Justicia, bondad y parentesco: los tres niveles de la virtud
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

Justicia, bondad y parentesco: los tres niveles de la virtud

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

SERMÓN DEL VIERNES, 5 de MAYO de 2023.

Pronunciado en la MEZQUITA MUBARAK de Islamabad (Tilford, Surrey), Reino Unido.

Después de recitar el Tashahud, el Taawwuz y el Surah Al-Fatihah,

Hazrat Mirza Masrur Ahmad, Jalifatul Masih V (atba), recitó el versículo 91 del Surah Al-Nahl:

“En verdad, Al’lah os ordena permanecer en la justicia y dispensar un trato amable,

y dar como se da a los parientes;

y prohíbe la obscenidad, la maldad manifiesta y la transgresión.

Él os exhorta para que caigáis en la cuenta”.

 

Y luego dijo:

Este versículo se recita todos los viernes en el “Jutba Zaniah” [segunda parte del sermón], así como en el “Jutba Zaniah” de las oraciones de [los dos días] de Eid. En él se mencionan algunas virtudes que Dios Altísimo nos ordena realizar y [ciertas] malas acciones han sido [también] mencionadas, en contra de las cuales Al’lah nos amonesta. La primera señal de un verdadero creyente es que, para fortalecer su fe, actúa de acuerdo con los mandamientos y las directrices de Dios. De lo contrario, no alcanzará el nivel que transforma a un musulmán en un verdadero creyente.

[Ahora], presentaré las enseñanzas que el Mesías Prometido (as) ha escrito en varios libros y expuesto en diversas reuniones en relación a las virtudes que se mencionan en este versículo, es decir, la justicia y hacer el bien a los demás y a los parientes. Aunque cada instrucción gira en torno al mismo tema, son diversas directrices que nos guían para que podamos vivir de acuerdo con los mandamientos de Dios Altísimo. [En este sentido], no solo ha mencionado estas características y virtudes acerca de nuestra relación con la humanidad, sino además ha hablado de cómo podemos mantener una relación entre actuar con justicia, hacer el bien a los demás y a los familiares, y Al’lah. Él ha presentado un comentario sobre esto de un modo tan detallado, que realmente nos da una concepción de la relación con Dios que eleva a un creyente a nuevas avenidas de fe y convicción.

Así que presentaré a continuación algunos extractos, por lo que debemos reflexionar sobre ellos e intentar que formen parte de nuestra vida. A través de los mismos, encontramos tal principio de guía, que nos conecta con Dios Altísimo y asimismo llama nuestra atención hacia el cumplimiento de los derechos [que nos debemos] los unos a los otros. El resultado es que esto crea una sociedad muy hermosa, que cumple los derechos debidos a Al’lah y hacia la humanidad. Además, este es precisamente el principio que garantizará tanto la paz de la sociedad como la del mundo. Sin embargo, es lamentable que la mayor parte de la gente se empeñe en usurpar los derechos de los demás, ya sea en el mundo musulmán o no-musulmán. [Por su parte], los musulmanes pronuncian el nombre de Dios, pero también, en Su nombre, han sobrepasado todos los límites a la hora de cometer injusticias. Por ello, es deber y responsabilidad de los seguidores del Mesías Prometido (as) permanecer atentos a los mandamientos de Dios Altísimo, transformarse a sí mismos y finalmente intentar reformar el mundo.

El Mesías Prometido (as) afirma:

“Al’lah os ordena que seáis justos tanto con Él como con Su creación; o sea, debéis cumplir los derechos para con Dios y los derechos de la humanidad; y si podéis ir más allá, no solo debéis ordenar la justicia, sino también hacer el bien a los demás. En otras palabras, debéis ir más allá de lo que es obligatorio y adorar a Dios Altísimo con tanta sinceridad como si fueseis capaces de verlo”.

Primero ha mencionado los derechos debidos hacia la humanidad y después dice que debemos adorar a Al’lah como si lo estuviéramos viendo.

[Más adelante menciona]:

“Tenéis que tratar a la gente con una bondad que vaya más allá de sus derechos legítimos; y si podéis ir más allá, debéis desprenderos de vuestros deseos personales y objetivos [ulteriores], (es decir, desinteresadamente; y sin ningún objetivo [ulterior]) y adorar a Dios y servir a Su creación”.

Así, debéis adorar a Dios Altísimo desinteresadamente y no presentaros ante Él con algún objetivo [ulterior]. Del mismo modo, debéis asimismo servir altruistamente a la creación de Al’lah, justo como lo haría alguien con otra persona debido a su estrecha relación.

Luego, profundizando más en este versículo y llamando nuestra atención hacia el cumplimiento de los derechos de Dios y de cómo cumplir los derechos de la humanidad, el Mesías Prometido (as) declara:

“Ante todo, el significado de este versículo es que tenéis que ser justos en vuestra obediencia hacia vuestro Creador. No debéis ser injustos. Debéis tenerlo siempre presente y ser justos en vuestra obediencia a Dios Altísimo”.

[El Mesías Prometido (as) dice también]:

“Por lo tanto, no hay nadie, de hecho, más digno de adoración, de amor y de confianza que Él, porque debido a Sus atributos de creación, sustento y providencia, todo derecho le pertenece solo a Él. [Ahora bien], ¿qué es la justicia para con Al’lah? Mantener una relación de obediencia con Dios y hacerlo porque Él es nuestro Creador, el que Subsiste por Sí Mismo y Sostiene a Todo. La Providencia descansa en Sus manos, ya que Él es el Proveedor, el Sustentador y Quien Cumple con todas nuestras necesidades. Por tanto, solo Dios Altísimo tiene derecho a que se confíe en Él y se le ame”.

[El Mesías Prometido (as) prosigue]:

“Del mismo modo, no debéis asociarle ningún compañero en términos de Su adoración, amor y providencia. Si hacéis esto, entonces esta es la justicia que se os ha hecho obligatoria. Esta es la justicia en relación a Al’lah y que es necesario mantener. Así pues, si deseáis progresar a partir de ahí y dar el siguiente paso, alcanzaréis el nivel de “ihsan” [hacer el bien]. Esto significa alabar Su grandeza, llegar a estar totalmente dedicados en vuestra adoración hacia Él, y perderos en Su amor de tal modo, por el que será como si hubierais sido testigos de Su grandeza, majestad y Su infinita belleza.

El siguiente paso respecto a hacer el bien, -que uno no puede hacer a Dios- y que es el verdadero propósito de ello, es perderse en Su adoración, reverencia y amor, como si fuésemos testigos de Su grandeza, Su gloria, Sus atributos y Su belleza infinita”.

El Mesías Prometido (as) explica entonces:

“Después está el nivel de ‘itai zil qurba’, [dar a los demás como si fueran nuestros parientes], y ello significa eliminar por completo todo tipo de superficialidad y ostentación de vuestra adoración; [y también quiere decir] amor y obediencia.

(Es posible que en la etapa anterior, cuando uno actúa o hace esfuerzos por hacer ‘ihsan’ haya una ligera artificialidad o pretensión; y para hacer un esfuerzo, no obstante, uno debe esforzarse por alcanzar la etapa donde esta artificialidad y pretensión se erradica completamente).

Tenéis que adorar a Dios Altísimo con sincera alegría y emoción, reconoced Su grandeza, recordarle como si tuvierais una relación tan íntima [con Él] como cuando hacéis al recordar a vuestros padres; y vuestro amor por Él debe ser como el amor que un niño tiene hacia su querida madre”.

El Mesías Prometido (as) detalla, en relación a mostrar compasión respecto a los derechos debidos a la creación de Al’lah y que se relacionan con la humanidad, que:

“Este versículo significa hacer justicia a vuestros hermanos y a la humanidad, no exigir indebidamente vuestros derechos y permanecer firmemente establecidos en la equidad”.

(Observad la justicia dentro de los propios derechos. Uno puede, por supuesto, luchar por sus derechos, aunque siempre y cuando permanezca establecido en la justicia. No debe haber peticiones indebidas).

“[Por consiguiente, esto es lo que hay que hacer] si uno desea progresar desde esto a la etapa de ’ihsan’ [hacer el bien] y que significa hacer el bien en respuesta a la maldad de un hermano”.

(Si alguien os trata mal, debéis hacerle el bien -esto es ‘ihsan’).

“A cambio por el dolor que recibe, uno debería otorgarle confort (si os causan daño, deberíais intentar darles facilidades y felicidad) y ayudarles con benevolencia y [concediéndoles vuestro] favor. 

