Los Compañeros (Sahaba) del Profeta Muhammad (sa)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
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Los Compañeros (Sahaba) del Profeta Muhammad (sa)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

Hazrat Ukasha bin Mihsan era un Compañero del Santo Profeta (sa). Hazrat Ukasha bin Mihsan se cuenta entre los Compañeros más antiguos. Con motivo de la Batalla de Badr, se unió como un caballero y también rompió su espada. Ante esto, el Mensajero de Al-lah (sa) le entregó un trozo de madera que, en su mano, se convirtió en una espada muy filosa, como si estuviera hecha de hierro de alta calidad. Por lo tanto, luchó con ello hasta que Al-lah el Exaltado le concedió la victoria. Más tarde, se unió al Santo Profeta (sa) en el resto de las campañas militares usando la misma espada. Esa espada de madera permaneció con él hasta que falleció. La espada se llamaba ‘Aun. El Santo Profeta (sa) le dio la alegre señal: “Entrarás al Paraíso sin ser examinado”.

En ocasión de la Batalla de Badr, el Santo Profeta (sa) dijo a los Compañeros que el mejor caballero de Arabia se ha unido a nosotros. Los Compañeros preguntaron: “¡Oh, Mensajero de Al-lah, ¿quién es esa persona?!” Respondió, “Ukasha bin Mihsan”.

Abu Hurairah (ra) narra que: “Escuché que el Mensajero de Al-lah (sa) decía: ‘De entre mis seguidores, un grupo de setenta mil hombres entrará al Paraíso, cuyas caras brillarán como la luna llena’”. Hazrat Abu Hurairah (ra) narra que: “Al oír eso, Ukasha bin Mihsan se puso de pie y, levantando su sábana de abrigo, dijo: ‘¡Oh, Mensajero de Al-lah (sa)! Rece para que Al-lah me haga uno de ellos. “El Santo Profeta (sa) oró: ‘¡Oh Al-lah! Hazlo de entre ellos.’ Otro hombre de los Ansar [musulmanes nativos de Medina] se puso de pie y dijo: ‘¡Oh Mensajero de Al-lah (sa)! Reza para que Al-lah me haga uno de ellos también. ‘El Santo Profeta (sa) respondió [árabe], lo que significa’ Ukasha se os ha adelantado a todos a este respecto’.”

Al narrar este incidente en su libro sobre la vida del Santo Profeta (sa), Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) escribe: “Durante una sesión, el Santo Profeta (sa) dijo ‘de mi ummah [mancomunidad], setenta mil personas entrarán El Paraíso sin ningún cómputo”, lo que significa que tendrán un rango espiritual tan elevado y la Gracia y la Misericordia de Dios serán tales que no habrá necesidad de pedirles ninguna cuenta. El Santo Profeta (sa) también dijo, que sus rostros brillarán en el Día de la Resurrección, como cuando la luna llena brilla en el horizonte. Narrando todo esto, que Hazrat Ukasha dijo: “Rezad por mí también” y el Santo Profeta (sa) rezó para que él también esté entre esa gente”, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) ha escrito un hermoso comentario sobre esto y ha analizado el incidente.

Escribe que: “Este puede parecer un incidente muy insignificante en la vida del Santo Profeta (sa). Sin embargo, contiene un cofre del tesoro lleno de ideas espirituales. En primer lugar, nos indica que Al-lah el Exaltado ha bendecido con un rango tan alto a la ummah muhammadía [mancomunidad musulmana] y las bendiciones espirituales del Santo Profeta (sa) son de tal alto grado, que en el Día de la Resurrección habrá setenta mil personas de su ummah, que debido a su extraordinario estado espiritual y especial Gracia y Misericordia de Al-lah, estarán exentos del juicio de cualquier cuenta o cómputo. ‘Setenta mil’ también podría denotar a un gran número de personas.

En segundo lugar, llegamos a saber que al Santo Profeta (sa) se le concedió tal cercanía a Al-lah el Altísimo que inmediatamente se volvió hacia él y Le mostró una visión o Le reveló sobre sus súplicas, informando al Santo Profeta (sa) que Ukasha también estaba entre este grupo de setenta mil. Es posible que ‘Ukasha no hubiera estado previamente incluido en este grupo y que Dios le haya otorgado este honor como resultado de las oraciones del Santo Profeta (sa).

