La vida del Santo Profeta (sa)
Sermón del Viernes 17 de octubre de 2025.
Después de recitar el Tashahud, el Taawuz y la Sura al-Fatiha, Su Santidad el Jalifa V del Mesías (aba) dijo:
En el sermón del viernes anterior, se describió brevemente la Batalla de Tabuk, y hoy presentaré algunos detalles más al respecto.
Al mencionar los antecedentes de la Batalla de Tabuk, Hazrat Musleh Maud (ra) afirma:
“Cuando el Santo Profeta (sa) conquistó La Meca, Abu Amir Madni, que pertenecía a la tribu de Jazrall y debido a sus relaciones con los judíos y los cristianos, estaba muy familiarizado con su forma de oración y adoración. Por eso también le llamaban “sacerdote”, aunque él no era cristiano por la fe.
Después de que el Santo Profeta (sa) emigró a Medina, este individuo huyó a La Meca. Sin embargo, una vez conquistada La Meca, pensó que tendría que idear un nuevo plan en oposición al islam. Finalmente, cambió su nombre y apariencia, y comenzó a vivir cerca de Medina, en el pueblo de Quba. Como había vivido fuera de casa durante muchos años y había cambiado su apariencia y vestimenta, los habitantes de Medina no lo reconocieron. Sólo lo reconocieron aquellos hipócritas con quienes había entablado una relación.
Uniéndose a los hipócritas de Medina, sugirió que iría a Siria para instigar al gobierno cristiano y a las tribus cristianas árabes para alentarlos a lanzar un ataque contra Medina. Dijo [a los hipócritas de Medina] que dieran la alarma porque las fuerzas sirias iban a lanzar un ataque sobre Medina. Es decir, los hipócritas de Medina deberían empezar a difundir esta noticia allí. Dijo que si su estratagema tenía éxito, ambas partes lucharían y entrarían en batalla. Sin embargo, si su plan no tenía éxito, incluso entonces existía la posibilidad de que los musulmanes viajaran a Siria debido a estos rumores y los atacaran. Así es como se desatará una lucha entre ellos y el gobierno de César, y su misión se cumplirá. Esta persona instigadora dijo que ambos escenarios le beneficiarían.
Después de hacer esta sugerencia, fue a Siria, y los hipócritas de Medina comenzaron a difundir diariamente estos rumores de que se habían encontrado con tal tribu y les decían que el ejército sirio se estaba preparando para atacar Medina. Al día siguiente volvieron a decir que se habían encontrado con otra tribu y les dijeron que el ejército sirio pronto atacaría Medina. Estos rumores se difundieron tan rápida y ampliamente que el Santo Profeta (sa) consideró apropiado dirigir el ejército musulmán y confrontar personalmente al ejército sirio.
Esta fue una época extremadamente difícil para los musulmanes. Fue un año de hambruna. La temporada anterior produjo poco grano y fruta, y las cosechas de la temporada actual aún no estaban listas; aún no se habían recolectado. Era finales de septiembre o principios de octubre cuando el Santo Profeta (sa) partió para esta expedición. Los hipócritas sabían que esto era una conspiración y que maquinaron para ello con la intención de que si el ejército sirio no lanzaba un ataque, los musulmanes se enfrentarían personalmente y lucharían contra los sirios y finalmente serían destruidos [los musulmanes].
Las circunstancias de la batalla de Mutah estaban ante ellos. En esa ocasión, los musulmanes tuvieron que enfrentarse a un ejército tan grande por lo que sufrieron grandes pérdidas y apenas sobrevivieron. Ahora querían presenciar otra Mutah con sus propios ojos, durante la cual, creían, el Santo Profeta (sa) también iba a ser martirizado (Dios no lo quiera). Por esta razón, por un lado, los hipócritas difundían diariamente rumores de que habían llegado a saber por tal o cual medio que el enemigo estaba a punto de atacar y que habían llegado a saber por tal o cual medio que las fuerzas sirias se estaban acercando. Por otro lado, infundían miedo en la gente [diciendo] que no era fácil luchar contra un enemigo tan grande y que no debían ir a luchar. El propósito de esta maldad suya era dejar que los musulmanes siguieran adelante y atacaran Siria. Sin embargo, en la medida de lo posible, debían ir en el menor número posible para que su derrota fuera lo más segura posible. Si fueran pocos, su derrota estará asegurada.
En cualquier caso, a la luz de los informes que llegaban, el Santo Profeta (sa) evaluó la situación y concluyó que si demoraba el enfrentamiento con los romanos o les daba tiempo para entrar en zonas bajo dominio musulmán, el daño sería mucho mayor. Por lo tanto, a pesar de la escasez de recursos y la dificultad de la situación, decidió que, sin dar a los romanos ninguna oportunidad de avanzar, entraría en su territorio y lucharía contra ellos en una batalla decisiva.
