La vida del Santo Profeta (sa)
Otros relatos de la “Batalla de Uhud” y un llamamiento más para oraciones
SERMÓN DEL VIERNES, 26 de ENERO de 2024.
Pronunciado en la MEZQUITA MUBARAK de Islamabad (Tilford, Surrey), Reino Unido.
Después de recitar el Tashahud, el Taawwuz y el Surah Al-Fatihah,
Hazrat Mirza Masrur Ahmad, Jalifatul Masih V (atba), dijo estas palabras:
Las narraciones sobre las heridas sufridas por el Santo Profeta Muhammad (sa) en la “Batalla [de Uhud]” son las siguientes:
Según un relato de Hazrat Ibn Abbas (ra), en esos momentos el Santo Profeta (sa) manifestó:
“La ira de Dios es severa sobre una persona a quien el Mensajero (sa) mata en el camino de Dios y la ira de Al’lah se vuelve muy dura contra una nación que hace sangrar el rostro del Profeta de Dios (sa)”.
Hay una narración de Tabarani según la cual, cuando el Santo Profeta Muhammad (sa) resultó herido, este exclamó:
“La ira de Al’lah es extremadamente estricta con la nación que daña el rostro bendito del Mensajero de Dios (sa)”.
Luego, tras un tiempo, declaró:
“¡Oh Al’lah, perdona a mi nación porque no saben [lo que están haciendo]!”.
Esta historia también se encuentra en los “Sahihain” [las colecciones más auténticas de hadices] de (“Al Bujari” y “Muslim”) [y se dice] que el Santo Profeta (sa) siguió repitiendo:
“¡Oh Al’lah, perdona a mi nación porque no saben [lo que están haciendo]!”.
Así, su misericordia, que reflejaba completamente los colores Divinos de Dios Altísimo, logró prevalecer incluso en tal condición, [o sea], cuando estaba herido y sangrando.
A pesar de esto, oró [lo siguiente]:
“La ira de Dios estalla cuando la gente oprime a Su Mensajero y Amado (sa). Sin embargo: ¡Oh Al’lah, la opresión que están cometiendo se debe a su falta de conocimiento y necedad! Por favor perdónalos y no envíes Tu ira sobre ellos debido a sus errores”.
¡Oh Al’lah, bendice a Muhammad (sa) y al pueblo de Muhammad (sa)!
¡Qué demostración de bondad y misericordia!
[Entretanto, en] “Sahih al-Bujari” [se] recoge [este mismo incidente] de esta manera, [donde] Hazrat Abdul’lah Bin Masud (ra) afirma:
“Es como si viera al Profeta de Dios (sa) incluso ahora mismo, cuando estaba narrando la condición de un profeta cuya nación lo golpeó profusamente hasta que quedó ensangrentado. [En ese instante], se limpiaba la sangre de la cara y decía sin parar: ‘¡Oh Al’lah, perdona a mi nación porque ellos no saben [lo que están haciendo]!’.”
Respecto a esto, Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) escribe en su libro “La vida y el carácter del Sello de los Profetas (sa)” que:
“Al llegar al paso de montaña, con la ayuda de Hazrat Ali (ra), el Mensajero de Dios (sa) limpió sus heridas. [Entretanto y] con gran dificultad, Hazrat Abu Ubaidah bin Al-Yarrah (ra) utilizó sus dientes para extraer dos anillas que se habían incrustado profundamente en la mejilla del Profeta (sa) y, en ese esfuerzo, dos de sus propios dientes se rompieron. En ese momento, las heridas del Santo Profeta Muhammad (sa) sangraban mucho y, al ver la sangre, el Mensajero de Al’lah (sa) proclamó con gran dolor: ‘¿Cómo prosperará un pueblo que ha manchado el rostro de su Profeta con su propia sangre, solo por el crimen de que los llama hacia Dios?’. Tras esto, el Santo Profeta (sa) guardó silencio durante algún tiempo y después dijo: ‘¡Oh mi Al’lah, perdona a mi pueblo, porque ha cometido este error por ignorancia y no saben [lo que están haciendo]!’.
[Asimismo], se cuenta que en esta ocasión se reveló el siguiente versículo [Sagrado Corán, 3:129]:
‘A ti nada te incumbe en el asunto:
Él puede volverse hacia ellos con misericordia o castigarlos, porque son malvados’.”
Además nos dice:
“Fátima al-Zahra (ra), que había salido de Medina al oír las terribles noticias sobre el Mensajero (sa), vino a Uhud poco después; y en cuanto llegó comenzó a lavar las heridas del Santo Profeta Muhammad (sa), aunque la hemorragia no cesaba. Finalmente, Hazrat Fátima (ra) quemó una estera de paja y aplicó sus cenizas a la herida del Profeta (sa) y fue solo entonces cuando dejó de sangrar”.
En ese momento, otras mujeres también ayudaron a los Compañeros (ra) heridos, obteniendo así una [buena] recompensa.
Hazrat Jalifatul Masih II (ra) relata dicho incidente de esta manera:
“Durante la ‘Batalla de Uhud’, una piedra golpeó el casco del Mensajero de Dios (sa) y las anillas [del mismo] se le clavaron en su rostro. [Como consecuencia de ello], quedó inconsciente y cayó sobre los cuerpos de los Compañeros (ra) que [ya] habían sido martirizados mientras luchaban a su alrededor. Tras ello, los cadáveres de algunos otros Compañeros (ra) cayeron encima de su cuerpo bendito y la gente pensó que lo habían matado. Sin embargo, cuando le sacaron de la zanja y recobró el conocimiento, no pensó en que el enemigo lo había herido, roto los dientes, martirizado a [miembros de] su familia, a sus seres queridos y amigos, sino que, al recobrar la consciencia oró: ‘¡Señor mío, esta gente no ha podido reconocer mi condición, así que ten piedad de ellos y perdona sus pecados!’.”