Posteriormente, está la etapa de ‘itai zil qurba’ [dar como si fuesen nuestros parientes], que consiste en hacer todo el bien posible a nuestros hermanos y desear el bien a la humanidad, sin ningún deseo de recompensa; (uno no debe tener el objetivo de recibir ningún favor a cambio); sino que debe emanar naturalmente, sin ningún deseo de retribución. (Se debe actuar con total naturalidad), igual que por un fuerte fervor de parentesco un familiar hace el bien a sus parientes”.

(O sea, al igual que un familiar hace el bien a otro familiar, sin segundas intenciones; por el contrario, lo hace con alegría de corazón).

“Es la última perfección del progreso moral cuando uno no tiene deseos o motivos personales al mostrar compasión hacia la humanidad; más bien, un fervor de hermandad y parentesco debe brotar de esta etapa, que es la más elevada; por lo que esta virtud emana automática e instintivamente, sin ninguna pretensión y sin ningún deseo de recompensa, gratitud, oración o gratificación”.

No debería haber ningún tipo de deseo en absoluto de que alguien os de las gracias, rece por vosotros u os haga algún bien a cambio. Por el contrario, debe llevarse a cabo puramente debido al vínculo de parentesco. Así pues, este es el trato que primero debemos darnos unos a otros y, después, mientras incrementamos su alcance, debemos extenderlo también a los demás.

A continuación, el Mesías Prometido (as), exponiendo esto en relación a los derechos debidos a Dios, escribe:

“El significado de este versículo en relación a los derechos para con Dios Altísimo es que uno debe adherirse a la justicia mientras obedece a Al’lah, pues es Su derecho que obedezcáis a Quien os creó, os sustentó y lo hace en todo momento.

(Dios os creó, os sustentó y continúa haciéndolo, proveyéndoos de medios mundanos, por lo que es Su derecho que Le obedezcáis).

Si poseéis una mayor percepción, entonces no debéis obedecerle solo porque entendéis que es Su derecho [ser adorado], sino por ‘ihsan’ [hacer el bien]…

(En primer lugar está el ‘adl’ [justicia]; es decir, hemos de obedecerle teniendo en cuenta que Él nos ha creado y satisface nuestras necesidades. Entonces, además de esto, debemos obedecerle por ‘ihsan’).

…Ya que Él es el Benefactor, y Sus favores son tan inmensos que son innumerables.

(Comenzar a contar los favores de Dios Altísimo y obedecerle por Sus favores -esta es la fase de ‘ihsan’).

Es evidente que esto es mucho más elevado que la etapa de ‘adl’ [justicia], porque uno tiene en consideración el aspecto de ‘ihsan’ [Sus favores Divinos] cuando obedece, y porque siempre observan, analizan y mantienen en mente el Rostro y los Atributos del Benefactor de la Humanidad, por lo que entra en el campo del ‘ihsan’ [hacer el bien], pues cuando adoran, es como si estuvieran observando a Al’lah”.

Por consiguiente, esto es cuando existe el matiz de “ihsan” [hacer el bien]. Nadie puede hacer el bien a Dios. De hecho, es el recuerdo de los favores de Dios Altísimo lo que transforma a uno en alguien que hace el bien. [Entretanto], el Mesías Prometido (as) afirmó que la manera de recordar los favores de  Al’lah es que cuando una persona os confiere un favor, debéis tener presente su semblante y sus cualidades; y al tener eso en cuenta, se desarrolla una estrecha relación con esa persona. [Pues bien], cuando se desarrolle esta relación con Dios le adoraréis sinceramente; y será tal adoración a través de la que mantendréis en vuestro corazón y en vuestra mente que estáis siendo testigos de Dios Altísimo.

El Mesías Prometido (as) comenta además:

“Los que se someten a Al’lah son, de hecho, de tres tipos: en primer lugar, aquellos que, debido a la traba de los medios mundanos, no son capaces de ver la beneficencia de Dios con claridad… (Hay un velo sobre sus sentidos o confían más en los medios mundanos, por lo que son incapaces de comprender verdaderamente la beneficencia de Dios Altísimo). …Y no están inspirados por ese afán… (ya que no comprenden la beneficencia Divina y por tanto no se genera pasión en ellos) …generado por una apreciación de la grandeza de la beneficencia Divina; ni les mueve el amor que nace del concepto de la grandeza de los favores del Benefactor”.

Si no inculcan el verdadero concepto de Al’lah dentro de sí mismos, el Rostro Divino no aparecerá ante ellos, ni tendrán ninguna consideración de Su Divina beneficencia; y tampoco [podrán] reflexionan verdaderamente sobre la Divina providencia de Dios y no podrán generar una pasión en su interior.

El Mesías Prometido (as) expone a continuación:

“[No les mueve el amor] que se inspira en el concepto de la grandeza de los favores del Benefactor. (Tal condición en el corazón no se desarrollará como debería al presenciar la beneficencia de un benefactor). [Solo] reconocen casualmente a Dios Altísimo como el Creador, (tales personas solo consideran superficialmente a Al’lah como el Creador y Quien los ha creado,  pero no poseen una comprensión en profundidad de esto). No contemplan los detalles de la beneficencia Divina que implanta en las mentes el verdadero concepto del Benefactor Divino, (no reflexionan profundamente sobre los legítimos derechos que le deben a Dios por ser Él el Creador; y no reflexionan profundamente), ya que el polvo de la exagerada consideración por los medios materiales crea un velo que les impide observar por entero el Semblante del Creador con los medios [que existen]. (El polvo de los medios mundanos les ha cubierto y por eso no pueden observar el verdadero semblante de Dios Altísimo).

De este modo, son incapaces de apreciar toda la belleza del [Dios] Generoso, (son incapaces de presenciar la belleza de Aquel que es el verdadero Benefactor). Su comprensión defectuosa se confunde con su consideración por los medios, (o sea, el poco conocimiento que tienen sobre Al’lah -debido al que, a veces, ofrecen sus oraciones y cumplen con sus debidos derechos; y otras veces no lo hacen- se debe, de hecho, a que su conocimiento está contaminado por los medios mundanos y las aspiraciones materiales, razón por la cual no pueden presenciar adecuadamente el verdadero semblante de Dios Altísimo) y, como no son capaces de apreciar debidamente las bondades de Dios, no Le prestan tanta atención como la que generaría en sus mentes una apreciación adecuada de Sus favores. (No prestan toda la atención, que les permitiría observar el verdadero Rostro del Benefactor).

Así, su comprensión es algo turbia, (no son capaces de presenciar adecuadamente el Semblante de  Al’lah), porque ponen su confianza en sus propios esfuerzos y en los medios que tienen a su alcance. También reconocen formalmente su obligación hacia Dios Altísimo por ser Él el Creador y el Proveedor. (No tienen un conocimiento claro de esto, más bien creen que se debe a sus esfuerzos y conocimientos lo que les permitió completar sus obras. Al mismo tiempo, reciben además alguna influencia de su entorno religioso, por lo que son conscientes del hecho de que Dios es el Creador que los creó, los alimentó y los proveyó. Por lo tanto, es una mezcla de dos estados. Sin embargo, uno no puede presenciar el verdadero Rostro de Al’lah en tal estado de combinación de ambas cosas). Ya que Dios Altísimo no exige [nada] a nadie más allá de los límites de su capacidad intelectual, ya que Él solo exige de ellos una expresión de gratitud por Sus favores en el versículo que dice:

[‘En verdad, Al’lah os ordena permanecer en la justicia’, 16:91] y ‘justicia’ [‘adl’] significa solo este tipo de obediencia. [Entonces], el atributo de Dios de ser el Más Clemente se manifiesta en tal caso. Dios Altísimo manifiesta Su clemencia incluso sobre aquellos que no pueden observar correctamente el Rostro de  Al’lah y concede Su aceptación incluso de esta condición suya. No obstante, esta es el nivel básico y el estándar mínimo de un musulmán”.

El Mesías Prometido (as) sigue diciendo:

“Pero por encima de esto, hay otra etapa de comprensión, que hemos mencionado antes y que se alcanza cuando una persona, prescindiendo de los medios, observa claramente la mano bondadosa y benéfica de Dios y emerge completamente de los velos de los medios materiales.

(En esta etapa uno no depende totalmente de los medios mundanos, de hecho, uno es capaz de atestiguar personalmente la beneficencia de Dios Altísimo y progresa a la siguiente etapa. Se tiene plena confianza en Al’lah y se adquiere conocimiento de lo Divino. En esta etapa, uno sale completamente de los velos de los medios materiales, pues uno ya no deposita su confianza en los medios mundanales, sino que, de hecho, pone toda su confianza en Dios).