En tercer lugar, a partir de este incidente también aprendemos del inmenso respeto que el Santo Profeta (sa) tenía por Al-lah el Exaltado. Además, el Santo Profeta (sa) deseó vigorizar el sentido de lucha [por la causa de Al-lah] entre su ummah hasta tal punto que cuando otra persona, siguiendo a ‘Ukasha, le pidió oraciones similares, el Santo Profeta (sa) se negó rezar individualmente debido al elevado estado espiritual con el que este grupo puro fue bendecido. Dirigió la atención de los musulmanes hacia la rectitud, la fe y las acciones virtuosas y les informó que, si establecían y volvían su atención hacia esto, alcanzarían este estado.

En cuarto lugar, esto también arroja luz sobre el alta moral del Santo Profeta (sa) de una manera extraordinaria. La razón de esto es que el Santo Profeta (sa) no disminuyó de una manera que pudiera alterar y herir los sentimientos del Ansari que hizo esta petición. Por el contrario, declinó de la manera más sutil.

El Santo Profeta (sa) envió a Hazrat ‘Ukasha a batallas en varias expediciones y lo nombró líder. En Rabi’-ul-Awwal [mes del calendario islámico] en el sexto año de Hijra [migración a Medina], el Santo Profeta (sa) nombró a Hazrat ‘Ukasha líder de cuarenta musulmanes y los envió a enfrentarse a la tribu de Bani Asad. Esta tribu había establecido su campamento cerca de una fuente llamada Ghamar y se encontraba a una distancia de unos pocos días en el camino de Medina a la Meca. ‘El grupo de Ukasha viajó muy rápido y se acercó [a la tribu] para evitar que causaran algún daño. Después de esto, llegaron a saber que la gente de la tribu se había dispersado a medida que tomaban conciencia de los musulmanes. Sobre esto, ‘Ukasha y su grupo regresaron a Medina sin luchar. En otras palabras, no intentaron pelear con ellos sin ninguna razón, contrariamente a la acusación que la gente plantea es que estas personas, o musulmanes, estaban ansiosas por librar guerras.

Hazrat Ibn ‘Abbas narra que cuando Surah Al-Nasr fue revelada al Santo Profeta (sa), instruyó a Hazrat Bilal que diera el Adhan [llamada musulmana para la oración]. Después de la oración, el Santo Profeta (sa) pronunció un sermón y la gente comenzó a llorar profusamente mientras lo escuchaban. El Santo Profeta (sa) preguntó: “¡Oh gente! ¿Cómo soy yo como profeta?” En respuesta, la gente respondió ‘¡Que Al-lah le recompense. Es el mejor de todos los Profetas. Es como un padre amable y un amable hermano guía para nosotros. Nos ha transmitido los mensajes y la revelación de Al-lah el Altísimo y nos ha llamado al camino de nuestro Señor con sabiduría y buena exhortación. Por lo tanto, que Al-lah le recompense con la mejor recompensa, con la que Él bendice a Sus Profetas! “El Santo Profeta (sa) dijo: “¡Oh, musulmanes! Juro por Al-lah y por la responsabilidad que se me impone que, si he cometido alguna crueldad o injusticia sobre alguien, debe levantarse y vengarse”. Sin embargo, nadie se levantó. El Santo Profeta (sa) tomó un segundo juramento y repitió esto. Sin embargo, nadie se levantó. El Santo Profeta (sa) repitió esto por tercera vez diciendo: “¡Oh, musulmanes! Juro por Al-lah y por la responsabilidad que se me impone que, si cometí alguna crueldad o injusticia sobre alguien, debería levantarse y vengarse antes del Día del Juicio Final”. Ante esto, una persona mayor se levantó de entre la gente, cuyo nombre era ‘Ukasha. Pasó por la [multitud] de musulmanes hasta que se encontró cara a cara con el Santo Profeta (sa) y dijo: “¡Oh, Profeta de Al-lah (sa), que mis padres sean sacrificados por usted! Si no hubiera hecho un juramento en repetidas ocasiones, ciertamente no me hubiera levantado. Hazrat Ukasha dijo entonces ‘Estuve con usted durante una batalla. En el camino de regreso, mi camella se acercó a su camella. Desmonté de mi camella y me acerqué a usted para besarle los pies. Sin embargo, agitó su vara, que me golpeó en el costado. No sé si quería golpear a su camella o me quería golpear a mí.

