"Yihad" y Terrorismo
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

Introducción

A nosotros, los musulmanes, nos resulta lamentable y doloroso ver como el Is­lam, que es una religión de paz, armonía, buena voluntad y hermanamiento, viene siendo mancillado por autores de diversos actos terroristas y de barbarie como los que acaecieron en Estados Unidos, en el Reino Unido o en Madrid.

El propósito de este escrito es explicar brevemente las enseñanzas islámicas de manera que las distintas manifestaciones de actos terroristas queden plenamente denunciadas y expuestas a la luz de las normas del Islam bajo cuya cobertura pretenden cometerse tales actividades. Hay tres apartados a considerar:

La inmunidad diplomática y la ética de la guerra en el Islam

Según el Corán, el libro sagrado islámico, Dios ha concedido total dignidad a cada ser humano independientemente del color de su piel, raza, nacionalidad etc. La libertad es considerada como uno de los mayores favores divinos y su priva­ción una de las mayores miserias. Bajo la norma islámica, nadie puede ser hecho cautivo sin una causa justa. Solo pueden hacerse prisioneros en el entorno de una guerra o batalla regular declarada y no por otra razón o pretexto. El Santo Corán declara específicamente:

“No corresponde a un Profeta tomar prisioneros mientras no se haya ini­ciado una batalla regular en el país. Vosotros deseáis los bienes del mundo, mientras que Al-lah desea para vosotros el Más Allá. Pues Al-lah es Poderoso, Sabio.” (8-68)

Este versículo no sólo corta de raíz la práctica de la esclavitud de los años ante­riores al Islam primitivo, sino que destruye cualquier supuesta justificación de la actual toma de rehenes y el secuestro de gente inocente que no están implicados en un combate real.

En su sermón de despedida, el Santo Profeta del Islam, dio instrucciones espe­ciales respecto al buen trato que debían recibir los prisioneros: Dijo:

“¡Oh gente!, aún mantenéis en vuestra posesión a algunos prisioneros de guerra. Os advierto, por tanto, que los alimentéis y los vistáis de la misma manera y estilo con el que os alimentáis y vestís vosotros…Nunca será tolerado que les causéis dolor o dificultades.”

Instrucciones mas especificas sobre la ética en la guerra y el trato a los prisione­ros se hayan contenidos en el cuarto versículo del capitulo cuarenta y siete del Corán. Este detallado versículo se podría traducir de la siguiente manera:

“Cuando estéis involucrados en una batalla regular, ésta debe ser librada de manera valiente e implacable. La guerra debe continuarse hasta que queden establecidas la paz y la libertad de conciencia. Se tomarán prisio­neros con prudencia. Los hombres libres no pueden ser privados de su li­bertad sin que exista un motivo justo y razonable que lo justifique. Cuando haya concluido la guerra, los prisioneros deben ser liberados como acto de favor, mediante el pago de un rescate o a través de un inter­cambio reciproco”

En la historia del Islam todos estos métodos fueron empleados para la liberación de prisioneros. Un método innovador para obtener la libertad consistía en que los prisioneros con educación enseñaban a leer y a escribir a los analfabetos como medio para conseguir su rescate.

Los mensajeros y emisarios disfrutan de plena inmunidad personal en el sistema islámico. No están sujetos a rescate político por muy justa que parezca la causa, y su secuestro constituye un crimen atroz. No deben ser exterminados, molestados o maltratados. Hay numerosos ejemplos en la vida del Santo Profeta del Islam que ilustran la aplicación rigurosa de estos principios.

Así pues,  los mandamientos de las escrituras islámicas junto con los preceptos del Santo Profeta del Islam respecto a la inmunidad diplomática se hallan libres de ambigüedades. La toma de rehenes y el maltrato de los mensajeros, emisarios y ciudadanos civiles cualquiera que sea la forma en que se haga, es totalmente extraño a las enseñanzas del Islam. En otras palabras, la filosofía del Islam re­chaza tajantemente al terrorismo.

