¿Jesús Murió en la Cruz?
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

¿Jesús Murió en la Cruz?

¿Murió Jesucristo en la cruz? Se trata de una cuestión controvertida. ¿Se encontraba realmente muerto cuando fue descendido de la cruz? ¿Era un cadáver lo que fue envuelto en el sudario y colocado en el sepulcro por José de Arimatea y Nicodemus? Esta cuestión es importante desde el punto de vista religioso e interesante como materia de investigación histórica.

La fuente principal de investigación histórica es, por supuesto, la Biblia, tanto si se acepta su autoridad como Palabra de Dios en sentido estricto, como si se admite su valor en cuanto a narrativa fidedigna de los hechos detallados. Es preciso un estudio objetivo y profundo del Libro para poder responder a la cuestión de si:

¿Sobrevivió o no Jesús a la Cruz?

Aunque es cierto que los autores del Nuevo Testamento emplean la palabra «muerte» al referirse a Jesús, una investigación seria y completa de la historia de la crucifixión, y la consideración equilibrada de los diferentes textos y versiones, nos conduce a la conclusión definitiva, que Jesús, de acuerdo con el Nuevo Testamento, no murió en la cruz.

Lo que los autores evangélicos querían significar respecto de la muerte de Jesús, no era una muerte real, una muerte en el sentido clínico. Querían significar que se encontraba en un estado de inconsciencia que fue tomado por muerte por el centurión romano. Es evidente según el N. T. que el Centurión se encontraba en un estado de confusión a causa de la tormenta, la oscuridad y el terremoto q u e acontecieron en aquel instante (Mat. 27, 54).

Por otro lado, Pilatos, el Gobernador de la provincia, quizás menos afectado por el fenómeno natural, gracias a los fuertes muros de su palacio, se encontraba en mejor disposición mental. Cuando fue informado de la supuesta muerte de Jesús se mostró dubitativo y evidenció su sorpresa exclamando: ¿Tan pronto ha muerto? Ello nos dice que incluso en el mismo momento de la crucifixión surgió la duda en la mente de quienes estaban familiarizados con ella. Sabía por experiencia el largo tiempo que necesitaba una persona saludable para morir en la cruz.

El Evangelio de Juan, del que contrariamente a la opinión habitual, puede decirse que es el Evangelio más antiguo, hace una afirmación muy importante, cuando dice:

«Entonces llegaron los soldados y rompieron las piernas del primero y el segundo que estaban crucificados junto a él.

Pero cuando llegaron a Jesús y observaron que ya estaba muerto, no rompieron sus piernas. Pero un soldado con una lanza atravesó su costado y entonces brotaron sangre y agua» (Juan 19, 32-34).

Dice San cuan aquí que los soldados romanos rompieron las piernas de los dos ladrones que se encontraban crucificados junto a Jesús, pero que a él no le rompieron las piernas porque pensaban que ya se encontraba muerto. «Pero uno de los soldados atravesó su costado y de él brotó sangre y agua.

Debemos considerar qué quiere significar la palabra pero en éste contexto. ¿Está contradiciéndolo negando?

Obviamente el autor evangélico nos está indicando que la conclusión de los soldados romanos de que «Jesús estaba muerto» era equivocada. El se encontraba completamente vivo. Su corazón se encontraba bombeando sangre. De encontrarse muerto su corazón se hubiera detenido y no brotaría sangre de su cuerpo.

Es esta, una parte del N. T. de gran evidencia a favor de que Jesús, cuando se suponía que había muerto en la cruz, se encontraba en realidad vivo.

No debería extrañar en absoluto que se salvara de la muerte ignominiosa de la cruz, porque la muerte en la cruz, según la Biblia, es una muerte maldita. Ambos, El Nuevo y El Antiguo Testamento coinciden en señalar que todo el que muere en la cruz es maldito (Deut. 21, 23. Gala. 3, 13). ¿Cómo podría Dios permitir que su amado Jesús muriera en la cruz? Una persona maldita es aquella que se encuentra totalmente privada de la Gracia y Amor Divinos. Aquella que rompe todos sus vínculos con Dios y se convierte en su enemigo. ¿Cómo podría ser Jesús llamado maldito cuando era el hijo amado de Dios? El alto rango que Jesús mantenía en la Presencia de Dios Todopoderoso es irreconciliable con la idea de que muriera como un maldito. Una de ambas premisas ha de ser rechazada y cada cual es libre de elegir cual.

