Se llenará de conocimiento secular y espiritual – La mano de Dios en el cumplimiento de la profecía del Hijo Prometido
SERMÓN DEL VIERNES, 18 DE FEBRERO DE 2022.
Pronunciado en la Mezquita Mubarak de Islamabad (Tilford, Surrey), Reino Unido.
Después de recitar el Tashahud, el Taawwuz y el Sura Al-Fatiha,
Hazrat Jalifatul Masih V (atba) pronunció las siguientes palabras:
El 20 de febrero de cada año celebramos, a través de convenciones, el “Día de Hazrat Musleh Maud (ra)”, que es el “Reformador Prometido”. Esta profecía de Hazrat Mirza Ghulam Ahmad (as) fue acerca del nacimiento de un hijo suyo y que predijo basándose en una revelación Divina. En realidad, era la respuesta a las alegaciones de los oponentes del Islam, cuando decían que dicha religión no era capaz de demostrar señal alguna de su veracidad. Entonces, el Mesías Prometido (as) respondió diciendo que había recibido una revelación de Dios Altísimo y anunció que a través suya se manifestaría una gran señal sobre la veracidad del Islam y que ello ocurriría a través del nacimiento de un hijo de su propia progenie, que viviría una vida larga y defendería el Islam.
Al mismo tiempo, Hazrat Mesihe Maud (as) dijo que estaría dotado de una larga lista de cualidades y enumeró alrededor de 52 o 53. Esta no era una profecía cualquiera. Además, estipuló un plazo para su cumplimiento, diciendo que su hijo nacería en dicho periodo, que tendría una vida larga y serviría al Islam de forma excepcional. Así pues, varios aspectos de esta profecía son destacados durante las diferentes convenciones que la Yamat organiza. Si Dios quiere, también este año las distintas comunidades realizarán sus reuniones. Por otro lado, la MTA emitirá varios programas de los que podremos conocer más detalles de dicha profecía. De momento, me gustaría mencionar varios extractos de las palabras del propio Hazrat Musleh Maud (ra) sobre cómo fueron sus primeros años de vida, acerca de su salud y su relación con Dios Altísimo. En principio, la profecía era sobre el nacimiento de un hijo que vivirá una vida larga.
Sin embargo, podemos comprender el estado de su salud durante su infancia, (es decir, de quien se dijo que tendría una larga vida), a través de la siguiente narración en la que él mismo, Hazrat Musleh Maud (ra) dice:
“El estado de mi salud era muy débil en mi infancia. Primero, sufría de tos convulsiva y luego mi salud se deterioró tanto que, hasta los once o doce años, mi condición era que estaba entre la vida y la muerte, y generalmente llegaron a la conclusión de que no viviría por mucho tiempo. Durante ese mismo periodo, comencé a desarrollar cierta molestia por la cual mis ojos me dolían continuamente. Es más, la situación de mis ojos empeoró tanto, que casi perdí por completo y para siempre la visión en uno de ellos, (o sea, casi no podía ver nada con ese ojo). Como consecuencia, apenas si podía ver con ese ojo e incluso ahora (es decir, cuando estaba dando este discurso) puedo ver muy poco con uno de mis ojos. Luego, cuando me hice mayor, tuve una fiebre continua durante seis o siete meses y me dijeron que tenía tuberculosis. Así que por estas razones no pude estudiar de forma regular y tampoco ir a la escuela asiduamente.
Pues bien, el profesor Fakir Ul’lah Sahib de Lahore (Hazur estaba dando este discurso en Lahore) poseía una casa en el barrio musulmán. Era profesor de matemáticas en nuestra escuela y una vez fue a ver al Mesías Prometido (as) para quejarse de que yo no iba apenas a la escuela y que solo lo hacía ocasionalmente. Yo tenía miedo de que Hazrat Mesihe Maud (as) pudiera enojarse conmigo. No obstante, Hazrat Ahmad (as) respondió: ‘¡Querido profesor! Su salud es muy débil y estamos agradecidos de que por lo menos va a la escuela de vez en cuando, y aprende algo de aquí y de allá. No lo presiones mucho’.
Hazrat Musleh Maud (ra) afirmó además:
“Asimismo, también recuerdo que el Mesías Prometido (as) proclamó: ‘¿Qué lograremos enseñándole matemáticas? ¿Acaso haremos que abra una tienda?’.”
Así que esta era la situación de su salud y su asistencia a la escuela durante su infancia. Entonces, dadas las circunstancias, ¿quién podría adivinar que viviría una larga vida? Y no solo una vida larga, pues se había profetizado que tambiénd estaría lleno de conocimiento religioso y secular. Por eso, ¿quién podría predecir que adquiriría esos conocimientos en tales circunstancias?
A pesar de todo, Hazrat Musleh Maud (ra) narra:
“El Mesías Prometido (as) dijo: ‘Será suficiente si solo estudia el Sagrado Corán y los Hadices’. Así pues, mi salud era tan débil que no tenía en absoluto la habilidad de adquirir conocimiento secular y además mi visión estaba dañada. Por eso, suspendí las pruebas de primaria, secundaria y los exámenes de admisión; pero aunque no pude superar ningún exámen, Dios había afirmado, en relación a mí, que estaría lleno tanto de conocimiento secular como religioso. Por lo tanto, a pesar de que no había adquirido conocimiento secular alguno, Dios Altísimo ha escrito libros tan maravillosos y magníficos a través de mis manos, que su estudio ha dejado al mundo atónito después de leerlos y la gente está obligada a confesar que no hubiera sido posible escribir en más profundidad sobre asuntos relacionados con el Islam”.
Hazrat Musleh Maud (ra) continúa diciendo:
“Hace poco he escrito un comentario que se llama ‘Tafsir-e-Kabir’ (El Gran Comentario). Ahora bien, habiéndolo leído, incluso los enemigos más enconados de la Comunidad han dado testimonio de que hasta ahora no se ha escrito un comentario del Sagrado Corán semejante de este. Por otro lado, con frecuencia visito Lahore y los que viven aquí saben que me visitan profesores, estudiantes de colegios, así como médicos, gente destacada y abogados de renombre. Sin embargo, hasta el día de hoy, ningún erudito prominente ha podido objetar algo en contra del Islam o del Santo Corán delante mía sin que yo no le haya dejado sin palabras al presentar una respuesta muy convincente basada en el Islam y en el propio Corán, y no se haya visto obligado a admitir que en realidad no se puede levantar niguna verdadera objeción en contra de las enseñanzas del Islam o el Sagrado Corán. Esto se debe meramente a la Gracia con la que Al’lah me ha bendecido, ya que no he recibido ninguna educación secular en absoluto. Por tanto, no puedo negar el hecho de que Dios mismo me ha concedido todo tipo de conocimiento secular y religioso”.
