La vida del Santo Profeta (sa)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

La vida del Santo Profeta (sa)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

Tras recitar el Tashahhud, Ta‘awwuz, y la Surah al-Fatihah, El Quinto Jalifa del Mesías (aba) dijo:

 Antes del Yalsa Salana, relatamos historias relacionadas con la Batalla de Muraysi. Se dijo que Abdullah bin Ubayy bin Sulul pronunció comentarios deplorables acerca del Santo Profeta (sa) y demostró su hipocresía. Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) escribe sobre este incidente en “La Vida y Carácter del Sello de los Profetas”:

Al finalizar esta guerra, el Santo Profeta (sa) permaneció en Muraysi durante unos días. Sin embargo, durante esta estancia, tuvo lugar un desafortunado incidente que casi provocó el estallido de una guerra civil entre los musulmanes más débiles. No obstante, la sabiduría y la influencia magnética del Santo Profeta (sa) salvaron a los musulmanes de las peligrosas consecuencias de esta agitación. Sucedió que un sirviente de Hazrat Umar (ra) llamado Jahjah fue a la fuente principal de Muraysi a buscar agua. Casualmente, otro hombre llamado Sinan, que pertenecía a los confederados de los Ansar, también llegó a la fuente. Ambos eran personas comunes e ignorantes. Surgió una disputa entre ellos en la fuente, y Jahjah golpeó a Sinan. Esto fue suficiente para que Sinan comenzara a gritar y exclamar: “¡Oh, gente de los Ansar! Venid en mi ayuda, me han golpeado.” Al ver Jahjah que Sinan estaba llamando a su gente en su auxilio, él también comenzó a llamar a los suyos: “¡Oh, Muhayirín, venid, corred!” Al escuchar estos gritos, un gran número de Ansar y Muhayirín corrieron hacia la fuente con sus espadas en mano, y antes de darse cuenta, se había reunido una gran multitud de personas. Algunos jóvenes ignorantes estaban a punto de atacarse mutuamente, pero algunos sabios y fieles Muhayirín y Ansar llegaron a tiempo, separaron a las personas y los reconciliaron. Cuando el Santo Profeta (sa) recibió noticias de esto, declaró que esto era una manifestación de conducta ignorante y expresó su desagrado. De esta manera, el asunto se resolvió. Sin embargo, cuando Abdullah bin Ubayy bin Sulul, quien también estaba presente en este Ghazwah, se enteró de este incidente, este hombre malvado deseó reavivar el desorden. Incitó fuertemente a sus seguidores contra el Santo Profeta (sa) y dijo: “Todo esto es culpa vuestra, sois vosotros quienes habéis dado refugio a estos extranjeros y les habéis permitido gobernar sobre vosotros. Todavía tenéis la oportunidad de renunciar a vuestro apoyo hacia ellos y se marcharán por sí solos.” Eventualmente, este miserable hombre llegó a decir:

[árabe]

