La vida del Santo Profeta (sa)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

La vida del Santo Profeta (sa)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

Después de recitar el Tashahud, el Taawuz y la Sura al-Fatihah, Su Santidad el Jalifa V del Mesías (aba) dijo:

Estábamos narrando relatos de la vida del Santo Profeta (sa) con referencia a la Batalla de los Confederados. En el sermón anterior mencioné un milagro sobre unos alimentos que habían sido bendecidos. También tuvo lugar un incidente similar sobre unos dátiles que habían sido bendecidos. Se tiene constancia de que todos los que cavaban la zanja habían podido comer unos pocos dátiles. Los detalles de esto han sido registrados de la siguiente manera en una narración sobre la Batalla de los Confederados. La hija de Hazrat Bashir bin Sa’d (ra) relata: “Mi madre, Amrah bint Rawahah, colocó algunos dátiles en mi ropa y dijo: ‘Hija mía, dale esto a tu padre y a tu tío y diles que este es su desayuno’”. Ella dice: “Salí con esos dátiles y mientras buscaba a mi padre y a mi tío, pasé por delante del Santo Profeta (sa). Ante esto, el Santo Profeta (sa) dijo: “¡Oh muchacha! ¿Qué tienes contigo? Le respondí: “¡Oh Mensajero (sa) de Al’lah! Éstos son dátiles que mi madre envió para mi padre, Bashir bin Sa’d, y para mi tío, ‘Abdul’lah bin Rawahah’. El Santo Profeta (sa) dijo: ‘Dámelos’. Puse los dátiles en ambas manos del Santo Profeta (sa). El Santo Profeta (sa) colocó esos dátiles en un trozo de tela y los cubrió con otro trozo y ordenó a una persona que fuera y llamara a la gente para comer. Entonces todos los que estaban cavando la zanja se juntaron y comenzaron a comer esos dátiles. Los dátiles seguían aumentando tanto que cuando todos habían comido, los dátiles caían del borde del mantel”.

También hay otros incidentes relacionados con comida impregnada de bendiciones. Udaibul’lah bin Abi Burdah relata que Umm-e-Amir Ashaliyyah envió un cuenco al Santo Profeta (sa) que contenía Hais; que está hecho de dátiles, mantequilla y queso. El Santo Profeta (sa) estaba en su tienda en ese momento y Hazrat Umm-e-Salama (ra) también estaba con él. Ella comió de él según su necesidad, después de lo cual, el Santo Profeta (sa) sacó el cuenco afuera. El portavoz del Santo Profeta (sa) llamó [a la gente] a comer y la gente que trabajaba en la zanja comió de él hasta saciarse y la comida permaneció como estaba, como si nada hubiera disminuido.

El Mesías Prometido (as) describe el rango de un Salik [aquel que busca a Dios] y que alcanza tal cercanía a Dios que, como el fuego, oculta el color del hierro bajo su llama y aparentemente no puede ver nada más que el fuego, lo que se conoce como la etapa de liqa [encuentro con Dios]. El Mesías Prometido (as) detalla el estado de un Salik en esta etapa de liqa y de aquellos que alcanzan la etapa de liqa y afirma:

“Cuando una persona llega a esta etapa exaltada de encuentro con Dios, a veces realiza actos que parecen estar más allá del poder humano y tienen rasgos de Poder Divino. Por ejemplo, durante la Batalla de Badr, nuestro Maestro, el Jefe de los Profetas y el Sello de los Profetas, el Santo Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) arrojó un puñado de grava a la fuerza opuesta sin acompañarlo de ninguna oración, sino con su propio poder espiritual, lo que afectó a la fuerza opuesta de una manera tan extraordinaria que los ojos de todos fueron alcanzados por la grava, se quedaron cegados y comenzaron a correr confundidos e impotentes… Hay muchos otros milagros que el Santo Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) realizó puramente con su poder y que no fueron acompañados de ninguna oración. En muchas ocasiones, multiplicó tanto el agua, sumergiendo sus dedos en una taza de agua, que todo el ejército y sus camellos y caballos bebieron de ella y sin embargo la cantidad original del agua no disminuyó. En muchas ocasiones, poniendo su mano sobre tres o cuatro panes, sació el hambre de miles. En algunas ocasiones bendecía con sus labios una pequeña cantidad de leche y un grupo de personas bebía de ella y quedaba saciado. En algunas ocasiones, añadiendo su saliva a un pozo de agua salobre, lo volvía dulce. En algunas ocasiones, curó a personas gravemente heridas de sus heridas colocando sus manos sobre ellas. En algunas ocasiones, reemplazaba los globos oculares de las personas que se habían caído como consecuencia de alguna herida recibida en la batalla y los curaba con las bendiciones de su mano. De esta manera, hizo muchas otras cosas a través de su poder personal detrás del cual actuaba el Poder Divino”.