En este sentido, en relación a cómo Al’lah lo colmó de conocimiento secular y religioso, el propio Hazrat Musleh Maud (ra) escribe:
“Yo era todavía un niño cuando vi en un sueño que habían tocado una campana y esta produjo un sonido resonante que iba incrementándose hasta tal punto que tomó la forma de un marco. Luego, observé que dentro de ese marco apareció una imagen y un poco más tarde la imagen empezó a moverse, y de repente un ser salió de la misma y se presentó ante mí diciendo: ‘Soy un Ángel de Dios y he venido para enseñarte el comentario del Santo Corán’. Yo le respondí: ‘Enséñamelo por favor’. Entonces, me empezó a enseñar el comentario del ‘Sura Al-Fatiha’ y una vez comenzó a enseñármelo, continuó enseñándomelo hasta que llegó al versículo:
‘A Ti solo te adoramos y a Ti solo imploramos ayuda’, (1:6), y me explicó: ‘Hasta hoy los comentaristas del Corán han escrito solo hasta aquí, pero yo te enseñaré el comentario que viene después’, y a continuación me enseñó el comentario de todo el Sura Al-Fatiha.
El significado real de este sueño fue que Dios Altísimo me ha otorgado la capacidad de entender la exégesis del Sagrado Corán y este don es tan obvio dentro de mí, que puedo anunciar públicamente ante cualquier grupo de personas, que soy capaz de explicar todas las enseñanzas del Islam a través de Sura Al-Fatiha”.
Esto fue parte de un discurso que dió en público, por el que se estaba dirigiendo a todo el mundo y poniendo sobre la mesa ese desafío, aunque nadie jamás lo aceptó.
Hazrat Musleh Maud (ra) sigue relatando:
“Cuando aún era muy joven y estudiaba en la escuela, el equipo de fútbol de mi clase fue a Amritsar para jugar contra el ‘Khalsa College’ de los ‘sijs’. Ambos equipos jugaron y nuestra escuela ganó. A pesar de que nuestra Yamat se enfrenta a la oposición del resto de los musulmanes, esta victoria levantó la moral de los musulmanes y un noble jefe de Amritsar invitó a nuestro equipo después del partido a tomar té”.
En otras palabras, a pesar de la oposición que tenían en contra de nuestra Yamat, como habíamos ganado el partido y logrado defender el honor de los musulmanes, nos invitó. Cuando fuimos allí, me obligaron a pronunciar un discurso y no había preparado nada para tal ocasión. Al ponerme de pie ante la audiencia, recordé el sueño en el que aquel ángel me había enseñado el comentario del ‘Surah Al-Fatiha’, por lo que primero recé a Al’lah: ‘¡Oh Dios mío! Tu ángel me enseñó el comentario de ‘Sura Al-Fatiha’ y hoy quiero comprobar si ese sueño fue enviado por Ti o si fue un engaño de mi propia mente; porque si me lo enviaste Tú, enséñame hoy alguna cosa sobre el ‘Surah Al-Fatiha’ que nunca ha sido mencionada por ningún exégeta del Santo Corán’.
Una vez terminé de hacer dicha plegaria, de forma inmediata Dios Altísimo me reveló un aspecto particular de dicho Sura en mi corazón y dije: ‘Mirad en el Sagrado Corán y encontrareis que Dios nos ha enseñado esta oración:
‘Dirígenos por el camino recto,
el camino de aquellos que no han incurrido en Tu enojo y de los que no se han extraviado’, (1:6-7).
Es decir: ‘¡Oh musulmanes! Pedid en vuestras cinco oraciones diarias y en cada rakat (unidad de oración) que no lleguéis a formar parte de ninguno de esos dos grupos, los ‘maghzub’ (recipientes de la ira Divina) o ‘zual’lin’ (los que se han extraviado del camino recto). Asimismo, el significado de ‘maghzub’ fue explicado por el Santo Profeta (sa) en un hadiz y aclaró que se refiere a los judíos; y ‘zual’lin’ a los cristianos. En este sentido, ese versículo que dice ‘de los que no han incurrido en Su enojo’ significa: ‘¡Oh Al’lah! Protégenos para que no seamos como los judíos’; y la parte ‘de los que no se han extraviado’ se refiere a que: ‘¡Oh Al’lah! Protégenos también de que no seamos como los cristianos.
Este tema ha sido corroborado además a través de la siguiente declaración del Profeta (sa), quien afirmó: ‘Un Mesías vendrá a esta Ummah (la nación musulmana) y aquellos que lo rechacen sin duda se volverán como los judíos (que han incurrido en la ira Divina)’.
Por otro lado, el Mensajero de Dios (sa) proclamó: ‘Llegará un tiempo en que la disensión de los cristianos llegará a ser prevalente. La gente se convertirá al cristianismo para obtener sustento, comida y trabajo, y para tener respeto en la sociedad; o las personas caerán presas del engaño y aceptarán el cristianismo como resultado de no entender las enseñanzas de su propia fe cristiana’.
Por eso, es sorprendente que el ‘Sura Al-Fatiha’ se reveló en La Meca y en esa época ni los judíos predominantemente se opusieron al Islam, ni tampoco los cristianos. En esa era, la mayor parte de la oposición al Islam fue realizada por los idólatras. A pesar de esto, no se enseñó una oración que dijera: ‘¡Oh Al’lah! Sálvanos de volvernos como los idólatras’; sino que la plegaria que se nos enseñó fue: ‘¡Oh Al’lah! Sálvanos de volvernos como judíos y cristianos’.
Esto demuestra claramente que, a través de este ‘Sura’ (capítulo) y versículo en concreto, Dios Altísimo predijo que los idólatras de La Meca serían destruidos para siempre y no quedarían apenas trazas de los mismos. Así que no era necesario que a los musulmanes se les enseñara una oración acerca de ellos. Al mismo tiempo, tanto el judaísmo como el cristianismo continuarían existiendo y por eso es necesario que siempre recéis para que os mantengáis a salvo de su maldad’.