“Esperad y veréis, cuando lleguemos a Medina, el hombre o el pueblo más honorable expulsará al más deshonroso de la ciudad.” En ese momento, un joven sincero entre los musulmanes llamado Zaid bin Arqam (ra) estaba presente. Al escuchar estas palabras sobre el Santo Profeta (sa) de la boca de Abdullah, se inquietó y transmitió la noticia de este incidente al Santo Profeta (sa) a través de su tío paterno. En ese momento, Hazrat Umar (ra) estaba sentado en compañía del Santo Profeta (sa) y, al escuchar estas palabras, se llenó de ira e indignación. Presentó al Santo Profeta (sa) su petición: “¡Oh Mensajero de Al’lah! Dame permiso para decapitar a este hombre hipócrita y sedicioso.” El Santo Profeta (sa) respondió: “¡Déjalo, Umar! ¿Te gustaría que la gente dijese que Muhammad mata a sus propios seguidores?” Luego, el Santo Profeta (sa) convocó a Abdullah bin Ubayy y sus seguidores y les preguntó sobre este asunto. Todos juraron que no habían dicho tales cosas. Algunos de los Ansar también intercedieron y dijeron: “Quizás Zaid bin Arqam se haya equivocado.” En esta ocasión, el Santo Profeta (sa) aceptó la declaración de Abdullah bin Ubayy y sus seguidores y rechazó la declaración de Zaid (ra). A esto, Zaid (ra) se sintió profundamente afligido, pero más tarde se envió una revelación coránica que confirmaba la veracidad de Zaid (ra) y se declaró que los hipócritas eran mentirosos. El Santo Profeta (sa) convocó a Abdullah bin Ubayy y sus seguidores para informarles de esta confirmación y ordenó a Hazrat Umar (ra) que diera la orden de partir de inmediato. Era mediodía, y generalmente el Santo Profeta (sa) no partía a esa hora, ya que debido al clima en Arabia, esta era una hora de intenso calor y era extremadamente difícil viajar en ese momento. Sin embargo, considerando las circunstancias prevalecientes, el Santo Profeta (sa) consideró mejor partir de inmediato. Por lo tanto, según su mandato, el ejército musulmán se preparó para partir de inmediato. Quizás fue en esta misma ocasión que Usaid bin Hudair Ansari, quien era un jefe muy renombrado de la tribu de Aus, se presentó ante el Santo Profeta (sa) y le dijo: “¡Oh Mensajero de Al-lah! No sueles marchar a esta hora del día. ¿Qué ha ocurrido hoy?” El Santo Profeta (sa) dijo: “¡Usaid! ¿No has oído las palabras de Abdullah bin Ubayy? Dice que ‘Una vez que lleguemos a Medina, el individuo más honorable expulsará al más vil’.” Usaid (ra) dijo espontáneamente: “¡Ciertamente, oh Mensajero de Al-lah, puedes echar a Abdullah de Medina! ¡Por Dios! ¡Eres tú quien es el más honorable y él es el más vil!” Luego, Usaid (ra) añadió: “¡Oh Mensajero de Al-lah! Sabes que antes de tu llegada, Abdullah bin Ubayy era muy respetado entre su gente, y estaban a punto de aceptarlo como rey, pero todo eso se desmoronó cuando llegaste. Por esta razón, su corazón alberga celos hacia ti. No te preocupes por sus tonterías y perdónalo.”

En otra narración se registra que cuando el hijo de Abdullah bin Ubayy se enteró de todo esto y supo de la conversación de Hazrat ‘Umar (ra), se presentó ante el Santo Profeta (sa) y dijo: “¡Oh Mensajero de Al’lah (sa)! Si tienes la intención de ejecutar a mi padre por las noticias que te han llegado, entonces ordéname a mí. Por Al’lah, te traeré su cabeza antes de que la gente se retire de esta asamblea. Por Al-lah, la gente de Jazrall sabe que entre ellos no hay nadie mejor que yo en el trato bondadoso hacia sus padres. ¡Oh Mensajero de Al’lah (sa)! Temo que si ordenas a alguien más matar a mi padre, no podré tolerar ver al asesino de mi padre caminando entre la gente, y lo mataré y entraré en el fuego.” Es decir, si alguien más lo mata, él podría matar a esa persona por ira. El perdón del Santo Profeta (sa) es lo más excelente, y la amabilidad del Santo Profeta (sa) es lo más magnífica. Al oírlo, el Santo Profeta (sa) dijo: “¡Oh ‘Abdullah! Ni tengo la intención de matarlo, ni he ordenado a nadie hacerlo. Sin duda, lo trataremos con bondad mientras permanezca entre nosotros.” ‘Abdullah dijo: “¡Oh Mensajero de Al’lah (sa)! La gente de esta ciudad había acordado coronar a mi padre [como su líder]. Luego, Al’lah el Todopoderoso te trajo aquí y lo rebajó [en rangos] y nos elevó a través de ti. (El hijo de ‘Abdullah bin Ubayy está diciendo esto) Hay algunas personas con él que lo visitan con frecuencia y le recuerdan las cosas sobre las cuales Al’lah el Todopoderoso ya ha prevalecido.”

Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) afirma: “…el nombre del hijo de ‘Abdullah bin Ubayy era Habbab, pero el Santo Profeta (sa) lo cambió a ‘Abdullah…” En cualquier caso, de acuerdo con las instrucciones del Santo Profeta (sa), se inició el viaje de regreso. Se han registrado más detalles en relación con esto: el resto de ese día, toda la noche y el comienzo del día siguiente el Santo Profeta (sa) y sus compañeros viajaron continuamente. A medida que el sol molestaba a la gente, el Santo Profeta (sa) levantó el campamento y, tan pronto como desmontaron, se quedaron dormidos. Durante todo este viaje, nadie desmontó de su montura, salvo para responder al llamado de la naturaleza o para ofrecer las oraciones. El Santo Profeta (sa) instaba a su montura a avanzar y usaba el látigo en sus patas traseras. El Santo Profeta (sa) emprendió este largo viaje para que la gente olvidara lo que ‘Abdullah bin Ubayy había hecho el día anterior.

