha narrado en “Al-Sirat Al-Halabiyyah”.

[También], respecto a la “Expedición de Banu Qainuqa”, está escrito en “La vida y carácter del Sello de los Profetas (sa)” que:

“Cuando el Mensajero de Al’lah (sa) emigró de La Meca y llegó a Medina, había tres tribus de judíos que habitaban allí en ese momento. Sus nombres eran Banu Qainuqa, Banu Nadir y Banu Quraizah. [Entretanto], tan pronto como el Santo Profeta Muhammad (sa) llegó a Medina, estableció tratados de paz y seguridad con estas tribus, y sentó las bases para una cohabitación pacífica y armoniosa. En virtud del acuerdo, todas las partes eran responsables de mantener la paz y la seguridad en Medina; y si un enemigo extranjero atacaba la ciudad, todos eran colectivamente responsables de su defensa. Al principio, los judíos cumplieron el tratado y, al menos abiertamente, no crearon conflictos con los musulmanes. Sin embargo, cuando empezaron a notar que estos continuaban ganando fuerza en Medina, comenzaron a cambiar su actitud y resolvieron firmemente poner fin a este creciente poder de los musulmanes. Con este afán, decidieron emplear todo tipo de planes legales e ilegales, hasta el punto de que ni siquiera se abstuvieron del intento de crear divisiones entre los musulmanes y así instigar una guerra civil.

 

En este sentido, hay un relato [que dice] que, en una ocasión, un gran grupo de personas de las tribus de Aus y Jazrall estaban sentados juntos y conversando con amor y armonía, cuando un judío malicioso llegó a esta reunión y comenzó a mencionar la ‘Batalla de Buaz’, que fue la horrible guerra que tuvo lugar entre estas dos tribus unos años antes de la emigración [Hégira] y en la que muchas personas de entre los Aus y Jazrall fueron asesinadas a manos de unos y otros. (Esto se ha mencionado en detalle anteriormente). Tan pronto como se mencionó esta guerra, los recuerdos del pasado salieron a la luz y escenas de la antigua enemistad comenzaron a aparecer ante los ojos de varias personas que se emocionaron bastante. El resultado fue que a partir de comentarios satíricos, burlas y calumnias, el asunto escaló hasta tal punto que ambas partes se encontraron desenvainando sus dagas en esa misma reunión. A pesar de todo, gracias a Dios, el Santo Profeta (sa) fue notificado en ese momento e inmediatamente llegó al lugar con un grupo de ‘Muhayirin’, calmó a ambas partes y además los reprendió diciendo: ‘¿Seguís un camino de ignorancia mientras estoy entre vosotros? ¿No valoráis el favor de Al’lah que a través del Islam Él os ha hecho hermanos?’. [Entonces], los ‘Ansar’ quedaron tan profundamente conmovidos por esta advertencia que sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas y empezaron a abrazarse unos a los otros mientras se arrepentían de su acción.

Cuando tuvo lugar la ‘Batalla de Badr’, Al’lah, el Exaltado, por Su Gracia, concedió una victoria convincente a los musulmanes, a pesar de ser pocos y carecer de medios, sobre un ejército muy feroz de los qureish, y los líderes prominentes de La Meca fueron hechos añicos, los judíos de Medina se encendieron en llamas de celos. [Por este motivo], empezaron a lanzar abiertamente comentarios mordaces contra los musulmanes y afirmaban públicamente en reuniones que: ‘¿Y qué si habéis derrotado al ejército de los qureish? Dejad que Muhammad [sa] luche contra nosotros y le mostraremos cómo se libran las guerras’. Esto se intensificó hasta tal punto que, en una reunión, incluso pronunciaron tales palabras en la misma presencia del Profeta (sa); y sobre ello hay una narración que [cuenta que] tras la ‘Batalla de Badr’, cuando el Mensajero de Dios (sa) regresó a Medina, un día reunió a los judíos y los amonestó y, mientras presentaba su proclama, los invitó al Islam. Los jefes judíos respondieron a este discurso pacífico y amable del Santo Profeta (sa) con las siguientes palabras: ‘¡Oh Muhammad [sa], parece que quizá te has vuelto arrogante tras matar a unos pocos qureish! Esas personas no tenían experiencia en el arte de la guerra. Si luchas contra nosotros, conocerás quienes son realmente los verdaderos guerreros’.

[Dicho esto], los judíos no se quedaron en una mera amenaza, más bien, parece incluso que comenzaron a tramar conspiraciones para asesinar al Santo Profeta Muhammad (sa) [y sobre esto] hay un relato de que en aquellos días, cuando un fiel Compañero llamado Hazrat Talha bin Barra (ra) estaba a punto de fallecer, pidió que: ‘Si muero durante la noche, el Profeta (sa) no debe ser notificado acerca de mi oración funeraria, a fin de que, por mi culpa, no le acontezca una desgracia al Mensajero (sa) a manos de los judíos’. Por lo tanto, tras la ‘Batalla de Badr’, los judíos comenzaron abiertamente a fomentar la malicia, y, entre los judíos de Medina, dado que los Banu Qainuqa eran los más poderosos y audaces, fueron ellos quienes primero comenzaron a violar el tratado.