Hazrat Musleh Maud (ra) ha descrito este incidente en otro lugar de la siguiente manera:
“Cuando estos rumores llegaron al Santo Profeta (sa), ordenó que en lugar de esperar a que los romanos vinieran hacia nosotros y nos atacaran, era necesario confrontarlos en la frontera y detenerlos allí. Así, ordenó a los musulmanes que estuvieran listos”. La referencia que cité antes era de otro libro de historia, y este breve extracto es de Hazrat Musleh Maud (ra).
Generalmente, el Santo Profeta (sa) mantuvo las expediciones militares relativamente discretas, pero después de la campaña de Jaibar, la expedición de Tabuk fue de tal naturaleza que emitió un anuncio público, advirtió a la gente sobre las dificultades de la ruta y el gran número de enemigos, y les instó a prepararse. Esta narración aparece en Bujari. Al mismo tiempo, envió hombres a La Meca y a otras tribus árabes, invitándoles a unirse al ejército.
Por otro lado, el Santo Profeta (sa) instó a la gente pudiente a gastar su riqueza en el camino de Al’lah. También envió mensajes a varias tribus, invitándolas a participar en la batalla, y les envió emisarios, como se ha mencionado. En consecuencia, envió a Hazrat Buraidah bin Husaib a la tribu de Banu Aslam, a Hazrat Abu Ruhm Ghifari a su pueblo, Banu Ghifar, a Hazrat Abu Waqid Laizi a su tribu, Banu Laiz, y a Hazrat Abu Yad Damri a su propio pueblo. Envió a Hazrat Rafi bin Maqis a la tribu de Yuhainah; asimismo, a Hazrat Nuaim bin Masud a la tribu de Ashlla; y Budail bin Warqa, Amr bin Salim y Busar bin Sufyan a las tribus de Banu Ka‘b y Banu Amr. De la misma manera, envió a Abbas bin Mirdas a la tribu de Banu Sulaim.
En aquella época reinaba en Medina una atmósfera de intenso temor y ansiedad, porque un enemigo poderoso podía atacar en cualquier momento. Según una narración en Sahih al-Bujari, Hazrat Umar (ra) relata: “Comentábamos entre nosotros que un rey Ghassani ya había herrado sus caballos en preparación para la guerra contra ellos (lo que significa que había completado todos sus preparativos)”. En otra narración en Bujari, Hazrat Umar (ra) afirma: “Teníamos miedo de un gobernante ghassani. Nos dijeron que había comenzado a prepararse para atacarnos. En esa atmósfera nuestros corazones estaban atemorizados”.
Sin embargo, a pesar de estos temores, los Compañeros demostraron una fe y una devoción extraordinarias a través de su disposición y sus sacrificios financieros. Se menciona que junto a esta ansiedad, Medina sufría una grave sequía en ese momento, mientras que los cultivos y las frutas estaban a punto de madurar. Durante este período de dificultades, la gente estaba ocupada preparándose para cosechar sus productos cuando se hizo la llamada para la yihad. A esto se sumaba el calor extremo y el largo viaje de cientos de kilómetros, así como la escasez de provisiones. A pesar de todas estas dificultades, cuando el Santo Profeta (sa) anunció la expedición, sus devotos y desinteresados Compañeros –personificaciones de la sinceridad y la lealtad– dejaron atrás sus cosechas listas y frutas maduras para prepararse para el viaje. Aunque prepararse para una expedición tan larga no fue una tarea fácil para estos sinceros pero pobres Compañeros, el Santo Profeta (sa) era plenamente consciente de sus dificultades. Por lo tanto, hizo un llamamiento general al sacrificio financiero, instando a la gente rica a gastar en el camino de Dios y a proporcionar monturas a los demás. Proclamó:
[Árabe]
“Quien equipe al Yaish al-Usrah, es decir, el ejército reunido para ir a Tabuk, tendrá el Paraíso”.
En esta ocasión, la primera persona en traer su riqueza fue Hazrat Abu Bakr Siddiq (ra). Trajo consigo la totalidad de su riqueza familiar, que ascendía a cuatro mil dirhams. El Santo Profeta (sa) le preguntó: “¿Has dejado algo para tu familia o no?”. Respondió: “He dejado a Al’lah y a su Mensajero (sa)”.
En una narración, Hazrat Umar (ra) relata un incidente sobre sí mismo. Dice que el Santo Profeta (sa) una vez les instruyó a dar en caridad. En ese momento, tenía cierta riqueza, por lo que pensó para sí mismo: “Si alguna vez logro superar a Abu Bakr en algo, será hoy”. Relata: “Traje la mitad de todo lo que tenía”. El Santo Profeta (sa) me preguntó: “¿Qué has dejado para tu familia?”. Le respondí: “De lo mismo que te he traído a Usted, he dejado la mitad para ellos”. Entonces Abu Bakr (ra) vino con todo lo que poseía. El Santo Profeta (sa) le preguntó: “¡Oh Abu Bakr! ¿Qué has dejado para tu familia?” (lo preguntó estándo delante Hazrat Umar [ra]). Respondió: “Les he dejado a Dios y a Su Mensajero (sa)”. Al oír esto, Hazrat Umar (ra) dijo: “¡Por Dios, nunca podré superarle en nada!”.
