Jalifas guiados – Hazrat Abu Bakr (ra)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
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Jalifas guiados – Hazrat Abu Bakr (ra)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

SERMÓN DEL VIERNES, 10 DE JUNIO DE 2022.

Pronunciado en la Mezquita Mubarak de Islamabad (Tilford, Surrey), Reino Unido.

Después de recitar el Tashahud, el Taawwuz y el Surah Al-Fatihah,

Hazrat Mirza Masrur Ahmad, Jalifatul Masih V (atba), dijo lo siguiente:

En cuanto a las narraciones relacionadas con la vida de Hazrat Abu Bakr Siddiq (ra), se mencionaba la Batalla de Yamamah y otros detalles de la misma son los siguientes:

Hazrat Abu Said Judri (ra) relata que escuchó a Abbad bin Bishr decir: “¡Oh Abu Said! Cuando terminamos [la expedición militar] de Buzaja, esa noche vi en un sueño como si los cielos se hubieran abierto y luego se cerraran sobre mí. Esto implica el martirio”. Abu Said respondió: “¡InshAl’lah [si Dios quiere]! Pase lo que pase será lo mejor”. Y continúa diciendo: “Yo lo observé el día de [la Batalla de] Yamamah. Llamaba a los ‘Ansar’ [musulmanes residentes de Medina mayores de 40 años] para que vinieran hacia él y, posteriormente, 400 hombres volvieron hasta él. Entre estos hombres, Bara bin Malik, Abu Duyana y Abbad bin Bishr iban a la cabeza y siguieron avanzando hasta llegar a la puerta del huerto. Más tarde, contemplé a Abbad bin Bishr después de que hubiese sido martirizado. Tenía muchas marcas de espada en la cara y lo reconocí por una marca particular en su cuerpo”.

 También hay relatos en relación con Hazrat Umm-e-Ammarah (ra), que fue una de las Compañeras con un valor enorme en la historia del Islam. Su nombre era Nusaibah bint Kab. Además, participó en la Batalla de Uhud y luchó con la mayor intrepidez. Hasta que los musulmanes no salieron victoriosos, ella siguió llenando los odres de agua y se los entregó a la gente para que bebiera de ellos. Sin embargo, cuando se enfrentaron a la derrota, se presentó ante el Santo Profeta Muhammad (sa) y estaba vestida completamente con una armadura; y cuando los incrédulos avanzaban hacia el Profeta (sa), ella los detenía con su espada y sus flechas. En este sentido, el propio Santo Profeta (sa) exclamó más adelante: “Durante la Batalla de Uhud, la vi luchar en todos los flancos”.

Cuando Ibn Qamiah llegó al Mensajero de Al’lah (sa), Umm-e-Ammarah (ra) se adelantó y lo detuvo, pero  él la golpeó, lo que la dejó con una profunda herida en el hombro, aunque ella también empuñó su espada. No obstante, resultó ineficaz ya que él llevaba dos capas de armadura. De todas formas, este es el estatus de Umm-e-Ammarah (ra) en la historia, quien además cuenta que su hijo, Abdul’lah, mató a Musailimah Kazzab. Asimismo, ese día, Hazrat Umm-e-Ammarah (ra) participaba en la Batalla de Yamamah y su brazo fue cortado durante la misma; y la razón por la que Hazrat Umm-e-Ammarah (ra) participó en dicho combate ha sido explicada de la siguiente manera: cuando el Santo Profeta Muhammad (sa) falleció, el hijo de esta, Habib bin Zaid, estaba en Omán junto con Hazrat Amr bin Al-Aas (ra). Cuando dicha noticia llegó a Hazrat Amr (ra), regresaron de Omán y se cruzaron con Musailimah en el camino. Hazrat Amr (ra) ya se había adelantado y Habib bin Zaid y Abdul’lah bin Wahab iban detrás. Musailimah capturó a ambos y les dijo: “¿Dais testimonio de que soy el mensajero de Al’lah?”. Entonces, Abdul’lah bin Wahab replicó: “¡Yo sí!”. Ante esto, Musailimah ordenó que se le pusieran grilletes con cadenas de hierro, ya que no le creía y pensaba que lo había dicho para salvar su vida. A pesar de eso, Musailimah se dirigió a Habib bin Zaid y le preguntó: “¿Das testimonio de que soy el mensajero de Al’lah?”; y él respondió: “¡No puedo oírte!”. Ante esto, volvió a decir: “¿Das testimonio de que Muhammad [sa] es el Mensajero de Al’lah?”; y respondió que sí.

Entonces, Musailimah emitió una orden, cuyo resultado fue que finalmente fue desmembrado, pues cada vez que se le preguntaba: “¿atestiguas que soy el mensajero de Al’lah?”; él replicaba: “¡No puedo oírte!”; aunque cada vez que se le inquiría: “¿Atestiguas que Muhammad (sa) es el Mensajero de Al’lah?”, él respondía que sí. Al final, esto continuó hasta que cortó sus extremidades una por una: sus brazos fueron cortados por los hombros, también le amputaron las piernas por encima de las rodillas y luego le prendieron fuego. Entretanto, durante toda esta prueba, ni él ni Musailimah se movieron de sus posiciones, hasta que [Hazrat Habib bin Zaid] fue martirizado en el fuego. Sin embargo, según otra narración, cuando Hazrat Habib (ra) llevó la carta a Musailimah, lo mató allí mismo cortándole los miembros uno a uno y lo hizo arrojar al fuego; y cuando Hazrat Umm-e-Ammarah (ra) recibió la noticia del martirio de su hijo, juró que se enfrentaría a Musailimah y ella misma lo mataría, o sería martirizada en el camino de Dios.

Posteriormente, cuando Hazrat Jalid bin Walid (ra) preparó el ejército para ir a Yamamah, Hazrat Umm-e-Ammarah (ra) fue a Hazrat Abu Bakr Siddiq (ra) pidiendo permiso para participar en ella y Hazrat Abu Bakr (ra) declaró: “Nada puede impedir que una mujer como tú vaya a participar en la batalla. Ve en el nombre de Al’lah”.