Respecto a esto, los historiadores escriben:

 

‘Entre los judíos de Medina, los Banu Qainuqa fueron los primeros en romper el tratado que se había establecido entre ellos y el Santo Profeta Muhammad (sa), [ya que] después de Badr empezaron a rebelarse ferozmente y expresar abiertamente su rencor y malicia, y rompieron su tratado y acuerdo’. No obstante, a pesar de tales acontecimientos, bajo la guía de su Maestro [sa], los musulmanes demostraron paciencia en todos los sentidos y no se permitieron tomar la iniciativa en ningún aspecto. [Es más], se narra en un hadiz que, tras el tratado firmado con los judíos, el Santo Profeta (sa) incluso tuvo especial cuidado en proteger sus sentimientos, (por su parte expresaron enemistad, aunque el Profeta (sa) aún protegía sus sentimientos), [pues] en una ocasión surgió una discusión entre un musulmán y un judío, [porque] el judío afirmó la superioridad de Moisés (as) sobre todos los demás Profetas y el Compañero [ra] se enojó por esto y trató con cierta dureza a esa persona, respondiendo que el Mensajero de Al’lah (sa) era más alto [espiritualmente] que todos los Mensajeros. Cuando el Santo Profeta Muhammad (sa) fue informado de esto, se disgustó y reprendió al Compañero [ra] diciendo: ‘No es tarea tuya hablar de la superioridad de los Mensajeros de Dios comparando los unos con los otros’; y a continuación, el Santo Profeta (sa) mencionó una superioridad parcial de Moisés (as) [sobre él] y consoló al judío. Sin embargo, a pesar de esta amable conducta del Profeta (sa), los judíos continuaron aumentando su malicia. Al final, fueron los judíos quienes crearon una causa para la guerra y su animosidad profunda no pudo ser domada.

[Luego], lo que sucedió fue que una mujer musulmana fue a la tienda de un judío en el mercado para comprar algunas cosas (como ya se ha mencionado en detalle) y unos cuantos judíos malvados, que entonces estaban sentados en la tienda, empezaron a acosarla de una manera muy malvada e incluso el propio tendero cometió la maldad de que, sin que la señora lo supiera, sujetó la punta inferior de su falda al manto que llevaba en la espalda con un clavo o algo por el estilo. Como resultado, cuando la mujer se levantó para irse, debido a su comportamiento grosero, [su falda se desgarró y] la parte inferior de su cuerpo quedó expuesta, ante lo cual el comerciante judío y sus camaradas se echaron a reír. Indignada, la mujer musulmana gritó y pidió ayuda; y sucedió que cerca se encontraba un musulmán, quien corrió al lugar y en un altercado mutuo, el comerciante judío fue asesinado. Después de esto, al musulmán le cayeron espadazos desde todas direcciones y este musulmán, que se había indignado notablemente, fue ejecutado. Cuando los musulmanes fueron informados de este suceso, con gran indignación, sus ojos se enrojecieron por la rabia. Por otro lado, los judíos, que deseaban crear de este incidente una excusa para luchar, se congregaron en forma de multitud y estalló una atmósfera de disturbios. Cuando el Mensajero de Al’lah (sa) fue informado de esto, reunió a los jefes de los Banu Qainuqa y les explicó que tal comportamiento no era apropiado (mirad la manera en que el Santo Profeta -sa- respondió y trató de minimizar la situación) y que deberían abstenerse de tales maldades y temer a Dios. [No obstante], en lugar de expresar arrepentimiento y remordimiento, respondieron con respuestas muy obstinadas y repitieron su anterior amenaza de que: ‘No te vuelvas arrogante por tu victoria en Badr, [porque] cuando luches contra nosotros, llegarás a conocer a verdaderos guerreros’.

[Por consiguiente], no teniendo otra opción, el Mensajero (sa) partió hacia las fortalezas de Banu Qainuqa con una fuerza de Compañeros (ra). Ahora bien, esta fue la última oportunidad para que expresaran remordimiento por sus acciones, (pues cuando el Santo Profeta Muhammad -sa- partió, incluso si hubiesen buscado el perdón, entonces el asunto habría terminado); pero en lugar de eso, se empeñaron en prepararse para la batalla. En consecuencia, se declaró la guerra y las fuerzas del Islam y el Judaísmo salieron a luchar entre sí. [A continuación], según la costumbre de esa época, un método de guerra era que un bando se atrincheraba dentro de sus fortalezas y esperaba; [mientras tanto], la fuerza contraria asediaba el fuerte y cada vez que se presentaba una oportunidad por sí sola, de vez en cuando, se lanzaban ataques unos contra otros; y esto continuaba hasta que el ejército asediador perdía la esperanza de capturar la fortaleza y levantara el asedio, lo que se consideraría una victoria para los asediados; o bien, al ser incapaces de reunir la fuerza necesaria para rechazar el ataque, el bando asediado abría las puertas de su fortaleza y se entregaba a los vencedores.

En esta ocasión, los Banu Qainuqa emplearon la misma táctica y se encerraron dentro de sus propios fuertes. El Santo Profeta (sa) los sitió y este asedio continuó durante 15 días sin tregua. Finalmente, cuando toda el poder y arrogancia de los Banu Qainuqa se vieron destrozados, abrieron las puertas de sus fortalezas con la condición de que, aunque sus riquezas [ahora les] pertenecerían a los musulmanes, sus vidas y familias serían perdonadas. El Profeta (sa) aceptó esta condición, pero según la ley mosaica, todas estas personas eran susceptibles de ser ejecutadas, y según el acuerdo inicial, se les debía administrar el juicio de la ley mosaica. Sin embargo, dado que se trataba del primer crimen cometido por esta nación, como primera medida, la disposición misericordiosa e indulgente del Mensajero de Al’lah (sa) nunca podría inclinarse por un castigo extremo, que solo debería imponerse como remedio final. A su vez, por otro lado, permitir que una tribu tan traicionera y rebelde permaneciera en Medina no era menos que alimentar a una serpiente en la hierba, especialmente cuando un grupo de hipócritas de entre los Aus y los Jazrall ya estaban presentes dentro de Medina; y desde el exterior también la oposición de toda Arabia había afligido enormemente a los musulmanes. En tales circunstancias, la única sentencia que el Santo Profeta (sa) podía dictar era que los Banu Qainuqa abandonaran Medina y en comparación con su delito, y teniendo en cuenta las circunstancias de la época, se trataba de un castigo muy leve. Además, el objetivo de este castigo era la seguridad de Medina.

