El Sagrado Corán: un garante de la dignidad de los profetas
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
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La revelación del Corán era una necesidad urgente para toda la humanidad porque tanto los seguidores del tronco abrahámico como los adeptos a otras religiones se habían desviado de la senda recta con el transcurso del tiempo. Una huella de tal deterioro fue la equivocada atribución de ciertos actos inmorales a los profetas, que se había desarrollado en todas las religiones anteriores. Como consecuencia, el islam absolvió a los profetas de tales falsas acusaciones y corrigió todos los errores que no eran más que un resultado de la manipulación y de la intervención del ser humano en los textos divinos. El islam declara que todos los profetas se manifestaron como parte de la misma cadena y fueron enviados por el mismo Ser Divino. Por ello, aceptar al profeta del islam incluye reconocer a todos los mensajeros anteriores y por el contrario rechazar al profeta del islam o a cualquier profeta anterior implica rechazarlos a todos.

Este Mensajero Nuestro cree en lo que ha sido revelado por su Señor, y así hacen los creyentes; todos ellos creen en Al-lah, y en Sus ángeles y en Sus Libros y en Sus Mensajeros, diciendo: “No hacemos distinción alguna entre ninguno de Sus Mensajeros;” (Corán 2:286)

Asimismo, se recalca en el libro Divino de los musulmanes que todos los mensajeros son una manifestación de Dios en la tierra. Cabe indicar que los profetas son seres humanos y no son copartícipes de la divinidad. Hay una clara distinción entre la omnipresencia de Dios y la tarea de los profetas como sus siervos elegidos. Al mismo tiempo, Dios, a raíz de sus atributos como El Sabio y El Omnisciente, nunca elige como profeta a alguien que no sea digno y capaz de cumplir esa función. Entonces, asociar un pecado o un delito a un mensajero significa en realidad criticar a Dios por haberse equivocado en su elección. Dada esta premisa, Dios instruye en el Sagrado Corán que no debemos menospreciar el rango de los profetas ni levantar calumnias contra ellos.

En verdad, quienes no creen en Dios ni en Sus Mensajeros y desean hacer distinción entre Al-lah y Sus Mensajeros, dicen: “Creemos en unos y no creemos en otros”, y quieren tomar un camino intermedio; (Corán 4:151)

De este modo, cada profeta es elegido por Dios sobre la base de sus virtudes con el fin de servir a su pueblo como un modelo. Por eso, el noble carácter de los profetas es un criterio principal para examinar su veracidad, incluso su vida antes de ser asignado con la misión divina. (Corán 10:17)

A continuación, demostraré, como referencia, algunos ejemplos de la Biblia y la relevante corrección hecha por el Sagrado Corán. Considero que es oportuno expresar que la elección de la Biblia particularmente no busca de ningún modo apuntar contra sus fieles, sino que la alusión a ella se debe a que los profetas bíblicos son más conocidos y relevantes en nuestras sociedades occidentales. A su vez, el islam tiene cronológica y teológicamente una notable relación con este libro canónico:

“Ciertamente este Corán ex­plica a los Hijos de Israel la mayoría de aquello en lo que disputan.” (27:77)

El profeta Adán:

El origen de la fe cristiana se enraíza en el pecado del profeta Adán como resultado de haber comido de la fruta prohibida en el jardín. El tronco de tal doctrina consiste en que el profeta Adán desobedeció a Dios y cayó en la tentación de Satanás.  Como consecuencia de ello, permaneció el pecado inherente en cada ser humano. En síntesis, el profeta Adán generó el defecto en la especie humana y causó el sufrimiento en el mundo. (Génesis Capítulo 3)

No obstante, conforme el islam, la definición del pecado es actuar conscientemente contra la voluntad divina y eso ocurre cuando Dios está ausente en la vida de la persona y se reemplaza este vacío del Divino con los malos impulsos de Satanás. Dado este pretexto, pecar y rebelarse contra el creador contradice la naturaleza de los profetas porque ellos, al contrario, están en cada momento de su vida en la búsqueda de Su amor y Su placer. De hecho, los profetas debido a sus condiciones humanas pueden equivocarse en el momento de tomar ciertas decisiones y, a diferencia de Dios, no son seres perfectos ni omniscientes. Al mismo tiempo, sus fallas no son intencionales, sino que se arraigan en su limitación como seres humanos. Así que, los profetas pueden en teoría errar y evidentemente erraron, pero nunca existe la posibilidad de que abandonen a Dios y cometan un “pecado”.

