La Tercera Guerra Mundial
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

Profecía sobre la tercera guerra mundial

La profecía de la tercera guerra mundial

El Mesías Prometido (Segunda venida de Jesucristo) profetizó que una Tercera Guerra Mundial, de proporciones aún mayores a las dos anteriores, vendría después de la segunda. Hizo esta profecía en 1905:

Dijo que los dos campos antagónicos -el bloque comunista y occidente- chocarían tan repentinamente, que ambos se verían cogidos por sorpresa. La muerte y la destrucción lloverían desde el cielo y las llamas furibundas devorarían la tierra.

Los colosos de la civilización moderna caerán al suelo. Tanto el bloque comunista como el bloque opuesto perecerán en la demanda. Rusia y sus satélites, por un lado, y Estados Unidos y sus aliados, por otro, serán destruidos; su poderío quedará deshecho, su civilización será arruinada y sus sistemas hechos añicos. De semejante calamidad, Rusia ha de recuperarse antes que Occidente.

La profecía dice bien claro que el pueblo ruso se recuperará multiplicándose rápidamente. 

Podéis considerarlo una fantasía. Pero los que sobrevivan a la Tercera Guerra Mundial testimoniarán y darán fe de la verdad de cuánto he dicho. Son palabras de Dios Altísimo. Se cumplirán. Su designio no puede evitarlo nadie.

El Mesías Prometido, fundador de la Comunidad Musulmana Ahmadía, hizo además, miles de profecías que también se cumplieron. Entre ellas, profetizó cinco grandes catástrofes a escala mundial, incluyendo tres guerras mundiales:

Grandes potencias en Oriente: Japón y China

Durante los primeros días de la misión del Mesías Prometido no existía ningún país oriental que pudiera rivalizar con el poderío de las naciones civilizadas y poderosas de Occidente. En 1904 le fue revelado que algunas naciones orientales surgirían en plan de potencias mundiales capaces de desafiar la supremacía de Occidente. Poco después, en 1905, Japón derrotaba a Rusia y aspiraba a ser una potencia mundial en Oriente. Más tarde, tras la caída de Japón en la Segunda Guerra Mundial, China emergía como una gran potencia del Este. La aparición de estas dos naciones como potencias mundiales cambió el curso de la historia, y a medida que pasen los años, su impacto se hará sentir en mayor escala aún.

Todo ello había sucedido de conformidad con la voluntad divina, tal como el Mesías Prometido (as) lo revelara.

La aniquilación del Zar de Rusia y su régimen imperialista

Otro acontecimiento importante de este género, que influiría hondamente en todo el mundo es la liquidación del Zar y de su régimen imperialista y del triunfo del comunismo. La revolución rusa, que parece haber modificado el curso de la historia, se produjo exactamente de acuerdo con las manifestaciones del Mesías Prometido (as). En 1905 profetizó, basado en la revelación divina, que pasarían por horrendas calamidades el Zar de Rusia, su familia y todo su sistema de gobierno. Resulta una coincidencia extraña que a los pocos meses de su anuncio profético, se sentaran las bases de un partido político que, doce o trece años después, destruyó la monarquía y la casa imperial de los Zares.

El progreso consiguiente del comunismo, así como de sus vastas ramificaciones son demasiado conocidos para que necesite entrar en detalles. Baste decir que el derrocamiento del régimen zarista y el triunfo del comunismo en Rusia y en otras partes, constituye un capítulo trágico en la historia de la humanidad, que causa dolor leer, pero que de ningún modo puede ser ignorado. Ningún país del mundo, incluido el nuestro, ha sido inmune a su impacto. Pero el modo como las cosas han sucedido no nos sorprende ni nos asusta.

Su intensidad, velocidad y dirección fueron predichos por el Mesías Prometido (as) y a su debido tiempo se verá que contribuyeron materialmente a la consumación del designio Divino. Ha sido pronosticado –y el pronóstico fue gráfico y minucioso- que en los días del Mesías Prometido emergerían dos grandes potencias y que el mundo se vería dividido en dos campos hostiles. Ninguna otra potencia sería lo suficientemente fuerte como para disputarles la supremacía. Posteriormente llegarían al choque y lucharían, pereciendo en la demanda. Esta, no obstante, no es la única guerra sobre la que llamó la atención el Mesías Prometido y Mahdi. Profetizó cinco grandes catástrofes a escala mundial, incluyendo tres guerras mundiales:

La Guerra Mundial I

Respecto a la Primera Guerra Mundial, declaró que cogería al mundo por sorpresa. El mundo quedaría estremecido. Los viajeros habrían de afrontar graves problemas. Los ríos se pondrían rojos de sangre. Los jóvenes atemorizados, se volverían viejos. Las montañas reventarían. Los horrores de la guerra enloquecerían a las gentes. Sería el tiempo de la destrucción del Zar. Se sembraría la semilla del comunismo. Las flotas se mantendrían alerta en zafarrancho de combate. Los imperios serían derrocados y las ciudades se volverían cementerios. Semejante holocausto vendría acompañado por otra Guerra Mundial de proporciones aún mayores y consecuencias más mortíferas. Cambiaría el mapamundi y se remodelaría el destino de las naciones. El comunismo aparecería como fuerza mundial y empezaría a imponer condiciones. Vastas zonas caerían en su poder.