 

Aparte, para las tribus nómadas de Arabia no era nada fuera de lo común trasladarse de un lugar a otro, especialmente cuando una tribu no poseía propiedades en forma de tierras y huertos -y los Banu Qainuqa no tenían ninguna. (No poseían propiedad alguna que pudieran trasladar, como tierras, etc., de las que dependían). [Finalmente], a toda la tribu se le dio la oportunidad de abandonar el lugar y establecerse en otro con gran paz y seguridad. Así pues, los Banu Qainuqa abandonaron Medina muy pacíficamente y se asentaron [en el camino] hacia Siria; y el Santo Profeta (sa) asignó la tarea de supervisar los arreglos necesarios, etc., asociados con su partida, a un Compañero llamado Hazrat Ubadah bin Samit (ra) que estaba entre sus confederados. [Por lo tanto], Hazrat Ubadah bin Samit (ra) escoltó a los Banu Qainuqa durante unos pocos ‘manzils’ [un ‘manzil’ era un día de viaje] y, tras asegurarse que se marchaban sanos y salvos, regresó; y el botín que obtuvieron los musulmanes consistió únicamente en armas e instrumentos de su profesión, que era la orfebrería.

[Por otra parte], se ha relatado en varias narraciones con respecto a los Banu Qainuqa que, cuando abrieron las puertas de sus fortalezas y se entregaron al Profeta (sa), debido a su traición, rebelión y malicia, fue la intención del Mensajero de Dios (sa) ejecutar a sus hombres combatientes, aunque por intercesión de Abdul’lah bin Ubayy bin Sulul, jefe de los hipócritas, el Santo Profeta Muhammad (sa) abandonó esa intención. De todas formas, los eruditos investigadores no han aceptado estos relatos como auténticos y la razón es que, cuando otras narraciones mencionan explícitamente que los Banu Qainuqa abrieron sus puertas con la condición de que sus vidas y las de sus familias fueran perdonadas, es absolutamente imposible aceptar que, tras haber aceptado esta condición, el Santo Profeta (sa) siguiera cualquier otro curso de acción. De hecho, incluso la condición presentada por los Banu Qainuqa de que sus vidas serían perdonadas demuestra el hecho de que ellos mismos sabían que su justo castigo era la muerte. Así que apelaron a la misericordia del Profeta (sa) y estuvieron dispuestos a abrir las puertas de su fortaleza tras recibir la seguridad de que no incurrirían en la pena de muerte. A pesar de todo, aunque el Mensajero (sa) los perdonó debido a su disposición misericordiosa, parece como si en la estimación de Al’lah, el Exaltado, estas personas ya no eran dignas de ser dejadas con vida sobre la faz de la Tierra, a causa de sus malas acciones y crímenes. En este sentido, hay una narración [en la que se dice] que había transcurrido menos de un año desde el traslado de estas gentes a su lugar de exilio, [cuando] estalló entre ellos una epidemia de la que fue víctima toda la tribu y que quedó convertida en polvo”.

Existe una ligera discrepancia en cuanto a la fecha de la “Expedición de Banu Qainuqa” [y Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) declara]:

“Waqidi e Ibni Sad han afirmado que tuvo lugar en [el mes de] Shawal’ del año 2 d.H., y los historiadores contemporáneos han seguido su ejemplo en la mayoría de los casos. Por el contrario, Ibn Ishaq e Ibn Hisham la han colocado después de la ‘Ghazwah de Sawiq’, que se confirma que tuvo lugar en el mes de ‘Zu al-Hiyyah’ del 2 a.H. Asimismo, se encuentra una indicación en un relato del Hadiz que establece que la ‘Ghazwah de Banu Qainuqa’ tuvo lugar tras el ‘Rujsatanah’ [boda] de Hazrat Fátima (ra). En esta narración, se menciona que con el fin de sufragar los gastos del ‘walima’, Hazrat Ali (ra) propuso llevar consigo a un orfebre judío de los Banu Qainuqa e ir al bosque para que pudiera recoger una hierba conocida como ‘izjar’ y después venderla a los orfebres de Medina. Esto demuestra que hasta el ‘Rujsatanah’ de Hazrat Fátima (ra), que según todos los historiadores tuvo lugar cerca de ‘Zul-Hiyyah’ del 2 d.H., los Banu Qainuqa todavía estaban presentes en Medina. [Por tanto], es en base a estos datos (dice Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib -ra) que he situado la ‘Ghazwah de Banu Qainuqa’ a finales del año 2 d.H., tras la ‘Ghazwah de Sawiq’ y el ‘Rujsatanah’ de Hazrat Fátima (ra).

 

En esta ocasión, también sería apropiado mencionar que, al describir la causa que condujo a la ‘Ghazwah de Banu Qainuqa’, el Sr. [David Samuel] Margoliouth ha inventado por su cuenta una teoría de lo más extraña e inusual, a la que ni siquiera se alude remotamente en una sola narración. Hay un relato en Bujari que dice que en un estado de embriaguez (hasta entonces, la bebida aún no había sido prohibida), Hazrat Hamzah (ra) mató a dos camellos pertenecientes a Hazrat Ali (ra), que había recibido del botín de Badr. [Pues bien], trayendo a colación este incidente separado junto a la ‘Ghazwah de Banu Qainuqa’, sin evidencia histórica alguna, el Sr. Margoliouth escribe que el Santo Profeta Muhammad (sa) invadió la tribu de Banu Qainuqa para que el botín compensara la pérdida sufrida por Hazrat Ali (ra); (o sea, él conectó ese evento sin fundamento). Tal audacia en la escritura histórica es quizá una proeza que habla por sí misma. Entonces, la ironía es que el propio Sr. Margoliouth acepta el hecho de que ha escrito esto sobre la base de sus propias especulaciones”.

[Esto] significa que no tenía ninguna referencia, sino que se basaba en sus propias especulaciones. ¿No había otra razón para librar una guerra contra la tribu que por dos camellos? Su forma de pensar es muy extraña. La malicia y el rencor que albergan los orientalistas y los historiadores no-musulmanes hacia el Islam es tanta que fácilmente presentan una versión completamente distorsionada de la historia islámica y así lo atestiguan muchos casos.

