Los Compañeros (Sahaba) del Profeta Muhammad (sa)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

Los Compañeros (Sahaba) del Profeta Muhammad (sa)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

Después de recitar Tashahhud, Ta‘awwuz y Surah Al-Fatihah, Hazrat Jalifatul Masih V (aba) dijo:

En el sermón anterior, narré algunos incidentes sobre Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra), pero todavía quedaban algunos relatos y –si Dios quiere- los narraré hoy.

En relación a la ejecución de Ka‘b bin Ashraf, se afirmó que la estrategia utilizada por Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra) para sacarlo de su casa y matarlo en un lugar seguro, ¿acaso esto no equivalía a mentir? También se dijo que de acuerdo con un hadiz (dicho del Santo Profeta –sa-) y ciertos eruditos, a una persona se le permite mentir en tres situaciones. Sin embargo, lo cierto es que esta afirmación de que uno puede mentir o hacer una declaración falsa en tres tipos de situaciones es completamente falsa, o se basa en una interpretación incorrecta del hadiz. Por mi parte, dejé claro su significado de acuerdo con lo que se dice en el Sirat Jataman-Nabiyyin. Además, el Mesías Prometido (as) también ha dejado este punto muy claro en su libro Nurul Qur’an, mientras escribía en respuesta a una denuncia planteada por un cristiano. Ahora presentaré pues algunas partes de esa respuesta, aclarando sin lugar a dudas que el islam prohíbe categóricamente mentir.

Mientras responde a la alegación de un cristiano, el Mesías Prometido (as) afirma: “Una objeción planteada es que el Santo Profeta Muhammad (sa) había dado permiso para mentir en tres ocasiones y que el Sagrado Corán ha dado instrucciones claras de hacerlo para ocultar su fe. Por su parte, los Evangelios nunca han permitido que uno oculte su fe”.

Ésta fue la objeción [planteada por el cristiano] y el Mesías Prometido (as) respondió diciendo: “Debería quedar claro que, por la manera en que el Sagrado Corán pone énfasis en la veracidad y su significado, el Evangelio ni siquiera menciona una centésima parte del mismo”. El Mesías Prometido (as) luego escribe: “El Sagrado Corán considera decir mentiras como idolatría, porque Dios Altísimo dice:

[ARABE]

“Absteneos, pues, de la abominación de los ídolos y absteneos de toda charla falsa”.

Y como dice en otra ocasión:

[ARABE]

“¡Oh vosotros, los que creéis! Sed estrictos en la observancia de la justicia, actuando de testigos por la causa de Al-lah, aunque sea contra vosotros mismos, vuestros padres y familiares”.

Al dirigirse a la persona que levantó esta acusación, el Mesías Prometido (as) afirma además: “Oh quién no teme a Dios, abra los Evangelios y muéstreme dónde ellos le instan a hablar la verdad con tanto vigor”. Luego, dirigiéndose a ese cristiano, cuyo nombre era Fath-e-Masih, el Mesías Prometido (as) escribe: “Usted ha escrito que el Santo Profeta Muhammad (sa) había permitido decir falsedades en tres ocasiones. Sin embargo, está equivocado debido a su ignorancia, porque en realidad no existe ningún hadiz que le permita a uno mentir. De hecho, las palabras del hadiz son:

[ÁRABE]

Es decir: ‘No te desvíes de la verdad, incluso si te asesinaran o quemaran vivo por ello”.

El Sagrado Corán afirma que uno nunca debe abandonar la justicia y siempre debe decir la verdad, incluso si pierde la vida por ello; y en ese hadiz encontramos que a uno se le pide que diga la verdad, incluso si es quemado vivo o asesinado por esa razón. Luego, suponiendo que exista un hadiz que contradiga el Sagrado Corán y los hadices auténticos, no se considerará digno de aceptación porque tomamos solo certeros, aquellos hadices que no son contrarios a los auténticos hadices y al Sagrado Corán.”

El Mesías Prometido (as) dice: “De hecho, en algunos hadices se puede encontrar una indicación hacia el permiso de Tauriyah, es decir, el uso, bajo ciertas circunstancias, de palabras o frases que tienen múltiples significados. Además, para desanimar a las personas, esta práctica se ha descrito con la palabra Kizb [falsedad]”. Para infundir odio, a veces los enemigos han usado intencionadamente la palabra Kizb para esta práctica.

El Mesías Prometido (as) además, declara: “Cuando una persona ignorante e inculta se encuentra con una palabra así [ej. Kizb] en un hadiz, que simplemente se ha utilizado para transmitir el significado de manera simplificada, puede tomar el término Kizb en su sentido literal. Esto se debe a que no es consciente del mandamiento inequívoco en el islam de que la falsedad se considera una impureza, algo ilegal y similar al shirk [asociar iguales con Dios].