Se menciona en una narración que el Santo Profeta (sa) viajaba ese día sobre su montura junto a Zaid bin Arqam (ra). El Santo Profeta (sa) podía ver su cara y estaba espoliando su montura.  Y en este momento empezó a recibir una revelación.  Hazrat Zaid bin Arqam (ra) relata: “Observé que el Santo Profeta (sa) empezó a sentirse incomodo, su frente se cubrió de sudor, y las patas de su montura se volvieron pesadas hasta tal punto que apenas se mantenían firmes.  Entendí que el Santo Profeta (sa) estaba recibiendo la revelación, porque siempre tenía este aspecto en estos momentos. Empecé a tener esperanzas que el recibiría testimonio de que yo había dicho la verdad.

Hazrat Zaid bin Arqam (ra) continúa diciendo: “Cuando el estado alterado del Santo Profeta pasó, el me cogió por la oreja mientras yo aún estaba montado. Yo me levanté. Me dijo, ‘Muchacho, tus oídos eran leales, y Al’lah ha testificado que has dicho la verdad.” Así que efectivamente la revelación trataba de él.

En otra narración, Hazrat Zaid bin Arqam (ra) dice: “Estaba cabalgando junto al Santo Profeta (sa) cabizbajo por la tristeza que sentía. El Santo Profeta (sa) se acercó y pellizcando suavemente mi oreja, me sonrió.   Aquella sonrisa me hizo sentir tan feliz como si hubiese recibido la vida eterna.” Dice que aquella sonrisa le valía más que su vida entera.

Luego dice: “Hazrat Abu Bakr (ra) se acercó y me preguntó, ‘¿Que te ha dicho el Santo Profeta (sa)?’ Yo le contesté, ‘No me ha dicho nada, pero me tocado la oreja y con una sonrisa me dijo: ¡Buenas noticias!’ Luego Hazrat Umar (ra) me preguntó lo mismo y le contesté lo mismo.”

La narración también dice que cuando se reveló Surah al-Munafiqun, el Santo Profeta (sa) llamó a Zaid. Entonces recitó aquellos versículos y dijo: “En verdad, Al’lah ha testificado que dijiste la verdad.” Así que, después de la revelación de Surah al-Munafiqun, Hazrat Zaid bin Arqam (ra) se encontró con Ibn Ubayy pero no le dio el saludo de paz.  Luego Aus bin Khauli se encontró con él, y tampoco le saludó. Extrañado, Ibn Ubayy se dirigió a ellos diciendo: “¿Que os pasa? ¿Estáis tramando algo?” Ellos respondieron acercándose a él y le recriminaron con palabras duras diciendo que El Sagrado Corán había revelado que él había mentido. Aus bin Khauli dijo: “No voy a volver a hablar contigo jamás a menos que esté seguro que te has arrepentido y buscado el perdón de Al’lah. Por tu culpa hemos lanzado maldiciones contra Zaid bin Arqam, pensando que él había contado mentiras sobre una persona de su propia tribu. Ahora la verdad ha salido a la luz y el el sello del Corán ha sido puesto sobre tus mentiras.”

Cuando el Santo Profeta (sa) dio órdenes a sus Compañeros de marcharse, el hijo de Abdullah bin Ubayy, Hazrat Abdullah se puso delante de su gente y espero a que llegara su padre. Cuando vió a su padre, le detuvo y le dijo: “¡No voy a dejarte marchar hasta que des testimonio de que tú eres el más desgraciado y Muhammad (sa) es el más honrado!” Pero el Santo Profeta (sa) que estaba pasando por allí dijo, “Suéltale.  Por mi vida, mientras el permanece entre nosotros le trataremos con benevolencia.”

Sobre este incidente, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) escribe:

“Abdullah bin Abdullah bin Ubayy se enfadó tanto con su padre que cuando las fuerzas musulmanas emprendieron la marcha hacía Medina, se puso delante de su padre cerrándole el paso y le dijo: “¡Por Dios! No te voy a dejar que vuelvas hasta que hayas confesado con tu propia lengua que el Santo Profeta (sa) es el más honrado y tú eres el más desgraciado.”

Abdullah le presionó tanto que al final se sintió obligado a pronunciar estas palabras y entonces Abdullah le dejó marchar. Una vez que las fuerzas musulmanas habían emprendido la marcha siguieron durante todo el día y toda la noche y una parte del día siguiente sin parar. Cuando por fin acamparon, todos estaban tan exhaustos que cayeron dormidos en seguida. De esta forma, gracias a la sabiduría del Santo Profeta (sa) la atención de la gente se distrajo de este incidente desagradable y les obligó a fijar su atención en otras cosas durante un periodo prolongado.

