La vida del Santo Profeta (sa)
Sermón del viernes 04-07-2025
Después de recitar el Tashahud, el Taawuz y la Surah al-Fatihah, Su Santidad, el Jalifa V del Mesías (aba) dijo:
En relación a la conquista de La Meca, estaba explicando las circunstancias de la entrada en La Meca en el sermón del viernes anterior. Ahora daré más detalles en relación a esto:
Ibn Ishaq escribe que cuando Abu Sufyan llegó [a La Meca] después de ver a los ejércitos de Dios Altísimo pasar junto a él, en ese momento, los musulmanes habían llegado a Zi Tuwa, un asentamiento a 10 millas de La Meca. Algunos Compañeros habían llegado a este lugar y estaban esperando al Santo Profeta (sa), hasta que todos los Compañeros se reunieron allí. El Santo Profeta (sa) llegó con su batallón vestido de verde. Ibn Sad escribe que el Santo Profeta (sa) estaba montado en su camella Qaswah, entre Hazrat Abu Bakr (ra) y Usaid bin Huzair.
Hazrat Abdul’lah bin Mughaffal (ra) relata: “Vi al Santo Profeta (sa) el día de la conquista de La Meca. Iba montado en su camello y recitaba la Surah Al-Fath”. Esta es una narración de Bujari.
Hazrat Anas (ra) relata que cuando el Santo Profeta (sa) entró en La Meca, la gente vino a visitarlo. Por humildad, la cabeza del Santo Profeta (sa) tocaba la parte delantera de la silla en la que estaba sentado (es decir, su cabeza tocaba la parte delantera del asiento de su camella). Cuando entró en La Meca, llevaba un turbante negro. Su bandera y estandarte también eran negros. Según algunas narraciones, también tenía una pequeña bandera, que era blanca. Se detuvo en Zi Tuwa estando en medio de la gente. Al ver la victoria y la multitud de musulmanes, su bendita barba tocaba, o casi tocaba, la parte delantera de su silla de montar debido a su humildad. El Santo Profeta (sa) dijo:
[árabe]
“¡Oh Dios! La verdadera vida es sin duda la del Más Allá”.
Otro aspecto de su justicia, equidad, humildad y modestia fue que había montado a Usamah, el hijo de su esclavo liberado, Zaid bin Harizah, detrás de él a pesar de que los jefes de los Quraish y los hijos de los Banu Hashim también estaban con él. El Santo Profeta (sa) entró en La Meca el día 20 del bendito mes de Ramadán. Cuando entró, el sol ya había salido un poco.
El Mesías Prometido (as) afirma:
“La elevación que se da a los siervos elegidos de Dios Altísimo se muestra en forma de humildad, mientras que la elevación de Satanás está mezclada con arrogancia. ¡Mirad! Cuando nuestro Santo Profeta (sa) conquistó La Meca, bajó su cabeza y cayó en postración igual que cuando bajaba su cabeza y caía en postración durante los días de dificultades; cuando en esta misma Meca, se opusieron a él y le hacían sufrir. Cuando vio en qué estado había salido de La Meca y en qué estado estaba entrando ahora, su corazón se llenó de gratitud hacia Dios y cayó en postración”.
En cuánto a su alojamiento el día de la Conquista de La Meca, está escrito que cuando le preguntaron dónde quería quedarse cuando llegaron cerca de La Meca, el Santo Profeta (sa) dijo: “¿Ha dejado Aqil alguna casa para nosotros en La Meca?”.
Aqil era hijo de Hazrat Abu Talib y aceptó el islam poco antes del Tratado de Hudaibiyah. Se dice que antes de eso, había vendido todas sus propiedades y posesiones. Luego el Santo Profeta (sa) dijo: “Nuestra estancia será en Jaif Bani Kinanah”, el mismo lugar donde los Quraish habían jurado sus pactos en la incredulidad, y ordenó a todos los Compañeros que se reunieran allí.
Hazrat Yabir (ra) relata: “Ese día, yo era uno de los que estaban con el Santo Profeta (sa). El día de la Conquista de La Meca, entré en la ciudad junto a él y observé las casas de La Meca. En un momento dado, el Santo Profeta (sa) se detuvo y alabó y glorificó a Al’lah. Miró el lugar de su tienda y dijo: “¡Oh Yabir! Este es el lugar donde acamparemos. Es el mismo lugar donde los Quraish, en su estado de incredulidad, habían jurado oponerse a los musulmanes”.
Hazrat Yabir (ra) continúa diciendo: “En ese momento, recordé lo que una vez había escuchado del Santo Profeta (sa) en Medina. Dijo: ‘Cuando conquistemos La Meca, nuestro campamento estará en Jaif Bani Kinanah, donde los Quraish, en su incredulidad, habían jurado no comprar ni vender a los Banu Hashim, ni casarse con ellos, ni ofrecerles ninguna protección”. Como resultado, les obligaron a vivir confinados en el valle de Shib Abi Talib”.
Según los eruditos, se cree que el Santo Profeta (sa) eligió quedarse en ese lugar como expresión de gratitud a Dios Altísimo. Algunos opinan que esa fue la razón. Según ciertas narraciones, le sugirieron que se quedara en una casa en La Meca distinta a la suya. Sin embargo, el Santo Profeta (sa) se negó y dijo: “no entraré en ninguna otra casa”.
Hazrat Abu Rafi (ra) había plantado la tienda del Santo Profeta (sa) en el lugar de Hayun. Entre sus nobles esposas que le acompañaban en ese momento estaban Hazrat Umm Salamah (ra) y Maimunah (ra). Para cada oración, el Santo Profeta (sa) iba desde Hayun hasta la Mezquita Al-Haram.
Hazrat Musleh Maud (ra), referenciando fuentes históricas, afirma:
“Cuando el Santo Profeta (sa) entró en La Meca, la gente le preguntó: ‘¡Oh Mensajero de Al’lah (sa)! ¿Se quedará en su casa?’. Respondió: ‘¿Acaso Aqil (que era el primo del Santo Profeta [sa]) dejó alguna casa para nosotros?’ (es decir, después de mi migración, mis familiares vendieron todas mis propiedades y pertenencias). Ahora ya no tengo ningún lugar donde quedarme en la Meca)’.