También se habla de la aparición de ángeles que lucharon durante la “Batalla de Uhud” [y, al respecto], Hazrat Sad bin Waqqas (ra) describe que:
“El día de Uhud vi a dos hombres a la derecha y a la izquierda del Santo Profeta Muhammad (sa). Vestían ropas blancas y luchaban ferozmente. Nunca había visto a esas dos [personas] antes de esto, ni [las vi] con posterioridad. En realidad eran Hazrat Yibril [Gabriel] (as) y Hazrat Mikael [Miguel] (as)”.
Baihaqi informa de esto y más tarde Muyahid hace lo propio, [en el sentido de que]:
“Los ángeles solo lucharon durante la ‘Batalla de Badr’.”
[Aquí] Baihaqi quiere decir que, cuando los musulmanes desobedecieron al Santo Profeta (sa) y no se mantuvieron firmes a la hora de seguir sus órdenes, en ese momento los ángeles no lucharon. Esto se refiere a los que guardaban el paso de montaña, ya que mientras mostraron ejemplo de obediencia y permanecieron pacientes, los ángeles les protegían; pero cuando se volvieron impacientes, entonces los ángeles retiraron su velo [de protección].
[De todos modos], Al’lah sabe mejor [lo que pasó].
En relación a esto, Muhammad bin Umar (ra) ha contado de sus mayores acerca de las siguientes palabras de Dios Altísimo:
“Sí, si permanecéis firmes y virtuosos…”], cosa que no hicieron, ya que no permanecieron pacientes y se alejaron, razón por la que no les llegó la ayuda”.
También ha narrado que:
“Sus mayores dijeron que, cuando Musab bin Umair (ra) fue martirizado, un ángel con su misma figura se apoderó del estandarte y que los ángeles aparecieron ese día, aunque no lucharon”.
Al describir esas escenas, Hazrat Hariz bin Assimah (ra) declara:
“El día de la ‘Batalla de Uhud’, el Mensajero de Al’lah (sa) se encontraba en el valle y me preguntó por Hazrat Abdur Rahman bin Auf (ra), a lo que respondí: ‘Lo vi junto a la ladera de la montaña’. El Santo Profeta (sa) proclamó entonces: ‘Los ángeles ciertamente están luchando junto a él’.
Y Hazrat Hariz (ra) continúa diciendo:
“Cuando regresé junto a Abdur Rahman [ra] vi a siete incrédulos que yacían muertos a su alrededor, así que le dije: ‘Tu mano derecha ha tenido éxito’. ¿Los mataste a todos tú mismo?’; y respondió: ‘A estos les maté yo, pero a aquéllos los mató gente de la que ni siquiera fui testigo’. [Por lo que] exclamé entonces: ‘¡Qué cierta era la palabra de Dios y de Su Mensajero (sa) en el sentido de que los ángeles le estaban ayudando!’.”
Ibn Sad ha relatado [lo siguiente] con la autoridad de Hazrat Abdul’lah bin Fazl bin Abbas (ra), quien aseguró que:
“Una vez que el Santo Profeta (sa) otorgara el estandarte a Musab bin Umair [ra] y este fuera martirizado, un ángel a semejanza de Musab [ra] se apoderó de la bandera. Ante esto, el Mensajero (sa) exclamó: ‘¡Oh Musab, avanza’. El ángel se volvió hacia él y le contestó: ‘No soy Musab’; y el Santo Profeta Muhammad (sa) se dio cuenta de que se trataba de un ángel y que estaba siendo ayudado por ángeles”.
[Por su parte], Muhammad bin Zabit nos cuenta que:
“El Santo Profeta (sa) exclamó el día de la ‘Batalla de Uhud’: ‘¡Oh Musab, adelante!’. Entonces, Abdur Rahman bin Auf (ra) dijo: ‘¡Oh Mensajero de Al’lah (sa), ¿[Acaso] no ha sido martirizado Musab?’. El Santo Profeta (sa) respondió: ‘Ciertamente así es, pero un ángel ha sido designado en su lugar y se le ha dado su nombre’.”
[Luego], Alamah Ibn Asakir narra bajo la autoridad de Sad bin Abi Waqqas (ra), quien atestiguó:
“En el día de la ‘Batalla de Uhud’ fui testigo de que cuando disparaba una flecha, una hermosa persona vestida de blanco me la devolvía. No lo reconocí y al final supe que era un ángel”.
[Por otro lado], Umair bin Ishaq (ra) manifiesta que:
“El día de la ‘Batalla de Uhud’, la gente se había dispersado [de alrededor] del Profeta (sa) y mientras Hazrat Sad [ra] estaba a su lado disparando flechas, un joven las recuperaba y se las volvía a dar; [o sea], cada vez que disparaba una flecha, el joven la recogía; y decía: ‘¡Oh Abu Ishaq, que vuelen tus flechas!’. Cuando terminó la batalla, no pudo encontrar a aquel joven por ninguna parte, ni nadie sabía quién era”.
[Por otro lado], Alamah Baihaqi ha dicho [lo siguiente] bajo la autoridad de Urwah (ra), quien declaró:
“De acuerdo con la promesa de Al’lah de ‘y Dios ciertamente había cumplido Su juramento’, que a causa de su paciencia y rectitud Él les ayudaría con 5.000 ángeles, de hecho cumplió esa palaba. No obstante, cuando no siguieron las instrucciones del Mensajero de Dios (sa) al abandonar sus filas y los arqueros, por su deseo mundanal, no prestaron atención a las órdenes del Santo Profeta Muhammad (sa) de no dejar sus filas y posición, la ayuda de los ángeles fue retirada y Al’lah reveló el versículo:
‘Y en verdad Al’lah cumplió con vosotros Su promesa
cuando los poníais en fuga y los derrotabais con Su permiso’.
Fue entonces cuando Dios Altísimo cumplió Su palabra y les mostró la victoria, aunque cuando no siguieron las instrucciones los puso en una prueba”.
