El Islam es una religión de paz
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

Conferencia pronunciada por Hazrat Mirza Masrur Ahmad, Jalifat Ul Masih V, Jefe Supremo Espiritual de la Comunidad Ahmadía Musulmana en marzo de 2004 en la Universidad de Benin.

Se me ha pedido que comente los aspectos de paz que contiene el islam como religión. A la vista del escaso tiempo del que dispongo, solo podré tratar el tema de manera breve.

Cuando tratamos de hablar sobre el islam como una religión de paz, nos asalta la cuestión de ¿por qué, cuando existen en el mundo tantas religiones como el judaísmo, el cristianismo, el hinduismo, el budismo etc. a la hora de averiguar si el islam es una religión de paz, se la diferencia de las demás religiones?

Una razón es que a los pocos años del nacimiento del islam, diversas fuerzas anti-islámicas iniciaron la falsa propaganda de que el islam es una religión de violencia y extremismo, que obliga al sometimiento de la espada. Esto no es sólo incorrecto, sino que la historia nos muestra cómo en los orígenes del islam los musulmanes de La Meca sufrieron la persecución, pero no respondieron a las agresiones. Tuvieron que emigrar a Medina, donde los árabes no-musulmanes les sitiaron y les obligaron a luchar en defensa propia, en una guerra a la que me referiré más tarde. La mejor prueba contra aquellos adversarios que alegan que el islam se extendió por la espada es el hecho de que, a pesar de que los incrédulos de La Meca plantearon todo tipo de objeciones,  jamás acusaron a los musulmanes de usar la espada para obligarles a cambiar de religión.

Otra razón que ha manchado el nombre del islam es la terrible imagen del extremismo que de forma voluntaria o involuntaria muestran determinados grupos y organizaciones de supuestos “musulmanes” que, en realidad, sólo encubren intereses personales.

Para conocer las bellezas o defectos de una religión es necesario, para ser justo, analizar su Sagrada Escritura como la referencia fundamental para juzgar sus enseñanzas. De otra manera, todos podrían acusar a las demás religiones sin tener argumentos. Por ejemplo, todos conocemos el versículo del Nuevo Testamento que afirma que,

“Os digo que no resistáis al malvado. Si os golpean en la mejilla derecha, ofrecer la otra mejilla también”.  (Mateo 5:39)

Sin embargo, vemos hoy día como en Bosnia, en Iraq y en otras naciones, Estados Unidos y otras potencias occidentales han adoptado la vía de la agresión. En este contexto, si afirmáramos que las enseñanzas cristianas ordenan que “si alguien yergue su cabeza en contra vuestra, debéis usar todo vuestro poder para aplastarle hasta la muerte”, estaríamos incurriendo en una grave injusticia. De la misma manera, para averiguar cuales son las verdaderas enseñanzas del Islam, hemos de estudiar el Sagrado Corán y ver lo que dice; y no basarnos en las acciones de determinados “musulmanes” que olvidaron estas enseñanzas coránicas.

La perspectiva de la Comunidad Musulmana Ahmadía es clara: las enseñanzas del Sagrado Corán promueven la paz. Tenemos la responsabilidad de llevar este mensaje a cada rincón de la tierra. Por lo tanto, comenzaremos refiriéndonos al Santo Corán. Después examinaremos cuál fue la práctica del Santo Profeta Muhammad (saw) a quien fueron reveladas las enseñanzas del Santo Corán. ¿Acaso apoyó alguna vez algún tipo de crueldad, violencia, extremismo o terrorismo? Luego, mencionaremos algunas clarificaciones importantes, basadas en el Santo Corán y en las tradiciones del Santo Profeta (saw), aportadas por el Fundador de la Comunidad Musulmana Ahmadía (as) Hazrat Mirza Ghulam Ahmad de Qadián, quien declaró ser el Mesías Prometido, refiriéndonos a algunos de sus escritos.