Según algunos hadices, Tauriyah, que no es Kizb en su sentido literal, aunque puede ser considerado así, es permisible bajo circunstancias extremas. Pero a pesar de esto, se afirma que abstenerse del uso de Tauriyah conlleva una mayor excelencia moral. En terminología islámica, Tauriyah se refiere a una declaración hecha en forma de parábolas y alegorías para ocultar un asunto o secreto, por miedo a generar disputas o por alguna otra razón; y que, si bien es entendido por una persona sabia, un ignorante estaría ajeno a la intención subyacente del que pronuncia esta frase, desviando su atención a otra parte. En este caso, dicho individuo pensaría que, en realidad, no existe declaración de falsedad por parte de quien habla, sino que estaría escuchando la verdad absoluta, y su corazón no se inclinará hacia la falsedad de ninguna manera”.

El Mesías Prometido (as) afirma, además: “Efectivamente, en algunos hadices se puede encontrar el permiso para Tauriyah, cuando se adopta para lograr la reconciliación entre dos musulmanes, para salvaguardar a la esposa de cualquier discordia o disputa doméstica, y para mantener asuntos ocultos del enemigo durante la guerra, desviando al enemigo hacia otra dirección. Pero, a pesar de esto, hay muchos otros hadices a partir de los cuales se hace evidente que Tauriyah contrasta con un alto nivel de justicia y que la clara verdad es mejor, incluso si uno es asesinado o quemado vivo como resultado de ello”.

El Mesías Prometido (as) afirma, además: “El Santo Profeta (sa) ha instruido abstenerse de esto hasta el máximo alcance de nuestra capacidad, para que ni siquiera la base de una declaración parezca falsedad”.

El Mesías Prometido (as) también dijo: “Cuando vemos al Santo Profeta (sa), que durante la batalla de Uhud, se quedó solo frente a las espadas desenvainadas, él pronunció las palabras: ‘Soy Muhammad, soy el Profeta de Al’lah, soy el hijo de ‘Abd-ul-Muttalib’”.

Ahora, aquí me gustaría aclarar que, cuando se publicó este libro, se escribió en una nota a pie de página del mismo, que esta parte fue un error de imprenta y que este incidente tuvo lugar durante la batalla de Hunain, y no durante la batalla de Uhud. No obstante, ahora nuestro grupo de investigación ha indagado y me ha enviado una referencia de Sirat-ul-Halabiyyah en la que se afirma que el Santo Profeta (sa) dijo estas palabras tanto en la batalla de Hunain como la batalla de Uhud. Por lo tanto, el departamento de Isha’at [publicaciones] debería eliminar esa nota a pie de página en el futuro.  A menudo he observado que, bien para terminar la tarea rápidamente, para extraer la esencia de las palabras del Mesías Prometido (as), o para hacerlo más fácil, se agregan notas al pie de página indicando que hay un error de imprenta o que esto se ha escrito de forma errónea. En este sentido, incluso aunque se necesite mucha investigación hay que prestar atención a este respecto. En realidad, esta referencia me ha llamado la atención y puedo afirmar claramente que estas palabras fueron pronunciadas por el Santo Profeta (sa) en la Batalla de Hunain y la Batalla de Uhud. En cualquier caso, este asunto ya se ha aclarado.

El Mesías Prometido (as) dice, además: “Si en algún hadiz se ha utilizado la palabra Tauriyah para describir Kizb (falsedad), con el fin de expresar su significado de una manera más simplificada, tomar literalmente su significado como Kizb es pura ignorancia. El Sagrado Corán y los hadices auténticos han declarado categóricamente que el Kizb es ilícito y un acto de impureza. Los hadices más auténticos han explicado mejor la cuestión del Tauriyyah, por ello, incluso si la palabra Kizb se ha utilizado para Tauriyyah en algún hadiz, esto no significa, que Dios nos perdone, que deba tomarse Kizb en su sentido literal. Tal vez, la persona que ha narrado esto tenía un nivel de rectitud tan alto que consideró Tauriyyah como una forma de Kizb y por ello utilizó el término para explicar esto con el propósito de simplificar el mensaje. Para nosotros es imperativo adherirnos al Sagrado Corán y a los Hadices auténticos, y nunca podemos aceptar un significado que vaya en contra de estas enseñanzas”.