En ese momento, se da cuenta de la futilidad y falsedad de expresiones como: ‘obtuve este éxito a través de la irrigación adecuada de mis campos’; o ‘adquirí este buen resultado por mis propios esfuerzos’; o ‘logré mi propósito a través del favor de fulano’; o ‘me salvé de la ruina gracias al cuidado de mengano’. (Uno tampoco deposita ninguna confianza en alguna cualidad o esfuerzo propio, ni en la ayuda o cualidad de otra persona. Todo se convierte en un asunto ordinario). Más bien, solo contempla un Ser, un Poder, un Benefactor y una Mano. Entonces ve claramente los favores de Dios Altísimo sin la menor obstrucción resultante de asociar los medios con el Benefactor. (Cuando uno comienza a presenciar a Al’lah de esta manera, es entonces cuando es testigo de los favores Divinos de Dios).

Este punto de vista es tan claro y cierto, que en su adoración al verdadero Benefactor no lo contempla como algo ausente, sino que lo concibe como estando presente. (Cuando una persona está ocupada en la adoración y ofreciendo la oración en tal estado, considera que Dios Altísimo está ante ella). Tal adoración es designada por el Sagrado Corán como ‘ihsan’, (que es postrarse ante Al’lah como si Él estuviera delante de ellos y esto ha sido denominado como ‘ihsan’ en el Corán en relación a Dios). El Santo Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) ha atribuido él mismo este significado a ‘ihsan’, según se informa en Bujari y Muslim”.

 

De todas maneras, no acaba aquí, de hecho, el Mesías Prometido (as) continúa diciendo:

“Todavía hay otro nivel por encima de este, que es:

[‘…Y dar como se da a los parientes’, (16:91)]. Esto significa que cuando una persona continúa viendo los favores Divinos, sin la asociación de medios materiales, (es decir, uno continúa siendo testigo de los favores Divinos de Dios Altísimo sin ningún medio mundano o cualquier asociación con lo Divino y uno tiene completa confianza solo en Al’lah) y adora a Dios concibiéndolo como estando presente y el Benefactor directo, comienza a tener amor personal por Dios Altísimo, que es la etapa final. (Uno empieza a formar un vínculo personal con Al’lah y no hay ningún motivo ulterior; y uno no suplica por alguna necesidad personal, sino que lo hace debido a su amor personal).

La contemplación continua de beneficencia genera necesariamente en el corazón del beneficiario amor por el Benefactor, Cuyos ilimitados favores le rodean por todas partes. (Cuando uno se da cuenta de esto y desarrolla una verdadera percepción y conocimiento del hecho de que Dios le ha otorgado continuos favores, y él personalmente es testigo de ellos, entonces esto da como resultado que uno forme un vínculo de amor personal con Dios Altísimo. Es una cuestión de principios que cuando uno forja tal vínculo, entonces su corazón se llena de un amor personal por aquel que le ha concedido innumerables favores). En tal situación, no adora al Benefactor simplemente por apreciar Sus bondades, sino por amor personal hacia Él.

(Al principio uno adora a Al’lah debido a una necesidad suya y luego uno adora a Dios porque Le considera todo lo que se conoce como ‘ihsan’ y posteriormente hay una etapa incluso más allá que es que uno no adora porque necesita algo, más bien lo hace debido al amor personal que tiene esa persona por Dios Altísimo). Justo como el amor de un bebé por su madre. En esta etapa, no solo ve a Al’lah en el momento de su adoración, sino que también se llena de deleite como un verdadero amante. Todos sus deseos internos dejan de existir y un amor personal se infunde en él, y esta es la fase que Dios ha designado para ser como beneficencia entre parientes, y esta es la etapa que se indica en el versículo:

O sea: ‘Celebrad las alabanzas de Al’lah como lo hacéis con las de vuestros padres, o aún más’, [2:201]. Por tanto, esta es la etapa en la que uno tiene amor puro por Dios Altísimo”.

 

El Mesías Prometido (as) añade:

“Esto arroja luz sobre el versículo:

‘En verdad, Al’lah os ordena permanecer en la justicia y dispensar un trato amable…’. Aquí Dios Altísimo expone las tres fases de la comprensión de lo Divino. [Pues bien], la tercera etapa es la del amor personal, en la que se acaban todos los deseos de uno y el corazón se llena de amor como un frasco de cristal se colma de perfume. Esta fase también se menciona en el versículo [2:208]:

Esto significa que: ‘Y entre los hombres hay quien se vendería a sí mismo para intentar agradar a Al’lah’; y Al’lah es Compasivo para Sus siervos’.

En otra ocasión se dice [2:113]:

[‘¡No! Quien se someta completamente a Al’lah, siendo excelente en su conducta,

tendrá su recompensa con su Señor;

y ningún temor les sobrecogerá ni sufrirán aflicción’].

Esto significa que: ‘Los verdaderamente liberados son aquellos que se entregan enteramente a Dios Altísimo y, recordando Sus favores, Le adoran como si Le contemplaran. Tales personas tienen su recompensa con Dios y no temen ni se afligen’.

En otras palabras, Dios y Su amor se convierten en todo su propósito y su recompensa son los favores Divinos.

En otro lugar se dice [76:9-10]:

[‘Y dan de comer, por amor a Él, al pobre, al huérfano y al prisionero’].

[‘Diciendo: Os damos de comer solo por agradar a Al’lah.

No deseamos ni recompensa ni vuestro agradecimiento’].

 

En otras palabras: ‘Los creyentes son aquellos que, por amor a Dios, alimentan a los necesitados, a los huérfanos y a los cautivos diciendo: Os alimentamos para ganar el agrado de Dios Altísimo; no deseamos nada a cambio, ni tan siquiera alguna expresión de gratitud por vuestra parte’. (Su único objetivo es complacer a Al’lah y poder presenciar el Semblante Divino de Dios aún más que antes).

Por consiguiente, uno debe considerar que estos versos muestran claramente que el Santo Corán ha descrito la etapa más elevada de la adoración Divina y una conducta llena de rectitud como aquella que está inspirada por un verdadero amor a Al’lah y la búsqueda sincera de Su complacencia”.

Para alcanzar el verdadero amor por Dios Altísimo, que también ha sido explicado en los versículos del Sagrado Corán, además hay que mostrar compasión y también formar un vínculo con Su creación. Solo un verdadero creyente, que ama a Dios, puede verdaderamente cumplir con los derechos de sus semejantes.

[En una ocasión], el Mesías Prometido (as) nos pregunta:

“¿Qué desea Al’lah de vosotros?. (Mencionó esto mientras nos daba consejos en su libro ‘El Arca de Noé’). Que tratéis equitativamente a todas las personas y mostréis bondad incluso con aquellos que no os han hecho ningún bien;  y lo que es más importante, debéis amar a la creación de Dios Altísimo como si fuera vuestra familia, del mismo modo que las madres tratan a sus hijos. [Pero algunas veces], en los actos de bondad reside un elemento oculto de vanidad y de vez en cuando la gente tiende a presumir de sus favores a los demás. Sin embargo, una persona que realiza el bien por un deseo espontáneo, a semejanza de una madre, nunca puede desplegar vanidad alguna. Así, el nivel más alto de virtud se origina en el anhelo natural de uno, [aquel que es] como el de una madre.

Además, este versículo no solo se refiere a la creación de Dios, sino también a Dios Mismo. Justicia [‘adl’] hacia Al’lah significa recordar Sus bendiciones y mostrarle obediencia. La bondad [‘ihsan’] hacia Dios Altísimo significa estar tan firmemente convencido de Su existencia como si uno pudiera verle; e ‘itai zil kurba’ [dar como si diéramos a los parientes] ante Dios puede definirse como la adoración que no está adulterada por el ansia del Paraíso o el miedo al infierno; pues aunque se supusiera que ni el Paraíso ni el infierno existieran, esto no afectaría a su celo, amor y obediencia hacia Él”.

Este es el resumen de [cómo desarrollar] el amor personal por Dios Altísimo que se ha mencionado con gran detalle. El Mesías Prometido (as) nos lo explicó en [su libro] “El Arca de Noé”.

A continuación, el Mesías Prometido (as) llama nuestra atención sobre el cumplimiento de los derechos de los demás:

“[Ello] significa que Al’lah os ordena que observéis la justicia y [algo] más grande que la justicia es que -a pesar de haber impartido justicia- vayáis más allá y mostréis bondad, e [ir] aún más lejos de la bondad es que despleguéis tal consideración hacia los demás como si fueran vuestros seres queridos y, de hecho, como si fueran vuestros parientes.

