La vida del Santo Profeta (sa)
Sermón del viernes 04-04-2025
Después de recitar el Tashahud, el Taawuz y la Surah al-Fatihah, Su Santidad, el Jalifa V del Mesías (aba) dijo:
Antes de Ramadán, se estaban relatando aspectos relacionados con las expediciones durante la vida del Santo Profeta (sa). En relación a esto, se estaba hablando sobre la batalla de Jaibar y seguiré haciéndolo también hoy.
Junto con la alegría de la victoria de Jaibar, en esos mismos días, surgió otro motivo de alegría para el Santo Profeta (sa) sobre el cual expresó: “No puedo decir si me produjo más alegría la victoria de Jaibar o este hecho”. Se refería al regreso de Hazrat Yafar de Abisinia junto con otros migrantes.
Como sabemos, debido a la opresión de los mequíes, algunos musulmanes emigraron a Abisinia; entre ellos el primo paterno del Santo Profeta (sa), Hazrat Yafar bin Abi Talib. Tras el Tratado de Hudaibiyah, el Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Amr bin Umayyah Zamri al Rey Negus con una carta, en la que solicitaba trasladar a todos los musulmanes migrantes que quedaban hacia él, a Medina. Así pues, después de vivir alejados sus hogares durante 14 o 15 años, viajaron en dos barcos y llegaron a Medina. Cuando descubrieron que el Santo Profeta (sa) había viajado a Jaibar, deseando reunirse con él, se encaminaron con impaciencia hacia Jaibar lo antes posible en lugar de quedarse en Medina. Cuando el Santo Profeta (sa) vio a Hazrat Yafar, se puso de pie, lo abrazó, lo besó en medio de la frente y dijo:
[árabe]
“No estoy seguro de cuál de los dos hechos me ha proporcionado mayor alegría: la victoria de Jaibar o el regreso de Yafar”.
Junto con estos [migrantes], Hazrat Musa Ashari también llegó a [Medina] con más de 50 individuos de su tribu. El nombre de Hazrat Musa Ashari era Abdul’lah bin Qais y pertenecía a la tribu de Ashari. Llegó a La Meca con algunos individuos de su tribu y después de aceptar el islam, regresó a su tribu. Después de algún tiempo, él, junto con dos de sus hermanos y aproximadamente 50 personas de su tribu, viajaron por mar para emigrar a Medina. Sin embargo, debido a las tormentas durante el viaje, su barco quedó varado en la costa de Abisinia. Mientras estaban allí, se encontraron con Hazrat Yafar y se quedaron con ellos. Cuando Hazrat Yafar se preparó para partir hacia Medina, estos musulmanes de la tribu de Ashari lo acompañaron. Aparte de ellos, también se unieron algunos individuos de la tribu de Daus. Entre ellos estaban Hazrat Abu Huraira, Tufail bin Amr y sus compañeros. También se unieron a ellos algunas personas de la tribu de Ashlla. El Santo Profeta (sa) también les dio a todos estos recién llegados algo del botín de Jaibar.
Se han registrado más detalles en relación al rango elevado de la “gente de la embarcación” de la siguiente manera: Hazrat Yafar y los otros musulmanes que lo acompañaban viajaron en barco y llegaron [a Medina] en este medio. Por ello, se les llamó “Ashab al-Safinah” [la gente de la embarcación]. Cuando llegaron a Medina, habían pasado ya 15 años, y los musulmanes “muhayir” [migrantes] habían participado entonces en varias batallas y llegaron antes en la migración [a Medina]. Por ello, creció entre ellos el sentimiento de sentirse predilectos respecto al resto; es decir, los migrantes de La Meca que emigraron a Medina con el Santo Profeta (sa) se consideraban de mayor rango que los que habían emigrado a Abisinia antes.
En una ocasión, Hazrat Asma bint Umais (ra), la esposa de Hazrat Yafar (ra), fue a visitar a la madre de los creyentes, Hazrat Hafsa (ra). Hazrat Umar (ra) también llegó allí y preguntó: “¿Quién es esta señora?”. Hazrat Hafsa (ra) respondió: “Es Asma bint Umais”. Hazrat Umar (ra) comenzó a decir: “¡Ah, la de Abisinia, la que emprendió el viaje a través del mar!”. Hazrat Asma dijo: “Sí”. Ante esto, Hazrat Umar (ra) dijo: “Os hemos precedido en la migración a Medina, y por lo tanto estamos más cerca del Santo Profeta (sa) que vosotros”. Al oír esto, Hazrat Asma (ra) dijo con tristeza y enojo: “¡Por Al’lah, esto no puede ser posible! Permanecísteis con el Santo Profeta (sa), alimentaba a vuestros hambrientos y guiaba a vuestros ignorantes, mientras que nosotros estábamos lejos de nuestra patria, en una tierra extranjera, distante y hostil. Nos rodeaban diferentes miedos y peligros. Soportamos todas estas aflicciones únicamente por la causa de Dios y Su Mensajero (sa)”. Continuó: “¡Por Dios, no comeré nada hasta que le pregunte al Santo Profeta (sa) sobre este asunto! De hecho, sólo le transmitiré lo que Usted ha dicho, nada más y nada menos. Iré y le contaré todo el asunto”. Entonces fue a buscar al Santo Profeta (sa) y le contó este intercambio. Ante esto, el Santo Profeta (sa) dijo:
[Árabe]
“Ellos no tienen más derecho que vosotros; él y sus compañeros sólo emprendieron una migración, pero vosotros, es decir, para la gente del barco que emigró a Abisinia, emprendisteis dos migraciones”. De esta manera, el Santo Profeta (sa) la consoló y su dolor se desvaneció.
Cuando Hazrat Asma (ra) escuchó esto, compartió esta distinción orgullosa y repleta de dicha con sus compañeros migrantes [de Abisinia]. Hazrat Asma (ra) narró más tarde: “La gente que había emigrado a Abisinia venía a mí en grupos y escuchaban con merecimiento estas benditas palabras del Santo Profeta (sa) de mi boca. Y nada en el mundo les produjo mayor alegría ni hubo nada más honorable para ellos que esta declaración del Santo Profeta (sa)”. Afirmaba que algunos regresaban una y otra vez, sólo para escuchar estas palabras del Santo Profeta (sa).
También se menciona aquí a un esclavo abisinio que se hizo musulmán y que más tarde fue martirizado. Se narra que Yasaar, un esclavo abisinio de un hombre de Jaibar, solía pastorear el rebaño de su amo. Cuando vio a la gente de Jaibar tomando armas para luchar contra el Santo Profeta (sa) les preguntó: “¿Cuáles son vuestras intenciones?”. Respondieron: “Lucharemos contra este hombre que se dice profeta”. Desde aquel momento, la mención del Santo Profeta (sa) se instaló en su corazón; es decir, esta declaración se grabó dentro de sí (que el Santo Profeta [sa] tenía una posición elevada ya que afirmaba ser un profeta, lo cual tenía una importancia significativa). Tomó su rebaño y salió a pastar. Los musulmanes lo capturaron y lo llevaron ante el Santo Profeta (sa).