El Mesías Prometido (as) continúa diciendo: “El Sagrado Corán ha maldecido a los mentirosos. Ha declarado que los que mienten son compañeros de satanás e infieles, y están influenciados por pensamientos satánicos. No sólo declara que no se deben decir mentiras, sino que también se debe abandonar la compañía de esas personas y no hacerse amigos de ellos. Nos instruye a tener temor de Dios y a mantener la compañía de los veraces. En otro lugar declara que uno debe decir la verdad y no mentir ni siquiera a la ligera”.

Esta explicación se refiere al tema que se discutió anteriormente y ahora continuaré con los relatos de la vida de Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra).

Cuando los Banu Nadir intentaron engañar al Santo Profeta (sa) y trataron de matarle arrojándole una piedra de molino, Dios Altísimo le informó sobre sus planes a través de la revelación Divina. El Santo Profeta (sa) inmediatamente se levantó como si tuviera que ocuparse de un asunto importante y llegó a Medina. Poco después de que el Santo Profeta (sa) se fuera, los Compañeros también llegaron a Medina. Una vez allí, se enteraron de que el Santo Profeta (sa) había llamado a Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra). Hazrat Abu Bakr (ra) dijo: “¡Oh Mensajero de Al´lah! Usted se levantó y se fue. No sabíamos que se había marchado.” El Santo Profeta (sa) respondió: “Los judíos trataron de engañarme, pero Dios Altísimo me informó y me marché. Dios Altísimo reveló el siguiente versículo [del Sagrado Corán]:

[árabe]

“¡Oh vosotros, los que creéis! Recordad el favor de Al’lah para con vosotros cuando un pueblo intentó poneros las manos encima, pero Él apartó sus manos de vosotros; y temed a Al’lah, pues en Al’lah deben confiar los creyentes”.

En cualquier caso, el Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra) a los judíos y el relato de este incidente ha sido narrado de la siguiente manera:

Cuando Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra) se presentó ante el Santo Profeta (sa), éste declaró: “Ve a los judíos de Banu Nadir y diles que te ha enviado el Mensajero de Al´lah para ordenarles que abandonen tu ciudad”. El castigo de abandonar la ciudad se debía a que habían hecho una conspiración y por lo tanto habían violado su pacto. Entonces, Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra) fue a estos judíos y dijo: “He sido enviado a vosotros de parte del Santo Profeta (sa) con un mensaje. Sin embargo, no lo voy a compartir con vosotros hasta que os haya recordado algo que solíais debatir en vuestras reuniones. Era algo que solíais discutir hace bastante tiempo”. “¿Qué es?”, preguntaron los judíos. Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra) declaró: “Juro por la Torah que Dios Altísimo reveló a Moisés (as) que, en una ocasión, antes del advenimiento de Hazrat Muhammad Mustafa (sa) vine hacia vosotros y os encontrabais sentados con la Torah abierta ante vosotros. Durante esta reunión, me dijisteis: “¡Oh Ibn Maslamah, si deseas comer algo, te lo ofrecemos y si deseas convertirte en judío, podemos hacerlo!”

Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra) dijo: “En ese momento, respondí que me ofrecierais comida y que, por Dios, y no me ofrezcáis seguir el judaísmo, porque nunca me haría judío. Entonces me presentasteis una bandeja con comida y me dijisteis: “Nunca te convertirás en judío porque esta es la fe del pueblo judío”, (es decir, los judíos le dijeron a Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra) que no quería convertirse en judío porque ésta era la fe solo del pueblo judío); y “si deseas el Hanifiyat del que has oído hablar, no es a Abu Amir Rahib a quien se aplica esta [profecía]”. Y es que habían escuchado que aparecería un profeta, pero Abu Amir Rahib no era esa persona. Entonces, los judíos continuaron diciendo: “Una persona vendrá a ti con semblante alegre, se involucrará en batallas y tendrá enrojecimiento en sus ojos… Aparecerán desde Yemen, montados en camellos, vestidos con capas y se mantendrán complacidos con lo poco que tengan. Sus espadas descansarán sobre sus hombros, hablarán con sabiduría como si tuvieran relaciones cercanas con ellos. Por Dios, su tierra ahora será testigo de violencia, asesinato y la mutilación de los muertos”. Al escuchar esto, los judíos reconocieron todo lo que dijo (es decir, reconocieron todo lo que Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra) les contó), pero afirmaron que él (es decir, el Santo Profeta) no era ese profeta”.