En uno de sus sermones, [Hazrat Mirza Tahir Ahmad], Jalifatul Masih IV (rh), contó este incidente y que:
“Los Compañeros (ra) dijeron que el día de la ‘Batalla de Badr’ presenciaron a los ángeles vestidos con turbantes negros y en uniforme; y al contemplar a los ángeles en diferentes circunstancias, [ciertamente] se les vio usando turbantes negros”.
Cuando se compilaron los relatos, se [deduce que se] quedaron atónitos. Sin embargo, tal y como explicó el Santo Profeta (sa) [con ‘atacad con vehemencia’], eso había sido decretado y fue exactamente lo que sucedió.
De manera similar, los ángeles que fueron vistos durante la “Batalla de Uhud” llevaban turbantes rojos como señal. El color rojo transmite un mensaje de dolor y en verdad los Compañeros (ra) nunca habían experimentado tanto sufrimiento en toda su vida como durante dicha batalla, debido a las heridas sufridas por el Profeta (sa). [Es más], recibieron noticias de dolor, una tras otra, y quedaron hundidos en la angustia. Por lo tanto, como señal [de empatía] de los ángeles durante esta batalla, el color seleccionado, es decir, el rojo, representaba un rasgo de dolor, sangre y angustia.
Hay muchos incidentes que resaltan la determinación y el altruismo de los Compañeros (ra) durante esta batalla, y cómo se sacrificaron para proteger al Mensajero (sa).
Según Hazrat Anas bin Nadr Ansari (ra), hay una narración en la que Hazrat Anas bin Malik (ra) relata:
“Mi tío, Hazrat Anas bin Nadr Ansari (ra), no pudo participar en la ‘Batalla de Badr’, por lo que dijo: ‘¡Oh Mensajero de Al’lah (sa), estuve ausente en la primera batalla en la que luchasteis contra los idólatras! ¡[Ahora], si Dios Altísimo me permite combatir contra los idólatras en la batalla, seguramente [Al’lah] verá lo que haré!’.
Así, el día de la ‘Batalla de Uhud’, cuando los musulmanes se dispersaron a lo largo y ancho de la zona de combate, puso de manifiesto:
‘¡Oh Al’lah, te pido disculpas por lo que han hecho!’. Se refería a sus compañeros, o sea, a los musulmanes que se habían dispersado. Más tarde afirmó: ‘Me considero inocente ante Ti de lo que han hecho’, es decir, refiriéndose a los idólatras. Luego salió y se encontró con Hazrat Sad bin Muaz (ra) y le dijo: ‘¡Oh Sad bin Muaz, el Paraíso!’; y [el Santo Profeta Muhammad (sa)] afirmó: ‘¡Por el Señor de Nadr, huelo su dulce fragancia de Uhud!’. [Presto], Hazrat Sad (ra) respondió: ‘¡Oh Mensajero de Dios (sa), entonces no he podido hacer todo lo que él llevó a cabo!’; (y cuando estaba mencionando este incidente al Santo Profeta –sa-), [Hazrat Sad (ra)] añadió: ‘La forma en que luchó heroicamente y sin miedo, yo no pude hacer lo mismo’.”
Hazrat Anas [bin Malik] (ra) continúa diciendo:
“Hallamos más de 80 heridas en él por golpes de espadas, lanzas y flechas. Cuando lo encontramos, ya había sido martirizado y los idólatras ya habían mutilado su cuerpo. Nadie fue capaz de reconocerle salvo su hermana”, (y [el propio] Hazrat Anas -ra-, quien lo hizo por la marca de una huella dactilar).
Hazrat Anas [bin Malik] (ra) prosigue:
“Sentimos que el siguiente versículo había sido revelado en relación a él y otros como él [Santo Corán, Surah Al-Ahzab, 33:24]:
‘Entre los creyentes hay hombres que han respetado la alianza que hicieron con Al’lah’.”
Ibn Ishaq afirma que Hazrat Anas bin Nadr (ra), el tío de Hazrat Anas bin Malik (ra), pasó junto a un grupo de “Muhayirin” que estaban sentados y entre los que estaban Hazrat Talhah bin Ubeidul’lah (ra), Hazrat Umar bin al-Jattab (ra), etc. y algunos “Ansar”. [En ese momento], Hazrat Anas [bin Nadr (ra)] les preguntó por qué estaban sentados y respondieron que el Santo Profeta (sa) había sido matado. Hazrat Anas [bin Nadr (ra)] contestó: “Entonces, ¿de qué sirve vivir? Deberíais partir de este mundo como él lo hizo”. Dirigió entonces su atención hacia los incrédulos y luchó valientemente hasta que fue martirizado. [Por eso, con posterioridad] Hazrat Anas bin Malik (ra) recibió su nombre.
[El propio] Hazrat Anas bin Malik (ra) ha contado que:
“Ese día encontramos a Anas bin Nadr y su cuerpo tenía 70 heridas. Nadie pudo reconocer su cadáver, excepto su hermana y lo hizo por la yema de los dedos”.
[Sobre este episodio], Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) escribe:
“Por aquel entonces se desató una guerra muy peligrosa y fue una época de grandes pruebas y tribulaciones para los musulmanes. Como ya se ha mencionado anteriormente, al oír la noticia del [‘supuesto’] martirio del Profeta (sa), muchos Compañeros [ra] perdieron el ánimo, bajaron la guardia y se fueron a un lado del campo de batalla. Hazrat Umar (ra) también se encontraba entre estas personas. [En esa ocasión], esta gente estaba sentada a un lado de la zona de combate y cuando un Compañero llamado Hazrat Anas bin Nadr Ansari (sa) llegó [allí por casualidad], al verlos comenzó a decir: ‘¿Qué hacéis aquí?’. Ellos respondieron: ‘El Mensajero de Al’lah (sa) ha sido martirizado. ¿Qué se gana ahora en la batalla?’; y Hazrat Anas [bin Nadr (ra)] contestó: ‘¡Esta es la hora de combatir, para que nosotros también podamos alcanzar la muerte que ha llegado al Santo Profeta Muhammad (sa)! Pues, ¿qué placer hay en la vida después de la pérdida del Mensajero de Dios (sa)?’.