Después de terminar mi discurso, muchos líderes destacados se acercaron hasta mí y dijeron: ‘Has estudiado el Corán con mucha profundidad. Esta es la primera vez en nuestra vida que hemos escuchado el punto que has expuesto’. En realidad, esto es realmente así. Mirad todos los comentarios escritos sobre el Sagrado Corán: no encontraréis ni un solo comentarista que haya mencionado este punto de vista hasta ahora; y yo tenía solo veinte años en ese momento cuando Al’lah me enseñó ese tema.
Por consiguiente, Al’lah, a través de un ángel Suyo, me ha dado este conocimiento del Santo Corán y me ha otorgado tanta capacidad dentro de mí, que ello se puede comparar con una persona a la que se le ofrece la llave de un tesoro, pues de la misma manera se me ha dado la llave para descifrar los conocimientos profundos relacionados con el Corán. Es más, no hay ningún erudito en el mundo ante el cual yo no pueda demostrar la superioridad de las enseñanzas del Libro Sagrado. Aquí estamos en la ciudad de Lahore y hay una universidad, (estaba dando su discurso en Lahore). También hay establecidos varios colegios y además aquí se pueden encontrar eruditos expertos en muchísimas ramas de conocimiento. Pues bien, me dirijo a todos ellos y digo que cualquier sabio, de la disciplina que sea, puede desafiarme, o cualquier profesor de cualquier parte del mundo, o científico puede intentar levantar una acusación en contra del Sagrado Corán a la luz del conocimiento que tenga de su disciplina, que por la Gracia de Dios Altísimo podré darle una respuesta tan contundente que el mundo se verá forzado a aceptar que su alegación ha sido refutada; y proclamo abiertamente que le daré una respuesta a su alegación únicamente con la Palabra de Dios y la rechazaré enteramente a través de los versículos del Santo Corán”.
Este incidente, como él mismo mencionó, tuvo lugar cuando solo tenía veinte años y en esa época ya había logrado tener certeza completa en Al’lah. A continuación, el propio Hazrat Musleh Maud (ra) nos explica a qué edad logró tener esta certeza perfecta en la Divinidad, ya que escribió sobre ello y por eso sabemos que, desde su niñez, Dios Altísimo le estaba criando para ser digno de ser llamado el “Musleh Maud”, (el ‘Reformador Prometido’).
Así, Hazrat Musleh Maud, Jalifatul Masih II (ra) comenta:
“El año 1900 fue el momento en que mi corazón se volvió hacia los mandamientos del Islam. Cuando tenía once años, una persona trajo una túnica de color para el Mesías Prometido (as). Entonces pregunté si me la podía quedar y no lo hice por alguna razón en particular, solo porque me gustó su color y estilo, aunque no podía ponérmela ya me quedaba demasiado larga. A esta misma edad de once años, a comienzos del año 1900, empecé a pensar acerca de por qué creía en Dios y qué evidencia había sobre Su existencia, así que pensé mucho sobre este asunto hasta muy entrada la noche. Al final, alrededor de las diez u once de la noche, mi corazón sintió un gran alivio y me quedé tranquilo de que sí, efectivamente hay un Dios que existe. Ese instante fue un momento de muchísima alegría para mí y de gran felicidad, algo parecido a cuando un niño se alegra al encontrar a su madre, ya ques sentí un gozo tremendo al descubrir a mi Creador”.
Esta era su forma de pensar cuando tenía solo once años.
“Mi primera fe, que estaba basada solo en cosas que había escuchado, se transformó en una fe basada en el conocimiento”.
En otras palabras, la fe que había adquirido al escuchar asuntos por parte de otras personas se convirtió en una fe basada en conocimiento.
Y continúa diciendo:
“No pude contenerme más y entonces hice una plegaria a Dios Altísimo y continué haciéndola por algún tiempo, y era que: ‘¡Oh Al’lah! Nunca dejes que tenga dudas sobre Tu existencia’. En esos días tenía once años y ahora tengo treinta y cinco, pero aún hoy tengo en gran estima esa oración que hice en ese momento de mi vida, pues incluso hoy también digo la misma oración: ‘¡Oh Al’lah! Nunca dejes que llegue a tener duda alguna sobre Tu existencia’. Ciertamente, en ese tiempo era un niño y ahora tengo más experiencia, por lo que he añadido a dicha oración lo siguiente: ‘¡Oh Al’lah! Otórgame haqqul yaqin (certeza absoluta) acerca de Tu Ser’.
Luego, una cosa llevó a la otra, pero retomando el tema principal, estaba escribiendo que le pedí al Mesías Prometido (as) esa túnica larga cuando de repente me sentí inundado por la aparición de esos pensamientos que he mencionado anteriormente. Entretanto, un día, durante la hora de ‘ishraq’ (mañana) o ‘zuha’ (antes del mediodía), hice la ablución y me puse esa túnica, aunque esta vez lo hice no porque era bonita, sino por pertenecer al Mesías Prometido (as), razón por la que era bendita. Así pues, esta fue la primera ocasión en la que me di cuenta en mi corazón de lo sagrado que era algo que pertenecía a un Elegido de Dios Altísimo. Por lo tanto, en ese momento cerré mi puerta y ofrecí muchas oraciones voluntarias mientras lloraba profusamente”.
Los detalles de este incidente y cómo reconoció a Al’lah a la edad de once años los ha mencionado en otro lugar de la siguiente manera:
“Tenía once años cuando Dios, a través de Su Gracia, me permitió transformar mi creencia en certeza. Había transcurrido la oración de ‘maghrib’ y estaba de pie en mi casa. De repente, me vino un pensamiento y comencé a preguntarme si era áhmadi simplemente por ser hijo del Fundador de la Comunidad, o porque encontraba que el Ahmadíat era verdadero y que había sido establecido por Dios Altísimo. Tras pensar en ello, decidí que reflexionaría seriamente sobre ello y no iba a salir de casa hasta que no alcanzara una conclusión definitiva; y si llegaba a darme cuenta de que el Ahmadíat era algo falso, entonces, en lugar de ir a mi habitación saldría de la casa directamente desde el patio”.
Esta era la mentalidad de un niño de once años.