Según otra narración más explícita, el propio esclavo trajo las cabras al Santo Profeta (sa). El Santo Profeta (sa) le dirigió unas palabras. El hombre preguntó: “¿Hacia qué me invitas?” El Santo Profeta (sa) dijo: “Te invito al islam, para que des testimonio de que no hay más Dios que Al’lah y que yo soy Su Mensajero, y que no adores a nadie fuera de Al’lah”. El hombre preguntó entonces: “Y si doy testimonio de esto y creo en Al’lah, ¿qué recibiré?”. El Santo Profeta (sa) respondió: “Si crees, entonces el Paraíso será tuyo”. Ante esta propuesta, el siervo aceptó el islam y dijo: “¡Oh Mensajero (sa) de Al’lah, en verdad soy un hombre de tez oscura y con un rostro poco atractivo; emito un olor desagradable y no tengo riquezas. Si lucho por esta causa y muero, ¿entraré a pesar de todo ésto en el Paraíso?”. El Santo Profeta (sa) respondió: “Sí, entrarás en el Paraíso”. Entonces el esclavo abisinio dijo: “¡Oh Mensajero (sa) de Al’lah, estas cabras me han sido confiadas, ¿qué debo hacer con ellas?”. El Santo Profeta (sa) respondió: “Sácalas del área del campamento del ejército y déjalas en una llanura abierta; ciertamente, Dios Altísimo cumplirá con tu encomienda” (es decir, llegarán a su destino).
Aquellos que acusan al Santo Profeta (sa) de librar guerras para obtener botines de guerra -esta objeción se plantea específicamente sobre Jaibar- y alegan que esta opresión fue perpetrada para apoderarse injustamente de la riqueza de los judíos. Si esto fuera cierto, entonces un rebaño de cabras del enemigo en medio de una guerra, sumado a la condición de hambre de los compañeros en Jaibar, -estaban exhaustos y no tenían nada para comer-, implicaba que estas cabras eran un botín de guerra gratuito, y podrían haberlo utilizado. Sin embargo, incluso durante un estado de guerra, el Santo Profeta (sa) ordenó que las cabras fueran devueltas, para hacer justicia con un fideicomiso.
Así hizo como se le dijo; las cabras fueron reunidas, siendo guiadas por un pastor que las llevó hasta que llegaron a su respectivo dueño. Entonces el esclavo avanzó y se unió al fragor de la batalla hasta que una flecha lo alcanzó y fue martirizado (esto a pesar de que aún no había ofrecido ni una sola postración; recién convertido al islam, ni siquiera había comenzado sus oraciones diarias). Los musulmanes simplemente lo habían traído al ejército. El Mensajero (sa) de Al’lah instruyó a sus Compañeros que lo introdujeran en una tienda. Los Compañeros lo introdujeron en la tienda de campaña del Santo Profeta (sa). Hazrat Anas (ra) relata que el Mensajero (sa) de Al’lah se dirigió hacia el esclavo abisinio y, en ese momento, ya había fallecido. El Santo Profeta (sa) comentó: “Al’lah ha embellecido tu rostro, ha transformado el olor de tu cuerpo en una fragancia agradable y ha multiplicado tu riqueza”. Oró por él y anunció que Dios Altísimo le había concedido al hombre la entrada en el Paraíso.
Hazrat Musleh Maud (ra) ha mencionado este incidente de la siguiente manera:
“En los días de la expedición de Jaibar, el pastor de un jefe judío aceptó el islam. Después de convertirse al islam, se acercó al Santo Profeta (sa) y le dijo: “¡Oh Mensajero de Al’lah, ya no puedo regresar con esta gente! Pero todavía tengo estas cabras que pertenecen al jefe judío que me las confió. ¿Qué debo hacer con ellas? El Mensajero (sa) de Al’lah instruyó: “Dirige a las cabras hacia el fuerte y simplemente hazlas avanzar hacia adelante. Dios Altísimo las devolverá a su dueño”. El hombre así lo hizo y las cabras se dirigieron hacia el fuerte, tras lo cual sus ocupantes las acogieron.
En Jaibar, se mencionan ciertas cuestiones jurisprudenciales que se presentaron. Hazrat Abdul’lah bin Umar (ra) relata que el día de Jaibar se decretó ilegal el consumo de carne de burros domesticados. Del mismo modo, una narración de Bujari con la autoridad de Hazrat Ali (ra) registra que en el día de Jaibar, el Santo Profeta (sa) anunció que la práctica de Mut’ah (matrimonios temporales) y el consumo de carne de burro domesticado eran ilegales.
También se menciona que la gente de Fadak hizo las paces con el Mensajero (sa) de Dios. Fadak es un lugar situado a seis noches de viaje de Medina, cerca de Jaibar. Cuando el Mensajero (sa) de Dios partió hacia Jaibar y estaba a punto de llegar, envió a Muhayyisah bin Masud hacia Fadak, diciendo: “Invítalos al islam y adviérteles que ellos también podrían ser atacados ya que también están involucrados en incitar al caos, interfiriendo de diferentes maneras para agitar a los musulmanes o causarles daño”. Así, el Mensajero (sa) les avisó que ellos también podían ser atacados al igual que lo estaba siendo Jaibar. Hazrat Muhayyisah relata que fue a ver a esta gente y permaneció con ellos durante dos días, pero siguieron retrasando el asunto, diciendo que “los judíos de Jaibar contaban con un ejército de 10.000 soldados con gente notable como Amer, Yasir, Hariz y el jefe de los judíos Marhab entre ellos. No creemos que Muhammad (sa) sea capaz de derrotarlos”.
Hazrat Muhayyisah relata que cuando observé su maldad y obstinación, tuve la intención de regresar. Entonces, la gente de esta tribu sugirió que enviarían un grupo junto con él con el fin de transmitir un mensaje de paz, pensando que el Santo Profeta (sa) en realidad no iba a salir victorioso en Jaibar.
Puede que aceptaran este tratado de paz, pero en realidad no creían que Jaibar fuera a ser conquistada. Y así continuaron, intentando retrasar el asunto diciendo que enviarían un grupo, hasta que algunas personas se acercaron a ellos y les informaron de que Muhammad (sa) había conquistado la Fortaleza de Naim, ante lo cual la gente de Fadak se atemorizó y envió una delegación encabezada por uno de sus jefes llamado Nun bin Yusha al Santo Profeta (sa). Esta delegación se presentó ante el Santo Profeta (sa) y solicitó la reconciliación a cambio de la garantía de que se les perdonaría la vida y se les permitiría salir sanos y salvos de Fadak con todas sus pertenencias y riquezas. El Santo Profeta (sa) aceptó su petición.
Una narración también recoge que esta gente buscó la reconciliación con la condición de conservar la mitad de sus tierras mientras que el Santo Profeta (sa) se quedaría con la otra mitad. Debido a que esta tierra fue adquirida sin ninguna contienda, entraba en la categoría de botín de guerra conocido como “Fay”, por lo que el Santo Profeta (sa) solía gastar de los ingresos generados por Fadak.
