La religión, el islam y la modernidad
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

La vida se ha vuelto cada vez más intrincada y complicada en estos tiempos actuales y la gente busca respuestas a su alrededor. La humanidad, como ya ha ocurrido en el pasado, se encuentra de nuevo en una encrucijada. Debido a los cambios en las condiciones sociales y globales, se ve obligada a reevaluar su perspectiva de la vida. Si no se toman medidas para poner fin a esta confusión, es muy posible que la era actual sea recordada en el futuro como la era de las preguntas sin respuesta. En un intento por encontrar respuestas a algunas de estas preguntas, me gustaría presentarles el mensaje del Mesías de la era moderna para la sociedad contemporánea.

El concepto de Mesías en sí mismo no es nuevo. El cristianismo, el judaísmo y 72 de las 73 sectas del islam se adhieren a la creencia de la venida del Mesías de una forma u otra. Lo que distingue al Ahmadíat, la 73ª secta del islam, es que, mientras los demás aún esperan la llegada del Mesías, los miembros de esta Comunidad creen que el Mesías Prometido ya ha aparecido. De hecho, se manifestó en la figura de Mirza Ghulam Ahmad de Qadian (un pequeño pueblo de la India). Esta Comunidad no profesa una nueva fe, sino que se remonta a la fuente original del islam, es decir, el propio Corán, en todas sus doctrinas y principios.

Hazrat Mirza Ghulam Ahmad de Qadian tenía como misión espiritual la eliminación de mensajes mal dirigidos , falsamente atribuidos a la fe por sus seguidores. Era una especie de mandato de limpieza otorgado por Dios. No añadió a la fe ninguna enseñanza propia nueva, simplemente se esforzó por eliminar los conceptos erróneos que se habían ido deslizando lentamente en sus seguidores a lo largo de los siglos. Se sabe que cuando se transmite un mensaje se altera ligeramente a lo largo del tiempo según sean las opiniones y prejuicios de cada portavoz individual. El resultado suele ser que al final de la cadena de transmisión la forma original y la forma final del mensaje suelen ser distintas. La misión del Mesías Prometido (as) era eliminar la información errónea que se había desviado de la verdad a lo largo de los siglos y llevar de vuelta a los musulmanes a la forma original de la fe. La razón de este punto es que, siguiendo esta línea de razonamiento, se hace evidente que el mensaje del Mesías Prometido (as) para la sociedad contemporánea es también el mensaje del islam para la sociedad contemporánea. Investiguemos ahora este mensaje visto a través de los ojos del Ahmadíat, y usemos sólo como ejemplos el Sagrado Corán y el Profeta Muhammad (sa).

Uno de las acusaciones más comunes contra cualquier mensaje es que se encuentra desfasado. Yo afirmo que este no es el caso. Las condiciones sociales en la antigua Arabia (en la época de Muhammad (sa)) son muy similares a las de los tiempos modernos. Las actividades de un joven en La Meca en aquellos días incluían la bebida, el juego y la promiscuidad sexual. Estas tres actividades también existen hoy en día. Aunque el juego puede haber sido superado por otras preocupaciones sociales, la bebida y la promiscuidad sexual todavía ocupan un lugar destacado en la sociedad actual.

La antigua Arabia fue también parte importante en la lucha por la dominación mundial. También hoy en día, varios países o bloques de países compiten por esa supremacía.

En aquellos tiempos, la violencia se instigaba a la más mínima provocación con venganzas que cruzaban los límites generacionales. Esto es paralelo a la situación actual de guerras territoriales que se prolongan durante años, con partidos rivales que se enfrentan entre sí por cualquier asunto menor.

En un plano ligeramente diferente, tal como hoy ocurre, la gente se preocupaba por el medio ambiente. Esto se evidencia en la práctica de la gente acaudalada de aquellos días, que enviaban  a sus jóvenes bajo el cuidado de la gente de la tribu que vivía en el desierto para que se criaran al aire libre.

El mensaje del islam para la sociedad contemporánea no es más que una parte de todo el mensaje del islam. Es extremadamente difícil separar los dos y para comprender el primero, hay que entender el contexto del segundo. El mensaje en sí mismo se basa en los siguientes tres principios: 1) La unidad de Dios, 2) El objetivo de la existencia humana, y 3) La dignidad e igualdad del hombre.