Otro de sus hijos, Abdul’lah, también participó en dicho enfrentamiento y ella narra que:

“Cuando llegamos a Yamamah, tuvo lugar una feroz batalla. Los ‘Ansar’ pidieron ayuda y los demás musulmanes llegaron en su auxilio. Cuando alcanzaos la puerta de la finca, se produjo una avalancha en la puerta de la misma, mientras que nuestro enemigo estaba reunido a un lado, donde estaba Musailimah. Entramos a la fuerza y luchamos contra ellos durante un tiempo. ¡Por Dios que no he visto a nadie defenderse hasta el punto en que lo hicieron! Entonces traté de buscar y encontrar a Musailimah, el enemigo de Al’lah; y juré por Dios que si lo veía no lo dejaría ir: o yo lo mataba o él me mataba a mí. Los combatientes estaban luchando unos con otros y sus espadas chocaban entre sí, como si todos se hubieran quedado sordos y lo único que podían escuchar fuera el sonido de las espadas golpeando. Luego vi al enemigo de Al’lah y lancé un ataque sobre él, aunque [en ese momento] una persona apareció delante de mí, me golpeó la mano y me la cortó. No obstante, por Dios que , no titubeé en absoluto y continué hasta que pude llegar hasta ese desgraciado y lo vi tirado en el suelo; pero también vi allí a mi hijo Abdul’lah, que lo había matado”.

 En otra narración de Hazrat Umm-e-Ammarah (ra) se menciona además:

“Mi hijo Abdul’lah estaba limpiando su espada con su paño cuando le pregunté si había matado a Musailimah y respondió: ‘Sí, madre’; e hice una prostración de agradecimiento ante Al’lah”. Luego, Hazrat Umm-e-Ammarah (ra) proclamó: “¡Dios ha cortado la raíz del enemigo! Luego, cuando terminó la batalla y volví a casa, Hazrat Jalid bin Walid (ra) me trajo un médico árabe. Me trató con un poco de aceite hirviendo y, por Al’lah, que este tratamiento fue más doloroso para mí que el hecho de que me cortaran la mano. De todas formas, Hazrat Jalid bin Walid (ra) me cuidó mucho y nos trató muy bien. Siempre tuvo en cuenta nuestros derechos y siguió las instrucciones del Santo Profeta (sa) en relación con nosotros”.

Por su parte, Abbad dijo:

“¡Oh, abuela mía! ¿Hubo muchos heridos durante la Batalla de Yamamah?”, (le preguntó); y ella respondió: “Sí, hijo mío; y el enemigo de Dios fue asesinado, aunque todos los musulmanes fueron heridos. Yo misma fui testigo de cómo mis dos hermanos fueron heridos hasta tal punto que parecía que no les quedaba ningún signo de vida. Al final, la gente permaneció en Yamamah durante quince días. Cuando la lucha había terminado, muy pocos ‘Ansar’ y ‘Muhayirin’ pudieron realizar la oración con Hazrat Jalid bin Walid (ra)”.

Además, Hazrat Umm-e-Ammarah (ra) relata:

“Sé que en ese día los Banu Tayy habían sido sometidos a una gran prueba; y precisamente ese mismo día oí a Adi bin Hatim proclamar en voz alta: ‘¡Tened paciencia, tened paciencia! ¡Que mis padres se sacrifiquen por vosotros!’. Además, mi hijo Zaid también luchó muy valientemente ese día”.

En otra narración se menciona que Hazrat Umm-e-Ammarah (ra) fue herida el día que tuvo lugar [la Batalla de] Yamamah. Aparte de una de sus manos cortadas, tenía 11 heridas infligidas por espadas y lanzas, razón por la cual Hazrat Abu Bakr (ra) venía regularmente a preguntar por su bienestar.

Por su parte, Kab bin Ullrah luchó ferozmente ese día y en dicha ocasión la gente se enfrentó a una gran pérdida y huyó de la derrota, hasta el punto de abandonaron al contingente en la parte trasera del ejército y detrás de ellos. Por ello, Kab anunció: “¡Oh ‘Ansar’, oh ‘Ansar’! Venid en ayuda de Al’lah y del Profeta (sa)!”. Mientras anunciaba esto, se acercó a Muhakkim bin Tufail, quien le golpeó y le cortó la mano izquierda. Sin embargo, por Dios que Kab no se vio afectado por eso en absoluto y continuó luchando con su mano derecha mientras su izquierda se desangraba, hasta que llegó a la finca y entró en ella. A continuación, mientras llamaba a Aus, Hayib bin Zaid declaró: “¡Oh Ashal!”. Al oír eso, Zabit exclamó: “En lugar de eso, di ‘¡oh Ansar!’, pues son tanto mi ejército como el tuyo”. Así pues, proclamó: “¡Oh Ansar, oh Ansar!”. Entonces, los Banu Hanifah lanzaron un ataque contra ellos. La gente se dispersó y Hayib bin Zaid mató a dos oponentes, y luego fue martirizado y su puesto fue ocupado por Umair bin Aus, aunque también fue atacado por el enemigo y martirizado.

Por otra parte y con respecto a Abu Aqil,  se narra que era un confederado de los ‘Ansar’ y el día de Yamamah fue el primero en presentarse a la batalla. Allí fue alcanzado por una flecha que le atravesó el hombro y le llegó cerca del corazón; la agarró y la sacó, pero quedó debilitado por la herida. De todas formas, oyó a Man bin Adi decir: “¡Oh ‘Ansar’, reagruparos para atacar al enemigo!”.

Amr continúa su relato diciendo:

“Abu Aqil se levantó para ir hacia su gente y ante esto pregunté: ‘Abu Aqil, ¿qué piensas hacer ahora? Ya no tienes fuerzas para el combate y te has vuelto muy débil’. Él replicó: ‘El anunciador nos ha convocado y ha pronunciado mi nombre’. Y yo dije: ‘Solo han llamado a los Ansar, lo que no incluye a los heridos’. Pero Abu Aqil contestó: ‘Yo soy de los Ansar y seguramente escucharé esta llamada, aunque otros muestren debilidad’.”

 En este contexto, Ibn Umar (ra) informa que:

“Abu Aqil se levantó con gran fuerza, tomó una espada en su mano derecha y gritó: ‘¡Oh Ansar! Reagruparos y atacad como lo hicisteis el día de Hunain’. Por lo tanto, todos se agruparon y formaron una barrera para los musulmanes ante el enemigo, hasta el punto de que pudieron hacer que retrocedieran hasta el huerto. Las dos fuerzas convergieron, es decir, tras entrar [en la finca] se produjo una feroz batalla y las espadas comenzaron a chocar. Yo vi a Abu Aqil y cómo su brazo herido fue seccionado de su hombro y cayó al suelo. Fue herido 14 veces, razón por la cual fue martirizado“.