El Santo Profeta (sa) dijo entonces: ‘Nos quedaremos en Jaif Bani Kinanah, una llanura en La Meca donde los Quraish y la tribu de Kinanah una vez hicieron juramentos conjuntamente, declarando que, hasta que las tribus Banu Hashim y Banu Abd al-Muttalib les hubieran entregado a Muhammad [sa] o lo hubieran abandonado, no se casarían con ellos, ni comprarían ni venderían con ellos’.
Después de ese pacto, el Santo Profeta (sa), su tío Abu Talib y el resto de su tribu se refugiaron en el Valle de Abu Talib, donde soportaron tres años de severas dificultades hasta que Dios Altísimo les liberó.
¡Qué sutil fue la elección del Santo Profeta (sa) de acampar en ese mismo lugar! Fue en este lugar donde los habitantes de La Meca juraron que no pactarían la paz con la tribu del Santo Profeta (sa) a menos que le entregaran al Profeta (sa). Ahora bien, el mismo Muhammad, el Mensajero de Al’lah (sa), regresó y acampó en ese mismo lugar, para decirle a los habitantes de La Meca: ‘Aquí estoy, en el mismo lugar donde deseábais verme! Decidme ahora: ¿Tenéis el poder de convertirme en el blanco de vuestra crueldad? Este es el mismo lugar en el que deseábais verme debilitado y capturado y queríais que mi pueblo me capturara y me entregara en este lugar, pero ahora, he regresado no sólo con el apoyo de mi pueblo, sino con el respaldo de toda Arabia. Mi pueblo no me ha entregado a vosotros, sino que mi pueblo me ha entregado a vosotros a mí’.
Fue el puro poder de Dios que ese día coincidiera con un lunes, el mismo día en el que el Santo Profeta (sa) partió una vez de la Cueva de Zaur con sólo Abu Bakr (ra) como Compañero, en dirección a Medina. Ese fue el día en que miró con nostalgia desde la colina de Zaur hacia La Meca y dijo: ‘¡Oh, Meca! Tú eres más querida para mí que todas las demás ciudades del mundo, pero tu gente no me permite vivir aquí’”.
Hazrat Umm Hani bint Abi Talib narra: “cuando el Santo Profeta (sa) acampó en el lado superior de La Meca, dos parientes de mi esposo de la tribu Banu Majzum vinieron corriendo hacia mí. Mi hermano Hazrat Ali (ra) vino a mí y me dijo: ‘Juro por Al’lah que mataré a estos dos’. Cerré la puerta de mi casa para ambos [para protegerlos]. Luego fui a ver al Santo Profeta (sa) en la parte alta de La Meca. Lo encontré aseándose con un recipiente lleno de agua, que tenía marcas de elaborar la masa. Su hija Hazrat Fatimah (ra) lo estaba cubriendo usando un trozo de tela. Después de bañarse, se cambió de ropa y a media mañana ofreció ocho rakats de oración.
Entonces el Santo Profeta (sa) volvió su atención hacia mí y dijo: ‘Saludos a ti, ¡oh Umm Hani! ¿Cómo es que has venido?’. Ella le informó de la situación con respecto a Hazrat Ali (ra) y los dos hombres, diciendo: ‘Hazrat Ali (ra) desea matarlos, y los he escondido en mi casa’. El Santo Profeta (sa) dijo: ‘A quienquiera que hayas protegido, nosotros también le concedemos protección, y a quien hayas otorgado seguridad, nosotros también le otorgamos seguridad. Por lo tanto, no tiene que matar a estos dos hombres’, es decir, el Santo Profeta (sa) dijo que Hazrat Ali (ra) no debía matarlos”. Estos dos hombres eran parientes de Hazrat Umm Hani (ra) a través de su marido, Haris bin Hisham y Abdul’lah bin Rabiah.
Un Hadiz en Bujari narra que Abdur Rahman bin Abi Lailah afirma: “Alguien nos dijo que ninguna persona ha dicho jamás haber visto al Santo Profeta (sa) ofrecer las oraciones [voluntarias] de media mañana, excepto Hazrat Umm Hani (ra)”. Es decir, sólo existe esta narración de Umm Hani, de que el Santo Profeta (sa) ofreció la oración de media mañana, y nadie más fue testigo de esto. Hazrat Umm Hani (ra) afirma que el Santo Profeta (sa) visitó mi casa el día de la Conquista de La Meca, se bañó allí y luego ofreció ocho rakats de oración. “Nunca he visto una oración más ligera que ésta, pero él se inclinó y se postró completamente”. Esta es una narración de Bujari.
Respecto a los ocho rakats de oración que ofreció el Santo Profeta (sa), los eruditos han expresado diferentes puntos de vista sobre qué oración era. Algunos opinan que era la oración de media mañana o del amanecer. Algunos creen que la oración se realizaba a media mañana, mientras que otros dicen que era una oración al amanecer. Según algunos, esta oración era una “oración de victoria” que se ofrecía siempre que se conquistaba una ciudad o fortaleza, como expresión de agradecimiento. Siguiendo esta Sunnah, los gobernantes del islam más tarde comenzaron a ofrecer estas ocho rakats de oración tras realizar alguna conquista. Otra opinión es que debido a que hubo varios asuntos extremadamente críticos en la noche de la Conquista de La Meca, el Santo Profeta (sa) estaba tan ocupado por ello, que no tuvo tiempo para ofrecer la oración de Tahayud, por lo que el Santo Profeta (sa) la ofreció por la mañana. Y quizás debido a esto, se resuelve un problema: si se pierde la oración de Tahayud por cualquier motivo, uno puede ofrecer ocho rakats de oración por la mañana después de que salga el sol.
Hazrat Musleh Maud (ra) afirma que el Santo Profeta (sa) dijo que si uno no puede ofrecer la oración de Tahayud algún día, entonces debe ofrecer la oración a media mañana. También se relata en algunas narraciones que realizaba la oración de media mañana en lugar de la oración del Tahayud si no podía realizar esta última.