El Santo Profeta Muhammad (sa) dijo: “¡Juro por la Grandeza de Al-lah, que un Profeta de Dios no puede haberte golpeado intencionadamente! El Santo Profeta (sa) se dirigió a Hazrat Bilal y le dijo: “¡Oh Bilal! Ve a la casa de Fátima y trae esa vara”. Hazrat Bilal fue y le dijo a Hazrat Fátima, “¡Oh hija del Santo Profeta (sa)!  Dame esa vara”. Hazrat Fatima le contestó diciéndole: “¡Bilal! ¿Qué va a hacer mi padre con esa vara? No es el día de Hall (la peregrinación musulmana) y no de la guerra”. A esto Hazrat Bilal le respondió: “¡Fátima! ¡Qué poco conoces a tu padre, el Mensajero de Al-lah! (sa). El Santo Profeta (sa) se está despidiendo de la gente, dejando este mundo y permitiendo a la gente vengarse”. Cuando escuchó esto, Hazrat Fátima se quedó atónita y preguntó: “¡Bilal! ¿Quién puede desear vengarse del Santo Profeta (sa)?”. Le contestó: “¡Bilal! Dile a Hassan y Hussain que se presenten ante esa persona y que se vengue con ellos con el fin de evitar que lo hagan con el Santo Profeta (sa)”. Por lo tanto, Hazrat Bilal volvió a la mezquita y entregó la vara al Santo Profeta (sa), quien a su vez se lo entregó a Ukasha.

Cuando Hazrat Abu Bakr y Hazrat Umar observaron la escena, ambos se levantaron y le dijeron: “¡Oh Ukasha, nos presentamos ante ti, véngate con nosotros y no hagas nada al Santo Profeta (sa)”. El Santo Profeta (sa) les dijo: “¡Abu Bakr y Umar, deteneos! Al-lah el Exaltado, conoce vuestro estatus!”. Entonces Hazrat Ali se levantó y dijo: “¡Oh Ukasha, he pasado toda mi vida con el Santo Profeta (sa) y no puedo soportar que le golpees! Por ello, ofrezco mi cuerpo para que te vengues conmigo”. El Santo Profeta (sa) le dijo: “Ali, permanece sentado, Al-lah conoce tu intención y tu condición”. Después de esto, Hazrat Hassan y Hazrat Hussain se levantaron y dijeron: “¡Ukasha, nosotros somos los nietos del Santo Profeta (sa) véngate con nosotros en vez de hacerlo con el Santo Profeta (sa)!”. El Santo Profeta (sa) les dijo: “Queridos míos, sentaos”. El Santo Profeta (sa) se giró hacia Ukasha y le dijo: “¡Ukasha, golpéame!”.

Hazrat Ukasha dijo: “¡Profeta de Dios (sa): Mi vientre estaba descubierto cuando me golpeaste!” El Santo Profeta (sa) levantó la capa de su vientre y viendo el desarrollo de esta escena, los musulmanes comenzaron a llorar desconsoladamente. ¿Iba Ukasha realmente a golpear al Santo Profeta (sa)? Sin embargo, cuando Ukasha vio la blancura del cuerpo del Santo Profeta (sa), corrió hacia el Santo Profeta como un loco y comenzó a besar su cuerpo, y dijo: “¡Oh Mensajero de  Al-lah (sa), ¿quién puede imaginar que alguien quiera vengarse contra usted?”. El Santo Profeta (sa) dijo: “¿Vas a vengarte o vas a perdonarme? Hazrat Ukasha (ra) respondió: “¡Oh, Mensaje de Al-lah, te perdono, y espero que Dios me perdone en el Día del Juicio!”. El Santo Profeta (sa) dirigiéndose a todos los presentes, dijo: “Aquel que desee ser mi compañero en el Paraíso, debe mirar a este anciano caballero”. Los musulmanes se levantaron y comenzaron a besar la frente de Hazrat Ukasha y a felicitarle por tener tan alto grado y la amistad del Santo Profeta (sa).

Fue Ukasha quien se dio cuenta de tener la oportunidad de besar el cuerpo del Santo Profeta (sa) durante su vida ya que no volvería a hacerlo porque él estaba informando a todos sobre su partida de este mundo.

Durante el califato de Hazrat Abu Bakr (ra), Hazrat Ukasha fue enviado junto a Hazrat Jalid bin Walid a doblegar el levantamiento de una tribu que había abandonado el Islam. Isa bin  Umailah relata una narración de su padre en la que dice: “Cuando Hazrat Jalid bin Walid se aproximaba al enemigo, si escuchaba el Azan (la llamada a la oración), no atacaba, pero si no lo escuchaba, lo hacía. Cuando alcanzaron a una tribu en un lugar llamado Bazahaa, Hazrat Jalid bin Walid (ra) envió a Hazrat Ukasha bin Mihsan y Hazrat Zabit bin Akram a conseguir información sobre el enemigo.