Dicho esto, los demás relatos relacionados con ello se mencionarán en el futuro, si Dios quiere.

[En este momento] deseo recordar a todos que recen a la luz de la situación actual del mundo.

Como consecuencia de la guerra entre Hamás e Israel, siguen aumentando los martirios de mujeres y niños palestinos inocentes. La rapidez con la que están aumentando los incidentes de esta guerra y las políticas que están adoptando Israel y los principales gobiernos del mundo hacen que una guerra mundial sea una realidad inminente.

Ahora, los líderes de algunos países musulmanes han empezado a declarar abiertamente, así como Rusia, China e incluso comentaristas occidentales, que el alcance de esta guerra está creciendo y si no se adopta inmediatamente una política sensata, el mundo quedará destruido.

Todo aparece en las noticias y todos vosotros estáis al tanto de la situación. Por ello, los [musulmanes] áhmadis deben centrarse especialmente en la oración y no debéis relajaros. Al menos una postración en cada oración, o como mínimo una postración en cualquiera de las oraciones, debe dedicarse a suplicar por esta [situación].

No hay ningún dirigente en los países occidentales que quiera actuar con justicia en este asunto, ni tienen el coraje de decir nada. [Asimismo], los [musulmanes] áhmadis no deben enzarzarse en discusiones sobre qué dirigente de un país es bueno y cuál no, que no debemos decir tal o cual cosa, o que los musulmanes no deben hablar en su contra; todo esto es inútil. [Por eso], hasta que alguien [de entre ellos] no tenga el valor de intentar poner fin a esta guerra, ellos serán responsables de llevar al mundo a la ruina. Así, junto con las oraciones, debéis intentar difundir a vuestro alrededor el mensaje de que hay que poner fin a las injusticias. [En este sentido], si un [musulmán] áhmadi tiene contactos con gente, entonces debe explicarles este tema; y este es [el verdadero] valor y obedecer realmente los mandamientos de Dios Altísimo.

Los representantes del gobierno israelí dicen que Hamás mató a sus civiles inocentes y por eso han de vengarse. Sin embargo, ahora, esta venganza ha superado todos los límites, [ya que] se han perdido entre cuatro y cinco veces más vidas palestinas que israelíes. Si su objetivo es erradicar a Hamás, como afirman, entonces deberían luchar directamente con ellos. ¿Por qué atacan a mujeres, niños y ancianos? Además, han privado a los civiles de agua, alimentos y ayuda médica; y aquí es donde se tambalean todas sus afirmaciones sobre los derechos humanos y las normas de guerra de estas naciones.

[De todos modos], hay algunas personas que llaman la atención sobre estas cosas. Por ejemplo, recientemente, el expresidente estadounidense Obama dijo que, si hay que hacer la guerra, debe realizarse de acuerdo con las reglas de la misma y no se ha de obligar a los civiles a padecer injusticias. El Secretario General de las Naciones Unidas [Antonio Guterres] también se pronunció [al respecto], ante lo cual el gobierno israelí expresó su descontento; [incluso] los reivindicadores de la paz en el resto del mundo, los que se consideran los mayores defensores de la paz, [no solo] no dijeron nada en apoyo de la declaración del Secretario General, sino que más bien expresaron su descontento.

Sea como fuere, la situación es precaria y constantemente se está haciendo más delicada. Los medios de comunicación occidentales promueven activamente una parte de la historia y presentan brevemente la historia de la otra parte en una esquina. Por ejemplo, recientemente, entre las mujeres que fueron liberadas [por Hamás], una dijo que la habían tratado bien durante su encarcelamiento, [pero] este informe fue enterrado en un rincón y otra declaración de que el encarcelamiento bajo Hamás era un infierno, ocupó constantemente los titulares. La justicia exige que se presente toda la situación para que el mundo pueda determinar por sí mismo quién es el opresor, quién es el oprimido, hasta qué punto está justificada esta guerra y cuándo debe terminar. De ahí que debe presentarse al mundo la situación completa y no solo opiniones unilaterales.

En cualquier caso, debemos centrarnos muchísimo en las oraciones y esforzarnos por acabar con las injusticias dentro de nuestros propios círculos, junto con [la realización de] plegarias. [Asimismo], tenemos que rezar por los musulmanes oprimidos y para que los gobiernos musulmanes sean capaces de elaborar un plan [de paz] global y duradero.

En nuestros corazones debe haber un claro dolor porque se alivie a los musulmanes de las penurias. Hemos aceptado al Mesías Prometido (as), quien -a pesar de que [venimos] soportando las dificultades que nos infligen los [otros] musulmanes, [nos guia en este asunto, pues]- expresó en persa sus sentimientos hacia ellos con las siguientes palabras:

 

“¡Oh corazón mío, ten en cuenta a esta gente, pues al fin y al cabo, dicen amar a mi Profeta (sa)!”.

Por tanto, nuestro amor por el Santo Profeta (sa) exige que recemos mucho por los musulmanes.

¡Que Al’lah nos permita hacerlo, y que Dios conceda entendimiento a los musulmanes y al mundo entero!

Resumen

Después de recitar Tashahhud, Ta’awwuz y Surah al-Fatihah, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) dijo que había estado mencionando la vida del Santo Profeta (sa).

Atención hacia el ofrecimiento de oraciones voluntarias

Su Santidad (aba) dijo que hay una narración en la que el Santo Profeta (sa) llamó la atención de su hija y su marido hacia el ofrecimiento del tahayud (oración voluntaria antes del amanecer). El Santo Profeta (sa) preguntó a Hazrat Fatima (ra) y Hazrat Ali (ra) si se despertaban para el tahayud. Hazrat Ali (ra) respondió que sus vidas están en las manos de Al’lah, y si Al’lah los despierta para ello, entonces se levantan y lo ofrecen. El Santo Profeta (sa) permaneció en silencio, sin embargo, cuando se marchaba, se le oyó decir que “el hombre es de lo más contencioso”.