En una carta a Mir Abbas Ali de Ludhiana, el Mesías Prometido (as) escribe:
“Este humilde siervo escribió anteriormente que debe continuar con sus pequeños hábitos (es decir, las buenas acciones que uno hace) tal como las hacía antes. Uno sólo debe abstenerse de acciones que impliquen alguna forma de asociación de coparticipes con Dios o cualquier innovación (uno debe evitarlas). No está demostrado que el Mensajero de Dios (sa) realizara constantemente la oración de media mañana. Está probado que la realizaba si había finalizado la hora del Tahayud o si regresaba de un viaje. Sin embargo, esforzarse siempre en la adoración y postrarse ante el umbral del Amado es ciertamente Sunnah (lo que significa que intentar rezar y adorar, y postrarse ante el umbral de Dios Altísimo es la verdadera Sunnah)”.
También se menciona la entrada del Profeta Muhammad (sa) en la Mezquita Sagrada y los circuitos que realizó. Se relata que durante una parte del día, el Santo Profeta (sa) permaneció en el interior de su tienda, tras lo cual pidió que trajeran a su camella Qaswah, que fue colocada a la entrada de la tienda del Santo Profeta (sa). El Santo Profeta (sa) salió para coger sus armas y ponerse el casco. Los Compañeros se habían reunido en círculo alrededor del Santo Profeta (sa) mientras montaba en su camella. Desde Jandama hasta Hayun se extendía una fila de caballos en formación curvada. El Mensajero de Dios (sa) pasó por allí y Hazrat Abu Bakr (ra) estaba con él. El Santo Profeta (sa) le hablaba de camino.
Hazrat Abdul’lah bin Umar (ra) relata que, durante la Conquista de La Meca, cuando el Profeta (sa) entró en La Meca por el lado del monte Qada, observó que las mujeres azotaban con sus pañuelos a las caras de los caballos para alejarlos. El Santo Profeta (sa) sonrió y se volvió hacia Abu Bakr (ra) y le dijo: “¡Oh Abu Bakr! ¿Qué ha dicho Hassan bin Zabit (ra)? (Hassan bin Zabit había compuesto alguna poesía)”. Hazrat Abu Bakr repitió esas coplas, cuya traducción es: “Podría haber perdido a mi propia hija, si no hubieras visto tales ejércitos levantando polvo, ejércitos cuyos juramentos se cumplieron en el Monte Qada, esos veloces caballos tiran ansiosamente de sus riendas mientras las mujeres se ven obligadas a usar sus propios pañuelos para sujetarlos”. Este es el cuadro de la escena que Hazrat Ibn Umar (ra) pintó en su poesía, y era, ciertamente, una descripción adecuada a la situación allí en aquel momento.
Hazrat Ibn-e-Umar (ra) y Hazrat Abbas (ra) relatan que, el día de la Conquista de La Meca, cuando el Santo Profeta (sa) entró en la ciudad santa de La Meca, habían alrededor de la Kaaba 360 ídolos que estaban apuntalados con plomo. Hubal era el mayor de los ídolos de la Kaaba. Aisaaf y Na’ilah se colocaban donde la gente sacrificaba sus animales. El Santo Profeta (sa) tenía un arco en la mano. Lo agarró por un extremo y cada vez que pasaba junto a un ídolo, le clavaba el otro extremo del arco en el ojo y decía:
[Árabe]:
“La verdad ha llegado y la falsedad ha desaparecido. Ciertamente, la falsedad se desvanece rápido”.
El Santo Profeta (sa) llegó a la Sagrada Kaaba y la observó. Se acercó a la Piedra Negra en su camella y la tocó con su bastón, diciendo: “Dios es Grande”. Los musulmanes respondieron con las mismas palabras. Los musulmanes elevaron consignas de la grandeza de Dios hasta tal punto que pronto toda La Meca reverberó con las palabras “Dios es Grande”, y el Santo Profeta (sa) les indicó que entonces guardaran silencio.
Los idólatras de La Meca estaban presenciando toda esta escena desde las montañas mientras el Santo Profeta (sa) realizaba circuitos alrededor de la Kaaba. Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra) sujetaba a la camella por la rienda de la nariz. Tocó la Piedra Negra y realizó circuitos por la Kaaba. Cuando completó los circuitos, desmontó de su camella. Hazrat Ibn Umar (ra) relata que no pudimos encontrar un lugar para sentar al camella en la mezquita, así que la gente extendió sus manos, sobre las que él se apoyó para bajar de la camella mientras esta permanecía de pie, y la camella fue llevada fuera. Hazrat Mu’ammar bin Abdil’lah (ra) llegó y llevó su camella al valle.
Una narración recoge que el Santo Profeta (sa) ordenó a Hazrat Umar bin Jattab (ra), con motivo de la Conquista de La Meca, cuando se encontraba en Baza, que entrara en la Sagrada Kaaba y borrara todas las imágenes de ídolos que encontrara, y hasta que todas las imágenes no estuvieran borradas, el Santo Profeta (sa) no entró en la Kaaba. Incluso se retiraron las imágenes de Hazrat Abraham e Ismael (as), que solían utilizarse para echar suertes. También había imágenes o ídolos de ellos en la Kaaba. Cuando el Santo Profeta (sa) vio estas imágenes dijo: “¡Que Dios destruya a estos adoradores de ídolos! Saben muy bien estos politeístas que estas dos personas (es decir, Hazrat Abraham [as] y Hazrat Ismael [as]) nunca utilizaban flechas adivinatorias. La imagen en la que aparecían sacando flechas para la adivinación es un relato falso. Nunca hicieron esto”.