Mi amor hacia Jesús, un gran Profeta, mi sentido de gratitud hacia una de las mayores, figuras de la historia del mundo, junto con las pruebas contenidas en las Escrituras, me obligan a creer que sobrevivió a la cruz, Y esto es exactamente lo que debió haber ocurrido si tenemos presentes las fervientes plegarias y profundas súplicas de Jesús que los evangelios nos describen tan minuciosamente. Jesús rezó a Dios toda la noche, postrado y con lágrimas para que fuera salvado, y tales plegarias, ofrecidas con tanta humildad, no pueden ser desoídas. Las súplicas agonizantes de un elegido de Dios, realizadas como última invocación, nunca pueden ser desatendidas. A lo largo de todo su ministerio, Jesús había insistido a sus discípulos sobre la importancia y eficacia de las plegarias.

¿Cómo podían, pues ser rechazadas sus propias plegarias poderosas del jardín de Getsemaní ofrecidas en presencia de sus discípulos? El rechazo de tales fervientes plegarias del propio Jesucristo, hubiera acabado con la fe de sus discípulos. Ciertamente que el Santo Padre aceptó las plegarias de su humilde y amado siervo y le salvó de la muerte maldita. Esto es lo que dice el Nuevo Testamento.

«En los días de su agonía Jesús ofreció plegarias y súplicas, con gritos y lágrimas a Quien podía salvarle de la muerte, y fue escuchado por su gran temor» (Hebreos).

Los evangelios, de hecho, nos hablan de la supervivencia de Jesús de la cruz en términos claros. Los autores del N. T. describen la aparición de Jesús a sus discípulos, de como les mostró sus manos y pies, de como compartió su comida con ellos y de su viaje de Jerusalén a Galilea. Lucas dice:

«Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos pero estaban espantados y atemorizados y pensaban que veían un espíritu. Y les dijo: ¿Por qué estáis turbados y vienen a vuestro corazón estos pensamientos? Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy, palpad y ved porque un espíritu no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo».

« Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían y estaban maravillados, les dijo:

¿Tenéis aquí algo que comer? Entonces le dieron un pez asado y un panal de miel» (Lucas 24, 36-43).

Todo ello muestra claramente que la primera información sobre su muerte era un malentendido o fue difundida deliberadamente para desviar la atención. Algunos de nuestros hermanos tienden a creer en la extraña historia de que una persona muerta puede volver a revivir. Está más de acuerdo con la Voluntad Divina y la experiencia humana el hecho de que Jesús sobrevivió a todas las causas aparentes de muerte.

Esto es precisamente lo que el mismo Jesús predijo. Profetizó de una manera muy clara que sería salvado y que se dirigiría a una tierra distante a cumplir su misión.

Consideremos lo que dice Mateo en este sentido:

«Entonces respondieron algunos de los escribas y fariseos diciendo: Maestro, deseamos ver de ti una señal. Y él les respondió y les dijo: «No les será dada señal sino la señal del Profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre de la ballena tres días y tres noches, así estará el hijo del hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches» (Mateo 12, 39-40).

Lucas dice también:

«Y apiñándose las multitudes, comenzó a decir: Esta generación es mala, demanda señal, pero la señal no le será dada sino la señal de Jonás. Porque así como Jonás fue señal de los ninivitas, también lo será el hijo del hombre a esta generación» (Lucas 11, 29-30).

Se trata de una afirmación clave. Los Evangelios atribuyen numerosos milagros a Jesús: Curó a los enfermos, alimentó a cinco mil personas a partir de cinco panes e incluso resucitó muertos. Sin embargo, Jesús mismo afirma que la suya es una única señal. Su señal es una señal similar a la del Profeta Jonás.

Consideremos pues la señal de Jonás. ¿Cuál es el significado del signo de éste Profeta? La Biblia nos relata la historia del mismo con detalle (Libro de Jonás).

El sentido de la señal de Jonás es que él fue también salvado de las garras de la muerte. Existía muy poca posibilidad de que no muriera en el interior del vientre del pez.

Jonás se encontraba en el interior de un barco y el Señor envió un gran temporal en el mar, de forma que el barco se encontraba a punto de quebrarse. Los marineros se asustaron y cada uno de ellos invocó a su dios, a la vez que arrojaban hacia el mar todo lo almacenado a fin de aligerar el peso (Jonás 1, 4).

Era el principio del peligro. Un poco más tarde Jonás fue arrojado al mar embravecido, mientras las olas se iban acrecentando. No existía obviamente ninguna posibilidad de que Jonás pudiera salir vivo del vientre del pez.

Sin embargo, aún hay más. La Biblia dice:

«Entonces el Señor dispuso que un gran pez engullera a Jonás. Y Jonás permaneció en el vientre del pez durante tres días y tres noches.

Entonces Jonás invocó al Señor, su Dios desde el vientre del pez. Y dijo: Invoqué en mi angustia a Jehová y él me oyó, desde el seno del pez clamé y mi voz oíste. Me echaste a lo profundo, en medio de los mares y me rodeo la corriente, todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí. Entonces dije: Desechado soy de delante de tus ojos, más aún veré tu santo templo. Las aguas me rodearon hasta el alma, rodeóme el abismo, el alga se enredó en mi cabeza. Descendí a los cimientos de los montes, la tierra echó sus cerrojos sobre mí para siempre. Mas tu sacaste mi vida de la sepultura, Oh Jehová, Dios mío.