Sobre el botín de guerra en Jaibar y su distribución, existe una narración. Hazrat Abu Hurairah (ra) relata: “Acompañamos al Mensajero (sa) de Al’lah hacia Jaibar y su botín de guerra no contenía ni oro ni plata. En cambio, adquirimos camellos, ganado y huertos”. Según otra narración, el botín consistía en dinero, ropa y otros objetos. Los detalles revelan que sólo de unos pocos fuertes obtuvieron un botín de 1.000 lanzas, 400 espadas y 500 arcos. Bushair bin Yasaar (ra) relata que “el Mensajero (sa) de Dios dividió el botín de guerra de Jaibar en 36 partes. La mitad de ellas, es decir, 18 partes, se destinaron a los musulmanes, y cada parte contenía otras 100 secciones, lo que significa que había un total de 1.800 secciones”.
El Santo Profeta (sa) también tenía una parte de la cuota, es decir, su cuota era igual a la cantidad que recibían otras personas. Según una narración, la caballería recibiría tres partes y la infantería una parte cada una. El Santo Profeta (sa) reservó entonces la mitad restante para futuras exigencias, situaciones o emergencias a las que pudieran enfrentarse los musulmanes. Esto fue al fondo de reserva, y estas fueron las propiedades y bienes que estaban relacionados con los Fuertes de Watih, Kutaibah y Salalim.
Según una narración, del botín de Kutaibah se incluía el Jumus en el camino de Dios Altísimo, la parte del Santo Profeta (sa) así como sus parientes, los huérfanos, los pobres y sus esposas. También incluía una parte para los enviados especiales entre el Santo Profeta (sa) y la gente de Fadak, uno de los cuales era Hazrat Muhayyisah bin Masud. El Santo Profeta (sa) le dio 30 “wasq” (unidad de medida) de cebada y 30 “wasq” de dátiles. Un “wasq” equivale a 60 “sa’a” y una “sa’a” pesa aproximadamente 2,5 kg. A modo de estimación, se trataba de 4.500 kg de cebada y 4.500 kg de dátiles. El botín de guerra obtenido en Jaibar se distribuyó generalmente entre las personas que estuvieron presentes durante el Tratado de Hudaibiyah. De modo excepcional, Hazrat Yabir bin Abdul’lah bin Amr (ra) recibió una parte. Del mismo modo, los migrantes que habían regresado de Abisinia, Hazrat Abu Hurairah (ra) y algunos otros también recibieron una parte. Según una narración, se menciona que con el Jumus, el Santo Profeta (sa) compró armas, ropa, etc., para dárselo a los miembros de su casa y también a los Banu Muttalib. Entre ellos incluía a los huérfanos, a las mujeres y a los pobres.
Ibn Ishaq escribe que las personas asignadas para supervisar la distribución fueron Yabbar bin Sajr Ansari, que pertenecía a la tribu Banu Salama, y Zaid bin Zabit, que pertenecía a los Banu Nayar. Calculaban las cuotas y las distribuían consecuentemente. Ibn Sad escribe que el Santo Profeta (sa) ordenó que se reuniera el botín de guerra y así se hizo. Farwah bin Bayadi fue designado para supervisar la distribución y a Hazrat Zaid bin Zabit se le asignó llevar las cuentas.
Hazrat Abdul’lah bin Mughaffal narra: “Encontré una pequeña bolsa (en una narración se menciona que esta bolsa estaba llena de grasa) y me dije para mí mismo que no se la daría a nadie. Pasé junto al Santo Profeta (sa) y al sentir vergüenza, me la puse bajo la axila y fui hacia donde estaban mis compañeros ocultándola. De camino me encontré con el encargado de supervisar el botín. Agarró una esquina (de la bolsa) y dijo: “Trae eso aquí, lo repartiremos”. Le dije: “¡Por supuesto que no! Por Dios que nunca te lo daré”. Quiso arrebatarme la bolsa. El Santo Profeta (sa) observaba la escena y comenzó a sonreír. Le dijo al que supervisaba el botín: “¡Déjalo!”. De esta forma, me dejó marchar. Después, cogí mis cosas y me fui con mis compañeros. Luego comimos del botín”. Así era el trato amable del Santo Profeta (sa) hacia sus Compañeros: [que dijo] “Aunque haya cogido algo, déjadle marchar”.
Ibn Ishaq narra que el Santo Profeta (sa) ofrendó pollos domésticos y otros animales a Ibn Luqaim; en otras palabras, se distribuyó todo lo que había. Las mujeres que participaron en la batalla de Jaibar también recibieron una parte. Ibn Ishaq escribe que en la batalla de Jaibar también participaron algunas mujeres musulmanas. El Santo Profeta (sa) les dio una parte del botín que se obtenía sin luchar (botín Fay), pero no se les dio parte del botín que se obtenía después de una batalla. Una mujer de los Banu Ghifar dijo: “Algunas de nosotras fuimos al Santo Profeta (sa) y le dijimos: ‘¡Oh Mensajero (sa) de Dios! Deseamos acompañarte’. Esto ocurrió cuando el Santo Profeta (sa) partía hacia Jaibar. Las mujeres dijeron: “Atenderemos a los heridos y ayudaremos a los musulmanes”. El Santo Profeta respondió: “Proceded con las bendiciones de Dios Altísimo. Podéis acompañarnos”. Así fuimos con el Santo Profeta (sa). Cuando el Santo Profeta (sa) obtuvo la victoria en Jaibar, nos dio también del botín. El Santo Profeta (sa) cogió un collar y me lo puso alrededor del cuello. La narradora afirma: “¡Por Dios! Ese collar siempre está alrededor de mi cuello. No me lo quito ni un segundo”. Esta compañera puso entonces en su testamento que el collar fuera enterrado con ella y que el nudo atado por el Santo Profeta (sa) no fuera abierto por nadie. El nombre de esta mujer de los Banu Ghifar es Umayyah bint Qais Abu Salt.
Hazrat Abdul’lah bin Unais narra: “Acompañé al Santo Profeta (sa) a Jaibar. Mi mujer también estaba conmigo, y estaba embarazada. Nuestro hijo nació durante esta expedición. Cuando informé al Santo Profeta (sa), me dijo: “Pon algunos dátiles en agua y cuando estén completamente empapados, dale de beber (es decir, que beba el extracto de los dátiles que habían sido empapados en agua). Hice lo que me dijo como resultado de lo cual ella no experimentó el dolor o debilidad que se produce durante el parto. Cuando se conquistó Jaibar, no recibimos una parte del botín, pero las mujeres recibieron una parte del botín del Fay, es decir, del botín recibido en Fadak. Mi mujer recibió una parte y también mi hijo, que nació durante esta expedición”.