Después Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra) dijo: “He terminado mi mensaje, simplemente quería recordaros eso”. Después transmitió el mensaje del Santo Profeta (sa) y declaró: “He sido enviado por el Santo Profeta (sa) y él ha declarado que habéis roto el pacto que había establecido con vosotros, ya que habéis tratado de conspirar contra él”. Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra) informó a los judíos de su conspiración en contra del Santo Profeta (sa) y de cómo Amr bin Yahash subió al tejado para arrojar la piedra sobre él mismo. Al escuchar esto, permanecieron en silencio y no pudieron decir ninguna palabra más. Entonces Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra) les dijo: “El Santo Profeta (sa) os ha ordenado que abandonéis esta ciudad y os da una tregua de 10 días. Después de esto, aquel que sea visto por aquí será ejecutado”. Los judíos respondieron: “¡Oh Ibn Maslamah, nunca imaginamos que podíamos recibir este mensaje de un hombre de la tribu de Aus”. Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra) respondió: “Los corazones [de la gente] han cambiado”.

Después, los judíos pasaron los días posteriores haciendo sus preparativos y trajeron sus monturas de Zhu-Yadar, que era un terreno de pasto situado aproximadamente a 9 Km de Medina, en dirección de Quba. Sus animales pastaban en Zhu-Yadar y estos animales eran también las monturas que utilizaban para viajar, pero junto a sus propias monturas, también cogieron camellos de la tribu de Banu Ashya y completaron los preparativos para su emigración. Esta referencia se encuentra en un libro de historia.

Hazrat Jalifatul Masih II (ra) ha escrito sobre la actitud y la conducta de los judíos, incluyendo la traición de los Banu Quraizah. Aunque esto ha sido narrado previamente en relación a Ammar bin Yasir (ra), sin embargo, debido a su importancia histórica, lo narraré aquí también. Hazrat Jalifatul Masih II (ra) escribe: “Pero ellos todavía tenían que saldar cuentas con los Banu Quraizah, porque éstos habían roto su pacto con los musulmanes y ello no podía pasarse por alto. El Santo Profeta (sa), al regresar de la batalla de Jandaq, dijo a sus Compañeros que no descansaran en casa y que fueran a los Banu Quraizah antes de la puesta de sol. Entonces enviaron a Hazrat Ali (ra) para preguntarles si se habían retractado tras romper el pacto. Los Banu Quraizah, en vez de mostrar arrepentimiento o alguna inclinación para pedir perdón, comenzaron a insultar a Hazrat Ali (ra) y a los otros delegados musulmanes, y comenzaron a proferir viles insultos hacia el Santo Profeta (sa) y las mujeres de su familia. Además, dijeron que no les importaba Muhammad (sa) y que nunca habían tenido ningún tipo de pacto con él.

Cuando Hazrat Ali (ra) volvió para informar de la respuesta de los judíos, encontró al Santo Profeta (sa) y a sus Compañeros avanzando hacia las fortificaciones judías. Los judíos habían estado abusando del Profeta (sa), sus esposas e hijas. Temiendo que esto le doliera al Santo Profeta (sa), Hazrat Ali (ra) sugirió que no había necesidad de que éste participara en el enfrentamiento, ya que los propios musulmanes podían combatir a los judíos y que debía regresar. El Santo Profeta (sa) entendió a qué se refería Hazrat Ali (ra) y dijo: “¿Quieres que no escuche sus abusos, Ali?” “Exactamente”, respondió Hazrat Ali (ra). “¿Pero por qué?” dijo el Santo Profeta (sa): “Moisés era de sus parientes y amigos, y sin embargo le infligieron más sufrimiento a él que a mí”.

El Santo Profeta (sa) continuó avanzando, los judíos pusieron sus defensas y comenzaron a luchar. Sus mujeres también se unieron a ellos. Algunos musulmanes estaban sentados al pie de un muro. Una mujer judía, al ver esto, dejó caer una piedra sobre ellos, matando a uno de los musulmanes. El asedio continuó durante algunos días. Al final de este período, los judíos sintieron que no podrían aguantar mucho tiempo. Entonces sus jefes enviaron un mensaje al Profeta (sa) pidiéndole que enviara a Abu Lababah, un jefe Ansari de los Aus, una tribu amiga de los judíos. Querían consultarle sobre un posible acuerdo. Así pues, el Santo Profeta (sa) envió a Abu Lababah a los judíos, quienes le preguntaron si debían deponer las armas y aceptar la decisión del Santo Profeta (sa). Abu Lababah dijo que deberían hacerlo. Pero al mismo tiempo pasó un dedo por su cuello, haciendo el signo de la muerte.

Por su parte, el Santo Profeta (sa) no había dicho nada sobre este tema a nadie, pero Abu Lubabah, temiendo que el crimen de los judíos (es decir, romper un pacto) no merecería nada más que la muerte, hizo sin querer esta señal, que resultó ser fatídica para los judíos. Por eso, éstos últimos declinaron el consejo de Abu Lubabah y se negaron a aceptar la decisión del Profeta (sa). Si lo hubiesen aceptado, el mayor castigo que habrían recibido hubiera sido la expulsión de Medina. Es decir, los judíos no lo aceptaron y si lo hubieran aceptado, lo máximo que habrían sufrido hubiera sido el exilio. Pero por mala suerte, se negaron a aceptar la decisión del Santo Profeta (sa).