Hazrat Musleh Maud (ra) también narró este incidente con sus propias palabras, explicando que durante una expedición, Hazrat Umar (ra) pensó: “Abu Bakr siempre me supera, pero hoy le superaré”. Con este pensamiento, se fue a casa, tomó la mitad de su riqueza y se la llevó al Santo Profeta (sa). Era un momento de una gran prueba para el islam, pero Hazrat Abu Bakr (ra) reunió todas sus posesiones y las presentó ante el Santo Profeta (sa). Cuando el Santo Profeta (sa) preguntó: “¡Oh, Abu Bakr! ¿Qué has dejado a tu familia?”. Respondió: ”He dejado a Dios y a Su Mensajero con ellos”. Hazrat Umar (ra) dijo: “Al oír esto, me sentí profundamente avergonzado. Me di cuenta de que, incluso hoy, aunque había hecho todo lo posible por superar a Abu Bakr, una vez más él me había superado a mí”.
En cuánto al sacrificio financiero de Hazrat Uzman (ra), se narra que Hazrat Abdur Rahman bin Jubbab afirmó:
“Estaba presente junto al Santo Profeta (sa) y él estaba instando a la gente a contribuir para el ejército de Usrah. Hazrat Uzman bin Affan (ra) se levantó y dijo: “¡Oh, Mensajero (sa) de Dios! Me comprometo a proporcionar cien camellos, con sus sillas de montar y mantas, en el camino de Dios”. Entonces, el Santo Profeta (sa) volvió a instar al pueblo a contribuir con el ejército, y Hazrat Uzman bin Affan (ra) se levantó de nuevo y dijo: “¡Oh, Mensajero (sa) de Dios! Me comprometo a proporcionar doscientos camellos, con sus sillas de montar y mantas, en el camino de Dios”. Entonces, tras escuchar lo que Hazrat Uzman (ra) había prometido, el Santo Profeta (sa) volvió a instar al pueblo a contribuir con el ejército, y Hazrat Uzman bin Affan (ra) se levantó una vez más y dijo: “¡Oh, Mensajero (sa) de Dios! Me comprometo a proporcionar trescientos camellos, con sus sillas de montar y mantas, en el camino de Dios”. Vi al Santo Profeta (sa) descender del púlpito mientras decía:
[Árabe]
“¡No hay reproche alguno para Uzman por lo que haga después de esto; no hay reproche alguno para Uzman por lo que haga después de esto!”.
En otra narración, Hazrat Abdur Rahman bin Samurah relata que Hazrat Uzman (ra) presentó 1,000 dinares ante el Santo Profeta (sa) cuando se estaba preparando el Yaish al-Usrah (el ejercito para Usrah), y los colocó en su regazo. Hazrat Abdur Rahman dijo: “Vi al Santo Profeta (sa) dando vueltas a esos (dinares) en su regazo y diciendo”:
[Árabe]
“¡Nada dañará a Uzman después de lo que ha hecho hoy!”. Lo dijo dos veces.
Según otra narración, Hazrat Uzman (ra) donó 10,000 dinares en esta ocasión. Ante esto, el Santo Profeta (sa) ofreció esta oración por Hazrat Uzman (ra):
[Árabe]
“¡Oh, Uzman! ¡Que Dios te perdone por lo que has hecho en secreto y lo que has hecho abiertamente, y por todo lo que ocurra hasta el Día del Juicio Final! Después de esto, cualquier acción que realices, no debes preocuparse por ella”.
Según una narración, proporcionó 1,000 camellos y 70 caballos para la preparación de esta expedición.
Otra narración relata que el Santo Profeta (sa) ofreció esta oración por Hazrat Uzman (ra):
[Árabe]
“¡Oh, Dios! Complácete con Uzman, pues yo también estoy complacido con él”.
Ibn Ishaq narra que Hazrat Uzman (ra) gastó tanta riqueza durante la Batalla de Tabuk que ningún otro Compañero pudo igualarlo. Cuando una de las caravanas comerciales de Hazrat Uzman (ra) regresó de Siria con grandes ganancias, él se hizo cargo de los gastos de un tercio de todo el ejército (dijo: “yo correré con los gastos de un tercio del ejército”). Proporcionó provisiones para más de 10,000 soldados y se aseguró que, para cada uno de ellos, se comprara incluso un cordón de zapato con su dinero (es decir, hasta el más mínimo detalle). Se gastaron 10,000 dinares en esto, además del coste de los camellos y los caballos. Además de esto, le obsequió mil camellos, cien caballos y, aparte de otras provisiones, también le entregó mil dinares al Santo Profeta (sa). Estos 1,000 dinares eran independientes de los 10,000 dinares que ya había gastado en preparar al ejército.
En esta ocasión, Hazrat Abdur Rahman bin Auf obsequió 100 uqiyyah de plata y, según algunas narraciones, doscientas uqiyyah de plata. La uqiyyah es un peso equivalente a aproximadamente 10,5 tolas; es decir, entre 1,050 y 2,100 tolas de plata, o alrededor de 1,25 a 2,5 kilogramos de plata si utilizamos la medida actual. El Santo Profeta (sa) dijo entonces:
“Uzman bin Affan y Abdur Rahman bin Auf son tesoros entre los tesoros de Dios en la tierra; gastan únicamente para complacer a Dios. Han aportado mucha riqueza”.