Veamos en primer lugar lo que el Sagrado Corán ordena para establecer la paz. Dios Altísimo afirma en el Santo Libro,

“Quien matara a una persona –salvo que fuera por asesinar a otra persona o por sembrar la discordia en el país- sería como si hubiese matado a toda la humanidad” (Al Maidah, C 5: V 33)

Comentando este versículo, el Fundador de la Comunidad Musulmana Ahmadía dice:

“La persona que mata a otra persona injustamente, o la que mata a otra que no se ha rebelado, ni se ha convertido en causa de quebrantar la paz entre la gente, ni ha originado desorden en la tierra, es como si hubiera asesinado a toda la humanidad. En otras palabras, matar a una persona sin razón es, en palabras de Dios Altísimo, igual que asesinar a toda la raza humana. Este versículo deja patente qué enorme pecado es arrebatar la vida de una persona sin motivo”. (Conferencia Chasma-e-Ma’rifat pp. 23-24: Comentario del Mesías Prometido Vol.2, p. 405)

Esta es, por tanto, la admirable enseñanza del islam; que la muerte injusta o el derramamiento de sangre inocente es similar al asesinato de toda la raza humana; o, en otras palabras, que arrebatar una sola vida es similar a la masacre de miles de vidas inocentes. A partir de esto, podemos imaginar qué tipo de sentencia se dictaría contra aquel que es declarado culpable de arrebatar miles de vidas inocentes. Por consiguiente, esta es la enseñanza maravillosa que Dios Altísimo nos ha dado en el Santo Corán. Quienquiera que actúe en contra de ella, actúa contra las enseñanzas del islam.

A continuación, el Santo Fundador de la Comunidad Ahmadía, nos lleva más lejos al comentar este versículo, gracias a su seria reflexión y deliberación, y a su profundo entendimiento de las enseñanzas islámicas que el mismo Dios Altísimo le proporcionó con Su Guía. Añade:

“Aquel que abandona la bondad, abandona la religión. El Santo Corán nos enseña que quienquiera que mate a una persona sin causa justificable es como si matara al mundo entero. De la misma manera os digo que, quien no es bueno con su hermano, es como si fuera desconsiderado con todo el mundo”. (Al Hakm Vol. 9 nº 15, 30 de abril de 1905 p.2: Comentario del Mesías Prometido, Vol.2 p.405)

En este versículo, el Fundador de la Comunidad Musulmana Ahmadía extrae una conclusión interesante para quienes piensan, de manera equivocada, que el islam es una religión extremista. El islam afirma que incluso si eres desconsiderado en tu trato hacia tu semejante, eres causa de la destrucción de la paz y la armonía en el mundo. Olvidaos de matar a nadie; es preciso que seáis amables y bondadosos con todas las personas de vuestro entorno y extender el mensaje pacífico del islam.

Explicaré a continuación alguno de los innumerables ejemplos de bondad que encontramos en la vida del Santo Profeta Muhammad (saw) y hasta qué punto le preocupaba la situación de la gente.

Si alguien es amable con determinada persona y desea verle en una mejor situación, lo lógico es que intente hacer lo máximo posible para ayudar a dicha persona. El Profeta Muhammad (saw) era tan bondadoso hacia su gente que rezaba constantemente de una forma inimaginable por ellos a pesar de sus ideas idolatras. Dios Altísimo había prometido castigar a aquellos que asociaban otros dioses a Él. Sin embargo, la idea de que Dios nunca perdonará a quienes Le asocian partícipes, hacía sentir una gran inquietud al Santo  Profeta (saw), hasta el punto que caía repetidamente en postración para rezar a Dios por ellos. Sentía un deseo ardiente de que su gente se reformara y la preocupación por su suerte espiritual le apesadumbraba. Finalmente, Dios Altísimo tuvo que decirle que no entristeciera hasta casi morir por la congoja que sentía por ellos (C 18 V 7) y que su misión consistía únicamente en entregar el mensaje. La siguiente Tradición recoge alguna de sus oraciones:

El Santo Profeta (saw) rezaba por sus enemigos:

“¡Oh Al-lah! Guía a mi gente porque no saben (no conocen la verdad)”.

Igualmente, cuando se le pidió que invocara maldiciones sobre la tribu de Dossan, rogó en su lugar:

¡Oh Al-lah! Guía a la tribu de Dossan.”