Su Santidad (aba) citó al Segundo Califa, Hazrat Mirza Bashiruddin Mahmud Ahmad (ra), quien señala que ésta fue la forma sabia y sorprendente en que el Santo Profeta (sa) indicó a Hazrat Ali (ra) que no debería haber respondido de esa manera. Otros líderes habrían hablado justo en ese momento y habrían impresionado al otro con su estatura y rango. En cambio, el Santo Profeta (sa) sólo mencionó algo cuando se había hecho a un lado, y expresó que la gente empieza a discutir por los asuntos más insignificantes. Esto dejó una impresión indeleble. Esta narración también indica hasta qué punto el Santo Profeta (sa) se preocupaba por la gente de su propia casa. A veces la gente aconseja a los demás que hagan cosas, pero esas mismas cosas no se hacen en su propia casa. Sin embargo, el Santo Profeta (sa) no era así, y tenía cuidado de que las mismas cosas que recomendaba a los demás también se pusieran en práctica en los hogares de su propia familia.

Su Santidad (aba) además citó a Hazrat Mirza Bashiruddin Mahmud Ahmad (ra), quien dijo que hay algunos que erróneamente alegan que el Santo Profeta (sa) no recibió realmente revelación e inventó las cosas que dijo. Sin embargo, esta narración muestra la firme creencia y convicción que el Santo Profeta (sa) tenía en las enseñanzas que le habían sido enviadas, para ir por la noche a casa de su hija y asegurarse de que se adherían a las enseñanzas que le habían sido concedidas. De lo contrario, un mentiroso o inventor no aconsejaría a sus propios hijos, cuando no hubiera nadie más cerca, que actuaran conforme a sus enseñanzas. Por lo tanto, esto demuestra evidentemente la veracidad de las enseñanzas que le fueron dadas y la creencia del Santo Profeta (sa) en ellas.

La importancia de explicar con sabiduría

Su Santidad (aba) continuó citando al Segundo Califa (ra), quien dijo que otro aspecto que se hace evidente a través de esta narración es que el Santo Profeta (sa) empleaba la mejor y más sabia manera cuando se trataba de explicar un concepto a alguien. No se enfadaba ni hablaba con dureza, sino que explicaba las cosas con calma y amabilidad. El resultado fue que Hazrat Ali (ra) dijo que después de esto, nunca dejó de ofrecer el tahayud.

Su Santidad (aba) dijo que, por ello, todos debemos concentrarnos en ofrecer el tahayud, especialmente los consagrados, los misioneros y los funcionarios. Las oraciones ofrecidas por la noche son más propensas a atraer las bendiciones de Al’lah. Especialmente en estos días, a la luz de lo que está sucediendo en el mundo, las oraciones son especialmente importantes.

El Ghazwah de Banu Qainuqa

Su Santidad (aba) dijo que la expedición hacia Qainuqa tuvo lugar en el año 2 DH. Después de la migración del Santo Profeta (sa) a Medina, los incrédulos se habían dividido en tres tipos: los primeros fueron los que firmaron un tratado con los musulmanes, jurando no luchar contra los musulmanes, ni ayudar a nadie a luchar contra los musulmanes. Entre ellos se encontraban las tres tribus judías de Medina. El segundo grupo eran los árabes que lucharon activamente contra los musulmanes, como los Quraish. Luego estaban los que abandonaron al Santo Profeta (sa) como los Banu Khuza’ah o los que aparentemente se pusieron del lado del Santo Profeta (sa) pero luego ayudaron a los incrédulos.

Su Santidad (aba) dijo que en parte del tratado firmado con las tribus judías de Medina, se dejó claro que no ayudarían al enemigo a luchar contra los musulmanes. Sin embargo, los primeros en romper este acuerdo fueron los Banu Qainuqa. Su Santidad (aba) citó a Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) quien escribe:

‘Cuando el Santo Profeta (sa) emigró de La Meca y llegó a Medina, había tres tribus entre los judíos que habitaban Medina en ese momento. Sus nombres eran Banu Qainuqa’, Banu Nadir y Banu Quraizah. Tan pronto como el Santo Profeta (sa) llegó a Medina, estableció tratados de paz y seguridad con estas tribus y sentó las bases para una convivencia pacífica y armoniosa. En virtud del acuerdo, todas las partes eran responsables de mantener la paz y la seguridad en Medina, y si un enemigo extranjero atacaba Medina, todos eran colectivamente responsables de su defensa. Al principio, los judíos se ajustaron al tratado y, al menos abiertamente, no crearon conflictos con los musulmanes. Sin embargo, cuando empezaron a notar que los musulmanes seguían ganando fuerza en Medina, empezaron a cambiar de actitud y resolvieron firmemente acabar con este creciente poder de los musulmanes. Para ello, empezaron a emplear todo tipo de estratagemas lícitas e ilícitas, hasta el punto de que ni siquiera se contuvieron en un intento de crear divisiones entre los musulmanes e instigar así una guerra civil. Así, se narra que en una ocasión, un gran grupo de personas de las tribus de Aus y Khazraj estaban sentados juntos y conversando con amor y armonía, cuando un judío travieso llegó a esta reunión y comenzó a mencionar la Batalla de Bu’ath. Esta fue la horrible guerra que tuvo lugar entre estas dos tribus unos años antes de la migración, y en la que muchas personas de entre los Aus y Khazraj fueron asesinados a manos de unos a otros. Tan pronto como se mencionó esta guerra, se refrescaron los recuerdos del pasado, y las escenas de la antigua enemistad comenzaron a correr ante los ojos de varias personas emocionadas. El resultado fue que, a partir de comentarios satíricos, burlas y calumnias, el asunto se intensificó hasta tal punto que ambas partes se encontraron a puñales en la misma reunión. Gracias a Dios, sin embargo, el Santo Profeta (sa) fue avisado a tiempo e inmediatamente llegó al lugar con una comunidad de Muhayirin y calmó a ambas partes; y también les reprendió diciendo: ” ¿Acaso siguen un camino de ignorancia mientras yo estoy entre ustedes? No valoran el favor de Dios que a través del Islam les ha hecho hermanos”. Los Ansar se sintieron tan profundamente conmovidos por esta amonestación que sus ojos comenzaron a derramar lágrimas, y empezaron a abrazarse unos a otros mientras se arrepentían de su acción.

