Dar preferencia a la fe sobre las cosas mundanales
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

Dar preferencia a la fe sobre las cosas mundanales

BISMILLAH IR RAHMAN IR RAHIM

Antes de nada, me gustaría recordar algo muy simple pero extremadamente importante para un musulmán. Al’lah dice que: “bendeciré todo aquello que el creyente haga después de pronunciar Bismil-lah ir Rahman ir Rahim”.

La octava condición del Bai’at nos dice que debemos amar la fe, el honor de la fe y la causa del Islam más que a nuestra propia vida, riqueza, honor, hijos y todos los demás que nos sean queridos.

Por su parte, la novena condición del Bai’at (pacto de iniciación espiritual de entrada en la Comunidad Musulmana Ahmadía) nos dice que debemos mantenernos ocupados en el servicio a las criaturas de Dios, solo por Su causa; y también que debemos esforzarnos para beneficiar a la humanidad, usando lo mejor de las capacidades y poderes que Al’lah nos ha dado.

Hay una frase en nuestra Jama’at Musulmana Ahmadía con la que todos nosotros estamos familiarizados, tanto niños como jóvenes y  adultos, sean hombres o mujeres,  y es que: “daré preferencia a mi fe sobre los asuntos mundanales”. Y esto es así por el gran énfasis que el propio Mesías Prometido (as) y los distintos Jalifas han dado a este tema.

Como ya he dicho, una de las condiciones del “bai’at” o iniciación es que “uno dará preferencia a la fe sobre los asuntos mundanales”. De la misma forma, todas las organizaciones auxiliares de nuestra Jama’at también incorporan este tema. Por tanto, ésta es la promesa de un áhmadi y su estatus en la Jama’at depende de si en realidad da preferencia a su fe sobre los asuntos mundanales o no; lo cual tendrá también un reflejo en cómo se relacione con la organización de la Jama’at y nuestro Jalifa.

La verdad es que si uno no actúa en consecuencia, en realidad nuestro “bai’at” será nulo y nuestra relación con la Jama’at y nuestro Jalifa se verán negativamente afectadas, porque si al proclamar que haremos todo aquello que place a Al’lah, pero en la realidad de nuestra vida diaria hacemos todo lo contrario, estaremos actuando en contra el espíritu del “bai’at”.

En este sentido, el Mesías Prometido (as) ha dicho que si uno proclama verbalmente que dará preferencia a la fe sobre los asuntos mundanales, pero en su vida demuestra todo lo contrario, estará actuando contra esa promesa que hizo inicialmente y Al’lah lo dejará como algo perdido. Por tanto, es nuestra responsabilidad recordar constantemente este tema. Ningún asunto mundanal debe de ser un obstáculo para nuestra fe, para nuestra religión, que significa guiarnos en la vida según los mandamientos de Al’lah y buscar Su placer en todo lo que hacemos.

Con la gracia de Al’lah, hay un gran número de áhmadis que se esfuerzan a diario para evitar todos esos obstáculos que les pueden apartar de la fe. Pero no todo el mundo aplica el mismo esfuerzo en este tema. Las capacidades intelectuales y las habilidades varían de una persona a otra. Por tanto, Al’lah nos juzgará según nuestras facultades, esfuerzos e intenciones. Así pues, lo primordial es tener una intención piadosa y no debemos tener excusas de ningún tipo. Por el contrario, deberemos estar siempre dispuestos a realizar cualquier sacrificio para el progreso de nuestra fe y del Islam, porque cuando uno se esfuerza en complacer a Al’lah, recibiremos nuestra recompensa no sólo en este mundo sino en la próxima vida. Para esto debemos mostrar un gran sacrificio y dedicación en nuestras vidas, y esto será testimonio de que  estamos dando preferencia a nuestra fe sobre las cosas mundanales.

Al’lah no nos ha prohibido que interactuemos con el mundo para ganarnos el sustento y tampoco nos prohíbe que comamos o vistamos bien, tengamos casas bonitas, etc. Todo esto está permitido. Sin embargo, lo que Al’lah nos aconseja es que ninguno de esos objetivos debe de ser un impedimento para nuestra fe. Por ejemplo, en este sentido, el Santo Profeta Muhammad (sa) nos aconsejó que, a la hora de buscar a una esposa, por encima de mirar la belleza, la familia, la riqueza, etc., diésemos preferencia a la fe de dicha mujer. En consecuencia, si damos más importancia a la fe sobre los asuntos mundanales, los problemas en casa se terminarán.