Ambos iban a caballo. El nombre del caballo de Hazrat ‘Ukasha era Al-Razaam y el de Hazrat Zabit era Al-Mahbar. Se encontraron con Tulayhah y su hermano Salmah, que viajaban por delante del enemigo con el fin de reunir información sobre el ejército musulmán.  Tulayhah se enfrentó a Hazrat ‘Ukasha y Salmah se enfrentó a Hazrat Zabit y los hermanos martirizaron a estos dos Compañeros.

Abu Waqid Laysi narra: “Doscientos de nosotros  liderábamos al enemigo musulmán. Al encontrar los cuerpos de Hazrat ‘Ukasha y Hazrat Zabit, esperamos hasta que Hazrat Jalid (ra) llegó, y nos ordenó enterrar a estos dos compañeros con la misma ropa manchada de sangre con la que habían sido martirizados. Este incidente tuvo lugar el día 12 de Hillri. Así es como fueron martirizados”.

Hazrat Jaryah bin Zaid (ra) fue uno de los Compañeros del Santo Profeta (sa) y pertenecía a la familia Aghaz de la tribu Yazraj. Su hija, Hazrat Habibah bint Jaryah estaba casada con Hazrat Abu Bakr (ra) y era la madre de Hazrat Umme Kulzum. El Santo Profeta (sa) estableció la hermandad entre Hazrat Jaryah bin Zaid (ra) y Hazrat Abu Bakr (ra). Era uno de los jefes de su clan y estaba bien considerado entre sus nobles compañeros. Había jurado lealtad en ‘Uqbah. Después de emigrar a Medina, Hazrat Abu Bakr (ra) se había quedado en su casa.

Participó en la Batalla de Badr y durante la batalla de Uhud alcanzó el estado de martirio mientras luchaba con inmenso valor y valentía. Fue atacado con lanzas y recibió más de trece heridas. Safwan bin Umayyah iba caminando cuando él  tuvo que recostarse debido al agotamiento por las heridas. Safwan lo reconoció y entonces lo atacó,  dando lugar a su martirio. Mutiló también su cuerpo, y dijo: “Él estaba entre los que mataron a Abu Ali, es decir, a mi padre Umayyah bin Jalf. Ahora tengo la oportunidad de matar a los Compañeros más elitistas del Santo Profeta (sa) y satisfacer mi corazón.”  Mató a Hazrat ibn Kaukal (ra), Hazrat Jaryah bin Zaid y Hazrat Aus bin Arqam (ra).

Hazrat Jaryah (ra) y Hazrat Sa’ad bin Rabi ‘- que era el primo del Santo Profeta (sa) – fueron enterrados en la misma tumba.

Se narra que en el día de Uhud Hazrat ‘Abbas bin Abadah hizo un llamamiento a los musulmanes en voz alta y dijo: “¡Oh, musulmanes! Permanecer unidos a Al-lah y Su Profeta (sa). La calamidad que  acabáis de sufrir ha sido por desobedecer al Profeta. Os prometió apoyo pero no mostrasteis paciencia.”

Entonces Hazrat ‘Abbas (ra) se quitó el casco y la armadura y le preguntó a Hazrat Jaryah (ra): “¿Necesitas esto?” Hazrat Jaryah (ra) respondió: “No. También anhelo lo que deseas.” A continuación fueron rodeados por el enemigo. ‘Abbas bin Abadah declaró: “Si el Santo Profeta (sa) resulta herido delante de nuestros ojos, ¿qué excusa daremos ante nuestro Dios?.”  Hazrat Jaryah (ra) declaró: “No tendremos excusa ni evidencia que  presentar ante nuestro Señor.” Sufyan bin ‘Abdus Shams Salmi martirizó a  Hazrat’ Abbas bin Abadah (ra), y Hazrat Jaryah bin Zaid recibió más de diez heridas causadas por flechas.

