III. Islam: Él Credo, Las Observancias Y La Ética
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
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III. Islam: Él Credo, Las Observancias Y La Ética

Las fuentes del Islam son dos:

  1. El Santo Corán, la Palabra de Dios, la primera fuente, y
  2. La Sunnah, o enseñanzas y ejemplo del Santo Profeta Muhammad(sa), complementaria a la primera.

El Santo Corán está compuesto por 114 suras o capítulos (de los cuales 86 se revelaron en La Meca y 28 en Medina), y 6.350 versículos. Los capítulos varían en extensión, y están dispuestos no en orden cronológico, sino según la secuencia instituida por el Santo Profeta(sa) para su recitación. Único entre los libros sagrados, el Santo Corán afirma ser la palabra literal de Dios, y proclama que su texto será protegido contra la corrupción. Se conserva hoy, hasta la última sílaba, de la misma forma en la que fue revelado a Muhammad(sa), ya que no sólo se anotaron las partes constituyentes durante su vida, sino que sus compañeros y discípulos lo memorizaron. Es, en efecto, un milagro constante del Islam el que en cada generación, centenares de creyentes hayan aprendido de memoria el texto íntegro, y tanto ahora como hace trece siglos, puedan recitar el Santo Corán desde el principio hasta el final. La primera recopilación en un solo tomo se realizó al año de la muerte de Muhammad(sa), y el Califa Ozman hizo que se efectuaran copias a partir de aquel original; dichas copias fueron enviadas a todos los rincones de su Imperio.

El Santo Corán está escrito en un árabe puro e incomparable, y nunca se ha reproducido ni su estilo ni su contenido en ninguna forma literaria; existen, por cierto, razones para creer que el árabe es la madre de todas las lenguas, y la fuente del habla humana. Ni siquiera las traducciones más logradas pueden reproducir las cadencias, la belleza y la fuerza del texto original, ni comunicar el pleno sentido de su vocabulario, tan rico y tan preciso. Constituye una señal importante de Dios el hecho de que todas las lenguas sagradas y litúrgicas anteriores a la era musulmana han pasado a ser lenguas muertas. El sánscrito, el pali, el hebreo, el zendo, el siriaco, el arameo, el griego clásico y el latín son terreno exclusivo de sacerdotes y eruditos, mientras que el árabe es el idioma vivo de millones de seres humanos.

Los apologistas cristianos se han esforzado en vano en explicar que el Santo Profeta(sa) “inventó” o “compuso” el Santo Corán. El Santo Profeta(sa), para empezar, era analfabeto, y la ciencia que contiene el Libro no estaba al alcance de la Arabia del siglo séptimo -tierra de tinieblas e ignorancia-. No vivía ningún judío en La Meca, donde fueron reveladas las dos terceras partes de las suras, y los pocos cristianos que vivían allí eran personas humildes que no poseían siquiera una versión completa de ningún

Evangelio, y mucho menos de otros tomos bíblicos. Los críticos europeos han sugerido que Muhammad(sa) podría haber aprendido de un monje sirio llamado Sergio, cuando acompañó la caravana de su tío en un viaje a Basra; ¡pero tal sugerencia parece absurda si consideramos que por aquel entonces el Profeta(sa) sólo tenía doce años! Otros han alegado que los esclavos cristianos como Jabr, Yasir o Jobaib podían haber servido de “instructores”; sin embargo, éstos fueron los primeros mártires del Islam, que eligieron la tortura y la muerte antes que negar al Santo Profeta(sa). Uno de ellos, mientras le seccionaban la carne de su cuerpo, declaró que no quería ser perdonado si, a cambio, el Mensajero de Dios “tuviera que sufrir siquiera el dolor de una espina“. ¿Acaso es ésta la conducta de mentirosos e impostores? La verdad es que a pesar de generaciones de trabajo infatigable e investigación, los enemigos del Islam han sido incapaces de aducir la más mínima evidencia en apoyo de su teoría de que el Santo Corán fue “fabricado”, mientras que los argumentos a favor de su origen Divino son numerosos e irrebatibles. El eminente orientalista y crítico Profesor J.A. Arberry se vio obligado recientemente a admitir la existencia de diferencias fundamentales entre el lenguaje utilizado por Muhammad(sa) y el estilo del Santo Corán, añadiendo: “Me confieso incapaz de exponer ninguna teoría en cuanto a su origen, a pesar de los psicólogos, e igualmente me contento con no adelantar conjeturas”.