El máximo objetivo de nuestra vida es buscar el placer de Dios y para ello debemos de sacrificarnos de forma constante. Es un desafío al que nos enfrentamos diariamente. Bajo ningún concepto un áhmadi debe ser negligente frente a cualquiera de sus obligaciones religiosas. Es decir, nunca debemos dejar de lado ni subestimar los mandamientos prescritos por el Sagrado Corán, que fueron puestos en práctica por el Santo Profeta Muhammad (sa). Por lo tanto, no debemos tolerar que nada de lo que se nos ha sido permitido se convierta en un obstáculo a la hora de cumplir con nuestras obligaciones religiosas. Sólo así daremos preferencia a nuestra fe sobre las cosas mundanales. Por eso deberemos evitar cualquier cosa que sea un obstáculo para conseguir ese objetivo.

El Mesías Prometido (as) escribió que en este mundo hay dos tipos de personas: los que aceptan el Islam, pero de una forma u otra se mantienen inmersos en cosas mundanas, hasta que del todo se ven envueltos en el mundo y no salen de ahí, con lo que satanás les ha ganado la partida.  Su gran desafío será, precisamente el tema que nos ocupa, dar preferencia a la fe sobre los temas mundanales y eliminar cualquier obstáculo en ese camino. Por el contrario, hay otro tipo de personas, las que realmente –hagan lo que hagan en este mundo para ganarse la vida- dan siempre preferencia a su fe sobre cualquier otro tema. Después de aceptar el Islam, obtienen el verdadero conocimiento y percepción, y también la verdadera convicción en su corazón, lo cual les lleva a tener una fe profunda en el Islam. Por eso, nunca tropiezan ni desatienden ninguna de sus obligaciones religiosas y nada les impide enarbolar la bandera de la verdad.

Por su parte, los que se ven inmersos completamente en el mundo y esclavizados por él, es como si convirtieran al mundo en su dios. Estas gentes han sido totalmente rodeadas por satanás. Sin embargo, en sus antípodas, están aquéllos que siempre se preocupan de cómo salvaguardar y progresar en la fe. Éstos son los que configuran el  “hizbul’lah” o el partido de Al’lah, que finalmente triunfa sobre satanás y sus embestidas.

Para conseguir esto es esencial y totalmente necesario adquirir conocimiento espiritual y ponerlo en práctica en nuestras vidas, porque sin lograr esto, nunca sabremos en realidad qué es la religión. Porque, ¿cómo podremos dar preferencia a nuestra fe sobre el mundo si no la conocemos bien?

Una de las consecuencias directas de ser negligentes en nuestra fe es la falta de atención a las oraciones obligatorias. Por desgracia, se estima que un 80% de los musulmanes del mundo no ofrecen sus oraciones, y si hacen alguna lo hacen por compromiso y sin ningún espíritu. Por su parte, los que se preocupan en ofrecer sus oraciones diariamente como Dios manda están protegiendo sus valores religiosos, porque sabemos que las oraciones conllevan cambios piadosos en una persona.

Así pues, para conseguir nobles y elevados objetivos debemos de elevar y refinar nuestro espíritu, realizando también sacrificios para conseguir el placer de Al’lah. En este sentido, viendo el estado lamentable del mundo musulmán, a nosotros, como áhmadis, nos cae la máxima responsabilidad de devolver al Islam su pureza original, sin olvidarnos que debemos cumplir con nuestras obligaciones no sólo con Al’lah, sino también con Su creación. Por eso debemos de esforzarnos y sacrificarnos en la propagación del Islam y de sus bellas enseñanzas. Ésta es nuestra máxima responsabilidad, que ha sido puesta en nuestros hombros y que deberemos llevar a cabo con todo nuestro corazón.

Somos nosotros, los áhmadis musulmanes, los que debemos establecer los más altos ideales del ser humano y convertir a todo el mundo en verdaderos sirvientes de Al’lah. Si hacemos todo esto prestando la máxima atención a nuestra fe, entonces llegaremos a nuestra meta. De lo contrario, estaremos en un grave error y debemos siempre recordar que cualquier cosa –incluso permitida- que en ciertas circunstancias se convierta en un obstáculo para nuestra fe, deja de ser permitida; y todas esas cosas que siendo permitidas no suponen un obstáculo en nuestro progreso espiritual seguirán siendo permitidas.

Al’lah Todopoderoso conoce muy bien el estado interno de cada corazón y es ciertamente el estado de nuestros corazones el que juega un papel primordial en nuestras vidas y dará pie a conformar nuestro propio destino. Por tanto, un creyente debe de analizar hasta qué punto ha hecho sacrificios para adquirir un corazón puro, en consonancia con sus obligaciones. Cualquier esfuerzo y sacrificio en este sentido recibe la ayuda y las bendiciones de Dios Altísimo. Y aunque los sacrificios ofrecidos por cada persona son diferentes, Al’lah juzgará a cada uno de nosotros según nuestra capacidad, no la cantidad de sacrificio ofrecido. Por ejemplo, si una persona posee sólo un dátil y lo ofrece como sacrificio, comparado con otra persona que aun poseyendo muchísimo más ofrece también un solo dátil, la primera habrá alcanzado más bendiciones con respecto a la segunda.