También se ha mencionado el estado de los hipócritas y de los creyentes durante la excavación del foso. Ibn Ishaq describe estos detalles de la siguiente manera: muchos de los hipócritas mostraron pereza al participar en las tareas del Santo Profeta (sa) y los creyentes. Trabajaban durante poco tiempo antes de marcharse a sus casas sin informar al Santo Profeta (sa). Pero cuando a los musulmanes les surgía alguna necesidad, se presentaban ante el Santo Profeta (sa) y pedían permiso. Éste era el rango de los musulmanes. Los hipócritas se iban sin preguntar, y los musulmanes pedían permiso y el Santo Profeta (sa) se lo concedía. Además, tan pronto como hubieran atendido sus necesidades, regresaban de inmediato.

También se han mencionado más detalles de los preparativos para la batalla del Santo Profeta (sa). Según diversas narraciones, tres días antes de la llegada del ejército de Abu Sufyan, se preparó el foso. Según lo previsto, los niños y jóvenes fueron enviados de vuelta a las fortalezas, donde las mujeres fueron trasladadas para su protección. Sin embargo, a cualquier persona de 15 años de edad se le concedió la opción de permanecer allí o regresar a las fortalezas. Entre aquellos a quienes se les concedió permiso para participar en la batalla estaban Hazrat Abdul’lah bin Umar (ra), Hazrat Zaid bin Thabit (ra), Hazrat Abu Sa’id Judri (ra) y Hazrat Bara’ bin Azib (ra).

Según Ibn Hisham, el Santo Profeta (sa) nombró a Ibn Umme Maktum como su representante en Medina antes de establecer un campamento en el Monte Sala. Sala es una montaña situada al norte de Medina, que se dice que hoy está a unos 500 metros de la Mezquita Nabawi. Esta montaña estaba a sus espaldas con el foso al frente, y el ejército del Santo Profeta (sa) también estaba allí. Se instaló una tienda de cuero para el Santo Profeta (sa). La bandera de los Muhayirin fue conferida a Hazrat Zaid bin Harithah (ra), y la bandera de los Ansar fue conferida a Hazrat Sa’d bin Ubadah (ra).

En relación al número total de musulmanes [en el ejército], los historiadores han presentado narraciones muy diferentes. Según algunos, el número no fue más de 900, mientras que otros dicen que fueron 700, 2000 o 3000. Hay diferentes afirmaciones sobre el número de musulmanes en diferentes narraciones. Por lo tanto, los historiadores se han enfrentado a una difícil tarea en relación con esta cifra. Cuando mencionaban un número, tenían que dar precedencia a una narración sobre las demás, considerándolas incorrectas. Sin embargo, gracias a su perfecta sabiduría, Hazrat Musleh Maud (ra), en lugar de declarar que alguna de ellas era incorrecta, reconcilió todas estas narraciones para que no se contradijeran entre sí. ¿Cómo ha hecho esto? Él afirma:

“Existen marcadas diferencias entre los historiadores en relación al número de integrantes del ejército musulmán en esta ocasión. Algunos han escrito que era un ejército de 3000 hombres. Algunos dijeron que eran 1200 o 1300. Otros han afirmado que era de 700 hombres. Son diferencias tan enormes que parece casi imposible interpretarlas, y los historiadores no han logrado resolverlas. Sin embargo, he conseguido encontrar la solución. Las tres versiones de estas narraciones son correctas. Ya se ha dicho que después de que los hipócritas regresaran durante la batalla de Uhud, el ejército musulmán estaba formado sólo por 700 hombres. La Batalla de los Confederados tuvo lugar sólo dos años después. Durante este tiempo, ninguna tribu grande llegó a residir en Medina tras aceptar el Islam. Por lo tanto, no parece posible que 700 se convirtiera de repente en 3000. No parece correcto que esos 700 individuos se convirtieran de repente en 3000 cuando no se había sumado nadie más del exterior.