También se menciona la devolución de los pergaminos de la Torá a los judíos. Se menciona que cuando se recogió el botín de las distintas fortalezas, se encontraron entre ellos algunos pergaminos de la Torá. Los judíos pidieron al Santo Profeta (sa) si se les podían devolver, y el Santo Profeta (sa) ordenó la devolución segura de esos pergaminos (en los que estaba escrita la Torá). Su tolerancia religiosa y su sentido de la defensa de los sentimientos religiosos de los demás eran excepcionales. Incluso ordenó que se les devolviera la Torá preservada. No ocurre como hoy, que por enemistad con los musulmanes, la gente quema el Corán. El Santo Profeta (sa) nos enseñó que había que conservar los pergaminos y devolverlos.
A la vuelta de Jaibar, se menciona la batalla de Wadi al-Qura. Tras conquistar Jaibar, el Santo Profeta (sa) permaneció allí unos días. Luego emprendió el regreso a casa junto con el ejército musulmán cuando se encontró con unos judíos en Wadi al-Qura. Este era el nombre de un valle que contenía muchos asentamientos entre Tema y Jaibar. Antiguamente, aquí residían los pueblos de Ad y Zamud. Se trata de dos tribus mencionadas en el Sagrado Corán. Estas tribus vivían aquí. Antes del islam, los judíos vinieron y se establecieron aquí. Hicieron avances en la agricultura y el regadío, y este lugar se convirtió en un centro para los judíos.
En esta ocasión se registra una narración de Hazrat Abu Hurairah. Narra: “Conquistamos Jaibar y luego llegamos a Wadi al-Qura junto con el Santo Profeta (sa). Iba consigo un esclavo llamado Midam, que los Banu Zubab le regalaron. Estaba quitando la silla del camello de la montura del Santo Profeta, cuando una flecha disparada por un desconocido le alcanzó y a causa de ello murió. La gente empezó a decir que había sido bendecido por haber alcanzado el martirio. El Santo Profeta (sa) respondió: “¡No! Por Aquel en cuyas manos está mi vida, el manto que tomó del botín de guerra de Jaibar antes de que le fuera asignado se ha convertido en un collar de fuego alrededor de su cuello (es decir, que había robado ese manto cuando se estaba recogiendo el botín de guerra). Una persona oyó esta comprometida declaración del Santo Profeta (sa) y al darse cuenta de que [otra] persona se dirigía al Fuego del Infierno por tomar un manto, llevó un cordón de zapato (o un par de cordones) al Santo Profeta (sa) y le dijo: “Esto es lo que había cogido; lo hice antes de que se distribuyera”. El Santo Profeta (sa) respondió: “Sea un cordón o sean dos, constituirá el medio para llevar a alguien al Fuego”. Aunque se robe algo minúsculo, se convertirá en el medio de castigo para esa persona.
Otros detalles de esta batalla son los siguientes: el Santo Profeta (sa) organizó las filas de los Compañeros para la batalla para combatir a los judíos. Dio una bandera a Hazrat Sa’d bin Ubadah, otra a Hazrat Hubab bin al-Munzir, otra a Hazrat Sahl bin Hunaif y otra a Hazrat Abbad bin Bishr. El Santo Profeta (sa) invitó entonces a los judíos a aceptar el islam y les informó de que si lo aceptaban, protegerían sus vidas y sus riquezas, y su asunto sería confiado a Dios. Sin embargo, los judíos lo rechazaron y comenzaron a prepararse para la batalla. Un judío se presentó a un duelo y Hazrat Zubair lo mató. Entonces otro judío se adelantó y fue matado por Hazrat Ali (ra). Otro se adelantó y fue matado por Hazrat Abu Dayanah (ra). La batalla continuó hasta el anochecer y murieron 11 judíos en total.
Al siguiente día, antes de que saliera el sol, los judíos se rindieron y el Santo Profeta (sa) conquistó Wadi al-Qura. Dios Altísimo concedió la riqueza de los judíos como botín de guerra al Santo Profeta (sa) y los musulmanes recibieron mucha riqueza y provisiones de ella. El Santo Profeta (sa) distribuyó el botín de guerra entre los musulmanes de Wadi al-Qura y confió las tierras y huertos a manos de los judíos, haciéndoles custodios de ellas, al igual que había hecho con los judíos de Jaibar, diciendoles: “Podéis quedároslo para vosotros; seguid beneficiándoos de ello y contribuyendo [con la parte que os corresponde]”.
Al’lama Baladhuri afirma que el Santo Profeta (sa) nombró a Hazrat Amr ibn Sa’id bin Aas gobernador de Wadi al-Qura. El Santo Profeta (sa) permaneció en Wadi al-Qura durante cuatro días y luego regresó a Medina.
Si Dios quiere, en el futuro se darán más detalles al respecto.
A continuación, mencionaré a algunos fallecidos y, si Dios quiere, dirigiré sus oraciones fúnebres en ausencia después de las oraciones.
La primera mención es del respetado Maulana Muhammad Karim-ud-Din Shahid Sahib, que fue el presidente Anlluman Ahmadía Qadian. Falleció recientemente, en el mes de Ramadán, a la edad de ochenta y siete años.
[Árabe]
¡Ciertamente a Al’lah pertenecemos y a Él volvere mos!
El fallecido era Musi [integrante del sistema de Al-Wasiyat]. Su padre había entrado en la Comunidad Ahmadía al aceptar el Baiat (pacto de iniciación), y trabajaba en varios empleos privados en diferentes lugares. Vivían en un pueblo donde no había instalaciones educativas adecuadas. Por lo tanto, Seth Muhammad Muhayuddin Sahib de Chinthakunta, Hyderabad Calcutta, envió a Karim-ud-Din Sahib a Qadian para su formación.
En 1954, se matriculó en la Madrasa Ahmadía para cursar sus estudios y se graduó en 1957. A continuación se preparó para el examen Maulvi Fadhil y lo aprobó en 1960 en la Universidad de Punjab, Chandigarh. Más tarde, continuó su educación en Rabwah, donde estudió en Yamia Ahmadía durante dos años y obtuvo el título de Shahid. Así, se convirtió en el primer misionero de la India en obtener el grado de Shahid.
Tuvo muchas oportunidades de servir en Qadian, y durante este período, fue nombrado miembro del Sadr Anlluman Ahmadía Qadian como Alim y sirvió como miembro [del Anlluman] hasta 2021. También se le concedió la oportunidad de servir como Nazim Irshad Waqf Yadid Bairun adicional, y como Sadr Amumi, y como Sadr Mall’lis Waqf Yadid. Además, fue director de Yamia Ahmadía en dos ocasiones. También fue presidente de la Junta de Qada y de Sadr Mall’lis Karpudaz. En 2021, le nombré Sadr (Presidente) Anlluman Ahmadía [Qadian], y continuó desempeñando esta función hasta su fallecimiento.