Cuando tuvo lugar la Batalla de Badr y Al’lah el Exaltado, en Su Gracia, concedió una victoria convincente a los musulmanes, a pesar de ser pocos y sin medios sobre un ejército muy feroz de los Quraish, y los líderes prominentes de La Meca fueron hechos polvo, los judíos de Medina se encendieron en llamas de celos. Empezaron a lanzar abiertamente comentarios mordaces contra los musulmanes y a afirmar públicamente en reuniones que: “¿Y qué si han derrotado al ejército de los Quraish? Dejen que Muhammad [sa] luche contra nosotros y demostraremos cómo se libran las guerras”. Esto llegó a tal extremo que en una reunión llegaron a pronunciar tales palabras en presencia del Santo Profeta (sa). Así, hay una narración que dice que después de la batalla de Badr, cuando el Santo Profeta (sa) regresó a Medina, un día, reunió a los judíos y los amonestó y mientras presentaba su reclamo, los invitó al Islam. Los jefes entre los judíos respondieron a este pacífico y comprensivo discurso del Santo Profeta (sa) con las siguientes palabras: “Oh Muhammad [sa], parece que tal vez te has vuelto arrogante después de matar a unos pocos Quraish. Esa gente era inexperta en el arte de la guerra. Si lucharas contra nosotros, llegarías a conocer la verdadera clase de guerreros”. Los judíos no se quedaron en una mera amenaza, más bien parece que incluso empezaron a urdir conspiraciones para asesinar al Santo Profeta (sa). Hay una narración que dice que en aquellos días, cuando un fiel Compañero de nombre Talhah bin Bara’ (ra) estaba a punto de fallecer, legó que “Si muero por la noche, el Santo Profeta (sa) no debe ser notificado de mi oración fúnebre, no sea que le ocurra una desgracia al Santo Profeta (sa) a manos de los judíos por mi culpa.” Por lo tanto, después de la Batalla de Badr, los judíos empezaron abiertamente a alimentar la maldad, y entre los judíos de Medina, como los Banu Qainuqa’ eran los más poderosos y audaces, fueron ellos los primeros que empezaron a incumplir el tratado. Así, los historiadores escriben:

“Entre los judíos de Medina, los Banu Qainuqa’ fueron los primeros en romper el tratado que se había establecido entre ellos y el Santo Profeta (sa). Después de Badr, comenzaron a rebelarse ferozmente y expresaron abiertamente su rencor y malicia y rompieron su tratado y acuerdo.”

Sin embargo, a pesar de tales eventos, bajo la guía de su Maestro, los musulmanes demostraron paciencia en todos los sentidos y no se permitieron tomar la iniciativa en ningún aspecto. Se narra en un Hadiz que después del tratado que se había acordado con los judíos, el Santo Profeta (sa) incluso ponía especial cuidado en proteger sus sentimientos. En una ocasión, estalló una discusión entre un musulmán y un judío. El judío afirmó la superioridad de Moisés (as) sobre todos los demás profetas. El Compañero se enfadó por ello y trató con cierta dureza a esa persona respondiendo que el Santo Profeta (sa) era el más superior de todos los Mensajeros. Cuando el Santo Profeta (sa) fue informado de esto, se disgustó y reprendió al Compañero diciéndole: “No es tu tarea andar hablando de la superioridad de los Mensajeros de Dios en comparación unos con otros.” Entonces, el Santo Profeta (sa) mencionó una superioridad parcial de Moisés (as) y consoló al judío. Sin embargo, a pesar de esta conducta amorosa del Santo Profeta (sa), los judíos continuaron aumentando sus maldades. Finalmente, fueron los judíos quienes crearon una causa para la guerra y su animosidad de corazón no pudo ser domada. Lo que ocurrió fue que una señora musulmana fue a la tienda de un judío en el mercado para comprar algunas mercancías. Unos cuantos judíos malvados, que estaban sentados en la tienda, empezaron a acosarla de la manera más maliciosa e incluso el propio comerciante cometió la maldad de que, mientras la señora no se daba cuenta, le sujetó la esquina inferior de la falda al manto que llevaba a la espalda con una espina o algo por el estilo. Como resultado, cuando la señora se levantó para marcharse debido a su grosero comportamiento, la parte inferior de su cuerpo quedó al descubierto, ante lo cual el tendero judío y sus cómplices soltaron una carcajada. Indignada, la señora musulmana gritó y pidió ayuda. Un musulmán se encontraba cerca. Corrió al lugar y, en un altercado mutuo, mató al comerciante judío. Al oír esto, el musulmán recibió una lluvia de espadas desde todas las direcciones y este musulmán, notablemente indignado, fue ejecutado. Cuando los musulmanes fueron informados de este suceso con indignación nacional, sus ojos se llenaron de sangre por la rabia. Por otro lado, los judíos que deseaban hacer de este incidente una excusa para luchar se congregaron en forma de multitud y estalló un estado de disturbios. Cuando el Santo Profeta (sa) fue informado de ello, reunió a los jefes de los Banu Qainuqa’ y les explicó que ese comportamiento no era apropiado y que debían abstenerse de cometer tales travesuras y temer a Dios. En lugar de expresar su decepción y remordimiento, respondieron con respuestas muy refractarias y repitieron su anterior amenaza: “No te sientas arrogante por tu victoria en Badr. Cuando luches contra nosotros conocerás la verdadera clase de guerreros”. Sin otra opción, el Santo Profeta (sa) partió hacia las fortalezas de los Banu Qainuqa’ con una fuerza de Compañeros. Esta era la última oportunidad para ellos de expresar remordimiento por sus acciones, pero en lugar de eso, se mantuvieron listos para la guerra. Por lo tanto, se declaró la guerra, y las fuerzas del Islām y del Judaísmo salieron a luchar entre sí. Según la costumbre de la época, un método de guerra consistía en que una de las partes se encerraba en sus fortalezas y esperaba. La fuerza contraria asediaba la fortaleza y cada vez que se presentaba una oportunidad, de vez en cuando, se lanzaban ataques unos contra otros. Esto continuaba hasta que el ejército circundante perdía la esperanza de capturar la fortaleza y levantaba el asedio, lo que se consideraba una victoria para los asediados; o bien, al ser incapaces de reunir fuerzas para resistir el ataque, la fuerza asediada abría las puertas de su fortaleza y se entregaba a los vencedores. En esta ocasión, los Banu Qainuqa’ emplearon la misma táctica y se encerraron en sus fortalezas. El Santo Profeta (sa) los sitió y este asedio continuó durante quince días sin descanso. Finalmente, cuando toda la fuerza y arrogancia de los Banu Qainuqa’ había sido destrozada, abrieron las puertas de sus fortalezas con la condición de que aunque sus riquezas pertenecerían a los musulmanes, sus vidas y familias serían perdonadas. El Santo Profeta (sa) aceptó esta condición, a pesar de que, según la ley mosaica, todas estas personas eran susceptibles de ser ejecutadas, y según el acuerdo inicial, se les debería haber administrado el juicio de la ley mosaica.