Conviene recordar que solo existen estos tres niveles. En primer lugar, el hombre observa la justicia; es decir, pide derechos en lugar de concederlos. Luego, si avanza más, llega la etapa de mostrar bondad a los demás; y si avanza aún más, entonces deja atrás incluso la etapa de mostrar bondad hacia los demás y muestra compasión por el prójimo con el mismo amor con el que una madre muestra compasión hacia su bebé; o sea, con una pasión natural y no con la intención de ser amable con los demás”.

Esta es la esencia de cumplir con los derechos de los demás.

El Mesías Prometido (as) explicó las hermosas enseñanzas del Islam ante los no-musulmanes y también aconsejó a la Comunidad en varias ocasiones y en una ocasión amonestó a la Yamat diciendo:

“Tratad a los demás como si fueran vuestros parientes cercanos. Esta es la fase más elevada [de hacer el bien], porque en la etapa de ‘ihsan’ hay cierto elemento de vanidad y si una persona olvida el favor que se le ha conferido, el otro le recordará al instante que le ha conferido tal o cual favor. No obstante, [por ejemplo], el amor natural que una madre siente por su hijo está completamente desprovisto de cualquier forma de vanidad. (Si una persona hace un favor a otra, a veces se lo recuerda; pero una madre nunca le recordará a su hijo los favores que le ha hecho).

En efecto, si un rey le dice a una madre que si matara a su hijo no se enfrentaría a ningún castigo, ella nunca escucharía al rey y, en cambio, se lo reprocharía; y ello a pesar del hecho de que la madre sabe que fallecerá antes de que el niño llegue a la adolescencia; así pues, debido a su amor innato por él, ella nunca renunciará a cuidarlo. [Es más], suele ocurrir que los padres envejecen y tienen hijos, los cuidan y los quieren, pero no lo hicieron a cambio de obtener beneficios de ellos, ni siquiera en su vejez. Esto se convierte en un fenómeno natural debido a que se alcanza la etapa última del amor y  esto es [precisamente] lo que se ha indicado en las palabras ‘itai zil kurba’, [hacer el bien como si se tratara de parientes cercanos]. Este es el tipo de amor que uno debe desarrollar por Dios y no debe ser por alcanzar recompensa alguna ni por miedo a la humillación”.

 

El Mesías Prometido (as) aclara:

“La etapa más baja es ‘adl’ [justicia], lo que significa que cualquier cosa que tomáis de alguien, le dais lo mismo a cambio. (‘Adl’ significa devolver lo mismo que uno toma), lo que implica que esta es la etapa más baja de la justicia. Si uno avanza en este sentido, se llega a la etapa de ‘ihsan’, que significa devolver al menos lo que se recibe e incluso más que eso. Esto se llama “ihsan” (es decir, no solo devolver el favor al mismo nivel, sino dar más que eso). Finalmente, la etapa que va más allá se llama ‘itai zil kurba’; en otras palabras, que uno trate a los demás de la misma manera que una madre trata a su propio hijo, por el amor innato que tiene y sin esperar ningún favor a cambio.

Del Sagrado Corán aprendemos que la gente que es de Dios Altísimo puede progresar y alcanzar esta etapa de amor. (Si uno desea avanzar [espiritualmente], puede desarrollar este amor por Dios. La determinación del hombre no es insignificante, [así que] a través de la gracia de Al’lah uno puede alcanzar todo esto; de hecho, es necesario para el incremento de su moral). Creo que la gente de Dios Altísimo puede progresar hasta tal punto que alberguen por sus semejantes un amor aún mayor que el que una madre tiene por su hijo. [En consecuencia], a fin de cumplir con los derechos de los demás, aman al prójimo incluso más de lo que una madre ama a su hijo”.

El Mesías Prometido (as) continúa:

“El estado de ‘adl’ es el de una persona de rectitud [con ‘taqwa’] en el estado de ‘Nafse Ammarah’ [el espíritu que incita al mal] y para reformarse de esta condición, Al’lah ha ordenado que uno muestre ‘adl’. (O sea, si uno quiere librarse de los males, tiene que adoptar ‘adl’, ya que uno ha de luchar constantemente contra su ego más bajo). Combatir contra el propio ego interior para abstenerse del mal es una forma de ‘adl’. Por ejemplo, si uno tiene que pagar una deuda pendiente, su ego interno intenta impedirle que lo devuelva y desea que pase el plazo de la devolución. En tal caso, el ego interno se vuelve aún más audaz y descarado, porque ahora ni siquiera la ley podrá tomar de vuelta el préstamo. Sin embargo, esto es incorrecto, pues los dictados de ‘adl’ establecen que uno debe pagar una deuda que se le debe a una persona”.

Uno debe pagar cada deuda a su debido plazo y no puede esquivar pagarla con alguna excusa o estratagema. Algunas personas devoran el dinero que le deben a otros y no lo devuelven a tiempo. De hecho, a veces, si no hay pruebas registradas [del acuerdo], incluso niegan que tengan que devolver nada. No obstante, deben saber que Dios vigila todos sus movimientos. [Ahora bien], en relación con esto, me gustaría mencionar que, a veces, surgen disputas a la hora de pedir y prestar dinero cuando la gente deposita una confianza y fe indebidas en los demás. Al respecto, en materia de tomar prestado y prestar dinero, Dios Altísimo ha ordenado que se deje constancia por escrito. No menciona que porque tal o cual es mi pariente cercano, o un buen amigo, por lo tanto no hay necesidad de escribirlo. A menudo, esto se convierte en motivo de disputas y, a través de ello, el propio “Nafse Ammarah” [el espíritu que incita al mal] nos tienta para cometer malas acciones. Por tanto, es deber del creyente evitar todo esto y adoptar “adl”, [justicia].

[Luego], el Mesías Prometido (as) nos aconseja:

“Es lamentable que tenga que decir que algunas personas no muestran diligencia en estos asuntos y hay también ciertos individuos en nuestra Yamat que no muestran ninguna consideración a la hora de pagar sus deudas. Esto va en contra de ‘adl’ [la justicia]. [Tanto es así, que] el Santo Profeta (sa) no dirigía las oraciones fúnebres de esas personas. Por consiguiente, cada uno de vosotros debe recordar que no debe mostrar ninguna forma de indolencia en lo que respecta al pago de una deuda. Evitad toda forma de deshonestidad y engaño, porque esto va en contra del mandato Divino que se ha mencionado en este versículo”.

El Mesías Prometido (as) afirma además:

“El siguiente nivel es ‘ihsan’. Aquel que practica ‘adl’ y se mantiene en sus límites, Al’lah le concede la oportunidad y el poder de sobresalir en la virtud, en la medida en que uno no se detenga solo en ‘adl’, sino que a cambio de un pequeño favor, uno devuelva el favor que se le haga en términos mayores. De todos modos, incluso en la etapa de ‘ihsan’ hay una deficiencia y es que, en un momento u otro, la persona recuerda a la otra el favor que le concedió. Por ejemplo, una persona alimenta a otra durante unos diez años y esta se niega a escucharle sobre un pequeño asunto, [entonces], la primera le diría: ‘estás en deuda conmigo ya que te he alimentado durante diez años’. [Así pues], en un instante, echa por tierra la bondad que le otorgó durante ese periodo de diez años. En consecuencia, incluso dentro de aquel que alcanza la etapa de ‘ihsan’ existe una forma oculta de vanidad. (Hay un elemento oculto de vanidad en el que hace ‘ihsan’). Finalmente, la tercera etapa es aquella en la que uno se libera de toda forma de impureza y suciedad, y esta fase se conoce como ‘itai zil kurba’, [dar como si se tratara de parientes cercanos]”.

El Mesías Prometido (as) explica aún más:

“La etapa de ‘itai zil kurba’ es una fase que queda arraigada en la naturaleza de uno; es decir, en esta fase uno realiza virtudes de tal manera que se convierte en parte de su propio ser. El ejemplo es como el de una madre que alimenta y cuida a su hijo. La madre nunca piensa que, cuando el niño crezca, él o ella se ganará la vida y a cambio servirá a la madre. Hasta el punto de que incluso si un rey ordena a una madre que deje de alimentar a su hijo y este muere a consecuencia de ello, no se le exigirán responsabilidades a dicha madre; incluso en ese caso, una madre nunca podría seguir tal orden y en su lugar lanzaría insultos contra el rey. La razón de esto es que criar a un hijo es un impulso natural de la madre y no se basa en ninguna esperanza [de recompensa] ni en [algún] miedo. Del mismo modo, el hombre puede sobresalir en la virtud en la medida en que alcanza este estadio, o sea, la virtud se convierte para él en un impulso natural. Esta etapa es lo que se conoce como “[Nafse] Mutmainnah”, [el alma en paz]”.