Entretanto, Hazrat Sad bin Muaz (ra) se presentó ante él y Hazrat Anas [bin Nadr] (ra) declaró: ‘Sad, puedo oler la fragancia del Paraíso desde esta montaña’. Tras esto, Hazrat Anas [bin Nadr] (ra) penetró en las filas enemigas y fue martirizado en la batalla. Tras el enfrentamiento, se descubrió que su cuerpo había sufrido más de ochenta heridas y nadie podía reconocer su cadáver. Finalmente, su hermana lo identificó por una marca en un dedo”.
Asimismo, Hazrat Jalifatul Masih II (ra) ha aludido a este [incidente] de la siguiente forma:
“El tío de Hazrat Anas bin Malik [ra] también estuvo presente en la ‘Batalla de Uhud’ y demostró un gran valor, [ya que] luchó valientemente y repelió innumerables ataques de los incrédulos contra el Santo Profeta (sa). Con posterioridad, cuando tomaron el control y alcanzaron la victoria, los musulmanes reunieron a los prisioneros de guerra y se dedicaron a recoger el botín y las provisiones, [aunque] el enemigo ignorante lo califica de saqueo”.
Hazrat Musleh Maud (ra) explica [además] que:
“Cuando terminó el enfrentamiento y estaban recogiendo el botín de guerra, los enemigos [del Islam] etiquetaron esto como saqueo y pillaje, mientras que eso no fue saqueo [en absoluto], sino más bien una forma de debilitar al enemigo. No obstante, pensó que su trabajo estaba hecho. Estaba hambriento en ese momento y tenía algunos dátiles con él. Se alejó del campo de batalla y, dando zancadas de alegría por la victoria, empezó a comerse algunos de ellos. Mientras comía dátiles y daba saltos de felicidad, fue a un lado y vio una roca sobre la que Hazrat Umar (ra) estaba sentado y llorando. Hazrat Anas [bin Nadr] (ra) lo vio y se sorprendió, ya que ese era un día de júbilo, de estar contentos y de animarse unos a otros. ¿Por qué lloraba en semejante ocasión? Entonces, se dirigió a Hazrat Umar (ra) diciendo: ‘¿De qué va todo esto? Hoy es un día para alegrarse porque Al’lah ha concedido la victoria a los musulmanes y ¿tú te sientas aquí a llorar?’.
[Ante esto], Hazrat Umar (ra) replicó: ‘¡Quizá no te han llegado noticias de lo que ha ocurrido tras obtener la victoria!’. [Por eso] preguntó qué había pasado, a lo que Hazrat Umar (ra) respondió: ‘El ejército enemigo vino hacia nosotros por la retaguardia y nos atacó de nuevo. Esto provocó la dispersión del contingente musulmán y el martirio del Profeta (sa)’. [Entonces], el Compañero Ansari (ra) proclamó: ‘Umar, ni siquiera entonces hay razón para llorar’.
[Pues bien], le quedaba un dátil en la mano, lo tiró al instante y exclamó -dirigiéndose al dátil-: ‘Entre tú y mi Dios’…, (quizá se dirigió a Hazrat Umar -ra- o al dátil), [es decir]: ‘Entre tú y mi Dios no hay nada más que este dátil’. A continuación se volvió hacia Hazrat Umar (ra) y afirmó: ‘Umar, si el Mensajero de Al’lah (sa) ha sido martirizado, ¿qué nos queda en este mundo? Nosotros también deberíamos ir a donde él ha ido’. [Así], dicho esto, tomó su espada y por su cuenta se lanzó al ataque contra el ejército enemigo, que se contaba por millares; aunque, ¿qué podía hacer un hombre contra miles [de combatientes]? [Por tanto], fue atacado desde todas direcciones y cayó como un mártir. Tras la batalla, cuando el Profeta (sa) envió a un grupo para buscarlo, encontraron su cuerpo [cortado] en 70 trozos; y, según algunas narraciones, este quedó irreconocible. Al final, su hermana -u otro pariente- lo identificó por una marca en el dedo”.
Más tarde, mencionando este mismo incidente en otra ocasión, Hazrat Musleh Maud (ra) escribe:
“Durante la ‘Batalla de Uhud’, cuando corrió el rumor de que el Santo Profeta Muhammad (sa) había sido martirizado, él (o sea, el tío de Hazrat Anas bin Malik -ra-) vio a Hazrat Umar (ra) sentado y llorando en un pequeño montículo, y le preguntó: ‘Umar, ¿qué te pasa? ¿Por qué lloras cuando los musulmanes han obtenido la victoria?’. Hazrat Umar (ra) replicó: ‘¿No te has enterado? El Santo Profeta (sa) ha sido martirizado’. Cuando el tío de Hazrat Anas [bin Malik] (ra) oyó esto, estaba comiendo dátiles en ese momento. [Pues bien], solo le quedaba un dátil en la mano que tiró [al suelo] diciendo: ‘¿Hay alguna otra barrera entre mi Señor y yo?’. Entonces, debido a su amor por él [el Mensajero de Dios (sa)], le dijo a Hazrat Umar (ra) con desdén: ‘Umar, si el Mensajero (sa) se ha ido al otro mundo, ¿por qué estás aquí sentado llorando? Le seguiremos hasta donde esté’. [Presto], fue solo y atacó a un ejército de 3.000 hombres. Los incrédulos tal vez pensaron que estaba loco. [Sin embargo], luchó valientemente hasta que fue martirizado. Al terminar la batalla, cuando fueron a buscarlo, lo encontraron en 70 pedazos; y cada miembro estaba amputado”.