Hazrat Malik bin Dukhsham caminaba junto a Hazrat Jaryah bin Zaid (ra) el día de Uhud. Hazrat Jaryah resultó herido de muerte y recibió alrededor de trece heridas de lanza. Hazrat Malik le dijo: “¿Eres consciente de que el Santo Profeta (sa) ha sido martirizado?.” Hazrat Jaryah respondió: “Si el Santo Profeta (sa) ha sido martirizado entonces ciertamente Al-lah está vivo y no morirá. Muhammad (sa) ha transmitido el mensaje. También deberías luchar por tu fe”. Hazrat Jaryah (ra) tuvo dos hijos, uno de los cuales fue Zaid bin Jaryah, que falleció durante el Jalifato de Hazrat Uzman (ra). El segundo hijo de Hazrat Jaryah fue Hazrat Habibah bint Jaryah, quién se casó con Hazrat Abu Bakr (ra). En el momento del fallecimiento de Hazrat Abu Bakr, ella estaba embarazada. Hazrat Abu Bakr (ra) había mencionado: “Estoy esperando una hija de ella” y así dio a luz a una niña.

Otro Compañero del Santo Profeta (sa) fue Hazrat Ziyad bin Labid. El nombre de su madre era Amrah bint Abid ‘Atruf. Hazrat Ziyad tuvo un hijo llamado Abdul-lah. Aceptó el Islam durante la segunda promesa de Aqabah junto con 70 Compañeros. A su regreso a Medina después de aceptar el Islam, rompió los ídolos de su tribu, Banu Bayada, a la que solían adorar. Luego viajó hacia el Santo Profeta (sa) en la Meca y permaneció allí hasta que el Santo Profeta (sa) emigró a Medina. Entonces él también emigró después de que el Santo Profeta (sa) llegó. Es por eso que Hazrat Ziyad es conocido como Muhayir Ansari. Era un Muhayir (uno que emigra de la Meca) y un Ansari también. Hazrat Ziyad luchó junto al Santo Profeta (sa) en la Batalla de Badr, en la Batalla de Uhud, en  la Batalla de la Zanja y en todas las demás batallas del Santo Profeta (sa). Después de migrar a Medina, el Santo Profeta (sa) pasaba por los barrios de Banu Bayada, por lo que Hazrat Ziyad lo saludó diciendo “ahlan wa sahlan” y le ofreció su hogar para que se quedara. El Santo Profeta (sa) dijo que dejaría su camello suelto, que encontraría su hogar por sí mismo.

En Muharram del noveno Hillri, el Santo Profeta (sa) nombró a diferentes coleccionistas para Sadaqah y Zakat, por lo que Hazrat Ziyad fue nombrado el recolector para el área de Ḥaḍhramaut. Continuó su servicio allí hasta la época del jalifato de Hazrat Umar (ra). Después de que se le fue relevado su deber, se mudó a Kufa y falleció allí a la edad de 41 años.

Se ha escrito en la historia que cuando el levantamiento de la apostasía (de ciertas tribus) ganó con ímpetu durante el Jilafat de Hazrat Abu Bakr (ra) y la gente se negó a pagar el Zakat, Ash’ath bin Qais Al-Kindi también estaba entre aquellos para convertirse en apóstatas. Hazrat Ziyad fue designado para castigarlo. Cuando fue a atacarlo, se había refugiado en la fortaleza Nahir. Hazrat Ziyad los había asediado tan severamente que se angustió y envió un mensaje diciendo que junto con otras nueve personas se les garantizaba la seguridad de que abrirían las puertas de la fortaleza. Hazrat Ziyad dijo que escribiera el acuerdo y se lo trajera para sellarlo. Después de eso, abrieron las puertas. Más tarde, cuando revisaron el acuerdo, se anotaron los nombres de las nueve personas, pero Ash’ath olvidó escribir su propio nombre, por lo que fue llevado prisionero a Medina con el resto de los cautivos.

Otro Compañero del Santo Profeta (sa) fue Hazrat Mu’attib bin Ubaid. No tenía hijos, por lo que su sobrino Usair bin ‘Urwah era su único heredero. Hazrat Mu’attib bin Ubaid participó en la Batalla de Badr y en la Batalla de Uhud y fue martirizado en el día de Rayi. ‘El incidente de Rayi’ es aquel en el que diez musulmanes fueron martirizados. Con respecto a este incidente Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib escribió que esos días eran muy peligrosos para los musulmanes y que el Santo Profeta (sa) estaba recibiendo noticias alarmantes de todas las direcciones, pero las noticias más alarmantes provenían de los Quraish de la Meca que se habían vuelto audaces y atrevido después de la Batalla de Uhud. Al percibir esta amenaza, el Santo Profeta (sa) preparó un grupo de diez Compañeros en el 4º Hillri en el mes de Safar y nombró a Ahsan bin Zabit como el líder. El Santo Profeta (sa) les dio órdenes de que debían llegar silenciosamente cerca de la Meca y reunir información sobre lo que los Quraish  estaban planeando y para informarle sobre sus intenciones. Sin embargo, la reunión aún no había comenzado cuando unas pocas personas de las tribus de ‘Azal y Qarah se acercaron al Santo Profeta (sa) y manifestaron que habían muchas personas que se inclinaban por el Islam como sus tribus. Por lo tanto, el Santo Profeta (sa) envió a algunas personas con ellos para predicarles sobre el Islam. Cuando el Santo Profeta (sa) llegó a conocer su deseo, envió al mismo grupo de compañeros que se preparaba para ir a recoger información sobre los Quraish. Sin embargo, como más tarde se descubrió que esta gente mentía y había venido a Medina debido a la instigación de Banu Lihyan, que había conspirado para vengarse del asesinato de su jefe Sufyan bin Jalid, que con esta coartada podían hacer que los musulmanes abandonaran Medina y luego atacarlos.