Por otra parte, tampoco es plausible que después de dos años de la batalla de Uhud, a pesar del progreso del Islam, el número de musulmanes aptos para la batalla seguía siendo el mismo que en el momento de Uhud (debe haber habido algún aumento en los números). Por lo tanto, después de considerar ambas revisiones críticas, parece que la tradición respecto al número de musulmanes capaces de luchar durante la Batalla de los Confederados, de alrededor de 1200 es correcta. Ahora bien, cabe preguntarse por qué unos mencionan 3.000 y otros 700. La respuesta es que ambas narraciones se hicieron basándose en circunstancias y perspectivas diferentes.

La Batalla de los Confederados tuvo tres etapas. Una de las etapas fue cuando el enemigo aún no había llegado a Medina y se estaba cavando la trinchera. Incluso los niños podían ayudar a limpiar la suciedad durante esta fase, y algunas mujeres también podían colaborar en esta tarea. Por lo tanto, mientras continuaba el esfuerzo por cavar la trinchera, el número de musulmanes era de 3.000 hasta ese momento, pero esto también incluía a los niños, y siendo testigos de la pasión de las Compañeras, podemos decir que algunas mujeres también podrían haber sido incluidas en este recuento, que puede que no cavaran la trinchera, pero contribuyeran en tareas fuera de ella. No es sólo mi opinión, sino que la historia también apoya este punto de vista. Así, está escrito que cuando llegó el momento de cavar la zanja, se reunió también a los jóvenes, y todos los hombres, ya fueran viejos o jóvenes, trabajaron para cavar la zanja o ayudar en lo referente a ella. Entonces, cuando llegó el enemigo y comenzó la lucha, el Santo Profeta (sa) ordenó a todos los muchachos menores de 15 años que se marcharan, y a los que ya tenían 15 se les dio la opción de quedarse o marcharse.

Esta tradición demuestra que el número de musulmanes era mayor durante la excavación de la trinchera, y disminuyó cuando comenzó la batalla, porque a los que aún no tenían edad se les ordenó marcharse. Por lo tanto, las narraciones que mencionan 3.000 se refieren al número cuando se estaba cavando la trinchera, lo que incluye a niños pequeños, y como deduje considerando las otras batallas, también había algunas mujeres. (Esto se debe a que se ha comprobado que en las narraciones de otras batallas también participaban mujeres). Sin embargo, el número 1.200 se refiere al momento en que la batalla había comenzado, y sólo quedaban hombres adultos.

Ahora, la pregunta sigue siendo: ¿es correcta también la narración que menciona 700 soldados? (Hemos aceptado la reducción de 3000 a 1200; ahora tenemos que ver si la narración que menciona 700 es válida). La respuesta a esta pregunta es que esta narración procede del historiador Ibn Ishaq, que es un historiador muy fiable, y grandes eruditos como Ibn Hazm han testificado firmemente su (autenticidad). Por lo tanto, no puede ponerse en duda. Esto también debe ser exacto. También se confirma que, al examinar más a fondo la historia, nos encontramos que durante la batalla, cuando los Banu Quraizah se unieron al ejército de los incrédulos, y conspiraron para lanzar un ataque sorpresa contra Medina, y cuando sus intenciones secretas fueron reveladas, el Santo Profeta (sa) consideró necesario proteger este lado de Medina donde residían los Banu Quraizah; el lado que previamente había sido dejado sin vigilancia bajo la suposición de que los Banu Quraizah eran aliados, y que no permitirían que el enemigo se acercara por ese lado. Así, la historia nos cuenta que, cuando se supo que los Banu Quraizah los habían traicionado, (que se habían separado [de los musulmanes] y buscaban engañarlos) y dado que las mujeres estaban cerca de las fortalezas de los Banu Quraizah gracias a la confianza depositada en la tribu, y ahora habían quedado desprotegidas, por lo tanto el Santo Profeta (sa) consideró imprescindible protegerlas, preparando y posicionando dos ejércitos musulmanes para vigilar las zonas donde se encontraban las mujeres. Dio a Muslimah bin Aslam (ra) 200 Compañeros y lo situó en un lugar, y dio a Zaid bin Harithah (ra) 300 Compañeros y lo situó en otro lugar, con la orden de que proclamaran en voz alta el Takbir [eslogan que proclama la grandeza de Dios] a intervalos para que se supiera que las mujeres estaban a salvo.

Esta tradición resuelve nuestra dificultad de por qué Ibn Ishaq mencionó 700 soldados en la Batalla de los Confederados, porque cuando, de los 1200 soldados, 500 fueron enviados a custodiar a las mujeres, entonces el ejército de 1200 se redujo a 700. De este modo, se resuelven las importantes discrepancias en los registros históricos sobre el número de soldados durante la Batalla de los Confederados.”