El Santo Profeta (sa) llegó al Maqam-e-Ibrahim mientras llevaba puesta una cota de malla. Ofreció dos rakats de oración y se dirigió al pozo de Zamzam. Hazrat Abbas bin Muttalib (ra) o Hazrat Abu Sufyan bin Hariz bin Abdil Muttalib (ra) sacó un cubo para el Santo Profeta (sa), que el Santo Profeta utilizó para beber agua y luego realizar la ablución. Los Compañeros se apresuraron rápidamente a coger ese agua de la ablución y se la restregaban en la cara. Los adoradores de ídolos que estaban presenciando ésto expresaron su asombro, diciendo: “nunca hemos visto ni oído hablar de un Rey tan grandioso”.
Tras la Conquista de La Meca, el Santo Profeta (sa) ordenó demoler el ídolo Hubal. Mientras derribaban el ídolo, el Santo Profeta (sa) se quedó observando. En ese momento, Hazrat Zubair bin Awwam le dijo a Abu Sufyan: “¡Oh Abu Sufyan! Hubal ha sido demolido. ¿Recuerdas la batalla de Uhud cuando, por orgullo, proclamaste que Hubal os había favorecido?”. Abu Sufyan respondió: “¡Oh hijo de Awwam! Olvida esas cosas ahora. Ahora me percato de que si hubiera habido otro dios aparte del Dios de Muhammad (sa), lo que ha ocurrido hoy no habría sido posible”.
Después, el Santo Profeta (sa) se sentó en un rincón de la Kaaba, rodeado de gente. Hazrat Abu Hurairah (ra) narra que el día de la Conquista de La Meca, mientras el Santo Profeta (sa) estaba sentado, Hazrat Abu Bakr (ra) permanecía vigilante a su lado, con la espada desenvainada, custodiándole.
Hazrat Ibn Umar (ra) relata que el Santo Profeta (sa) entró en La Meca en el año de la conquista montado en la camella de Usamah bin Zaid. Entonces convocó a Uzmán bin Talhah y le ordenó que trajera la llave [de la Kaaba]. Uzmán se acercó a su madre, que al principio se negó a entregarle la llave de la Kaaba. Uzmán insistió a su madre diciéndole: “¡Por Dios, debes entregar esta llave, o de lo contrario esta espada me atravesará la espalda!”, lo que significaba que tanto él como su madre se enfrentarían a graves consecuencias. También se enfrentaría ella a dificultades y, en última instancia, se vería obligada a entregarla. El narrador afirma que, tras esto, ella le entregó la llave. Uzmán llevó la llave al Santo Profeta (sa). Él le devolvió la llave a Uzmán, quien abrió la puerta de la Kaaba.
El Santo Profeta (sa) entró en la Kaaba acompañado por Usamah bin Zaid y Bilal bin Rabah. El portador de la llave de la Kaaba, Uzmán bin Talhah, también estaba con ellos. El Santo Profeta (sa) cerró la puerta y permaneció dentro durante un tiempo considerable, ofreciendo dos rakats de oración.
Hazrat Abdul’lah bin Umar (ra), que se encontraba justo fuera, relata que cuando el Santo Profeta (sa) salió de la Kaaba, entró rápidamente y preguntó a Hazrat Bilal (ra): “¿Qué hizo el Santo Profeta (sa) dentro?”. Hazrat Bilal (ra) respondió: “El Santo Profeta (sa) colocó un pilar a su izquierda, otro a su derecha y tres pilares detrás de él”. En aquella época, la Kaaba tenía seis pilares. El Santo Profeta (sa) se colocó así entre dos pilares, con dos pilares delante y tres detrás de él. Otra narración menciona que colocó dos pilares a su izquierda, uno a su derecha y tres detrás de él. En otras palabras, estaba colocado de tal forma que había dos pilares a un lado, un pilar al otro lado y tres detrás de él. En cualquier caso, ofreció dos rakats de oración en el interior. Esta narración se encuentra en Sahih Muslim.
Hazrat Musleh Maud (ra) describe que, al entrar en La Meca, Hazrat Abu Bakr (ra) sostuvo el estribo de la camella del Santo Profeta (sa), conversando con él y recitando la Surah Al-Fath, que predecía la Conquista de La Meca. El Santo Profeta (sa) se dirigió directamente hacia la Kaaba y dio siete vueltas a ella montado en su camella y con un bastón en la mano. Mientras rodeaba la Kaaba -construida originalmente por el Profeta Abraham (as) y su hijo Ismael (as) para adorar al Dios Único, pero convertida después en casa de ídolos por sus descarriados descendientes- golpeó a cada uno de los 360 ídolos allí colocados, recitando:
[Árabe]:
“La verdad ha llegado y la falsedad ha desaparecido. La falsedad sí que se desvanece rápido”.
Este versículo, revelado antes de la migración en la Surah Bani Isra’il, contenía profecías sobre la migración y la Conquista de La Meca. Los eruditos europeos coinciden unánimemente en que esta Surah es anterior a la migración. Los versículos pertinentes dicen:
[árabe]
“Y di: ‘¡Oh mi Señor! Haz que mi entrada sea una entrada buena y mi salida una salida buena. Y concédeme, de Ti mismo, un poder inquebrantable’. Di también: ‘Ha llegado la verdad y se ha desvanecido la falsedad. En verdad, la falsedad se desvanece rápidamente”’.
El cumplimiento exacto de esta profecía y las profundas emociones que despertó en los corazones de musulmanes e incrédulos por igual, especialmente cuando Hazrat Abu Bakr (ra) la recitó, fueron indescriptibles. En ese día histórico, el lugar de Abraham fue restaurado exclusivamente para la adoración del Dios Único, y los ídolos fueron destruidos para siempre.
Cuando el Santo Profeta (sa) golpeó al ídolo llamado Hubal, haciendo que cayera de su lugar y se hiciera añicos, Hazrat Zubair miró a Abu Sufyan con una sonrisa, recordándole: “¿Recuerdas que en Uhud, cuando los musulmanes estaban heridos arrinconados, proclamaste arrogantemente: ‘¡Exaltado sea Hubal! ¡Exaltado sea Hubal!’ atribuyendo tu victoria temporal sobre los musulmanes a este ídolo? Hoy, mira los pedazos destrozados de Hubal”. Abu Sufyan respondió: “Zubair, olvídate de estos asuntos. Hoy vemos claramente que si hubiera habido algún dios aparte del Dios de Muhammad, el Mensajero de Al’lah (sa), lo que hoy presenciamos nunca habría ocurrido”.