Este era, pues, su anhelo por mostrar amabilidad y humanidad. No solamente nunca dijo que les obligaría a creer mediante el empleo de la espada, sino que se abstuvo de invocar maledicencia o maldición alguna que acarreara la desgracia de sus enemigos.

A pesar de que los paganos de La Meca expulsaron al Santo Profeta (saw) de La Meca y no cesaron de acosarle en Medina, el Santo Profeta (saw), siempre que se encontraba con ellos, les trataba con suma gentileza. Tras la emigración del Santo Profeta (saw) a Medina, la gente de La Meca padeció una severa sequía, hasta el punto de que tener que sustentarse a base de carne muerta y huesos. En su desesperación, Abu Sufian, el líder de los Mecanos, tuvo que dirigirse al Santo Profeta (saw) diciéndole: “¡Muhammad! Tú ordenas el buen trato a los propios familiares. Tu gente está muriendo. Pide a tu Dios por nosotros (para que cese esta hambruna) y comience a llover, o tu gente perecerá”.

Para hacer ver a Abu Sufian la realidad, el Santo Profeta (saw) le dijo que mostraba mucha valentía y osadía al demandar que se implorara por los habitantes de La Meca a pesar de su trasgresión. Sin embargo, el Santo Profeta (saw) no se negó a invocar plegarias, pues era la merced personificada y nunca hubiera deseado que su gente pereciera. Entonces la gente vio cómo levantaba sus manos en oración y el modo en que fueron aceptadas las plegarias del Santo Profeta (saw) para que cesara el hambre y se abrieran los cielos. Llovió tanto que los qoreishitas de La Meca volvieron a disfrutar de días de sosiego y abundancia. Pero al mismo tiempo su rechazo y oposición aumentó con rapidez. (Bujari: Kitabul Tafsir Sura Al-Rum Lidujan).

Tras esta exposición, ¿quién puede afirmar que impartió una enseñanza de extremismo y terrorismo?

EN EL ISLAM NO EXISTE COMPULSION EN LA FE

Después, el Santo Corán menciona:

“No ha de existir coacción en la religión. Ciertamente, lo recto ha quedado separado de lo erróneo; así, quien se niegue a ser conducido por los pecadores, y crea en Al-lah, ha agarrado con seguridad una empuñadura fuerte, que no tiene grietas. Y Al-lah es quien todo lo oye, Omnisciente”. (Al Baqarah, C 2: V 257).

La explicación y aplicación práctica puede verse reflejada en la siguiente tradición. La tribu Banu Nadir fue expulsada de Medina al quebrantar su promesa de mantener la paz. En aquél momento vivían entre ellos muchos niños de los Ansar (musulmanes residentes en Medina). Estos niños comenzaron a vivir entre los judíos pues en los días pre-islámicos de la ignorancia, las familias pertenecientes a las tribus árabes de Aus y Jazrall que carecían de niños varones, solían prometer la conversión al judaísmo a su próximo hijo en el caso de nacer varón. Por lo tanto, había muchos niños varones de las tribus Aus y Jazrall que habían sido entregados a familias judías. Cuando los judíos de Banu Nadir fueron expulsados a causa de su trasgresión, los musulmanes quisieron que los judíos les devolvieran su progenie. El Santo Profeta (saw) se lo impidió en base al principio “no existe compulsión en la religión”, es decir, si una persona ha entregado al propio hijo a determinada persona, y tal persona le convierte en seguidor del judaísmo, no podrá recuperarlo, sino que tendría que irse con los Banu Nadir.

Por otro lado está el incidente de un esclavo de Hazrat Umar, que relata que aunque era su esclavo, Hazrat Umar nunca le obligó a convertirse en musulmán. Es cierto que Hazrat Umar solía decirle con amor y afecto que se hiciera musulmán, pero el esclavo solía negarse, y Hazrat Umar solía decir: “No existe compulsión en la fe” tras lo cual guardaba silencio. Finalmente, antes de fallecer, dejó en libertad a su esclavo. ¿Quién puede afirmar, pues, que existe en modo alguno compulsión o quebrantamiento de la paz en el islam?