El primer principio, es decir, la unidad de Dios, es el eje sobre el que giran las enseñanzas y doctrinas del islam. De aquí procede la unidad fundamental del universo, del hombre y de la vida. El objetivo del islam es establecer un equilibrio y lograr un acuerdo en la relación del hombre con Dios y con el universo a través de un ajuste beneficioso.

El Corán rechaza enfáticamente cualquier doctrina, idea o concepto que pueda directa o indirectamente tender a asociar cualquier otra cosa o ser con Dios como un igual o socio. En el capítulo 112 dice:

“Di: ‘Él es Al’lah, el Único: Al’lah, el Independiente e implorado por todos. No engendra, ni es engendrado, y no hay nadie que sea igual a Él’”.

Dios es el único Creador, y el Corán le describe en el versículo 39:63-64 de la siguiente manera:

“Al’lah es el Creador de todas las cosas, y Él es el Guardián de todas las cosas. A Él pertenecen las llaves de los cielos y la tierra”.

El Corán profundiza con gran nivel detalle en los numerosos atributos de Dios. Por ejemplo: Él es el Creador y Sustentador de todos los mundos y los conduce etapa por etapa hacia la perfección; Él es el Misericordioso, Quien ha hecho provisión para el cumplimiento del propósito de la creación del hombre y del universo; Él es el Misericordioso, Quien hace que los resultados beneficiosos sigan a la acción virtuosa; y Él es el Maestro del Día del Juicio, Quien solo juzgará y decidirá los castigos y las recompensas.

El segundo principio, es decir, la meta de la existencia humana, ha sido una cuestión debatida por los filósofos desde tiempos inmemoriales. El islam también tiene una opinión sobre este tema. Había un propósito involucrado en la creación del universo. El Corán dice en el versículo 21:17-18:

“Pues no creamos los cielos y la tierra y todo lo que hay entre ambos como pasatiempo. Si hubiéramos deseado encontrar un pasatiempo, seguramente lo habríamos encontrado ciertamente en lo que está en Nosotros, si es que hubiéramos querido hacer una cosa así.”

El propósito de la creación del universo es ayudar al hombre a recibir la impresión de los atributos de Dios y convertirse en una manifestación de ellos dentro de los límites de sus capacidades, es decir, a la imagen de Dios.

Tal vez una distinción que puede hacerse entre la antigüedad y la modernidad es que la continuidad temporal para el cambio dentro de la comunidad mundial se ha alterado drásticamente. Se ha demostrado que la dinámica de los acontecimientos mundiales tiene enormes capacidades de aceleración, como lo demuestran la fragmentación de la Unión Soviética y la caída del Muro de Berlín. En el pasado, el status quo disfrutó de una estabilidad durante períodos de tiempo mucho más largos, mientras que ahora la faz de la tierra cambia continuamente. Muchas personas observan estos cambios a gran escala que nos afectan a todos colectivamente como miembros de la raza humana. Se hace cada vez más difícil detener la marea de la ansiedad personal unida a la incertidumbre global. Aquí es donde entra en juego el desahogo de la oración.

Cuando el alma se ha sobrecargado y necesita consuelo, se vuelve de forma natural hacia su Creador, de quien no tiene secretos. Este impulso natural, que se hace particularmente intenso  en los momentos de dificultad, es en sí mismo una prueba de la existencia de Dios y de la necesidad y posibilidad de establecer una comunión con Él.

Permítanme destacar más claramente este punto. Las respuestas a las preguntas “¿Cuál es el camino correcto?” y “¿Cuál es el camino de Dios?” se engendran más claramente a través de la súplica ferviente. Verán, Dios mismo revelará a su corazón cuál es su camino. El Corán menciona en 2:187:

“Cuando mis siervos te pregunten por Mí, diles: ‘Estoy cerca. Respondo a la plegaria del que suplica cuando Me invoca. Por tanto, deben escucharme y creer en Mí, para que puedan seguir el camino recto.’”