Hazrat Musleh Maud (ra) ha mencionado datos sobre su martirio en varios lugares, [en los que] a veces se [exponen] con detalle y otras lo hace brevemente. [Así pues], en un caso expone:
“En un hadiz se menciona que Hazrat Anas bin Nadr (ra) era un Compañero Ansari que por error fue dejado atrás en la ‘Batalla de Badr’ y no tuvo la oportunidad de participar [en ella. Más tarde], al enterarse de las hazañas de dicho combate por boca de los que habían participado en el misma, se apasionó [muchísimo], se levantó y empezó a ir de arriba para abajo diciendo: ‘¡Ay, si tengo la oportunidad, mostraré a todos cómo debe sacrificarse un creyente!’. Por eso participó en la ‘Batalla de Uhud’.
[Pues bien], cuando de repente el enemigo atacó por la retaguardia, los musulmanes perdieron el equilibrio, les hicieron retroceder y los empujaron a bastante distancia del campo de batalla. El Profeta (sa) se quedó solo y, debido a que los incrédulos le lanzaban piedras, resultó herido. Estas heridas le hicieron caer sobre otros que habían sido matados, [por lo que], al ver la gente que el Santo Profeta Muhammad (sa) se había desvanecido durante un breve periodo, pensaron que había sido martirizado. De ahí que algunas personas corrieran inmediatamente a Medina, que estaba a poca distancia, e hicieran saber que el Santo Profeta (sa) había caído mártir. [Al mismo tiempo], a la gente que había quedado en la zona del enfrentamiento, a poca distancia de allí, esta noticia le cayó como un rayo; y entre ellos se encontraba Hazrat Umar (ra), [quien] estaba sentado y llorando en una roca.
Entretanto, Hazrat Anas bin Nadr (ra) pasó junto a él y, como no había comido nada antes del enfrentamiento, estaba tomando unos dátiles. Él había abandonado el campo de batalla en un momento en que los musulmanes habían salido victoriosos y derrotado a los incrédulos. No obstante, Hazrat Umar (ra) había dejado la zona del combate después de que el enemigo lanzara otro ataque por la espalda y el Mensajero de Dios (sa) resultara herido a causa de ello y cayera al suelo. Algunos de los Compañeros (ra) pensaran que había sido martirizado. En consecuencia, esta fue la razón por la que Hazrat Umar (ra) lloraba mientras que Hazrat Anas bin Nadr (ra) estaba feliz por la victoria [anterior] que habían logrado. Por consiguiente, a Hazrat Anas (ra) le pareció bastante extraño que Hazrat Umar (ra) estuviera llorando. [Entonces], lo miró con asombro y le dijo: ‘Umar, ¿es este un momento para alegrarse o para llorar? Dios Altísimo ha concedido la victoria a los musulmanes y debemos alegrarnos por ello’. Hazrat Umar (ra) levantó la cabeza y mientras lo miraba declaró: ‘Anas, tal vez no lo sepas, pero la suerte de la batalla cambió por completo, [ya que] el enemigo salió de detrás de la montaña y atacó una vez más; e incapaz de contrarrestar ese ataque, el ejército musulmán se dispersó y el Profeta (sa) fue martirizado’.
En ese instante, Hazrat Anas bin Nadr (ra) sostenía su último dátil, lo tiró al suelo y proclamó: ‘Aparte de esta dátil no hay nada más que se interponga entre mi Amado y yo’. Entonces miró a Hazrat Umar (ra) y le contestó: ‘Si lo que dices es cierto, ni siquiera entonces es ocasión para llorar, pues debemos prepararnos para ir a donde ha partido nuestro querido [Mensajero -sa-]’. Tras decir esto, sacó su espada de la vaina y se adentró en las líneas enemigas. En todo caso, ¿cómo podría un solo hombre enfrentarse a un ejército de cientos? Al poco tiempo, su cuerpo fue cortado en pedazos y [quedó] esparcido por el suelo. [Más tarde], cuando Al’lah concedió la victoria [final] a los musulmanes, el Santo Profeta Muhammad (sa) les ordenó buscar a Hazrat Anas bin Nadr (ra) y la gente le informó que no podían localizarlo por ningún lado. El Santo Profeta (sa) volvió a dar instrucciones de que lo buscaran de nuevo y, en ese momento, su hermana llegó corriendo al campo de batalla tras escuchar la impactante noticia de que el Mensajero de Al’lah (sa) había sido martirizado. [En ese instante], vio las extremidades cortadas de un cuerpo y se dio cuenta de que era su hermano, Hazrat Anas bin Nadr (ra), al reconocer uno de sus dedos, y presto informó [de ello] al Profeta (sa). [Pues bien], este era el amor que los Compañeros (ra) tenían por el Mensajero (sa)”.
Continuaré mencionando esto en el futuro, si Dios quiere.
[Petición de oraciones]:
Orad especialmente estos días por los áhmadis de Yemen, que están pasando por momentos extremadamente difíciles.
De manera similar, pedid por la Ummah musulmana, [para] que Dios Altísimo una [a los musulmanes] como a una sola [entidad] e infunda en ella la razón y la comprensión.
Rezad [además] por el estado del mundo en general, pues se está dirigiendo rápidamente hacia la guerra.
¡Que Al’lah tenga piedad [de nosotros]!
Después de la oración [del viernes], dirigiré dos oraciones de funeral de cuerpo ausente:
La primera mención es la del respetado Dr. Hafiz Abdul Hamid Gamanga Sahib, quien ejercía como Naib Amir de Sierra Leona y que falleció el 13 de enero, a la edad de 45 años y por decreto de Dios, tras una breve enfermedad:
“¡En verdad, a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos!”.
Por la gracia de Al’lah era “musi”.
[Por su parte], Musa Maiwah Sahib, el Amir de Sierra Leona, nos dice:
“El Dr. Gamanga Sahib era el mayor contribuyente de ‘Chanda Wasiyat’ en toda Sierra Leona. [Aparte], cuando hice un llamamiento a los miembros a fin de que compraran el terreno para la nueva ubicación de nuestro ‘Yalsa Gah’, el Dr. Sahib hizo la mayor contribución y donó 10.000 dólares estadounidenses antes de su fallecimiento. [También], el Dr. Sahib dedicó cinco años de su vida a trabajar en el marco del ‘Proyecto Nusrat Yahan’ [plan de ayuda a la educación y salud de varias naciones africanas]. Inicialmente fue destinado a Nigeria, pero mientras se procesaba el papeleo, un médico de Pakistán fue destinado allí, por lo que [entonces] tuvo la oportunidad de trabajar en un hospital de Freetown. Sirvió con mucha diligencia y el salario que recibía del hospital durante este tiempo lo devolvía al [mismo] hospital, lo que ayudó a repararlo y renovarlo. La cantidad total fue de 200.000 leones”.