Por ende, el Corán remarca que el profeta Adán no es culpable de un pecado, sino que solo se equivocó en un asunto:

“En verdad, hicimos previamente un pacto con Adán, y él lo olvidó, pero no lo encontramos decidido a desobedecer.” (Corán 20:116)

Además, se menciona que el profeta Adán después de darse cuenta de su error, se arrepintió y buscó el perdón de su señor. (Corán 2:38)

A su vez, vale destacar que, según el Corán, el árbol no es un elemento literal, sino una simbolización metafórica:

“¿No ves con qué compara Al‑lah una buena palabra? Es como un buen árbol, cuya raíz es firme y cuyas ramas llegan al cielo.“ (Corán 14:25)

En conclusión, el Corán declara al profeta Adán absuelto de toda difamación y refuta la acusación del pecado original contra su persona:

“Ningún alma gana su parte de mal sin llevar su carga sobre sí misma. Y ningún portador llevará la carga de otro.” (Corán 6:165)

El profeta Jesús:

La figura de Jesús es el origen de la fisura entre los judíos y los cristianos. Según los judíos, Jesús nació como un hijo ilegitimo de María y fue crucificado por ser un falso mesías. (Corán 4:157)

En cambio, los cristianos creen que su nacimiento sin padre biológico es una indicación de que él es hijo de Dios y parte de la santa trinidad. Al mismo tiempo, Jesús murió en la cruz como Mesías universal para liberarnos del pecado original que fue provocado por el profeta Adán.

El Sagrado Corán contrarresta ambas posturas y cumple la función de juez en la discrepancia entre judíos y cristianos. Es decir, el profeta Jesús nació de una virgen, sin padre biológico, pero este nacimiento milagroso no conlleva que él sea un ser divino. Jesús era un ser humano y falleció después de una vida larga de una muerte natural. Se desaprueban así ambas acusaciones de los judíos de la siguiente manera:

“Y la paz fue conmigo el día en que nací, y la paz seguirá conmigo el día en que muera, y el día en que sea de nuevo devuelto a la vida”. (Corán 19:34)

Su nacimiento no fue el resultado de una relación ilegítima de su madre María ni su muerte fue maldita por ser un falso mesías. La acusación de haber sido crucificado fue refutada con gran énfasis:

Y por decir: “Hemos matado al Mesías, Jesús, hijo de María, el Mensajero de Al-lah”; cuando en realidad no lo asesinaron, ni lo mataron por crucifixión, sino que apareció ante ellos como crucificado; pero los que discrepan al respecto se encuentran, en verdad, en duda sobre esta cuestión; no tienen un conocimiento directo de ella, sino que sólo se apoyan en conjeturas; pero ciertamente ellos no lo mataron. Por el contrario, Al-lah lo exaltó hacia Él. Pues Al-lah es Poderoso, Sabio.(Corán 4:158,159)

Además, se subraya en varios versículos que el profeta Jesús nunca enseñó el concepto de la trinidad a sus seguidores, sino que era un humilde servidor de Dios que siempre predicaba Su unicidad. (Corán 5:118,119)

En fin, el concepto de la trinidad es una falsa invención hecha en su nombre que surgió y se desarrolló posteriormente entre sus seguidores.