En lugar del Santo Profeta (sa), dijeron que aceptarían la decisión de Sa’d bin Mu’az, jefe de sus aliados y de la tribu de Aus, es decir, que aceptarían cualquier castigo propuesto por él. También surgió una disputa entre los judíos. Algunos de ellos comenzaron a decir que su gente se había retractado de su acuerdo con los musulmanes. El comportamiento de los musulmanes, por otra parte, mostró que eran verdaderos y honestos, y que su religión también era verdadera. Aquellos que pensaban de esta manera se unieron al islam. Amr bin Sa’di, uno de los jefes judíos, reprendió a su pueblo y dijo: “Han cometido una violación de la fe y les han retractado de su palabra. El único camino que tienen ahora es unirse al islam o pagar yizyah (tributo)”.

Pero los judíos dijeron: “No nos uniremos al islam, ni daremos yizyah (la mayoría pensó así), porque morir es mejor que dar el yizyah”. Amr respondió que en ese caso quedaba absuelto y diciendo esto dejó el fuerte. Entonces fue avistado por Muhammad bin Maslamah (ra), comandante de un batallón musulmán, que le preguntó quién era. Al conocer su identidad, le dijo que se marchara en paz y rezó en voz alta: [árabe]

“¡Oh Al’lah! Dame el poder de cubrir los errores de los decentes”.

Lo que quería decir era que este judío había mostrado remordimiento y arrepentimiento por la conducta de su pueblo. Por eso era el deber moral de los musulmanes perdonar a hombres como él. Al dejarlo irse había hecho algo bueno y también rezó para que Dios le diera la oportunidad de hacer esas buenas acciones una y otra vez. Cuando el Santo Profeta (sa) se enteró de lo que Muhammad bin Maslamah (ra) había hecho, no le reprochó que dejara irse a este líder judío; más bien, aprobó lo que se había hecho”. Así, gracias a la educación y la formación moral del Santo Profeta (sa), los musulmanes siempre actuaron con justicia.

Cuando el pueblo de Jaibar instigaba con sus maquinaciones, un judío llamado Abu Rafi fue asesinado. Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra) también formaba parte del grupo de Compañeros que fueron enviados a matar a Abu Rafi. No obstante, aunque fue asesinado por otra persona, Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra) era parte de ese grupo.

Analizando este incidente en profundidad desde diferentes fuentes históricas, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) escribe: “Las maquinaciones y la instigación de los caciques judíos dieron lugar al peligroso conflicto de la batalla de Aḥzab contra los musulmanes, en el año 5 D.H. Entre ellos, Huyaiy bin Ajtab ya había llegado a su fin junto con los Banu Quraiẓah; pero Sal’lam bin Abil-Ḥuqaiq, cuyo nombre era Abu Rafi’, seguía haciendo de las suyas en la región de Jaibar, tan libremente como antes. En realidad, el humillante fracaso de Aḥzab y el terrible final de los Banu Quraiẓah sólo había aumentado aún más su animosidad. Dado que el asentamiento de las tribus de Ghaṭafan estaban situadas cerca de Jaibar y los judíos de Jaibar eran como vecinos de las tribus de Nalld, por esta razón, Abu Rafi’, que era un comerciante muy acaudalado e influyente, se propuso incitar a las tribus bárbaras y belicosas de Nalld en contra los musulmanes. En su animosidad hacia el Santo Profeta (sa), era como Ka’b bin Ashraf. Así pues, durante esa época que mencionamos ahora, había dado a la gente de Ghaṭafan ayuda financiera muy significativa para lanzar un asalto contra el Santo Profeta (sa).

Además, la historia demuestra que los judíos de Jaibar, que creaban desorden bajo las instrucciones de Abu Rafi’, también estaban detrás de la amenaza que surgió contra los musulmanes por parte de los Banu Sa’d en el mes de Sha’ban, para cuya defensa se envió un ejército desde Medina bajo el liderazgo de Ḥazrat ‘Ali (ra). Sin embargo, Abu Rafi’ no se sintió satisfecho con esto y su enemistad estaba sedienta de sangre musulmana, y la persona del Santo Profeta (sa) era como una espina en su ojo. Por lo tanto, en última instancia, el plan que empleó fue que, a semejanza de la batalla de Aḥzab, comenzó una vez más a recorrer las tribus de Ghaṭafan y otras tribus, y comenzó a reunir un gran ejército para destruir a los musulmanes.