En una narración, se menciona que Hazrat Abdur Rahman bin Auf donó 400 uqiyyah de oro, equivalentes a unas 4500 tolas de oro; algunos también afirman que donó 900 camellos. En cualquier caso, sus sacrificios han sido especialmente mencionados.
En otra narración, Hazrat Abdur Rahman bin Auf se acercó al Santo Profeta (sa) y le dijo: “Poseo 8,000 dirhams”. He guardado 4,000 dirhams para mi familia y voy a dar 4,000 a Usted”. El Santo Profeta (sa) ofreció una oración de bendición por él, diciendo:
[Árabe]
“¡Que Dios bendiga todo lo que has guardado para tu familia y todo lo que has dado en Su camino!”.
Hazrat Asim bin Adi ofreció 70 wasq de dátiles. Un wasq equivale a 60 saa’, y un saa’ equivale aproximadamente a tres sair, lo que da un total de unos 12,600 kilogramos de dátiles. Entre aquellos que ofrecieron riquezas al Santo Profeta (sa), también se incluyen los nombres de Hazrat Abbas bin Abdul Muttalib, Hazrat Talhah bin Ubaidul’lah, Hazrat Sa’d bin Ubadah y Hazrat Muhammad bin Maslamah como aquellos que hicieron grandes sacrificios.
El Mesías Prometido (as) afirma:
“Hubo un tiempo en que la gente sacrificaba sus vidas por la fe divina como cabras y ovejas. ¿Y qué mencionar de su sacrificio financiero? En más de una ocasión, Hazrat Abu Bakr Siddiq (ra) sacrificó todas las riquezas de su hogar, hasta tal punto que no dejó ni siquiera una aguja en su casa. Del mismo modo, Hazrat Umar (ra), de acuerdo con sus medios y su generosidad, y Hazrat Uzman (ra), de acuerdo con sus medios y su capacidad, ofrecieron lo que pudieron. De manera similar, todos los Compañeros estaban dispuestos a sacrificar sus vidas y sus riquezas por esta fe divina”.
A continuación, el Mesías Prometido (as) expone:
“Dios Altísimo afirma”:
[Árabe]
“Jamás alcanzaréis la piedad a menos que gastéis de lo que amáis”. Los Compañeros gastaban su riqueza para alcanzar la rectitud”.
Hazrat Musleh Maud (ra), afirma:
“En ocasiones, los Compañeros vendían todas las riquezas y bienes de sus hogares para sufragar los gastos relacionados con la guerra. De hecho, también se observa que a veces vendían sus propiedades y gastaban su fortuna para proporcionar todos los medios necesarios a otros (que iban a la guerra). Una vez, el Santo Profeta (sa) se presentó y dijo: “Nuestro ejército está a punto de emprender un viaje, pero los creyentes no tienen los medios para ello”. ¿Hay alguien entre vosotros que vaya a obtener la recompensa por esto?”. Tan pronto como escuchó esto, Hazrat Uzman (ra) se levantó, sacó las riquezas que había cosechado y ofreció esa cantidad al Santo Profeta (sa) para los gastos de los musulmanes. Cuando el Santo Profeta (sa) vio esto, dijo: “Uzman ha comprado el Paraíso”.
En uno de sus sermones, al abordar el tema de los sacrificios económicos, Hazrat Jalifatul Masih III (rh) relató este incidente de la siguiente manera:
“En una ocasión, hubo una gran necesidad de medios durante los preparativos para una batalla. Aquellos eran días de dificultades económicas. Así es el mundo: a veces hay períodos de bonanza y otras veces de dificultades económicas. Aquellos días eran de dificultades, y había necesidades para la guerra. El Santo Profeta (sa) presentó esta necesidad absoluta ante los Compañeros y los animó a ofrecer sacrificios económicos. Esto dio lugar a que Hazrat Abu Bakr Siddiq (ra) aportara toda su riqueza y Hazrat Umar (ra) aportara la mitad de la suya. Hazrat Uzman (ra) dijo: “Por favor, acepta mi oferta de correr con los gastos de diez mil Compañeros”. Además, también proporcionó mil camellos y 70 caballos. Del mismo modo, todos los Compañeros sinceros ofrecieron sacrificios económicos según sus medios y capacidades, y Dios Altisimo les concedió excelentes recompensas”.
Es una gran bendición de Dios Altísimo que los miembros de la Comunidad Ahmadía comprenden la importancia de los sacrificios económicos. A menudo presento casos de personas que realmente sacrifican todo lo que tienen. Aquellos que son ricos y acomodados deben tener en cuenta los ejemplos de Hazrat Abu Bakr (ra), Hazrat Umar (ra) y Hazrat Uzman (ra) y, de este modo, aumentar el nivel de su sacrificio. Los pobres y la clase media siguen ofreciendo sacrificios. Por la gracia de Dios, el Altísimo, también hay muchos entre los ricos que ofrecen los más altos grados de sacrificio. Sin embargo, aquellos entre los ricos que son débiles en este sentido también deberían dar un paso al frente por el bien de difundir la fe. En esta época, esto también es una oportunidad para que ellos presenten sacrificios.