El Mesías Prometido (as) insiste:

“Una madre soporta cualquier dificultad ella misma, pero trata de proporcionar consuelo a su hijo. [Por ejemplo], se tumbará en la zona empapada si la cama se moja y colocará a su hijo en la parte seca. Si el niño enferma, permanece despierta toda la noche y aguanta todo tipo de sufrimientos. ¿Hay algún elemento de artificialidad o fingimiento en lo que una madre hace por su hijo?”.

Lo hace únicamente por su amor sincero y es este amor el que debe tener un creyente cuando cumple con sus derechos debidos a Dios y a la creación.

[Más tarde], el Mesías Prometido (as) comenta:

“Así, Al’lah, el Exaltado, dice: ‘Esforzaros por superar incluso el estadio de ihsan [benevolencia] y eleváos al estadio del itai zil kurba’, [dar como si se tratara de parientes cercanos]. Haced el bien a la creación de Dios Altísimo con un impulso natural e innato, sin esperar ninguna recompensa, beneficio o servicio [de parte de ellos]. Vuestro servicio a la creación de Dios no debe tener nada de pretencioso o artificial’.

En otro lugar menciona que es la práctica de una persona piadosa y que ha alcanzado rangos elevados que sus buenas acciones son puramente por el amor de Al’lah. Ni siquiera se le pasa por la cabeza que alguien rece por ella o le exprese gratitud por el bien que ha hecho. Realiza actos virtuosos únicamente por el impulso que ha surgido en su corazón de tener compasión hacia la humanidad. [En este sentido, yo] no he visto una enseñanza tan pura, ni en la Torá ni en el Nuevo Testamento. Los he leído página por página, pero no he encontrado en ellos ni rastro ni señal de esta enseñanza tan pura y perfecta”.

Luego, el Mesías Prometido (as) añade:

“Esto significa que se nos ordena devolver bien por bien, y ejercer la benevolencia cuando se requiera; y hacer el bien con un afán natural como entre hermanos, cuando ello sea apropiado. Dios Altísimo prohíbe la transgresión o que ejerzáis la benevolencia fuera de lugar (debe haber un equilibrio en el ejercicio de estas virtudes), o que os abstengáis de ejercerla cuando sea necesario. (Hay que actuar con inteligencia y ejercer estas virtudes adecuadamente. No hay que demostrar benevolencia donde no sea necesario, ni negarse a mostrar benevolencia donde se requiera. Debe tenerse en cuenta la razón y un resultado beneficioso); o que no ejerzáis la bondad entre parientes en la ocasión adecuada, o que la extendáis más allá de su límite apropiado. [Así que] este versículo establece tres grados de hacer el bien”.

Cuando se nos ordena demostrar estas virtudes, también se nos aconseja usar la razón, el equilibrio y esforzarnos por obtener un resultado bueno y positivo. Básicamente, el mandamiento de [llevar a cabo] estos actos de bondad se basa en beneficiar a la sociedad, no en crear el caos. [Por eso], una madre, a pesar de querer mucho a su hijo, nunca satisfará la petición de [jugar con] fuego del niño. Así pues, el objetivo último de demostrar estas tres virtudes es lograr beneficio y mejora.

El Mesías Prometido (as) recapitula diciendo:

“El primer [grado] es hacer el bien a cambio del bien. Esta es el nivel más bajo e incluso una persona normal puede adquirir fácilmente este nivel de que debe hacer el bien a aquellos que le hacen el bien a él. (Cualquier persona respetable puede alcanzar este rango de bondad porque es [algo] fundamental; y no es una virtud elevada, sino que surge de la mera cortesía).

El segundo grado es un poco más difícil que el primero y consiste en tomar la iniciativa de hacer el bien por pura benevolencia. Este es el grado medio. (Significa demostrar benevolencia y beneficiar a los demás independientemente de que lo merezcan o no. Este es el nivel intermedio de bondad). [Por ejemplo], la mayoría de la gente actúa con benevolencia hacia los pobres, aunque hay una deficiencia oculta en dicha benevolencia y que la persona que la ejerce es consciente de ella, pues desea gratitud o una plegaria a cambio de su [acto de] benevolencia. [Más tarde], si en alguna ocasión la otra persona se vuelve contra él, lo considera desagradecido. [Incluso], en ocasiones, le recuerda su benevolencia o le impone alguna carga pesada. (Quien es benevolente recuerda a los demás su benevolencia y cómo han sido beneficiados durante un periodo de tiempo, imponiéndoles así una carga que está más allá de sus fuerzas para poder soportarla). [En este sentido], los benévolos han sido advertidos por Dios [2:265]:

‘¡Oh creyentes! No hagáis vanas vuestras limosnas con reproches y agravios!’.

Dicho de otro modo: aquellos que hacéis el bien a los demás -y el bien debe estar basado en la sinceridad- no lo convirtáis en algo vano recordándoles los favores que les habéis hecho o infligiéndoles un perjuicio. (Al’lah ha advertido a estas personas que su bondad no les servirá de nada. Si son caritativos, deben saber que la limosna se basa en la sinceridad. Si uno hace gala de sus favores, entonces toda bondad resulta en vano). La palabra árabe para limosna, ‘sadaqah’, deriva de la raíz ‘sidq’, que significa sinceridad. Si al dar limosna el corazón no está inspirado por la sinceridad, esta deja de ser limosna y se convierte en mera exhibición. Por eso, los que ejercen la benevolencia han sido amonestados por Dios Altísimo a no hacerla vana con reproches o agravios.

El tercer grado de hacer el bien es la bondad entre [la gente como si fueran] parientes. Dios ordena que en este nivel no haya ninguna idea de benevolencia o algún deseo de gratitud, sino que el bien debe ser hecho por una compasión tan anhelante como, por ejemplo, [cuando] una madre hace el bien a su hijo. Este es el grado más alto de hacer el bien, que no puede ser superado. Pero Al’lah ha condicionado todos estos niveles de hacer el bien [a que se hagan] a su debido momento y en el lugar apropiado. El versículo citado con anterioridad indica claramente que si estas virtudes no se ejercitan en sus lugares apropiados se convertirán en vicios. (Esto también es una advertencia, ya que si estas virtudes no se ejercitan en su momento y lugar apropiados y son un medio de caos en el mundo, entonces se convierten en vicios). Por ejemplo, si la equidad sobrepasa sus límites, adoptaría un aspecto nocivo y se volvería indecente.

(Asimismo se menciona aquí la siguiente parte del versículo, relativa a la protección contra los males). Del mismo modo, el mal uso de la benevolencia tomaría una forma que sería repelida por la razón y la conciencia; y de la misma forma, la gentileza entre parientes se convertiría en transgresión. La palabra árabe para transgresión es ‘baghi’, que connota la lluvia excesiva que arruina las cosechas. Cualquier deficiencia o exceso en el cumplimiento de una obligación son ambos ‘baghi’. (Tanto si hay una deficiencia en lo que se debe como un exceso, en los dos casos se convierte en ‘baghi’).

En resumen, si se lleva a cabo cualquiera de estas tres cualidades fuera de lugar se echa a perder. Por eso, estas tres cualidades están todas condicionadas por la debida observancia del lugar y la ocasión. Debe recordarse que la equidad, la benevolencia o la bondad entre parientes no son en sí mismas cualidades morales, sino que son condiciones y facultades naturales del hombre que son manifestadas incluso por niños antes de que desarrollen la razón. [Así que utilizar] la razón es una condición del ejercicio de una cualidad moral y también existe la condición de que toda cualidad moral debe ser ejercitada en su debido lugar y en su debido momento. Hay varias otras instrucciones establecidas en el Santo Corán con respecto a la benevolencia que están todas sujetas a la condición de lugar y tiempo”.

En otras palabras, estas virtudes se han mencionado con especificidad respecto a lo que se requiere para ellas. Por ello, el Mesías Prometido (as) ha inculcado estas virtudes dentro de nosotros a través de varios medios y ejemplos.

En relación a practicar la bondad y la benevolencia, el Mesías Prometido (as) ha narrado un incidente personal de esta forma:

“La benevolencia es una fuerza extraordinaria que puede fortalecer a uno para conquistar a sus mayores enemigos. [Pues bien], había un hombre en Sialkot que se llevaba mal con todo el mundo. No existía una sola persona con la que estuviera en paz, hasta el punto de que su familia y amigos se habían cansado de él. [Sin embargo], y lo traté con simples actos de bondad y, a cambio, nunca se portó de mala manera conmigo. De hecho, cada vez que nos encontrábamos, me hablaba con respeto.