Así, por la Gracia de Dios Altísimo, los musulmanes se salvaron de la discordia provocada por los hipócritas.  Los hipócritas se esforzaron continuamente en fomentar un conflicto civil y división interna entre los musulmanes y si fuera posible, disminuir la posición del Santo Profeta (sa) entre ellos. Pero la práctica del Islam y la personalidad dinámica del Santo Profeta (sa) había creado lazos de unidad tan fuertes entre los musulmanes, que ningún complot podría romperlos. Habían brotado en los corazones de los musulmanes sentimientos tan fuertes de respeto, veneración, lealtad, amor y afecto hacía el Santo Profeta (sa) que ningún hombre tenía la capacidad de cambiar aquellas emociones. Este incidente proporciona pruebas suficientes de la fuerza de la lealtad de los musulmanes. Abdullah bin Ubayy, jefe de los hipócritas intentó sacar provecho de un conflicto de poca importancia entre dos musulmanes ordinarios y de alguna forma sembrar la discordia entre los musulmanes y alterar el amor y respeto que ellos tenían por el Santo Profeta (sa).  Pero este intento terminó en el más absoluto fracaso, y el tuvo que tragar una amarga humillación de manos de su propio hijo de tal forma que tal vez no lo pudiera olvidar hasta su último respiro.

Otra narración indica que, después de este incidente, siempre y cuando Abduallah ibn Ubayy dijera algo parecido, otros miembros de su tribu solían recriminarle y mandarle callar. Cuando el Mensajero de Al’lah se enteró preguntó a Hazrat Umar (ra): “¿Umar, ahora que dices? Si aquel día yo te hubiese dado la orden de ejecutarle, tal como me aconsejaste, la gente habría empezado a pensar mal de mí y me habría dado la espalda.  Ahora si yo pidiera a cualquiera de estas mismas personas matarle, ellos lo harían porque la verdad es evidente.”  Hazrat Umar (ra) relata: “Por Dios, me di cuenta que la opinión del Santo Profeta (sa) era mucho más bendita que la mía.

Escribiendo sobre la batalla de Banu Mustaliq y el incidente de Abdullah bin Ubayy, Hazrat Musleh Maud (ra) dice:

“Dado que los incrédulos de La Meca tenían la intención de fomentar la discordia mientras algunas de las tribus en las afueras se volvían hostiles, los hipócritas de entre los musulmanes se atrevieron alinearse con los musulmanes. Probablemente pensaron que de este modo tendrían más oportunidades de sembrar la discordia entre las filas de los musulmanes. El encuentro con los Banu Mustaliq no duró más que unas horas. Por lo tanto, los hipócritas no tuvieron ninguna oportunidad de actuar. El Santo Profeta (sa) decidió permanecer en el pueblo de los Banu Mustaliq unos días. Durante esta estancia surgió la disputa entre un musulmán de Medina y un musulmán de La Meca. Resulta que el hombre de la Meca era un esclavo liberado. Golpeó al hombre de Medina y éste empezó a gritar para solicitar la ayuda de sus compañeros de Medina que se conocían como los Ansar. El hombre de La Meca también pidió ayuda a gritos a sus compañeros de le Meca, los Muhayirin. El resultado fue un gran revuelo. Nadie se tomó el tiempo de informarse sobre lo que realmente había ocurrido. Todo el mundo estaba alterado y empezaron a pelear.  Así comenzó el desorden. Jóvenes de ambas bandas desenvainaron sus espadas. Abdullah bin Ubayy bin Salul no podía creer su suerte. Decidió echar más leña al fuego y, dirigiéndose a los musulmanes de Medina, dijo: “Habéis sido demasiado indulgentes con los Muhayarin.  Les habéis tratado bien, pero a ellos se les ha subido a la cabeza y ahora intentan a dominaros. Este discurso podría haber tenido el efecto que Abdullah deseaba. La pelea podría haber provocado una situación muy grave. Pero no resultó así. Abdullah no juzgó bien el efecto de su discurso. Pero pensando que había conseguido influir en los ánimos de los Ansar dijo:

“¡Volvamos a Medina! ¡Entonces el más honorable de entre sus ciudadanos echará al más desgraciado!”