(Tenía un gran amor por el Jalifato, [aunque] lo que más lamentó en su vida fue no haber podido reunirse con el Jalifa de la época. [Ciertamente], hizo un gran esfuerzo para reunirse conmigo, aunque no pudo conseguir el visado. Lo intentó dos veces).
[El Amir de Sierra Leona prosigue]:
“Durante su servicio médico, ofrecía tratamiento gratuito a aquellos pacientes que se encontraban en dificultades económicas. [Al mismo tiempo], ayudó a muchos estudiantes áhmadis cuyos padres no podían pagar las tasas universitarias. Era un hombre digno de confianza y trabajador, y que siempre ayudaba a los demás”.
Estaba casado con Caddy Yatta Gamanga, la hermana menor de Tommy Kallon Sahib, quien reside aquí [en el Reino Unido]. Tuvo dos hijos: un hijo y una hija; uno tiene aproximadamente 3 o 4 años y el otro 2.
Saeed-ul-Hassan Shah, uno de los misioneros de allí, cuenta:
“Poseía muchas cualidades, de las que yo he sido testigo personalmente. Cuando Musa Maiwah Sahib fue nombrado nuevo Amir, el Dr. Gamanga Sahib fue miembro clave de su equipo. Obtuvo un título de especialista en ginecología en Kenia y luego vino a Sierra Leona. Una de sus cualidades era que trabajaba incansablemente, [porque] lo hacía día y noche, olvidando por completo que su esposa e hijos lo estarían esperando. Era un ‘Hafiz-e-Corán’ y recitaba el Libro Sagrado con una voz muy hermosa. En el último Ramadán dirigió las oraciones de ‘tarawih’ en nuestra sede y los miembros lo disfrutaron mucho. La humildad fue otra gran cualidad del Dr. Sahib, [ya que] siempre recibía a todos con una sonrisa, ocultando su enfermedad y su dolor a los demás”.
Safeer Ahmad Sahib, quien [también] sirve como misionero, relata:
“El Dr. Sahib poseía muchas cualidades y era muy conocido en la zona. Dios Altísimo le había bendecido con la capacidad de curar. La gente lo visitaba para recibir tratamiento y no solo les daba medicación física, sino además cura espiritual, hablándoles sobre las enseñanzas de la Comunidad [Musulmana] Ahmadía.
El difunto era regular en sus oraciones diarias, en la observancia de los ayunos y en la oración de ‘tahayud’. Pagaba sus contribuciones financieras a tiempo. Dejaba de lado su trabajo secular y siempre respondía a cualquier labor de la Yamat si era requerido. Mostraba gran respeto a los trabajadores de la Comunidad y a los misioneros. [De la misma manera], prestaba especial atención a la oración del viernes y la ofrecía en la mezquita de Port Loko”.
Abdul Haye Karoma Sahib, que desempeña la función de segundo Naib Amir, señala que:
“El Dr. Gamanga Sahib fue miembro del comité para la traducción del Santo Corán al mende, el idioma local de Sierra Leona. Era regular en sus cinco oraciones diarias y en la observancia de la oración de ‘tahayud’, y una persona consagrada en su verdadera esencia. Después de terminar su obligaciones en el hospital donde trabajaba, iba al hospital áhmadi y trabajaba hasta la [oración de] ‘maghrib’ y a continuación iba a la casa de la misión; se quedaba allí hasta altas horas de la noche y finalmente regresaba a casa.
A menudo veía sueños verdaderos que se hacían realidad. De acuerdo con las instrucciones del Jalifa de la época, había elaborado un plan educativo para una década para que en el futuro la Yamat [en su país] tuviera muchos miembros capacitados. Como Naib Amir, yo tenía un vínculo muy estrecho con él. Entre sus buenas cualidades estaban su amor por la Comunidad, el cumplimiento de los derechos de Dios y los derechos de Su creación, la generosidad, la humildad y los sacrificios financieros”.
[Por otra parte], Alwami Cisse Sahib dice:
“Ingresó en la ‘Yamiatul Mubashirin’ de Sierra Leona en 1989 y completó su educación en 1991. Siempre aprobaba con calificaciones muy altas. Comenzó a memorizar el Sagrado Corán donde fue destinado por primera vez y memorizó de forma independiente la totalidad del mismo. Más tarde comenzó la guerra civil y todos los misioneros paquistaníes destinados allí se vieron obligados a partir. Entonces, el Dr. Sahib vino a Freetown y continuó trabajando como misionero. Durante este tiempo, desempeñó el cargo de presidente interino del cabildo local de allí. [Entretanto], algunos artículos fueron enviados desde la sede (central, es decir, desde aquí), a Sierra Leona. Los rebeldes se enteraron de esto y atacaron la casa de la misión. Nos escondimos en el techo pero me apresaron (dice el que cuenta esto). Me apuntaron con una pistola a la cabeza y me dijeron que les diera las llaves del almacén; y cuando nos dimos cuenta de que las circunstancias eran muy peligrosas, el Dr. Gumanga, que tenía las llaves, bajó inmediatamente y se las entregó. Los rebeldes tomaron algunas cosas y se fueron”.
[También] Khalid Mahmood Sahib narra:
“El Dr. Sahib tenía un gran amor y sinceridad por el Jalifato. Era una persona verdaderamente sincera y muy respetuoso con todos. Era compasivo con [los miembros de] la Yamat. Mostraba respeto tanto a los mayores como o a aquellos menores que él. Aceptaba siempre cualquier propuesta para el avance de la Comunidad. Decía que siempre deben haber personas sinceras en la Yamat que dediquen cada momento al progreso de la misma.