De modo similar, vino a mi casa un árabe que se oponía duramente a los ‘wahabis’. Incluso cuando se mencionaba a los ‘wahabis’ en su presencia, empezaba a soltar calumnias contra ellos y también comenzó a calumniar a los ‘wahabis’ cuando vino aquí. Yo no le hice caso y le serví bien; incluso preparé una buena comida para él. Entonces, un día, en un desgarro de ira, mientras calumniaba y difamaba a los ‘wahabis’, un hombre se le acercó y le dijo que la persona que lo hospedaba también era ‘wahabi’. (Se refería al Mesías Prometido -as-). A continuación, el hombre se quedó en silencio”.

El Mesías Prometido (as) prosigue:

“El hombre que me llamó ‘wahabi’ no se equivocó, porque yo sin duda creo en adherirse al ‘Sahih Hadiz’ [las colecciones de hadices auténticos] después del Sagrado Corán. Con todo, ese árabe partió unos días después. Posteriormente, me reuní con él una vez más en Lahore. A pesar de ser absolutamente reacio en el pasado incluso a poner sus ojos en un ‘wahabi’, ya que se le mostró una gran hospitalidad, su antigua ira y odio se calmaron, y me saludó con amabilidad y cariño; e insistió en que lo acompañara a una pequeña mezquita donde había sido nombrado imam. Me sentó allí y me abanicó como lo haría un sirviente. Fue muy acogedor y deseaba que tomara un té con él antes de partir. Por lo tanto, observad la fuerza de la bondad para producir un cambio de corazón”.

 

[Una vez], el Mesías Prometido (as) escribió que:

“La moral es de dos clases: en primer lugar, hay morales descritas por aquellos que han sido educados en esta era moderna. [Son personas que] se disculpan y hablan con adulación, pero sus corazones están llenos de hipocresía y malicia. Tales morales se oponen al Santo Corán. El segundo tipo de moral se origina en la verdadera compasión y está libre de hipocresía y palabras de adulación, como dice Dios Altísimo:

[‘En verdad, Al’lah os ordena permanecer en la justicia y dispensar un trato amable,

y dar como se da a los parientes’].

Este es un método completo y perfecto, y todo método perfecto y guía está contenido en la palabra de Dios, [por lo que] aquellos que se alejan de esto no pueden encontrar guía en otra parte. Una buena enseñanza impacta y purifica el corazón; [por eso], si observáis de cerca a aquellos que están muy alejados de tal enseñanza, seguramente encontraréis impurezas dentro de ellos. [Es más], uno nunca puede estar seguro acerca de [qué nos pasará en] la vida. Por tanto, debéis progresar en la oración, la sinceridad y la pureza”.

Este es un consejo para nosotros del Mesías Prometido (as) a fin de que avancemos en nuestra adoración, honestidad y pureza.

El Mesías Prometido (as) expone también:

“Os aconsejo repetidamente que nunca restrinjáis el alcance de vuestra compasión. Además, a fin de llevar a cabo la compasión correctamente, seguid este mandamiento de Dios Altísimo: ‘En verdad, Al’lah os ordena permanecer en la justicia y dispensar un trato amable, y dar como se da a los parientes’; o sea, tened presente la justicia al practicar el bien y mostrad cariño a cambio de aquellos que os muestran cariño.

Luego, la segunda etapa es mostrar una bondad aún mayor que la que nos muestran los demás. Esta etapa se conoce como ‘ihsan’ (benevolencia). Aunque la benevolencia es una virtud importante y está por encima del nivel de la justicia, es posible que una persona benevolente alardee de su acto de benevolencia.

Por eso, hay una etapa por encima de las otras dos, en la que la persona practica el bien por puro amor. En tal etapa, no hay exhibición de benevolencia y es similar a cuando una madre cría a su hijo; [ya que] una madre no espera una recompensa o retribución a cambio de la crianza de su hijo; más bien, es un amor natural por su hijo lo que la impulsa a sacrificar toda su paz y comodidad por su bien”.

 

El Mesías Prometido (as) continúa:

Incluso si un rey le ordenara que dejara de alimentar a su hijo, dicha madre reprocharía al rey. Por lo tanto, la bondad debe alcanzar una etapa en la que se vuelve natural. Cuando una cosa deja de ser artificial y se vuelve natural, alcanza un estado de perfección”.

El Mesías Prometido (as) concluye:

“Dios os ha ordenado que practiquéis la justicia para todo el mundo. En otras palabras, tomad lo que [en buen grado] necesitéis y tratad a la humanidad con justicia. Por encima de esto, se os ordena que mostréis bondad a la humanidad; es decir, no mostréis bondad simplemente por obligación, sino también por benevolencia. Incluso en la etapa de bondad, existe una fisura oculta, ya que una persona que muestra bondad puede jactarse de su benevolencia en un estado de descontento. Es por eso que al final de este versículo se afirma que la bondad en su perfección es cuando se asemeja a la bondad que una madre le muestra a un hijo; y tal bondad se origina en un amor que es inherente y no está motivado por ninguna recompensa; pues una madre ni siquiera considera que el niño le devolverá el favor de su benevolencia. Por consiguiente, esta es la tercera y perfecta etapa de la bondad que se le puede mostrar a la humanidad, conocida como ‘itai zil kurba, [o sea, da como si se tratara de nuestros parientes más cercanos]”.

 

Por lo tanto, se nos ordena no solo ejercer el bien hacia nuestro propio pueblo, sino hacia la humanidad en general, y sin ninguna expectativa de recompensa. [En consecuencia], es en esta etapa cuando uno puede encontrar a Al’lah, como se ha mencionado en el contexto de formar una relación con Él. [Por su parte], en sus libros y reuniones, el Mesías Prometido (as) ha puesto gran énfasis en esto. De las muchas cualidades del Islam, el Mesías Prometido (as) ha impartido esta enseñanza como una de sus características más importantes. [Por tanto], es nuestra obligación comportarnos de acuerdo con estas enseñanzas a fin de superarnos en nuestros rangos de relación con Dios Altísimo y para que podamos cumplir con los derechos de la humanidad.

¡Que Dios nos permita pasar nuestras vidas de acuerdo con estas enseñanzas y que elevemos de manera excelente los estándares de nuestra adoración y cumplamos los derechos de la humanidad!

¡En particular, que podamos fomentar el amor mutuo y la compasión hasta el punto de convertirnos en un ejemplo para el resto del mundo!

¡Que Al’lah nos permita actuar en consecuencia, permitiéndonos así cumplir con los derechos de nuestra promesa de lealtad [“Baiat”]!

[Por cierto que] una condición para jurar lealtad al Mesías Prometido (as) es mostrar compasión por la humanidad. [Así pues], que cada viernes nos sirva de recordatorio para progresar en la bondad y nos reformemos cuando escuchemos estas palabras de Dios Altísimo. Si no, no seremos muy distintos de los demás. [Por eso pido] que Dios manifieste una clara distinción entre nosotros y los demás, tal como el Mesías Prometido (as) mencionó con gran dolor en una ocasión.

¡Continuad orando por la situación en Pakistán! A fin de difundir la piedad, nosotros continuaremos con nuestro empeño; y aquellos que tienen una naturaleza malvada continuarán en sus injusticias. No podemos desafiarlos respecto a sus malos hábitos. Todo lo que podemos hacer es adherirnos a los mandamientos de Al’lah.

¡Pedid siempre para que Dios proteja nuestra fe y nunca permita que decaiga y que podamos establecer un vínculo con Dios Altísimo como el de “itai zil kurba”, [‘y dar como a parientes cercanos’]. En tal caso, seremos testigos de las bendiciones de Al’lah aún más que antes, si Dios quiere; y que Dios destruya a aquellos que, a Su vista, son enemigos [acérrimos] y ya no pueden ser reformados. [Así que] cuando establezcamos un vínculo con Dios Altísimo, entonces, si Dios quiere, seremos testigos de la destrucción del enemigo.

Resumen

Después de recitar Tashahhud, Ta’awwuz y Surah al-Fatihah, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) recitó el siguiente versículo del Sagrado Corán.

En verdad, Al-lah os ordena permanecer en la justicia y dispensar un trato amable, y dar como se da a los parientes; y prohíbe la obscenidad, la maldad manifiesta y la transgresión. Él os exhorta para que caigáis en la cuenta. (Sagrado Corán 16:91)

A continuación, Su Santidad (aba) declaró que este versículo se recita como segundo sermón todos los viernes y en ambas ocasiones del Eid. En este versículo, Al’lah el Todopoderoso da instrucciones sobre lo que uno debe hacer y de lo que debe abstenerse. Para que un verdadero creyente fortalezca su fe, es necesario que pise los mandamientos de Al’lah el Todopoderoso, de lo contrario un musulmán no puede convertirse en un verdadero creyente.