El Santo Profeta (sa) ordenó entonces que se borraran las imágenes que representaban al Profeta Abraham (as) y a otros en el interior de la Kaaba. En agradecimiento por el cumplimiento de las promesas de Dios, ofreció dos rakats de oración dentro de la Kaaba, y al salir, ofreció otras dos fuera. Nombró a Hazrat Umar (ra) para que retirara las imágenes del interior de la Kaaba. Inicialmente, Hazrat Umar (ra) se abstuvo de borrar la imagen del profeta Abraham (as), pensando que los musulmanes también lo veían como un profeta. Al darse cuenta de esto, el Santo Profeta (sa) preguntó: “¡Oh, Umar! ¿Qué has hecho?. ¿Acaso Dios no ha dicho?:
[árabe]
“Abraham no era ni judío ni cristiano, pero fue siempre sumiso a Dios y obediente a él, y no fue de los que asocian otros dioses a Dios“.
Siguiendo la orden del Santo Profeta (sa), esta imagen también fue borrada.
Al presenciar estas señales divinas, los corazones de los musulmanes se llenaron de fe e intensificaron su certeza en la grandeza del Santo Profeta Muhammad (sa) hasta el punto que cuando el Santo Profeta (sa) pidió agua del manantial de Zamzam (proporcionado milagrosamente por Dios Altísimo a Ismael, el hijo de Abraham) tras beber un poco, utilizó el resto para la ablución de forma que ni una sola gota cayó al suelo, ya que los musulmanes recogieron con entusiasmo las gotas y las aplicaron sobre sí mismos como bendiciones. Los idólatras se maravillaron y dijeron: “Nunca hemos visto a un Rey tan profundamente amado por su pueblo”.
El Mesías Prometido (as) dice:
“Recordad con todo vuestro corazón que, al igual que la Piedra Negra se encuentra en la Casa de Dios, el pecho del hombre alberga el corazón”. El Mesías Prometido (as) compara la Piedra Negra con el corazón que late en el pecho. Continúa diciendo: “La Casa de Dios pasó por una época en la que los incrédulos la llenaron de ídolos. Dios podría haber hecho que Su Casa no hubiera pasado por tal período en el tiempo. ¡Pero no! Dios deseaba que esta situación actuara a modo de símil. El corazón humano es como la Piedra Negra y su pecho es como la Casa de Dios. Los pensamientos de todo lo que no sea Dios son los ídolos que encontraron un lugar en esta Kaaba, por así decirlo (lo que significa que cualquier pensamiento que entre en el corazón aparte de los de Dios Altísimo son como ídolos). Los ídolos de La Meca, la Ciudad Honrada, fueron destruidos cuando nuestro Noble Profeta, la paz y las bendiciones de Dios sean con él, entró victorioso con una comunidad de diez mil santos en La Meca. Estos diez mil Compañeros han sido mencionados como ángeles en escrituras antiguas y, en realidad, su gloria era comparable a la de los ángeles. Las capacidades humanas también se parecen en cierto modo a las de los ángeles, ya que, al igual que los ángeles se distinguen por:
[Árabe]:
‘Y hacen lo que se les ordena’
del mismo modo, las facultades humanas se caracterizan por el hecho de que hacen lo que se les ordena. Del mismo modo, todas las facultades y órganos humanos están sujetos al control del hombre. Por lo tanto, para derribar y desalojar a los ídolos de todo aquello que no sea Dios, también debéis librar un ataque contra ellos. El ejército que se requiere para esto se prepara mediante la purificación interior, y solo aquel que se compromete con este proceso de limpieza obtiene la victoria. Como tal, se ha afirmado en el Sagrado Corán:
[Árabe]:
‘En verdad, prospera quien se purifica’.
Se registra en un Hadiz que si el corazón se reforma, todo el cuerpo se endereza y se repara. En efecto, cuán cierto es que los ojos, los oídos, las manos, los pies, la lengua, etc., de hecho, todos los miembros, siguen el dictado del corazón. Surge un pensamiento y el órgano correspondiente se prepara inmediatamente para seguir su orden”.
El Mesías Prometido (as) dio este ejemplo para decir que también hay que eliminar los ídolos del corazón, ya que solo así se puede llegar a ser un verdadero creyente.
El Santo Profeta (sa) también pronunció un sermón allí. Hazrat Ibn Abbas (ra) narra que el día de la Conquista de La Meca, el Santo Profeta (sa) dijo: “Ahora ya no hay migración [de La Meca a Medina], pero la yihad y las intenciones permanecen. Cuando se os llame a emprender la yihad, debéis emprenderla. Dios ha determinado que esta ciudad de La Meca sea sagrada desde el día en que se crearon los cielos y la tierra. Permanecerá siendo sagrada en la santidad de Dios hasta el Día del Juicio. Nunca se permitió a nadie luchar en ella antes de mí, e incluso a mí solo se me ha permitido hacerlo durante un tiempo limitado en este día, y seguirá siendo sagrado por la santidad que le ha conferido Dios Altísimo. No se deben cortar sus espinas, no se debe molestar a los animales que cazan (es decir, no se les debe asustar), no se deben recoger los objetos que se caen, salvo que alguien que los identifique, y no se debe cortar su hierba”. Hazrat Abbas (ra) dijo: “¡Oh Mensajero de Dios (sa)! Por favor, haga una excepción con el idhjir (un tipo de hierba), ya que es útil para sus trabajadores y necesario en sus hogares”. El Santo Profeta (sa) dijo: “con la excepción del idhjir”. El Santo Profeta (sa) estuvo de acuerdo y dijo que el idhjir podía cortarse para satisfacer diversas necesidades.