Se refería a sí mismo y al Santo Profeta (sa). Pero tan pronto como hubo pronunciado estas palabras los musulmanes se percataron de sus malas intenciones. Este no era un discurso inocente, sino la voz de satanás que había venido para llevarlos por mal camino. Un joven informó al Santo Profeta (sa) a través de su tío. El Profeta reunió a Abdullah bin Ubayy bin Salul y a sus amigos y les pidió explicaciones. Pero ellos negaron haber participado en el incidente tal como se había informado.   El Profeta (sa) no dijo nada. Pero poco a poco la verdad sobre el incidente empezó a conocerse. Al final el hijo de ‘Abdullah bin Ubayy bin Salul, ‘Abdullah, se enteró de lo que había pasado. Se dirigió directamente al Profeta (sa) y le dijo, “Oh Profeta (sa) mi padre os ha insultado.  Su castigo debe ser la muerte. Si usted así lo decide, preferiría que me ordenase que fuera yo quien le matase.  Si le ordena hacerlo a otro y mi padre muere a sus manos, puede que me vea obligado a vengarme de mi padre matando a ese hombre. Quizás haga enojar a Dios de esta manera.” (ya que todavía había un efecto de esas personas sobre ellos también. Dijo que sería mejor si se le ordenara matar a su padre) El Profeta dijo: “Pero no tengo esa intención. Trataré a tu padre con compasión y consideración.” Cuando Abdullah comparó la deslealtad y la descortesía de su padre con la compasión y la bondad del Profeta, su fe sólo aumentó más. De la misma manera, su ira hacia su padre también creció en proporción. Cuando el ejército llegó cerca de Medina, detuvo a su padre en el camino y dijo que no lo dejaría ir más lejos en el camino a Medina hasta que se retractara de las palabras que había usado contra el Santo Profeta. “Los labios que dijeron: ‘El Profeta es despreciado y tú eres honrado’, deben decir ahora: ‘El Profeta es honrado y tú eres despreciado.’ Hasta que no digas esto, no te dejaré seguir adelante”. ‘Abdullah bin Ubayy bin Salul se sorprendió y se asustó y dijo: “Estoy de acuerdo, hijo mío, en que Muhammad es honrado y yo soy despreciado”. Entonces el joven Abdullah dejó ir a su padre”.

Durante este viaje, ocurrió un incidente en el que el camello del Santo Profeta (sa) desapareció en un lugar determinado mientras habían acampado. Los detalles de este evento son los siguientes: al regresar de Banu Mustaliq, el Profeta Muhammad (sa) se detuvo en un manantial llamado Fuwayq al-Naqi o Baqa. Baqa está ubicada en el lado superior de Naqi, y Naqi está situado a 40 kilómetros al sur de Medina. En cualquier caso, los musulmanes dejaron pastar a sus animales en ese lugar, y durante ese tiempo se levantó una fuerte tormenta de arena. Debido a esta tormenta, el camello Qaswa del Profeta Muhammad (sa) desapareció. Los musulmanes comenzaron a buscarlo en todas direcciones.

Zaid bin Nusait Ansari también era parte de uno de los grupos; pero él era un hipócrita. Como parte de ese grupo también formaban Hazrat Abbad bin Bishr bin Waqsh (ra), Salama bin Salama (ra), y Usaid bin al-Hudair (ra). Zaid bin Nusait era de la tribu judía de Banu Qainuqa y era considerado uno de los eruditos judíos que aparentemente se habían convertido al islam, pero permanecieron judíos de corazón. Este hipócrita (es decir, Zaid bin Nusait) dijo: “¿Por qué la gente corre de un lado a otro?” Le dijeron que estaban buscando el camello del Santo Profeta (sa), que se había perdido. Nusait dijo: “¿Por qué Al’lah no le informa del lugar dónde está?” Los Compañeros (ra) encontraron extraña su declaración. Dijeron: “¡Oh enemigo de Dios Altísimo! Que el Señor Altísimo te destruya. Eres un hipócrita. Cuando hizo esta declaración, los creyentes se dieron cuenta de que esta declaración estaba repleta de hipocresía. Dijeron: “Eres un hipócrita”.