Ibn Umar (ra) prosigue su relato:

“Cuando me acerqué a Abu Aqil, se encontraba tumbado en el suelo a punto de morir. Le llamé y le dije: ‘¡Oh Abu Aqil!’, y con palabras balbuceantes respondió: ‘¡Estoy aquí!’. Entonces inquirió: ‘¿Quién ha sido derrotado?’; y le respondí en voz alta: ‘Alégrate, porque Musailimah, el enemigo de Dios, ha muerto’. Entonces, mientras levantaba su dedo hacia el cielo, Abu Aqil proclamó: ‘Toda alabanza pertenece a Al’lah y después falleció’.”

Ibn Umar (ra) prosigue su narración:

“Le conté todo este incidente a mi padre, Hazrat Umar (ra), y me comentó: ‘¡Qué Dios se apiade de él! Siempre deseó el martirio y, por lo que sé, se encontraba entre un selecto grupo de Compañeros del Santo Profeta (sa) que aceptaron el Islam muy muy temprano’.”

 Un día, Muyaah bin Murarah -el jefe de los Banu Hanifah y de quien he hablado anteriormente- manifestó:

“Man bin Adi solía venir a verme en vida del Santo Profeta Muhammad (sa) debido a nuestra antigua amistad”. Y Muyaah continúa: “Cuando llegué junto a Hazrat Abu Bakr (ra) en una caravana, tras el final de la Batalla de Yamamah, este se encontraba visitando las tumbas de los mártires con sus compañeros. Yo también le acompañé y, durante ese tiempo, Hazrat Abu Bakr (ra) y sus acompañantes visitaron las tumbas de 70 Compañeros (ra),  y anuncié humildemente: “¡Oh Jalifa del Profeta (sa)! Durante la Batalla de Yamamah no hubo nadie entre los Compañeros (ra) que se mantuviera más firme ante el aluvión de espadas que él, ni vi a nadie que atacara con más fiereza que él. Vi a esta persona -qué Dios tenga piedad de ella- y era mi amigo. Por su parte, Hazrat Abu Bakr (ra) (reconoció quién era y) preguntó: ‘¿Era Man bin Adi?’; a lo que respondí afirmativamente.

Hazrat Abu Bakr (ra) conocía la amistad que tenía con él y proclamó entonces: ‘¡Qué Al’lah se apiade de él! Has mencionado a una persona justa’; y respondí: ‘¡Oh Jalifa del Mensajero de Dios (sa)! Es como si todavía pudiera verlo con mis propios ojos cuando yo estaba atado en la tienda de campaña de Jalid bin Walid (ra). En ese momento, los musulmanes estaban perdiendo su posición hasta el punto de que pensé que no serían capaces de recuperar su enclave y esto es algo que no podía soportar’. Ante esto, Hazrat Abu Bakr (ra) dijo: ‘Por Al’lah, ¿era realmente insoportable para ti?’. [Se le preguntó esto] porque se había convertido en un apóstata y por eso había sido encarcelado”. A pesar de ello, continúa diciendo: “Respondí: ‘Juro por Dios que no podía aceptarlo’; y Hazrat Abu Bakr (ra) respondió: ‘¡Alabo a Dios por ello!’.”

Muyaah continúa diciendo:

“Vi a Man bin Adi que se había atado un paño rojo en la cabeza y volvía a atacar. Su espada la tenía colocada en su hombro, chorreando sangre; y gritaba: ‘¡Oh Ansar, atacad con todas vuestras fuerzas!’. Tras ello, los ‘Ansar’ se reagruparon y atacaron, y el ataque fue tan intenso que el enemigo perdió su posición. Yo estaba haciendo rondas con Jalid bin Walid (ra) y pude identificar a los fallecidos de entre los Banu Hanifah y además vi a los ‘Ansar’ que fueron martirizados y habían fallecido. Al oír esto, Hazrat Abu Bakr (ra) comenzó a llorar hasta que su barba se empapó de lágrimas”.

 Por su parte, Hazrat Abu Said Judri (ra) comenta:

“Cuando llegó la hora de la oración de ‘zuhr’ [la obligatoria que se realiza después del mediodía], entré en el huerto donde se estaba librando una dura batalla. Hazrat Jalid bin Walid (ra) llamó al muecín, que convocó a la oración desde el muro del mismo. La gente estaba ocupada en la batalla, que no terminó hasta terminar la oración de ‘asr’ [la obligatoria de primera hora de la tarde]. Entonces, Hazrat Jalid bin Walid (ra) dirigió nuestras oraciones de ‘zuhr’ y ‘asr’. Tras ello, envió a los portadores de agua hacia los que habían sido asesinados y yo también les acompañé en las rondas. [En un momento dado,] pasé junto a Abu Aqil, que había recibido 15 heridas. Me pidió agua y le di algo de agua para beber, pero esta brotaba de sus heridas y abrazó el martirio. Asimismo, pasé junto a Bishr bin Abdul’lah, que se encontraba sentado y me pidió agua; se la di y a continuación abrazó el martirio”.

 También, Mahmud bin Labid narra:

“Cuando Hazrat Jalid bin Walid (ra) mató a la gente de Yamamah, al mismo tiempo muchos musulmanes fueron martirizados y entre ellos se encontraban bastantes Compañeros (ra) del Santo Profeta (sa). La mayoría de los musulmanes que sobrevivieron estaban heridos. Entonces, cuando Hazrat Jalid bin Walid (ra) recibió la noticia de la muerte de Musailimah, se llevó a Muyaah con él, aunque estaba encadenado, para que pudiera identificar a Musailimah. Estuvo buscando a Musailimah entre los muertos, aunque no pudo encontrarlo allí. Cuando entró en la huerta, vio a un hombre de baja estatura, de piel amarilla y nariz chata, y Muyaah dijo: ‘Este es Musailimah, el hombre del que ahora te has librado’. Ante esto, Hazrat Jalid bin Walid (ra) exclamó: ‘Este es el hombre que te ha infligido todo esto’.

Como Muyaah estaba encarcelado y era además un representante de los Banu Hanifah y su líder, deseaba salvarlos. La mayoría de los hombres habían muerto, aunque para salvar a la gente que se encontraba en el interior del fuerte, ideó un plan, ya que mintió y firmó un tratado de paz con Hazrat Jalid bin Walid (ra), a quien le comunicó: ‘La gente que salió a luchar contra ti lo hizo a toda prisa, mientras que el fuerte está lleno de guerreros’. Al oír esto, Hazrat Jalid bin Walid (ra) anunció: ‘¡Qué caiga la ruina sobre ti por decir una cosa así!’. Entonces, Muyaah declaró: ‘¡Por Al’lah! Lo que digo es completamente cierto. Por tanto, firma este tratado conmigo en nombre de mi pueblo’.”