Los Compañeros ofrecieron todo lo que pudieron y proporcionaron a los soldados pobres y sin medios para montar animales, espadas y otras provisiones para la guerra. Cuando algunos Compañeros y Compañeras pobres ofrecían uno o dos puñados de granos, sus corazones se llenaban con el anhelo de que si solo tuviesen algo más para ofrecer. Sin embargo, los hipócritas se burlaban de ellos y decían: “¿esta gente vencerá al César con puñados de granos?”. Un mudd es una cantidad pequeña, equivalente a un puñado. Al’lah el Exaltado dice en el Sagrado Corán sobre dichas burlas de los hipócritas:
[Árabe]
“Son los que encuentran faltas en aquellos creyentes que dan limosnas por su propia voluntad, y en aquellos que no tienen nada para dar excepto lo que ganan con su esfuerzo. De esta manera se burlan de ellos. Al’lah los retribuirá por su burla, y tendrán un doloroso castigo”.
Entre aquellos que hicieron un esfuerzo en ofrecer sacrificos financieros era Hazrat Abu Aqil. Pasó toda la noche sacando agua de un pozo y ganó dos sa’a de dátiles. Un sa’a es aproximadamente dos kilos y medio, entonces ganó un total de cinco kilos de dátiles. Guardó un sa’a para su familia y llevó el otro sa’a al Santo Profeta (sa). Sacrificaba todo lo que podía.
Hazrat Musleh Maud (ra) una vez afirmó:
“En una ocasión el Santo Profeta (sa) hizo un llamamiento para recaudar contribuciones financieras, por lo que uno de sus Compañeros empezó un trabajo, probablemente fue a un pozo de alguien y sacó agua de él. A cambio, recibió medio sair, o tres pao (unidad de medida) de grano que luego llevó y ofreció como contribución financiera. En aquel tiempo, había una necesidad de miles de rupias; los hipócritas solían decir sarcásticamente, ‘¿qué tipo de preparación para una batalla es esta?’. Este incidente es de la Batalla de Tabuk que sucedió en contra de los Bizantinos.
En aquel tiempo, el Imperio Romano era equivalente al gobierno Britanico hoy (cuando Hazrat Musleh Maud (ra) dijo esto los Britanicos dominaban el mundo). Era para luchar contra aquel ejército que este Compañero trajo unos puñados de cebada. Los hipócritas se reían de él. Al contrario, cuando el Santo Profeta (sa) se enteró de ello, dijo, ‘¿ellos qué saben del valor que tiene esta cebada en los ojos de Dios?’. Fue esta cebada que condujo a la victoria definitiva de los musulmanes, y los bizantinos fueron derrotados. No solamente los bizantinos, sino los persas también, cuyo imperio competía con el de los romanos. Así, los musulmanes los derrotaron”.
Hay mención de un incidente extraordinario con respecto a un Compañero. Como ya se mencionó antes, en prepación para esta expedición, los Compañeros nobles estaban, a su manera, esforzándose a organizarse para el viaje y responder al llamamiento del sacrifico financiero. Los Compañeros pudientes presentaban sus riquezas y posesiones, mientras que los pobres y necesitados entre ellos trabajaban duro y ofrecían cualquier ingreso pequeño que podían ganar.
En estas circunstancias, se menciona a un Compañero que se llamaba Hazrat Urwah bin Zaid, quien adoptó una manera tan inocente y pura de buscar el agrado de Al’lah que destacó por ser tan única y sincera. Era pobre, pero devoto; no tenía nada para ofrecer, ni la fuerza para participar en las batallas.
Una noche estuvó de pie rezando, llorando profusamente, suplicando: “¡Oh Al’lah! Nos has ordenado a esforzarnos en Tu causa y nos has animado a hacerlo. Pero no poseo nada con lo que pueda prepararme, Tu Mensajero (sa) tampoco tiene provisiones suficientes para concedérmelas, de modo que pueda salir a luchar. Tu Profeta (sa) ha lanzado un llamamiento para sacrificios financieros, pero aún así soy incapaz de participar en ello. Sin embargo, por la presente perdono a cualquiera, por Tu causa, todo agravio o injusticia que me hayan hecho con respecto a mi vida, mi riqueza o mi honor, y lo ofrezco todo como caridad para los musulmanes”.
A la siguiente mañana, se presentó ante el Santo Profeta (sa) junto con los demás Compañeros. El Santo Profeta (sa) preguntó, “¿dónde está aquel que ofreció su honor como caridad anoche?”. Nadie se puso de pie. El Santo Profeta (sa) repitió su pregunta, pero nadie contestó. Finalmente, Hazrat Urwah se puso de pie y contó todo lo que pasó.