El profeta Abraham:

El profeta Abraham es considerado el padre de las religiones “abrahámicas”, es decir, el judaísmo, el cristianismo y el islam. A pesar de su destacada importancia en las tres religiones, la Biblia lo enjuicia por ser una persona mentirosa:

Y dijo Abraham de Sara su mujer: Es mi hermana.” (Génesis 20:2)

El Sagrado Corán defiende su honor y destaca que él era una persona veraz:

Nárrales la historia de Abraham como se menciona en el Libro. Fue un hombre veraz y un Profeta. (Corán 19:42)

Asimismo, se relata en la Tora que el profeta Abraham abandonó a su hijo por una pelea familiar y por los celos de su esposa Sara. (Génesis Capítulo 21)

El Corán descalifica esta alegación y remarca que el profeta Abraham instaló a su familia en el desierto bajo el plan divino. Dios había decretado que, al culminar el ciclo profético en la progenie de Isaac, el profetazgo se trasladaría a los ismaelitas. De hecho, la manifestación del profeta Muhammad (la paz sea con él) es el resultado de los sacrificios del profeta Abraham y de su hijo Ismael. (Corán 37:108) Tanto es así que el profeta del islam nació en la Meca que es el mismo desierto de “Paran” que se señala en la Tora. (Génesis 21:21)

En resumen, el profeta Abraham no abandonó a su hijo en el desierto por peleas familiares, sino que lo instaló allí a propósito con el fin de encaminar la llegada del profeta prometido entre los ismaelitas. (Corán 2:130)

El profeta Moisés:

La Biblia ataca al profeta Moisés de una manera muy grave y lo inculpa de un homicidio:

Entonces miró a todas partes, y viendo que no parecía nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena.” (Éxodos 2:12)

Según el Corán, el profeta Moisés no lo asesinó deliberadamente, sino que fue un accidente:

Entró en la ciudad cuando la gente aún dormía; encontrando allí a dos hombres que peleaban: uno de su propio pueblo y otro de sus enemigos. El miembro de su propio pueblo le pidió ayuda contra el que perte­necía a sus enemigos. Moisés le golpeó entonces con su puño, causán­dole así la muerte. Dijo: “Esto es obra de Satanás; él es en verdad un ene­migo, un engañador manifiesto.” (28:16)

Asimismo, se relata que el profeta Moisés recibió la ira de Dios porque se había negado a llevar el mensaje de Dios al Faraón:

Y él dijo: ¡Ay, Señor! envía, te ruego, por medio del que debes enviar. Entonces Jehová se enojó contra Moisés… (Éxodos 4:14,15)

Conforme el Corán, el profeta Moisés siempre fue un mensajero leal de Dios y cumplió en cada instancia con sus órdenes. El profeta Moisés jamás se negó a transmitir el mensaje al Faraón, sino que solo pidió la ayuda de su hermano Aarón para esta tarea extraordinaria:

Y mi hermano Aarón es más elocuente que yo hablando; envíalo por tanto conmigo como ayudante para que sea testigo de mi verdad. Temo que me acusen de falsedad”. (28:35)

El profeta Jonás:

Una blasfemia muy parecida se fabrica también contra el profeta Jonás, quien es acusado de haber rechazado llevar el mensaje divino al pueblo de Nínive. Conforme la Biblia, Jonás por el temor de su pueblo, decidió huir de la presencia de Dios y al final fue castigado por el Creador. (Jonás Capítulo 1)

Según el Corán, el profeta Jonás llevó el mensaje de Dios a su pueblo y le advirtió de un castigo divino, pero su pueblo se reformó antes de que sucediera tal profecía. El profeta Jonás desconocía la parte en que Dios cambia Su decreto y perdona a un pueblo si este se reforma tras recibir la amonestación divina. (Corán 10:99) Conforme el Corán, el profeta Jonás, tras haber cumplido su tarea, se apartó de su pueblo por la vergüenza, ya que su profecía no se había manifestado. (Corán 37:140-148)

El profeta Aarón:

Otro ejemplo es el profeta Aarón que, según la Tora, es cómplice de la idolatría que había cometido el pueblo de Israel en la ausencia del profeta Moisés. (Éxodos Capítulo 32)

El Corán refuta esta alegación y recalca que el profeta Aarón era inocente y no era copartícipe de esa transgresión. Su pueblo cometió idolatría a pesar de su exhortación.