Pasando ahora al tercer principio del mensaje, es decir, a la dignidad e igualdad del hombre, se comprende que hay una tendencia actual a categorizar a los individuos. Esto es a la vez contraproducente y decisivo. En el contexto de este mensaje cada individuo tiene el mismo potencial de alcanzar las más altas cotas de espiritualidad y mundanalidad. La diversidad de razas, colores, idiomas, culturas, riquezas, etc. no confiere ni superioridad ni inferioridad. Ningún individuo puede reclamar honor o prestigio basándose en la pertenencia a una determinada tribu o ciudadanía en un determinado país. El Corán lo deja claro y afirma sobre esto que la verdadera fuente de honor a los ojos de Dios es una vida virtuosa.

El Corán menciona en 21:108 que el Profeta había sido enviado como una manifestación de la misericordia de Dios para la humanidad. Por esta razón, los adherentes de esta fe tienen al Profeta Muhammad (sa) en la más alta estima posible para un mortal. Sin embargo, el Profeta se esforzó por inculcar a sus seguidores que él mismo era un hombre como ellos.

En sus últimos días, una de las principales preocupaciones del Profeta era que temía que los musulmanes, al morir, le asignaran una posición más alta que la de otros seres humanos, como habían hecho los seguidores de otros profetas. Por eso, durante este período de su vida, no dejó de insistir una y otra vez en que no era más que un hombre al que Dios había dado una revelación para guiar a la humanidad. Evidencia de esta preocupación fue expresada en su discurso final, pronunciado en el valle de Arafat, en las afueras de La Meca. Entre otras cosas, el Profeta afirmó que los seguidores de la fe debían vivir sus vidas de acuerdo con los mandamientos de Dios, que debían tratar a las mujeres con la debida consideración y cuidado, observando plenamente sus derechos, los mismos que tienen los hombres, y por último, que todos los seres humanos son iguales, independientemente de su estatus individual, y que nadie puede reclamar ningún privilegio o superioridad sobre otro.

Con la gravedad y la seriedad expresadas hasta ahora, tomemos un respiro momentáneo. De vez en cuando es necesario echar un vistazo al lado más ligero de la vida, como lo demuestra el propio Profeta. Consideremos algunos ejemplos.

Se cuenta que el Profeta desafió una vez a su esposa Aisha a una carrera a pie, y que ella ganó. Un año después la retó a una revancha y esta vez ganó él. Después se rió y dijo, “Aisha, ahora estamos en paz”.

También se cuenta que una vez un pobre hombre fue encontrado culpable de cierta ofensa y el Profeta le impuso una multa en forma de distribución de caridad. Desafortunadamente, el hombre era tan pobre que no tenía el dinero disponible para pagar la multa. Sucedió que el Profeta recibió una canasta de dátiles de otro Compañero para ser distribuida en caridad. El Profeta se dirigió al pobre hombre y le dijo que distribuyera la cesta entre los necesitados. El hombre respondió: “Señor, no conozco a nadie más merecedor de caridad que yo mismo”. El Profeta se rió y dijo: “Pues bien, toma la cesta para ti y eso te bastará como castigo”.

Así, a pesar de la pesada carga de responsabilidad que había sido puesta sobre los hombros del Profeta, todavía tuvo tiempo para entretenerse con el humor. Es una herramienta que no tiene precio y si más de uno nosotros comenzara a usarla, nuestros niveles de estrés disminuirían tanto en el trabajo como en casa.

Habiendo cubierto el amplio aspecto del mensaje, me gustaría ahora enfatizar algunos aspectos específicos que son de mayor relevancia hoy en día.

Un gran punto de partida para tratar con los problemas de las masas que enfrentamos hoy en día, es darse cuenta de que todos somos hermanos y hermanas. Puede sonar simplista, pero todos somos descendientes de los mismos dos individuos, es decir, Adán y Eva. Las condiciones globales contribuyeron a que nos pusiéramos en marcha en diferentes direcciones para ocupar nuestros pequeños nichos dentro de la vasta tierra. Nos desarrollamos aislados unos de otros y en algún punto del camino, perdimos de vista nuestra herencia común. Todos somos hijos de Dios y por lo tanto todos somos miembros de la hermandad universal del hombre. Una vez que esta comprensión se establece, nuestras diferencias aparentemente insuperables caen por el camino y en su lugar son reemplazadas por un sentido de propósito común.

La marea actual de intolerancia también debe ser frenada. La política de enajenación a través de la diferencia ha afectado a nuestra forma de pensar. Debemos reforzar las cualidades de la tolerancia, la paciencia, el perdón y el respeto mutuo, especialmente en el campo de la fe y en nuestro trato personal. El islam aborda estas preocupaciones y ofrece las sugerencias que se enumeran a continuación.