Entonces Hazrat Usaid bin al-Hudair (ra) volvió su atención hacia él y dijo: “Si no temiera la reacción del Santo Profeta (sa), te habría atravesado con esta lanza”. Oh enemigo de Dios, si tenías esta hipocresía en tu corazón, ¿por qué partiste con nosotros?” Él respondió: “Vine para obtener provisiones mundanas”. Su intención quedó expuesta, y algunas otras cosas salieron a la luz. Sarcásticamente, dijo: “Por Dios, el Santo Profeta (sa) nos informa de asuntos mucho más importantes”. Él nos informa sobre asuntos celestiales, entonces ¿por qué no es posible para él informarnos sobre el camello? El Profeta (sa) dice que Dios Altísimo le otorga grandes profecías, le da conocimiento de lo oculto, ¿por qué no da noticias sobre el camello?” Él comenzó a hacer declaraciones hipócritas. Los que estaban allí presentes corrieron hacia él y dijeron: “Por Dios, si hubiéramos sabido que tenías esos pensamientos en tu corazón, no habríamos pasado ni un momento junto a ti. Ahora no podemos permanecer juntos”. Por miedo, huyó de allí, temeroso de que los Compañeros pudieran atacarlo. Ellos arrojaron sus pertenencias que había dejado fuera de allí [del campamento]. En cualquier caso, huyó, escondiéndose de los Compañeros, fue y buscó refugio con el Santo Profeta (sa).

En ese momento, la revelación ya había descendido desde los cielos sobre el Santo Profeta (sa), con respecto a lo que había dicho. Mientras ese hipócrita escuchaba, el Santo Profeta (sa) dijo: “Uno de los hipócritas se regocija por la desgracia de que el camello del Santo Profeta (sa) se haya perdido. Dice: “¿Por qué Al’lah no le informa que está en tal y cual lugar, porque juro por mi vida que Muhammad (sa) nos ha informado sobre asuntos mucho más importantes que esto?”. El Santo Profeta (sa) dijo: “Nadie conoce lo oculto excepto Dios Altísimo”. El Santo Profeta (sa) dijo todo esto mientras el hipócrita estaba sentado allí. Luego el Santo Profeta (sa) dijo: “Dios Altísimo me ha informado acerca de dónde está el camello. Está en tal y cual barranco, con sus riendas enredadas en un árbol. Vayan hacia esa dirección”. Los nobles compañeros fueron en esa dirección y lo encontraron exactamente como el Santo Profeta (sa) les había dicho. Cuando el hipócrita vio esto, quedó atónito. Rápidamente fue hacia los Compañeros que estaban [previamente] con él. Cuando se acercó a ellos, los Compañeros dijeron: “No te acerques a nosotros”. Él dijo: “Quiero deciros algo”. Él se acercó a ellos y dijo: “Os pregunto en el nombre de Dios Altísimo, ¿alguien de vosotros ha ido a ver al Santo Profeta (sa) y le ha informado de lo que he dicho?” Ellos respondieron: “No, por Dios”. Ni siquiera hemos abandonado nuestra reunión”. “He visto a la gente conversando sobre lo que dije, y el Santo Profeta (sa) les informó de este asunto”. Entonces esa persona les contó todo lo que el Santo Profeta (sa) había dicho, y que el camello había sido encontrado. Dijo: “Tenía dudas sobre el Santo Profeta (sa), pero ahora testifico que él es en verdad el verdadero Mensajero de Dios Altísimo. Es como si hubiera aceptado el islam hoy”. Después de este incidente, dijo: “Ahora acepto el islam de todo corazón”. Los Compañeros dijeron: “Ve al Santo Profeta (sa) para que él pueda pedir perdón para ti”. Así que, fue al Santo Profeta (sa) y pidió perdón y confesó su pecado.

Ibn Ishaq narra que algunas personas creen que Zaid, (es decir, el hipócrita) se arrepintió, mientras que otros dicen que no se arrepintió. En cualquier caso, hay algunos incidentes más relacionados con esto, que se mencionarán en el futuro.

En estos momentos, deseo pedir oraciones por las condiciones en Bangladesh. Hubo un levantamiento contra el gobierno allí y el gobierno fue derrocado, sin embargo, el desorden persiste. Se dice que ayer hubo algunas mejoras. Debido a esto, las facciones en oposición a la Comunidad se han aprovechado y están causando daño a los áhmadis. Algunas de nuestras mezquitas fueron vandalizadas y quemadas, la Yamia Ahmadía y otros edificios de la Comunidad fueron dañados. Han sido atacados y algunas propiedades quemadas. Algunos áhmadis han sido gravemente heridos, fueron golpeados y sufrieron heridas. Muchas casas áhmadis han sido dañadas y quemadas. Se informa que algunas casas han sido arrasadas. Se han quemado pertenencias. Hay un caos absoluto y los áhmadis han sufrido pérdidas en esa zona dos veces: una vez antes durante su Yalsa y ahora en este incidente. Sin embargo, su fe no ha vacilado en lo más mínimo. Por la gracia de Dios, son firmes en su fe. Y han dicho que lo soportarán por Dios Altísimo. Que Dios Altísimo conceda su misericordia y bendiciones, mantenga a los áhmadis bajo Su protección y detenga a los opositores.