Inam Ghauri Sahib, que es el Nazir-e-Ala de Qadian, dice que el difunto era una persona de naturaleza muy sencilla y vivía con total satisfacción con lo que poseía. En efecto, así fue, como yo mismo pude comprobar. El difunto vivía dentro de los límites de lo que le asignaba la Comunidad y nunca se endeudaba para sufragar sus gastos, algo que le disgustaba enormemente. Era excepcionalmente hábil en el arte de escribir. Hasta el momento en que se empezó a componer por ordenador, se encargaba de escribir para el periódico Badr y para varios libros y publicaciones de la Comunidad. También fue un excelente orador y escritor, y tuvo la oportunidad de pronunciar discursos en la convención de Qadian y otros eventos de la Comunidad y sesiones de Tarbiyat (educación moral). Durante un largo periodo, también tuvo la oportunidad de responder a preguntas en la emisión en directo del programa Rah-e-Huda en la MTA desde Qadian.
A pesar de sufrir una enfermedad renal y debilitarse, siguió cumpliendo sus obligaciones con gran perseverancia. Su carácter era realmente ejemplar. Incluso presidió la convención de Qadian en 2024 y, a pesar de su enfermedad y de su debilitada salud, mostró un enorme coraje y presidió el evento de tres días e inauguró también la convención. Del mismo modo, también presidió el último Shura.
Dios Altísimo le concedió la oportunidad de servir durante el largo período de 62 años. En los últimos días de su vida, solía expresar a su familia que había nacido en el mes de Ramadán, y que también fallecería en el mes de Ramadán. Falleció el 27 del bendito mes de Ramadán.
Como ya he dicho, era una persona muy trabajadora y humilde. Siempre procuraba hacer su trabajo él mismo, sin ser una carga para los demás, y realizaba sus tareas personales de forma independiente. Era un erudito que predicaba con el ejemplo y hacía verdadera justicia a su promesa de Waqf [devoción a la vida]. ¡Que Dios Altísimo eleve su estatus!
Su primer matrimonio fue con Iqbal Begum Sahibah, con quien tuvo dos hijos y dos hijas. Cuando ella falleció, él volvió a casarse. Sus hijos, hijas y yernos tienen la oportunidad de servir a la fe. ¡Que Dios Altísimo continúe la pasión por el servicio de la fe en sus generaciones venideras!
La segunda mención se refiere a Abdul Rashid Yahya Sahib, que ocupaba el cargo de Presidente de la Junta de Qada en Canadá antes de su jubilación. Falleció recientemente a la edad de 75 años.
[árabe]
¡Ciertamente a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos!
El fallecido era Musi [integrante del sistema de Al-Wasiyat]. Su padre, tras largos diálogos, investigaciones y debates con Maulana Sanaul’lah Amritsari, Maulana Abul A’la Maududi y Maulana Muhammad Ali Sahib M.A., tomó el Baiat (pacto de iniciación) de manos de Hazrat Jalifatul Masih II (ra) en 1945 con pleno convencimiento. Era el único ahmadí de todo su pueblo y, a pesar de las diferencias religiosas, los aldeanos lo respetaban mucho.
Tras licenciarse en el Talim-ul-Islam College de Rabwah, se matriculó en Yamia Ahmadía y dedicó su vida al servicio de la fe. Entró en servicio en 1975 y estuvo destinado inicialmente en varios lugares de Pakistán, para servir después en Estados Unidos, Canadá y Guatemala. Tuvo la oportunidad de servir como presidente nacional y misionero encargado en Sudáfrica, y como misionero encargado y presidente nacional en Guatemala y Corea del Sur. También fue vicedirector de Yamia Ahmadía en Canadá, donde impartió clases de Tafsir-ul-Quran e Ilm-ul-Qalam.
En 2017 fue nombrado presidente de la Junta de Qada en Canadá, cargo que ocupó hasta 2023. Durante su estancia en Guatemala, tuvo la oportunidad de entablar conversación con el líder espiritual del budismo, el Dalai Lama, y le transmitió el mensaje del islam.
Al fallecido le sobreviven tres hijos y una hija. Su hijo, Qasim Rashid Sahib, afirma que su padre sentía un inmenso respeto por la Comunidad y que cualquier crítica contra ella le resultaba totalmente intolerable. Respondía plenamente a cualquier crítica formulada contra el Nizam-e-Yamaat (sistema de la Comunidad Ahmadía). Después de escuchar la objeción por completo, hacía comprender a la persona su error. Él dice: “A lo largo de mi vida, vi a mi padre mantener su regularidad en las oraciones congregacionales, especialmente la oración de Tahayyud. No importaba lo grave que fuera la enfermedad; siempre trataba de realizar oraciones congregacionales. Incluso al final de su enfermedad, continuó actuando así. También soportó su enfermedad con gran paciencia y gratitud y siempre expresó alabanzas a Dios incluso en su último año, cuando su estado se agravó. El consejo a sus hijos, que mencionaba repetidamente, era permanecer siempre conectados con el Jalifato”.
Añade además: “Me animaba a escribir sobre el Jalifato en las redes sociales con orgullo y valentía, porque creía que era la verdadera solución para la unidad del mundo musulmán y de toda la humanidad. Cumplió su waqf [consagración] con la mayor sinceridad. Entre los años 1980 y 1990, cuando MTA aún no había comenzado formalmente, copiaba y distribuía personalmente los sermones de Hazrat Jalifatul Masih IV (rh) y Hazrat Jalifatul Masih III (rh) a la gente en un plazo de 24 a 48 horas, asegurando que el mensaje del Jalifa llegara a todos y se mantuviera una conexión con él”.
Su sobrino, Mansur Nur-ud-Din Sahib, también misionero en Rabwah, afirma: “Lo he visto cumplir con las responsabilidades de la consagración con total sinceridad y lealtad durante casi 53 años. Lo vi con un compromiso inquebrantable con el waqf, cumpliendo con sus deberes como representante de la Comunidad, obediente y cariñoso con el Jalifa de la época”.
Cuando fue destinado a Yamia, preparaba sus clases meticulosamente para asegurarse de que los estudiantes se graduaran como los mejores estudiantes, misioneros y predicadores. Decía que, dado que el Jalifa de la época le había confiado la responsabilidad de enseñar, debía cumplir con esta tarea lo mejor que pudiera.
Mirza Muhammad Afzal Sahib también comentó que era un misionero de carácter muy educado y agradable, muy trabajador y dedicado al servicio de la Comunidad. Siempre priorizó el trabajo de la Comunidad y nunca dudó en ofrecer su cooperación en cualquier tarea.
Abdul Nur Abid Sahib dijo que solía enseñarnos los comentarios del Corán. Nos enseñaba con gran cariño y dedicación, haciéndonos escribir extensas notas que revisaba meticulosamente. Estas notas siguen beneficiándonos hasta el día de hoy. ¡Que Dios Altísimo le conceda Su perdón y Su misericordia!
La siguiente mención es de Mirza Imtiaz Ahmad Sahib, Emir del distrito de Hyderabad, Sindh, hijo de Mirza Nazir Ahmad Sahib. Él ha fallecido recientemente.
[Árabe]
¡En verdad pertenecemos a Al’lah y a Él volveremos!