Hay muy pocas personas que honestamente pueden distinguir el bien del mal [y él era una de ellas]. El Dr. Sahib era una persona valiente y sin miedo. Hablaba con palabras hermosas y con todo el mundo, y lo hacía con tono suave. Dejaba todo para ofrecer la oración. Incluso si alguien le hablaba con dureza, él le respondía con gentileza, recordándole que un áhmadi no debía hablar de esa forma”.
“Lallna Imail’lah UK” está construyendo un hospital materno en Sierra Leona. Por la gracia de Al’lah, este es un gran proyecto. [En este sentido], la antigua presidenta de “Lallna”, la Dra. Farihah, fue [una vez] a ver los avances y nos cuenta que:
“Observé que era extremadamente beneficioso para la humanidad”. (Conoció al Dr. Sahib cuando fue a ver el hospital). “[El Doctor] hizo sugerencias muy valiosas sobre el Hospital de ‘Lallna’ y más tarde me enseñó el hospital público. Su pasión para servir a la humanidad realmente me impactó. A pesar de las condiciones desfavorables, saludaba a los innumerables pacientes que acudían a él con una sonrisa en el rostro y les mostraba una gran empatía. Tenía una gran determinación por servir a los habitantes pobres de su país”.
También pensó que le destinarían al hospital de maternidad una vez terminado, aunque Dios Altísimo tenía Su propio plan.
Su esposa escribe:
“Mi marido era una persona piadosa, un áhmadi sincero y devoto de nuestra Yamat. Siempre dio prioridad a la Comunidad sobre sus asuntos personales. Antes de ir a Senegal para su tratamiento, me dijo: ‘Tenemos plena fe y confianza en Dios. Eso lo es todo para nosotros. Así que, pase lo que pase, no preocuparos’. A menudo atendía gratuitamente a sus pacientes y a los áhmadis, y se preocupaba mucho por ellos. Además, supe de muchas de las cualidades de mi marido por medio de otras personas tras su fallecimiento. Doy fe que ofrecía regularmente las cinco oraciones diarias y las oraciones de ‘tahayud’. Siempre calculaba cuánto le correspondía [pagar] por su ‘Wasiyat’ y realizaba sus contribuciones. Todos los años, en Ramadán, recitaba el Santo Corán entero al menos una vez y me animaba a hacer lo mismo. Fue un gran marido y un gran padre, y nos hizo muy felices”.
¡Qué Al’lah muestre misericordia, conceda el perdón al fallecido y eleve su posición!
¡Qué Él sea el Ayudante y Protector de su esposa e hijos!
La siguiente mención es Tahirah Nazir Begum, también conocida como Tahirah Rashiduddin. Era esposa de Chaudhry Rashiduddin, misionero de la Comunidad. Falleció recientemente.
“¡Ciertamente, a Dios pertenecemos y a Él volveremos!”.
Por la gracia de Al’lah, era “musia”.
Su familia se adhirió al Ahmadíat a través de su abuelo paterno, Hazrat Chaudhry Ghulam Hussain. Del mismo modo, su abuelo materno, Hazrat Chaudhry Ghulam Haidar Dhariwal (ra) también fue Compañero del Mesías Prometido (as). Como ya he mencionado, era la esposa de Chaudhry Rashiduddin. En diciembre de 1958, su “nikah” fue anunciado por Maulana Yalaluddin Shams en presencia de Hazrat Musleh Maud (ra), que dirigió la oración en silencio.
Ella [misma] menciona uno de sus sueños [de esta manera]:
“En 1980 tuve la oportunidad de asistir como delegada al ‘Majlis-e-Mushawarat’ [órgano consultivo de la Yamat]. El Tercer Jalifa (rh) estaba presente en la reunión y en dicho ‘majlis’ surgió la discusión sobre quién se encontraba entre los Compañeros [del Mesías Prometido (as)] y quién no en función de su edad. Luego, cuando volví a casa, me dije con pesar: ‘¡Oh Al’lah, si hubiera estado presente en ese momento, yo también estaría entre los Compañeros (ra)’.
En aquel momento, tuve un sueño en el que me encontraba junto al Mesías Prometido (as) y él estaba en mi casa tumbado sobre su lado derecho. Me acerqué y me quedé junto a su almohada. [Entonces], el Mesías Prometido (as) me miró con gran amor y preguntó: ‘¿Qué te trae por aquí?’. Yo contesté: ‘Su Santidad, deseo darle un masaje’. El Mesías Prometido (as) me dio su mano derecha y se la masajeé durante bastante tiempo. A continuación, el Mesías Prometido (as) se dirigió al patio para la oración de ‘maghrib’. Yo también fui al patio y vi a multitud de personas, algunas incluso encaramadas a las ventanas y a los pasillos para verle. [Presto], pregunté a la gente: ‘¿Cómo sabíais que el Mesías Prometido (as) estaba en mi casa?’; y me contestaron: ‘¿Cómo es posible que el Mesías Prometido (as) venga a tu casa y nosotros no nos enteremos?’.
[También] había una anciana de Chak 37 que estaba haciendo ‘rotis’ [pan a mano]. Me dirigí a ella y le dije: ‘¡Deja los rotis, el Mesías Prometido (as) ha venido a mi casa! Ven a verle’.”
Después de esto comentó:
“En el ‘Shura’ se concluyó que aquellos que vieron al Mesías Prometido (as) se contaban entre los Compañeros. [Al final, en el sueño], el Mesías Prometido (as) se quedó en mi casa dos días y una noche, así que eso me convierte en Compañera suya, [lo cual] es por la gracia infinita de Dios Altísimo. ¿Cómo puedo estarle agradecida?”.