Sin embargo, al tratarse del primer crimen cometido por esta nación, como primera medida, la disposición misericordiosa e indulgente del Santo Profeta (sa) nunca podría inclinarse por un castigo extremo, que sólo debería imponerse como remedio final. Sin embargo, por otro lado, permitir que una tribu tan traicionera y rebelde permaneciera en Medina no era menos que alimentar a una serpiente en la hierba, especialmente cuando un grupo de hipócritas de entre los Aus y Khazraj ya estaban presentes dentro de Medina, y desde el exterior también, la oposición de toda Arabia había afligido enormemente a los musulmanes. En tales circunstancias, la única sentencia que el Santo Profeta (sa) podía dictar era que los Banu Qainuqa’ abandonaran Medina. En comparación con su crimen y teniendo en cuenta las circunstancias de aquella época, se trataba de un castigo muy leve. Además, el propósito de este castigo era la seguridad de Medina. Sin embargo, para las tribus nómadas de Arabia no era nada fuera de lo común trasladarse de un lugar a otro, especialmente cuando una tribu no poseía propiedades en forma de tierras y huertos, y los Banu Qainuqa’ no tenían ninguna. Toda la tribu tuvo la oportunidad de abandonar un lugar y establecerse en otro, con gran paz y seguridad. Así pues, los Banu Qainuqa’ abandonaron Medina muy pacíficamente y se establecieron en Siria. El Santo Profeta (sa) asignó la tarea de supervisar los arreglos necesarios, etc. asociados con su partida a un Compañero llamado ‘Ubadah bin Samit (ra) que estaba entre sus confederados. ‘Ubadah bin Samit (ra) escoltó a los Banu Qainuqa’ durante un rato y después de enviarlos sanos y salvos, regresó. El botín que obtuvieron los musulmanes consistió únicamente en armas e instrumentos de su profesión, que era la de orfebre.

Se ha relatado en varias narraciones con respecto a los Banu Qainuqa’ que cuando abrieron las puertas de sus fortalezas y se entregaron al Santo Profeta (sa), debido a su traición, rebelión y picardía, fue intención del Santo Profeta (sa) ejecutar a sus hombres combatientes, pero por intercesión de ‘Abdul’lah bin Ubayy bin Sulul, jefe de los hipócritas, el Santo Profeta (sa) abandonó esta intención. Sin embargo, los investigadores no han aceptado estas narraciones como auténticas. La razón es que cuando otras narraciones mencionan explícitamente que los Banu Qainuqa’ abrieron sus puertas con la condición de que sus vidas y las de sus familias fueran perdonadas, es absolutamente imposible aceptar que después de haber aceptado esta condición, el Santo Profeta (sa) siguiera cualquier otro curso de acción. De hecho, incluso la condición presentada por los Banu Qainuqa’ de que se les perdonara la vida demuestra el hecho de que ellos mismos sabían que su castigo legítimo era la muerte. Sin embargo, apelaron a la misericordia del Santo Profeta (sa) y estuvieron dispuestos a abrir la puerta de su fortaleza tras recibir la seguridad de que no incurrirían en la pena de muerte. Sin embargo, aunque el Santo Profeta (sa) los perdonó debido a su disposición misericordiosa, parece como si en la estimación de Dios Exaltado, estas personas ya no eran dignos de ser dejados con vida sobre la faz de la tierra, a causa de sus malas acciones y crímenes. Así, hay una narración que dice que había pasado menos de un año desde el traslado de esta gente a su lugar de exilio, cuando estalló una epidemia entre ellos por la que toda la tribu cayó víctima de ella y fue convertida en polvo.

Hay una ligera diferencia de opinión con respecto a la fecha del Ghazwah de Banu Qainuqa’. Waqidi e Ibni Sa’d han afirmado que tuvo lugar en Shawwal 2 DH., y los contemporáneos han seguido su ejemplo. Sin embargo, Ibni Ishaq e Ibni Hisham lo han colocado después del Ghazwah de Sawiq, que se confirma que tuvo lugar en el mes de Dhul-Hijjah 2 D.H. También se encuentra una indicación en una narración de Hadiz, que establece que el Ghazwah de Banu Qainuqa’ tuvo lugar después del Rukhsatanah de Hazrat Fatimah (ra). En esta narración, se menciona que con el fin de organizar los gastos de la Walimah, Hazrat ‘Ali (ra) propuso llevar a un orfebre judío de los Banu Qainuqa’ e ir al bosque para que pudiera conseguir un poco de hierba conocida como ‘Idhkhir’ y luego venderla a los orfebres de Medina. Esto demuestra que hasta el Rukhsatanah de Hazrat Fatimah (ra), que según todos los historiadores, tuvo lugar cerca de Dhul- Hijjah 2 D.H., los Banu Qainuqa’ todavía estaban presentes en Medina. Es en base a estas razones que he colocado el Ghazwah de Banu Qainuqa’ a finales de 2 D.H., después del Ghazwah de Sawiq y el Rukhsatanah de Hazrat Fatimah (ra). Y Al’lah sabe mejor.