En esta fe, aunque la Unidad de Dios es la piedra angular, el Profeta amonestó a los musulmanes a usar un lenguaje duro contra los ídolos adorados por los habitantes de La Meca ya que esto podría incitarlos a blasfemar contra Dios. El lema “No hagas a los demás lo que no te gustaría que hicieran a ti” ayuda a describir el espíritu de esta instrucción.

En el ámbito de las relaciones internacionales, las relaciones interreligiosas también son importantes. Se cree que, dado que la fe es un asunto privado de cada persona, no debe tener ningún papel en la discusión de asuntos sociales o políticos. Se trata de un error porque las creencias comunes pueden utilizarse como instrumentos eficaces para promover la unidad y el acuerdo. El tema recurrente entre las diferentes creencias de entendimiento y respeto mutuo se invita a sí mismo al escenario de las relaciones internacionales. Examinemos ahora brevemente lo que la fe islámica dicta respecto a otras creencias y sus seguidores.

En 5:70 del Corán vemos:

“Ciertamente los que han creído, los judíos y los sabios y los cristianos, los que creen en Dios el último día y actúan con justicia, no sufrirán ningún daño ni se afligirán”. 

Así, la fe establece un campo de juego uniforme para todas las creencias. También en 2:257 observamos:

“No ha de existir coacción en la religión. Ciertamente, lo recto ha quedado separado de lo erróneo; así, quien se niegue a ser conducido por los pecadores, y crea en Al’lah, ha agarrado con seguridad una empuñadura fuerte, que no tiene grietas.” 

El objetivo de estos dos versículos  es lograr una reconciliación entre los seguidores de diferentes religiones y fomentar una base de respeto y honor mutuo entre ellos. Además, la creencia y la fe son asuntos de conciencia, y la conciencia no puede ser obligada.

Notarán que en el mensaje hay un continuo cambio de énfasis entre los niveles intraindividuales e interindividuales. Esto es deliberado porque pone de relieve la necesidad de asegurar que ambos estados estén en armonía. Es necesario que una persona tenga paz interior y un propósito personal. Sin embargo, esto debe estar equilibrado por una visión saludable hacia los demás, porque debe interactuar constantemente con ellos. El hombre ha sido definido a menudo como un animal social, así que el propósito de este mensaje es hacer de él un ser social. Sus necesidades deben ser satisfechas en ambos niveles para que sea completo.

Es lamentable que el mensaje del islam haya sido tergiversado y se considere inflexible e intolerante hacia otras creencias. Me gustaría presentar un último ejemplo que describe la actitud de esta fe hacia los demás. El ejemplo implica la puesta en práctica de los principios adoptados por esta fe por el propio Profeta, ya que nadie podría interpretar mejor el mensaje del islam que él. Ikramah, el hijo de Abu Yahl, había causado numerosas bajas entre los musulmanes en la batalla de Uhud. Se había dado cuenta de que un paso mal vigilado era el talón de Aquiles de las fuerzas musulmanas. Bajo su mando, el consiguiente ataque del ejercito de la Meca a través de esta brecha resultó en un número extremadamente alto de víctimas musulmanas. Años más tarde, cuando La Meca cayó ante los musulmanes, Ikramah huyó a la costa, y entonces su esposa fue a ver al Profeta y le preguntó si su marido podía volver a La Meca y profesar su creencia en los ídolos. El Profeta respondió que la fe era una cuestión de conciencia, y la conciencia era libre.

Así, en el momento de la caída de La Meca, a pesar de todas las dificultades que el Profeta Muhammad y sus seguidores habían soportado – los años de persecución espiritual y dificultades físicas, así como la pérdida insensata de vidas de sus Compañeros en La Meca por el simple crimen de profesar su creencia en un solo Dios;  todo fue dejado de lado por el Profeta y el perdón fue concedido a todos en el nombre de Dios.