Su hijo, el Dr. Aleemuddin, que vive aquí y ha sido Amir [de la Comunidad] en Irlanda y actualmente vive [en el Reino Unido], nos explica que:
“Al’lah concedió a nuestra madre innumerables virtudes. Entre ellas destacaban su conexión con Dios, su amor personal hacia Dios Altísimo y la aceptación de sus oraciones por parte del Creador (en otras palabras, recibía revelaciones). Sentía un amor y afecto por los Jalifas del Ahmadíat, que siempre fueron [muy] relevantes [para ella] a lo largo de su vida, y se esforzó para que sus hijos sintieran lo mismo.
Durante nuestra infancia, ella siempre mencionaba a alguna persona mayor. No se trataba de alguien importante desde el punto de vista mundano, sino que [hablaba] de los Jalifas; o, por lo general, la oíamos hablar de mujeres destacadas. Nuestra madre siempre pedía oraciones a estas personas mayores. [Al mismo tiempo], el hecho de que fuera dada a la plegaria no significaba que no pidiera oraciones a los demás; de hecho, acudía a otras [personas] y se las pedía.
Aparte de esto, el aspecto más destacado de nuestra madre era el respeto que profesaba a la Yamat. Una vez, en nuestra casa, uno de nuestros parientes lejanos pronunció unas palabras indecorosas [sobre la Comunidad]. Normalmente, la gente se calla cuando oye cosas así, pero mi madre le respondió duramente de inmediato. Primero lo detuvo y luego lo corrigió. En nuestra familia era bien sabido que se podía ceder cuando se trataba de disputas familiares, pero la lealtad que profesaba por la Yamat nunca le permitía dejar que se la criticara.
Su marido, Chaudhary Rashiduddin, dedicó su vida y fue misionero, viajó dos veces a África para realizar tareas de propagación. [Más tarde] permaneció en Pakistán y dedicó todos sus esfuerzos a la crianza de sus hijos. Recuerda que cuando se trataba de nosotros, sus hijos, ella siempre conocía a nuestros amigos personales, quiénes eran y qué clase de personas eran. Siempre nos decía que no nos hiciéramos amistad con cualquiera, sino con aquellos chicos de nuestra zona que fueran virtuosos y buenos en sus estudios.
Algo de lo que fui testigo yo mismo fue que a menudo se hacía amiga de aquellas mujeres que tenían una conexión de amor con Dios y ella misma decía que no disfrutaba sentándose con gente mundana, sino que prefería a esas personas que eran sencillas y se interesaban por la fe”.
Su hija Zubda Sahiba afirma que, [de hecho su otra hija, Abida Sahiba, lo hace también]:
“Desde que tenemos uso de razón, a nuestra madre la vimos entregada a la adoración, [siendo] piadosa, sociable y amable. Rezaba con gran fervor y ofrecía con pasión oraciones voluntarias y ‘tahayud’ [oraciones voluntarias de antes del amanecer]. Siempre que había algún problema, se encerraba en su habitación y permanecía en postración durante largos periodos de tiempo. Asimismo, experimentó [las típicas] épocas de dificultades financieras a las que se enfrenta un consagrado, aunque soportó esos periodos con paciencia, tolerancia y dedicación mientras ponía su confianza en Dios Altísimo y Le rezaba. También tuvo el honor de realizar el Hall, [por lo que] Al’lah cumplió este deseo suyo. [Aparte], hizo el ‘Itikaf’ once veces [tiempo de reclusión y devoción realizado en la mezquita durante el los diez últimos días del mes de Ramadán]”.
[Finalmente] sus hijas señalan:
“Las mujeres que vinieron [a dar el pésame] mencionaron especialmente su amabilidad, su buenas costumbres y su sociabilidad. Estudiaba sobre todo libros religiosos y le gustaba especialmente leer libros sobre la vida del Santo Profeta Muhammad (sa). Prestaba especial atención a la oración de los viernes y llegaba a la mezquita varias horas antes a fin de ofrecer oraciones voluntarias”.
Uno de sus hijos, Saleemuddin Sahib, que es misionero y actualmente ejerce de “Nazir Umure-Amma” en Rabwah, cuenta:
“Mi madre era la esposa de un consagrado y su ‘nikah’ (como he mencionado antes) fue anunciado por Yalaluddin Shams y Hazrat Musleh Maud (ra) dirigió la oración en silencio. Su padre (el de Tahira Sahiba) solía contar el incidente relacionado con esto: [o sea], que el ‘nikah’ de su hija iba a tener lugar con otra persona y que ya se habían hecho todos los preparativos. Maulana Abul Ata Jalandhari (ra) iba a anunciar el ‘nikah’ en la Mezquita Nusrat de Rabwah. Todos los invitados habían llegado, pero Hazrat Maulana Abul Ata Jalandhari (ra) anunció el ‘nikah’ de todos excepto el suyo, diciendo que como era un consagrado, su ‘nikah’ sería anunciado por Hazrat Musleh Maud (ra) o tendría lugar en su presencia. Sin embargo, después de algún tiempo, la parte de la chica con la que se iba a casar le hizo saber su negativa y entonces tuvo lugar su ‘nikah’ con Tahira Sahiba, y este matrimonio resultó ser muy bendito”.
Era asidua a ofrecer contribuciones financieras, [por lo que un día] el secretario de finanzas de [la Comunidad de] Canadá le escribió:
“Vi en un sueño que abría el registro y estaba contabilizando las contribuciones financieras cuando Tahira Rashiduddin Sahiba vino y se sentó a mi lado. Le dije que si ofrecía cinco mil dólares a ‘Tehrik-e-Yadid’, su nombre se incluiría en el registro de los que [donan] cinco mil [dólares canadienses] y ella expresó en el sueño su disposición a hacerlo”.
En ese momento estaba de visita en Pakistán y, cuando regresó, le contó el sueño y le dijo que esperaba que hiciera precisamente eso. [Así pues], cuando se lo contó, [Tahirah Sahiba] ofreció inmediatamente cinco mil dólares. [“Alhamdolil’lahe” que] Dios le había concedido una buena posición financiera.
¡Qué Dios Altísimo le conceda el perdón y la misericordia, y permita a sus hijos continuar el legado de sus virtudes!