Del mismo modo, rezad por las circunstancias de los áhmadis en Pakistán, ya que allí también prevalecen circunstancias difíciles. Que Dios Altísimo les proteja contra todo mal. En estos días, los clérigos y quienes buscan su propio beneficio se han vuelto más activos en la oposición a los áhmadis. Cometen crueldades en nombre de Dios Altísimo y del Santo Profeta (sa). Que Dios Altísimo garantice los medios para que sean capturados rápidamente.

Reza también por los musulmanes de Palestina; que Dios Altísimo se apodere de quienes cometen injusticias contra ellos y que estas crueldades lleguen a su fin. Rezad en general por el mundo musulmán. Que acaben las crueldades que están perpetrando unos contra otros. Que se conviertan en aquellos que verdaderamente establecen una conexión con Dios Altísimo y que acepten al Imam de la Era, pues éste es el único camino para su supervivencia y salvación. Sin embargo, estas personas no lo entienden.

En ese momento, también dirigiré dos oraciones fúnebres y haré mención de los fallecidos. La primera mención es del respetado Zakaur Rahman Sahib Shaheed, hijo de Chaudhary Abdur Rahman Sahib de Lala Musa, distrito de Gujrat. Fue martirizado recientemente durante los días de la Yalsa [Reino Unido]. El 27 de julio, hacia las 9.30 horas, dos desconocidos entraron en su clínica y abrieron fuego, lo que provocó su martirio.

[Árabe – Ciertamente a Dios pertenecemos y a Él volveremos]

Tenía 53 años. Según los detalles, el Dr. Zakaur Rahman Sahib Shaheed había abierto su clínica según su rutina y estaba sentado allí cuando dos individuos desconocidos y enmascarados llegaron a las 9:30 am en una motocicleta; uno de ellos entró en la clínica mientras que el otro permaneció de pie fuera de la clínica. La persona que entró en la clínica abrió fuego contra el respetado Dr. Sahib, por lo que éste fue alcanzado por tres balas; una de ellas le alcanzó en el pecho, cerca del corazón, otra en el estómago y otra en la mano. Tras el incidente, ambos agresores consiguieron huir. Al oír los disparos, el respetado vecino del Dr. Sahib Shaheed acudió a la clínica y encontró al Dr. Sahib herido. El Dr. Sahib Shaheed intentó decirle algo a su vecino, pero vomitó sangre y falleció.

[Árabe – Ciertamente a Dios pertenecemos y a Él volveremos]

En el momento de su martirio, se encontraba solo en Pakistán, ya que su esposa estaba en el Reino Unido asistiendo a al Yalsa Salana [Convención Anual] El Ahmadíat se estableció en la familia del Dr. Zakaur Rahman Sahib Shaheed a través de Hazrat Hafiz Ahmad Din Sahib (ra), un Compañero del Mesías Prometido (as) de Chak Sikandar, que también se encontraba entre los 313 compañeros. El bisabuelo paterno del mártir fallecido, el respetado Naik Alam Sahib, que era sobrino de Hazrat Hafiz Ahmad Din Sahib (ra), hizo baiat el 10 de junio de 1901, tras lo cual también tuvo el honor de jurar lealtad directamente a la mano del Mesías Prometido (as) durante su viaje a Jhelum.

También había otro mártir en su familia: Jalil Ahmad Solangi Sahib, que fue martirizado en Lahore y era primo del difunto Dr. Zakaur Rahman Sahib. El mártir fallecido tuvo la oportunidad de servir a la Comunidad en varios puestos. Fue Secretario de Finanzas de Lala Musa, distrito de Gujrat, durante un largo periodo. En el momento de su martirio, ocupaba el cargo de presidente local. Ofrecía regularmente contribuciones financieras y ayudaba a los pobres y necesitados. Como forma de Tabligh traía a sus amigos a visitar la sede cuando era joven y las condiciones eran mejores.

El Amir del distrito de Gujrat escribió sobre el Dr. Zakaur Rahman Sahib Shaheed: “El mártir fallecido poseía muchas buenas cualidades, entre las que destacaba el sacrificio económico. Su calidad de obediencia a los funcionarios de la Comunidad y sobre todo al Jalifato Ahmadía era también muy evidente. Se reunía con todo el mundo alegremente y con una sonrisa en la cara. Desbordaba pasión por servir a la humanidad. El Dr. Sahib Shaheed solía tratar gratis a los pobres. Gozaba de buena reputación entre los no áhmadis de su zona, lo que fue mencionado por los propios no áhmadis tras su martirio, y algunos no áhmadis incluso asistieron a su funeral.”