Hazrat Abu Hurairah (ra) relata que cuando Dios Altísimo concedió la Conquista a Su Mensajero (sa) en La Meca, el Santo Profeta (sa) se puso de pie entre la gente y, tras glorificar y alabar a Dios, dijo: “En verdad, Dios protegió La Meca del Pueblo del Elefante y concedió el dominio sobre ella a Su Mensajero (sa) y a los creyentes. No se le permitió a nadie más antes que a mí; e incluso para mí, solo se me permitió durante una parte del día, y no se le permitirá a nadie después de mí (lo que significa que si se permitió la lucha para conquistar La Meca, solo fue para el Santo Profeta (sa) y sólo durante una parte del día; no sería permisible para nadie después de él). No se debe asustar a sus animales, ni se deben cortar sus espinas. Nadie debe recoger lo que se ha caído, salvo para quién lo anuncie. Si alguien mata a una persona, tiene dos opciones: o bien pagar la penalización o bien exigir la venganza”. Hazrat Abbas (ra) respondió: “Exceptúe el idhjir, porque lo usamos para nuestras tumbas y en nuestros hogares”. El Santo Profeta (sa) dijo: “Con la excepción del idhjir”, es decir, es lícito y se puede cortar.
Un hombre llamado Abu Shah de Yemen, se levantó y dijo: “¡Oh Mensajero de Dios (sa). Por favor, escriba esto para mi!”. El Santo Profeta (sa) dijo: “Escribe esto para Abu Shah”. El narrador dice: “Le pregunté a Auzai qué quería decir con “¡Oh Mensajero de Dios (sa), por favor, escríbame esto!”. Él respondió: “Lo que quería decir era que le gustaría que le entregaran por escrito el sermón que acababa de escuchar pronunciar al Santo Profeta (sa)”. Por lo tanto, el Santo Profeta (sa) lo mandó escribir para él.
Se menciona en Sirat ibn Hisham que el Santo Profeta (sa) se paró en la puerta de la Kaaba y dijo: “Nadie es nadie digno de ser adorado excepto Al’lah, Él es Uno y no tiene compañero. Él ha cumplido Su promesa y ha derrotado a cada grupo. ¡Oh, pueblo! Todo el orgullo, toda la venganza y todo el dinero manchado de sangre yacen bajo mis dos pies, pero las llaves de la Sagrada Kaaba y el servicio de dar agua de Zamzam a beber a la gente permanecerán en manos de quienes ya han estado prestando este servicio. ¡Oh, gente! La indemnización por la muerte accidental de una persona a causa de un golpe con un palo de madera o de un latigazo debe pagarse íntegramente (es decir, cien camellos). ¡Oh, Quraish! Dios Altísimo os ha liberado del orgullo y la soberbia que solíais mostrar hacia vuestros antepasados (tal orgullo ya no existe). Todas las personas son descendientes de Adán, y Adán fue creado del polvo”. A continuación, el Santo Profeta (sa) recitó el siguiente versículo:
[árabe]
“¡Oh, humanos! Os hemos creado de varón y hembra; y os hemos constituido en clanes y tribus para que os reconozcáis mutuamente. En verdad, el más honorable de entre vosotros, a la vista de Al’lah”, es el más justo de vosotros”.
Entonces, el Santo Profeta (sa) dijo: “Oh, Quraish, ¿cómo creéis que voy a trataros?”. Los Quraish dijeron: “Haga lo que haga, será lo mejor (estas eran las personas que aún no se habían convertido en musulmanes)”. Eres un hermano honorable y el hijo de un hermano honorable. El Santo Profeta (sa) dijo: “Muy bien, entonces, marchaos, todos sois libres”. Según otra narración, él dijo:
[árabe]
“Yo afirmo en palabras de José: ‘Hoy no tendréis culpa alguna; que Dios os perdone! Y Él es el Más Misericordioso de los misericordiosos’”.
Al escuchar este anuncio de amnistía general, la gente salió como si acabaran de salir de sus tumbas y se unieron al islam. Al escuchar esto, inmediatamente aceptaron el islam.
Hazrat Musleh Maud (ra) menciona el incidente de la amnistía concedido al pueblo de La Meca de la siguiente manera:
“Cuando el Santo Profeta (sa) terminó lo que estaba diciendo y el pueblo de La Meca fue llevado ante él, dijo: “¡Oh, pueblo de La Meca! Habéis sido testigos de cómo se han cumplido palabra por palabra las señales de Dios Altísimo. Ahora decidme, ¿cuál debería ser la recompensa por vuestras crueldades y maldades que cometísteis contra esas pobres personas que adoran a un solo Dios?”. Los habitantes de La Meca dijeron: “Esperamos que nos trates de la misma manera que José trató a sus hermanos”. Era el decreto de Dios que los habitantes de La Meca pronunciaran las mismas palabras que Al’lah Taala ya había predicho en la Sura Yusuf diez años antes de la conquista de La Meca. Él predijo que el Santo Profeta (sa) trataría a los habitantes de La Meca de la misma manera que José (as) trató a sus hermanos. Cuando estas palabras de los habitantes de La Meca atestiguaron el hecho de que el Santo Profeta (sa) se parecía al profeta José (as); y al igual que a José (as), Dios Altísimo concedió la victoria al Santo Profeta (sa) sobre sus hermanos, él (sa) también anunció:
[árabe]
“¡Por Dios, no se os impondrá ningún tipo de castigo, ni se os culpará de nada!”.
El Mesías Prometido (as) afirma:
“Cuando el Santo Profeta (sa) conquistó La Meca, todos los incrédulos fueron reunidos y llevados ante él. Los propios incrédulos reconocieron que, debido a sus crímenes, merecían la pena de muerte y se pusieron a su merced, y él (sa) los perdonó a todos. Ni siquiera puso como condición para su perdón que aceptaran el islam. Sin embargo, al ver esta extraordinaria excelencia moral, aceptaron el islam por voluntad propia”.