La segunda fuente del Islam, la sunnah (costumbre) está contenida en recopilaciones escritas de miles de “Hadices“, cada uno de los cuales recoge un dicho o acto del Santo Profeta(sa). Las recopilaciones mas conocidas son las de Bujari, Muslim, Ibni-Mayah, Abu Daud, Tirmidhi y Al-Nisai, llamados popularmente “Sihah Sitta” (las seis auténticas). Los primeros recopiladores se mostraron meticulosos y exigentes a la hora de comprobar la cadena de testigos, el carácter de cada uno y las circunstancias en las que se produjeron sus relatos. De hecho, las precauciones que adoptaron en contra del fraude se pueden comparar con las indagaciones detalladas del historiador moderno, y eran extraordinarias para aquellos tiempos y aquel lugar.

El Islam es la única religión que cuenta con una “Kalima” o “Shahada“, es decir, una frase que constituye una profesión de fe. Simplemente al repetir las palabras: “la ilaha il-la’l-lah, muhammadur rasulu-lah” (No hay otro

dios que Dios y Muhammad(sa) es el Mensajero de Dios) con convicción y comprensión, se hace uno musulmán.

Los principales artículos de la fe son:

  1. Creencia en Dios (Al-lah), Creador y Sustentador del Es Uno, Eterno, Infinito, Omnisciente, Misericordioso, Todopoderoso y Supremo; es Indivisible en naturaleza y persona, que no tiene socios, asociados o hijos. El Santo Corán Le atribuye 103 nombres correspondientes a Sus atributos, y El gobierna los asuntos del hombre de acuerdo con las leyes paralelas de “Taqdir” (predeterminación) y “Tadbir” (libertad), cuyas esferas están separadas. El “Shirk” o politeísmo constituye el pecado mas grave que el hombre puede cometer, y el dogma de la Unicidad de Dios es la piedra angular del Islam.
  2. Creencia en los ángeles de Dios, creados para servir a Dios y hacer operar las fuerzas de la naturaleza. Algunos actúan como agentes de la revelación
  3. Creencia en la Revelación, medio por el cual la guía Divina se transmite al hombre. Los sistemas anteriores, tales como la Torah de Moisés y el Evangelio de Jesús, no tenían sentido universal, y han sufrido interpolaciones. El Santo Corán constituye ahora la única Ley que obliga a toda la humanidad, y no será abrogado o modificado hasta el fin del
  4. Creencia en los Profetas, que son hombres que reciben la inspiración directa de Dios, a quienes El ha confiado un mensaje Divino. Han sido miles, en todas las épocas, de todas las razas y lenguas, y han de ser reconocidos con igualdad. A Muhammad(sa) se le llama Sello de los Profetas porque trajo y ratificó la última Ley, pero esto no impide el advenimiento de otros apóstoles, bajo su tutela, como amonestadores o reformadores. Uno de éstos es el Mesías Prometido, mencionado cuatro veces en Sahih Muslim con el nombre de “Nabiyul-lah“, el Profeta de
  5. Creencia en la Vida venidera, que abarca el “Barzaj“, el Ultimo Día, la Resurrección, el Juicio, el Paraíso y el Infierno. El alma humana no tiene una vida independiente de su cuerpo, sino que inmediatamente después

de la muerte entra en otro cuerpo espiritual y, en un estado de suspensión llamado “Barzaj“, descubre si ha de merecer el Paraíso o el Infierno en el Día del Juicio. Por esta razón, el Islam enseña que una forma de recompensa o castigo sigue inmediatamente a la muerte.