Eventualmente, la situación llegó a tal punto que las escenas de Aḥzab empezaron a aparecer de nuevo ante los ojos de los musulmanes. Entonces, unos pocos Anṣar de Jazrall se presentaron ante el Santo Profeta (sa) y dijeron: “Ahora, la solución a este tumulto no es otra que poner fin a la mente maestra de estos disturbios, Abu Rafi’”. Por eso, considerando el hecho de que la eliminación de un solo inicuo y sedicioso era preferible a un derramamiento masivo de sangre, el Santo Profeta (sa) concedió permiso a estos Compañeros para matarle. Así pues, envió a cuatro Compañeros de Jazrall bajo el liderazgo de ‘Abdul’lah bin ‘Atik Anṣari (ra) hacia Abu Rafi’. Pero mientras los enviaba, enfatizó: “Miren, no maten a ninguna mujer o niño”. Por lo tanto, en el mes de Ramadán del año 6 D.H., este grupo se puso en marcha y regresó después de completar muy hábilmente su misión. De esta manera, estas nubes amenazantes se dispersaron del cielo de Medina.

Los detalles de este relato, como se mencionó en Bujari, han sido registrados de la siguiente manera: “Bara’ bin ‘Azib narra que el Santo Profeta (sa) envió a un grupo de sus Compañeros a matar a Abu Rafi’ el judío y nombró a ‘Abdul’lah bin ‘Atik como su líder. La historia de Abu Rafi’ es que él infligía una gran pena al Santo Profeta (sa) e incitaba y ayudaba a la gente contra él. Cuando Abdul’lah bin Atik y sus Compañeros llegaron cerca del castillo de Abu Rafi y el sol se había puesto, Abdul’lah bin Atik dejó a sus Compañeros y se dirigió a la puerta del castillo. Se cubrió con su manto y se sentó como si respondía a la llamada de la naturaleza. Cuando el guardián de la puerta se acercó a la entrada del castillo, llamó a Abdul’lah bin Atik y le dijo: “Entra si quieres, porque estoy a punto de cerrar la puerta”.  Aún cubierto con su manto, ‘Abdul’lah bin ‘Atik entró rápidamente en la puerta y se escondió a un lado del castillo. El portero cerró la puerta, colgó la llave en un poste cercano y se fue.

Después de esto, la narración de Abdul’lah bin Atik mismo comienza… Dice: “Ante todo, me levanté y abrí la cerradura de la puerta, de modo que una salida rápida y fácil fuera posible si fuese necesario. En ese momento, Abu Rafi’ estaba en una habitación y mucha gente estaba sentada a su alrededor en una asamblea nocturna hablando entre sí. Cuando estas personas se dispersaron y se hizo el silencio, subí las escaleras de la casa de Abu Rafi’. Tuve cuidado de que cada vez que llegaba a una puerta, entraba y la cerraba por detrás. Cuando llegué a la habitación de Abu Rafi, había apagado la linterna y se estaba preparando para quedarse dormido. La habitación estaba a oscuras. Pronuncié el nombre de Abu Rafi, a lo que él respondió: “¿Quién está allí?” Así que salí hacia donde se oía la voz y di un solo y poderoso golpe de espada. Sin embargo, estaba muy oscuro y, debido a mi perplejidad, no lo alcancé. Abu Rafi gritó y entonces salí de la habitación. Después de un tiempo, volví a entrar en la habitación y, cambiando mi voz, pregunté: “Oh Abu Rafi, ¿qué es este ruido?” No pudo reconocer mi voz cambiada y dijo: “¡Que tu madre te abandone…, alguien acaba de atacarme con una espada!” Al oír esta voz, volví a saltar hacia él y lo golpeé con la espada; esta vez, mi ataque fue puntual pero todavía no estaba muerto, por lo que lo ataqué por tercera vez y lo maté.

Después de esto, rápidamente abrí las puertas una por una hasta que salí de la casa. Aunque cuando estaba bajando las escaleras, todavía quedaban algunos escalones y pensé que había llegado al suelo, debido a lo cual me caí y me rompí la pierna (en otra narración se menciona que la pierna se dislocó). Entonces, la até con mi turbante y me arrastré, pero me dije que hasta que esté completamente satisfecho de que Abu Rafi está muerto, no me iré. Por lo tanto, me escondí en un lugar cerca del castillo. A la mañana siguiente, escuché la voz de alguien del interior del castillo que dijo: “Abu Rafi, el comerciante de Ḥijaz, ha muerto”. Acto seguido, me levanté y, lenta pero gradualmente, me encontré con mis Compañeros. Al llegar a Medina, informamos al Santo Profeta (sa) de la muerte de Abu Rafi. Al escuchar todo el relato, el Santo Profeta (sa) dijo: “Estira tu pierna rota”. Estiré mi pierna y el Santo Profeta (sa) frotó su bendita mano sobre ella mientras oraba, y entonces sentí como si yo nunca hubiera tenido ninguna dolencia.