Ningún relato de este mensaje estaría completo sin mencionar a la familia. La familia es la unidad básica de la sociedad humana. Es el campo de entrenamiento para el mundo de mañana. Es el primer vínculo que un niño tiene con este mundo y por lo tanto es esencial que se enfatice el mantenimiento de esta institución. Los cimientos se establecen a través del matrimonio y la estructura que se pone es la de los niños. Los padres deben asegurarse de que los valores que tienen sus hijos son los que ellos mismos tienen y no los que se recogen en las calles. La verdadera riqueza de un hombre y una mujer es su descendencia, que a su vez puede convertirse en su mayor fuente de alegría o tristeza, dependiendo en gran medida del esfuerzo que se ponga en su cuidado. Uno de los dichos del Profeta fue el siguiente: “El mejor de vosotros es el que mejor trata a su familia”.

Volvamos nuestra atención al último tema de este artículo: El estatus de la mujer en el islam. Debido a la extensa naturaleza del tema (sólo el Corán tiene más de 40 versos que tratan específicamente de los asuntos de la mujer), trataré de darles sólo una visión general de este tema.

Como ya se ha mencionado, el Profeta ordenó a los hombres musulmanes que trataran a las mujeres con amabilidad y respetaran plenamente sus derechos, en correspondencia con los derechos que tenían los hombres. A las mujeres se les concedieron puestos de dignidad y honor como prescribían los títulos de madre, esposa, hija, hermana, etc. Sus derechos fueron reconocidos por primera vez en la historia religiosa en los ámbitos de la propiedad, la herencia, la independencia, la custodia de los hijos, la aprobación del cónyuge antes del matrimonio y la autodeterminación.

Alguien preguntó una vez a Aisha (la esposa del Profeta) sobre el comportamiento de su marido en el hogar. Ella respondió que él ayudaba en las tareas domésticas, remendaba su propia ropa, arreglaba sus zapatos y era un compañero amable y cariñoso. ¡Caballeros, sus esposas nunca les dejarán olvidar ese ejemplo!

El Corán se dirige a los hombres y su tratamiento de las mujeres en 4:20 de la siguiente manera:

“Convivid con ellas con benevolencia, pues, si no os gustan, es posible que no os guste algo en lo que Dios ha puesto un gran bien.” 

Así, contrariamente a la creencia popular, los hombres no tienen rienda suelta para hacer lo que quieran y les plazca en su trato con las mujeres.

Se cuenta que un grupo de Compañeros del Profeta llegaba tarde durante un viaje. También había mujeres en la caravana. Cuando los camelleros trataron de acelerar el paso para recuperar el tiempo perdido, el Profeta les llamó la atención, diciendo: “Cuidado con el cristal”. Esta referencia a las mujeres como cristal implica que son delicadas y sensibles y que se debe tener el mayor cuidado en otorgarles la dignidad, el honor y la posición que les corresponde por nacimiento.

Se ha presentado mucha información en este artículo, y dependerá de ustedes reflexionar sobre ella en su tiempo libre. Me gustaría terminar con algunas reflexiones finales.

Es fácil mirar los árboles y perder de vista el bosque y viceversa. El mensaje que se les transmite como miembro de la sociedad contemporánea tiene muchas facetas diferentes. Sin embargo, hay que tener en cuenta que todos son partes del todo. La belleza del mensaje del islam radica en el hecho de que los principios enunciados pueden ser adoptados en cualquier parte del mundo, independientemente de la ubicación geográfica, la afiliación religiosa, el género, los antecedentes raciales o la condición social. Estos principios son aplicables tanto a nivel personal como interpersonal. Contribuyen a resolver los problemas individuales y globales preocupantes de forma pacífica y equitativa.

El proceso de cambio debe comenzar en el interior. Debe comprenderse que la fe y la creencia son cuestiones personales y que aquellos que buscan la verdad deben hacer el viaje solos. Esto se debe a que nadie puede imponer sus puntos de vista sobre los demás. Las opiniones de los demás, aunque no se esté de acuerdo con ellas, deben ser respetadas. Por lo tanto, conviértanse en seres humanos bondadosos y ya habrán empezado a encontrar las respuestas a sus preguntas.

Este es el mensaje del islam para la sociedad contemporánea. Todo el propósito de la venida del Mesías Prometido (as) era difundir este mensaje entre la humanidad. El propio Mesías Prometido dijo:

“Aquel que hace una distinción entre Muhammad (sa) y yo, no me ha reconocido.” 

Les pido que reflexionen sobre este mensaje, y no importa el camino que elijan, que la luz de Dios, que la sociedad contemporánea busca tan desesperadamente, brille sobre ustedes.

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