Banu Lihyan había prometido a las tribus de ‘Azal y Qarah muchos camellos en recompensa por hacer esto. Cuando estas personas traidoras de ‘Azal y Qarah llegaron a Asfan y a la Meca, discretamente enviaron un mensaje a los Banu Lihyan de que los musulmanes los estaban acompañando, por lo que debían presentarse. Doscientos jóvenes de Banu Lihyan, entre los que había un centenar de arqueros, partieron en persecución de los musulmanes y los tomaron en Rayi’. (Rayi ‘es el nombre de un lugar). Diez personas no podrían hacer frente a doscientos soldados. Además, a los musulmanes aún no se les había enseñado a portar armas si surgieran tales circunstancias y a luchar contra quienes los sitiaban.

Inmediatamente los Compañeros subieron a un pico preparándose para defenderse. Los incrédulos, para quienes el engaño no se consideraba un acto vergonzoso, les dijeron que si bajaban del pico no los matarían. Asim (ra) respondió: “no confiamos en tus votos y promesas, no bajaremos a pesar de tus garantías”. Luego miró hacia el cielo y dijo: “¡Oh Al-lah! ¡Ya ves en qué situación estamos. Transmite a tu Profeta la difícil situación a la que nos enfrentamos!”. Por lo tanto, Asim (ra) y sus compañeros murieron combatiendo. Cuando siete Compañeros habían sido asesinados y solo quedaban Jubaib bin Adiyy, Zaid bin Dasna y otro compañero, los incrédulos, cuyas intenciones iniciales eran capturarlos vivos, los llamaron para bajar, prometiendo no dañarlos en absoluto.

Esta vez, los musulmanes inocentes cayeron en su trampa y descendieron, pero tan pronto como descendieron, los infieles los ataron con las cuerdas de sus arcos. A partir de entonces, el compañero que estaba con Jubaib y Zaid, cuyo nombre se registra como Abdul-lah bin Tariq, no pudo soportar esto y gritó que esta es la primera violación de su promesa, quién sabe lo que hará más adelante. Abdul-lah se negó a ir con ellos. Los incrédulos lo arrastraron por la fuerza un poco más, pero poco después lo mataron y dejaron su cuerpo allí. Viendo que su venganza fue cumplida, para complacer a los Quraish y por avaricia, se fueron a la Meca. Cuando llegaron a La Meca, los vendieron a sus parientes. Los hijos de Harith bin Amir bin Nawfal compraron Jubaib porque Jubaib había matado a Harith durante la Batalla de Badr. Zaid fue comprado por Safwan bin Umayyah y eventualmente ambos fueron martirizados.

Otro compañero fue Hazrat Jalid bin Bukair (ra), que era un compañero Badri (los que formaron parte en la Batalla de Badr). Hazrat Jalid bin Bukair, Aaqil, Hazrat Amir y Hazrat Ayaas aceptaron el Islam en Dar-e-Arqam. Los cuatro hermanos fueron los primeros en aceptar el Islam en Dar-e-Arqam. El Santo Profeta (sa) estableció un vínculo de hermandad entre Hazrat Jalid bin Bukair (ra) y Hazrat Zaid bin Dasna. Participó en la Batalla de Badr y la Batalla de Uhad. Hazrat Jalid bin Bukair (ra) estuvo entre los que fueron martirizados en el incidente que tuvo lugar en Rayi, que se mencionó anteriormente en el cual diez musulmanes fueron engañados y asesinados. Antes de la Batalla de Badr, el Santo Profeta (sa) una vez envió una delegación bajo el mando de Abdul-lah bin Yahsh (ra) para preguntar después de una caravana de los Quraish y Hazrat Jalid bin Bukair (ra) que también era parte de esta delegación. Fue martirizado en el mes de Safar (segundo mes en el calendario islámico) en 4 Hillri a la edad de 34 junto con Asim bin Saabit (ra) y Marsad bin Abi Marsad Ghanvi (ra), mientras luchaba contra la tribu Azal y Qara en la batalla de Rayi.