El Fundador de la Comunidad Musulmana Ahmadía, Hazrat Mirza Ghulam Ahmad de Qadián, el Mesías Prometido, dice:

“Desconozco de dónde o de quién han oído nuestros adversarios que el islam se extendió por la espada. Dios dice en el Santo Corán que no existe compulsión en la fe islámica. Entonces, ¿quién dio la orden de emplear la fuerza?, ¿cuáles eran las armas para el empleo de tal fuerza? y ¿qué tipo de sinceridad y creencia es la de aquellos que, obligados a convertirse en musulmanes, sin recibir compensación alguna y siendo solamente doscientos o trescientos en número, deberían enfrentarse a un ejército de millares, y después, cuando su número se incrementó en millares, derrotarían a varios miles de millares y, para salvar a su doctrina del enemigo, ofrecerían sus cabezas como corderos de sacrificio y sellarían la verdad de su fe con su propia sangre? Tal fue su devoción por extender la Unidad de Dios que, soportando privaciones llegarían hasta el desierto de África para propagar el islam en tal continente y padecerían dificultades para llegar a China, no como invasores, sino como refugiados, para invitar a la gente de China hacia el islam. Decidme con honestidad: ¿es acaso ésta una labor de quienes han sido obligados a convertirse en musulmanes? ¿Pueden aceptar la fe las lenguas de aquellos cuyos corazones no creen? No. Esta es la labor de aquellos cuyos corazones rebosan con la luz de la fe y en los que no existe más que Dios”. (Paigham Sulh: Ruhani Jazain, Vol. 23, págs: 468-469) 

LIBERTAD DE FE Y DE CONCIENCIA

Entre las numerosas tradiciones sobre la enseñanza del islam sobre la libertad de fe y conciencia, posiblemente sea suficiente esta narración, y tras su exposición no se precisen mayores explicaciones.

A pesar de haberse sometido al Santo Profeta (saw), algunas facciones de los adversarios, quisieron mantener su propia fe. Se plantearon qué podría ocurrirles, pues sabían que el Santo Profeta ((saw)) enseñó que cada persona tenía derecho a creer en su propia doctrina. Estos adversarios no habían aceptado tal demanda pues en el pasado habían utilizado la fuerza contra los musulmanes. Cuando el enemigo fue derrotado, el Santo Profeta (saw) decidió librarles de la humillación y dirigiéndose a ellos les dijo:

“No se renunciará al principio para cuya aceptación he luchado contra vosotros, debido a vuestra oposición al mismo. A causa de vuestra cruel mentalidad habéis adoptado sin duda una actitud errónea, pero los derechos serán respetados. Marchaos. No seréis culpados. Cada uno de vosotros es libre en materia de religión. Vosotros sois nuestros Zimmi (un no musulmán viviendo en un país musulmán). Dios y Su Mensajero se responsabilizarán por completo de vuestra seguridad”. (Nisb al Raiah fi Tahrij Ahadiz Al Hadaya Vol 4, p. 381, publicado en Egipto).

Después, Dios Altísimo dice:

“¡Oh vosotros, los que creéis! Sed perseverantes en la causa de Al-lah en calidad de testigos justos; y que la enemistad de un pueblo no os incite a actuar con injusticia. Sed siempre justos, porque eso está más cerca de la virtud. Y temed a Al-lah. En verdad, Al-lah es consciente de lo que hacéis”. (Sura Al Maidah, C 5: V 9)

Examinemos ahora la aplicación práctica de esta enseñanza coránica. Tras esto, nadie podrá afirmar que el islam no es una religión de paz, armonía, reconciliación y justicia.