En esta ocasión, también sería apropiado mencionar que, al describir la causa que condujo a la Ghazwah de Banu Qainuqa’, el Sr. Margoliouth ha inventado por su cuenta una teoría de lo más extraña e inusual, a la que ni siquiera se alude remotamente en una sola narración. Hay una narración en Bujari que dice que en estado de embriaguez (hasta entonces, la bebida aún no había sido prohibida), Hazrat Hamzah (ra) mató a dos camellos pertenecientes a Hazrat ‘Ali (ra), que había recibido del botín de Badr. El Sr. Margoliouth atribuye este incidente a la gazwah de Banu Qainuqa’, sin prueba histórica alguna, y escribe que el Santo Profeta (sa) invadió la tribu de Banu Qainuqa’ para que el botín compensara la pérdida sufrida por Hazrat ‘Ali (ra). Tal audacia en la escritura histórica es quizás una proeza que habla por sí misma. Luego, la ironía es que el propio Sr. Margoliouth acepta el hecho de que ha escrito esto basándose en sus propias especulaciones”.

(La vida y el carácter del Sello de los Profetas (sa), Vol. 2, pp. 284-291)

Su Santidad (aba) dijo que seguiría narrando estos incidentes en el futuro.

Llamamiento a la oración ante las injusticias cometidas en la guerra entre Hamás e Israel

Su Santidad (aba) dijo que, a la luz de las condiciones actuales del mundo, desea llamar la atención hacia la oración una vez más. Como resultado de la guerra entre Hamás e Israel, el número de mujeres y niños palestinos inocentes que pierden la vida va en aumento. La forma en que avanza esta guerra y las políticas que Israel y otras grandes potencias están aplicando hacen que una guerra mundial sea una realidad inminente. Ahora, incluso los líderes de algunas naciones musulmanas, Rusia, China y otros comentaristas han empezado a decir abiertamente que esta guerra no hace más que empeorar. Si no se aplica inmediatamente una política sensata, el mundo será destruido. Todo está siendo retransmitido en las noticias y la realidad está ante todos. Por ello, los ahmadíes deben centrarse especialmente en las oraciones. No deben relajarse. Deben dedicar al menos una postración al día a rezar por esta situación.

Su Santidad (aba) dijo que los líderes de las naciones occidentales no desean actuar con justicia respecto a esta situación, ni tienen el valor de hablar. Los ahmadíes no deben enredarse en debates sobre qué países tienen buenos líderes y cuáles no, sobre lo que deben decir o no decir. Todas estas conversaciones son inútiles. Hasta que alguien no se levante con valor para intentar poner fin a esta guerra, será responsable de llevar al mundo hacia la destrucción.

Su Santidad (aba) dijo que junto con las oraciones, todo el mundo debería intentar crear una atmósfera de difusión del mensaje de que hay que poner fin a las injusticias. Los ahmadíes deben intentar transmitir este mensaje a todas las personas con las que tengan relación. Este es el verdadero valor, y esta es la norma de actuar de acuerdo con los mandamientos de Al’lah.

Su Santidad (aba) dijo que Israel dice que tomará represalias después de que Hamás haya atacado a su pueblo. Sin embargo, ahora esta represalia ha traspasado todos los límites. Se han perdido entre cuatro y cinco veces más vidas palestinas que israelíes. Si desean acabar con Hamás, como afirman, entonces deberían luchar con ellos. ¿Por qué hacen de las mujeres y los niños su objetivo? También han impedido que estas personas obtengan alimentos y agua. Aquí es donde se tambalean las pretensiones de los gobiernos de cumplir los derechos de las personas y seguir las reglas de la guerra.

Su Santidad (aba) dijo que hay quienes llaman la atención sobre estas cosas. Recientemente, un antiguo funcionario estadounidense dijo que si va a haber una guerra, entonces debe ser de acuerdo con las reglas de la guerra, no quitando la vida a los inocentes. El Secretario General de la ONU también se pronunció, para disgusto del gobierno israelí. Los que se proclaman en el mundo campeones de la paz no han apoyado la declaración del Secretario General y, de hecho, se han pronunciado en su contra.

Su Santidad (aba) dijo que estos son tiempos peligrosos, y cada vez lo son más. Los medios de comunicación occidentales hacen sensacionalismo de los informes de un lado y mencionan fugazmente al otro. Por ejemplo, hace poco hubo una rehén que fue liberada y dijo que la habían tratado muy bien. Sin embargo, otra declaración en la que decía que el encarcelamiento por Hamás era como el infierno apareció en los titulares. La justicia dictaría que se presentara toda la situación y se dejara que el mundo decidiera por sí mismo qué es justo, qué es cruel y si esta guerra está justificada o no.

Su Santidad (aba) dijo que debemos rezar mucho e intentar difundir el mensaje de justicia a nuestro alrededor. Debemos rezar por los musulmanes oprimidos y para que Al’lah permita al mundo musulmán adoptar una postura unida. Debemos tener un dolor distinto para que se alivien las dificultades de los musulmanes. Hemos aceptado al Mesías Prometido (as) y, a pesar de las dificultades que nos infligen otros musulmanes, siempre expresamos nuestros sentimientos en su favor de este modo.

‘Oh mi corazón, tenlos en cuenta, porque después de todo, ellos dicen amar a mi Mensajero (sa)’

Su Santidad (aba) dijo que el amor por el Santo Profeta (sa) exige que recemos mucho por los musulmanes. Su Santidad (aba) rogó que Al’lah nos permita hacerlo, y que conceda comprensión al mundo musulmán, y al mundo en general.

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