En cuanto a esto, Ibn Ishaq afirmó que cuando los miembros de la tribu Azal y Qara llevaron a los Compañeros (ra) a Rayi, que es el nombre de un manantial que pertenecía a la tribu Auzail y que se encuentra en las afueras de Hiyaz, fue allí que traicionaron a estos Compañeros. Estos Compañeros fueron engañados y traicionados por aquellos que los llevaban a Rayi mientras incitaban a la gente de la tribu Auzail contra ellos. Los Compañeros en ese momento estaban en sus campamentos cuando notaron que la gente se estaba reuniendo por todos lados con sus espadas desenvainadas. Y entonces, ellos también valientemente se levantaron para participar en la batalla. Los incrédulos declararon: “Juramos por Dios que no te mataremos, pero simplemente deseamos mantenerte cautivos y llevarte a la gente de la Meca y buscar su recompensa por tu regreso”. Sin embargo, Hazrat Marsad bin Abi Marsad (ra), Hazrat Asim bin Saabit (ra) y Hazrat Jalid bin Bujair (ra) respondieron: “Juramos por Dios que no entablaremos un tratado con los idólatras”. Al final, los tres lucharon hasta que fueron martirizados.

En uno de sus poemas, en relación a estas tres personas, Hazrat Hassan bin Zabit afirmó: [Árabe]

“Incluso si la añoranza de uno no puede ser de provecho, desearía haber podido estar al lado de Ibn Tariq, Zaid y Marsad en el incidente de Rayi.

Hubiera salvado a mis queridos hermanos Jubaib y Asim, y si me hubiera cruzado con Jalid, también le hubiera salvado”.

Estos eran los individuos que habían realizado grandes sacrificios con el fin de salvaguardar su religión y su fe, y por tanto obteniendo el beneplácito de Al-lah el Todopoderoso.

El Mesías Prometido as  escribe en uno de sus libros,

“Estamos eternamente agradecidos a Al-lah el Todopoderoso, quien derrama grandes favores sobre nosotros y hace desaparecer nuestras tristezas. Enviamos saludos de paz a Su Profeta (sa), quien es el líder de los Yinn y de los hombres, quien guía a las personas de corazón puro a jardines celestiales. ¡Que la paz sea sobre sus compañeros, quienes apuran como si tuvieran una sed intensa hacia la fuente de la fe, y en el abismo de la oscuridad se vieron iluminados con la excelencia de la sabiduría y la moral!”

En otro lugar, el Mesías Prometido as afirma en relación a los Compañeros (ra):

“Eran como leones en la tierra en el día y ermitaños en la noche, y servían como estrellas radiantes de la fe. (Como ermitaños de la noche se refiere a que pasaban sus noches en adoración). Todos ellos eran recibidores del beneplácito de Dios.”

¡Que Al-lah el Todopoderoso nos permita mejorar nuestras condiciones intelectuales y morales, así como los niveles de adoración durante la noche!

Después de la oración del viernes, lideraré una oración funeral in absentia por el respetable Ismael Mala Ghala Sahib, quien era un misionero en activo en Uganda. Falleció y retornó a su Creador poco después de la oración del viernes del 25 de mayo al sufrir un ataque cardíaco a la edad de 64 años. ¡Ciertamente a Al-lah pertenecemos y a Él debemos retornar!