Aarón, antes de esto, les había dicho: “Oh, pueblo mío, sólo habéis sido probados por medio de él (el becerro). Pues en verdad el Dios Clemente es vuestro Señor; seguidme pues y obedeced mi orden” … Moisés dijo: “Oh, Aarón ¿qué te impidió, cuando los vistes extraviados, seguirme? ¿Has desobedecido pues, mi orden?”.  Él respondió: “Oh, hijo de mi madre, no me agarres por la barba ni por el cabello. Temí que dijeras: “has provocado la división entre los hijos de Israel y no esperaste mi palabra”. (20:91-95)

El profeta Salomón:

Asimismo, al profeta Salomón es criticado por haber cometido incredulidad y actos de inmoralidad. (1 Reyes, Capítulo 11)

Pero el Corán le responde a esta injuria de una manera muy perspicaz y sofisticada:

Y Salomón no fue un incrédulo, fueron incrédulos los rebeldes, enseñando a las gentes la falsedad y el engaño”. (Corán 2:103)

Se podría continuar con una larga lista de acusaciones y profanaciones contra los profetas. Por ejemplo, supuestamente el profeta Noé se emborrachó hasta tal punto que expuso sus partes íntimas ante sus parientes. (Génesis Capítulo 11) Aún más grave es la acusación contra el profeta Lot a quien se profana de haber tenido relaciones sexuales con sus propias hijas. (Génesis Capítulo 19) Al profeta David se lo acusa de haber cometido adulterio con Betsabé y luego de haber conspirado contra su marido para casarse con ella. (2 Samuel Capítulo 11)

En fin, el Sagrado Corán restaura categóricamente la dignidad de todos los profetas:

Toda alabanza corres­ponde a Al‑lah, y la paz sea con los siervos Suyos a quienes Él ha ele­gido (27:60)

Es decir, toda alabanza pertenece a Dios que nunca se equivoca en sus decisiones y decretos. Y como ejemplo se presenta la elección de sus profetas que recibieron las bendiciones divinas por su vida ejemplar y por cumplir con sus tareas.

Además, se señala que todos los profetas son un reflejo de los atributos divinos. Se presenta al profeta Muhammad como la mejor personificación de este criterio.

Vuestro compañero no ha errado ni se ha extraviado, Ni tampoco habla por su propio capricho. No es sino una revelación pura la revelada por Dios.” (53:3-5)

Al mismo tiempo, se subraya que cada profeta manifiesta esta característica:

Y no hemos enviado a ningún Mensajero, salvo para que fuera obedecido por mandato de Al-lah.” (4:65)

En conclusión, el Sagrado Corán tanto con referencias precisas como con abordajes generales instala el honor que merecen todos los profetas. El Mesías Prometido, Su Santidad Mirza Ghulam Ahmad (la paz sea con él) elabora claramente este punto de la siguiente manera:

De todos los Libros revelados que encontramos hoy en día, sólo el Sagrado Corán cuya afirmación de haber sido revelado por Dios se basa en argumentos irrefutables. El principio que enuncia sobre la salvación corresponde con los dictados de la verdad y de la naturaleza humana. Las doctrinas que propone son tan perfectas y bien fundadas que están enteramente apoyadas por poderosa e irrefutable evidencia. Sus mandatos sólo se basan en la verdad. Sus enseñanzas están completamente libres de adulteración o idolatría, innovación y adoración de criaturas. Es un libro en el que hay un afán desmedido por manifestar la Unicidad y Grandeza de Dios y de enfatizar la perfección de los atributos del Único Dios… Elimina con la ayuda lúcida, todos los defectos, impurezas e irregularidades que infestan las creencias, las prácticas, las palabras y los actos.

(Braheen e Ahmadiyya: Roohani Khaza’in Vol. I, pg. 81- 82)

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