Luego añade:
“En cualquier caso, después de tomar esta decisión, empecé a darle vueltas al asunto y como consecuencia, de forma natural, se me ocurrieron varios argumentos que comencé a analizar. En dicho contexto, formulaba un argumento al respecto y a continuación empezaba a refutarlo; lo mismo hice con el segundo argumento e incluso con un tercero. Siempre los refutaba al final. Pues bien, este proceso continuó hasta el punto que comencé a pensar incluso si el Santo Profeta Muhammad (sa) fue verdaderamente un Profeta de Al’lah (sa) y si yo creía en él solo porque mis padres así lo hacían, o por el hecho de que era un Profeta (sa) virtuoso y ello había quedado claro para mí a través de la evidencia.
Pon lo tanto, cuando se me ocurrió esta pregunta, decidí que ahora también resolvería este asunto y llegaría a una conclusión definitiva. Tras un instante, me vino un pensamiento de forma natural acerca de Dios Altísimo que tenía necesidad de resolver y me pregunté de corazón si yo simplemente creía en Al’lah, o realmente había llegado a la conclusión de que este mundo tiene un Dios. De esta forma, empecé a reflexionar acerca de dicha cuestión, o sea, sobre la existencia de Al’lah, y llegué a la conclusión de que si Dios existe, Muhammad (sa) también tiene que ser un Profeta verdadero; y si Muhammad (sa) es un verdadero profeta, el Mesías Prometido (as) también es un profeta verdadero; y finalmente, si el Mesías Prometido (sa) es verdadero, entonces el Ahmadíat es verdadero. No obstante, si no hay ningún Dios en este mundo, ninguna de estas cosas es verdadera. Por eso, he decidido que hoy voy a encontrar la solución a todos estos asuntos y si mi corazón llega a la conclusión de que Al’lah no existe, no permaneceré más en mi casa. De hecho, la dejaré de inmediato.
Una vez tomé esta decisión, empecé a pensar sobre ese tema y continué haciéndolo por un tiempo. Como era muy joven, pues tenía solo once años, no podía encontrar una respuesta adecuada a dicha pregunta. Incluso así, seguí pensando, hasta que mi mente se cansó. En ese momento levanté mis ojos y los dirigí hacia el cielo. No había nubes en ese momento”.
Esta era la forma en la que Dios quería enseñarle.
Hazrat Musleh Maud (ra) escribe además:
“El cielo era totalmente cristalino y las estrellas brillaban de forma maravillosa. ¿Qué podía relajar más un cerebro cansado que ver un cielo así, repleto de estrellas brillando claramente? En verdad, estaba muy cansado, por lo que continué mirando las estrellas y disfrutando de la escena nocturna. Al final, seguí observando las estrellas por un periodo tan largo, que precisamente perdí por completo la noción del tiempo. Una vez transcurrido un rato, cuando mi mente recuperó su frescura, pensé dentro de mí: ‘¡Esas estrellas son muy bonitas! Pero, ¿hay algo más allá de las mismas?’. Ante esto, mi mente me sugirió la respuesta de que después de esas estrellas habría más estrellas. Luego pensé, ¿qué hay más allá de ellas? De nuevo, mi corazón me volvió a sugerir que más allá habría incluso más estrellas. Así que a continuación volví a preguntarme qué habría más allá de ellas y mi mente me dio la misma respuesta; es decir, que incluso habría más estrellas tras esas. Y una vez más, de nuevo me pregunté qué habría más allá de ellas y nuevamente mi corazón y mi mente me respondieron que habría incluso más estrellas.
Finalmente, mi corazón me dijo que no puede ser que tras la primera estrella haya una segunda y después de la segunda una tercera, y tras la tercera una cuarta, etc. ¿Acaso las estrellas no se acabarían nunca? Y si lo hacen, ¿qué vendrá después de ellas? Al fin y al cabo, esta es la misma cuestión que deja perpleja a la gente que reflexiona sobre el significado de nuestra creencia de que Dios es infinito y que siempre ha existido, ya que dicen que debe haber algún tipo de límite. Pues bien, esta misma curiosidad se desarrolló en mi interior en relación a las estrellas y me pregunté si tenían fin. Entonces, si lo tenían, ¿qué había más allá de ellas? Y si las estrellas no tenían fin, ¿qué sistema permite que perduren para siempre? Cuando mis pensamientos llegaron a este punto, me di cuenta de que es inutil cuestionarse si Dios es limitado o no tiene límite alguno.
Insulso si alguien no cree en Dios, ¿qué puede decir acerca de las estrellas que se alzan ante sus ojos? Si aceptamos que algo es limitado, solo podrá tener un límite si hay otra cosa que empiece después de que deje de existir. Así que la cuestión real es que si son limitadas, ¿qué viene o hay después de ellas? O, si consideramos que son ilimitadas, ¿por qué el ser humano puede aceptar que las estrellas son ilimitadas y no hacer lo mismo respecto a Dios Altísimo?
En ese momento, mi corazón aceptó el hecho de que Al’lah realmente existe, porque en la misma ley de la naturaleza, Dios ha dado respuesta a las alegaciones que se realizan en contra de Su existencia, pues Dios dice: ‘Si realizáis estas mismas preguntas sobre Mí, que no puedo ser visto. Entonces, ¿cuál es vuestra respuesta sobre aquellas cosas que podéis ver? Ya que os hacéis las mismas preguntas sobre ellas como sobre Mí’. Al final, no tenéis respuesta y luego simplemente decís que no podéis entender cómo Dios puede ser ilimitado (infinito)”.
En otro lugar, Hazrat Musleh Maud (ra) manifestó:
“Cuando este argumento probó para mí y con certeza la existencia de Dios Altísimo, tras ello se me manifestó también la veracidad del Santo Profeta (sa) y del Mesías Prometido (as)”.
De ahí que esta sea una prueba más de que Al’lah lo llenara de conocimiento, tanto secular como religioso; pues Dios trajo tales cuestiones a la mente de un niño joven que tenía muy poca educación y además lo guió por el camino recto.
Ahora bien, ¿cuáles fueron los sentimientos y lo que pensaba Hazrat Jalifatul Masih I (ra) de Hazrat Musleh Maud (ra), el Hijo Prometido (ra) y Segundo Jalifa del Mesías Prometido (as)? En este sentido, de lo que Hazrat Jalifatul Masih I (ra) ha expresado parece claro que entendió que ese niño iba a ser la manifestación de la profecía sobre el “Reformador Prometido”.