También se han narrado los detalles de la llegada de los incrédulos a Medina y los acontecimientos posteriores. Dirigido por Abu Sufyan, el ejército de los Quraish de La Meca y otras tribus llegó a Medina y acampó alrededor de la ciudad. Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) ha declarado estos detalles de la siguiente manera,

“Tras el trabajo continuado de veinte días, o considerando una de las narraciones, tras seis días de trabajo día y noche, se completó la zanja. Los Compañeros estaban absolutamente agotados por este esfuerzo y trabajo extraordinarios. Sin embargo, tan pronto como esta obra estuvo terminada, los judíos e idólatras de Arabia aparecieron en el horizonte de Medina, intoxicados por su número y su fuerza, con su ejército y su equipaje. Antes que nada, Abu Sufyan avanzó hacia el monte de Uḥud. Al encontrar este lugar desierto y abandonado, marchó hacia la parte de Medina más adecuada para atacar la ciudad, pero que había sido rodeada por un foso. Cuando el ejército de los incrédulos llegó a este lugar, al encontrarse con el obstáculo de una zanja en su camino, todos quedaron atónitos y confundidos. Se vieron obligados, por tanto, a acampar en la llanura más allá del foso. En el frente contrario, al recibir noticias de la inminente llegada del ejército incrédulo, el Santo Profeta (sa) partió de la ciudad con 3.000 musulmanes y cuando se acercó al foso, se situó entre la ciudad y el foso de tal manera que el monte de Sala’was quedara a su espalda.

La zanja, sin embargo, no era muy ancha y había ciertas zonas desde las que jinetes fuertes y experimentados podrían haber entrado dentro de la ciudad. Además, también había zonas de Medina que no estaban protegidas por el foso, y la única barrera que existía allí era la de las casas, los huertos y las grandes rocas, que estaban espaciadas de forma irregular. Además, también había zonas de Medina que no estaban protegidas por el foso, y la única barrera que existía allí era la de las casas, los huertos y las grandes rocas, que estaban espaciadas de forma irregular. Por lo tanto, el Santo Profeta (sa) dividió a los Compañeros en varios grupos y los colocó de guardia en diferentes puestos en lugares apropiados en el foso y en los otros lados de Medina. El Santo Profeta (sa) hizo hincapié en que, ya sea de día o de noche, esta seguridad no debe caer en la debilidad o la falta de atención. En el extremo opuesto, cuando los incrédulos se dieron cuenta de que, debido a la barrera del foso, ahora era imposible librar una batalla en campo abierto o emprender un ataque total contra la ciudad, rodearon Medina en forma de asedio y empezaron a buscar oportunidades para explotar las secciones más débiles del foso.”

Sin embargo, cuando el enemigo no logró cruzar la zanja, empezó a idear otros planes. Los detalles de esto se mencionan en los relatos de la historia de la siguiente manera: los idólatras habían conseguido rodear Medina por los cuatro lados, pero a pesar de sus esfuerzos no pudieron cruzar el foso por ningún lado, ni atacar abiertamente a los musulmanes. Abu Sufyan y Huyayy bin Akhtab, el líder de la tribu Banu Nadir, se sintieron impotentes e indefensos y tramaron una nueva conspiración para persuadir a la tribu judía de Medina, los Banu Quraizah, de que abandonaran su pacto con los musulmanes. Entonces, uniendo sus fuerzas con ellos planearon atacar a los musulmanes desde dentro de Medina. Para poner en práctica este peligroso plan, Huyayy bin Akhtab fue a reunirse con Ka’b bin Asad Quraizi, líder de los Banu Quraizah. Cuando Ka’b se enteró de su llegada, cerró la puerta de la fortaleza. Huyayy pidió permiso para entrar, pero Ka’b se negó a abrir la puerta. Huyayy le gritó: “¡Ay de ti, Ka’b! ¡Abre la puerta!” Ka’b respondió: “Huyayy, eres un hombre malvado. Ya he hecho un pacto con Muhammad (sa) y no lo romperé. Siempre he encontrado a Muhammad (sa) veraz y un hombre de palabra”. Por un lado, hizo esta declaración, pero después cambió de opinión. Huyayy dijo entonces: “Abre la puerta, quiero hablar de algunas cosas contigo”. Ka’b respondió: “Por Dios que no abriré la puerta”. Sin embargo, tras una breve discusión, Ka’b abrió la puerta. Huyayy dijo: “¡Ay de ti, Ka’b! He venido a concederte un gran honor y te he traído un ejército formidable y poderoso, que arrasa como el estruendo de las olas. Te he traído a los jefes y líderes de los Quraish”. Luego explicó en detalle todas las tribus que se habían unido a su ejército desde los alrededores de Medina para sitiar a los musulmanes. También dijo: “Nos hemos comprometido solemnemente a no abandonar este lugar hasta que acabemos con Muhammad (sa) y sus Compañeros”. Y lo habríamos conseguido si no nos lo hubiera impedido esta zanja”.