Por consiguiente, todo esto nos indica que para alcanzar el placer de Al’lah, debemos de transformar nuestros corazones en la dirección correcta. En esto yace el éxito y la prosperidad. Y como áhmadis hemos prometido en nuestro pacto de alianza con el Mesías Prometido (as) sacrificar nuestro dinero,  tiempo, honor, e incluso nuestras vidas. Debemos pues reflexionar constantemente sobre esto y utilizar todo a nuestro alcance para lograr nuestro objetivo de dar preferencia a nuestra fe sobre los asuntos mundanales. Sólo así lograremos ser el recipiente de las innumerables bendiciones de Al’lah.

Nuestros hijos deben recibir la formación adecuada para que también den preferencia a la fe sobre los temas mundanos. Así, los estaremos poniendo en el camino recto y luego, con la ayuda de Al’lah, podrán insha Al’lah conseguir sus propios objetivos.

Se dice que uno de los compañeros del Santo Profeta Muhammad (sa) vió que éste estaba descansando y al levantarse las ramas de palmera habían dejado marcas en su piel. Entonces le dijo: “Oh Profeta –sa-, si lo hubiéramos sabido, habríamos traído algo para que te sintieras más cómodo y no hubieras sufrido tales marcas en tu cuerpo”. Éste respondió: “En realidad, ¿qué hay entre mí y este mundo? Soy solo un viajero que ha parado bajo un árbol para descansar y pronto continuaré mi viaje”.

Me gustaría mencionar un gran ejemplo en la historia. ¿Sabéis lo que instruyó el gran emperador Carlo Magno, nacido en el año 356 AC? Instruyó a su séquito que a su muerte, le hicieran un ataúd con un agujero en la izquierda y otro en la derecha, para que por el de la izquierda pudiera sacar su mano izquierda y por el de la derecha su mano derecha; y con esto indicar a su pueblo que aunque había sido un gran emperador y había creado un grandioso imperio en la tierra, se marchaba al otro mundo con las manos vacías.

El Sagrado Corán nos advierte seriamente de que la búsqueda incesante de cosas mundanales nos aparta del camino hacia Dios. Hasta que nos llega la muerte y entonces sabremos todo lo que hemos perdido. Para aquellos que no desistan en ese intento vano, será muy tarde; y no es solo la búsqueda de riqueza, también de honor, prestigio, estatus, etc. Todo esto nos alejará de lo que debe ser nuestro máximo objetivo: obtener una vida piadosa y llena de rectitud.

Una vez Hazrat Umar (ra), quien sería luego el segundo Jalifa del Islam, llegó a la habitación del Santo Profeta Muhammad (sa) y vio la simpleza de la misma y lo poco que había en ella. Al contemplar esto, Hazrat Umar (ra) empezó a llorar y el Santo Profeta Muhammad (sa) le preguntó: Ibn Jatab, ¿qué ha hecho que te emociones tanto? Éste contestó: ¿cómo no voy a emocionarme si veo cómo el lecho donde estás descansando ha dejado marcas profundas en tu piel y no veo nada en tu habitación excepto un poco de cebada y agua? Por su parte, el emperador de Roma y el de Persia viven con todo tipo de comodidad, mientras tú vives de una forma extremadamente simple cuando eres el Profeta de Al’lah, el elegido de Al’lah, y ¿ésta es tu condición?

El Santo Profeta (sa) dijo entonces: Ibn Jatab, ¿acaso no estás satisfecho que para nosotros son los tesoros de la próxima vida y para ellos los de este mundo?

Para finalizar, me gustaría decir que el Santo Profeta Muhammad (sa) siempre dio preferencia a la fe sobre lo pasajero y mundano. Un ejemplo que ilustra esto es que una vez alguien llegó hasta él y le preguntó lo siguiente: “Oh Profeta, dígame algo que pueda hacer para ganarme el amor de Dios Todopoderoso y también de la gente”. El Santo Profeta (sa) le dijo: “Deja de perseguir las cosas mundanales y Al-lah mostrará su amor hacia ti; de la misma forma, deja de desear lo que otros tienen y la gente empezará también a sentir amor hacia ti”.

 

¡TODA ALABANZA PERTENECE A AL-LAH,

EL SEÑOR DE TODOS LOS MUNDOS!

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