En otra narración se menciona que cuando ‘Abdul’lah bin‘ Atik (ra) atacó a Abu Rafi, su esposa comenzó a gritar en voz alta, por lo que le preocupó que otros pudieran ser alertados por su ruido y clamor. Ante esto, levantó su espada para matarla, pero luego recordó que el Santo Profeta (sa) había prohibido el asesinato de mujeres y, por lo tanto, se abstuvo de hacerlo”.

Además, aparece escrito lo siguiente en Sirat Jataman-Nabiyin: “En este punto, no necesitamos entrar en una discusión sobre la justificación de matar a Abu Rafi. Los maléficos planes sedientos de sangre de Abu Rafi son una página abierta de la historia. Además, se ha escrito una exposición elaborada en una instancia similar con respecto Ka’b bin Ashraf… Durante esa época, los musulmanes estaban en un estado muy débil, rodeados de adversidades desde todas direcciones. Era como si toda la tierra se estuviera uniendo para aniquilar a los musulmanes. En esos tiempos tan delicados, Abu Rafi incitaba a las diversas tribus de Arabia contra el islam. (Estoy mencionando un resumen de por qué el asesinato era permisible y no contando todo el relato). Además, a semejanza de Ghazwah Aḥzab, se estaba preparando para unir a las tribus bárbaras de Arabia para lanzar nuevamente un asalto contra Medina.

Durante esa época, no había gobierno en Arabia por el cual se pudiera administrar justicia. En cambio, cada tribu era libre e independiente y, por lo tanto, no había otra opción que no fuese emplear una estrategia para la autoprotección… [En el sermón anterior se mencionaron los detalles al respecto, en el sentido de que no había un gobierno establecido, pero de hecho el Santo Profeta (sa) era el líder]. En estas circunstancias, cualquier cosa que hicieron los Compañeros fue absolutamente correcta y prudente. Además, en un estado de guerra, cuando una nación está enfrentándose a la vida o la muerte, las estrategias de este tipo son completamente legítimas.

Durante el Jalifato de Hazrat Umar (ra), Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra) fue designado para recoger el zakat de la tribu Yuhainah y cada vez que el Jalifa recibía una queja contra un recolector del mismo, enviaba a Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra) para investigar el asunto. Hazrat Umar (ra) confiaba mucho en Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra) y, por lo tanto, lo enviaba a las colectas oficiales. Hazrat Umar (ra) también lo envió a varias zonas para resolver asuntos difíciles. Cuando Hazrat Sad bin Abi Waqas construyó un fuerte en Kufa, Hazrat Umar (ra) también envió a Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra) a investigar.

Con respecto a este incidente, la narración es la siguiente: Hazrat Umar se enteró de que Hazrat Sad bin Abi Waqas (ra) había construido un gran fuerte y también una gran puerta, que no permitía que el sonido entrara. Por eso, Hazrat Umar (ra) envió a Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra) [para investigar]. Era la voluntad de Hazrat Umar (ra) que cada vez que tenía que enviar a alguien para un trabajo oficial, enviaba a Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra). Entonces, Hazrat Umar (ra) instruyó a Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra) que cuando llegara al fuerte de Sad, debía quemar la puerta. Cuando llegó a Kufa, fue hacia la puerta y, usando pedernal para encenderla, prendió fuego a la puerta. Hazrat Sad se enteró de esto y salió, y Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra) le explicó la razón por la que prendió fuego a la puerta.

Después del martirio de Hazrat Usman (ra), se dice que Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra) vivió en reclusión e hizo una espada de madera. Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra) decía: “El Santo Profeta (sa) me regaló una espada y me dijo que la usara para luchar contra los idólatras mientras que ellos lucharan contra nosotros. El Santo Profeta (sa) luego me dijo: ‘Cuando veas que los musulmanes comienzan a matarse entre ellos, sube a una colina y golpéala con ella, (es decir, para que la espada se rompa). Luego permanece en tu hogar hasta que uno de esos malhechores te ataque o hasta que la muerte te alcance”. Así, Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra) actuó de acuerdo con estas instrucciones y no participó en el Batalla de Yamal, ni en la Batalla de Siffin.