Al escucharlo, el Santo Profeta (sa) dijo:
[Árabe]
¡Regocíjate! Por Aquel en cuyas manos está mi vida, has sido contado entre aquellos cuya caridad ha sido aceptada”.
¡Qué forma tan bella y extraordinaria de expresar la sinceridad y el sacrificio! Al’lah el Exaltado, Quien conoce los secretos de cada corazón y es consciente de toda circunstancia, aceptó su ofrenda e informó al Santo Profeta (sa).
Las mujeres tampoco se quedaron atrás en este espíritu de sacrificio. Presentaron sus joyas para contribuir en las preparaciones de esta batalla. Hazrat Umm Sinan Aslamiyah relata: “en la casa de Hazrat ‘Aishah (ra), una vez vi que se había extendido una sábana ante el Santo Profeta (sa) sobre el cual había (botellas de) perfume, pulseras, brazaletes, pendientes, anillos y tobilleras, todo lo cual había sido contribuido por mujeres por la preparación de la yihad de los musulmanes”.
De este modo, por un lado, esta era la condición de los creyentes sinceros y devotos. Por otro, los hipócritas también se esforzaron al máximo. En un sentido, esta fue la última trama y conspiración por parte de los hipócritas, que estaban totalmente convencidos de su éxito. Estaban seguros de que los musulmanes emprenderían este largo viaje hacia Siria y estaban sustentados por el pensamiento satánico de que, Dios no lo quiera, el Santo Profeta (sa) nunca podría regresar a Medina. Por ello, intentaron asegurarse de que se unieran al Santo Profeta (sa) el menor número posible de musulmanes. Según su cálculo, cuanto más pequeño fuera el ejército, mayor era la probabilidad de que sufrieran la derrota y destrucción. Por lo tanto, empezaron a exagerar las dificultades de la situación y lo difícil que era el viaje, con la intención de desanimar a los musulmanes.
Intentaron atemorizar a los musulmanes usando varias excusas, diciendo cosas como, “el calor es insoportable; el viaje es demasiado largo; apenas hay medios de viajar”. Ya que la mayoría de los habitantes de Medina eran agricultores, cuyas cosechas estaban listas para recoger, y esto fue durante una hambruna, los hipócritas se dedicaron a difundir rumores por todos lados, diciendo: “¿acaso no os dais cuenta de qué tipo de ejército vais a confrontar? ¡Son feroces y guerreros expertos! Para combatirles no es algo fácil. Podemos ver claramente que os matarán, u os aprisonarán a todos”.
Estas fueron las palabras de los hipócritas. Aunque su propaganda no tuvo efecto alguno sobre los creyentes sinceros y pacientes, infundió el temor en los corazones de algunos con fe débil. Empezaron a presentar excusas y dar justificaciones para no participar en la batalla, aunque la mayoría de ellos eran hipócritas de todas formas.
El Sagrado Corán menciona esta propaganda de los hipócritas y sus excusas para quedarse atrás con las siguientes palabras:
[Árabe]
“Los que se las ingeniaron para quedarse atrás se alegraron de haberse quedado rezagados, contradiciendo al Mensajero de Al’lah y mostrándose reacios a esforzarse con sus bienes y sus personas por la causa de Al’lah. Dijeron: ‘No salgáis durante el calor’. Diles: ‘El fuego del Infierno tiene un calor más intenso’. ¡Si pudieran entender! Deberían reír poco y llorar mucho como pago de lo que ganaron”.
Según las narraciones, esta gente solía presentarse ante el Santo Profeta (sa) y poner diversas excusas, buscando permiso para no tener que participar en la yihad. El Santo Profeta (sa) les concedía permiso. Había más de 80 individuos que, a través de diferentes excusas y justificaciones, obtuvieron permiso para quedarse atrás. Estos se unían a los hipócritas que estaban con Abdul’lah bun Ubay, etc.
Al’lah el Exaltado expone el error de todas estas excusas en el Sagrado Corán, dejando lo claro que su acto de quedarse atrás fue debido a su fe débil, y que fueron mentirosos a la hora de dar excusas. Cuando los versículos respecto a ellos fueron revelados, se dio una advertencia para todos los tiempos venideros; siempre que el Imam proponga una inciativa o haga un llamamiento por alguna causa, ¡cómo debería uno responder! La respuesta deber ser dar un paso adelante y por todos los medios posibles, prepararse a contestar a tal llamamiento.