Sin embargo, incluso después de escuchar todo esto, Ka’b, el jefe de los Banu Quraizah, no accedió a romper su tratado. Dijo: “¡Por Dios!” No me has traído más que humillación y una nube oscura que no lleva agua. Sólo puede mostrar truenos y relámpagos, pero no lleva nada consigo. ¡Oh Huyayy! Que te arruines, déjame en paz, porque siempre he encontrado a Muhammad veraz y cumplidor de sus pactos. (Afirmaba continuamente que el Santo Profeta (sa) era veraz y fiel a su palabra). No nos obliga a nada, ni interfiere en nuestros asuntos religiosos.

Es un excelente vecino nuestro, así que regresen, no sea que corramos el riesgo de correr la misma suerte que todos ustedes corrieron antes. Pero Huyayy continuó consolando y distrayendo a Ka’b hasta que empezó a mencionar el dolor y las dificultades que su tribu -los Banu Qainuqah- había soportado, diciendo que todo este dolor se lo estaban infligiendo los musulmanes. Continuó hasta que casi consiguió ablandar el corazón de Ka’b para ellos. Finalmente, Ka’b cayó en su trampa. Su propensión natural a romper promesas se apoderó de él. Le dijo a Huyayy: “De acuerdo, pero si acepto lo que dices, y los Quraish y los Ghatfan acaban dando marcha atrás y no son capaces de matar a Muhammad (sa), ¿qué será de nosotros?”.

Huyayy respondió: “No te preocupes, en ese caso me meteré en tu fortaleza contigo”. Y lo que a tí te pase, me pasará a mí también. Después de este intercambio, Ka’b bin Asad rompió su tregua con el Santo Profeta(sa). En esta ocasión, el compañero de Ka’b, Amr bin Sauda, intentó aconsejar a Ka’b para que se abstuviese de actuar de esta manera tan malvada.  Le recordó que se había hecho un acuerdo muy firme con el Santo Profeta (sa) y le dijo que si no quería ayudar al Santo Profeta (sa), que así sea, que le dejara a él lidiar con sus enemigos, pero que rompiera el acuerdo y ayudara a sus oponentes. Pero Ka’b no le hizo caso. A la vista de esta acción de Ka’b, algunos judíos decentes de entre la Banu Quraizah acudieron al Santo Profeta (sa) e incluso aceptaron el Islam. Cuando Hazrat Umar bin Khattab (ra) fue informado que la Banu Quraizah había roto la tregua, informó al Santo Profeta (sa), que envió a Hazrat Sa’d bin Mu’adh (ra) y Hazrat Sa’d bin Ubadah (ra). Ambos hombres eran los jefes de sus tribus, y junto con ellos el Santo Profeta (sa) también mandó a Abdullah bin Rawahah (ra) y Khawat bin Jubair (ra). Según una narración envió a Usaid bin Huzair, con el deber de averiguar si las noticias que habían recibido sobre aquella gente eran ciertas o no. El Santo Profeta (sa) les indicó que, en el caso de que las noticias fueran ciertas no deberían hacerlas públicas, sino que deberían informar solamente al Santo Profeta (sa). En el caso de que fueran falsas, debían anunciarlo a todo el mundo. La delegación procedió a reunirse con Banu Quraizah. Cuando hablaron con Ka’b y sus compañeros, su comportamiento había cambiado. Cuando la delegación recordó a Ka’b que había hecho un pacto con el Santo Profeta (sa), él respondió de una manera muy irrespetuosa diciendo, “¿Qué profeta? No tenemos ningún pacto con él. He hecho pedazos este pacto como se hacen pedazos los cordones de los zapatos.” Según las narraciones, ambas partes tuvieron una intensa discusión. La delegación volvió al Santo Profeta (sa) y le informó de lo que había sucedido. Como siempre, en momentos tan difíciles y de mucho estrés, durante algunos instantes El Santo Profeta (sa) se permaneció callado. Y se mantuvo completamente impávido. Un hombre ordinario habría perdido los nervios. El Santo Profeta (sa) dijo:

[árabe]

“¡Oh creyentes! Alégrense por la buena nueva de la poderosa ayuda de Dios Altísimo.”