El propio Hazrat Musleh Maud (ra) relata un incidente y explica:
“Ya ha pasado mucho tiempo desde que yo y otros amigos editamos la revista ‘Tashhiz-ul Azhan’. A fin de darla a conocer, escribí un artículo en el que mencionaba su finalidad y sus objetivos; y cuando se publicó el artículo, Hazrat Jalifatul Masih I (ra) expresó su especial apreciación delante de Hazrat Mirza Ghulam Ahmad (as) y dijo que dicho artículo era digno de que Su Santidad (as) lo leyera. Así que el Mesías Prometido (as) mandó traer la revista para verla, mientras estaba en la Mezquita Mubarak de Qadián y tal vez fue Maulwi Muhammad Ali (ra) el que se lo leyó. Al final, Hazrat Ahmad (as) también alabó el artículo. Más tarde, me encontré con Hazrat Jalifatul Masih I (ra) y aunque antes ya había alabado mi trabajo delante del Mesías Prometido (as), cuando se encontró conmigo de nuevo volvió a elogiarlo, aunque ya de forma personal y dijo: ‘Mian, tu artículo es bastante bueno, pero mi corazón no está del todo satisfecho’.
Él [o sea, Hazrat Jalifatul Masih I (ra)] mencionó que hay un dicho popular muy común en nuestro país: ‘La camella vale 40 y su cría 42’; es decir, la camella cuesta menos mientras que el precio de su cría, que es de dos rupias más’; y añadió: ‘Pero en ti no se cumple esta metáfora o proverbio’.
Yo no hablaba bien punyabi y no pude entender lo que quiso decir, por lo que viendo que me quedé con el rostro confuso, Hazrat Jalifatul Masih I (ra) añadió:
‘Tal vez no has entendido su significado, pues esta es una metáfora usada en nuestra zona y se refiere a que una persona estaba vendiendo una camella junto a su cría, que en ese sitio se llamaba todda. Así que cuando alguien le preguntó el precio, él dijo que la camella costaba 40 rupeas mientras que su cría (todda) valía 42. La persona se quedó sorprendida al oír eso y no entendía a qué se refería, por lo que a su manera esta misma persona respondió que todda era la camella y su cría a la vez.
De la misma manera, tenías frente a tí y a tu disposición el libro Brahine-Ahmadía del Mesías Prometido (as). Cuando dicho libro fue escrito, no había otra obra en la literatura islámica de tal calidad a disposición de Mesihe Maud (as), mientras que tú sí tenías ese libro contigo y se esperaba que trajeras algo incluso mejor al haberte beneficiado de dicho libro’.”
Al escuchar esto, Hazrat Musleh Maud (ra) preguntó:
“¿Cómo puede uno presentar un conocimiento más grande que el de los que han sido elegidos por Dios?”.
De todas formas, esta no era la cuestión que puso sobre la mesa, sino que uno debería haber traído las perlas ocultas presentadas por el Mesías Prometido (as). Por tanto, lo que Hazrat Jalifatul Masih I (ra) quiso decir fue que es trabajo de las generaciones futuras construir sobre los cimientos que previamente se han establecido. Ahora bien, Hazrat Jalifatul Masih I (ra) estaba al tanto sobre el estado de su salud y también sabía el nivel de conocimiento que tenía, pero a pesar de esto tenía una imágen muy elevada acerca de Musleh Maud (ra). Esto indica ciertamente que él sabía que este joven poseía el potencial de escribir artículos de muy alto estándar.
En este sentido, Hazrat Musleh Maud, Jalifatul Masih II (ra), proclama:
“Si las futuras generaciones tienen este punto en mente, no solo podrán obtener bendiciones y recompensas para sí mismos, sino que además se convertirían en medios para obtener bendiciones y recompensas para toda su nación. Sin embargo, uno solo debe intentar sobrepasar a nuestros mayores en actos de bondad; pero no se trata, por ejemplo, de que el hijo de un ladrón intente ser mayor ladrón que su padre, sino que lo que quiero decir es que la progenie del que es regular en sus oraciones, por ejemplo, debe intentar ser más rezador incluso que su padre”.
Se ha mencionado antes un incidente sobre la salud de Hazrat Musleh Maud (ra) en su niñez y hay otro relato que muestra el estado de su salud y su conocimiento. De hecho, este es otro episodio que muestra el amor y cariño del Mesías Prometido (as) y de Hazrat Jalifatul Masih I (ra) hacia Musleh Maud (ra), y con el que se pone de manifiesto que ellos estaban convencidos de que ese niño iba a ser el “Reformador Prometido”.
Por consiguiente, Hazrat Musleh Maud (ra) afirma lo siguiente acerca de este suceso:
“Con relación a mi educación, el mayor favor que recibí fue de Hazrat Jalifatul Masih I (ra). Como él era doctor, estaba al tanto del hecho de que debido a mi pobre salud yo era incapaz de tener un libro entre mis manos por mucho tiempo. Por tanto, su método de enseñanza consistía en que me sentaba a su lado y me decía: ‘Mian, yo leeré los pasajes y tú simplemente me escuchas’.”
Luego, explicando aún más sobre la condición de su salud, menciona:
“Esto se debía a que en la niñez tuve un problema en los ojos, o sea, una forma severa de infección en los ojos o tracoma (ya he mencionado con anterioridad la dolencia que tenía en sus ojos) y me estuvieron doliendo durante tres o cuatro años de forma consecutiva. Debido al efecto que tuvo dicha infección y su hinchazón, experimenté un dolor muy fuerte en mis ojos y los doctores dijeron que al final podría incluso perder la vista. Entonces, al escuchar esto, el Hazrat Mesihe Maud (as) comenzó a rezar especialmente por mi salud y a guardar ayunos; y aunque ahora no me acuerdo cuantos ayunos hizo por mí, pienso que fueron como tres o siete en total. Un día, cuando iba a romper su último ayuno y se llevó algo de comer a la boca, de repente yo abrí los ojos y proclamé: ‘¡Puedo ver!’.”
En otras palabras, cuando el Mesías Prometido (as) estaba a punto de hacer el “iftari”, Hazrat Musleh Maud (ra) dice que abrió los ojos y que podía ver.