Zubair bin Husain Za’labi relata que “nos sentamos con Hazrat Huzaifah (ra) cuando nos dijo: ‘conozco a una persona que no se ve afectada por ninguna maldad’. Preguntamos: ‘¿Quién es esta persona?’. Hazrat Huzaifah (ra) dijo: ‘Es Hazrat Muhammad bin Maslamah Ansari (ra)’. Luego, cuando Hazrat Huzaifah (ra) falleció y la discordia aumentó, partí junto con los que se iban de Medina y llegué a un lugar donde había agua, (porque había agua disponible en ese lugar en particular). Allí vi una tienda rota que se inclinaba hacia un lado y se balanceaba debido a las ráfagas de viento. Y pregunté: ‘¿De quién es esta tienda?’ La gente me dijo: ‘Ésta es la tienda de Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra)’. Entonces fui hasta él y descubrí que tenía una edad avanzada. Le dije: ‘¡Que Al’lah tenga piedad de ti! En mi opinión, eres uno de los mejores musulmanes. Has dejado tu ciudad, tu hogar, tu familia y tus vecinos’. Él respondió: ‘He dejado todo esto atrás debido a mi aversión hacia el mal’.

Existen diferentes puntos de vista con respecto al momento del fallecimiento de Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra). Según algunas fuentes, falleció en Medina en el año 43 DH, 46 DH ó 47 DH, y en el momento de su fallecimiento tenía 77 años. Marwan bin Hakam (ra) dirigió su oración fúnebre, que era el amir de Medina en ese momento. También se menciona en algunos relatos que fue martirizado. Finalmente, esto concluye las narraciones relacionadas con Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra).

A continuación, después de la oración del viernes, dirigiré la oración fúnebre del respetado Tall Din Sahib, hijo de Sadr Din Sahib. Falleció el 10 de febrero a la edad de 84 años: ¡A Al’lah pertenecemos y a Él volveremos! Por la gracia de Dios Altísimo, él era Musi (formaba parte del sistema del Wasiyyat). Tall Din Sahib nació en Uganda y se trasladó al Reino Unido en 1967. Cuando se adquirió Islamabad en 1984, ofreció sus servicios a Hazrat Jalifatul Masih IV (rh) para trabajar allí. A partir de entonces, continuó sirviendo en Islamabad durante 22 años, con una gran sinceridad y un gran espíritu desinteresado. Trabajó incansablemente desde que se celebró la primera Convención Anual o Yalsa Salana en Islamabad, hasta la última convención celebrada allí; e hizo todo lo posible para proporcionar comodidad y tranquilidad a los invitados del Mesías Prometido (as). Poseía la habilidad de hacer todo tipo de trabajos técnicos y, por tanto, se pasaba el día y la noche ocupado en todo tipo de tareas, como instalaciones eléctricas, fontanería, saneamiento, carpintería, etc. Era también muy regular a la hora de guardar los ayunos y en ofrecer sus oraciones.

Además, era muy devoto, extremadamente educado, obediente, y poseía una personalidad tranquila. Mantuvo un profundo vínculo de sinceridad y lealtad con el Jalifato. Su nieto Mudabbir Din Sahib, que es misionero y graduado de Yamia Ahmadía del Reino Unido, y que actualmente trabaja en la MTA, escribe: “Muchas de las personas que vivían en Islamabad decían que era extremadamente trabajador. Mi abuelo comentaba que se encontraba solo cuando llegó a Islamabad. Al principio no había electricidad, ni calefacción y fue un momento muy difícil, pero incluso entonces se sentía contento de tener la oportunidad de hacer sacrificios por la causa de la Yama’at y por el Jalifa”. Algunas de sus características más notables era la observancia de las oraciones con puntualidad, trabajar de manera autosuficiente, la hospitalidad con los invitados, y su paciencia. Los que me han escrito, han mencionado también muchas de estas cualidades.

Mayidd Sialkoti Sahib escribe: “Construyó su propio taller aquí en Islamabad y era un experto en maquinaria. Mantenía buenas relaciones con diferentes compañías y trabajó en los barracones, uno por uno, para hacerlos aptos para vivir. Tenía la destreza de formar equipos de colaboradores. Permanecía ocupado trabajando durante todo el año, debido al hecho de que los edificios eran muy viejos. Era una tarea muy ardua restaurarlo todo, pero lo hizo con gran diligencia. Siempre fue cortés, alegre y pedía que rezaran por él. Vivió todo el tiempo en Islamabad, en una habitación pequeña y trabajó sin descanso. A pesar de que su esposa e hijos vivían en Londres, continuó trabajando de forma incansable. De vez en cuando iba a visitarlos.

¡Que Dios Altísimo le conceda el perdón y la misericordia, y permita que su progenie destaque en sinceridad y lealtad como él destacó!

¡Que Dios Altísimo les conceda paciencia y firmeza!

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