Amir Sahib escribe: “Antes del Eid al-Adha de 2024, el Dr. Sahib me mencionó que algunos funcionarios del gobierno habían acudido a él y le habían dicho que su vida corría peligro y que hasta el Eid no debía sentarse en su clínica.” Sin embargo, fue valiente y siguió sentado en su clínica. Le sobreviven su esposa, la respetada Nagina Rafiq Sahiba, un hijo y tres hijas. Dos de sus hijas están casadas y otra estudia en Alemania. Que Dios Altísimo eleve la posición del mártir, conceda paciencia a su familia y permita a sus hijos continuar el legado de sus virtudes.

El segundo anuncio funerario es para Syeda Bashir Sahiba, esposa de Malik Bashir Ahmad Sahib. También falleció recientemente a la edad de 83 años.

[Ciertamente, a Dios pertenecemos y a Él volveremos].

La fallecida era una Musia [parte del programa de Al-Wasiyat]. Le sobreviven un hijo y dos hijas. Era la madre de Malik Ghulam Ahmad Sahib, misionero en Ghana, quien, por estar trabajando sobre el terreno, no pudo asistir al funeral y entierro de su madre.

Su hijo, Ghulam Ahmad Sahib -que es misionero- narra que el Ahmadíat entró en su familia a través de su abuelo, Hazrat Malik Al’lah Bakhsh Sahib (ra), Compañero del Mesías Prometido (as). Era una persona devota y piadosa que, al presenciar los eclipses solar y lunar, viajó a pie de Lodhran a Qadian para jurar lealtad. Su madre también tuvo la suerte de recibir el afecto de Hazrat Amma Yaan, Hazrat Nusrat Jahan Begum Sahiba. Ghulam Ahmad Sahib cuenta que su madre solía hablarles del amor que recibía de Hazrat Amma Yaan (ra) en Rabwah. Me quedé con ella y, por alguna razón, no me gustaba comer pan. A pesar de las penurias, Hazrat Amma Yaan (ra) solía darme dinero para comprar un panecillo en el mercado, que luego me comía con leche.” También recordó: “Una vez, cuando lloraba de niña, Hazrat Amma Yaan me sentó amorosamente en su regazo, me consoló y me dio de comer con sus propias manos.”

Ghulam Ahmad Sahib menciona además que su madre fue criada como una niña huérfana, pero la compañía pura de Hazrat Amma Yaan (ra), Hazrat Jalifatul Masih II (ra) y otros ancianos tuvo un profundo impacto en ella. Durante toda su vida fue regular en ofrecer Tahayyud [oraciones voluntarias antes del amanecer] y diligente en sus oraciones regulares. No sólo mantenía sus propias oraciones, sino que animaba a sus hijos a hacer lo mismo. A pesar de su debilidad visual, recitaba el Corán dos o tres veces durante el Ramadán. Sentía un profundo amor, lealtad y sinceridad hacia el Jalifato. Escuchaba los sermones y discursos del Jalifa con gran atención y en completo silencio.

Una de sus cualidades más notables, mencionada por su hijo, era que le disgustaba mucho hablar a los demás en voz alta. Si alguna vez los niños hablaban alto, ella los amonestaba. Su hijo afirma que siempre la observó como una verdadera y fiel compañera de su marido, y que inculcó a sus hijos la importancia de rezar con regularidad, les enseñó el Yassarnal Qur’an [un libro básico para aprender a leer el Corán] y luego les enseñó el Sagrado Corán. Inculcó profundamente en sus corazones el amor por el Jalifato y la organización de la Comunidad. A menudo expresaba su deseo de visitar la mezquita de Sialkot para poder ofrecer ella también oraciones en los lugares benditos donde el Mesías Prometido (as) había ofrecido oraciones. Ghulam Ahmad Sahib menciona que, casualmente, fue destinado a Sialkot, por lo que llevó a sus padres a Sialkot. Su madre ofreció oraciones y Nawafil [oraciones voluntarias] con gran emoción en todas las partes de la mezquita y expresó su gratitud a Dios Altísimo por cumplir su deseo de corazón.

Era muy devota en sus oraciones, se contentaba con la voluntad de Dios Altísimo y estaba completamente alejada de las impurezas y los deseos del mundo. Era una mujer sincera y ejemplar en todos los aspectos. Que Dios le conceda perdón y misericordia. Que sus virtudes continúen en sus hijos y en las generaciones futuras.

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