El musulmán tiene cuatro deberes religiosos principales, a saber:

  1. Observancia de la Oración (Salat), el único acto de culto público del Se celebra cinco veces al día, y las oraciones pueden recitarse en solitario o en congregación bajo la dirección de un `Imam‘ (dirigente). Tanto las oraciones de mediodía y tarde, como las del crepúsculo y la noche, pueden, en ciertas circunstancias, unirse. Las oraciones se han de hacer mirando hacia La Meca (“qibla“), y han de ser precedidas de la ablución. Cabe destacar el hecho de que las posturas del cuerpo enseñadas al Santo Profeta(sa) por el Ángel Gabriel combinan las posturas tradicionales de adoración de todas las naciones de la tierra: de pie, inclinado, postrado, sentado y arrodillado. Una mezquita (“masyid“) es un lugar de asamblea utilizado principalmente para la oración, pero no está dotado de ningún carácter sacrosanto. Las oraciones en congregación se anuncian mediante una llamada (“adhan“). Todos los viernes se pronuncia un sermón (“Jutba“) antes de la oración de mediodía, y aunque la asistencia es obligatoria para todos cuantos tengan la posibilidad de asistir, el día en sí no es día de descanso obligatorio.
  2. Pago de limosna legal (Zakat), constituida por una contribución de capital donada a un fondo central para el bienestar de la En el caso de dinero, se impone un tributo del 2’5% por año del total de ahorros o capital que se haya quedado inactivo durante un mínimo de doce meses. Otro baremo se aplica a otros activos no fijos. El cumplimiento de este deber no libera, naturalmente, al individuo del deber caritativo particular.
  3. Observancia del ayuno (Saum), durante el mes de Ramadán, desde el amanecer hasta la puesta del sol. Se contemplan ciertas dispensaciones para los enfermos, los ancianos, los que están de viaje, etc. El ayuno conlleva muchas bendiciones espirituales y beneficios físicos.
  1. Realización del peregrinaje a la meca (Hall), que ha de efectuarse, si es posible, al menos una vez en la Los ritos religiosos en la Kaba imitan a los efectuados por Abraham hace 4.000 años, y el peregrinaje supone un estímulo considerable para la hermandad islámica, ya que se reúnen cada año gran número de hombres y mujeres de todas las nacionalidades, razas y clases sociales.

En cuanto a la “Yihad” (literalmente, “esfuerzo”), significa esforzarse por la fe. Esto implica trabajar por subyugar al ego y perfeccionarse espiritualmente, contribuir a la propagación del Islam mediante la persuasión y medios pacíficos; o, en el caso de un ataque agresivo contra la religión, armarse en defensa propia concertada por toda la comunidad, bajo las órdenes del dirigente. Él Santo Corán prohíbe la coacción en cuestiones de religión, y los rumores según los cuales el Islam se propagó por la espada son una vil calumnia.

En cuanto a la ética, el Islam cree que todos los hombres nacen “puros”, incorruptos por el pecado. Cada uno de nosotros ha de responder ante Dios de nuestras acciones, y no nos salvaremos mediante los actos de expiación de terceros. Es nuestra responsabilidad elegir el bien y no el mal, buscando nuestra salvación a través de la fe, la oración y la caridad.

La piedad y la virtud no implican ni el abandono de los placeres lícitos de este mundo, ni la entrega al ascetismo monástico. Más bien hemos de llevar una vida activa, sana y útil, en la que predominen cualidades como la bondad, la castidad, la honestidad, la humildad, la misericordia, el valor, la veracidad, la paciencia, la cortesía y la pureza, evitando defectos como la crueldad, la inmoralidad, la falsedad, el orgullo, la cobardía, la avaricia, la calumnia y la falta de sensibilidad.

El Islam prohíbe el lujo, la ceremonia excesiva y la ostentación. A no ser que se vean obligados por el hambre, a los musulmanes les queda prohibido comer carne de cerdo, carroña y sangre, ya que éstos constituyen una amenaza para el bienestar moral y físico. Tampoco sé les permite consumir alcohol u otros tóxicos o drogas, ni apostar en juegos de azar, ni prestarse a la usura. Pero ¿cuántos saben, aún hoy, que la carne de cerdo es causa de enfermedades como la triquinosis, y que conduce a la desver-

güenza? ¿O que el alcohol, además de los peligros físicos que conlleva, también provoca la pérdida de la fe religiosa?

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