Con respecto a las virtudes mencionadas en este versículo, Su Santidad (aba) dijo que mencionaría lo que el Mesías Prometido (as) ha declarado. El Mesías Prometido (as) ha mencionado estas virtudes desde diversas perspectivas, que van desde las relaciones mutuas entre los seres humanos hasta la demostración de justicia, bondad y parentesco con Al’lah el Todopoderoso.

El Mesías Prometido (as) explica este versículo con gran detalle, lo que ayuda al creyente a comprender lo que significa conectar verdaderamente con Dios y le lleva a nuevas cotas de fe. Este versículo y el comentario del Mesías Prometido (as) contienen un modelo para que creemos una sociedad que cumpla tanto los derechos de la humanidad como los derechos de Dios. Es lamentable que en estos días el mundo en su conjunto -incluido el mundo musulmán- se dedique a invadir los derechos de los demás. Aunque los musulmanes profesan las enseñanzas del Islam, muchos de ellos en todo el mundo han caído presa de tales males.

La justicia en el cumplimiento de los derechos debidos a Dios y a Su creación

El Mesías Prometido (as) afirma que Dios ha ordenado que seamos justos con Él y con Su creación, es decir, que cumplamos sus derechos. Si uno puede ir más allá de esto, no sólo debe demostrar justicia, sino también demostrar bondad como si realmente los percibiera. Además, si uno puede ir más allá de esto, entonces uno debería tratar tanto a Dios como a Su creación desinteresadamente y sin ninguna expectativa de recompensa, similar a quien es desinteresado debido a una relación.

El Mesías Prometido (as) afirma entonces que uno debe ser siempre consciente de su relación y obediencia a Dios. Uno debe considerar a Dios como Uno y sin ningún compañero, y considerarlo como el único digno de adoración. Esta es una relación con Al’lah que demuestra justicia. Él es el Señor, el Nutridor y el Proveedor, por lo que es Su derecho. Es Su derecho que Le amemos y Le obedezcamos a Él y sólo a Él. Hacerlo es justicia para con Dios.

Si uno quiere ir más allá de este rango, entonces uno debe demostrar ‘ihsan’ o ‘bondad’, lo que significa darse cuenta verdaderamente de la grandeza de Dios y quedar absorto en Su belleza como si uno lo hubiera presenciado de primera mano. Uno no puede mostrar bondad a Dios, así que mostrar bondad a Dios significa absorberte completamente en Su amor y adoración como si realmente hubieras sido testigo de Su poder y atributos.

El Mesías Prometido (as) afirma a continuación que el rango superior a éste es el del parentesco. Antes de este rango, uno tiene que esforzarse y luchar. Sin embargo, en esta etapa, uno es eliminado de todas las formalidades y esfuerzos, y este amor por Dios se vuelve natural, similar al amor de parentesco. Este amor es desinteresado.

Con respecto a los seres humanos, la justicia significa mostrar justicia a tus semejantes, darles los derechos que les corresponden y buscar los tuyos de manera justa. La siguiente etapa es la bondad. Si alguien te trata mal, le muestras amabilidad y misericordia. En esta etapa, demuestras bondad a los demás independientemente de su comportamiento hacia ti. La siguiente etapa es la de la bondad. En esta etapa, toda la bondad y compasión que se muestra a los demás se vuelve desinteresada y no hay ninguna expectativa de recompensa, ni hay ningún deseo egoísta en mente. Tal bondad debe ser natural y surgir del corazón como el amor que existe entre la familia y los parientes. Esta es la forma más elevada de amor por la humanidad, libre y pura de todo egoísmo y motivos ulteriores. Su Santidad (aba) afirmó que ésta es la norma que debemos demostrar entre nosotros, y luego extender este amor a los demás.

Luego, con respecto a los derechos de Al’lah, el Mesías Prometido (as) afirma que el versículo antes mencionado nos instruye a dar a Dios Sus debidos derechos porque Él te ha creado y te ha mantenido. Debido a esto, Él es legítimamente merecedor de nuestra adoración. Además, uno debe ir más allá y ser obediente a Él, que es la segunda etapa.

El Mesías Prometido (as) explica que en la etapa de la ‘bondad’, uno recuerda los favores de quien ha sido bondadoso con él. En este sentido, cuando demostramos ‘ihsan’ o ‘bondad’ hacia Dios, Sus atributos están frente a nosotros.

Tres tipos de obedientes

El Mesías Prometido (as) explica que los obedientes a Al’lah el Todopoderoso son de tres tipos: En primer lugar, están aquellos que, debido a que su vista está entorpecida, son incapaces de discernir los favores de Al’lah el Todopoderoso en su totalidad. O bien su vista está entorpecida, o bien confían más en los medios materiales. La perspicacia que les falta puede alcanzarse si uno, como se requiere en la etapa de “bondad”, reflexiona sobre los favores de Dios. Cuando uno reflexiona sobre los favores de Dios, el corazón se anima en el amor de Dios.

Muchas personas sólo aceptan a Dios como su Creador como una formalidad y no comprenden verdaderamente la profundidad de aquello en lo que creen. Esto se debe a su gran dependencia de los medios materiales, que oscurece el verdadero rostro de Dios. Tal entendimiento defectuoso está plagado de mundanalidad y no puede revelar la verdadera naturaleza de Dios. Un individuo así sólo ofrece obligaciones religiosas como una formalidad y no de corazón. Incluso con tales personas, Al’lah el Todopoderoso muestra misericordia y acepta su estado.

En segundo lugar, después de que la inclinación de uno se desplaza de los medios materiales a los favores de Dios, entonces uno se vuelve completamente confiado en Dios. En esta etapa, los medios materiales no tienen importancia, y uno confía completamente en Dios. Muchas personas dan importancia a sus propias fuerzas y capacidades, o a la ayuda de los demás, pero una persona que alcanza esta etapa se da cuenta de que todo se materializa gracias a Dios y sólo a Dios.

El Mesías Prometido (as) afirma que en esta etapa, uno no percibe a Dios como invisible o invisible, sino que verdaderamente lo percibe a Él y al Presente antes que a sí mismo. La adoración de uno se transforma completamente y cuando está en la oración, uno puede ver a Dios ante sí mismo. Esta etapa de la adoración se conoce como ‘ihsan’ en el Sagrado Corán.

El Mesías Prometido (as) afirma que hay una etapa por encima del ‘ihsan’ conocida como ‘dar como pariente’. Cuando uno continúa reflexionando y presenciando el poder y los atributos de Dios y es persistente en su adoración y esfuerzo por alcanzar Su amor, eventualmente, tal persona se absorberá completamente en el amor de Dios que se asemeja a una relación personal. En esta etapa, la adoración de uno no se basa únicamente en el amor que nace de ser testigo de los favores de Dios, sino que este amor se origina en el corazón como algo personal y amado.

La adoración en esta etapa no consiste en pedir o suplicar algo a Dios, sino que se asemeja a la relación que un niño mantiene con sus padres. Es por esta razón que en otro lugar del Sagrado Corán, Al’lah el Todopoderoso afirma:

‘Celebrad las alabanzas de Al-lah como lo hacéis con las alabanzas de vuestros padres, o aún más.’ (Sagrado Corán 2:201).

Su Santidad (aba) afirma que en esta etapa, el amor de uno por Dios se vuelve puro. El Mesías Prometido (as) explica que en la tercera etapa, uno no se esfuerza por satisfacer sus propios placeres y deseos, sino que se esfuerza por el placer de Dios.

Además, el Mesías Prometido (as) dijo que tales personas, por su amor a Dios, sirven a la humanidad de la manera más amorosa y, como resultado, no esperan nada a cambio excepto el placer y la atención de Dios. Así pues, una relación de este tipo con Al’lah no sólo debe traducirse en la demostración de amor a Dios, sino también a Su creación.

La diferencia entre las etapas de “bondad” y “dar a los parientes

El Mesías Prometido (as) afirma que lo que diferencia la etapa de la “bondad” y la de la “amabilidad” o la segunda y la tercera etapa es que en la segunda etapa, uno puede mostrar bondad a los demás y esperar algo a cambio. Esta amabilidad tiene su origen en la amabilidad de los demás y debe ser mayor que la recibida. También se puede declarar abiertamente que se ha tratado a los demás con amabilidad. Sin embargo, en la tercera etapa, uno se aleja de esto y se vuelve desinteresado al mostrar bondad.