El Ahmadíat entró en su familia a través de su abuelo, el respetado Ilm Din Sahib, quien tuvo el honor de jurar lealtad, primero por correspondencia y luego personalmente durante la época de Hazrat Jalifatul Masih I (ra) en ocasión del Yalsa Salana en Qadian. Tras completar su licenciatura, Mirza Imtiaz Sahib abrió su propio negocio; una farmacia. Por la gracia de Dios Altísimo, desde su juventud hasta sus últimos momentos, permaneció consagrado para el servicio de la fe. Era asiduo a la oración de Tahayyud y ayudaba en secreto a los pobres y necesitados sin que nadie lo supiera, escribe su hijo. En su funeral, un amigo chiita de Sanllar Chang comentó: «Yo no sabía rezar ni ayunar, ni tenía conocimientos sobre las enseñanzas y modales islámicos. Fue Imtiaz Sahib quien me enseñó a rezar y ayunar (aunque hoy en día allí se nos considera no-musulmanes). Después de su guía, nunca abandoné la oración y comencé la adoración con regularidad”.
Mirza Mashud Sahib, un misionero, afirma que Mirza Imtiaz Sahib mantenía excelentes relaciones con los terratenientes sindhi locales gracias a su buen carácter, honestidad y altos estándares morales, incluso los no musulmanes ahmadíes le confiaban sus objetos de valor. Shahbaz Sahib, ex Qaid del distrito de Hyderabad, lo describe como honesto, humilde, muy empático, profundamente apegado al Jalifato y fuerte protector del Nizam-e-Yamaat. Proporcionaba medicamentos gratuitos a los pacientes que no podían costearlos. Su fallecimiento fue profundamente lamentado por muchos, quienes expresaron que su partida crea un vacío en la zona. ¡Que Dios Altísimo le conceda Su perdón y Su misericordia!
La siguiente mención es la del respetado Al-Hall Muhammad Bil Arabi Sahib de Argelia, quien falleció recientemente a la edad de 82 años.
[Árabe]
¡En verdad a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos!
Originario de Argelia, vivió en Francia. Visitó el Yalsa Salana de Reino Unido como invitado junto a su esposa en 2015 y por la gracia de Dios Altísimo regresó habiendo tomado el Baiat (juramento de iniciación). El primer día del Yalsa experimentó un extraño apego a este lugar, sintiéndose como si ya hubiera estado allí. Relató que durante muchos años había soñado con este lugar y su entorno. El día antes de tomar el Baiat, tuvo otro sueño similar, que impulsó a él y a su esposa a unirse a la Comunidad del Mesías Prometido (as). Durante ese Yalsa estuvieron presentes 35 miembros de su familia, ahmadíes y no ahmadíes, venidos de Francia, ocho de los cuales siguieron su ejemplo y juraron lealtad durante el Yalsa.
Se esforzó mucho por inculcar valores religiosos en sus hijos, matriculándolos en escuelas religiosas para que aprendieran la oración y las enseñanzas coránicas. Sus hijos habían aceptado el Ahmadíat antes que él. Dijeron que su padre les había impartido enseñanzas religiosas e inculcado en sus corazones un profundo amor por la fe y la obediencia, lo que les había facilitado la aceptación del Ahmadíat. El Ahmadíat entró a su familia a través de su hijo mayor, Muhammad Bil Arabi, quien descubrió la MTA mientras sintonizaba un canal satelite y vio a Hazrat Jalifatul Masih IV (rh). Tras una extensa investigación, en particular sobre la muerte de Jesús (as), juró lealtad durante el Yalsa Salana de Reino Unido en 1995. Su padre juró lealtad unos 20 años después; de todos modos, su hijo lo precedió.
Al-Hall Sahib viajaba regularmente entre Francia y Argelia. En 2017, la policía argelina allanó su domicilio y arrestó a sus hijos por ser musulmanes ahmadíes. Cuando la policía le preguntó en la comisaría, con una valentía inmensa y sin dudarlo se declaró abiertamente musulmán ahmadí, afirmando que cumplía la ley, y siempre que las autoridades lo permitieran, su casa se convertiría en el primer centro ahmadí. Lo dijo abiertamente y con valentía. Sentía un profundo amor por el Jalifato y el Jalifa, y le apasionaba servir a la Comunidad. Su casa en Francia sirvió como lugar de reuniones y oraciones de los viernes durante varios años. Deja atrás a una viuda de 81 años y ocho hijos, siete de los cuales son musulmanes ahmadíes, por la gracia de Dios Altísimo. Uno de sus hijos es el secretario de tabligh y está a cargo de la oficina de árabe en Francia, y sus hijas también sirven activamente a la fe.
Un ahmadí argelino escribe que era una persona profundamente bondadosa y generosa, que siempre expresaba su gratitud a Dios Altísimo por haberle concedido el honor de reconocer y aceptar al Mesías Prometido (as). Decía que su fe y convicción se fortalecieron tras aceptar al Mesías de la época. El Presidente Nacional de los Ansaar de Argelia menciona que Al-Hall Sahib ofrecía regularmente su casa para eventos y reuniones de la Comunidad, dedicando parte de ella como centro de oración. Otro musulmán ahmadí argelino describe su vínculo especial con Dios Altísimo como un ejemplo de rectitud, siempre dispuesto a orar puntualmente, manteniendo la oración de Tahayyud con regularidad incluso durante enfermedades graves, y orando con humildad y firme convicción. ¡Que Dios Altísimo le conceda Su perdón y misericordia y, eleve su rango [espiritual]!
La siguiente mención es la del respetado Muhammad Ashraf Sahib de Kotri, distrito de Hyderabad, quien falleció recientemente a la edad de 70 años.
[Árabe]
¡En verdad a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos!
Era el padre de Navid Ashraf Sahib, misionero que sirve en el Congo. Al estar prestando servicio en este país, no ha podido asistir a la oración funeral de su padre.
Su familia entró en el Ahmadíat a través de su abuelo, Hazrat Nur Elahi Sahib (ra), quien era un Compañero del Mesías Prometido (as). Navid Ashraf Sahib, el misionero que sirve en el Congo, escribe que su padre heredó el amor por la fe que le transmitieron sus antepasados. Era piadoso, noble, devoto y profundamente apegado al Jalifato, sirviendo a la Comunidad activamente en diversas capacidades. También era extremadamente hospitalario.
En 1992, tuvo el honor de ser encarcelado durante unos días debido a su fe. Recitaba el Corán y leía escritos del Mesías Prometido (as) y el Jalifato con tal amor y belleza que los oyentes se sentían profundamente conmovidos. Tenía una voz hermosa. Tras su fallecimiento, incluso un acérrimo opositor de la Comunidad acudió a ofrecer sus condolencias, reconociendo su carácter excepcional y piadoso. También dijo que nunca había visto a una persona como él. Durante la intensa oposición en Kotri en 1992, se enfrentó con valentía a los opositores de la Comunidad por su fe. Tan sólo un día antes de su fallecimiento, asistió a una reunión del consejo consultivo y pagó su Chanda [donativo]. El día de su fallecimiento, ofreció la oración de Tahayyud, recitó el Sagrado Corán, ofreció la oración de Fallr y falleció alrededor de las 7:45 a.m.