No obstante, la verdad es que dijo todo esto de modo engañoso, como se explicará más adelante. De todas formas, habiendo sido testigo de las pérdidas sufridas por los musulmanes en esta peligrosa batalla y, no queriendo que aconteciera más destrucción sobre los musulmanes, Hazrat Jalid bin Walid (ra) consideró que esto era apropiado; especialmente porque el jefe de los Banu Hanifah, el líder de la rebelión y sus compañeros habían sido asesinados, por lo que Hazrat Jalid bin Walid (ra) aceptó el tratado de paz. Entretanto, habiendo pedido la garantía de este tratado de paz a Hazrat Jalid bin Walid (ra), Muyaah manifestó que iría a hablar con ellos [dentro del fuerte], y así fue. Sin embargo, Muyaah sabía muy bien que, aparte de las mujeres, los niños y los extremadamente ancianos o frágiles, no había nadie dentro de la fortaleza. Por eso, hizo que se pusieran cotas de malla y les dijo que se subieran a las murallas del fuerte y que permanecieran allí hasta que él regresara. Después volvió junto a Hazrat Jalid bin Walid (ra) y le comunicó que no aceptaban los términos del tratado que habían acordado. A continuación, cuando Hazrat Jalid bin Walid (ra) miró hacia el fuerte, vio que estaba lleno de ‘hombres’. Muyaah se había asegurado de que las mujeres estuvieran vestidas con cotas de malla y las había colocado allí. Los musulmanes habían sufrido grandes pérdidas en la batalla y esta se había prolongado,  razón por la cual deseaban asegurar la victoria y regresar, porque no sabían lo que iba a ocurrir después. Así, Hazrat Jalid bin Walid (ra) aceptó la paz con unos términos más ligeros: a cambio de oro, plata, armas y la mitad de los prisioneros. Además se menciona que aceptó la condición de obtener una cuarta parte [de la propiedad de Banu Hanifah].

Luego, al abrir las puertas del fuerte, no había nadie más que mujeres, niños y personas débiles, por lo que Hazrat Jalid bin Walid (ra) se dirigió a Muyaah diciendo:

“¡Que la ruina caiga sobre ti! Me has engañado”. Muyaah respondió: “Son los miembros de mi tribu; era esencial que los salvara. ¿Qué otra cosa podría haber hecho aparte de esto?”. Después, Hazrat Jalid bin Walid (ra) recibió una carta de Hazrat Abu Bakr (ra) que decía que matara a todos los adolescentes [varones]. No obstante, esta carta la recibió cuando Hazrat Jalid bin Walid (ra) ya había aceptado el pacto. Por ello, cumplió su promesa y no actuó de forma deshonesta, pues ya había aceptado los términos. Luego, Hazrat Jalid bin Walid (ra) envió una carta a Hazrat Abu Bakr (ra) explicando la condición de los musulmanes y las razones por las cuales había entablado un tratado. Finalmente, al leer la carta, Hazrat Abu Bakr (ra) se alegró y se puso contento.

De todas maneras, cuando Hazrat Jalid bin Walid (ra) terminó de negociar el pacto, dictó órdenes con respecto al fuerte y designó hombres para vigilarlo; y por su parte, Muyaah juró, en nombre de Dios, que no ocultaría nada a Hazrat Jalid bin Walid (ra) de lo acordado en el tratado, y si algo que estaba oculto llegaba a ser conocido por alguien, informaría a Hazrat Jalid bin Walid (ra) de ello. Posteriormente se abrieron las puertas de la fortaleza y de su interior se consiguió un gran número de armas, que Hazrat Jalid bin Walid (ra) amontonó en un solo lugar. Del mismo modo, los dinares y dirhams que se encontraron en el interior también se recogieron y se pusieron en un lugar separado, al igual que las cotas de malla. Más tarde, los prisioneros fueron llevados al exterior y divididos en dos secciones. Se echó a suertes el botín de guerra y se pesó la cota de malla, los grilletes, el oro y la plata y se separó un “jumus” [una quinta parte]. Además, una cuarta parte de los “jumus” se distribuyó entre la gente, aunque los jinetes recibieron dos partes y también se asignó una parte para los propietarios de los caballos. Asimismo, un “jumus” se apartó de todo ello y fue enviado, en su totalidad, a Hazrat Abu Bakr (ra). Tras ello, todos los Banu Hanifah se reunieron para jurar lealtad y declarar que habían cortado todos los lazos con el profetazgo de Musailimah [el mentiroso]. Todos ellos fueron llevados ante Hazrat Jalid bin Walid (ra), donde juraron lealtad y anunciaron que habían entrado en el Islam una vez más. Por su parte, Hazrat Jalid bin Walid (ra) envió una delegación de entre ellos a Hazrat Abu Bakr (ra), que estaba en Medina. Cuando llegaron hasta Hazrat Abu Bakr (ra), éste expresó su estupor -Hazrat Abu Bakr (ra) expresó su gran asombro sobre cómo pudieron ser engañados por la trampa de Musailimah y desviarse del camino correcto-; y ellos respondieron: “¡Oh Jalifa del Mensajero (sa)! Eres plenamente consciente de todo. Musailimah no pudo beneficiarse ni a sí mismo, ni benefició a sus parientes ni a su tribu”.

También se menciona un sueño de Hazrat Abu Bakr (ra):

Cuando este envió a Hazrat Jalid bin Walid (ra) a Yamamah, vio un sueño en el que se le presentaban dátiles de Hallr, el nombre de un asentamiento. Hazrat Abu Bakr (ra) se metió en la boca uno de los dátiles y descubrió que, en realidad, era un hueso de dátil que parecía un dátil, pero en realidad no era un dátil, sino un hueso de dátil duro. Hazrat Abu Bakr (ra) lo masticó durante un tiempo y después lo tiró -él vio esto en su sueño-. Hazrat Abu Bakr (ra) lo interpretó en el sentido de que Hazrat Jalid bin Walid (ra) se enfrentaría a una gran oposición por parte de la gente de Yamamah, pero que Dios le concedería la victoria.