Por tanto, Al’lah el Exaltado dice:
[Árabe]
“Si hubiese habido una ganancia inmediata y un viaje corto, ciertamente te habrían seguido; pero el viaje penoso les pareció demasiado largo. Sin embargo, jurarán por Al’lah diciendo: “Si hubiésemos podido, en verdad, hubiéramos avanzado con vosotros”. Arruinan sus almas y Al’lah sabe que son mentirosos. ¡Que Al’lah haga desaparecer tus preocupaciones! ¿Por qué les permitiste quedarse atrás, antes de que los que dijeron la verdad fueran conocidos por ti, y antes de que identificaras a los mentirosos? Quienes creen en Al’lah y en el Último Día no te pedirán permiso para quedar exentos de esforzarse con sus bienes y sus personas; y Al’lah conoce perfectamente a los virtuosos. Sólo te pedirán permiso para quedar exentos quienes no creen en Al’lah y en el Último Día, y cuyos corazones están llenos de dudas; y en su duda vacilan. Pues si hubiesen pensado salir, ciertamente hubiesen hecho algunos preparativos para ello; pero Al’lah era contrario a su partida. Por eso los mantuvo atrás, y se les dijo: ‘Quedaos en casa con los que se quedan’. Si hubiesen avanzado a vuestro lado, no os habrían dado más que problemas. Hubieran corrido de un lado para otro en mitad vuestro, intentando crear la discordia entre vosotros, pues hay algunos de entre los vuestros que suelen escucharlos. Pero Al’lah conoce perfectamente a los malvados. Intentaron crear el desorden incluso antes de esto y prepararon intrigas contra ti, hasta que llegó la verdad y prevaleció el designio de Al’lah, aunque a ellos no les agradó”.
Así Dios Altísimo [en estos versículos] ha expuesto claramente la condición de los hipócritas, y se dirigió al Santo Profeta (sa), afirmando que aunque aceptara sus falsas excusas, si no lo hubiera hecho y no les hubiera concedido permiso, su hipocresía habría quedado al descubierto para que todos la vieran. No tenían intención de unirse a la batalla, pero en cualquier caso, Dios Altísimo declara que, en última instancia, fue mejor que se quedaran. Si hubieran participado, habrían cometido acciones durante la batalla que habrían perjudicado a los musulmanes.
En cualquier caso, el resultado no coincidió con los deseos de estos hipócritas. Los demás detalles, si Dios quiere, se tratarán en futuros sermones.
En el sermón del viernes anterior, mencioné el ataque ocurrido en una mezquita en Rabwah. Orad por los juddam que resultaron heridos en ese incidente. ¡Que Dios Altísimo les conceda a todos una recuperación completa! ¡Que Él los proteja de cualquier complicación, ya que a menudo estos incidentes dejan secuelas!
Actualmente, tres juddam permanecen hospitalizados debido a heridas más graves, mientras que los otros cinco, tras recibir tratamiento médico inicial, han regresado a casa. Sin embargo, sus heridas tomarán tiempo en sanar. ¡Que Dios Altísimo les conceda una recuperación completa y que proteja a todos los miembros de la Yamaat, dondequiera que se encuentren, de toda forma de maldad y daño!
Después de las oraciones de hoy, dirigiré la oración fúnebre en cuerpo ausente del respetado Sahm Ali Naina Sahib de las Islas Marshall, quien falleció recientemente a los 83 años en California, EEUU.
[Árabe]
¡Ciertamente a Al’lah pertenecemos y hacia Él volveremos!
Conoció el islam por primera vez gracias a la predicación de nuestro misionero, Hafiz Yibril Said Sahib, durante la década de 1980. Posteriormente, abrazó el islam y se unió al Ahmadiat. A pesar de enfrentarse a una gran oposición, se mantuvo firme y derterminado en su fe.
En una ocasión, un senador del parlamento nacional calificó al islam de religión ilegal y vinculada al terrorismo. En respuesta, el fallecido publicó valientemente una declaración en el periódico local: “Somos musulmanes ahmadíes y no tenemos ninguna conexión con el terrorismo”. Esta audaz proclamación se convirtió en una fuente de fortaleza para la Yamaat, y a pesar de los esfuerzos del senador por aprobar una ley contra el islam, el intento fracasó gracias a los esfuerzos del fallecido. Era considerado una figura influyente en la sociedad local.
Falahuddin Shams Sahib, Naib Emir de EEUU, escribe que tuvo la oportunidad de servir en las Islas Marshall durante cinco años y que visitaba regularmente la zona, ya que estaba asignada a la Yamaat de EEUU Sahm Sahib había aceptado el Ahmadíat a través de Hafiz Jibril Sahib. Inicialmente, solo cuatro o cinco familias formaban parte de la Yamaat, que aún no estaba registrada oficialmente. Gracias a los incansables esfuerzos de Hafiz Sahib y del difunto, la Yamaat finalmente se registró formalmente.
Tras el regreso de Hafiz Sahib, hubo un largo período en el que no se designó ningún misionero. Durante ese tiempo, Sahm Sahib se encargó de la gestión de la Yamaat hasta su fallecimiento. No solo protegió a la comunidad, sino que también continuó participando en el tabligh, asegurando que el nombre y la misión de la Yamaat nunca flaquearan.
Siempre que las delegaciones del centro lo visitaban, ofrecía su plena cooperación con gran calidez y entusiasmo, siempre dando un paso al frente y prestando un servicio muy fructífero.
En el establecimiento de la Yamaat en las Islas Marshall, desempeñó un papel pionero. La mayoría de los nuevos conversos al Ahmadíat en esa región fueron resultado de sus esfuerzos. También se desempeñó como Sadr Yamaat [presidente local] allí.
