Si algo vale la pena, significa en otras palabras que tiene valor. Y si algo es valioso, debe tener un propósito que le haya otorgado ese valor. Por lo tanto, se puede afirmar que solo vale la pena vivir cuando la vida tiene un propósito. ¿Cómo sabemos si la vida tiene un propósito y quién lo decide?
En estos tiempos que vivimos, todo el universo es una prueba de que existe un Dios – tal como afirma el Fundador de la Comunidad Musulmana Ahmadía: “… El estudio del cielo y la tierra solo prueba que ‘debe haber’ un Creador de este universo perfectamente ordenado…“ Este “debe” es suficiente para determinar con certeza si hay Dios, y ese “haber” sólo puede adquirirse a través de una religión viva que presenta un Dios vivo, que oye y habla. De lo contrario, ¿quién podría afirmar con seguridad si hay alguien al otro lado?
“El Dios del islam es el mismo Dios que se hace visible en el espejo de la ley de la naturaleza, y discernible en el libro de la naturaleza. El islam no presenta un Dios nuevo, sino un Dios que se manifiesta a través de la luz del corazón, la conciencia del hombre, el cielo y la tierra”. (Esencia del islam vol. 1, página 39)
Si hay un Dios vivo, entonces todo lo que ha creado tiene un propósito y un objetivo, porque, si no tuviera valor, iría en contra del Ser perfecto de Dios. Según esto, Dios, el poseedor de ese conocimiento perfecto, ha creado al hombre con un propósito que solo Él puede decidir.
Afirma Dios en el Sagrado Corán – un libro perfecto y con una enseñanza tan racional que cualquiera con pensamiento correcto y mente imparcial encuentra en él una guía única:
Pues sólo he creado a los Yinn y a los hombres para que Me adoren” (Sagrado Corán, 51:57)
En otras palabras, según el islam, el primer propósito de la vida es cumplir
“… los derechos que se le deben a Dios, es decir, cómo uno debe creer y tener fe en Dios y la manera en la que Él debe ser adorado. Lo segundo son los derechos que deben cumplirse en relación a la creación de Dios, es decir, cómo la persona debe mostrar compasión, amor, trato amable y benevolencia hacia la creación de Dios, y para aliviar sus aflicciones, dolor y tristeza “. (1)
En definitiva, la única razón por la que merece la pena vivir es reconociendo que existe un Creador Viviente que nos ha creado; una vez que comprendemos que hay un Creador y tenemos conexión con Él, tendremos la seguridad de que vale la pena vivir y que hemos sido creados porque somos valiosos, con un propósito y una meta.
Por último, tomaremos conciencia de que Dios es un tesoro precioso, el único que merece la pena, y el valor de quienquiera que esté en posesión de ese tesoro, se multiplicará. Así lo afirma el Mesías Prometido (as) cuando encontró ese tesoro:
“He descubierto una mina de oro con acceso a una infinita cantidad de piedras preciosas. En la mina he encontrado una joya brillante de un valor incalculable. Tan valiosa que, si la dividiera entre todos mis semejantes, cada uno de ellos se volvería más rico que el más rico entre ellos en oro y plata. ¿Qué joya es esa? Es el Dios verdadero. Llegar a Él es conocerlo, ser realmente consciente de Él, tener verdadera fe en Él, estar unido a Él en el verdadero amor. A cambio, recibir de Él verdaderas bendiciones. Habiendo encontrado un tesoro de tal incalculable valor, sería muy cruel por mi parte si no lo compartiera con mis semejantes. ¿Dejaría que pasaran hambre mientras yo tengo suficiente? No, eso no ocurrirá, mientras yo pueda ayudar … quiero ver sus hogares llenos de riquezas divinas … ”(2)
Bibliografía
- Hazrat Mirza Masroor Ahmad, 2014. The Need For Religion | Islam Ahmadiyya. [online] Islam Ahmadiyya. Available at: <https://www.alislam.org/articles/need-for-religion/>
- Hazrat Mirza Ghulam Ahmad, The Promised Messiah’s Beliefs | Islam Ahmadiyya. [online]IslamAhmadiyya.Availableat:<https://www.alislam.org/articles/promised-messiahs-beliefs/>