Hazrat Abu Bakr (ra) esperaba ansiosamente las noticias de la Batalla de Yamamah y en cuanto llegaba un mensajero de Hazrat Jalid bin Walid (ra), pedía de inmediato toda la información. Un día, Hazrat Abu Bakr (ra) salió por la tarde en medio de un calor abrasador. Normalmente iba a Sarar, que se encontraba a una distancia de tres millas [5 km] de Medina. Lo acompañaban Hazrat Umar (ra), Hazrat Said bin Zaid (ra), Hazrat Tulaiha bin Ubaidil’lah (ra) y un grupo de los “Muhayirin” (musulmanes que emigraron de La Meca a Medina) y los “Ansar” (musulmanes varones residentes de Medina y mayores de 40 años). Hazrat Abu Bakr (ra) se reunió con Abu Jaizamah Nallari, que había sido enviado por Hazrat Jalid bin Walid (ra); y cuando Hazrat Abu Bakr (ra) lo vio, exclamó: “¡Oh Abu Jaizamah! ¿Qué noticias traes?”. Y este respondió: “¡Oh Jalifa del Mensajero del Al’lah (sa)! Traigo buenas noticias: Dios nos ha concedido la victoria en Yamamah”. Ante esto, el narrador afirma que Hazrat Abu Bakr (ra) cayó en prostración y Abu Jaizamah añadió: “Jalid bin Walid (ra) ha enviado una carta para ti”. Así pues, Hazrat Abu Bakr (ra) y los demás Compañeros (ra) glorificaron a Al’lah, tras lo cual el propio Hazrat Abu Bakr (ra) inquirió: “Cuéntame los acontecimientos de la batalla”. Abu Jaizamah comenzó a informarle de lo que Jalid bin Walid (ra) hizo y de cómo organizó su ejército, así como de las heridas sufridas por los musulmanes y  quiénes de ellos fueron martirizados. Al final, Hazrat Abu Bakr (ra) comenzó a recitar:

¡En verdad a Dios pertenecemos y hacia Él será el retorno!

Aparte, rezó para que se les concediera misericordia.

Abu Jaizamah continuó su relato:

“¡Oh Jalifa del Mensajero de Dios (sa)! Somos beduinos, nos golpeaban y nos trataban de una manera que nos disgustaba muchísimo. Tras ello, Al’lah nos concedió la victoria”. Presto, Hazrat Abu Bakr (ra) le explicó: “He visto un sueño que me ha perturbado mucho y por ello se me pasó por la cabeza que Jalid bin Walid (ra) se enfrentaría sin duda a un enemigo formidable. Hubiera sido mejor que Jalid bin Walid (ra) no hubiera hecho un tratado con ellos y los hubiera pasado por el filo de su espada. Después de los mártires [musulmanes], ¿qué derecho tiene la gente de Yamamah a vivir? (o sea, debido a Musailimah Kazzab). Los camaradas de Musailimah permanecerán sometidos a prueba hasta el Día del Juicio Final debido a él, a menos que Dios los salve”. Posteriormente, una delegación de la gente de Yamamah y Hazrat Jalid bin Walid (ra) vino a ver a Hazrat Abu Bakr (ra).

En cuanto al número de personas que murieron en esta batalla, se dice que murieron aproximadamente 10.000 apóstatas. Según otra narración, se ha mencionado que fueron 21000. Por otro lado, entre quinientos y seiscientos musulmanes cayeron martirizados; aunque por otras narraciones, el número de musulmanes que cayeron martirizados durante la Batalla de Yamamah ha sido reportado como 700, 1200 o incluso 1700. Según una narración en particular, de entre los martirizados, más de 700 eran “Huffaz-e-Quran” [aquellos que habían memorizado por completo el Sagrado Corán]. Al mismo tiempo, entre los martirizados se encontraban algunos Compañeros (ra) destacados y “Huffaz-e-Quran” que poseían un estatus muy elevado entre los musulmanes y su martirio fue una gran tragedia. Sin embargo, fue el martirio de estos “Huffaz-e-Quran” lo que llevó a la compilación del Santo Corán [en forma de libro único].

Algunos de los Compañeros (ra) conocidos que se encontraban entre los mártires son los siguientes:

Hazrat Zaid bin Jattab (ra), Hazrat Abu Huzaifah bin Rabia (ra), Hazrat Salim Maula Abu Huzaifah (ra), Hazrat Jalid bin Usaid (ra), Hazrat Hakam bin Said (ra), Hazrat Tufail bin Amr Dausi (ra), Hazrat Saib bin Al-Awam (ra), el hermano de Hazrat Zubair bin Al-Awam (ra); Hazrat Abudul’lah bin Hariz bin Qais (ra), Hazrat Ibad bin Hariz (ra), Hazrat Ibab bin Bishr (ra), Hazrat Malik bin Aus (ra), Hazrat Suraqah bin Kab (ra), Hazrat Maan bin Adi (ra), que fue el anunciador del Santo Profeta (sa); Hazrat Zabit bin Qais bin Shammas (ra), Hazrat Abu Duyana (ra), Hazrat Abdul’lah bin Abdil’lah (ra), el Compañero sincero y devoto y que era el hijo de Abdul’lah bin Abi bin Sulul -el jefe de los hipócritas de Medina-; y Hazrat Yazid bin Zabit Jazrayi (ra).

Según algunos historiadores, la Batalla de Yamamah tuvo lugar en el mes de “Rabi-ul-Awwal” del año 12 dH. y según otros tuvo lugar hacia finales del año 11 dH. No obstante, ambas fechas pueden reconciliarse de manera que la batalla real habría comenzado en el año 11 dH. y terminado en el 12 dH.

Por su parte, Hazrat Musleh Maud, Jalifatul Masih II (ra), escribe:

“Todos los que proclamaron [el profetazgo] -y en contra de los que lucharon los Compañeros (ra)- fueron todos tales gentes que se rebelaron contra el gobierno islámico y le declararon la guerra. Estando en vida el Santo Profeta Muhammad (sa), Musailimah le escribió [una carta] en la que afirmaba que se le había ordenado que la mitad de la tierra árabe era suya y la otra mitad para los qureish. Es más, tras la muerte del Santo Profeta (sa), Musailimah expulsó a Zumamah bin Uzal, que había sido nombrado gobernador de Hayyar y Yamamah; y en su lugar se convirtió él mismo en gobernador de esa zona y atacó a los musulmanes. También capturó a dos Compañeros (ra) que habían venido de Medina: Habib bin Zaid y Abdul’lah bin Wahab y quiso obligarles a aceptar su condición de profeta. Por miedo, Abdul’lah bin Wahab cumplió con lo que dijo, pero Habib bin Zaid se negó a aceptarlo. Ante esto, Musailimah le cortó una extremidad tras otra y al final lo quemó.