Cuando mi alma desfallecía en mi, me acorde del Señor y mi oración llegó hasta Ti en Tu Santo Templo» (Libro de Jonás 1, 17: 2-7).

Pero a pesar de todos estos terribles peligros y la situación imposible en apariencia, Jonás no murió. Fue rescatado. Dios había escuchado sus plegarias tan fervientes y ansiosas como las del Jardín de Getsemaní y Dios Todopoderoso le salvó.

Jonás entró vivo en el vientre del pez, permaneció allí vivo y salió del mismo vivo. Dios Todopoderoso le salvo de las garras de la muerte. La Biblia dice:

Y el Señor habló al pez y éste vomitó a Jonás sobre una tierra desértica» (Jonás 2-10).

Jesús había declarado que su señal era como la de Jonás.

La señal de Jonás constaba de dos partes: (1) A pesar de la situación aparentemente imposible él fue salvado. No murió en el vientre del pez. Entró vivo en el seno del pez y salió del mimo vivo.

Jesús había asemejado su señal a la de Jonás. De acuerdo a tal señal que había prometido, debía entrar vivo en el corazón de la tierra. Ciertamente así fue, pues a pesar de su muerte aparente cuando fue descendido de la cruz, se encontraba aún vivo y fue llevado al sepulcro de José de. Arimatea vivo, no muerto. Permaneció vivo en la tierra y salió vivo de la tierra.

Quienes insisten que murió en la cruz, declaran abiertamente que la predicción de Jesús no pudo demostrar ser cierta.

(2) La segunda parte de esta señal era similar a la de Jonás, quien después de sobrevivir a una muerte inminente en el vientre del pez, viajó hacia una tierra lejana del Este. Al llegar allí advirtió y aconsejó al pueblo de Nínive, la gran ciudad, que se arrepintió y lo aceptó. Abandonaron sus hábitos malvados y se salvaron, por tanto, de la destrucción que amenazaba sobre sus cabezas.

Jesús debía también, de acuerdo con la señal que él mismo profetizó dirigirse hacia el Este para encontrar las Tribus Perdidas. El había dicho:

«Al igual que para Jonás existió una señal entre los ninivitas, de igual manera lo es el hijo del hombre para esta generación» (Lucas 12-30).

Jonás fue una señal para los ninivitas y los ninivitas se arrepintieron y se apartaron de los malos caminos.

Jesús era más grande que Jonás. La semejanza entre el signo de Jonás y el signo de Jesús exigía que existiera un mayor número de gente que se arrepintiera ante la llamada de Jesús a lo largo de su propia vida.

La gente de Jerusalén y Palestina es obvio que no se arrepintió, y fue por ello castigada a causa de su desobediencia en el año 70 d. C.

Sin embargo al igual que Jonás, tras haber sobrevivido del vientre del pez, viajó hacia el Este, hacia su gente, asimismo Jesús, tras salir del corazón de la tierra se dirigió a su rebaño en el Oriente (las ovejas perdidas de Israel).

Acerca de su marcha hacia las Tribus Perdidas, Jesús mismo lo había señalado claramente hasta tal punto, que incluso sus enemigos supieron de tal idea a través de sus relatos. Así está escrito:

«Entonces los judíos dijeron entre sí: ¿A donde se irá este, que no le hallemos? ¿Se irá a los dispersos entre los griegos y enseñará a los griegos?

¿Qué significa esto que dejó: Me buscaréis y no me hallaréis; y a donde yo estaré, vosotros no podréis venir?» (Juan 7: 35-36).

No existe la más mínima duda de que Jesús había predicho claramente que se alejaría de Palestina. Había declarado:

«También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas también debo traer y oirán mi voz» (Juan 10-16).

Jesús como él mismo declara se dirigió a buscar las Ovejas Perdidas de Israel (Mat.).

Las diez Tribus Perdidas no vivían en Palestina. No pertenecían a tal grupo. Se encontraban viviendo en los límites del Éufrates tal como Josefus había afirmado. Las fuentes bíblicas y extrabíblicas demuestran que las Diez Tribus de Israel se encontraban dispersadas en Irán, Afganistán, Cachemira y otras partes del subcontinente IndoPakistaní. Jesús, al igual que el profeta Jonás, tras su supervivencia de la cruz viajó a estas zonas y predicó a las Ovejas Perdidas de Israel. Finalmente falleció en Cachemira a una edad avanzada y se encuentra enterrado en una tumba situada en Khanyar Street en Sirinagar, Cachemira, India.

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