El concepto de la “Yihad” en el Islam

A causa de los actos de determinados elementos extremistas, el mundo occidental tiene un concepto equivocado de la “Yihad” (o Guerra Santa). La palabra “Yihad” evoca la imagen de una banda de fanáticos religiosos, con largas barbas y mirada fiera, con las espadas desenvainadas  y  dispuestos a atacar a los infie­les.

“Yihad” en la terminología islámica significa realizar un esfuerzo, comprome­terse y perseverar por una causa noble. A lo largo de los siglos, este significado de “Yihad” ha ido perdiéndose o al menos se ha ido diluyendo. La crítica situa­ción actual del mundo islámico exige revivir y reconsiderar el verdadero signifi­cado original de “Yihad”.

La “Yihad” se divide en dos categorías. La primera y mas importante es la de­nominada “Yihad-e-Akbar”. Es ésta la “Yihad” contra el propio ego, el esfuerzo frente a las malas inclinaciones y tentaciones: es la lucha por la purificación del alma. Esta es la “Yihad” más difícil y, por tanto, en términos de recompensa y bendiciones espirituales se corresponde con la categoría más elevada de “Yihad”.

La segunda se denomina “Yihad-e-Asgar”. Esta es la “Yihad” de la espada. Se trata de una “Yihad” comunitaria y presupone determinadas condiciones especí­ficas. El Corán habla única y exclusivamente de la lucha justa contra aquellos que tomaron antes la iniciativa de atacar a los musulmanes, sólo en defensa pro­pia. Esta es la condición establecida en los otros versículos del Santo Corán que tratan de este tema. El así llamado versículo de la espada en la escritura islámica, es frecuentemente citado fuera de contexto pretendiendo afirmar que inculca una masacre indiscriminada de los no creyentes. Las palabras coránicas matadlos dondequiera que los encontréis se aplican únicamente a los casos en los que el enemigo fue el primero en atacar a los musulmanes y se refiere a aquellos no creyentes y adversarios que rompieron sus firmes pactos y juramentos previa­mente establecidos con los musulmanes. No son aplicables en ningún caso a las guerras y batallas no provocadas. La interpretación de estos versículos de cual­quier otra manera supone hacer una parodia de los elevados ideales del Islam. No existe un sólo ejemplo en la vida del Profeta del Islam en el que ofreciera a nadie la alternativa entre el Islam o la espada.

Los medios de comunicación occidentales y también muchos eruditos ignoran a menudo la distinción entre estos dos aspectos de la “Yihad”. Debe recordarse que el Santo Corán no hace de la “Yihad”o la “guerra santa” un artículo de fe. Las tradiciones y declaraciones del Santo Profeta la convierten en una fórmula para el esfuerzo personal activo que de manera incorrecta aunque frecuente tiende hacia una expresión militante. El terrorismo actual es totalmente contrario al espíritu auténtico de la “Yihad” islámica.

Por lo tanto, la presentación del Islam como una religión bárbara  y cruel que se da a si misma el derecho a causar destrucción material y sufrimiento humano injustificado con el pretexto de la autoridad divina, no tiene nada que ver con el verdadero Islam que encontramos fundamentado en el Santo Corán y en los pre­ceptos originales del Santo Profeta Mohammad (la paz de Dios sea con él).

La paz y las relaciones internacionales en el Islam

Entre los atributos de Dios, el Santo Corán menciona que Él es La fuente de paz y Él que otorga la seguridad (59:23). Por tanto, el establecimiento de la paz y el mantenimiento de la seguridad debe ser el objetivo permanente de todos los mu­sulmanes y no musulmanes por igual. Todo propósito y actividad que atenta con­tra la paz es severamente condenado por el Islam. Hay mandamientos específicos a este respecto en el Santo Corán:

“Y no creéis el desorden en la tierra.” (7: 56)

“No cometáis iniquidad en la tierra causando violencia.” (7:57, 11:86, 29:37)

Las actitudes perversas y perjudiciales hacia los demás son condenadas en mu­chos otros versículos y se ordena repetidamente a los musulmanes a trabajar por la paz con plena dedicación.