Luego dijo: “Tened la firmeza de fe de que el tiempo llegará cuando yo haga Tawwaf del Kaaba, y las llaves de ello estén en mis manos; Cosroes y César serán destruidos y se gastarán sus tesoros en el camino de Al’lah.”

En cuanto a la traición de la Banu Quraizah, Hazrat Mirza Bashir Ahmad ha escrito:

Hubo otra estrategia empleada por Abu Sufyan. Dio instrucciones a Huyayy bin Akhtab, el jefe judio de la Banu Nadir, y le envió a las fortalezas de la tribu de Banu Quraizah durante la oscuridad de la noche para intentar convencerles con la ayuda de su jefe Ka’b bin Asad de aliarse con ellos. Huyayy bin Akhtab encontró la oportunidad y llegó a la casa de Ka’b. Al principio Ka’b no estaba convencido. Dijo: Hemos hecho un acuerdo con Muhammad (sa) y él siempre ha cumplido fielmente sus pactos y acuerdos, por lo tanto, no puedo traicionarle.” Sin embargo, Huyayy le prometió huertos verdes, bien regados y le impresionó tanto con su visión de la inminente destrucción del Islam y su empeño de no volver a La Meca hasta haber aplastado el Islam que al final Ka’b aceptó su propuesta. De esta manera, la fuerza de Banu Quraizah aumentó el desequilibrio existente entre ambas partes, el cual ya de por sí favorecía ampliamente a una de las partes. El número de los no creyentes ya superaba con creces el de los musulmanes, y este número aumentó con la traición de los judíos. Cuando el Santo Profeta (sa) recibió la información sobre la traición de Banu Quraizah, su primera acción fue enviar a Zubair bin Al-‘Awwam (ra) en varias ocasiones para obtener información en secreto.

Luego, el Santo Profeta (sa) envió formalmente a Sa‘d bin Mu‘adh (ra) y Sa‘d bin Ubadah (ra), jefes de las tribus Aus y Jazrall, junto con otros Compañeros influyentes como miembros de una delegación a Banu Quraizah. Les dio instrucciones estrictas de que, si las noticias eran negativas, a la vuelta no deberían comunicarlas a nadie, sino mantener la información en secreto para no provocar más ansiedad entre la gente. Cuando estas personas llegaron a las viviendas de Banu Quraizah y se acercaron a Ka’b bin Asad, este hombre malvado les confrontó de manera muy arrogante. Cuando los dos Sa’ds hablaron del tratado, Ka’b y la gente de su tribu se volvieron violentos y dijeron: “¡Marcharos! No hay ningún acuerdo entre Muhammad (sa) y nosotros.” Al oír esto, los miembros de la delegación regresaron. Sa‘d bin Mu‘adh (ra) and Sa‘d bin Ubadah (ra) se presentaron ante el Santo Profeta (sa) y le informaron de lo que había sucedido con todo detalle.

Algunos jóvenes de nuestra Comunidad, después de escuchar los comentarios de algunos no musulmanes, preguntan porque al final Banu Quraizah recibió un trato tan severo. Era porque recibieron el castigo por haber roto su tratado. No recibieron ningún trato cruel por parte del Santo Profeta (sa). De todas formas, hay aspectos de esta historia que Hazrat Musleh Maud (ra) ha detallado con gran cuidado. Inshal’lah, hablaré sobre estos aspectos en el futuro.

El Ijtema de Judamul Ahmadía comenzará hoy. Los Judam deben esforzarse en aprovechar al máximo este evento. El pronóstico del tiempo indica que va a llover. Que Dios Altísimo bendiga el evento y permita que todo se desarrolle correctamente.

Durante los días del evento los Judam deben esforzarse en mejorar su rango espiritual y académico. Deben hacer hincapié en recitar el Durud y las demás oraciones sobre las que he llamado la atención recientemente, y deben recitar estas oraciones diariamente. Que Dios Altísimo les proteja de toda clase de ataque satánico.

Hoy voy a dirigir las oraciones fúnebres en ausencia de los siguientes miembros de la Comunidad y voy a mencionar algunos detalles sobre ellos.