Respecto a aquellos que habían sido designados oficialmente por el Profeta (sa) en Yemen, encarceló a algunos de ellos y además aplicó estrictos castigos a otros. Del mismo modo, ‘At-Tabari’ ha escrito que Aswad Ansi también se rebeló y comenzó a dar problemas a los que habían sido nombrados oficialmente como gobernadores por el Santo Profeta (sa) y ordenó que se les quitara la riqueza del Zakat. También atacó a Shar bin Bazan en Sana, que había sido nombrado gobernador de la ciudad por el propio Santo Profeta Muhammad (sa). En definitiva, mató a muchos musulmanes, saqueó la zona, asesinó a su gobernador y luego se casó con su esposa en contra su voluntad. En este contexto, los Banu Nallran también se rebelaron y se unieron a Aswad Ansi y expulsaron a dos Compañeros (ra) de su zona: Amr bin Hazm (ra) y Jalid bin Said (ra).

De esto se desprende que no lucharon contra esta gente porque pretendieran ser profetas de entre la ‘Ummah’ [nación] del Santo Profeta (sa) y pretendieran difundir su fe. De hecho los Compañeros (ra) lucharon contra ellos porque intentaban abrogar las leyes islámicas y establecer las suyas propias en su lugar. Al mismo tiempo, se proclamaron gobernantes de sus respectivas zonas y, no solo eso, además mataron a muchos Compañeros (ra), atacaron las tierras musulmanas, se rebelaron contra el gobierno existente y anunciaron ser completamente libres e independientes”.

En este sentido, el Mesías Prometido (as) declara:

“Cuando el Santo Profeta Muhammad (sa) falleció, los beduinos comenzaron a caer en la apostasía; y esta situación extremadamente peligrosa ha sido descrita por Hazrat Aisha (ra) como sigue: ‘Cuando el Mensajero de Dios (sa) falleció, algunas personas reclamaron falsamente ser profetas y otros abandonaron la oración y comenzaron a cambiar su conducta. En tal estado y ante tal prueba, mi padre se convirtió en el Jalifa y Sucesor del Santo Profeta (sa), y tuvo que soportar tales calamidades que, si hubieran caído sobre una montaña, esta se habría desmoronado’. Pero no perder la fuerza y el valor a pesar de las inmensas dificultades no es posible para ningún hombre corriente. De hecho, tal fortaleza requería sinceridad y esto fue demostrado por Siddiq [es decir, Hazrat Abu Bakr Siddiq (ra)]. No era posible que nadie más se hiciese cargo de esta peligrosa situación. Todos los Compañeros (ra) estaban presentes en ese momento, aunque ninguno declaró que ese era su deber. Podían ver que las llamas [del desorden] habían estallado y, por consiguiente, ¿quién querría entrar en ellas? En estas circunstancias, Hazrat Umar (ra) extendió su mano y juró lealtad a manos de Hazrat Abu Bakr (ra) y después, uno a uno, todos los demás también le juraron lealtad. En realidad, fue su sinceridad la que le permitió poner fin al desorden y matar a los que estaban perpetrando crueldades, pues a Musailimah se le unieron 100.000 personas y estaba introduciendo un cambio en las leyes islámicas”.

(Musailimah hizo que ciertas cosas fueran lícitas dentro de la Sharíah islámica y la gente entró en su redil gracias a ello, porque había muchas cosas que estaban prohibidas y él las declaraba permisibles; y esto también se mencionó una vez).

“Al presenciar esto, la gente entraba en su religión. Sin embargo, Dios Altísimo demostró con quién estaba y alivió todas las dificultades”.

 El Mesías Prometido (as) dice además:

“No es ningún secreto para los historiadores que el Jalifato de Abu Bakr (ra) fue una época de temor y pruebas. Una multitud de amarguras y dificultades sobrevinieron al Islam y a los musulmanes tras la muerte del Santo Profeta Muhammad (sa). Muchos hipócritas se volvieron apóstatas y estos se envalentonaron en sus palabras. Algunos de ellos proclamaron ser profetas y muchos beduinos se reunieron a su alrededor, hasta el punto de que Musailimah, el mentiroso, acumuló cerca de 100.000 personas ignorantes y malvadas a su lado.

Por lo tanto, surgieron pruebas, aumentaron las aflicciones, las calamidades envolvieron a todos, tanto a los que estaban cerca como lejos, y los creyentes fueron sacudidos severamente. Todo el mundo pasó por tribulaciones en ese tiempo y se había desarrollado un conjunto de circunstancias terribles e impactantes. Los creyentes estaban tan indefensos que parecía como si se hubieran encendido marcas de fuego en sus corazones o como si hubieran sido sacrificados con un cuchillo. A veces lloraban por su separación del Más Grande de la Creación (sa) y otras veces por las pruebas que habían surgido en forma de un intenso fuego abrasador. No había ni el más mínimo indicio de paz. Los malvados se habían esparcido por todas partes como plantas que brotan en un montón de basura. El temor y la preocupación de los creyentes se habían multiplicado y los corazones estaban completamente llenos de temor e inquietud.

En ese momento, Hazrat Abu Bakr (ra) fue designado Líder de la época y el Jalifa del Sello de los Profetas (sa). Al presenciar el comportamiento, la conducta y las formas de actuar de los hipócritas, incrédulos y apóstatas hizo que se ahogara en la tristeza y el dolor. Lloraba como si se tratara de un aguacero continuo y sus lágrimas fluían como una fuente de agua, y suplicaba a Dios por el mejoramiento del Islam y los musulmanes”.

El Mesías Prometido (as) también ha narrado que Hazrat Aisha (ra) ha dicho:

“Cuando mi padre fue designado Jalifa y Dios le otorgó el liderazgo, desde el comienzo de su Jalifato observó el surgimiento del desorden desde todas direcciones, los esfuerzos de los falsos pretendientes a ser profeta y la rebelión de los hipócritas y apóstatas. El número de calamidades a las que tuvo que enfrentarse fue tal, que si hubieran caído sobre una montaña habrían hecho que esta quedara aplastada inmediatamente y cayera derrumbada al suelo.