El Islam llama la atención hacia aquellos factores que suelen alterar o destruir la paz y el orden y los reprueba enérgicamente. El dominio de un grupo por otro en la esfera domestica, o de un pueblo por otro en el ámbito internacional es una causa importante de alteración de la paz y por tanto es rotundamente condenado. La explotación económica de un pueblo o una nación por otra, conduce inevita­blemente a la dominación por parte de los explotadores y origina una amenaza potencial para la paz. El Santo Corán prohíbe tal explotación y afirma que una economía basada en dicha explotación no puede generar consecuencias beneficiosas ni puede perdurar.

El Islam proyecta una asociación de estados fuertes y estables unidos en alianza con el propósito de promover la paz, la libertad de conciencia y el bienestar humano. Los tratados y pactos entre naciones han de establecerse en términos claros que no deben ser eludidos o rechazados con la tentación de asegurarse al­guna ventaja. En caso de dificultades o disputas, se considera deber de los mu­sulmanes llegar a acuerdos y ajustes pacíficos.

El Santo Corán, además, enseña que Dios ha enviado Su Revelación a todos los pueblos y en todas las épocas. Muchos de los Profetas del Antiguo Testamento son mencionados por su nombre, al igual que Jesús; quien, al igual que otros pro­fetas, es honrado y reverenciado por todos los musulmanes. Ciertamente, el Co­rán exige creer en la verdad de todos estos profetas, siendo así el Islam único y distinto a otros credos al exigir la creencia y respeto hacia todos los profetas dondequiera que hayan aparecido. Así establece la reconciliación entre los segui­dores de todas las diferentes religiones y credos y crea las bases del respeto mu­tuo entre ellas. Dice el Corán:

“Ciertamente, aquellos que han creído, y los judíos, y los sabeos, y los cristianos, y quienes crean en Al-lah y en el Ultimo Día, y practiquen las buenas obras, sepan que el temor no recaerá sobre ellos ni serán afligidos.” (2:70)

El mismo mensaje se repite en el versículo 5:10. Se afirma con insistencia en el Santo Corán la unidad básica de los seguidores de todas las religiones. De nuevo, el fomento de la discordia y desunión que producen factores como el terrorismo no tienen cabida en el Islam.

En el terreno de los asuntos internacionales, la religión y las relaciones interreli­giosas ocupan una posición importante. Por desgracia, se presta poca atención a este aspecto de las relaciones humanas. Se asume que la religión es un tema pri­vado de cada individuo y que, por tanto, no tiene una conexión directa con los aspectos sociales o políticos de la vida. Esta suposición no está justificada. Siendo el Islam una religión igualitaria, no constituye simplemente una fe personal sino que conforma un conjunto de código de valores y conducta que influye en todos los aspectos de la vida del creyente. Pensamos que el Islam es y será un factor vital en las relaciones humanas, y mantenemos la esperanza de que promueva progresivamente, de manera cada vez más efectiva,  la unidad y el acuerdo entre los seres humanos.

Bibliografía

  • Abbot, Freeland. (1968) Islam and Pakistan. Ithaca: Cornell University Press.
  • Ahmad, Mirza Bashiruddin Mahmud. (1980). Invitation to Ahmadiyyat, London: Routledge & Kegan Paul.
  • Khan, Sir Muhammad Zafrullah (1989). Islam: Its Meaning for Modern Man. New York & Evanston: Harper & Row.
  • El Sagrado Corán (texto en árabe y traducción en inglés por Sir Muhammad Zafrullah Khan: presidente de la 17ª sessión de la Asamblea General de la ONU y juez y presidente del tribunal internacional de justicia de la Haya, Londres; Curzon Press)
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