El primero es el estimado Habib-ur-Rahman Zirvi Sahib que falleció recientemente a la edad de 73 años.

[árabe]

A Dios pertenecemos y a Él regresaremos.

Por la Gracia de Dios Altísimo, él era un Musi y dedicó su vida a la Comunidad. El nombre de su padre era Sufi Khuda Bakhsh Zirvi Sahib. Su familia entró en la Comunidad Ahmadía a través de su padre, que tuvo el honor de jurar su lealtad ante Hazrat Musleh Maud (ra) en 1928.

Además de completar sus estudios iniciales, Habib-ur-Rahman Zirvi Sahib obtuvo un máster en Ciencias Bibliotecarias de la Universidad del Punjab. En 1981 dedicó su vida al servicio del Islam y su Waqf fue aceptado. Se le nombró Asistente Bibliotecario en 1981, y durante tres o cuatro años tuvo la oportunidad de servir como el responsable de la Biblioteca del Jalifa. Más tarde se le nombró Nizarat Ishaat, y luego se le asignó a la Fundación Tahir. Al final de su vida trabajaba como Na’ib Nazir de Diwan Sadr Anjuman Ahmadía.  También tuvo la oportunidad de servir como Muhtamim en el departamento de Judamul Ahmadía, y en Ansarul’lah tuvo el honor de servir como Qaid de la Sede Central.

Trabajaba siempre con mucha dedicación y compiló un libro con el título Tazkar-e-Mahdi, en el cual con gran minuciosidad recogió detalles de la vida del Mesías Prometido (as) narrados por Hazrat Musleh Maud (ra) en varios libros suyos. Este libro ya ha sido publicado. Además de esto trabajó en varios manuscritos que no se han podido terminar. Dios Altísimo le ha bendecido con un hijo y dos hijas. Tenía una relación muy profunda con el Jalifato. Tenía un carácter reservado y se centraba mucho en su trabajo.  Siempre que se le asignaba alguna responsabilidad, la cumplía lo mejor que podía.  Siempre hizo honor a su promesa y trabajaba con gran dedicación.  Era una persona sociable y amable. Que Dios Altísimo le conceda el perdón y misericordia y otorgue a sus hijos la capacidad de mantenerse firmes sobre el sendero del bien.

La segunda persona es Dr. Syed Riaz-ul-Hasan sahib, que falleció recientemente. Por la gracia de Dios, era un Musi. Era hijo del brigadier Dr. Zia-ul-Hasan Sahib. Consagró su vida al servicio del Islam y siguió ejerciendo como médico. Desde muy joven estuvo al servicio de la Comunidad. En el marco del programa Nusrat Yahan, fue bendecido con la oportunidad de servir durante más de veinte años en Uganda, Kenia, Gambia y Pakistán. Tras muchos años de servicio en Kenia, solicitó permiso para especializarse como cirujano general en Pakistán, donde obtuvo varios diplomas y certificados médicos. También tuvo la oportunidad de enseñar anatomía a médicos en una universidad de medicina. Era un médico competente y hábil.

Solía prestar ayuda económica a estudiantes locales en Gambia, patrocinando su educación y ayudándoles a encontrar trabajo. Siempre estaba dispuesto a ayudar a los pobres y a los necesitados. Una de sus cualidades destacadas era su profundo compromiso con la oración y el Tahayud, un hábito que había mantenido desde su juventud.

Quienes le conocieron, le describen como una persona amable, compasiva y cariñosa con sus pacientes. Era un apasionado de su trabajo y confiaba plenamente en Dios. Fue un hombre de oración, bondad y humildad, y mostraba un extraordinario celo por servir a su fe. Poseía una moralidad excepcional y un gran respeto por las personas consagradas. Que Dios Altísimo le conceda perdón y misericordia.

La tercera mención es para el respetado profesor Abdul Yaleel Sadiq Sahib de Rabwah, fallecido recientemente a la edad de 80 años.

[Árabe]

[Pertenecemos a Dios y a Él volveremos].

Por la gracia de Dios Altísimo, también era un Musi. Era hijo de Qureshi Abdul Ghani Sahib, de Rabwah. Su familia entró en la Comunidad Ahmadía a través de su abuelo, Hazrat Mian Qutbuddin Sahib de Goliki, distrito de Gujrat, y su abuelo materno, Hazrat Maulvi Muhammad Usman Sahib, Amir de la Comunidad en Dera Ghazi Khan. Yaleel Sadiq Sahib terminó su licenciatura en Ciencias Políticas y en 1964 fue nombrado profesor del Talimul Islam College.