Hazrat Musleh Maud (ra) sigue narrando:
“No obstante, debido a la gravedad de esta dolencia en particular y a sus ataques frecuentes la visión de uno de mis ojos se vió afectada muy significativamente. Por eso, no soy capaz de ver adecuadamente a través de mi ojo izquierdo; o sea, puedo ver lo que hay delante de mí, pero soy incapaz de leer un libro con ese ojo. Por otra parte, si hay alguien conocido delante de mí, a dos o cuatro pies de distancia, lo puedo conocer; aunque si es alguien desconocido, en ese caso no puedo distinguir su rostro. Solo mi ojo derecho funciona perfectamente e incluso la infección de tracoma también me ha afectado al mismo, y era tan grave que solía pasar muchas noches despierto por ello”.
Este era el estado de su salud. Por eso, mirad el trabajo tan intelectual que produjo y cómo recibió el apoyo Divino.
Hazrat Jalifatul Masih II, Musleh Maud (ra) continúa diciendo:
“De todos modos, el Mesías Prometido (as) había dicho a mis maestros: ‘El estudio se hará de acuerdo a sus deseos y debe estudiar solo lo que pueda, y si no lo hace no le obliguen a que estudie, porque su salud no es capaz de aguantar tal carga de estudio’. Por consiguiente, Hazrat Mesihe Maud (as) me aconsejaba constantemente que solo aprendiera la traducción del Corán y el ‘Sahih Bujari’ de Hazrat Maulwi Sahib [es decir, Jalifatul Masih I (ra)]. Además de esto, el Mesías Prometido (as) me dijo que aprendiera algunas cosas de medicina, ya que era la profesión de nuestros antepasados de nuestra familia’. En consecuencia, fui educado de esta manera, pero al mismo tiempo tenía algunas limitaciones, pues aparte de sufrir de la dolencia de los ojos, también tenía complicaciones con mi hígado (ya veis que sufría muchas enfermedades) y para esto se me estuvo dando el agua extraída de lentejas tipo ‘mungo’ y de ‘saag’ (los brotes verdes de la planta de mostaza) durante seis meses de un tirón. Aparte de esto, me había crecido el bazo y usaba yodo rojo de mercurio para masajearlo. Este producto se usaba además para masajear mi cuello, ya que sufría de escrófula (úlceras en la garganta debidas a la tuberculosis).
Por consiguiente, sufría de tracoma en mis ojos, de problemas con el hígado y el bazo se me había engrandecido. Aparte de esto, solía padecer de fiebre que a veces me duraba unos seis meses. Por eso, la gente mayor de mi familia desaconsejaba por completo que se pusiera mucha presión sobre mí respecto a mis estudios y me permitieron estudiar solo lo que yo quisiera. Así pues, uno puede hacerse una idea de mi nivel de educación basándose en todos estos factores.
Una vez mi abuelo materno, Hazrat Mir Nasir Nawab Sahib (ra), me hizo un test de urdu. Incluso ahora no escribo muy bien, pero en aquel entonces mi letra era tan pésima que nadie podía ni siquiera leer lo que estaba escrito. Él intentaba descifrar lo que había escrito y no podía. Mir Sahib (ra) era un poco temperamental y por este motivo se fue enojado y rápidamente a ver al Mesías Prometido (as), y yo me encontraba en casa en ese momento. Siempre nos asustaba su temperamento [obviamente, Hazrat Musleh Maud (ra) se refiere aquí a su abuelo] y cuando fue a quejarse a Mesihe Maud (as) me asusté aún más, pensando en lo que podría pasar después. Por lo tanto, Mir Sahib (ra) llegó y empezó a decirle al Mesías Prometido (as): ‘Usted no presta ninguna atención a la educación de Mahmud. Le he hecho una prueba de urdu y mire el escrito: su escritura es tan pésima que nadie la puede leer’; y continuó en ese mismo estado de emoción y añadió: ‘Usted no está haciendo nada en absoluto sobre este asunto y está arruinando la vida del chico’.
Cuando el Mesías Prometido (as) vio a Mir Sahib en tal estado de emoción sobre este tema, hizo llamar a Maulwi Sahib, puesto que cada vez que se le presentaba alguna dificultad llamaba siempre a Hazrat Jalifatul Masih I (ra), quien tenía un inmenso amor por mí. Al final, vino y, como era su costumbre, se puso de pie a un lado, con la cabeza agachada por respeto. Ante esto, Hazrat Mesihe Maud (as) afirmó: ‘Maulwi Sahib, lo he llamado porque Mir Sahib dice que es imposible leer lo que Mahmud escribe a mano y yo quiero que le haga un examen’. Tras decir esto, el Mesías Prometido (as) agarró una pluma y escribió una oración de dos o tres líneas y dijo que la copiara. Así que esta fue la prueba que me hizo Hazrat Mesihe Maud (as) y yo la copié con mucho cuidado y esmero; aunque en primer lugar, la oración no era tan larga; y en segundo lugar, solo la tenía que copiar, lo cual era algo muy fácil porque el original lo tenía frente a mí. Presto, la copié lentamente y de forma muy meticulosa escribí bien las letras del alfabeto urdu ‘alif’ y ‘baa’; y cuando el Mesías Prometido (as) vio lo que había escrito dijo: ‘Me preocupé mucho por los comentarios que hizo Mir Sahib; pero mira, su letra se parece a la mía’. En este sentido, es cierto que Hazrat Jalifatul Masih I (as) estaba ya de mi parte y dándome su apoyo exclamó: ‘Hazur, Mir Sahib se ha enfadado sin razón, su letra es muy bonita’. En fin, dadas estas circunstancias, uno puede ver lo difícil que era para mí obtener cualquier tipo de educación formal; o sea, este era mi estado y observad qué estudios podía llevar a cabo en esas condiciones”.
En otra ocasiónl, Hazrat Musleh Maud (ra) aclara respecto a su nivel de educación:
“Hazrat Jalifatul Masih I (ra) me decía: ‘Mian, tu salud no es tan buena que puedas estudiar por ti mismo. Por eso, ven a visitarme y te enseñaré de tal manera que yo leeré y tú solamente tienes que escucharme’. Así que me puso gran énfasis en ello y me enseñó primero el Sagrado Corán y luego Sahih Bujari. Ciertamente, no es que me enseñara despacio el Santo Corán, sino que su estilo era que lo recitaba primero y luego leía su traducción al urdu, y a continuación me explicaba lo que en su opinión era importante y hacía todo esto a buen ritmo.