Shahbaz Ahmad Sahib, ex Qaid de Hyderabad, lo describe como una persona profundamente devota, valiente y apasionada por la predicación del islam. Añade además que la mayor cualidad que observó era que él ofrecía servicios a la Comunidad con tanta regularidad como si fueran asuntos personales y cotidianos. Así era como servía a su fe. Shahbaz Sahib recuerda un incidente relacionado con la empresa para la que trabajaba Navid Ashraf Sahib. En una ocasión, la oposición de la Comunidad se intensificó drásticamente y los clérigos presionaron a la gerencia para que despidiera a Ashraf Sahib. El gerente general respondió a los clérigos: “Olvídense de que sea áhmadi , qadiani o mirzai. Denme una sola razón o defecto que justifique su despido”. Incapaces de encontrarle alguna falta, los clérigos se retiraron, y él continuó con su empleo. Le sobreviven su esposa, tres hijas, cuatro hijos y muchos nietos. ¡Que Al’lah derrame Su perdón, muestre misericordia, y eleve su estatus [espiritual]!
Resumen del sermón del viernes 4 de abril del 2025: ‘Eventos relacionados con la batalla de Jaibar’.
Tras recitar el Tashahhud, el Ta’awwuz y la Surah al-Fatihah, Su Santidad Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) dijo que continuaría hablando sobre los eventos de la vida del Santo Profeta (sa), en particular los transcurridos durante la Batalla de Jaibar.
El regreso de los emigrantes musulmanes de Abisinia
Tras la jubilosa victoria en Jaibar, tuvo lugar otro momento de júbilo: el regreso de los musulmanes de Abisinia que habían emigrado allí debido a la persecución. Entre estos musulmanes se encontraba el primo del Santo Profeta (sa), Ya’fir.
Después del tratado de Hudaibiyah, el Santo Profeta (sa) envió a Hazrat ‘Amr bin Umayyah (ra) con una carta al Rey Negus, donde le comunicaba que todos los emigrantes que aún estaban en Abisinia debían serle devueltos. A su regreso, cuando estos emigrantes oyeron que el Santo Profeta (sa) estaba en Jaibar, no pudieron esperar a verle y se apresuraron hacia Jaibar. El Santo Profeta (sa) saludó a su primo, Ja’fir, y a los demás musulmanes con gran amor.
Algunos Compañeros, como Hazrat Abu Musa al-Ash’ari (ra) y Hazrat Abu Hurairah (ra) también emprendieron el camino de regreso a Medina. Estos Compañeros habían sido desplazados a otras zonas como Etiopía debido a las condiciones climáticas durante sus viajes.
Habían pasado 15 años desde que estos Compañeros se separaron del Santo Profeta (sa) y del resto de los musulmanes. Su Santidad (aba) narró el relato de una mujer, Hazrat Asma (ra), que habló con Hazrat Hafsa (ra), una de las benditas y puras esposas del Santo Profeta (sa). Hazrat Hafsa (ra) había comentado que los musulmanes que permanecieron con el Santo Profeta (sa) todo este tiempo estaban más cerca de los que habían emigrado a Abisinia y otros lugares. Hazrat Asma, enfadada, respondió que los musulmanes que emigraron a otras zonas lo hicieron puramente por amor a Al’lah el Todopoderoso y a Su mensajero (sa), y que pensaban en él todo el tiempo, escapando del peligro siguiendo sus instrucciones. Hazrat Asma (ra) relató este intercambio al Santo Profeta (sa), quien le dijo que ella y los demás emigrantes eran superiores porque habían participado en dos migraciones, mientras que los emigrantes de La Meca que vinieron con él sólo habían participado en una. Esto le hizo sentirse mucho mejor, y muchas otras Compañeras acudían al Santo Profeta (sa) para escuchar estas palabras cariñosas y tranquilizadoras.
El martirio de un nuevo musulmán de Etiopía
Su Santidad también narró el martirio de un esclavo etíope que fue martirizado en los eventos que rodearon Jaibar. Según las narraciones, era un pastor que cuidaba de sus animales y fue llevado ante el Santo Profeta (sa). El Santo Profeta (sa) le invitó al Islam y le habló de las bondades de Al’lah y del paraíso. Aceptó gustoso el Islam. Este pastor también tenía muchas ovejas que pertenecían a los judíos de Jaibar, sin embargo, el Santo Profeta (sa) no se aprovechó de la situación, a pesar del grave estado y necesidad de los musulmanes, y le ordenó que devolviera esas ovejas a sus legítimos dueños. Este mismo etíope fue martirizado durante la Batalla de Jaibar, a pesar de que no había realizado ni una sola postración en la oración. El Santo Profeta (sa) ordenó que llevaran su cuerpo a su carpa y rezó por él, afirmando que Al’lah le había concedido el paraíso.
Hazrat Abdul’lah bin ‘Amr (ra) y Hazrat Ali (ra), en dos narraciones separadas, relataron que, durante este tiempo, el Santo Profeta (sa) prohibió el consumo de burros domésticos.
Paz con el pueblo de Fadak
El Santo Profeta (sa) también tendió la mano a la gente de Fadak, un lugar de abundantes huertos cerca de Jaibar, para reconciliarse y convertirse en aliados. Hazrat Moihisah (ra) fue a Fadak con el mensaje del Santo Profeta (sa), sin embargo, los habitantes de Fadak dudaban que los musulmanes pudieran vencer a los 10,000 guerreros de Jaibar. No obstante, acordaron enviar un convoy con Hazrat Moihisah (ra) a Jaibar para evaluar la situación. Al llegar al campo de batalla, este convoy se enteró de que los musulmanes ya habían conquistado un fuerte en Jaibar. Según una narración, los habitantes de Fadak aceptaron abandonar la zona y entregarlo todo a los musulmanes, mientras que, según otra narración, dividieron sus bienes a la mitad con los musulmanes y continuaron residiendo allí.
Botín de Jaibar
Su Santidad (aba) explicó que el Santo Profeta (sa) dividió la parte principal del botín de guerra en 36 porciones, cada una de las cuales comprendía 100 acciones. 18 de esas porciones, o 1800 partes, estaban reservadas para los musulmanes, y la parte del Santo Profeta (sa) era igual a la de cualquier otro musulmán. La otra mitad se reservó para el futuro. Todo este botín procedía de las diversas fortalezas conquistadas. La mayor parte del botín se distribuyó entre los musulmanes que participaron en los eventos del Tratado de Hudaibiyah, mientras que se hicieron algunas excepciones para algunos Compañeros, incluidos los que habían regresado de Abisinia. El Santo Profeta (sa) daba instrucciones a los Compañeros para que recogieran todo el botín y designara a algunos para que lo dividieran y distribuyeran equitativamente. Las Compañeras que estaban presentes en Jaibar también recibían una parte, pero sólo de los botines que se conseguían sin tener que luchar.