En una ocasión, el Mesías Prometido (as) dijo:
“La perfección del poder moral del Mensajero de Dios (sa) sólo puede comprenderse cuando se analiza la situación de aquella época. El dolor que los adversarios del Santo Profeta (sa) le infligieron a él (sa) y a sus seguidores, y en contraste, la forma en que el Santo Profeta (sa) los trató a cambio cuando tenía poder y autoridad absolutos sobre ellos, demuestra su elevada grandeza. ¿Qué dolor no le causaron Abu Yahl y sus asociados al Santo Profeta (sa) y a sus devotos seguidores? Las pobres mujeres musulmanas fueron atadas a camellos que fueron obligados a correr en direcciones opuestas y destrozadas (fueron divididas en dos) por el mero crimen de creer en:
[Árabe]:
“Nadie es digno de ser adorado excepto Al’lah”.
Sin embargo, el Santo Profeta (sa) soportó todo esto con paciencia y tolerancia, y cuando obtuvo la victoria sobre La Meca, perdonó a esta gente y dijo:
[Árabe]:
‘No se os reprochará hoy’.
¡Qué excelencia moral tan excepcional, que no se encuentra en ningún otro profeta!
[Árabe]:
‘¡Oh, Al’lah! Envía tus bendiciones a Muhammad (sa) y su descendencia’”.
El Mesías Prometido (as) luego dice:
“Cuando el Santo Profeta (sa) entró victorioso en La Meca, si hubiera querido, podría haber masacrado a todos los que le causaron dolor en La Meca, pero mostró misericordia y proclamó:
[Árabe]:
‘No se os reprochará nada hoy’.
En cuánto el Santo Profeta (sa) los perdonó, todos aceptaron el islam. Ahora bien, ¿encontramos cualidades morales tan magníficas en algún otro profeta? En absoluto. Esas personas causaron un gran dolor a la bendita persona del Santo Profeta (sa), a sus seres queridos y Compañeros, y les infligieron el tormento más imperdonable. Cuando el Santo Profeta (sa) tuvo el poder y la autoridad para castigarlos, los perdonó de inmediato. Aunque hubiera sido perfectamente justo y equitativo castigarlos, en ese momento, el Santo Profeta (sa) demostró perdón y gracia. Fueron factores como estos los que, además de los milagros, impactaron a los Compañeros. Por lo tanto, el Santo Profeta (sa) fue fiel a su nombre, Muhammad (que la paz y las bendiciones de Al’lah sean con él). Fue alabado en este mundo y en los cielos, por lo que también fue Muhammad en los cielos. Dios, el Exaltado, bendijo al mundo con este nombre del Santo Profeta (sa) para que sirviera de ejemplo.
Hasta que una persona no desarrolle este tipo de cualidades morales dentro de sí misma, no podrá obtener ningún beneficio. Una persona no puede inculcar plenamente el amor de Dios Altísimo dentro de sí misma hasta que no sea guiada por las cualidades morales y el ejemplo práctico del Noble Profeta, la paz y las bendiciones de Dios sean con él.
[Árabe]:
‘¡Oh, Al’lah!” Envía bendiciones a Muhammad (sa) y a su descendencia’”.
Narraré el resto de los relatos en el futuro.
Ahora me gustaría mencionar a dos personas fallecidas y dirigiré sus oraciones fúnebres en cuerpo ausente.
La primera es de Sayyida Lubna Ahmad Sahiba, esposa del difunto Syed Maulud Ahmad Sahib. Ha fallecido a la edad de 71 años.
[Árabe – ¡Ciertamente a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos!].
Por la gracia de Dios era “musia” (parte del sistema Al-Wasiyat). Aunque no sirvió en la administración central, sirvió en Lallna Imail’lah a nivel local y nivel regional. Se casó con Syed Maulud Ahmad Sahib, hijo de Sahibzadi Amatul Hakim Begum Sahiba y Sayyid Daud Muzaffar Shah Sahib. Su nikah [anuncio de matrimonio] fue dirigido por Hazrat Jalifatul Masih III (rh). Dado que contiene consejos y guía, leeré una parte.
Hazrat Jalifatul Masih III (rh) afirmó (esto también será beneficioso para los matrimonios que se celebran hoy en día):
“Las relaciones matrimoniales son como injertos en un árbol, uniones delicadas que deben cuidarse con sumo cuidado en sus etapas iniciales. De acuerdo con la guía del Sagrado Corán, este injerto debe estar atado con los hilos del “qaul-e-sadid”: hablar de manera correcta y veraz. Solo entonces se puede salvaguardar verdaderamente dicha relación.
Además, la responsabilidad de preservar este vínculo sagrado no recae únicamente en el esposo y la esposa; también recae en sus familias, su entorno social e incluso su círculo de amigos. Esto se debe a que muchas perturbaciones surgen de la desconfianza, las calumnias, la impaciencia o los estallidos de ira. Para prevenir estos males, el “qaul-e-sadid” sirve como un hilo firme y duradero”.
Además afirmó: “¡Que Dios haga del nikah que anuncio hoy una fuente de grandes bendiciones para ambas familias, para la Comunidad y para la humanidad en general! ¡Que la progenie nacida de esta unión sirva a la fe!”.
Puedo decir (porque también tengo una relación familiar) que la respetada Lubna Sahiba hizo todo lo posible para honrar y defender estas palabras de Hazrat Jalifatul Masih III (rh) con respecto a su matrimonio.
Luego, Hazrat Jalifatul Masih III (rh) también dijo: “Hoy anuncio el nikah de Maulud Ahmad, hijo de mi hermana menor, Amatul Hakim Sahiba y Syed Daud Muzaffar Shah Sahib. La joven es hija del Dr. Syed Ghulam Mulltaba Sahib”.
Luego mencionó al Dr. Sahib, quien era una persona consagrada y médico, y había servido en África cuando se anunció el Plan Nusrat Yahan. Fue uno de los primeros Waqifin del campo de medicina. Hazrat Jalifatul Masih III (rh) mencionó que el Dr. Sahib fue uno de los primeros médicos que sirvieron en África Occidental como doctor consagrado de por vida. Dios Altísimo aceptó sus oraciones, brindó bendiciones a través de sus tratamientos y continuó sirviendo como un cirujano de gran éxito en Ghana. Posteriormente, también sirvió en Nigeria.