Ismael Mala Ghala Sahib nació en 1954 en el distrito de Mukono de Uganda. Sus dos padres eran cristianos, y por tanto él también nació siendo cristiano. El cuñado de Mala Ghala Sahib Hayyi, Shoaib Nasira Sahib era ahmadi y por tanto solía visitar con frecuencia la casa de Hayyi Shoaib Nasira Sahib. Desarrolló un interés en el Islam a través de Hayi Shohaib Sahib. Después de un largo periodo de correspondencia en el cual solía realizar preguntas y esperar respuesta, la verdad del Islam fue apareciendo ante él. Finalmente, en 1978 realizó el Bai’at y pasó a formar parte del manto del Islam Ahmadiyyat. Cuando aceptó el Islam, le mencionó a Halli Shoaib Nasirah Sahib: “Desde la infancia tenía el deseo de convertirme en misionero cristiano. Ahora que he aceptado el Islam, ¿hay algún modo en el que pueda servir al Islam?” Ante esto, le informó de que podía consagrar su vida al servicio del Islam. En esa época, Muhammad Ali Qahiro Sahib, quien actualmente es el Amir [Presidente nacional] de Uganda, había completado sus estudios en Yamia Ahmadiyya [Rabwah], Pakistan, y volvió a Uganda. En 1980, envió a Mala Ghala Sahib junto con otros cinco Juddam para estudiar en Pakistán. En diciembre de 1980, Mala Ghala Sahib se inscribió en Fasl-e-Jaas en Yamia Ahmadiyya Rabwah y completó sus estudios el 1 de marzo de 1988.

En relación a sus estudios durante este tiempo en Yamia, el director durante esta época Sayyid Mir Mahmud Nasir escribe: “Aunque puede que sea algo débil en sus estudios, sin embargo, coopera en todos los temas y es un estudiante muy obediente.”

Tenía la costumbre de visitarles y pedirles por plegarias. El fallecido estudió en el Yamia con total dedicación y cuando en 1984 Hazrat Jalifatul Masih IV (ra) tuvo que emigrar de Paquistán, estaba entre los miembros que realizaron tareas sin cansancio y con gran coraje”.

El actual director, Mubashar Ayyaz Sahib, escribe lo siguiente sobre él: “Estuvimos en el Yamia en la misma época. Era de una naturaleza muy piadosa y era un ser tranquilo. Se encontraba entre aquellos alumnos del Yamia que tenían una pasión por la adoración y el ejercicio. Su nivel de obediencia era extraordinario y digno de ser mencionado. Puesto que yo era Naqib y Za´im, interactué con él en varias ocasiones. Siempre lo vi como una persona muy humilde y obediente. Tenía una pasión por el fútbol y era un jugador clave para cualquier equipo para el que jugase. Tras completar su educación en el Yamia, fue oficialmente designado como misionero en Uganda en 1988 y sirvió a varias Yama´ats.

En 2007, el fallecido fue a Paquistán junto con dos misioneros ugandeses, y tuvo la oportunidad de revisar la traducción del Corán en la lengua luganda. Completó dicha tarea en tres meses. Quizás fuese regular en los estudios en Yamia. Sin embargo, más tarde continuó estudiando de manera personal y aumentó su conocimiento. El fallecido tenía gran pasión por el Tabligh [propagación del mensaje del islam] y mediante su Tabligh un gran número de personas aceptaron el Ahmadíat. Solía viajar mucho en su bicicleta para realizar Tabligh. En una ocasión mientras estaba en una misión de Tabligh, su mujer falleció y no había forma alguna de comunicarse con él. Cuando regresó de su viaje fue cuando descubrió que su mujer había fallecido y sido enterrada.

Dedicó su vida al servicio de la fe y vivió una vida simple. Era de buen corazón, compasivo y cariñoso. Se preocupaba por los pobres y más necesitados. Era un verdadero devoto del Jilafat y consideraba esencial el seguir todo mandato del Jalifa. He presenciado que los misioneros y Waaqf-e-Zindaguis [los que dedican su vida]- de hecho la población africana en general- tienen una relación especial con el Jilafat.

Amir Sahib [Presidente Nacional] de Uganda, Muhammad Ali Qahiro Sahib dice: “El fallecido era un misionero ejemplar con un gran corazón. Era una persona que invitaba a los demás a seguir el camino de Al-lah y que dedicaba sus servicios a su fe. A pesar de haber sufrido muchas dificultades, nunca se quejó de nada, por lo contrario siempre se mantenía ocupado sirviendo a la fe. Tras el fallecimiento de su primera esposa, se casó una segunda vez, y tras un corto período se volvió a casar de nuevo. Una de sus esposas dice: “Durante su vida lo vi como un hombre cariñoso y de buen corazón que siempre estaba contento y mostraba su agradecimiento a Al-lah el Todopoderoso”. Su hija escribe: “Nuestro padre era muy cariñoso y paciente. Siempre se preocupaba por nuestras necesidades y siempre nos animaba a actuar acorde a las enseñanzas de la fe”.

El fallecido deja atrás dos esposas y nueve descendientes. ¡Que Al-lah muestre Su misericordia y lo perdone. Que su progenie permanezca unida

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