Algunas mujeres de los Banu Ghaffar, antes de la batalla de Jaibar, pidieron ir junto a los musulmanes. Una mujer de los Banu Ghaffar recibió un collar del que nunca se separó. Lo llevaba siempre colgado del cuello y lo apreciaba mucho porque se lo había dado el Profeta (sa). Incluso dio instrucciones para que enterraran el collar con ella porque no podía separarse de este regalo del Profeta (sa).
Al recoger el botín de guerra en Jaibar, también se encontraron algunos manuscritos de la Torá. El pueblo judío pidió que se los devolvieran, y el Santo Profeta (sa) los había conservado cuidadosamente. Por lo tanto, ordenó que los manuscritos se guardaran de forma segura y se devolvieran al pueblo judío a petición de éste. Su Santidad (aba) mencionó que esto se opone a lo que vemos hoy en día, donde la enemistad hacia el Islam tiene como resultado la quema del Corán. Esta era la integridad moral y religiosa del Santo Profeta (sa).
La expedición de Wadi al-Qura
Tras acampar en Jaibar durante unos días, el Santo Profeta (sa) emprendió el viaje de regreso a Medina. En su camino, los musulmanes llegaron a este valle abundantemente habitado por gente judía. Los musulmanes invitaron a la gente de este valle a la paz y al Islam, y el pueblo judío declinó la oferta. La batalla comenzó con duelos individuales, y cada vez, un musulmán vencía a su oponente judío. Al final del día, un total de 11 judíos habían muerto. Al día siguiente, antes de que saliera el sol, los judíos se rindieron. Allí, los musulmanes también obtuvieron un botín que se distribuyó. Al igual que en Jaibar, la tierra y los cultivos fueron devueltos al pueblo judío para que los cuidara y se beneficiara de ellos.
En el futuro se mencionarán más detalles de estos eventos.
Oraciones fúnebres
Su Santidad (aba) mencionó a algunos miembros fallecidos de la Comunidad cuyas oraciones fúnebres in absentia se ofrecerían tras las oraciones del viernes.
Maulana Muhammad Karimuddin Shahid Sahib
La primera es de Maulana Muhammad Karimuddin Shahid Sahib. Fue Sadr (presidente) de Sadr Anjuman Ahmadía, Qadian. Falleció a la edad de 87 años durante el Ramadán. En sus primeros años de vida, su padre le prometió lealtad. Como vivía en un pueblo, no tenía una educación adecuada. Por ello, lo enviaron a Qadian para que estudiara, y más tarde cursó estudios superiores. También fue el primer misionero de la India en graduarse en Yamia ahmadía con un título de Shahid. Desempeñó numerosos cargos en la Comunidad. En 2021, fue nombrado Sadr de Sadr Anjuman, y continuó desempeñando este cargo hasta su fallecimiento. Era una persona sencilla y satisfecha, que vivía con lo que le daban. Era un excelente escritor y orador. A pesar de su enfermedad, desempeñó sus funciones con diligencia y de forma ejemplar. Sirvió a la Comunidad durante 62 largos años. En sus últimos días, dijo a su familia que había nacido en Ramadán y que moriría en Ramadán. Era muy trabajador y practicaba lo que predicaba. Cumplió debidamente su promesa de consagración a la vida. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah conservara en su progenie su pasión por servir a su fe.
Abdul Rashid Yahya Sahib
El segundo es Abdul Rashid Yahya Sahib, que ocupaba el cargo de Sadr de la Junta de Qaza en Canadá. Falleció a la edad de 85 años. Era un Musi. Juró lealtad a manos del Segundo Califa (ra). Tenía muchos conocimientos, y después de aceptar Ahmadíat, se convirtió en misionero y dedicó su vida. Sirvió en Pakistán, América, Canadá, Guatemala, Corea del Sur y Sudáfrica, entre otros lugares. También fue vicedirector y profesor en Yamia Ahmadía Canadá. Posteriormente, fue destinado a la Junta de Qaza en Canadá. Su hijo, Qasim Rashid, lo describe como una persona muy dedicada a su trabajo y muy apasionada por proteger Ahmadíat contra todas las acusaciones. Fue muy paciente y contento durante su enfermedad, y siempre aconsejó a su familia e hijos que permanecieran unidos a Jilafat. Dio instrucciones a su hijo para que hablara apasionadamente sobre el Jilafat en las redes sociales, ya que es la solución a todos los problemas del mundo. Cumplió debidamente con sus deberes como consagrado. Su Santidad (aba) rezó por su perdón.
Mirza Imtiaz Ahmad Sahib
El tercero es Mirza Imtiaz Ahmad Sahib, emir del distrito de Hyderabad Sindh. El Ahmadíat comenzó en su familia a través de su abuelo, que juró lealtad al Primer Califa (ra). Tras licenciarse, abrió una tienda de productos médicos. Desde muy joven y hasta el final de su vida, tuvo el honor de servir a la Comunidad. Sus enseñanzas impactaron a muchos no musulmanes, ya que enseñó el Islam a muchos no musulmanes. Debido a su carácter, muchos lo consideraban digno de confianza, humilde y sincero. Trataba a los pacientes sin ninguna compensación si no podían permitírselo. Su Santidad (aba) rezó por su perdón.
Al Haj Muhammad bin Arabi Sahib
El cuarto es Al Haj Muhammad bin Arabi Sahib de Argelia. Residía actualmente en Francia. En 2015, participó como invitado en la Yalsa Salana del Reino Unido junto a su esposa, y juró lealtad antes de irse. Otras ocho personas que estaban con él juraron lealtad después de él. Sintió un profundo amor en la Comunidad que realmente le impactó. Fue muy valiente al declarar que era ahmadí, a pesar de la persecución en Argelia. Incluso ante la policía, fue valiente al declarar que era ahmadí, y su casa siguió siendo un lugar de reunión para los ahmadíes. Era puro de corazón, sincero y siempre agradecido por haber tenido la oportunidad de aceptar al Mesías Prometido (as). Su Santidad (aba) rezó por su perdón.
Muhammad Ashraf Sahib
El quinto es Muhammad Ashraf Sahib, fallecido a los 70 años. Residía en Kotri, en el distrito de Hyderabad. Era el padre de Naveed Ashraf, un misionero que sirve en El Kongo. No pudo asistir al funeral de su padre debido a que estaba sirviendo en el campo. Hazrat Noor Ilahi Sahib (ra), su abuelo, fue el primer ahmadí de su familia. El difunto era un miembro piadoso y sincero de la Comunidad. Era hospitalario, y también fue encarcelado durante unos días debido a su fe. Recitaba bien el Corán y leía los libros de la Comunidad con gran pasión. Era devoto del Jilafat. Incluso en sus últimos días, cumplió diligentemente con sus obligaciones religiosas y sus oraciones. Era muy valiente y apasionado a la hora de difundir el mensaje del Islam. Su Santidad (aba) rezó por su perdón.
Resumen preparado por The Review of Religions