No obstante, se le concedió una paciencia como la de los profetas y finalmente Dios Altísimo hizo descender Su ayuda y los falsos pretendientes a ser profetas y los apóstatas fueron asesinados. Se puso fin a los desórdenes y peligros, se resolvió la situación, y se estableció firmemente la institución del Jalifato. Al’lah salvó a los creyentes de la calamidad, transformó su estado de temor en paz, estableció para ellos su religión, afirmó toda la nación sobre la verdad y humilló completamente a los que pretendían crear desorden. Dios cumplió Su promesa y concedió apoyo a Su siervo, Hazrat Abu Bakr Siddiq (ra); y destruyó a los líderes de la rebelión y sus ídolos. Los corazones de los incrédulos se vieron completamente sobrecogidos y finalmente se arrepintieron. En efecto, esta fue la promesa de Al’lah, que es el Todopoderoso y el Más Veraz. Por tanto, reflexionad sobre cómo se cumplieron todas las características y señales del Jalifato en la persona de Hazrat Abu Bakr Siddiq (ra)”.

 Asimismo, se ha dicho con respecto a Hazrat Jalid bin Walid (ra) que, al terminar la expedición a Yamamah, todavía estaba allí cuando Hazrat Abu Bakr (ra) le escribió que debía partir hacia Irak. En otra narración se menciona que Hazrat Alaa bin Hazrami (ra) pidió refuerzos a Hazrat Abu Bakr (ra). Entonces escribió a Jalid bin Walid (ra) indicándole que partiera inmediatamente de Yamamah hacia Alaa para ayudarle y así lo hizo. Entretanto, Hutam fue asesinado, tras lo cual se unió a la fuerza y sitió Jut, que era una ciudad de Bahrein de la tribu Abd-e-Qais donde abundaban los dátiles. A partir de entonces, Hazrat Abu Bakr (ra) le indicó que fuera a Irak, por lo que salió de Bahrein hacia Irak.

Con respecto a las preguntas planteadas sobre el matrimonio de Hazrat Jalid bin Walid (ra) con la hija de Muyaah bin Murarah, se registra en los libros de historia que al finalizar la Batalla de Yamamah y tras firmar un tratado con la gente restante de Banu Hanifah, se menciona que Hazrat Jalid bin Walid (ra) se casó. Según los historiadores, cuando Hazrat Abu Bakr (ra) se enteró de este matrimonio, se disgustó con Hazrat Jalid bin Walid (ra); pero cuando este le escribió una carta con una explicación detallada, Hazrat Abu Bakr (ra) dejó de estar a disgusto disgustó con él.  Según los detalles de que se disponen, después de que se hiciera el tratado, Hazrat Jalid bin Walid (ra) pidió a Muyaah la mano de su hija. Por su parte, Muyaah estaba al tanto del incidente sobre Laila Umm-e-Tamim, que era la antigua esposa de Malik bin Nuwairah ,y también del descontento de Hazrat Abu Bakr (ra) con dicho matrimonio de Hazrat Jalid bin Walid (ra). En consecuencia, le aconsejó que esperara, de lo contrario se convertiría en la fuente de grandes dificultades para él y él mismo no estaría a salvo del desagrado de Hazrat Abu Bakr (ra). Sin embargo, Hazrat Jalid bin Walid (ra) le dijo que debía casar a su hija con él y así lo hizo.

Por su parte, Hazrat Abu Bakr (ra) esperaba constantemente noticias de Yamamah y ansiosamente esperaba al portador del mensaje de Hazrat Jalid bin Walid (ra). Un día, estaba en un lugar con un grupo de “Muhayirin” y “Ansar” donde se encontró con el portador del mensaje de Hazrat Jalid bin Walid (ra), Abu Kaizimah (ra). Cuando Hazrat Abu Bakr (ra) lo vio, le preguntó qué noticias tenía y este dijo: “¡Son buenas noticias, oh Jalifa del Mensajero (sa)! Dios Altísimo nos concedió la victoria en Yamamah. Aquí está la carta enviada por Jalid bin Walid (ra)”. Entonces, Hazrat Abu Bakr (ra) cayó inmediatamente en una prostración de gratitud y le pidió: “Cuéntame cómo transcurrió la batalla”. De todas maneras, ya se ha mencionado anteriormente una narración al respecto. En cualquier caso, Abu Jaizima dio detalles sobre la misma y explicó lo que hizo Jalid bin Walid (ra), cómo se organizó el ejército, qué Compañeros (ra) fueron martirizados, cómo se dispersó el enemigo y cómo tuvieron que acostumbrarse a cosas a las que antes no estaban acostumbrados.

También se mencionó el matrimonio de Hazrat Jalid bin Walid (ra). Al final, Hazrat Abu Bakr (ra) le escribió una carta en la que le decía: “¡Oh hijo de Umm-e-Jalid! Pensaste en casarte con mujeres cuando la sangre de 1200 musulmanes aún no se había secado en tu campo de batalla. Es más, Muyaah te engañó para que hicieras un tratado mientras que Al’lah te había dado completa autoridad sobre ellos”. No obstante, cuando el descontento de Hazrat Abu Bakr (ra) por el tratado con Muyaah y el matrimonio con su hija llegó a Jalid bin Walid (ra), este escribió una carta en respuesta y la envió a Hazrat Abu Bakr (ra), en la que explicaba su punto de vista y se defendía.

En este sentido, Hazrat Jalid bin Walid (ra) le escribió:

“Juro por la fe que no me casé hasta que la felicidad [de la victoria] fue completa y segura. Me casé con la hija de una persona que no se habría negado si hubiera enviado la propuesta incluso desde Medina. Perdóname, pero me pareció que era oportuno enviar la propuesta desde mi ubicación actual. Si esta unión te desagrada desde el punto de vista religioso o mundano, estoy dispuesto a actuar según tu deseo. En cuanto al asunto de las condolencias por los asesinados: si el dolor y la pena de alguien pueden mantenerlo con vida o resucitar a los muertos, entonces mi dolor y mi pena mantendrán a la gente con vida y resucitarán a los muertos. Ataqué de una manera en la que no tenía en cuenta mi vida y estaba seguro de mi muerte. En cuanto al asunto del engaño de Muyaah, en mi opinión, yo no estaba equivocado; sin embargo, yo no tengo conocimiento de lo oculto. Sea lo que sea que ha ocurrido, Dios lo hizo a favor y para el mejoramiento de los musulmanes; y los hizo herederos de la tierra y la victoria final es para los justos”.

Cuando Hazrat Abu Bakr (ra) recibió esta carta, su ira desapareció y un grupo de qureish, junto con el portador de la carta de Hazrat Jalid bin Walid (ra), pidieron perdón en su nombre, a lo que Hazrat Abu Bakr (ra) anunció: “Tenéis razón”; y aceptó la explicación y la petición de perdón de Hazrat Jalid bin Walid (ra).