Tanto fue así, que me enseñó todo el Corán en tres meses, después de lo cual hubo un tiempo de descanso a la hora de recibir lecciones. Más tarde, tras el fallecimiento de Mesihe Maud (as), Jalifatul Masih I (ra) me dijo: ‘¡Mian, déjame terminar de enseñarte el Sahih Bujari!’. Esto se debe a que previamente le había informado acerca de lo que el Mesías Prometido (as) había declarado durante su vida, que era que debía aprender el Sagrado Corán y el Sahih Bujari de Maulwi Sahib. Por tanto, comencé a aprender el Santo Corán y el Sahih Bujari de Hazrat Maulwi Sahib incluso estando aún en vida Hazrat Mesihe Maud (as), aunque hubo algunos parones de por medio. De forma similar, bajo las instrucciones del Mesías Prometido (as), comencé a aprender medicina de él. En resumen, aprendí medicina y el comentario del Corán de Jalifatul Masih I (ra), quien terminó de enseñarme el comentario del Sagrado Corán en dos meses. Para ello, me hacía sentarme con él y a veces me enseñaba la mitad o una parte completa del Santo Corán con su traducción, y además me explicaba el comentario de ciertos versículos. De manera similar, terminó de enseñarme el Sahih Bujari en dos o tres meses. Es más, durante un mes de Ramadán, dio conferencias que cubrieron todo el Corán durante dicho mes, a las que también pude asistir. Asimismo, tuve la oportunidad de estudiar algunas revistas árabes suyas. Así, este fue el escenario de mi educación”.
Hazrat Musleh Maud (ra) ha escrito sobre cuándo pronunció su primer discurso y el reconocimiento de Jalifatul Masih I (ra) de esta manera:
“Acerca de uno de mis maestros, noté que cada vez que daba un discurso, siempre se sentaba y lo escuchaba. Por el contrario, había un segundo maestro mío, que cada vez que daba una conferencia, el primer maestro entraba y al ver que estaba dando un discurso exclamaba: ‘¿De qué sirve escucharlo? Ya he oído todas esas cosas con anterioridad’. Sin embargo, cada vez que yo daba una conferencia, a pesar del hecho de que yo era su alumno, dicho maestro tenía un concepto tan alto de mí que siempre se sentaba a escucharme y manifestaba: ‘Escucho sus conferencias [es decir, las de Hazrat Musleh Maud (ra)] porque de él aprendo nuevos significados del Sagrado Corán’.”
Lo cierto es que revelar esos conocimientos, que otras personas nunca podrían concebir, y otorgarlos sobre una persona tan joven y frágil se debe únicamente a la Gracia de Dios Altísimo; y el hecho es que Al’lah pretendía cumplir la profecía del “Reformador Prometido” en la persona de Jalifatul Masih II (ra) y por eso el Mismo Dios Altísimo le colmó de conocimiento.
Luego, Hazrat Musleh Maud (ra) escribe:
“Fue en esta misma mezquita (creo que se refiere a la Mezquita Aqsa) en 1907, cuando pronuncié mi primer discurso público, con motivo del Yalsa Salana (Convención Anual) y había mucha gente presente. [Esto fue un año antes de la muerte del Mesías Prometido (as)]. Mucha gente asistía al Yalsa y Jalifatul Masih I (ra) también estaba presente. Pues bien, recité el segundo ‘ruku’ (parte dentro de un capítulo del Santo Corán) del ‘Sura Luqman’ y luego expliqué su comentario. Mi condición en ese momento era tal que, debido a que nunca antes había pronunciado un discurso en público y solo tenía 18 años, en ese momento no solo estaban allí presentes personas como Hakim Nuruddin (ra), que más tarde se convertiría en Jalifatul Masih I (ra), sino también miembros del ‘Sadr Anyuman Ahmadía’ (la Ejecutiva Central de la Comunidad) y otras muchas personas estaban presentes. Así que cuando me puse de pie, me sentí débil y un poco mareado, y no tenía ni idea de quién estaba sentado frente a mí. Al final, el discurso duró entre 30 y 45 minutos, y al terminarlo me senté. Entretanto, Hazrat Hakim Nuruddin [que más tarde se convertiría en Jalifatul Masih I (ra)] se puso de pie y dijo: ‘¡Mian! Te felicito por tu excelente discurso y no digo esto para que te sientas mejor, ya que puedo asegurarte que realmente ha sido un discurso excelente’.”
Por consiguiente, Dios Altísimo lo había colmado con un conocimiento tan profundo que su Jalifato de 52 años de duración da buen testimonio de ello. Tampoco se trataba exclusivamente de un tema religioso o secular, pues cada vez que se le pedía a Hazrat Musleh Maud (ra) que escribiera o hablara sobre un tema en particular, brotaba de él un océano de verdades y conocimiento profundo. En innumerables ocasiones, incluso personas de fuera de la Yamat han elogiado sus discursos, que se encuentran todos registrados, y lo aclamaron abiertamente de forma pública. Incluso algunos periódicos publicaron artículos sobre ellos. Todo esto prueba que la profecía del Mesías Prometido (as) se cumplió en toda su grandeza. En consecuencia, la literatura y los sermones de Hazrat Musleh Maud (ra), que abarcan miles de páginas, o tal vez incluso cien mil, son un tesoro incalculable. Esta obra se está traduciendo al inglés y a otros idiomas, por lo que es nuestra responsabilidad sacar provecho de ello.
Posteriormente, declarándose a sí mismo como el recipiente del cumplimiento de la profecía sobre el “Reformador Prometido” (Musleh-e-Maud), el propio Hazrat Musleh Maud (ra) relata:
“Por la pura Gracia y Misericordia de Dios Altísimo, acerca de la profecía sobre la cual la gente ha estado esperando que se cumpliera desde hace mucho tiempo, tengo que afirmar que Al’lah me ha revelado a través de un mensaje Divino que se ha cumplido a través de mi persona.