Shams Sahib señala además que cuando fue a establecer una misión en Kosrae, Sahm Sahib le ofreció una vez más toda su ayuda. A través de sus contactos, varias personas se unieron a la Yamaat y, con la gracia de Dios, se adquirió y se construyó allí una Casa de la Misión. De igual manera, contribuyó al establecimiento de misiones en Kiribati y otros lugares gracias a sus esfuerzos personales.
Shams Sahib le preguntó en una ocasión qué buena acción o cualidad poseía que había tenido el honor de desempeñar un papel tan central en el establecimiento de la Yamaat en tres islas. Con gran humildad, respondió: “Todo esto es pura gracia de Dios Altísimo. No hay mérito mío en ello”.
Qasim Chaudhry Sahib, misionero de las Islas Marshall, escribe que, a pesar de confrontar muchos obstáculos, Sahm Sahib se mantuvo firme en su fe. Junto con su esposa, hizo muchos sacrificios. Un ejemplo de ello es que su esposa donó un terreno suyo, sobre el cual se construyó la primera mezquita de las Islas Marshall.
En sus propias palabras, narra el incidente de su aceptación del islam:
“En 1987, mi esposa, Mary, y yo nos alojábamos en un hotel en Long Island. Una mañana, al salir de nuestra habitación, vi a un caballero africano alto. Lo saludé con un “salam” y él respondió con la misma amabilidad. Al presentarme, supe que era Hafiz Yibril Said Sahib, el primer misionero asignado a Micronesia. A medida que continuaban nuestras reuniones y nuestra relación se fortalecía, comenzó a predicarme sobre el islam. Me mostró versículos de la Biblia que predecían la llegada de un profeta después de Jesús (as). Me asombró saber que no solo uno, sino varios versículos. De hecho, el Nuevo Testamento contenía una profecía en la que Jesús mismo, en Juan 16:7, dice: “Debo irme para que otro venga después de mí”
Estas eran verdades que nunca había escuchado. Hafiz Sahib lo explicó todo con claridad, siempre usando referencias bíblicas. Entonces, Dios Altísimo me guió hacia la verdad y mi corazón se inclinó hacia el islam, y lo acepté.
Continúa:
“Cuando la gente se enteró de que me había convertido al islam, los funcionarios del gobierno dijeron que nunca permitirían que el islam se extendiera en las Islas Marshall. Llamé a Hafiz Sahib, quien ya se había ido, y me tranquilizó: ‘¡No te preocupes. Dios abrirá el camino!”. Y efectivamente, Dios abrió el camino. Un día, mientras estaba en casa, un representante de la Fiscalía General vino y me informó que el registro de la Yamaat había sido aprobado.
Aunque los funcionarios habían intentado bloquear nuestros esfuerzos, Dios mismo dispuso que se concediera el registro, y los documentos fueron entregados directamente a mi domicilio. Inmediatamente envié una copia a Hafiz Sahib”.
Continúa diciendo:
“Con el tiempo, me di cuenta de que el Ahmadíat era distinto de otros musulmanes, y me enorgullecí mucho. Una voz dentro de mí me recordaba constantemente que soy un musulmán ahmadí, y eso me honraba. Durante veinte años, ningún misionero fue enviado a nuestra isla, y me sentí muy preocupado. Hafiz Sahib me había aconsejado que escribiera regularmente al Jalifa de entonces y me aseguró que con el tiempo se harían los arreglos necesarios.
Luego, en 2004, recibí instrucciones del centro sobre la llegada de cierta persona y que debía recibirla en el aeropuerto. Al llegar, un caballero sonriente salió y me preguntó mi nombre. Le dije: “Soy Sahm” y él respondió: “Me llamo Kausar“; era Inamul’lah Kausar Sahib. Desde ese día nos hicimos como hermanos. Juntos viajamos a Kosrae y Pohnpei , donde pasamos una semana. Cuando más tarde nos separamos, sentimos como si nos conociéramos desde hacía años; tal es el espíritu de la hermandad islámica”.
Concluye:
“Por la gracia de Dios Altísimo, tras aceptar el islam, mi corazón encontró paz y mi alma, contento. La oración me transformó. Mi esposa también notó este cambio en mí. Desde entonces, siempre que necesitaba algo, le pedía a Dios, y Dios me lo concedía de inmediato. Una y otra vez, presencié Su ayuda con mis propios ojos y expresaba mi gratitud en cada oración.
Su nieta, Julia, afirma:
“Era un musulmán muy sincero que encontraba fuerza y seguridad en su fe. Dedicaba gran parte de su tiempo a la oración y sentía un profundo amor por la recitación del Sagrado Corán. Estudiaba regularmente varios libros islámicos. A menudo, lo encontrábamos inmerso en profundos pensamientos y reflexiones”.
¡Que Dios Altísimo le conceda Su perdón y misericordia! Algunos miembros de su descendencia no han aceptado el Ahmadíat. ¡Que Dios Altísimo les permita también unirse al Ahmadíat!