El resto se mencionará en el futuro, si Dios quiere. Las narraciones relacionadas con los apóstatas ya están completas.

Resumen

Después de recitar el Tashahhud, el Ta’awwuz y la Surah al-Fatihah, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) dijo que continuaría narrando incidentes de la vida de Hazrat Abu Bakr (ra) relacionados con la Batalla de Yamamah.

La participación de Hazrat Umm-e-Ammarah (ra) en la batalla de Yamamah

Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Umm-e-Ammarah (ra), conocida como una de las mujeres musulmanas más valientes, también participó en la batalla de Yamamah. También participó en la Batalla de Uhud, en la que fue valientemente a suministrar agua. También defendió al Santo Profeta (sa) y lanzó flechas a cualquiera que intentaba acercarse a él. Durante la batalla de Yamamah, uno de los brazos de Hazrat Umm-e-Ammarah (ra) fue cortado. Ella narró que fue su hijo quien mató a Musailimah. Hecho que sucedió después de que otro de sus hijos fuera brutalmente mutilado y quemado por orden de Musailimah cuando no aceptó que fuera un profeta sino que afirmó el profetazgo del Santo Profeta (sa). Cuando Hazrat Umm-e-Ammarah (ra) se enteró de esto, juró enfrentarse a Musailimah ella misma; lo mataría o sería martirizada ella misma.

Su Santidad (aba) dijo que con el permiso de Hazrat Abu Bakr (ra), ella participó en la batalla de Yamamah junto con su otro hijo Abdul’lah. Durante la batalla, vio a Musailimah y se dispuso a atacarle. Mientras tanto, alguien vino y le cortó el brazo, pero ella no vaciló. Cuando levantó la vista, vio que su hijo ya había matado a Musailimah. A partir de entonces, Hazrat Abu Bakr (ra) solía visitar a Hazrat Umm-e-Ammarah (ra) para preguntar por su bienestar.

La intrepidez mostrada por Hazrat Abu Aqeel (ra)

Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Abu Aqeel (ra) fue el primero en salir a la luchar durante la batalla de Yamamah. Fue golpeado en el hombro con una flecha que él mismo sacó, pero quedó debilitado por el golpe. A pesar de ello, al oír que alguien llamaba a los Ansar animándoles a la batalla, se levantó y se puso en marcha para combatir. Se produjo una feroz batalla en la que el brazo de Abu Aqeel (ra) fue cortado y soportó muchos golpes que le llevaron al martirio. Mientras daba sus últimos suspiros, preguntó quién había perdido la batalla. Cuando le informaron de que los musulmanes habían salido victoriosos, levantó un dedo hacia el cielo y luego falleció.

Hazrat Abu Bakr (ra) se entera de la valentía de los musulmanes durante la batalla

Su Santidad (aba) dijo que al terminar la Batalla de Yamamah, Maya’ah bin Mararah fue a ver a Hazrat Abu Bakr (ra) y lo acompañó en su visita a las tumbas de los mártires. Le contó a Hazrat Abu Bakr (ra) la gran valentía exhibida por los musulmanes durante esta batalla. Especialmente le contó la valentía de su amigo Hazrat Ma’an bin Adiyy (ra). Se había atado un paño rojo en la cabeza e incitó valientemente a los Ansar a luchar. Más tarde lo vio entre los mártires caídos. Al escuchar estos relatos, Hazrat Abu Bakr (ra) se emocionó con lágrimas.

Su Santidad (aba) dijo que después de la Batalla de Yamamah, el líder de los Banu Hanifah llegó a un tratado con Hazrat Khalid (ra) pero con falsos pretextos. Lo hizo para asegurar la libertad de los Banu Hanifah que estaban encarcelados. A pesar de que se enteró de esta invención, Hazrat Khalid (ra) cumplió el tratado. Sin embargo, más tarde, todos los Banu Hanifah reafirmaron la veracidad del Santo Profeta (sa) y aceptaron el Islam una vez más.

El sueño de Hazrat Abu Bakr (ra) sobre la futura victoria de Hazrat Khalid bin Walid (ra)

Su Santidad (aba) dijo que después de enviar a Hazrat Khalid (ra) a Yamamah, Hazrat Abu Bakr (ra) vio en un sueño que se le presentaban algunos dátiles, y cuando comió uno encontró que no era un dátil sino su hueso. Lo masticó durante algún tiempo y luego lo desechó. Este sueño significaba que Hazrat Khalid (ra) se enfrentaría a una fuerte oposición en Yamamah, pero que finalmente saldría victorioso. Cuando Hazrat Abu Bakr (ra) se enteró de la victoria de los musulmanes en Yamamah, se postró y también rezó por los que habían perdido la vida. Hazrat Abu Bakr (ra) dijo que le había disgustado el sueño que vio, pero sabía que significaba que después de una feroz batalla Hazrat Khalid (ra) sería victorioso. Dijo que si Hazrat Khalid (ra) no hubiera aceptado ese tratado, entonces toda esa gente habría sido condenada a muerte.

Su Santidad (aba) dijo que está registrado que 10,000 hipócritas fueron asesinados, mientras que otras narraciones tienen el número de 21,000. En cuanto a los musulmanes, consta que fueron martirizados entre 500 y 600 musulmanes. Otras narraciones han registrado 700, 1,200 o 1,700. Entre estos mártires se encontraban destacados compañeros del Santo Profeta (sa) y aquellos que habían memorizado el Sagrado Corán.

Su Santidad (aba) presentó citas del Mesías Prometido (as) y de Hazrat Mirza Bashiruddin Mahmud Ahmad (ra) explicando los factores que condujeron a la Batalla de Yamamah, incluyendo a los falsos reclamantes del profetazgo y a sus adherentes que no sólo se convirtieron en apóstatas sino que hicieron la guerra abiertamente contra los musulmanes. Por ello, Hazrat Abu Bakr (ra) se enfrentó a grandes retos durante su jalifato. A pesar de esto, fue capaz de superar estos desafíos y derrotar a los que levantaron esta rebelión y fue capaz de mantener el honor del Santo Profeta (sa) y el Jalifato que le siguió.

Su Santidad (aba) dijo que este capítulo relativo a los hipócritas estaba ahora completo y que continuaría narrando otros incidentes en futuros sermones.

Resumen preparado por The Review of Religions

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