Ahora, Dios ha perfeccionado Su argumento en contra de los enemigos del Islam y ha puesto de manifiesto que esta es la verdadera religión de Al’lah, que Muhammad (sa) es el verdadero Mensajero de Dios y que el Mesías Prometido (as) es un verdadero profeta enviado por Al’lah. Ahora bien, todos aquellos que declaran que el Islam es falso son ellos mismos falsos y todos aquellos que declaran mentiroso a Muhammad (sa), el Mensajero de Dios, son ellos mismos los mentirosos. Al final, por medio de esta extraordinaria profecía, Al’lah ha demostrado ante la gente una prueba viviente de la veracidad del Islam y del Santo Profeta (sa)”.
¿Qué ser mortal tenía el poder de hacer tal profecía en 1886, hace exactamente 58 años? [Cuando Hazrat Musleh Maud (ra) mencionó esto, habían pasado 58 años desde la profecía, que afirmaba que dentro de un período de nueve años Hazrat Mesihe Maud (as) sería bendecido con un niño y que este crecería rápidamente en estatura; que su fama se extendería hasta los últimos confines de la tierra; difundiría el nombre del Islam y del Profeta (sa) por todo el mundo; estaría repleto de conocimiento secular y espiritual; sería una fuente de manifestación de la Divina Majestad y una prueba viva del Poder, la Cercanía y la Misericordia de Dios.
Ningún ser humano en esta Tierra podría haber predicho todo esto de motu propio, así que fue Al’lah quien lo reveló y fue también el Mismo Dios quien aseguró su cumplimiento. Es decir, Al’lah aseguró el cumplimiento de esta profecía a través de una persona acerca de quien los médicos estaban incluso preocupados de si sobreviviría o no y aseguraban que casi seguro no tendría una vida larga.
Una vez más, con respecto a su salud, Hazrat Musleh Maud (ra) declaró:
“En mis años de infancia, mi salud era tan frágil que en un momento dado, el Dr. Mirza Yaqub Baig le mencionó al Mesías Prometido (as) que había contraído tuberculosis y, por lo tanto, debía ser enviado a una zona montañosa. Más tarde, Hazrat Mesihe Maud (as) me envió a Shimla, aunque cuando fui allí, pronto sentí nostalgia de mi hogar y regresé después de una breve estancia. Así que esta profecía se cumplió a través de una persona para quien no hubo un solo día en el que su salud fuera buena. No obstante, a pesar de esto, Dios Altísimo me concedió buena salud y me mantuvo con vida para manifestar el cumplimiento de esta gran profecía a través de mi persona, y poder proporcionar a la gente una prueba de la veracidad del Islam y el Ahmadíat.
Además, este humilde servidor fue tal que no obtuvo ningún conocimiento secular, aunque Al’lah envió a Sus ángeles para otorgarme ese conocimiento. Asimismo, inculcó en mí tal entendimiento del Sagrado Corán, que ningún ser humano podría haber percibido jamás. Por tanto, el conocimiento que Dios Altísimo me otorgó y la fuente espiritual que fluyó dentro de mí no fueron resultado de mis propios pensamientos o ideas, sino que son algo tan completo y sólido por parte de Dios, que lanzo un desafío al mundo entero que si hay alguien en la faz de la Tierra que afirme que Al’lah le ha enseñado el conocimiento del Santo Corán, entonces estaré siempre dispuesto a desafiar a tal individuo, (sin embargo, nadie aceptó jamás este desafío).
En verdad, soy consciente de que Dios no ha otorgado el conocimiento del Corán a nadie más que a mí en este mundo. Dios Altísimo me ha concedido el conocimiento del Sagrado Corán y para enseñarlo en esta época me ha designado como el maestro del mundo entero. Al’lah me ha eligido para que pueda propagar el mensaje de Muhammad (sa), el Mensajero de Dios, y el Santo Corán hasta los últimos confines de la Tierra, y asegurar que el Islam prevalezca de una vez por todas sobre todas las religiones falsas del mundo”.
De hecho, Hazrat Musleh Maud (ra) llevó a cabo esta tarea, pues en su época se publicaron innumerables traducciones del Corán. En realidad no fueron innumerables, pero se publicaron un gran número de ellas y este trabajo continúa en expansión hasta el día de hoy. En concreto, durante la vida de Hazrat Musleh Maud (ra), el Sagrado Corán había sido ya traducido a 17 o 18 idiomas. De manera similar, durante su era de Jalifato, el mensaje del Islam llegó hasta los últimos rincones del mundo.
Hazrat Musleh Maud (ra) manifestó además:
“El mundo entero puede reunir toda su fuerza y poder, ya sean reyes cristianos u otros; o si los gobiernos cristianos se unen a ellos, incluso si Europa y América unen sus fuerzas o si las naciones más poderosas y ricas se unen para intentar impedir que logre mi objetivo. Pues bien, juro por Dios Altísimo que todos sus esfuerzos serán en vano y sufrirán la derrota. Al’lah aceptará mis oraciones y esfuerzos, y destruirá todos sus planes y estrategias engañosas. Puesto que a fin de probar la veracidad de esta profecía, Dios establecerá el honor del Santo Profeta (sa) y del Islam a través de mí y mis seguidores, y no abandonará el Islam hasta que su grandeza y gloria sean restauradas en todo el mundo y hasta que el Santo Profeta (sa) sea aceptado como un Profeta verdadero y vivo”.
Así pues, esta profecía se cumplió y Hazrat Musleh Maud (ra) vivió toda una larga vida. Sin embargo, las palabras de la profecía son aplicables incluso hoy en día y, si Dios quiere, estas las mismas permanecerán vigentes hasta que la misión del Mesías Prometido (as) no se haya completado y la bandera del Islam se levante muy arriba en toda la Tierra. Por ello, durante nuestras convenciones [Día de Musleh-e-Maud (ra)] también debemos recordar con nuestra máxima atención esta profecía, pero el recuerdo de la misma solo demostrará ser beneficioso cuando tengamos presente nuestro principal objetivo, que es defender el honor y la dignidad del Santo Profeta (sa) y demostrar la veracidad del Islam a todo el mundo, ya que debemos traer a todo el mundo bajo la bandera del Santo Profeta Muhammad (sa); pues hoy en día no hay nadie aparte de los seguidores de Hazrat Mesihe Maud (as) que pueda enarbolar bien alta la bandera del Islam una vez más y a través de quien el mensaje de esta religión pueda difundirse en la Tierra.
¡Que Dios Altísimo nos permita cumplir con esta tarea!