Posteriormente, en 1966, obtuvo un Máster en inglés y fue nombrado oficialmente miembro del departamento de inglés del Talimul Islam College. Fue profesor durante 39 años. Yo también fui uno de sus alumnos en la universidad; tenía un carácter muy tranquilo y enseñaba de forma muy cariñosa. Mantenía buenas relaciones con sus estudiantes y era muy respetuoso con ellos. Tras su jubilación, consagró su vida en 2003 y fue nombrado a Sadr Anjuman Ahmadía como encargado del departamento de Tartib y Registros, donde fue Naib Nazir. Tuvo la oportunidad de servir como Muhtamim bajo Maylis Juddamul Ahmadía, realizando varias funciones. Fue también el Sadr Majlis-e-Sehat de Pakistán, y qazi de la Qaza Central de Pakistán desde 1983. Tuvo la oportunidad de ejercer de presidente local de su zona. Le sobreviven dos hijas y un hijo. Quienes han escrito sobre él dicen -y con razón- que tenía un carácter muy puro y humilde. A menudo prefería permanecer callado, pero cuando hablaba lo hacía de forma meditada y acorde con la situación. Su carácter era puro y paciente. No se involucraba innecesariamente en los asuntos de los demás y, cuando era necesario, daba buenos consejos. Siempre apreciaba cualquier trabajo virtuoso y si alguien le causaba alguna molestia nunca se quejaba. Siempre mostraba paciencia y agradecimiento. En silencio y en secreto, prestaba ayuda financiera de forma continuada a los que carecían. Tenía un vínculo muy profundo con Jalifato y escribía cartas con regularidad. También mantenía muy buenas relaciones con su familia. Sirvió y honró los debidos derechos de su esposa y de sus padres. De hecho, su hermano escribe que también cuidaba mucho de sus hermanos y que consideraba su deber servirles.

La siguiente mención es al respetado maestro Munir Ahmad Sahib de Jhang. También ha fallecido recientemente, a los 82 años.

[Árabe]

[Pertenecemos a Dios y a Él volveremos].

Por la gracia de Dios Altísimo también era un Musi. Su padre, Mian Gulam Muhammad Sahib, juró lealtad en 1930 a Hazrat Jalifatul Masih II (ra), y era áhmadi de nacimiento. Tuvo la oportunidad de servir en Juddam-ul-Ahmadía y Ansarullah durante 40 años; sirvió como Qaid de Distrito y Nazim de Distrito para Jhang y más tarde para Chiniot cuando se convirtió en un distrito. Fue un servidor muy sincero y leal de la Comunidad y una fuente de beneficios para los demás. Trabajó como maestro de primaria en Jhang, y tiene miles de alumnos que le guardan un gran honor y respeto. Era muy útil para la gente. A menudo acudía a las oficinas gubernamentales en nombre de otros, especialmente de los áhmadis, para ocuparse de sus asuntos. No sólo les ayudaba en sus asuntos, sino que también los llevaba a su casa y les mostraba hospitalidad. Su círculo de contactos era bastante amplio, y los utilizaba al servicio de la Comunidad y sus miembros, en lugar de obtener beneficios personales. Siempre ayudó activamente a las personas encarceladas, fueran o no áhmadis. Tenía amistades personales con quienes trabajaban en las cárceles, y las utilizaba para garantizar el bienestar de los áhmadis encarcelados.  Sus contactos eran muy amplios cuando se trataba de dar facilidades a los encarcelados. Cuando estuvimos en la cárcel nos prestó un gran servicio a mí y los que estaban conmigo. Durante ese tiempo, gracias a sus contactos con el celador, pudo darnos algunas facilidades que no estaban al alcance del preso medio. Por la gracia de Dios Altísimo, no es que sólo sirviera a determinadas personas, sino que siempre estaba dispuesto a servir a cualquiera, independientemente de si era un áhmadi pobre o rico. En general, también trabajaba por el bienestar de los presos. También sentía un gran amor por Qadian. Visitaba Qadian casi todos los años y participaba en las actividades allí. Cuando los representantes de la sede central visitaban su distrito, les ayudaba en todo lo posible. En 1988 se abrió un caso contra él por distribuir panfletos, pero posteriormente fue sobreseída. Que Dios Altísimo le conceda el perdón y la misericordia y eleve su posición. No tuvo descendencia.

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