Se narra que Muhayyasa (ra) fue muerto como mártir en Jaibar. Sus beneficiarios reclamaron al Santo Profeta (saw) la pena capital. El Santo Profeta (saw) preguntó: “¿Podéis jurar y determinar quién fue su asesino?” Dijeron: “¡Profeta de Dios! No estábamos allí, por lo que no podemos jurar”. Contestó: “No habrá pena capital sin pruebas. Solo existe una posibilidad y es que los judíos de Jaibar sobre los que sospecháis, juren cincuenta veces, según la ley, que ignoran quién es el asesino”. Los beneficiaros de Muhayyasa (ra), dijeron: “¿Quién puede confiar en estos judíos? Levantarán falsos testimonios”. El Santo Profeta (saw) respondió, “No se permite volver a plantear esa pregunta más. Porque la ley no da preferencia al testimonio de uno sobre el testimonio de otro”. Entonces el Santo Profeta (saw) pagó la debida compensación a los herederos de Muhayassa (ra). (Tajrid al-Bujari, capítulo Faslil Yihad, Parte II, ed. Ferozsons Lahore.)

Estos versículos dejan patente que según las enseñanzas del islam no puede haber ninguna clase de coacción en asuntos religiosos. Dios Altísimo permite a cada uno elegir libremente y según su conciencia la creencia que quiera. De hecho, según el ejemplo ya citado de un esclavo ni siquiera a él, pese a su condición de esclavo, se le obligó a convertirse al islam. El Sagrado Corán menciona esta libertad de conciencia en varios versículos pero no es posible citarlos todos aquí.

En resumen, después de esta enseñanza clara y sin ambigüedad, surge la pregunta, ¿si ni el santo Profeta  (saw)  ni sus seguidores sostenían el Corán en una mano y la espada en la otra, ni destrozaban la paz del mundo, entonces ¿qué son estas guerras santas, qué es esa Yihad que está en  boca de todos, y por la cual se culpa a todos los musulmanes de causar el caos en el mundo? Lo más asombroso es que mucha gente cree que estas guerras empezaron en los tiempos del Santo Profeta (saw). Pero no es posible hacer justicia sobre esta cuestión si no se toma en cuenta la situación en que se encontraba la comunidad musulmana en aquella época. Para tratar de este tema brevemente cito algunas palabras del Fundador de la Comunidad Ahmadía:

 “Nuestro Profeta sufrió dolor en La Meca e incluso después, a manos de los infieles. Tener en mente como tuvieron que pasar trece años en La Meca sufriendo toda clase persecuciones y crueldades nos apena profundamente. Pero en ningún momento alzó la espada, ni contestó con dureza a sus duras palabras, hasta que numerosos compañeros y amigos queridos fueron asesinados con suma crueldad y otros sufrieron toda clase de abusos, en algunas ocasiones fueron envenenados, y se hicieron varios complots para asesinar al Santo Profeta (saw). Cuando se acercaba el momento de la decisión Divina, ocurrió que todos los jefes y personas importantes en La Meca, acordaron por unanimidad que, pasase lo que pasase, debían dar muerte al Santo Profeta (saw). En aquel momento, Dios, que salvaguarda y protege a Sus elegidos, queridos y honestos seguidores, informó al Santo Profeta (saw) que en la ciudad no podía hallar sino maldad, las gentes de La Meca estaban empeñadas en matarle y que él debía marcharse inmediatamente. Así, siguiendo el mandato Divino, emigró hacía Medina pero incluso allí sus enemigos no le dejaron en paz y le persiguieron con la declarada intención de destruir el islam. Cuando su maldad había sobrepasado todos los límites y el asesinato de muchas personas inocentes hizo patente la culpabilidad de sus asesinos, entonces la comunidad musulmana recibió  permiso para luchar con el fin de defenderse y evitar así su autodestrucción. Más aún, aquellos que mataron a gente inocente en una guerra sucia y no en combate abierto, y se apoderaron de sus propiedades, merecían ser pagados con la misma moneda. Pero en el momento de la victoria en La Meca, el Santo Profeta (saw) los perdonó a todos. Por tanto, esta idea de que el Santo Profeta (saw) y sus seguidores emprendieron una guerra para extender su fe y obligar a los demás a convertirse al islam, es un error terrible y una crueldad”. (Masih Hindustan Mein pp 7-8: Tafsir Hadrat Masihe Maoud Vol. 3 pp.316-317.)