El hijo de Syeda Lubna Sahiba, Syed Saud Ahmad, es una persona consagrada de por vida y actualmente trabaja como administrador del Hospital Fazl-e-Umar. Hablando sobre la vida de su madre, relata:
“Cuando mi abuelo materno fue a Asokore, Ghana, bajo el programa Nusrat Yahan, toda la familia lo acompañó, incluyendo mi madre, Lubna Sahiba. Ella era muy joven en ese entonces, y este incidente ocurrió antes de su matrimonio. Ella contó que, debido a la falta de suministros médicos en aquellos primeros tiempos, a veces tenían que cortar tiras de tela para usarlas como vendajes. No había electricidad, así que las cirugías se realizaban con linternas. Incluso a esa temprana edad, ella se quedaba de pie sosteniendo la linterna para que el Dr. Sahib pudiera operar con luz”.
Escribe, además:
“Era una persona sumamente amorosa y compasiva que olvidaba sus propias dificultades por servir a los demás. Cumplió con los derechos de su esposo, padres y suegros de manera ejemplar (de hecho, los cumplió de verdad). En 1986, se cayó por unas escaleras y sufrió una lesión de espalda. Más tarde, también le diagnosticaron cáncer y diabetes, pero nunca expresó su dolor. Soportó su enfermedad con gran paciencia y se mantuvo activa, moviéndose como si gozara de buena salud”.
Enseñaba regularmente oraciones a sus hijos y nietos. Cuidaba especialmente de los nietos que vivían con ella. Cuando su vista se debilitó y ya no podía recitar el Sagrado Corán, escuchaba recitaciones en línea. Asistía regularmente a las reuniones de la Comunidad. En una ocasión, alguien le preguntó: “No te encuentras bien, ¿por qué sigues asistiendo a estas reuniones?”. Ella respondió: “¿Cómo puede ser que haya una reunión y yo no asista? Este es el Nizam de la Comunidad, y debo atenerme a él”. Tenía un profundo sentido de responsabilidad por adherirse a la estructura organizativa de la Comunidad.
Como también era cuñada de mi esposa, tuve la oportunidad de observarla de cerca. Era una persona sencilla, capaz de adaptarse a cualquier circunstancia. Mantenía una excelente relación con sus suegros y cumplió esos vínculos en una manera excelente.
¡Que Dios Altísimo le conceda Su perdón y Su misericordia! Le sobreviven una hija y un hijo; el hijo como se mencionó anteriormente, es una persona consagrada. ¡Que Dios Altísimo permita a sus hijos seguir los pasos rectos de sus padres!
El segundo funeral es el de la respetada Nazmun Bibi Zubair Sahiba, la esposa de Muhammad Shafi Zubair Sahib de Alemania. Ha fallecido recientemente.
[Árabe]:
“En verdad a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos”.
Era originaria de Mauricio, y el Ahmadíat entró en su familia a través de su abuelo, Muhammad Hanif Sudhun Sahib. Le sobreviven un hijo y una hija. Su hijo, Athar Zubair Sahib, actualmente tiene el cargo de presidente de Humanity First Alemania.
Athar Zubair Sahib escribe:
“Ella era un ejemplo brillante de fe inquebrantable y profunda humildad. Puedo afirmar con plena certeza que la forma en que me crió y las enseñanzas que nos impartió reflejaban su fuerte y firme convicción. Nunca la oí expresar quejas ni agravios. Durante su última enfermedad, tuve la oportunidad de estar con ella con más frecuencia, y siempre que recobraba la conciencia, su principal preocupación eran sus oraciones. Era muy diligente en cumplirlas. Poseía una inmensa paciencia y fortaleza, y estaba plenamente satisfecha con las decisiones de Dios Altísimo”.
Athar Sahib relata además:
“A menudo ayudaba a los demás en silencio y era muy discreta al manejar los asuntos. En una ocasión, hubo un problema entre un esposo y su esposa. Cuando el esposo me pidió que averiguara qué le había contado su esposa, le pedí más detalles y ella respondió: ‘Me lo contó con total confianza; no puedo revelarlo. Si ella misma desea compartirlo, lo hará. Pero intenta reconciliarlos y apaciguarlos’”.
Tenía un vínculo profundo y sincero con el Jalifato y escuchaba los sermones con gran atención.
Su nieto escribe que escuchaba cada sermón dos o tres veces, diciendo: “No se puede comprender todo por completo la primera vez, y si no se entiende bien, no hay ningún beneficio”.
Tenía una relación firme y fuerte con Dios Altísimo. Experimentaba sueños verdaderos; tuvo muchos sueños que se hicieron realidad. Durante sus últimos días, Zubair Sahib escribe que una vez comentó: “¿Tengo cáncer?”. Tras un TAC, se confirmó que tenía cáncer de vejiga. Cuando le preguntaron cómo lo sabía, dijo: “Dios me lo informó”. Explicó que un pariente fallecido se le apareció en sueños y le dijo: “Puede que tu hijo no te lo diga por temor a que te preocupes, pero yo estoy aquí para decirte que tienes cáncer”. Así pues, Dios Altísimo le había informado de antemano de su enfermedad.
Sus nueras son alemanas. Mantuvo una relación ejemplar con ellas y las educó con tanto cariño que, a pesar de ser alemanas, acudían a su consejo en todo y le prestaban todo tipo de ayuda.
Una nuera, Susan Zubair, dice: “Como suegra, era un ejemplo brillante de bondad y compasión. Siempre estaba agradecida por todo lo que tenía. Nos trataba como a sus propias hijas, nos corregía con cariño y oraba constantemente por nosotras”.
Otra nuera, Maria Zubair, dice: “Cuando me casé, me enseñó a cocinar y a recibir invitados. Me enseñó todo esto sin presiones ni críticas. Me apoyó mucho durante mis estudios (más tarde estudió medicina) y cuidó de mis hijos, siempre me animó a mantenerme activa en el trabajo de la Comunidad, me apoyó plenamente y siempre me animaba”.
¡Que Dios Altísimo le conceda su perdón y misericordia, y permita que su progenie se convierta en receptora de sus oraciones!