La Guerra Mundial II

Exactamente es lo que aconteció después de la Segunda Guerra Mundial. Muchos países de Europa oriental tornarían al comunismo, seguidos de setecientos millones de chinos. Las nuevas naciones de África y Asia están muy influidas por el comunismo. El mundo está dividido en dos campos hostiles, con las armas más modernas, dispuestos a sumir a la humanidad en un infierno ardiente de muerte y destrucción.

Profecías celestiales que demuestran la veracidad del Mesías

El Santo Profeta Muhammad (sa) había profetizado la llegada del Mesías y Mahdi mil trescientos años antes diciendo que grandes signos celestiales aparecerían para probar la verdad de su pretensión. Estos signos serían los eclipses de sol y luna que habrían de producirse durante el mismo mes de Ramadán.

Predecir tal conjunción de acontecimientos rebasaba los límites de la inteligencia humana. En efecto, llegada la hora el pretendiente apareció realmente y declaró ser el Mesías, lo que vino acompañado por los signos celestiales –los dos eclipses-, según lo anunciado con precisión y exactitud. El niño nacido en 1835 manifestó en 1891 ser el Mesías Prometido y el Mahdi. En apoyo de su pretensión presentó numerosos argumentos y citó una larga serie de signos celestes.

El día en el que la luna se eclipsó en favor del elegido de Dios

Una palabra de advertencia

Esta catástrofe sólo puede evitarse con una contrición sincera y yendo por el camino de la virtud, tal y como enseña la religión islámica. Concluimos con las palabras del propio Mesías:

“Recordad que Dios me ha informado de muchos terremotos. Tened la seguridad de que así como los seísmos han sacudido a América y Europa, también sacudirán a Asia. Algunos de ellos se parecerán al Día del Juicio. Morirán tantos que correrán arroyos de sangre. Ni los pájaros ni las bestias estarán libres de esta muerte. La desolación barrerá la faz de la tierra, la mayor catástrofe desde el nacimiento del hombre. Las moradas serán destruidas como si nadie las hubiese habitado. Esto vendrá acompañado por otras muchas calamidades terribles que los cielos y la tierra han de enviar hasta que su naturaleza extraordinaria sea evidente para cualquier hombre sensato.

Toda la literatura de la ciencia y la filosofía será incapaz de mostrar nada semejante. Entonces la humanidad se verá afligida y se preguntará qué es lo que va a pasar. Muchos huirán y muchos perecerán. Los días, en efecto, se acercan. Puedo ver muy próximos unos días en que el mundo contemplará un espectáculo terrible. No solo terremotos, sino otras muchas calamidades espantosas caerán sobre el hombre, unas desde los cielos y otras desde la tierra. Y esto sucederá así porque el mundo ha dejado de adorar al Dios verdadero y se ha enfangado con todo su corazón, todo su empeño y toda su intención en los negocios mundanos. De no haber venido yo, es posible que estas aflicciones se hubieran retrasado un poco. Pero al venir yo los designios recónditos de un Dios encarnizado, que hasta ahora se mantenían secretos, se han puesto de manifiesto. Dios dice: “No castigamos antes de enviar un Mensajero”.

Los que se arrepientan encontrarán seguridad y los que teman antes de que la calamidad caiga sobre ellos obtendrán misericordia. ¿Creéis que estáis libres de tales calamidades? ¿O podréis salvaros por artificio o propósito? Por supuesto que no. Ese día fracasarán todos los planes humanos. No penséis que los terremotos han asolado a América y otros continentes, pero que vuestro propio país estará a salvo. Al revés, pasaréis por una prueba más dura aún. Tú Europa, no estás segura, y tú Asia, no estás inmune. Habitantes de las islas: los dioses falsos no vendrán en vuestra ayuda. Veo caer las ciudades y quedar destruidas las poblaciones. El Dios Uno y Único ha guardado silencio largo tiempo. Delante de Sus ojos se cometieron iniquidades y nada dijo. Pero ahora mostrará Su faz majestuosa e imponente. El que tenga oídos, oiga que el tiempo no está lejos. He hecho todo lo posible para colocaros bajo la protección de Dios. Pero estaba decidido que se cumpliese lo que estaba escrito. En verdad os digo que también se acerca rápidamente la hora de este país. Los tiempos de Noé reaparecerán ante vuestros ojos y vuestros ojos contemplarán la calamidad que se abatiera sobre las ciudades de Lot. Dios es lento en Su ira. ¡Arrepentíos para obtener clemencia! ¡El que no le teme, está muerto y no vivo!”. (Haqiqat-ul-Wahi, pags 256-257)

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