A pesar del permiso otorgado para emprender una lucha defensiva contra sus crueles perseguidores, las enseñanzas de Dios Altísimo eran las de no exceder ciertos límites tal como se declara en el Sura Al Baqarah:

 “Y luchad contra ellos hasta que cese la persecución y se profese libremente la religión de Al-lah. Pero si desisten, recordad que no se permite hostilidad alguna excepto contra los agresores.” (Al Baqarah, C 2: V 194)

La finalidad de este mandato era la de luchar en defensa propia y para acabar con el mal y por eso se establece que cuando los oponentes desisten en su maldad, entonces no se debe continuar la lucha contra ellos porque nuestra verdadera tarea es la de establecer la paz. Así, incluso aunque se autorice la lucha armada se nos encomienda seguir el principio de la autodefensa y la búsqueda de la paz.

GUERRAS, PRINCIPIOS Y NORMAS

Cuando el Santo Profeta (saw) emprendió la lucha sus órdenes eran firmes.

  • Ninguna mujer debía ser muerta.
  • Ningún niño debía ser muerto.
  • No se debía molestar a los ancianos
  • No interferir con los refugiados, los monjes o los ermitaños.
  • No se debía quemar a ninguna persona.
  • No se debía asesinar a los animales.
  • No se debía talar los árboles.
  • Al contrario de la práctica del enemigo, no estaba permitido amputar la nariz o las orejas de ninguna persona.

Después, cuando el Santo Profeta (saw)  y sus seguidores fueron victoriosos, proclamó que:

  • No se permitía matar a los heridos.
  • No se perseguiría innecesariamente a los huidos.

Con respecto a los prisioneros de guerra, pedía para ellos un trato amable y digno.

“Los que cayeron prisioneros después de la batalla de Badar, admitieron, ‘Por Dios, los musulmanes iban a pie mientras a nosotros se nos permitía cabalgar, ellos pasaban hambre mientras a nosotros nos alimentaban, ellos pasaban sed mientras a nosotros nos daban agua.” (Bujari, Muslim, Tirmidhi, Abu Daud))

Aquellos que dicen que el islam es una religión beligerante, agresiva y extremista, deberían preguntarse si una religión beligerante predica enseñanzas como las anteriormente mencionadas. No toméis como ejemplo las acciones de unos cuantos individuos y organizaciones y generalizando pretendáis llamarlas islam. En la actualidad, en la era en que el hombre se considera altamente desarrollado y comprensivo, deberíamos preguntarnos si estos elevados valores se manifiestan cuando caen bombas de los cielos, cuando se disparan misiles contra las ciudades y civiles. ¡Cuánta sangre inocente es derramada en estos bombardeos indiscriminados! En zonas donde reina la anarquía, cada día se celebra funerales por los asesinados, viejos, mujeres y niños inocentes. Todos somos conocedores de esta realidad.

Con una cita del historiador cristiano Georgie Zeidan finalizaré mi conferencia sobre las hermosas y pacíficas enseñanzas del Islam que unió a tantas tribus diversas en una simple hermandad.

“Una razón primordial para el rápido progreso en la educación en el mundo islámico, es que los Jalifas del Islam valoraban mucho a los académicos de todos los credos y toda la gente

y siempre les concedían premios y recompensas. A los Jalifas no les preocupaba su religión, su raza, su casta o su credo. Entre ellos habían cristianos, judíos, sabianos, magos, adivinos y de hecho gente de cada grupo. Los Jalifas les trataban con extremo respeto y estima. Los no musulmanes disfrutaban de los mismos derechos y libertades que los líderes y gobernadores musulmanes”.(Taarij Al Tamaddan Al Islami. Vol.3 p.194)

Para concluir, si después de esto alguien afirma que el islam no es una religión pacífica, estaría cometiendo sería una grave injusticia.

Espero que a pesar del poco tiempo, lo que he expuesto les haya mostrado algunos aspectos de las enseñanzas islámicas sobre la paz.

Gracias de nuevo.

(saw) -> ¡Que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él!

(as) – > ¡Que la paz sea con él!

La Meca – > La Meca, ciudad donde nació el Santo Profeta Muhammad (saw)

(ra) -> ¡Que Al-lah esté complacido con él!

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