El Mesías Prometido (as) afirma que uno debe tratar a los demás como si estuviera verdaderamente relacionado con ellos. Si uno muestra amabilidad a alguien, a veces también menciona que fue amable y saca a relucir sus actos de bondad. Por el contrario, una madre nunca saca a relucir los favores y el amor que mostró a su hijo. Nuestro trato hacia los demás debe ser como el de una madre hacia su hijo.

El Mesías Prometido (as) afirma que, en términos sencillos, “justicia” significa devolver lo que se ha recibido. “Bondad” significa devolver más de lo que has recibido. Y, por último, “dar como pariente” se refiere a un trato que es incondicional.

Aplicar la justicia en materia de deudas

Además, el Mesías Prometido (as) explica que en la etapa de la “justicia”, uno tiene que luchar contra sí mismo y reformarse. Para reformar al ser que incita al mal, hay que alcanzar la etapa de la “justicia”. Por ejemplo, si uno está en deuda con otro, el ser desea que se olvide la deuda que se tiene; uno intenta usurpar el derecho del otro. Sin embargo, uno debe ser consciente de que Al’lah el Todopoderoso vigila cada una de sus acciones.

Su Santidad (aba) mencionó que en asuntos de prestar dinero, a veces la gente confía innecesariamente en otros. Al’lah el Todopoderoso nos ordena poner por escrito todo asunto relacionado con el préstamo de dinero y redactar un contrato formal. Esto puede evitar problemas. El creyente debe ser consciente de ello.

El Mesías Prometido (as) afirma que el Islam hace mucho hincapié en el pago de las deudas. De hecho, el Santo Profeta (sa) no ofrecía la oración fúnebre de una persona que hubiera huido del pago de sus deudas. Así, adoptando la enseñanza de la “justicia”, uno puede superar tales males y vicios. A partir de entonces, se puede progresar hacia un estadio superior de virtud conocido como “bondad”. Sin embargo, incluso en esta etapa, uno puede jactarse de la bondad y amabilidad que muestra hacia los demás. Una vez que uno es capaz de superar esto y renunciar a su jactancia, entonces progresa a la etapa final. En esta etapa, se trata a los demás con bondad, como una madre cría a su hijo. Una madre no tiene ningún deseo egoísta en la crianza de su hijo, soporta el dolor para que su hijo pueda estar cómodo, su amor por su hijo es puro y desinteresado.

Las incomparables enseñanzas del Corán sobre la justicia

El Mesías Prometido (as) afirma que Al’lah el Todopoderoso desea que alcancemos el estadio más elevado de la bondad, que es ‘dar como parientes’. Al’lah el Todopoderoso desea que seamos sinceros y desinteresados en nuestra bondad. Cada una de nuestras acciones debe buscar únicamente la complacencia de Dios. El Mesías Prometido (as) afirma que una enseñanza tan elevada y perfecta no puede encontrarse en ningún otro lugar. Ni la Torá ni los Evangelios contienen tal enseñanza, y sólo el Sagrado Corán la imparte.

El Mesías Prometido (as) explica que también hay que ser inteligente a la hora de mostrar bondad. Si no se evalúa la situación, o si la bondad no es necesaria, no se debe mostrar bondad sin restricciones. Del mismo modo, hay que mostrar bondad cuando es debido. También debe haber una medida apropiada de amabilidad, y cada situación varía. Por lo tanto, también en esto hay que emplear la sabiduría.

Con respecto a los que se jactan de su bondad, el Mesías Prometido (as) cita un versículo del Sagrado Corán:

¡Oh creyentes! no hagáis vanas vuestras limosnas con reproches y agravios, como aquél que emplea su riqueza para ser visto por los hombres, y no cree en Al-lah ni en el Último Día. (Sagrado Corán 2:265)

El Mesías Prometido (as) explica que una vez que empezamos a hacer alarde de nuestra bondad, ésta no sigue siendo una virtud. Muchos de los que muestran bondad y benevolencia hacia los demás a menudo hacen alarde de su bondad y esperan gratitud a cambio. Como Al’lah el Todopoderoso ha dicho, tal bondad se desperdicia. También hay otros que, después de mostrar bondad, presionan a los demás para que les devuelvan el favor. A veces, tal presión excede la bondad que mostraron. Uno también debe evitar tal comportamiento para cosechar las bendiciones de su bondad.

Demostrar la Justicia en las Ocasiones Apropiadas

El Mesías Prometido (as) explica que las tres etapas de la bondad deben demostrarse en el momento y lugar apropiados y correspondientes. Estas virtudes no son aplicables en todos los escenarios. A veces, la bondad mostrada es más de la requerida. Es como una lluvia que es demasiado dura y destruye las cosechas en lugar de proporcionar algún beneficio. Así pues, Al’lah el Todopoderoso nos instruye para que seamos conscientes de la situación y reflexionemos sobre cuándo es más apropiado ser justo, bondadoso y dar como un pariente.

A este respecto, el Mesías Prometido (as) narra un incidente personal. En Sialkot, había un hombre que discutía con todo el mundo hasta el punto de que incluso su propia familia estaba harta de él. El Mesías Prometido (as) lo trató bien, y como resultado, él también trató al Mesías Prometido (as) con amabilidad. Había un árabe que visitó al Mesías Prometido (as) que se oponía duramente a los wahabíes. Cuando se mencionaba a los wahabíes, los calumniaba y difamaba. Sin embargo, el Mesías Prometido (as) lo trataba bien y hacía caso omiso de sus calumnias. Un día, el árabe se enfureció y calumnió abiertamente a los wahabíes. Alguien le dijo al árabe que la persona que lo hospedaba [es decir, el Mesías Prometido (as)] también era wahabí. Ante esto, el árabe se calló.

El Mesías Prometido (as) explicó que no está mal que se refieran a él como un wahabí, porque cree que después del Sagrado Corán, es el Hadiz al que hay que adherirse. Después de ese incidente, el Mesías Prometido (as) se encontró con ese árabe un día en Lahore. Aunque albergaba cierta enemistad hacia los wahabíes, su ira hacia ellos se había enfriado y saludó al Mesías Prometido (as) con gran amor. Insistió en que el Mesías Prometido (as) le acompañara a su mezquita y le sirvió como un sirviente. De este modo, el Mesías Prometido (as) demostró cómo la amabilidad puede cambiar a una persona.

Dos tipos de moral

El Mesías Prometido (as) afirma que hay dos tipos de moral: En primer lugar, está la moral presentada por aquellos educados en esta era moderna, que son apologéticos y agradables de entrada, pero albergan oposición en sus corazones. Esta moral se opone al Sagrado Corán. En segundo lugar, hay una moral que enseña la verdadera compasión y a liberar el corazón de la hipocresía. Uno no debe ser insincero y estar de acuerdo sin fundamento.

El Mesías Prometido (as) afirma que no debemos limitar nuestro ámbito de bondad y expandirlo. Debemos escalar los rangos de la bondad hasta alcanzar la virtud que es desinteresada y ejemplifica el amor de una madre por su hijo. Incluso si un rey ordenara a una madre que no alimentara a su hijo, ella se lo reprocharía sin ningún temor. Tal debería ser nuestro nivel de bondad y amabilidad.

Su Santidad (aba) dijo que el Mesías Prometido (as), en sus escritos y en las reuniones a las que asistió, ha mencionado estas virtudes con gran detalle. Habló sobre las características más destacadas del Islam, y las virtudes mencionadas hoy se encontraban entre ellas.

Al final, Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah el Todopoderoso nos permita actuar según estas enseñanzas y progresar en la demostración de nuestro amor a los demás hasta el punto de convertirnos en ejemplares en el mundo. Que podamos hacer justicia a nuestra promesa de lealtad actuando según estas enseñanzas. Que al escuchar las palabras de este versículo cada viernes, recordemos nuestras responsabilidades tal y como las mencionó el Mesías Prometido (as) con gran dolor.

Su Santidad (aba) también instruyó que debemos orar por los Ahmadis en Pakistán y las condiciones que están enfrentando. Nosotros como Ahmadis continuaremos demostrando virtudes y bondad frente a sus complots y estratagemas satánicas. Que Al’lah nos permita seguir haciéndolo y fortalecer nuestra fe. Que Al’lah también castigue a aquellos que no son capaces de reformarse. Será cuando desarrollemos una estrecha relación con Al’lah el Todopoderoso cuando veamos cómo se produce la ruina del enemigo.

Resumen preparado por The Review of Religions

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